Un sarao y una soirée (Argumento)

Un sarao y una soirée
Un sarao y una soirée, Zarzuela en dos actos se estrenó en el Teatro de Variedades de Madrid, el día 31 de Diciembre de 1866. Sus libretistas, Miguel Ramos Carrión y Eduardo Lustonó. Música de Emilio Arrieta.

Acto I

Sarao celebrado en 1801, en casa de Don José Sotillo, el día de su onomástica. La primera lámina comienza con la aparición en escena de un Barbero que expone la situación mediante un monólogo en verso que funciona como prólogo. La acción se desarrolla en una casa decorada al gusto de 1801, donde no faltan los toques pintorescos, como la guitarra decorada con escarapelas y cintas situada sobre una cómoda. La señora de la casa, Doña Josefa, encarga las compras necesarias para agasajara a los invitados al sarao -leche helada, bizcochos y chocolate-. El primero en llegar es un fatuo doctor, amigo de la familia, llamado Don Canuto, que mantiene un cómico diálogo con Don José sobre el sistema educativo que aplica a sus doce hijos: la dieta. Van llegando poco a poco los demás invitados, y cuando ya están todos reunidos, la joven Blasita canta una cursi canción para enternecer a los invitados, ridiculizando Arrieta a los "dilettanti" de comienzos de siglo. Tras lamentarse Doña Josefa porque el chocolate se ha ahumado, los invitados deciden bailar un minueto, hasta que irrumpe en escena Don Canuto con su hijo Serapio y Pepín -hijo de los anfitriones- a quienes ha encontrado fumando hojas de rosa y anís. El acto concluye con un final que simula la despedida.

Acto II

Soirée celebrada en casa de Don José a mediados del siglo XIX. La segunda lámina es presentada por Edouard González, peluquero galicista que anuncia no sólo el desarrollo de la soirée sino su propia coiffeur de la carrera de San Jerónimo nº 46. Igual que en primer acto, se asiste a la preparación del buffet para la reunión, mientras la niña se queja de su modisto y el niño, comenta que no asistirá porque le aburren las soirées. Las costumbres han cambiado, y ahora los chicos tienen llave y entran y salen de casa a la hora que gustan. La llegada de los invitados también es amenizada con música. La "dilettante" de la soirée se llama Matildita, y canta un aria del porvenir, en clara alusión al mundo wagneriano. Tras disculparse la anfitriona porque el pianista "cubano no toca el piano", deciden entretenerse con unos "cuadros vivos" de Adán y Eva y el manzano del paraíso. El baile también tiene un espacio en la reunión, pero ahora se baila al son de la habanera, con la que todos se van quedando dormidos. la llamada al buffet despierta a los invitados y concluye la obra.

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