Los calabreses (Argumento)

Los calabreses
Los calabreses, Opereta en dos actos se estrenó en el Teatro Apolo de Madrid, el día 19 de Octubre de 1918. Sus libretistas, José Jackson Veyrán y Emilio González del Castillo. Música de Pablo Luna.

Acto I

Amanece en una explanada entre montañas, mientras se oye cantar a los aldeanos que se dirigen a la ermita para celebrar la fiesta del santo; una vez allí bailan una tarantela. El bandido Simeoni disfrazado de fraile recoge las ofrendas que traen los aldeanos, robando además el asno que trae el lego Bibiani; le ayudan además Paolo, Ruggero, Luigi y otros bandidos. Llegan el sargento Marco Leoni  y seis carabinieri, que salen corriendo al oír la presencia de los bandidos. Beppo, capitán de los bandidos calabreses, se queja del maltrato y el mal genio de su amada, Marta, planeando con Simeoni darle celos con la primera  que se cruce para que se marche. Simeoni le cuenta que ha visto en Messina una ópera cómica titulada Los calabreses en la que salen ellos, por una compañía dirigida por un tal Bronconi, aunque no consigue recordar bien un canto de los bandidos. Marta se queda a solas con Beppo, recordando cómo se conocieron al asaltar a un grupo de tititrieros en que ella iba lanzando cuchillos. Por un camino cercano se cruza una caravana que es asaltada por los bandidos. En ella viaja una compañía de ópera formada por Bronconi, Rosina, Gasparini y otros artistas; Rosina canta El Canto del bandido ante la admiración de todos. Barbarina, la mujer de Bronconi, que había huido en el asalto, y a la que Paolo salva de caer a un precipicio. Beppo aprovecha para tontear con Rosina y darle celos a Marta. Beppo pide a Simeoni que cante una serenata, mientras Rosina reza dentro de la ermita. Beppo se va con Marta, y al salir Rosina descubre que es la mujer a la que había abandonado Simeoni. Todos prometen guardar el secreto, mientras se ríen de Simeoni. 

Acto II

En una gruta en las montañas, los bandidos juegan a los dados mientras comentan los celos de Marta por la presencia de Rosina. Beppo pide a los cómicos que representen Los calabreses. Rosina da celos a Marta cantando a todos los presentes su canción favorita, ¡A que sí!, insinuándose a Beppo; Marta enfadada contesta con otra canción titulada ¡A qué no! Salen todos menos Beppo y Simeoni para que convenza a Rosina de su amor. Se esconde con la pistola en la mano para escuchar a los dos. Rosina intenta reconciliarse con su marido, pero este la evita temeroso. Al darse cuenta de que está escondido el capitán, reconoce falsamente que le gusta, momento en que le sorprende Marta. La confusión aumenta con la presencia de Bronconi, que pretende seducir a Marta para escaparse, y el bandido Stephano, enamorado de Marta. Finalmente Beppo sale de su escondite para separar a las dos mujeres, rechazando a Marta y nombrando capitana a Rosina; Stephano y Marta se marchan dispuestos a vengarse llamando a los carabinieri. A solas, Rosina consigue que el orgulloso capitán Beppo se arrodille para declararle su amor, aunque al ser sorprendidos por los demás bandidos dicen que ensayan una escena de la ópera que van a representar en su escenario natural entre todos. Rosina canta una nostálgica escena en la que las madres de los bandidos piden perdón a la Virgen por los pecados de sus hijos. Cuando todos repiten el rezo, Rosina se ríe de ellos, ya que todo era una burla para mostrar cómo les controla con su música. Bajo la luz de la luna en el Salto del Lobo, se prepara la representación, mientras los cómicos muestran su preocupación por la reacción de Beppo. Los Papeles serán cambiados entre los personajes: Beppo y Marta harán de marqueses asaltados mientras Rosina y Simeoni de los bandidos, éste último imitando a su propio jefe. La actuación es interrumpida por los carabinieri conducidos por Marco Leoni, quien confundido con los disfraces deja escapar a los verdaderos bandidos y apresa a los cómicos. Al final sólo se detiene a Stephano y todos alaban la gracia de Rosina artífice del enredo.

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