ACTO III
CUADRO I
Cuadro
en Palencia.
(A
la izquierda, la fachada posterior de la casa de Don Gil. Puerta en el centro
con tres escalones que bajan a la calle. la casa hace esquina a otra calle
practicable también. A la derecha, la fachada principal del convento. Súbese a
la puerta por amplia escalinata. las ultimas gradas quedan bajo el atrio, de la
iglesia arranca hacia el fondo,
torciendo un poco hacia la izquierda. la tapia del huerto, sobre la cual
se distinguen las copas de los árboles. En el extremo de la fachada de la
iglesia, inmediato a la tapia. una imagen de cristo. alumbrada por un gran
farol. esta agonizando el día. poco después reina la noche tranquila y
espléndida. Sobre la fachada de la iglesia y sobre el huerto da de lleno la
claridad de la luna)
ESCENA I
Gavilán y Coro “¡Qué terrible suplicio”:
(Gavilán)
GAVILAN
y CORO
(Al
levantarse el telón no hay nadie en escena por la puerta del templo, abierta de
par en par. Se escapan resplandores de cirios. Oyense las ultimas notas de un
responso. Después el coro empieza a
salir de la iglesia. Dividido en grupos, y en actitud de gran recogimiento.
Gavilán sale casi el último, y mientras
canta el Coro permanece aparte abstraído y meditabundo)
CORO
¡Qué
terrible suplicio!
¡Cuánto
sufrir!
¡Dios
lo tenga en su gloria!
¡Pobre
don Gil!
¡Qué
fin tan amargo!
¡Don
Juan sin volver,
y
siempre su padre soñando con él!
Requiescat
in Pace.
UNOS
¡Amén!
OTROS
¡Amén!
TODOS
Requiescat
in Pace.
¡Amén!
(Retíranse
lentamente por el fondo y por la calle practicable)
_______________
ESCENA II
Gavilán,
un Sacristán del convento y el Capellán de las monjas.
(Sale
el Sacristán a la puerta de la iglesia con un gran manojo de llaves, que suena al
moverse aquél. Cierra una hoja de la puerta. y en cuanto la encaja, aparece en
el umbral de aquella el Capellán. El Sacristán lo saluda con una gran
reverencia. baja el Capellán, cruza la escena, siendo saludando a su paso por Gavilán
muy respetuosamente y desaparece por la calle practicable. El Sacristán termina
de cerrar la puerta, echa la llave y cruza a su vez la calle en la misma
dirección que el Capellán)
ESCENA III
Gavilán “¡Pensar que en un año!”: (Gavilán)
GAVILAN
¡Pensar
que en un año
corrí
medio mundo,
y
al cabo tenía
su
muerte que ver!
¡Don
Juan lo ha matado
más
bien que sus males;
su
ingrato abandono,
su
olvido cruel!
¡Don
Juan! ¿Es que existe
don
Juan, por ventura?
¿Qué
selva lo guarda?
¿Qué
monte? ¿Qué mar?
¿Por
qué testimonios
no
da de su vida?
¡Qué
busca, y en dónde?
¿Qué
fue de Don Juan?
Parece
que salgo
de
un sueño terrible.
¡Qué
noche mi noche
fatal
en Madrid!
¡Después,
qué tormentos!
Acá
me persiguen...
Allá
me aprisionan...
Me
salvan allí...
Por
mal de mis culpas,
a
tantas tristezas
bien
pronto debía
venir
a parar.
¡Ya
estoy castigado!
¡Sin
plumas, ni garras...!
¡Desecho
del mundo...!
¿Lo
ves, Gavilán?
_______________
ESCENA IV
Don
Juan y Gavilán.
(Don
Juan aparece por el fondo, humildemente vestido, y en actitud recelosa. Gavilán,
que se ha vuelto, lo ve aparecer a la luz de la luna)
Don Juan y Gavilán “¡Es él! ¡Es él!”: (Gavilán, Don Juan)
GAVILAN
(Asombrado)
¡Es
él! ¡Es él!
DON
JUAN
(Precipitándose
hacia Gavilán y abrazándole)
¡Tú!
¡Ven a mi!
GAVILAN
¿Qué
fue de vos?
DON
JUAN
¿Qué
fue de ti?
(Separándose
de Gavilán)
¡Tu
rostro se demuda!
¡Llama!
¡Pronto!
GAVILAN
(Trémulo
y confuso)
¡Don
Juan!...
DON
JUAN
¿No
ves que la impaciencia
consumiéndome
está?
(Gavilán
no se mueve)
DON
JUAN
(Como
atormentado por una idea súbita)
¿Esas
gentes que saltan...?
¿Esos
cantos funerales...?
¿Esas
lágrimas que viertes...?
(Dirigiéndose
precipitadamente hacia su casa)
¡No!
¡No! ¡Padre! ¡Padre! ¡Padre!
GAVILAN
(Saliéndole
al paso)
¡Señor...!
¡Señor...!
DON
JUAN
(Cogiéndole
de un brazo e interrogándole con la mirada ansiosamente)
¡Habla!
GAVILAN
¡Rogad
por él!
DON
JUAN
(Con
expresión terrible)
¡Oh!
¡Qué miserable he sido!
¡Qué
miserable soy!
Ven.
Dímelo. ¡Todo!
Sin
dudas. Sin miedo.
GAVILAN
Yo
vine ha tres días...
¡le
hallé casi muerto!
DON
JUAN
¿Pensó
en mi? ¡No mientas!
GAVILAN
Señor:
ya no miento.
Su
mal nunca tuvo
más
nombre que el vuestro.
Murió..,
de tristeza.
Murió...
¡de no veros!
DON
JUAN
¡Qué
infamia la mía!
¡Qué
crimen tan negro!
Viento
de maldición, en noche infausta
me
sacó de Madrid.
No
me asustaba la justicia. Nunca
sus
rigores temí.
Me
espantaba más bien que adivinaba
un
triste porvenir,
de
lágrimas, de celos, de zozobras...
¡Y
de la corte, sin dudar, huí!
Pronto
la vida me encantó de nuevo.
Pronto
volví a mi ser.
Y
Granada y Sevilla celebraron
mis
triunfos otra vez.
Pronto
de mi renombre en nuevas lides
los
lauros aumenté.
Pronto
fueron mis dóciles esclavas
la
fortuna, la gloria y la mujer.
Pero
un día, por fin, con voz terrible
la
conciencia me habló.
Y
en medio del espanto de mi vida,
en
medio de su horror,
tan
sólo dos imágenes surgieron
ante
mis ojos, ¡dos!
mi
padre... ¡pobre padre!... y ¡Margarita!
¡La
paz, la existencia, y el amor!
Y
entonces, soñando
con
diez honradas,
dudando
y venciendo,
la
vuelta emprendí.
“Mi
padre –decía-
de
fijo me espera.
Quizás
Margarita
suspira
por mí”.
“Quizás
la libraron
de
aquellas torturas.
Quizás
a Palencia
con
vida volvió”.
Si
muchas mujeres
amor
me mintieron,
¡tan
sólo por ella
conozco
el amor!
¿Qué
ha sido -clamaba
mi
amor despertando
¿Qué
ha sido en el mundo
de
aquella mujer?
¿Por
qué palideces,
y
tiemblas de nuevo?
Responde.
¿Qué sabes?
(Con
voz terrible)
¿Ha
muerto también?
GAVILAN
Calma,
calma, don Juan. Aquel don Lope
su
herida curó. Y al fin Sirena
lo
abandonó también. Desengañado,
quiso
don Lope sepultar la historia,
bajo
tierra de olvido, para siempre.
Y
merced a su nombre y su fortuna
lo
pudo conseguir. Y Margarita
salió
de sus prisiones...
DON
JUAN
¡Ah!
¡Malditos!
¡Y
más que todos yo!
GAVILAN
Su
misma suerte
poco
después seguí. Buscarla quise;
pero
todo fue en vano. Margarita
escapó
de Madrid, sin que dejara
ni
la huella más leve de su paso.
(Misteriosamente)
Nadie
en la corte adivinó el origen
de
la infame aventura. Nadie supo
quién
era Margarita.
DON
JUAN
¿Nadie?
GAVILAN
¡Nadie!
DON
JUAN
¡Ah!
¡Pero en cambio aquí! ¡Tiemblo
de
espanto!
¿Por
qué vuelvo, sino, como un bandido
que
de las gentes huye?
GAVILAN
Pues
tampoco
se
sabe nada aquí. Ni vuestro padre
siquiera
lo sabía.
DON
JUAN
¡Tú
has perdido
la
cabeza también!
GAVILAN
Todos
me juran
que
Margarita, la tornera, sigue
tornera
siendo, y que jamás, ¡ni un día!,
dejó
sus llaves, ni faltó del coro.
Y
es asombro y orgullo de Palencia
por
sus grandes virtudes.
Y
la adoran como a una santa.
DON
JUAN
¡Sueñas
y deliras!
¿Cuándo
pudo volver?
GAVILAN
Hará
dos meses.
DON
JUAN
¿Y
no ha sufrido penitencia alguna?
GAVILAN
¿Pero
no os digo que me juran todos
que
jamás han salido del Convento?
DON
JUAN
¡Loco
estás!
GAVILAN
Yo
la he visto, yo la he visto,
al
través de las negras celosías
del
coro hijo. ¡y al pasar, las gentes
se
arrodillaban!...
DON
JUAN
(Fuera
de sí)
¡No!
¡No! ¡No! ¿Qué es esto?
¿Qué
horrible pesadilla me atormenta?
¡Por
Dios!
GAVILAN
(Que
va mirando a todas partes. poseído de profundo terror. ve aparecer en el fondo
a Margarita, y lanza un grito de espanto)
¡Jesús!
DON
JUAN
(Volviéndose
y viendo a Margarita)
Jesús!
¿Qué es esto? ¡Calla!
Silencio,
miserable!
GAVILAN
(Procurando
en vano darse cuenta de lo que pasa)
¿Margarita?
¿En
el mundo? ¡No, no! ¡Yo no he soñado!
¡Yo
la he visto, don Juan!
DON
JUAN
(Que
se ha apoderado fuertemente de Gavilán por un brazo, y lo empuja hacia el suelo
como si procurara que se lo tragase la tierra)
¡Silencio,
digo!
GAVILAN
(Aterrado,
y esforzándose por desasirse de la mano de Don Juan)
¡Por
compasión, don Juan! ¡Por Dios,
soltadme!
(Don
Juan suéltalo al fin, embebecido en la
contemplación de Margarita. Gavilán, al sentirse libre. huye como alma que
lleva el diablo. y hace mutis santiguándose rápidamente)
¡Jesús,
Jesús, Jesús!
DON
JUAN
Dios
me la envía.
_______________
ESCENA V
Margarita
y Don Juan.
(Margarita
ha salido por el fondo lentamente y se dirige hacia el convento como atraída por
él, sin ver nada a su alrededor. Viste traje oscuro de lana burda. Lleva los
cabellos con algún desorden, sin toca ni manto que los cubra, y un báculo en la
mano, que dejará más adelante, en momento oportuno. No ve a Don Juan hasta que
lo indica el diálogo. Don Juan no cesa de mirarla, absorto en su contemplación.
y sin saber si ha de dar crédito a sus ojos. no se mueve del sitio. A la
izquierda, en que le sorprendió la aparición de Margarita. como si estuviera
clavado en él)
Margarita “¡Por fin! ¡Mi convento!”: (Margarita, Don Juan)
MARGARITA
¡Por
fin! ¡Mi convento!
¡Ya
ves, Madre mía!
¡Las
olas del mundo
me
arrojan aquí!
Dulcísimas
voces,
secretos
impulsos,
¡Oh,
Virgen amada!
me
llevan a Ti.
¡Qué
meses tan largos!
¡Qué
negras angustias!
vagando
al azar;
y
luego rendida
por
fiebres traidoras,
en
lóbrega venta
la
muerte esperar.
¡Ay
Virgen del alma,
Tú
sabes mi pena!:
que
en vano pretendo
matar
mi pasión;
que
siempre le adoro,
que
nunca le olvido...
¡Piedad,
Madre mía;
clemencia,
por Dios!
¡Yo
siempre envidiábate
soñando
contigo,
mi
ardiente plegaria,
la
misma que aquí!
(Oyense,
dentro, tenuemente celestiales acordes)
¡Jesús!
¡Virgen Santa!
¡Qué
voces angélicas!
¡Perdón,
Madre mía;
perdóname!
VOZ
(Dulcísima
dentro)
¡Si!
(Margarita
quedase en honda meditación. vaga por sus labios inefable sonrisa)
DON
JUAN
(Dando
un paso hacia Margarita)
¿Deliro?
¿Qué inmenso
poder
sobrehumano
me
humilla? ¿Qué mano
detiéneme?...¡No!
(Vuelve
a quedarse inmóvil y absorto)
MARGARITA
(Subiendo
la grada del pórtico)
Piedad.
¡Virgen Santa!
que
llamo a tu puerta.
(Disponiéndose
a llamar)
Mas
no, que está abierta,
¿Qué
mano la abrió?
(La
puerta ábrese. Margarita detiénese un punto, asombrada)
DON
JUAN
(Sin
apartar sus ojos de margarita)
Ya
no duda. ¡Quiere entrar!
MARGARITA
¡Qué
descuido! ¿Qué será?
¡Mas
a punto no la abrieran
si
las monjas me vinieran
a
esperar! ¡Nadie asoma!
¡Nadie
viene! ¿Qué será?
(Mira
hacia el fondo de la iglesia, recelosamente, después vuelve sus ojos hacia la
calle, y ve, de pronto, a Don Juan)
¡Oh!
DON
JUAN
¡Sí!
¡Sí! ¡Margarita! ¡Margarita!
(Yendo
hacia ella)
MARGARITA
(Bajando
a la calle como para precipitarse en brazos de Don Juan)
¡Don
Juan!
(Margarita.
antes de llegar a Don Juan, se detiene de pronto)
DON
JUAN
¡Cuán
pálida y triste!
¿Qué
ha sido de ti?
MARGARITA
¡Don
Juan! ¡Desgraciado!
¿Qué
buscas aquí?
(Margarita
apartase aun mas de Don Juan)
DON
JUAN
¿De
mí te apartas...
MARGARITA
(Aparte)
¡No,
no es un sueño!
DON
JUAN
...hoy
Margarita,
...que
al fin te encuentro?
MARGARITA
Desde
la noche infausta
de
mi prisión funesta,
¿no
sabes tú mi angustia?
¿No
sabes tú mis penas?
DON
JUAN
Desde
que a Dios le plugo
llamar
en mi conciencia
fue
inútil mi constancia
para
buscar tus huellas.
MARGARITA
Vagué
por caminos
sin
pan y sin vivienda;
de
angustia y de fatiga
tuviéronme
por muerta.
DON
JUAN
Perdida
la esperanza,
muriéndome
de pena,
hoy,
al cerrar la noche,
gané
por fin Palencia.
MARGARITA
Después
oyó mi alma
no
sé qué voz secreta,
soñé
con el refugio
tranquilo
de mi celda.
DON
JUAN
Mi
padre, Margarita
murióse
de tristeza,
tú
sola me quedabas,
¡Y
tú de mi te alejas!
(Con
acento de ardiente súplica)
¡Por
Dios, Margarita!
MARGARITA
No
llores, no llores.
DON
JUAN
¡Por
Dios te suplico
que
no me abandones!
(Margarita
después de un nuevo impulso que la acercó a Don Juan, retrocede otra vez)
Atormentado
por mis culpas
mi
padre acaba de morir.
Sobre
la tierra ya no tengo
más
que un amor: mi amor a ti.
¡Ay,
que sola tú me has querido,
santa
mujer; ningunas más!
¡Ay
Margarita de mi alma,
no
me abandones, por piedad!
MARGARITA
Atormentada
por mi culpa,
casi
arrastrándome, llego aquí.
Sobre
la tierra no he tenido
más
que un amor: mi amor a ti.
Pero
es forzoso que me olvides.
Hoy
reclamándome Dios está
¡desde
su templo! ¡desde mi claustro!
¡No
me detengas, por piedad!
DON
JUAN
(Con
acento de suprema angustia)
¡Margarita
de mi alma!
MARGARITA
¡No,
don Juan!
DON
JUAN
(Extendiendo
sus brazos hacia ella)
¡Margarita
de mi alma!
MARGARITA
¡Nunca
más!
(Vacila
un momento y cae en brazos de Don Juan)
¡Ah!
DON
JUAN
Así,
en mis brazos,
¿te
acuerdas?
Yo
te revelaba
mi
inmenso amor.
MARGARITA
Así,
en tus brazos,
me
sorprendió
por
vez primera
mi
inmenso amor.
(Queriéndo
desasirse)
¡Oh!
DON
JUAN
(Reteniéndola)
¡No!
(Con
ternura)
Yo
contemplándote
me
embelesaba;
tú
con los ojos
me
sonreías;
quedo,
muy quedo
yo
te llamaba,
y
tú en mis brazos
¡al
fin caías!
MARGARITA
(Con
pasión)
Y
yo mirándote
me
embelesaba,
soñando
siempre
que
me querías;
sobre
tu pecho
me
confiaba,
y
entre tus brazos
¡me
sostenías!
DON
JUAN
¡Cómo
te quiero!
¡Con
cuánto afán!
MARGARITA
¡Cómo
te quise!
¡Cuánto,
don Juan!
(Oyense
de pronto celestiales acordes. Margarita los escucha con éxtasis y se aparta
rápidamente de Don Juan)
¡Oh!
DON
JUAN
¿Me
abandonas?
VOCES
ANGUSTIOSAS
(Dentro)
¡Ven!
¡Vuelve
a mi!
MARGARITA
¿Qué
misteriosas voces oí?
VOCES
ANGUSTIOSAS
(Dentro)
¡Ven!
MARGARITA
¡Oh!
DON
JUAN
(Implorando)
¡Mi
vida!
¡Mi
único bien!
MARGARITA
¡Dios
me reclama!
VOCES
(Dentro)
¡Ven!
MARGARITA
¿Oyes?
VOCES
(Dentro)
¡Ven!
(Margarita
sigue extática y retrocede dos o tres
pasos hacia el convento, pero sin volver la espalda a Don Juan)
DON
JUAN
Si
tú sola me puedes salvar,
¿qué
va a ser de mi vida sin ti?
Si
me falta en el mundo tu amor,
¿qué
va a ser, Margarita, de mí?
MARGARITA
No;
tú solo me puedes perder;
no,
don Juan; no me apartes de aquí.
Si
me vencen tu amor y mi amor,
¿qué
va a ser para siempre de mí?
VOCES
(Dentro)
¡Ven!
MARGARITA
¡Oh!
DON
JUAN
¡Mi
vida!
¡Mi
único bien!
MARGARITA
¡Dios
me reclama!
VOCES
(Dentro)
¡Vuelve
a mí! ¡Ven!
MARGARITA
(Margarita la horrible turbación de su espíritu, se
acerca a Don Juan)
¡Contigo
queda mi corazón,
ay,
pero el alma la debo a Dios!
DON
JUAN
¿Sin
ti? ¡Jamás!
MARGARITA
¡Adiós,
don
Juan!
(En
un arranque de pasión)
¡Para
dejártelo, quisiera yo
que
me arrancaras el corazón!
DON
JUAN
¿Sin
ti? ¡Jamás!
MARGARITA
¡Adiós,
don Juan!
(Don
Juan la sujeta entre sus brazos)
¡Ah!
VOCES
(Dentro)
¡Ven!
(Margarita intenta desasirse y Don Juan la detiene)
DON
JUAN
¡Jamás!
¡Por Dios!
(Como
antes)
MARGARITA
¡Ah!
VOCES
(Dentro)
¡Ven!
MARGARITA
(Separándose
de Don Juan, como impulsada por poderosa inspiración)
¡Atrás!
(Don
Juan permanece como anonadado, pero extendiendo sus brazos hacia ella. Margarita
sube la escalinata rápidamente y volviéndose hacia él, canta)
¡Adiós!
(Entra
y rápidamente ciérrase la puerta tras ella)
(dentro)
¡¡Adiós!!
(Don
Juan, precipitase hacia el convento, sube la escalinata, forcejea inútilmente para
abrir la puerta y cae sobre las gradas como herido por el rayo)
_______________
CUADRO II
(Interior
de la iglesia del convento. Al fondo el altar mayor. Con amplio presbiterio, separado
de la nave por una baranda, según costumbre. en el centro de la baranda una puerta
para bajar a la nave, por una gradería de cinco escalones. A la derecha e
izquierda otros altares y, sobre ellos, a un lado y a otro, altos ventanales
con vidrios de colores. A la izquierda, en primer término, amplia puerta de
proporciones majestuosas, y arquitectónico y bello conjunto, da paso al
claustro, del cual deberá verse el arranque o comienzo. Por esta puerta,
abierta de par en par, entra la claridad de la luna como un torrente de luz celestial.
Los rayos de la luna fíltranse también por las vidrieras de este lado)
ESCENA VI
(Margarita
aparece, vestida de monja, exactamente como en el primer acto, junto a uno de
los altares de la derecha, mira a un lado y a otro con viva satisfacción y quédase
luego como en éxtasis mirando hacia la alta puerta del claustro)
Margarita “¡Qué espléndida luna!”: (Margarita)
MARGARITA
¡Qué
espléndida luna!
¡Qué
noche tan clara!
¡Qué
cielo tan puro!
¡Parece
de nácar!
(Absorbiéndose
en sus reflexiones)
La
puerta del templo
abierta
se hallaba...
¡y
luego cerróse
por
mano fantástica!
Penetro
en mi celda,
y
está solitaria
y
en ella mis hábitos,
mis
tocas, me aguardan.
(Animándose
rápidamente)
¡Misteriosas
voces
me
animan y exaltan!
¡Claridad
de gloria
sobre
el mundo baja!
¡Por
el ancho disco
de
la luna blanca
la
luz de los cielos
a
torrentes pasa!
(Dirigiéndose
hacia el claustro)
¿Qué
impulso me alienta?
¿Qué
fuerza me arrastra?
¿Qué
mano me guía,
pues
voy deslumbrada?
¡Ah!,
¡no! Si es mi Virgen,
mi
Virgen del alma
que,
allá desde el claustro,
me
mira y me llama.
¡Tan
buena... tan dulce...
tan
bella.., tan cándida!
(Poco
a poco, y a medida que lo van indicando sus frases, Margarita continúa dirigiéndose
hacia la puerta del claustro, como si la viva luz de la luna la atrajera y
sugestionara. rápidamente después. y como si el torrente mismo de la celeste claridad
la sorbiera precipitase en el claustro)
_______________
ESCENA VII
(La
Tornera. aparece, de improviso, en el fondo del presbiterio vestida,
naturalmente, de monja y como una exacta contrafigura de Margarita. Detiénese
en un punto y principia a andar luego, lentamente, de tal modo que produzca al espectador
en todo lo posible, la impresión de que se desliza el altar mayor se ha
encendido súbitamente y al andar la tornera deja sobre el pavimento huellas de
luz. Sale del presbiterio y detiénese en la segunda grada de la escalera que
conduce a la nave. Al punto en que se para deben bajar para formarle una
aureola, los rayos de la luna que se filtran por uno de los ventanales. y en
este sitio permanece inmóvil casi y con actitud de profundo recogimiento)
ESCENA VIII
La
Tornera y Margarita.
(Margarita
vuelve al claustro andando hacia atrás
como deslumbrada)
Margarita “¿Qué he visto, Virgen
Santa?”: (Margarita, La Tornera)
MARGARITA
¿Qué
he visto,
Virgen
Santa?...
¡Mis
luces...
como
estaban!
¡Mis
flores tan lozanas!
¡Mis
llaves...
a
tus plantas!
(Fijándose
en la Tornera)
¡Ah!
¡Jesús! ¡Una monja!
¿Por qué tiemblo, Dios mío?
¿Quién
será? ¡No me asisten
mis
recuerdos dormidos!
(La
Tornera mira fijamente a Margarita. Baja otro escalón. enciéndese de súbito los
últimos altares a un lado y a otro)
¡Se
aproxima! ¡Los altares
se
iluminan de repente!...
¡Claridad
indefinible
de
su cuerpo se desprende!
¡Me
mira! ¡Me sonríe!
¡No
la conozco! ¡No!
Las
fuerzas me abandonan...
Me
asusto de mi voz...
(De
pronto, como si la impulsara una fuerza superior, dirígese hacia la Tornera y entabla
con ella el diálogo siguiente. La Tornera se halla en la actitud descrita ya. es
decir frente al publico)
MARGARITA
¡Hermana!
LA
TORNERA
¡Hermana!
MARGARITA
¿Como
os llamáis?
No
sé quién sois.
LA
TORNERA
¿Yo?
¡Margarita!
MARGARITA
¿Vos
Margarita?
El
mismo nombre
lleváis
que yo.
Pero,
decidme:
¿Qué
sois?
LA
TORNERA
Tornera.
MARGARITA
¿Qué
tiempo ha?
LA
TORNERA
Dos
años justos.
MARGARITA
¿Dos
años, dice?
LA
TORNERA
Mañana
mismo se cumplirán.
(Retrocede
Margarita, presa de profundo asombro, y en tal actitud y forma que el público
distinga ya su rostro)
MARGARITA
¡Mi
historia!
¡Mi
nombre!
¡Mi
voz!
(Fijándose
en la tornera)
¡Mi
cuerpo!
¡Mi
rostro!
¿Qué
miro,
gran
Dios?
(La
Tornera no se mueve. mira a Margarita y sonríe)
¿Deliro?
¿Soy
yo?
¿Mi
imagen acaso
que
al pie de la Virgen
rezando
quedó?
(Ilumínase
la escena con vivísimo resplandor y al cruzar la radiante ráfaga desaparece la
tornera y aparece la imagen de la Virgen, tal y como el público la vio en el
claustro, durante el cuadro final del acto primero, con manto igual e igual corona)
MARGARITA
¡Oh!
(En
torno a la imagen de la Virgen difúndese viva claridad, que debe irse agrandando,
agrandando, hasta que al final del acto llene todo el fondo de la escena)
MARGARITA
(A
la Virgen. como si escuchara palabras suyas)
¡Si
te adoraba siempre!
¡Si,
te invoqué al huir!
¡Mi
lugar ocupaste!
¡Me
redimiste al fin!
¡Madre
mía!
¡Mi
Virgen!
¡Gloria
a ti!
¡Gloria
a ti!
(Cae
Margarita de rodillas, con los brazos abiertos, y en éxtasis. La imagen sube hacia
el cielo lentamente en medio de la atmósfera de resplandores que la envuelven,
y óyense dentro voces angelicales)
FIN
Información
obtenida en la Página Web http://lazarzuela.webcindario.com/
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