La venta de Don Quijote (Argumento)



La venta de Don Quijote

La venta de Don Quijote, Comedia lírica en un acto se estrenó en el Teatro Apolo de Madrid, el día 19 de Diciembre de 1902. Su libretista, Carlos Fernández Shaw. Música de Ruperto Chapí.

Acto I

La acción tiene lugar a fines del siglo XVI, en el mes de junio, en una venta de La Mancha, en cuyo patio mozos y mozas celebran alegremente la terminación de la siega cantando unas seguidillas. Terminada la fiesta -durante la cual se evidencia que un arriero, que está allí hospedado, requiere de amores a Maritornes, criada de la venta-, aparecen en escena el cura de un pueblecillo inmediato, su sobrina, un barbero charlatán y el ama de llaves de Don Alonso, a quien buscan por todas partes, pues hace días que ha desaparecido de su domicilio, en compañía de Blas, su criado. Uno de los huéspedes de la posada es el señor Miguel, un hidalgo manco, que, sobre la cubierta de un viejo galeón, se batió en Lepanto. Tomasa, hija del ventero, llega huyendo de Don Alonso que penetra acometiendo furiosamente a cuantos halla a su paso. Confunde la venta con un castillo y toma a Maritornes, la criada, por una princesa encantada y al ventero, por el dueño del castillo, dando lugar a una serie de situaciones cómicas. Poco antes de llegar la noche se retiran a descansar todos los huéspedes de la venta, menos el señor Miguel que se acuesta sobre un costal de paja a falta de mejor lugar. Cuando todos duermen, aparece en escena el arriero que espera a su adorada Maritornes; luego se presenta ésta, y después don Alonso. Este cree que la zafia moza, en su fantasía convertida en princesa, viene en su busca dando lugar a un dúo. Don Alonso se entusiasma y abraza a Maritornes, y en este momento aparece de nuevo el arriero, celoso, que la emprende a puñetazos con el caballero. Vuelven a presentarse el cura, la sobrina, y el ama de don Alonso, que al oír voces, entran en la venta. Como los intentos de la familia son nulos, el cura le dice que se han presentado en su casa solariega unos opulentos magnates que de lejanas tierras vienen en su busca en nombre de una princesa reclamando su ayuda. Cuando esto oye, Don Alonso marcha seguido de su escudero que le anima para realizar tales aventuras, con la esperanza de llegar a ser gobernador de una ínsula. Termina la obra en un cuadro plástico que representa la célebre y grotesca aventura de los molinos.

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