La viejecita (Argumento)



La viejecita

La viejecita, Zarzuela cómica en un acto se estrenó en el Teatro de la Zarzuela de Madrid, el día 30 de Abril de 1897. Su libretista, Miguel Echegaray. Música de Manuel Fernández Caballero.

La escena tiene lugar en Madrid en el mes de septiembre de 1812.

Acto I

Cuadro primero. Cuando se abre el telón aparece el cuarto de banderas de un cuartel. Carlos, Fernando y varios oficiales brindan alegremente para celebrar su definitiva victoria sobre los franceses. Hablan de un sarao, al que algunos de ellos están invitados, y entre la alegría general, Fernando comenta el caso de una tía viuda, millonaria, que está a punto de llegar de América y con la que se encontrará en dicho sarao. Carlos, joven oficial de sólo veinte años, apuesta que él también asistirá al sarao, aunque, en realidad, carece de invitación. Eso motiva una apuesta entre Carlos y los amigos, que lo creen imposible. El sarao es ofrecido por un Marqués muy rico, cuya sobrina Luisa, su única heredera, está enamorada de Carlos en secreto, aunque el aspirante a su mano sea Federico, joven amigo de la familia y muy del gusto del Marqués, que considera, por otro lado, a Carlos alocado y juerguista y, como tal, inadecuado para su sobrina. 
Cuadro segundo. Presenta la mansión del Marqués, donde llegan los invitados, entre los que se encuentra Manuel y Fernando. Este último atento a la aparición de su tía, que está apunto de llegar. Cuando mayor es el bullicio, hace su entrada Carlos, vestido de viejecita, truco del que se ha valido para ganar la apuesta. De momento no es reconocido, pero sus extravagancias pronto llaman la atención. Fernando está escandalizado porque le cree su tía, pero Carlos continúa bailando y provocando risas en los concurrentes. Aprovechando un momento, Carlos revela su identidad a Fernando, y recuerda a éste su apuesta. Pero Fernando le señala que tiene que batirse con Federico, el prometido de Luisa, para lograr su propósito. Carlos, tras dudar, se despoja de sus ropas y salta por una ventana a la calle, donde le espera Federico preparado para el duelo. Carlos regresa victorioso a hurtadillas y en comprometida situación se deja descubrir por el Marqués y Luisa. Las cosas le salen bien, sin embargo, ya que sus promesas de mejora de vida ablandan la voluntad del Marqués, dispuesto a entregarle a su sobrina, sobre todo cuando Carlos asegura que va a irse a la guerra y piensa regresar triunfante.

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