El dominó azul (Argumento)

El dominó azul
El dominó azul, Zarzuela en tres actos se estrenó en el Teatro del Circo de Madrid, el día 19 de Febrero de 1853. Su libretista, Francisco Camprodón. Música de Emilio Arrieta.

La acción transcurre en el Palacio del Buen Retiro de Madrid en 1664.

Acto I

La joven de la corte, Doña Leonor de Haro, camarera de la Reina está enamorada del galán Herman, paje del Rey, que le corresponde. La Marquesa de San Martín, coqueta mujer casada, atraída también por Herman, recibe la solicitud del Vizconde del Jalón de ayudar al Marqués de Heliche, hermano de Leonor que está oculto en Madrid quebrantando así el destierro que el Rey le había impuesto en castigo de sus delitos. El joven desea demostrar su lealtad al soberano vertiendo sangre enemiga si el monarca se lo permite, para lo que solicita la intercesión de la marquesa. Esta, desdeñada por Herman, trata de urdir una intriga para vengarse de él y de Leonor. El soberano, prendado también por Leonor, confía al Marqués su deseo de librarse de los celos de la Reina y le comunica su plan de partir los dos al Pardo de caza, y regresar la noche del baile de máscaras de incógnito para poder coquetear a su antojo sin sufrir los celos de su esposa. Antes de partir, el Rey pregunta a su paje Herman cómo irán vestidas al baile de máscaras que se celebrará en palacio la noche siguiente, las damas de la corte, conociendo que Leonor acudirá con su dominó azul.

Acto II

Ya en el baile de máscaras, la Marquesa disfrazada de hechicera como había anunciado a sus íntimos, convence a Leonor -ataviada con un sencillo dominó azul por respeto al destierro de su hermano- a fin de que salga del baile y acuda a visitar a su hermano, oculto en Madrid. Apenas Leonor se ausenta, la Marquesa, que como camarera de la Reina tenía habitación en palacio, se cambia de traje y regresa como si fuera Leonor, cambiando su disfraz por un dominó azul. El Rey y el Marqués han regresado de incógnito al baile, y tratan de encontrar a Leonor. También Herman lo intenta, requiriendo a la Marquesa, ataviada con un dominó azul, que lo rechaza. Por fin el Rey la encuentra y ella le ofrece su brazo, siendo conducida fuera del salón por los sombríos jardines del Retiro ante los reproches de Herman. Los asistentes al baile, y en especial el marido de la Marquesa, que servía al Rey de intermediario en esta aventura y era el correveidile de las novedades de la corte, observan perplejos la escena y toda la corte, Herman incluido, se convence de que la de Haro es la amante del Rey. Cuando Leonor regresa, Herman la condena por su comportamiento casquivano, rechazando la joven la acusación de haber estado con el Rey durante el baile. El soberano requiere de nuevo su compañía por los jardines y Leonor, confusa, se desmaya ante toda la corte, mientras la Marquesa- de nuevo con su traje de hechicera-, sonríe feliz por su triunfo.

Acto III

En la antecámara del Rey, los cortesanos chismorrean sobre los amores del soberano con Leonor. Ella se lamenta de la marcha en su honor, preguntándose la causa de aquel embrollo; su dolor es aún mayor al saber que Herman tampoco ha creído su palabra. Leonor, mujer valerosa, solicita presentarse ante el Rey -quien ya había dudado de la chanza- confiando al soberano que tiene una perfecta coartada, ya que a la hora del baile, ella visitó a su hermano que ha burlado su destierro y está en Madrid para pedir clemencia a su majestad. El Rey solicita  la presencia de toda la corte en su antecámara y revela que la noche del baile consiguió quedarse con una prenda de la tapada con la que recorrió los jardines, mostrando un bello pañuelo de encaje flamenco que, como reveló él mismo en el acto primero, el Marqués ha regalado a su esposa para contentarla y poder coquetear a sus anchas en la corte. Cuando el Marqués entra en la antecámara, alaba la belleza del pañuelo que corre de mano en mano, desconociendo que el Rey ha revelado que era el que sustrajo de la tapada del baile de máscaras. El embrollo se soluciona así favorablemente, siendo destituida la Marquesa de los servicios de la Reina y perdonando Leonor a Herman por haber dudado de su palabra. El Rey concede a Herman la mano de su amada y perdona a Heliche para que pueda borrar su afrenta en el campo de batalla.

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