Francisco Asenjo Barbieri



Francisco de Asís Esteban Asenjo Barbieri nació en Madrid el día 3 de Agosto de 1823, y falleció en Madrid el día 17 de Febrero de 1894 (70 años). Compositor, musicólogo, crítico y director. Es una de las personalidades más importantes del siglo XIX, y de toda la historia de la música española. Reformador del teatro lírico, restaurador de la actividad musical y concertística en Madrid, iniciador del nacionalismo en España, recuperador de la historia musical española y bibliófilo, es uno de los más importantes compositores de zarzuela y varias de sus obras pertenecen a lo mejor del repertorio zarzuelístico español.

BIOGRAFIA. Era hijo de José Asenjo y de Petra Barbieri, natural de Madrid, descendiente de una familia de bailarines italianos venidos a España a finales del siglo XVIII. Su abuelo, José Barbieri, era también bailarín, director y compositor de bailes, casado con la bailarina Paula Luengo. Francisco Asenjo Barbieri demostró desde niño una precocidad que le permitió iniciar los estudios de segunda enseñanza mucho antes de lo que era usual. El joven decidió estudiar Medicina y posteriormente Ingeniería. Residía entonces en el teatro de la Cruz, con su abuelo, alcaide de dicho teatro, allí conoció el repertorio de Rossini, Bellini y Donizetti, y todos los autores de moda, e inició sus estudios de solfeo con José Ordóñez Mayorito. En 1837 ingresó en el Conservatorio de María Cristina de Madrid, donde estudió clarinete con Ramón Broca, piano con Pedro Pérez Albéniz y canto con Baltasar Saldoni. En torno a 1840 inició el estudio de la composición con Carnicer, a quien denominó "mi maestro" y con quien le unió una gran amistad.
Del año 1842 fueron sus primeras obras: canciones, romanzas y una tanda de valses. Fue contratado por Salamanca en 1845 como maestro de la Escuela de Nobles Artes de San Eloy. En agosto de 1846 regresó a Madrid y con ello se inició un nuevo rumbo en su vida. Comenzó su labor de musicólogo, introduciéndose en los círculos musicales y literarios de la ciudad; se hizo socio de la sección de música del Liceo Artístico y Literario de Madrid, donde se le nombró secretario y archivero musical. Poco después, en 1849, comenzó su labor periodística y crítica pasando a formar parte de la redacción de La Ilustración, como cronista musical, faceta que tuvo continuidad en muchos otros periódicos y revistas. A partir de 1850 se dedicó obsesivamente a la restauración del teatro musical. Con este objeto escribió su primer éxito, la zarzuela en un acto Gloria y peluca, obra que encauzó definitivamente su carrera hacia el teatro. Fundó la Sociedad de Artistas con el poeta Luis de Olona, el cantante Salas y los compositores Gaztambide, Oudrid, Hernando e Inzenga; sociedad que alquiló el teatro Circo en 1851 con compañía propia en la que Barbieri fue director de coros y que, el 6 de octubre de 1851, estrenó en el teatro Circo la zarzuela en tres actos Jugar con fuego con letra de Ventura de la Vega y con inmenso éxito. Este estreno fue de una gran trascendencia al marcar las características del género después de los intentos de El Duende y Colegialas y Soldados de Hernando. Jugar con fuego fue una de las obras más representadas en toda la historia del teatro lírico, tanto en España como en América, y supuso una revolución formal, siendo una piedra angular por iniciar la zarzuela grande, elevando a Barbieri a la celebridad que le acompañó hasta su muerte. Con Jugar con fuego quedaban establecidos definitivamente los dos modelos de zarzuela: zarzuela grande, con dos, tres, o cuatro actos, con la que se quería competir con Europa, y zarzuela chica, en un acto.

En realidad en 1851 se puede hacer una división en la vida de Barbieri, dedicado desde entonces a la producción zarzuelística con unas metas claras y con un ideal dramático preciso, la defensa de un teatro musical propio simbolizado en la zarzuela. A lo largo de la década de 1850 compuso grandes éxitos como: El Marqués de Caravaca, 1853; Galanteos en Venecia, 1853; Aventura de un cantante, 1854; Los diamantes de la corona, 1854; Mis dos mujeres, 1855; El Vizconde, 1855; El diablo en el poder, 1856; El relámpago, 1857; Por conquista, 1858; Amar sin conocer, 1858; Un caballero particular, 1858; y éxitos medianos como La hechicera, 1852; La espada de Bernardo, 1853; Don Simplicio Bobadilla, 1853; Un día de reinado, 1854; Los dos ciegos, 1855; El sargento Federico, 1855; Gato por liebre, 1856; y Entre dos aguas, 1856. 
Barbieri viajó a París en 1853 y se alió con sus compañeros para la construcción de un teatro nuevo que fue una realidad el 10 de octubre de 1856 cuando se inauguraba el teatro de la Zarzuela, el gran templo del género español, propiedad del propio Barbieri, Joaquín Gaztambide, el libretista Luis de Olona y el barítono Francisco Salas, quienes financiaron su construcción. La actividad de Barbieri a partir de entonces no sólo tuvo que ver con la creación, sino con la lucha por la restauración musical tan necesaria en la España de entonces. Esta actividad tuvo como punto culminante la realización de grandes conciertos en 1859 y 1864. Estas acciones y la creación de varias de sus obras más destacadas convirtió la década de los 1860 y 1870 en una época de plenitud creativa. Realizó durante ésta época varios viajes por Europa, entre éstos destaca el realizado a París en 1862 para representar uno de los primeros éxitos del periodo, Entre mi mujer y el negro. En 1862 se estrenó otra obra afortunada El secreto de una dama, y sólo dos años después Barbieri llegó a una de las cumbres de su producción con el éxito colosal de Pan y toros, un clásico de la zarzuela y quizá su mejor obra, Barbieri participó en la aventura del teatro bufo promovida por Arderius con algunos grandes éxitos, como el obtenido en 1870 con el estreno de Robinson, un tributo del maestro a la música de los bufos, éxito que repitió con El tributo de las cien doncellas y en obras del mismo carácter, cómo Sueños de oro, 1872; El proceso del can-can, 1873; La vuelta al mundo, 1875; con El barberillo de Lavapiés, 1874, consiguió una de sus obras cumbres, ya que supuso la esencia de su concepción lírica, y es una de las obras clásicas del repertorio del XIX, y del teatro lírico español. Modelo y paradigma, citado siempre como ejemplo de lo que debería ser el hacer lírico. Desde Pan y toros hasta El barberillo de Lavapiés había producido diecisiete obras, estrenadas casi todas en el teatro de la Zarzuela, entre ellas una de éxito, Chorizos y Polacos, 1876, y otra de interés, como El rábano por las hojas, 1866; Gibraltar en 1890; 1866; Revista de un muerto, Juicio del año, 1865 y Porvenir de 1866, 1866; El pavo de Navidad, 1866; El matrimonio interrumpido, 1869, y Los holgazanes, 1871.
Es difícil establecer a partir de entonces épocas en la producción zarzuelística de Barbieri. La Zarzuela grande inició cierta decadencia y la mayor de las obras que todavía escribió en un acto.


   Obras: 

No hay comentarios:

Publicar un comentario