La viejecita (Cantables)



LA VIEJECITA



Zarzuela cómica en un acto y dos cuadros en verso.

Libreto: Miguel Echegaray.

Música: Manuel Fernández Caballero.

Estrenada en el Teatro de la Zarzuela de Madrid el 29 de abril de 1897.

La acción transcurre en Madrid en el mes de Septiembre de 1812.


ARGUMENTO


En el cuarto de banderas del cuartel, tres oficiales, Fernando, Federico y Carlos, se divierten bebiendo unas botellas de vino. Fernando ha recibido una carta de América con la noticia de que su rica tía, doña Teresa de Argelez y Vargas, regresa a España. En un momento en que Fernando y Carlos se quedan solos, el segundo confiesa al amigo que se ha enamorado de Luisa, la hija de Marqués de Aguilar, quien no tiene el mejor concepto de él por su vida irresponsable.
Esa noche hay una fiesta en casa del Marqués y Carlos pretende introducirse en ella para así entrevistarse con la muchacha. A la hora del reparto de las invitaciones para dicha fiesta, Carlos se encuentra excluido, lo cual provoca las burlas de los compañeros. Molesto por ello, Carlos apuesta con ellos a que entrará en la fiesta, abrazará varias veces a Luisa y se batirá en duelo con su prometido que es Federico. Fernando y sir Jorge, capitán de ejército inglés aliado, son los únicos que se ponen de parte de Carlos. Con un apretón de manos se sella la apuesta y se citan todos para esa noche en casa del Marqués de Aguilar.
Ya de noche y dentro de un gran salón en la casa del Marqués, este comenta el buen humor que siempre tiene su hermano don Manuel, cuando llega Luisa. Don Manuel sabe que su sobrina no ama a Federico sino a Carlos, poniéndose de su parte y abogando a su favor, algo de lo que no quiere ni oír hablar el Marqués. Luisa defiende la conducta del muchacho a quien ama, achacando esas locuras de juventud  a su soledad e inexperiencia. Es  tan convincente la defensa que el Marqués está dispuesto a ceder, a condición de que Carlos no haga otra locura más.
En esto se anuncia la llegada de doña Teresa de Argelez, que en realidad no es otro que Carlos disfrazado. La Viejecita es recibida con todos los honores, ante la perplejidad de Fernando que no reconoce en ella a su tía. La Viejecita y Fernando bailan. El soldado intenta descubrir su identidad, sin lograrlo, pues continuamente son interrumpidos por algún invitado.
Llega el momento del minué y la Viejecita baila con don Manuel, cometiendo un montón de torpezas que ponen en una situación embarazosa a su pareja, llegando a interrumpir la danza.
A continuación, la Viejecita se acerca a Luisa y, elogiando su belleza, la abraza repetidamente, mientras sir Jorge cuenta los abrazos.
En un momento en que se quedan solos, Carlos descubre a los compañeros su identidad Federico, al verlo, lo reta a duelo, pero sir Jorge detiene la contienda. Cuando regresa don Manuel, atraído por el alboroto, encuentra a la Viejecita con el sable en la mano, pero Carlos sabe, a tiempo, salvar la situación. A solas con Luisa, Carlos se descubre, lo cual provoca el asombro, seguido de un ligero desmayo de la muchacha. Dado que la Viejecita comienza a despertar sospechas, Fernando propone a Carlos que se marche de la casa, dado que la apuesta ya ha sido ganada. Queda nada más el duelo con Federico.
En el instante en que el Marqués le comenta a Fernando las peculiaridades de una tía tan extraña como la suya, reaparece la Viejecita. Carlos en el duelo ha vencido a Federico. La Viejecita se acerca al Marqués, orientando la charla con tal habilidad que logra hacerle confesar que está dispuesto a perdonar a Carlos si éste da pruebas de arrepentimiento y de que ha sentado la cabeza. Carlos, entonces, se horroriza de que pueda descubrirle tras el disfraz. Decide recuperara su apariencia, sin llamar la atención, pero es descubierto por don Manuel que lo persigue por toda la habitación.
Poco después, el Marqués pregunta a su hija el porqué de su tristeza. Ella le responde que es debida a que Carlos no está presente en la reunión. En ese momento anuncian la entrada del citado galán. Vestido con su uniforme de húsar, se dirige al Marqués pidiéndole perdón por todos los errores cometidos, disculpas que son aceptadas. Todos los oficiales se despiden, ya que al amanecer vuelven al frente. Carlos promete a Luisa que regresará con vida para casarse con ella.



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Personajes:

Carlos: Oficial del ejército, enamorado de Luisa.

Luisa: Sobrina del Marqués y enamorada de Carlos.

Fernando: Oficial amigo de Carlos.

Federico: Pretendiente de Luisa.

Marqués: Tío de Luisa y protector de su pretendiente Federico.

Don Manuel: Hermano del Marqués.

Sir Jorge: Capitán del ejército inglés, aliado a la sazón de España.


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Números musicales:

Introducción “Ya soy dichoso, ya soy feliz” y brindis “Para morir de amor ciego….Fuego es el vino del suelo español”: (Tres Oficiales de Húsares, Fernando, Federico, Carlos)
Coro de la invitación “Pobrecito Carlos, duro es el castigo”: (Fernando, Oficiales, Federico, Carlos, Jorge)
Mazurca “Señor Marqués, de corazón, agradecemos la invitación” y schotis “Los dragones ingleses vienen aquí”: (Fernando, Oficial, Marqués, Luisa, Damas, Dragones)
Canción de la viejecita o del espejo “Amigas mías y caballeros…..Al espejo al salir me miré”…..Viejecita que vas al sarao”: (Carlos, Marqués, Jorge, Luisa, Fernando)
Minué “¿Qué es eso? ¿Qué ha sido?”: (Manuel, Marqués, Jorge)
Dúo de Luisa y Carlos “Pobre viejecita, que delicadita….Mi sobrino Fernando tiene un amigo”: (Luisa, Carlos)


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Cuadro primero

Introducción “Ya soy dichoso, ya soy feliz” y brindis “Para morir de amor ciego….Fuego es el vino del suelo español”: (Tres Oficiales de Húsares, Fernando, Federico, Carlos)

Tres Oficiales de Húsares brindan con Fernando, Federico y Carlos por la victoria ante las tropas napoleónicas. Fernando cuenta que su tía, doña Teresa de Argelez y Vargas ha enviudado y vuelve de América cargada de onzas de oro para vivir con él.

OFICIALES
Ya soy dichoso,
ya soy feliz.
Por fin triunfante
llegué a Madrid.
En tantos trances
malos me vi,
que no creía
volver aquí.

CARLOS
Paso, paso caballeros,
y a luchar con bizarría,
que aquí viene a sosteneros
la valiente artillería.

OFICIAL
¿Botellas?

CARLOS
¡Botellas!

FEDERICO
¡Muchachos, a ellas!

CARLOS
En las cuevas olvidadas,
ya cansado de beber,
se dejó Pepe Botellas
seis botellas de Jerez.

OFICIALES
(Rodeando a Federico y Fernando mirando al trasluz las botellas)
¡Ese es el vino
que me conviene!
Néctar divino,
¡que aroma tiene!
Color más bello
no ostenta el oro,
ni aun el cabello
de la que adoro.

CARLOS
Llenad esos vasos
y el mío llenad,
que el amor y la guerra
yo quiero cantar.

FEDERICO
Hay para un vaso
¡que poco es!

CARLOS
Yo necesito
siquiera tres.
Para morir de amor ciego,
para luchar con valor,
para batirse con fuego,
todo el que nace español.
El fulgor de unos ojos de cielo
que nos roban ingratos la calma
al luchar dan alientos al alma,
pues no hay quien por ellos
no jure morir.
En unos que ostenta
divina criatura
Cifré mi ventura,
si amar es vivir,
si amar es vivir.
Fuego es el vino
del suelo español
y fuego es el sol;
fuego en mis venas
ya siento correr
para amar y beber
y luchar y vencer.

TODOS
Fuego es el vino
del suelo español
y fuego es el sol;
fuego en mis venas
ya siento correr
para amar y beber
y luchar y vencer.
Nada mejor
hay que el licor
para olvidar;
bebiendo así,
penas aquí
no he de albergar
Dos generales
tengo a la vez:
uno no importa
y otro el Jerez.

CARLOS
Por el amor quiero luchar
que galardón mayor
soñar no pudo
el militar.

TODOS
¿Qué importa la lucha?
Luchar es vivir;
la guerra, la guerra,
vencer o morir.


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La llegada de sir Jorge, capitán de las fuerzas inglesas aliadas deja a solas a Carlos y Fernando .Carlos explica a su amigo que se ha enamorado de Luisa, prometida de Federico e hija del marques de Aguilar, pero que éste no le permite entrar en su casa por su comportamiento alocado e irresponsable.
Entra Federico y reparte invitaciones entre los oficiales para la fiesta que el marques da  esa noche en honor de los dragones ingleses, no habiendo ninguna para Carlos.

Coro de la invitación “Pobrecito Carlos, duro es el castigo”: (Fernando, Oficiales, Federico, Carlos, Jorge)

FERNANDO
Pobrecito Carlos
duro es el castigo
Yo lo siento mucho,
porque soy su amigo.

OFICIALES
Pobrecito Carlos
duro es el castigo
Yo lo siento mucho,
porque soy su amigo.

OFICIALES, FEDERICO y FERNANDO
En un cerrillo
se alza un palacio
con cien salones
de mucho espacio.
De sus balcones
las barandillas
miran al campo
de las Vistillas.
Y allá a sus plantas
manso y sin brío,
a todas horas
se arrastra el río.
Esta es

(Presentando todos la carta)

ya lo ves
la invitación del marques.
Tú no vas.
¡Que desgraciado será!

CARLOS
(¡Ay, cuántas veces
en sus balcones
latieron juntos
dos corazones!)

JORGE
Estar forioso.
¡Sentir empacho!
Burlarse todos.
¡Pobre mochacho!
Mochacho bueno
y amigos malos,
sacar yo el sable
y andar a palos.

FERNANDO
En un cerrillo
se alza un palacio
con cien salones
de mucho espacio.

OFICIALES, FEDERICO y FERNANDO
En sus salones
hay mucha joya
Rafael, Murillo,
Rubens y Goya.
Allí, entre tanta
joya reunida
vive una perla
muy escondida;
y es una perla
nunca tasada,
que es su blancura
inmaculada.
Esta es
la invitación del marqués.
Tú no vas.
Nunca la perla veras.

CARLOS
Pero esa joya
que estará allí,
mirando a todos
pensará en mí.

TODOS
En sus salones
hay una perla
muy codiciada
por su blancura
inmaculada.
No vas, no vas
¡Que desgraciado serás!

Las burlas de sus compañeros inducen a este a apostar que entrará en la casa del marqués, que abrazará tres veces a Luisa y se batirá en duelo con Federico.
Sólo sir Jorge y Fernando se ponen de parte de Carlos, y formalizan la apuesta con un apretón de manos.


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Cuadro segundo

Gran salón en casa del marqués preparado para el baile.
El marqués y su hermano don Manuel, ricamente ataviados, comentan alegremente la victoria sobre las tropas francesas. Llega Luisa vestida con traje de baile seguida de su madre. Su padre alaba a su prometido Federico y la joven trata de ocultar su disgusto ya que ella no le ama. Entonces don Manuel cuenta sin rodeos al marqués que a quien quiere Luisa es a Carlos.
Este es considerado por el marqués un mozalbete loco, metido siempre en escándalos y derrochador, que ha dilapidado en diez meses el caudal que había heredado. Luisa sale en su defensa y don Manuel intenta hacer ver al marqués que no son más que locuras de juventud debido a que vive solo, sin sus padres. El marques cede pero comenta que si comete otra locura habrá muerto para él.

Mazurca “Señor Marqués, de corazón, agradecemos la invitación” y schotis “Los dragones ingleses vienen aquí”: (Fernando, Oficiales, Marqués, Luisa, Damas, Dragones)

FERNANDO y OFICIALES
Señor marqués…
De corazón
agradecemos
la invitación.

MARQUES
Si el recibirlos
es gran honor,
el que agradezca
debo ser yo.

FERNANDO y OFICIALES
 (Saludando a Luisa)
Ante usted Luisa
nos inclinamos,
y con cariño
la saludamos.
Será esta noche
la marquesita
la más graciosa,
la más bonita.

LUISA
Me dan ustedes
una sorpresa.
No soy bonita
no soy marquesa.
¡Cuanta lisonja!
Por Dios, señores,
que no los tilde
de aduladores.

(Entran las damas con lujosos vestidos de baile)

DAMAS
(Saludando)
Amigo mío,
señor marques,
felices noches.
Dios guarde a usted.

MARQUES
Saludo a todas
con efusión.
Porque han venido
felices son.

DAMAS
Luisa, tu me enamoras.
¡Que linda estás!

LUISA
Pocos años, señoras
y nada más.

DAMAS
Don Manuel.

MANUEL
¡Amiguitas!
¡Aquí ¡Que honor!
Cuantas caras bonitas!
¡Que viejo yo!

(Entran en fila los dragones ingleses con brillantes uniformes)

MARQUES
Los dragones ingleses
vienen aquí
en honor de esos bravos
la fiesta di.

CORO
Impasibles avanzan
en formación.
¡Que derechos, que rubios,
qué esbeltos son!

DRAGONES
Como en correcta formación
nos presentamos hoy aquí
ante los fuegos del cañón
dragón avanza siempre así.
Mi ser esclavo solo del deber
cuando el a mí llamar a pelear
y no ceder jamás hasta caer
y si caer o si triunfar
tranquilo el pecho
siento palpitar.

CORO
¡Que esbeltos son y qué galantes!
¡Que bien se saben expresar!

DRAGONES
Solo alterar mi corazón
en esta tierra yo sentí
al contemplar con ilusión
tanta beldad como hay aquí.

TODOS
Tener aquí más gracia la mujer,
tener también más fuego en el mirar,
con más pasión su pecho aborrecer,
y si querer o despreciar
su afecto nunca saben ocultar.
Ser por eso mi ilusión
Admirar belleza tanta,
Que las bellas solo son
La ilusión que nos encantan,
Y por eso solamente
Con ardiente frenesí,
Frenesí,
Yo mi fe rendir aquí.

LUISA
Cuándo empezó mi amor a arborecer
también sentí mi pecho palpitar
y es que si al fin despierta la mujer,
en su placer o en su penar,
su pecho amante late sin cesar.

DRAGONES
Solo alterar mi corazón
en esta tierra yo sentí
al contemplar con ilusión
tanta beldad como hay aquí.
Tener aquí más gracia la mujer,
tener también más fuego en el mirar,
con más pasión su pecho aborrecer,
y si querer o despreciar
su afecto nunca saben ocultar.
Ser por eso mi ilusión
Admirar belleza tanta,
Que las bellas solo son
La ilusión que nos encantan,
Y por eso solamente
Con ardiente frenesí,
Frenesí,
Yo mi fe rendir aquí.
Si cautivo su corazón
tanta beldad como hay aquí,
aún es mas grata la impresión
que al escucharlos yo sentí.


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Carlos entra por el fondo vestido lujosamente de vieja, anda encorvado y apoyándose en una muletilla. Tras ser recibida con gran ceremonia por el Marqués pide a Luisa que se le acerque con el pretexto de que no ve bien y le hace unas caricias. Luego baila con Fernando, que está cada vez más receloso por no conocer quién se oculta bajo la identidad de su tía.

Canción de la viejecita o del espejo “Amigas mías y caballeros…..Al espejo al salir me miré”…..Viejecita que vas al sarao”: (Carlos, Marqués, Jorge, Luisa, Fernando)

CARLOS
Amigos míos y caballeros,
noble señor
en saludaros y en conoceros
tengo un honor.

MARQUES
Noble señora y amiga mía,
son para mí,
hoy la fortuna y hoy la alegría
viéndola aquí.

JORGE, LUISA y MARQUES
¡Que humor! Con sus años
venir a un sarao.

CORO
Está arrugadita
como un bacalao.

CARLOS
(A Fernando)
Este bribonzuelo
no me esperaría.

FERNANDO
(¡Ay! ¡Válgame el cielo!
Si esta no es mi tía)

CARLOS
(A Luisa)
Niña encantadora
ven, acércate.

LUISA
¡Ay! Por Dios, señora,
Me avergüenza usted.

CARLOS
Fernando, alma mía.
Serás mi pareja.

FERNANDO
(Esta no es mi tía.
¿Quién es esta vieja?)

TODOS
Ya cumplió setenta
y encorvada va.
Si bailar intenta
me divertirá.

CARLOS
Al espejo
al salir,
me miré,
y un consejo
al espejo
pedí,
y el espejo
me dijo:
“Sí, ve.
Si disfrutas,
mejor
para ti.”
Y en carroza abierta
hasta aquí he llegado,
y en la misma puerta
me gritó un soldado:
“¡Eh! ¡Eh!
Viejecita que vas al sarao,
no debes entrar.
El que baile contigo esta noche
no pierde el compás.”
Yo le dije: Si voy al sarao,
no voy a bailar.
¡Voy a ver si recuerdo los tiempos
que alegres pasaron
y no vuelven más!”

CORO
Es graciosa la vieja
y es grata su voz,
y sus frases denuncian
su fina intención.

CARLOS
Al espejo
al salir,
me miré,
y mi busto
a mi gusto
allí vi.
Y al hallar
tan chiquito mi pie,
el convite
aceptar
decidí.
En carroza abierta
hasta aquí he llegado,
y en la misma puerta
me gritó un soldado:
“¡Eh! ¡Eh!
Viejecita que vas al sarao,
no debes entrar,
esa plaza ruinosa
ya nadie la quiere tomar.”
Yo le dije: “Esta plaza fue fuerte,
y amor la sitió,
y a los fuegos de ardientes miradas
y amantes suspiros
al fin se rindió.”

TODOS
Viejecita que vas al sarao,
no debes entrar,
esa plaza ruinosa
ya nadie la quiere tomar.”
Yo le dije: “Esta plaza fue fuerte,
y amor la sitió,
y a los fuegos de ardientes miradas
y amantes suspiros
al fin se rindió.”
Hoy vienes aquí
a recordar
otro tiempo en que fue
su belleza sin par.


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Empiezan a bailar el minué, Carlos con don Manuel, sir Jorge con Luisa. Carlos lo baila con exageración dando saltos y piruetas, en una de las vueltas, incluso casi hace caer a su pareja. Cesa el baile un momento.

Minué “¿Qué es eso? ¿Qué ha sido?”: (Manuel, Marqués, Jorge)

CORO
¿Qué es eso? ¿Qué ha sido?

OTROS
¿Qué fue? ¿Se ha caído?

MANUEL
(Asombrado)
Es que ha dado un salto
Muy alto, muy alto.

MARQUES
No es nada señores,
vamos a bailar.

MANUEL
¡Ay! ¡Qué vieja esta
Tan particular!

Sigue el baile. Carlos pierde el compás, y lo hace perder a los que bailan en él, dando vueltas, saltos y piruetas.

CORO
Ni compás observa,
Ni guarda distancias.

JORGE
¡A mí gustar mucho
Las extravagancias!

CORO
Cosa más extraña,
¿Cuándo se verá?
¡Que gestos, que saltos,
qué risa me da!
Ni escucho a la orquesta,
Ni acierto a bailar.
¡Ay que vieja esta
tan particular.


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Terminado el baile se acerca a Luisa y la abraza repetidamente. Cuando quedan a solas un grupo de oficiales Carlos da a conocer su identidad. En ese instante entra Federico, que al ver a Carlos desenvaina la espada. Carlos arranca el sable del cinto de Fernando y se pone en guardia pero Fernando se interpone entre ello. Federico recuerda que uno de los acuerdos de la apuesta era un duelo entre ambos pero sir Jorge con gran destreza le quita el arma y le ruega que le acompañe fuera del salón. Carlos vuelve a disfrazarse y se desmaya en brazos de don Manuel cuando entra, este llama a Luisa para que lo cuide.

(Carlos en el sillón. Luisa de pie a su lado le abanica)

Dúo de Luisa y Carlos “Pobre viejecita, que delicadita….Mi sobrino Fernando tiene un amigo”: (Luisa, Carlos)

LUISA
¡Pobre viejecita!
¡Que delicadita!
Con la mala noche,
con la mala noche
medio muerta está.
Sin cesar se agita,
aire necesita:
pobre viejecita,
con el abanico,
con el abanico
resucitará.

CARLOS
Ya se me ha pasado
porque me he aliviado
desde el dulce instante
en que te miré.
Viéndote a mi lado
vida tú me has dado.
Con el abanico
ya resucité.

(Se levanta)

Mi sobrino Fernando tiene un amigo
por el cual esta vieja tiene chochera,
y al saber que venia yo a estar contigo
me rogó muchas veces que te dijera:
Que eres tú de él
único amor,
que es solo tuyo
su corazón
que para ti
vive no más,
con la dulce ilusión de lograr
dichas perdidas
reconquistar.

LUISA
De Fernando conozco yo al tal amigo,
y de tales propuestas bien poco espero.
Por su culpa esta noche no está conmigo
no será su cariño tan verdadero.
Mas olvidar
no puedo yo
que es solo suyo
mi corazón,
que para él
vivo no más,
con la dulce ilusión de lograr
al que es mi dueño
regenerar.

CARLOS
Con tus palabras
La dicha toco
¡Dame tus manos
que ya estoy loco!

LUISA
No he visto vieja
Con tanto brío.

CARLOS
¿Vieja?
¡Soy Carlos!

LUISA
¡Jesús!
¡Dios mío!
¡Carlos, vete, por Dios te lo pido!
Si al fin te conocen
¿qué van a pensar?

CARLOS
Irme, nunca;
soy vieja; una vieja
contigo en el baile se puede quedar.
Si he de morir,
ángel de amor,
hoy en tus brazos
máteme Dios.
Si este placer
no es realidad
fuera más grato
no despertar;
que a la dicha que siento en el alma,
ninguna en la tierra
se puede igualar.

LUISA
Vete de aquí,
vete, por Dios,
aunque en tu ausencia
muera de amor;
que este placer
sueño es no más,
y aún es más grata,
la realidad
que a la dicha que anhela mi alma,
ninguna en la tierra
la puede igualar.
¡Ay! ¡Que locura!
¡Que desvarío!
¡Ay! ¡Yo estoy mala!
¡Carlos!...

(Luisa cae desvanecida en el sillón. Carlos, de pie le da aire con el abanico)

CARLOS
¡Bien mío!
¡Ay! ¡Pobre Luisita!
¡Que delicadita!
La emoción fue grande,
la emoción fue grande
Desmayada está.
Aire necesita.
¡Ay! ¡Pobre Luisita!
¡Que delicadita!
¡Con el abanico
resucitará!

Fernando propone a Carlos que abandone la fiesta ya que el Marqués empieza a sospechar.
Accede a irse pero a la salida tiene que batirse con Federico. Tras vencer en el duelo vuelve a entrar la viejecita en la fiesta y aprovecha para hablar con el Marqués, que acaba confesando que perdonaría a Carlos si le pidiera perdón.
Cuando se va el Marqués se quita el disfraz y don Manuel al verlo le persigue lanzándole todo tipo de objetos. Finalmente, anuncian la entrada de Carlos, que, vestido de húsar se dirige al Marqués, le pide perdón por quebrantar sus órdenes y se justifica por su deseo de ver a Luisa.
El Marqués acepta las disculpas y le perdona sus hechos del pasado. Los militares se despiden ya que marchan de nuevo para la guerra al amanecer y Carlos asegura a Luisa  que volverá para casarse con ella.
Al llegar los invitados, todos alaban la belleza de Luisa. Se anuncia la llegada de doña Teresa de Argelez que, en realidad es Carlos disfrazado de viejecita. Tras ser recibida con gran ceremonia por el Marqués pide a Luisa que se le acerque para admirar su belleza con pretexto de que no ve bien y le hace unas caricias. Luego baila con Fernando, que está cada vez más receloso por no reconocer quién se oculta bajo la identidad de su tía y en un rincón le exige que revele su identidad. La música empieza a sonar  y todos comienzan a bailar el minueto.
Carlos se excede en su papel con saltos y piruetas, incluso casi hace caer a don Manuel, su pareja. Terminado el baile se acerca a Luisa y la abraza.





FIN


Información obtenida en la Página Web http://lazarzuela.webcindario.com/

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