LOS
DIAMANTES DE LA CORONA
Zarzuela
en tres actos y en verso.
Libreto
de original de Scribe arreglada a la escena española por Francisco Camprodón.
Música
de Francisco Asenjo Barbieri.
REPARTO (Estreno)
El
Conde de Campomayor, Ministro de Justicia - Sr. Caltañazor.
Diana,
su hija - Sta. Carolina Di Franco.
Marqués
de Sandoval, su sobrino - Sr. Sanz.
Don
Sebastián, joven oficial - Sr. Cubero.
Rebolledo,
jefe de monederos falsos - Sr. Becerra.
Catalina
- Sta. Clarece Di Franco.
Antonio,
monedero - Sr. Marrón.
Muñoz,
monedero - Sr. Díaz.
Un
Ujier - Sr. N. N.
Un
Criado – Sr. N. N.
Un
Escribano – Sr. N. N.
Damas,
cortesanos, soldados y bandidos.
La
escena se supone en Portugal en 1777, después del reinado de José I y durante
la minoría de su hija Maria Francisca. Los dos primeros actos en los
alrededores de Coimbra y el tercero en Lisboa.
ACTO PRIMERO
El
teatro representa las ruinas de una capilla subterránea en medio de una
montaña: en el fondo una escalera medio derruida que baja de lo alto: a la
izquierda la entrada de un subterráneo oculto entre rocas: a la derecha una
entrada perfectamente disimulada. Tempestad en la parte de afuera.
ESCENA PRIMERA
Una
porción de Bandidos formando, medio echados, y al subir el telón se van
levantando.
(Música)
CORO
Vuelta
al trabajo,
basta
de holgar,
que
en los crisoles
hierve
el metal.
En
el silencio
y
oscuridad
nuestra
grande obra
va
a terminar.
Desde
hoy podemos,
sin
miedo ya,
nuestras
fortunas
asegurar:
poco
nos falta
para
acabar;
sobre
los yunques
siga
el plan, plan.
Al
que vemos dominado
del
vil oro por la fiebre,
con
un oro simulado
se
le da gato por liebre:
que
los falsos monederos
hijos
son de Belcebú,
pues
sin minas ni mineros
va
con ellos el Perú.
(Desaparecen
todos hacia los subterráneos)
ESCENA II
El
Marqués de Sandoval, aparece en lo alto de la escalera.
MARQUES
Que
estalle el rayo, que brame el trueno,
que
se desgaje de lluvia un mar,
en
mi camino siempre sereno
de
la fortuna voy al azar.
Mas
si unos ojos de sol,
fijan
sus rayos en mi,
o
de tez fresca el arrebol
o
de unos labios el alhelí,
entonces
sí
que
no hay remedio ya para mi.
Animado
de repente
el
latido de mi vida,
con
el alma estremecida
de
esperanza y de placer,
son
los ojos que me quieren
el
espejo en que me miro,
y
hallo un cielo, en donde aspiro
un
aliento de mujer.
Parece
que ya cesaron
los
truenos; sí, voto a san!...
Con
el maldito buracán
mis
cabellos se asustaron.
Temiendo
que el postillón
cometiese
un desacierto,
una
pobre ermita advierto
y
entro en ella de rondón.
Llamo,
grito, ni por esas;
y
esperando a ver si escampa
observo
abierta una trampa
entre
las ramas espesas:
mas
viendo que nadie llega,
se
me ocurrió de repente
que
el bendito penitente
estaría
en la bodega:
pero
salieron fallidos
mi
cálculo y mi proyecto,
pues
esto tiene el aspecto
de
una cueva de bandidos.
Qué
mal se viaja, qué mal,
por
caminos tan atroces!
Cada
bache, dice a voces
que
estamos en Portugal,
Aquí
un tumbo me desquicia,
allí
la vida en un tris;
lo
siento por mi país,
pero
le he de hacer justicia.
(Se
oyen los martillazos de los mozos)
¡Oiga!
¿Qué es ese trasiego?
Pues
en ocasión pareja
el
buen sentido aconseja
tomar
las de Villadiego.
(Al
dirigirse a la escalera ve a los bandidos que bajan y va a esconderse a la
izquierda)
ESCENA III
Rebolledo,
en lo alto de la escalara: Antonio y detrás Muñoz, bajando una maleta.
REBOLLEDO
Ya
pueden echarle un galgo
al
coche; buen tumbo dió!
SANDOVAL
(Pues
aquí me escondo yo
hasta
ver por dónde salgo)
REBOLLEDO
Estás
ahí todavía?
A
ver si bajas, Antonio.
ANTONIO
Si
pesa mas que el demonio
esta
maleta. (Bajando)
SANDOVAL
(Es
la mía)
REBOLLEDO
Qué
ha de pesar, si es un lío?
ANTONIO
Tómala
a pulso v verás.
REBOLLEDO
Ojalá
pesara mas.
Y
el criado?
ANTONIO
Huyó.
SANDOVAL
(Es
el mío)
REBOLLEDO
Qué
traza tan torpe y ruda
tenia
el mostrenco aquel!
ANTONIO
Pero
piernas de lebrel.
SANDOVAL
(Es
Pedro, no cabe duda)
ANTONIO
Estupendo
vuelco fue
el
que tiro y coche han dado!
Hasta
el abismo han rodado.
SANDOVAL
(¡Bravo!
¡me he quedado a pie!)
ANTONIO
Qué
buena ocurrencia ha sido
haberlo
desbalijado.
Porque
al fin tanto ganado...
SANDOVAL
(¡Para
mi tanto perdido!)
REBOLLEDO
¿Qué
contiene?
AANTONIO
Algunos
duros,
trajes,
papeles, enseres,
seis
retratos de mujeres
y
cuatro mazos de puros.
REBOLLEDO
¿Son
habanos?
ANTONIO
¡No
que no!
REBOLLEDO
Sácalos,
los probaremos.
Fuma
tú también. (Le da uno)
ANTONIO
Fumemos.
SANDOVAL
(Y
ahora, ¿qué fumo yo?)
REBOLLEDO
¡Buen
tabaco!
ANTONIO
¡Cosa
fina!
REBOLLEDO
Vuelve
a cerrar la maleta,
sin
tocar ni una peseta,
hasta
que esté Catalina.
ANTONIO
¿Y
qué tiene ella que ver
en
nuestras expediciones?
REBOLLEDO
¿A
mis órdenes te opones?
ANTONIO
¿Por
qué no me he de oponer?
Solo
dos veces aquí
ha
venido esa doncella;
vamos
a ver; quién es ella
para
mandarnos así?
REBOLLEDO
¿Quién
es? ¡Voto a Belcebú!
Antonio,
es sobrina mía,
hija
de uno que valía
mas
que ciento como tú.
De
Salvador Rebolledo,
que
tanto os enriqueció,
y
que sabéis que murió
sin
saber lo que era miedo:
del
gran falsificador
a
quien todos acataron.
ANTONIO
Recuerdo
cuando le ahorcaron:
fue
un genio que murió en flor.
MUÑOZ
Si
él viviese, todavía
habría
tiros como antes,
y
no haríamos diamantes
trabajando
noche y día.
REBOLLEDO
¡Miren
los cuerpos de dama!
¿No
es mejor tener segura
una
riqueza futura
y
el morir en vuestra cama?
ANTONIO
¡Ya!
Si fuera asegurado...
Mas
sin garantías...
REBOLLEDO
Quedo:
os
lo dice Rebolledo,
que
jamás os ha engañado.
ANTONIO
Como
no nos viene a ver
mas
que muy de tarde en tarde...
REBOLLEDO
Antonio,
solo un cobarde
habla
mal de una mujer.
ANTONIO
Si
no es que yo hable mal de ella.
¡Dios
me libre de ultrajarla!
Soy
el primero en hallarla
tan
discreta como bella.
Pero,
¿qué quieres? me pesa
ver
el cambio que ha sufrido.
Quién
la hubiera conocido
con
ese aire de duquesa!
Te
acuerdas cuando chiquita
que
entre nosotros andaba,
con
qué gracia nos cantaba
nuestra
canción favorita,
que
nos daba aquel placer...
«La
blanca luna vertía»...
REBOLLEDO
No
la olvidó: todavía
la
tarareaba ayer.
Has
de saber, que mi hermano
quiso,
viendo su talento,
educarla
en un convento
como
a hija de un soberano:
hoy
su instrucción y su porte
y
hermosura singular,
le
han hecho muy buen lugar
en
la nobleza y la corte;
y
esa posición propicia,
que
de vernos la retrae,
la
utiliza, si uno cae
en
manos de la justicia.
ANTONIO
Tienes
razón: siendo así
ya
no vuelvo a chistar mas.
REBOLLEDO
Y
tanto, que ahora verás
lo
que un día hizo por raí.
Sabéis
que una inicua ley
manda
que sea ahorcado
todo
el que en cobre dorado
haga
el retrato del rey.
Yo,
industrial de profesión,-
aprovechando
mis ratos,
hice
de él muchos retratos
de
la forma de un doblón.
Hete
aquí, que a lo mejor,
mi
industria llegó a noticia
del
ministro de justicia
Conde
de Campo-Mayor;
y
hallándome sin arrimo,
ni
protección, ya se ve,
me
condenaron...
ANTONIO
¿A
qué?
REBOLLEDO
Nada:
a servir de racimo.
Daba
ya la primer hora
de
mi postrera jornada,
cuando
en la noche callada
una
mano bienhechora
a
mi gergón se avecina:
levantarme
me mandó...
ANTONIO
¿Y
te libró?
REBOLLEDO
Me
libró.
ANTONIO
¿Y
fue tal vez?...
REBOLLEDO
Catalina.
Y
desde aquel día, aquí
guardo
del favor la huella:
no
soy yo quien manda en ella,
es
ella quien manda en mí.
ANTONIO
Juro
cien veces y cien,
si
me manda echarme al fuego,
obedecer
como un lego,
sin
vacilar.
REBOLLEDO
Y
harás bien:
pues
si alguno por su mal
la
faltará al miramiento,
haría
conocimiento
con
la hoja de mi puñal.
Cuando
delante la tengas
veras
si de opinión mudas:
la
fortuna de que dudas
quizás
boy mismo la obtengas.
ANTONIO
¿Conque
hoy viene a vernos?
REBOLLEDO
Sí:
por
la subterránea vía
que
da paso a la abadía,
que
está a una milla de aquí.
Llegó
en un coche cubierto:
si
vieras con que cumplido
a
recibirla han salido
los
monjes de San Huberto!
Quedó
en que vendría a veros
a
inspeccionar el trabajo:
conque
tira del badajo
y
que suban los obreros.
ANTONIO
Rebolledo!
Traición!
(Al
encontrar a Sandoval, que está oculto detrás de una roca)
SANDOVAL
Atrás,
canalla! abrid paso! (Tirando del sable)
REBOLLEDO
Rinde
la espada, o te abraso. (Montando una pistola)
(Salen
los obreros, que cogen a Sandoval y le desarman)
Responde
sin dilación;
cuáles
eran tus deseos?
a
que has penetrado aquí?
SANDOVAL
Y
eso qué te importa a tí?
REBOLLEDO
Llevadle
abajo.
ESCENA IV
Dichos
y Catalina, que sale por una puerta secreta de la derecha)
CATALINA
Teneos.
REBOLLEDO
Catalina!
¡Descubriéndose)
TODOS
Catalina!
(Idem)
SANDOVAL
Belleza
mas singular!
Qué
poder particular
tiene,
que así les domina!
CATALINA
Quién
eres, cómo te llamas?
SANDOVAL
El
marqués de Sandoval.
CATALINA
Es
nombre que en Portugal
conocen
todas las damas.
SANDOVAL
Si
conoces mi linaje
sabrás
también mi nobleza.
CATALINA
Has
sentado la cabeza
en
tus seis años de viaje?
SANDOVAL
En
cuanto a eso, poco a poco:
si
en mi mocedad primera
era
un tanto calavera,
ahora
vuelvo ya...
CATALINA
Loco.
Estuvieras
si no aquí?
SANDOVAL
Casualidad
puramente.
Mas
viviera expresamente (con galantería)
a
saber de hallarte a tí.
CATALINA
Y
si te doy malos tratos?
SANDOVAL
No.
CATALINA
Qué
trae en su equipaje?
REBOLLEDO
Trajes,
valonas de encaje,
papeles,
oro y retratos.
Se
sacarán si queréis.
CATALINA
De
mujeres, no es verdad?
No
tengo curiosidad:
devolvérselos
podéis.
Quién
se fía de pinceles?
es
pintar como querer.
REBOLLEDO
Qué
se le ha de devolver?
CATALINA
Todo,
menos los papeles.
Ved
qué tiene en la cartera.
REBOLLEDO
Un
salvoconducto en blanco,
para
darle paso franco
por
el reino y la frontera.
a
él y a su comitiva:
firmado
por el señor
Conde
de Campo-Mayor.
CATALINA
Te
acuerdas de él?
REBOLLEDO
Mientras
viva
CATALINA
Guardad
ese documento,
que
puede sernos preciso.
REBOLLEDO
Toma,
Antonio, de comiso.
CATALINA
Después
os diré mi intento.
En
cuanto al noble marqués,
para
que calle el suceso.
le
tendremos aquí preso
un
par de meses o tres.
SANDOVAL
Dos
o tres meses!
REBOLLEDO
Chitón!
CATALINA
Has
de pagar tu imprudencia.
SANDOVAL
Hija,
no: de esa sentencia
interpongo
apelación.
CATALINA
La
hallas injusta?
SANDOVAL
Ya
ves.
Es
un grave inconveniente
cuando
hay un negocio urgente.
CATALINA
Bien:
me lo dirás después.
Rebolledo?
REBOLLEDO
Qué
mandáis?
CATALINA
Los
trabajos consabidos
cómo
se hallan?
REBOLLEDO
Concluidos:
podéis
verlos si gustáis.
SANDOVAL
(Vamos;
yo estoy asombrado!
qué
ladrones tan galantes!)
REBOLLEDO
Vedlos,
señora. (Mostrando una caja)
SANDOVAL
(Diamantes!
A
cuántos habrán limpiado!)
CATALINA
Bien;
muy bien: veo cumplida
esa
ilusión seductora;
y
es justo daros ahora
la
recompensa ofrecida.
Y
en prueba de gratitud
a
vuestra fidelidad,
por
mi cuenta, antes echad
un
brindis a mi salud.
(Rebolledo
les da vino)
ANTONIO
Venga
vino a troche y moche;
y
que nuestra ama agraciada,
nos
cante nuestra balada,
de
los hijos de la noche.
SANDOVAL
(No
he hecho mal disparate
bajando
aquí)
REBOLLEDO
La
señora,
quiere
el chocolate ahora?
CATALINA
Después.
SANDOVAL
(Toma
chocolate!
Con
qué respeto y mesura
se
hace tratar la taimada!
Tendrá
un alma atravesada...
Lástima
de criatura!)
ANTONIO
Vuestra
canción esperamos.
CATALINA
Pues
cumplisteis bien, es justo
que
Catalina os dé gusto.
ANTONIO
A
punto el coro.
TODOS
Ya
estamos.
(BALADA)
CATALINA
En
noche callada vertía la luna
su
blanco fulgor,
y
alumbra su rayo la negra fortuna
de
un triste amador.
Buscando
la muerte corría perdido
de
un bosque al través,
y
envuelto en las sombras escúchase un ruido
debajo
sus pies.
CORO
Es
media noche ya.
CATALINA
Qué
será?
CORO
Al
que en pobreza extrema
llore
su afán,
los
hijos de la noche
le
salvarán.
CATALINA
Con
alma atrevida del bosque en el seno
audaz
penetró,
y
al día siguiente, de dádivas lleno
alegre
volvió.
La
ingrata belleza, sedienta de goce
adora
hoy en él;
y
desde aquel día, en dando las doce
exclama
el doncel.
CORO
Es
media noche ya.
CATALINA
Qué
será?
CORO
Al
que en pobreza extrema
llore
su afán,
los
hijos de la noche
le
salvarán.
SANDOVAL
(A
mí mismo me enajena
su
manera de cantar:
es
cosa particular;
tiene
una voz de sirena)
CATALINA
Id
ahora a derribar (A los bandidos)
los
hornos y el material. (Vase)
ESCENA V
Catalina,
Sandoval y Rebolledo.
CATALINA
Llegó
tu vez, Sandoval.
Qué
me tienes que contar?
SANDOVAL
Veo
que sobra un testigo.
CATALINA
Habla
cual si no estuviera.
SANDOVAL
Lo
haré; pero prefiriera
hablar
a solas contigo.
Te
lo diré sin rebozo:
en
cualquier otra ocasión
los
tres meses de prisión
me
llenarían de gozo:
porque
con tal que tú fueras
tierna
carcelera mía,
pasara
en tu compañía
toda
mi vida.
CATALINA
De
veras? (Con ironía)
REBOLLEDO
Háblala
más comedido. (Bruscamente)
SANDOVAL
Yo
no sufro, voto a tal!
que
a un noble de Portugal
dicte
leyes un bandido.
REBOLLEDO
Por
buenas o malas vías
las
tendrás que obedecer.
SANDOVAL
Eso
es lo que falta ver.
CATALINA
Tengan
paz sus señorías.
SANDOVAL
No
es mi título ese.
CATALINA
No?
Te
subiré el tratamiento.
SANDOVAL
No
es eso: es que no consiento
parangón
entre él y yo.
CATALINA
(Me
place su arranque fiero)
Prosigue
tu relación.
SANDOVAL
Sigo,
y te pido perdón,
si
estuve ante tí grosero.
Seis
años ha que salí
de
mi país a viajar,
y
en un trajín sin cesar
media
Europa recorrí:
y
hete aquí, que a lo mejor
recibo
una carta urgente
del
buen ministro y regento
Conde
de Campo-Mayor,
que
de nuestra monarquía
ejerce
la autoridad,
mientras
la menor edad
de
nuestra reina María.
CATALINA
Ese
es uno de los tres
regentes
de Portugal.
SANDOVAL
Es
mi tío.
CATALINA
Buen
caudal!
me
alegro mucho, Marqués.
REBOLLEDO
Si
cayera en poder mió
me
la había de pagar:
él
fue quien me mandó ahorcar.
SANDOVAL
Pues!
Cos golpes de mi tóo.
Desde
que está en el poder,
cuando
alguna cosa ordena,
de
fijo, que siendo buena
se
la deja a medio hacer.
CATALINA
Vamos,
Marqués, por favor
un
poco mas de indulgencia.
SANDOVAL
Sigo
pues, con tu licencia.
Mi
tío Campo-Mayor
tiene
una hija, de hermosura
según
dicen, soberana.
CATALINA
La
cual se llama DIANA
SANDOVAL
La
conoces por ventura?
Sabrás
que es muy bella.
CATALINA
Así
todo
el mundo lo asegura:
la
educa en Extremadura:
nunca
en la corte la vi.
SANDOVAL
Jamás
ha ido, en efecto;
antes
de partir, quedó
concertado
entre ella y yo
un
casamiento en proyecto.
Mi
tío, que al parecer,
quiere
poner fin al plazo,
para
celebrar el lazo,
me
manda pronto volver;
y
siendo mañana el día
que
él se sirvió señalar,
me
faltan para llegar
treinta
leguas todavía.
Con
que ya ves si es urgente,
que
ande como una centella
no
por mi, sino por ella:
la
pobre estaca impaciente.
CATALINA
Son
razones de valer
y
tendré que darte suelta:
alguno
hay, a quien tu vuelta
no
dará mucho placer.
SANDOVAL
De
veras, eh?
CATALINA
Un
cortesano
que
constante a ella se arrima.
SANDOVAL
Ca!
Yo conozco a mi prima:
perderá
su tiempo en vano.
CATALINA
Ve
pues, con dos condiciones
que
has de jugar aquí.
SANDOVAL
Dulces
serán para mí,
cuando
tú me las impones.
CATALINA
La
primera es el callar
hasta
a tu mejor amigo,
cuanto
aquí pasó conmigo.
SANDOVAL
Tranquila
puedes quedar.
CATALINA
La
segunda es, que jamás
me
debas reconocer
cuando
me vuelvas a ver.
SANDOVAL
Esa
me costará más,
CATALINA
Pues
también esa te pido.
SANDOVAL
La
cumpliré, aunque no son
rasgos
de tal perfección
para
echarlos en olvido.
CATALINA
Rebolledo?
REBOLLEDO
Mi
señora?
CATALINA
Acercad
aquí una mesa,
y
el chocolate.
(Rebolledo
saca una mesita con una taza de chocolate)
SANDOVAL
(Me
pesa
casi
el ausentarme ahora)
REBOLLEDO
No
queréis frutas algunas?
CATALINA
No,
gracias.
SANDOVAL
(Si
me atreviera,
una
taza le pidiera,
porque
me pilla en ayunas)
CATALINA
Estás
cansado?
SANDOVAL
No;
pero
siento
cierta languidez...
CATALINA
Acabarás
de una vez! (Sonriendo)
otra
taza al caballero.
Me
pesa mucho, Marqués,
no
poderte ofrecer más:
pero
tú lo tomarás
de
buen grado tal cual es.
SANDOVAL
Con
gran placer, Catalina:
(Se
sienta a la mesa)
eres
demasiado buena.
CATALINA
Eso
no vale la pena.
SANDOVAL
(Esta
muchacha es divina!)
Creerás
que tengo un pesar
de
ausentarme de tu lado?
CATALINA
Pues
no estás enamorado?
SANDOVAL
No
lo osaría afirmar;
y
hasta recelos me asaltan
de
que no viendo tus ojos,
voy
a correr con enojos
las
treinta leguas que faltan.
CATALINA
No
es tu prima la mas bella..
SANDOVAL
Lo
he creído aun hasta ayer;
pero
al verte antes que a ella
he
enmendado el parecer.
CATALINA
De
qué viene, caballero,
ese
cambio de opinión?
SANDOVAL
De
tu rostro, que hechicero
me
ha llegado al corazón.
REBOLLEDO
Ni
a tu hidalguía,
ni
a tu nobleza,
se
le permite
tanta
franqueza.
Ni
estés con ella
tan
temerario,
de
lo contrario
habrá
un motín.
SANDOVAL
Manda
que calle
ese
mastín.
CATALINA
Guarde
silencio,
Seo
Valentín.
SANDOVAL
Si
viviendo entre esos viles
prendiesen...
CATALINA
Bien:
y qué
SANDOVAL
Que
no son los alguaciles
nada
atentos.
CATALINA
Ya
lo sé.
SANDOVAL
Si
en las garras tú cayeras
de
la santa inquisición!...
CATALINA
Me
tostaran y tú fueras
quizá
a ver la ejecución.
REBOLLEDO
Yo
no tolero,
no,
voto a cribas!
suposiciones
tan
ofensivas.
Tales
absurdos
debes
callarle,
sin
augurarle
muerte
tan ruin.
SANDOVAL
Manda
que calle
ese
mastín.
CATALINA
Guarde
silencio.
Seo
Valentín.
SANDOVAL
No
creas, ay! que viera
yo
tu martirio en calma,
la
llama de tu hoguera
me
abrasarla el alma.
Si
el infortunio crudo,
w
en tí se ceba un día,
a tu
beldad, de escudo
mi
vida servirá.
CATALINA
Resuena
lisonjera
su
voz en mis oídos,
y
por la vez primera
la
siento en mis latidos.
Por
mas que el labio mudo
disfrace
su alegría,
del
alma mía dudo
sí
lo revelará.
REBOLLEDO
Me
temo que el tronera
se
va a llevar la palma,
pues
por la vez primera
le
da un ataque al alma.
Si
disgustarme pudo
su
enfática hidalguía,
al
ver que la ama, dudo
si
le aborrezco ya.
SANDOVAL
Aquí
hay mil riesgos,
créeme
a mí:
ven
y al peligro
yo
pondré fin.
CATALINA
En
este trance,
créeme
a mí,
no
hay mas peligro
que
oírte a tí.
SANDOVAL
En
mí brazo ten confianza,
niña
bella;
de
mi norte y mí esperanza
sé
la estrella.
Sin
tus ojos, mí querida,
de
mi vida qué será?
REBOLLEDO
Que
el chocolate se enfriará.
CATALINA
Que
ese capricho se olvidará.
SANDOVAL
Nunca
olvidarte mi amor podrá.
SANDOVAL
Qué
me dices?
CATALINA
Que
es urgente
partir
como una centella.
No
por tí, sino por ella...
la
pobre estará impaciente.
SANDOVAL
Catalina...
CATALINA
Rebolledo,
devolvedle
su carruaje,
y
que siga su viaje.
REBOLLEDO
Aunque
quisiera, no puedo,
CATALINA
Preparadlo
a toda costa.
REBOLLEDO
Señora,
cayó en el río.
CATALINA
Pues
entonces dadle el mío
hasta
la primera posta.
SANDOVAL
Su
carruaje! estoy perplejo.
CATALINA
Parte:
conviene a los dos.
SANDOVAL
Antes
del postrer adiós
quisiera
darte un consejo.
Es
arriesgado tu oficio.
CATALINA
Tiene
el riesgo su placer.
SANDOVAL
(Esta
singular mujer
me
haría perder el juicio!)
De
qué servirán tus artes
si
la inquisición te arresta?
CATALINA
Con
una cara como esta
se
escapa de todas partes.
SANDOVAL
Te
prenderán.
CATALINA
Desatino!
SANDOVAL
Mi
tío te ahorcará.
CATALINA
Yo
sé quién le ablandará
SANDOVAL
Quién?
CATALINA
Su
hija y su sobrino.
SANDOVAL
Contarás
conmigo?
CATALINA
Pues!
SANDOVAL
Nada
exiges?
CATALINA
Lo
tratado.
SANDOVAL
Adiós,
ángel descarriado.
CATALINA
Adiós,
galante Marqués.
(Váse
el Marqués y le signe Rebolledo con la maleta)
ESCENA VII
Catalina.
CATALINA
He
aquí una grata impresión
debida
solo al azar:
me
empezaba a interesar
su
buena conversación.
Una
extraña simpatía
estableció
de repente
cierta
mágica corriente
entre
aquella alma y la mía.
Se
quedará en embrión
esta
agradable aventura!
Si
él me amara... qué locura!
No
sueñes mas, corazón.
ESCENA VIII
Catalina,
Antonio y Monederos.
ANTONIO
La
fábrica está deshecha:
hornillos,
moldes y pasta.
Mandad
otra cosa.
CATALINA
Basta:
estoy
mas que satisfecha:
prestadme
ahora atención.
El
gobierno ha dirigido
un
ejército aguerrido
en
vuestra persecución.
Su
número y experiencia
en
las contiendas de Marte,
harían
por vuestra parte
inútil
la resistencia;
y
además, fuera locura
ir
a exponer vuestra vida
cuando
tenéis adquirida
una
fortuna segura.
Una
arca hallareis allí;
(Señala
el lugar por donde ha venido)
traedla:
en ella contados
tenéis
en buenos ducados
los
premios que os ofrecí.
Aquí,
la muerte os espera:
os
entrego todo mi oro;
dividíos
el tesoro
y
huid a tierra extranjera.
El
salvoconducto en blanco,
que
quitamos al Marqués,
hasta
el confín portugués
os
abrirá paso franco.
Hay
grave riesgo, os lo advierto;
por
si evitarlo queréis,
hábitos
allí tenéis
de
monjes de San Huberto.
Así
evitareis la lucha
y
el botín podréis salvar;
pues
nadie va a registrar
a
las gentes de capucha.
ANTONIO
Bendecidnos
a lo menos
antes
de nuestra partida.
CATALINA
Basta
ya de mala vida:
pues
sois ya ricos, sed buenos.
(Váse,
y se cierra Iras ella la puerta secreta)
ANTONIO
Sabe
decirlo de un modo...
casi
me ha hecho llorar:
es
nuestro ángel tutelar,
ella
piensa en todo, en todo.
ESCENA IX
Dichos
y Rebolledo, que baja precipitadamente.
REBOLLEDO
Pronto
amigos, pronto amigos,
ojo
al Cristo,
que
se acercan enemigos:
los
he visto:
Mucha
tropa de ruin traza
se
avecina,
con
aspecto que amenaza
degollina.
Toda
es gente de bigote
y
de denuedo;
con
mosquete y chafarote
que
da miedo.
Tras
su jefe decidido,
en
larga hilera
van,
cual perros que han olido
la
huronera.
Y
en este trance
cómo
salvarnos
cómo
escaparnos
no
acierto yo.
CORO
No
tengáis miedo.
Seo
Rebolledo.
que
Catalina
ya
lo previo.
Tenemos
hábitos
de
San Huberto,
y
ellos, de cierto,
nos
salvarán.
A
vos os toca
burlar
su intento,
pues
del convento
seréis
guardián.
REBOLLEDO
y CORO
Vengan
los hábitos
que
a llegar van.
(Vánse
hacia la izquierda llevándose la caja)
ESCENA X
Don
Sebastián y Soldados, bajando por la escalera.
CORO
Quedo,
quedo, callandito:
chito!
Aquí
hay traza de haber pesca
fresca.
Percibir
me ha parecido
ruido.
Si
serán, si no serán?
Aquí
mismo, desdichados,
como
chinches morirían.
Si
nos piden condiciones,
nones.
Y
el que frente nos hiciera,
muera.
Sin
descanso ni sosiego,
fuego
contra
todo malandrín.
Y
aquí mismo como hermanos,
partiremos
el botín.
Al
oído atento viene
un
confuso y triste son:
enterarnos
nos conviene
si
son sombras o no son.
Pardos
bultos de las bóvedas
avanzando
hacia aquí van,
y
es prudente oír las órdenes
que
nos dicte el capitán.
SEBASTIAN
Pronto,
soldados,
en
formación.
(En
este momento van saliendo los bandidos, vestidos de monjes de San Haberlo, en
procesión y con cirios en la mano. Cuatro de ellos, traen en medio y en los
hombros la caja del dinero que les dio Catalina. Todos van muy cabizbajos)
SOLDADOS
Alto;
quién vive?
CORO
DE BANDIDOS
Kirie
eleison.
SEBASTIAN
Nuestro
buen celo
nos
engañó.
De
San Fluberto
los
monjes son.
Quién
de usarcedes
(Dirigiéndose
a los bandidos)
es
el prior?
REBOLLEDO
Qué
se le ofrece? (Fingiendo la voz)
SEBASTIAN
Quiero
de vos
de
esa plegaria
la
explicación.
REBOLLEDO
Vos,
por lo visto,
de
aquí no sois.
Cuando
hay tormentas
recias
como hoy,
vienen
los monjes
t
en procesión,
para
que calme
la
ira de Dios.
SEBASTIAN
Qué
hay en esa arca?
REBOLLEDO
La
salvación.
SEBASTIAN
Cómo?
REBOLLEDO
Un
tesoro
de
gran valor:
huesos
de un santo
SEBASTIAN
que
aquí murió
Mandad
abrirla.
REBOLLEDO
Guárdele
Dios
de
semejante
profanación.
Cuentan
las crónicas
que
un pecador,
fuera
del templo
como
estáis vos.
por
querer verlas...
SEBASTIAN
Y
bien?... (Muy solícito)
REBOLLEDO
Cegó.
(Estupor
en los soldados)
SEBASTIAN
Padre,
yo nunca
tuve
intención
de
hacer ninguna
ofensa
a Dios.
De
mi ignorancia
pido
perdón;
y
honraré al santo
como
quien soy.
REBOLLEDO
Dios
os mantenga
la
devoción;
que
honrando al santo
honráis
a Dios.
Pero
entre tanto
por
la intención,
bueno
es que rece
el
yo pecador.
SEBASTIAN
El
cielo os guarde.
REBOLLEDO
También
a vos.
Siga
su curso
la
procesión.
SEBASTIAN
Presenten
armas!
Bate,
tambor.
(Los
monjes van subiendo cantando el Kirie eleison, y los soldados muy graves, haciendo
los honores en correcta formación. Cae el telón
FIN DEL ACTO PRIMERO
ACTO SEGUNDO
Salón
de la quinta del Ministro. Puerta en el centro. Cuatro puertas laterales con
cortinajes salientes a la escena: ventana a la izquierda del actor entre las dos
puertas. Piano a la derecha, y encima de él revistas, periódicos, etc. A la
izquierda mesa de juego. La puerta interior de la derecha es el cuarto de Diana;
la de mas al público salón de baile. La interior de la izquierda, el bufete del
Ministro, y la de mas al público se supone que sale a una escalera que conduce
al patio.
ESCENA PRIMERA
Diana
y Don Sebastián.
DIANA
No
hay remedio tí nuestro mal
SEBASTIAN
Salió
como yo os decía,
que
al fin se presentaría
vuestro
primo Sandoval.
Y
por cautivar su agrado
os
pusisteis hechicera!
DIANA
Y
qué queríais que hiciera
si
mi padre lo ha mandado?
SEBASTIAN
Hoy
firmareis el contrato
y
mañana os casareis!
DIANA
Si
es cierto que me queréis,
por
qué me afligís, ingrato!
SEBASTIAN
Vamos,
yo me desespero.
No
le queréis, y os casáis?
DIANA
Por
qué vos mismo no vais
a
decir que no le quiero?
SEBASTIAN
Yo?
Pues no faltaba mas!
Cuando
mi vida salvó
dos
veces queréis que yo
le
dijera... eso jamás!
Y
luego, antes de partir
me
encargó que vigilara
que
nadie os enamorara:
ya
veis... primero morir.
Cuanto
soy y cuanto valgo
se
lo debo todo a él;
en
mí, seria un papel
indigno
de un pecho hidalgo,
DIANA
Y
cuando con fé completa
vuelve
a buscar a su amiga,
queréis
que yo se lo diga
y
que pase por coqueta?
Eso
no lo haré en mi vida
por
mas que mi dicha pierda.
SEBASTIAN
Y
yo cogeré una cuerda
y
me colgaré en seguida.
DIANA
Don
Sebastián!
SEBASTIAN
Ay!
Diana!
DIANA
Pues qué hacemos?
SEBASTIAN
Qué
sé yo!
DIANA
Queréis
que me case?
SEBASTIAN
No!
DIANA
Habrá
suerte mas tirana!
SEBASTIAN
Sí,
Diana; en este punto
la
mía es mucho mas fiera,
pues
tengo una charretera
y
un caudal de amor, por junto.
Acechando
una ocasión
de
ascender, en cuanto oí
hablar
de bandidos, fui
a
mandar la expedición.
Y
no quedó un matorral
que
yo a registrar no fuera;
pero
nada; no hay siquiera
un
bandido en Portugal.
DIANA
Y
mi padre que se empeña
en
que hoy se firme el contrato!
SEBASTIAN
De
veras? Pues hoy me mato!
DIANA
Si
una esperanza halagüeña
que
mi mente me sugiere
saliese
cual yo deseo...
SEBASTIAN
Una!
Cuál es?
DIANA
Que
yo creo
que
mi primo no me quiere.
Hace
ya una noche ó dos,
que
en vez de aquel genio vivo
está
triste, pensativo...
SEBASTIAN
Claro!
Porque piensa en vos.
DIANA
No
lo creáis; si se arrima
cerca
de mí, por capricho,
habla
a solas: ni aun me ha dicho
buenos
ojos tienes, prima,
Y
es consecuencia forzosa
la
que saco yo de aquí,
que
Enrique no piensa en mí
porque
piensa en otra cosa.
SEBASTIAN
Y
qué tiene eso que ver
para
impedir la...
DIANA
Torpeza!
que
su frialdad y tibieza
prueban
que ama a otra mujer.
SEBASTIAN
Fuera
una chanza pesada.
DIANA
Un
crimen!
SEBASTIAN
Que
clama a Dios.
(Mirando
a Diana y cambiando de tono)
Verdad
que nosotros dos...
DIANA
Por
eso no digo nada.
Precisamente
hacia acá
con
mi padre se dirige:
ved
ahora 1o que os dije,
qué
triste y sombrío está.
ESCENA II
Dichos,
El Conde de Campomayor, que sale delante suponiendo que su sobrino le escucha,
y Enrique sale detrás de él completamente distraído y embebido en sus
pensamientos, sin reparar en nadie,
CAMPOMAYOR
Es
lo mejor: esta noche
firmaremos
el contrato:
se
descansa luego un rato
y
saldremos en mi coche.
Después
del ceremonial,
de
un escape, y sin dar treguas,
haremos
las treinta leguas
que
hay de aquí a la capital.
Y
dentro tercero día
hago
tu presentación,
en
la real coronación
de
nuestra reina María.
Es
forzosa mi asistencia:
los
tres colegas al par,
tenemos
que presentar
las
cuentas de la regencia;
y
espero con fundamento
hacer
constar claramente,
que
en mi han tenido un regente
de
habilidad y talento.
SANDOVAL
Imposible!
(Siempre distraído)
CAMPOMAYOR
Cómo?
SANDOVAL
Qué?
(Volviendo en si)
CAMPOMAYOR
Dudas
de mi habilidad?
SANDOVAL
No:
pero... a decir verdad,
no
sé de qué hablaba usted.
CAMPOMAYOR
Esas
tenemos, sobrino?
SANDOVAL
Ruego
a usted que no me aflija,
pues
tengo una idea fija
que
me hace perder el tino.
CAMPOMAYOR
Ideas?
No las tendrías
si
en mi posición te vieras;
solamente
con que fueras
ministro
por ocho días.
Del
Estado la tarea
de
tal suerte me absorbió,
que
nunca tiempo me dio
de
tener ninguna idea.
DIANA
Padre.
(Acercándosele)
CAMPOMAYOR
Qué!
DIANA
Se
firmarán
esta
noche los capítulos?
CAMPOMAYOR
En
cuanto lleguen los títulos
que
convidados están.
Gente
provincial y honesta
que
nunca la corte vio,
á
quien he invitado yo
para
dar brillo a la fiesta.
(Reparando
en D. Sebastián y alargándole la mano)
Y vos,
mí querido amigo,
a
quien aprecio...
SEBASTIAN
Señor…
CAMPOMAYOR
Nos
haréis hoy el favor
de
servirnos de testigo.
(Dirigiéndose
a Sandoval y a su hijo)
No
os parece la elección
mas
acertada?
SANDOVAL
Cabal.
CAMPOMAYOR
Y
a propósito: qué tal
(Volviéndose
a D. Sebastián)
ha
ido en la expedición?
SEBASTIAN
Es
mi fortuna tan poca,
que
batí buscando fama,
el
valle rama por rama
y
el monte roca por roca.
Mas
fue vana mi porfía;
pues
por mas que registré,
solo
unos monjes hallé.
CAMPOMAYOR
Ya
yo me lo presumía. (Sonriéndose)
A
mis pobres compañeros
les
llenaron !os oídos
de
unos cuentos de bandidos
y
de falsos monederos.
«Mandar
tropas:» dijo el uno;
por
mí parte consentí...
yo
nunca creí
que
hubiese bandido alguno.
No
faltará quien insista...
SANDOVAL
Si
en todo tiene igual tino...
CAMPOMAYOR
Yo
en todo tengo, sobrino,
el
mismo golpe de vista.
Sin
evidencia segura,
creéis
que yo consintiera
que
nuestra reina estuviera
tranquila
en Extremadura?
DIANA
Y
qué hace allí en abandono?
CAMPOMAYOR
Por
costumbre inmemorial,
las
reinas de Portugal
antes
de ascender al trono,
para
encontrar soportable
del
cetro la carga ruda,
imploran
de Dios la ayuda
en
retiro saludable.
Por
eso so majestad
huyendo
de las lisonjas,
pasa
un mes entre las monjas
de
la Santa Trinidad.
SANDOVAL
Pues
tío, par sí o por no,
mande
usted tropas allá.
CAMPOMAYOR
Soy
yo tonto? Lo hice ya,
pero
ella las despidió.
SANDOVAL
Qué
imprudencia!
CAMPOMAYOR
Ella
en persona
dijo
a nuestra tropa brava,
yo
no quiero ser esclava
hasta
que ciña corona.
Entonces,
le expuse recio...
pues!...
lo que el deber ordena:
pero
como ella es tan buena
se
rió y me llamó necio.
SEBASTIAN
Dicen
que tiene firmeza?
CAMPOMAYOR
Que
si tiene? pues es nada!
Si
me echa la vista airada
tiemblo
de pies a cabeza.
Toda
ella es corazón: toda!
Si
alguna vez la be advertido,
me
oye...
SANDOVAL
Y
después que os ha oído?
CAMPOMAYOR
Hace
lo que le acomoda.
(Se
oye ruido de coche. Diana va a la ventana)
DIANA
Llega
gente en coches.
CAMPOMAYOR
Cierto.
SEBASTIAN
(Esperanza
mía, adiós!)
CAMPOMAYOR
Cuidado!
Vosotros dos (A Sandoval y Diana)
debéis
abrir el concierto:
después
pasad al salón
de
baile, y haced de modo
que
sea en todo y por todo
digna
de nos, la función.
ESCENA III
Dichos,
Caballeros y Damas que traen ramos y presentan a Diana.
(Música)
CORO
Vuestra
sien de ángel,
niña
gentil,
va
la corona imperial a ceñir.
Préstese
amable
vuestro
candor
a
recibir de estas flores el don.
Gloria
al apuesto
noble
galán
cuya
ascendencia ensalzó Portugal.
Nunca
mas digno
competidor,
a
una hermosura su suerte enlazó.
TODOS
Ese
finchado
tan
reverente,
es
un regente
de
Portugal.
Por
él, tan pobre
el
reino anda:
desde
que él manda
todo
va mal.
CAMPOMAYOR
Qué
buen efecto
hace
a esta gente
mi
continente
ministerial.
CAMPOMAYOR
Señores,
tomad asiento,
que
el concierto va a empezar.
(Los
caballeros acercan sillas a las damas y ellas permanecen de pie detrás)
Después
se podrá bailar
en
el contiguo aposento:
ea,
hijos mis, cantad.
(Se
sientan cerca del piano: Diana y Sandoval se acercan a él, y Diana toma un
papel que da a su primo)
DIANA
Probemos
este bolero.
(Leyendo
el titulo)
SANDOVAL
“El
Bandido” No le quiero.
(Es
mucha fatalidad!)
Sebastián
no halla a ninguno,
y
en mí, parece fracaso,
que
no puedo dar un paso
sin
tropezar con alguno.
No
tienes otro cualquiera? (A Diana)
DIANA
Sí,
mas no los he estudiado.
SANDOVAL
En
fin, si ese es de tu agrado
tu
gusto es el que aquí impera.
ESCENA IV
Dichos,
y un Criado que sale con un pliego en la mano y se dirige al Ministro.
CRIADO
Un
correo extraordinario
trae
este pliego a Vuecencia.
CAMPOMAYOR
Algún
chisme. «Con urgencia.»
(Leyendo
el sobre)
A
ver qué es ello. Canario! (Leyendo)
SANDOVAL
Tío,
es algo grave?
CAMPOMAYOR
Un
poco.
SANDOVAL
Os
ponéis pálido?
CAMPOMAYOR
Yo?
SANDOVAL
Son
malas noticias?
CAMPOMAYOR
No.
SANDOVAL
Son
lisonjeras?
CAMPOMAYOR
Tampoco.
CRIADO
Frente
la puerta mayor
ha
roto el eje un carruaje
en
el cual iban de viaje
una
dama y un señor;
y
hasta que esté recompuesto
piden
hospitalidad.
CAMPOMAYOR
Tened
por mí la bondad (A D. Sebastián)
de
desempeñar mi puesto,
y
decidles que el ministro
les
quería recibir;
mas
que no puedo salir
ahora,
porque administro.
(Váse
D. Sebastián y dirígese el Ministro a su bufete, que es la segunda puerta de la
izquierda)
Diana,
hazles los honores
mientras
sirvo a la nación:
y
nada de interrupción,
siga
el concierto, señores.
Pronto
a ver nos volveremos;
es
cosa de poca monta.
SANDOVAL
Cuando
quieras. (A Diana)
DIANA
Estoy
pronta.
SANDOVAL
Empecemos?
DIANA
Empecemos.
ESCENA V
Al
ir a empezar a cantar, Don Sebastián conduce de la mano a Catalina,
elegantemente vestida do viaje, y Rebolledo detrás de ella muy bien vestido y
con la caja de diamantes que se ha visto en el acto primero debajo del brazo. Los
Caballeros y Damas iban a levantarse y Catalina señala que no se incomoden y va
a sentarse en la primera silla del ala oblicua que formarán las damas desde el
fondo a la boca-escena: los Caballeros permanecen de pie detrás de ellas, y
Rebolledo y Don Sebastián detrás de Catalina, Sandoval y Diana cantan en el
piano sin apercibirse de lo que pasa, hasta marcarlo la letra.
(Música)
BOLERO A DOS VOCES
SANDOVAL
y DIANA
Niñas
que a vender flores
vais
a Granada,
no
paséis por las sierras
de
la Alpujarra,
(Sandoval
en este momento se apercibe de Catalina)
Ah!!
DIANA
Hay
un bandido.
SANDOVAL
No
paséis por las sierras
de
la Alpujarra.
DIANA
Te
atrasas en la letra
y
pierdes el compás.
SANDOVAL
Es
que no veo claro.
DIANA
Ahora
lo verás. (Acercándole el papel)
SANDOVAL
Tampoco
así lo veo
ni
lo veré jamás.
CONCERTANTE
CORO
Ese
Orfeo,
según
veo,
no
es muy fuerte en el solfeo,
pues
tropieza
su
torpeza
en
lo negro del papel.
SANDOVAL
Su
osadía (Mirando a Catalina)
desafía
el
peligro a sangre fría.
Y
la llama
que
me inflama
mas
se aviva al verla en él.
CATALINA
Me
interesa
la
sorpresa
que
en su rostro miro impresa.
Me
ha jurado
ser
callado
y
yo a ciegas fío en él.
REBOLLEDO
Yo
quisiera
verme
fuera;
esto
huele a ratonera.
Cuando
salga
Dios
me valga!
No
me alcanza ni un lebrel.
DIANA
y SEBASTIAN
Quién
es esa
que
embelesa
con
ese aire de princesa?
Diera
agravios
con
sus labios
a
las tintas del clavel.
DIANA
Dignaos,
noble dama,
si
no es indiscreción,
decirnos
vuestro nombre.
CATALINA
Duquesa
de Alba-flor.
REBOLLEDO
Y
yo de su excelencia
el
mayordomo soy,
y
vamos a Lisboa
a
la coronación.
SANDOVAL
(Mentiras
a docenas
ensarta
ese bribón)
CATALINA
Y
yo podré, señora,
saber
en dónde estoy?
DIANA
En
casa de un ministro.
CATALINA
De,cuál?
DIANA
Campo-Mayor.
REBOLLEDO
El
de Justicia?
DIANA
El
mismo.
REBOLLEDO
Celebro
la ocasión...
(Desde
que entramos
en
casa de ese bárbaro,
se
me figura
que
todo huele a cáñamo.
Pues
al verme
solo
e inerme
entre
tanta sociedad,
Rebolledo
tiene
un miedo
de
primera calidad)
TODOS
Benditos
sean (A Catalina)
mil
veces los obstáculos
que
han sido la causa
de
encuentro tan simpático.
Del
disgusto
de
ese susto
entre
tanto descansad.
Y
las fiestas
que
hay dispuestas
honrará
vuestra beldad.
CATALINA
Sois
amables por demás
DIANA
Mí
padre está en su bufete,
pero
saldrá pronto.
SANDOVAL
(Vete;
(Acercándose
a Catalina y bajo)
no
estés ni un momento mas)
Esta
señora quizá (Alto)
tenga
que seguir su viaje...
CATALINA
Hasta
arreglar el carruaje
esperaré,
qué mas da?
Pero,
señores, advierto
que
yo he interrumpido el canto.
DIANA
Tiene
razón; entre tanto
seguiremos
el concierto.
SANDOVAL
(Su
aplomo me maravilla!)
DIANA
Toma.
(Dando el papel a Sandoval)
SANDOVAL
Si
no entiendo nada
de
osa música endiablada!
(Tirando
el papel)
CATALINA
A
ver? Pues es muy sencilla!
(Recogiéndolo
y leyéndole)
DIANA
Ya
que mi primo rehúsa,
queréis
remplazarle vos?
SANDOVAL
Observa,
prima, por Dios,
que
su cansancio la excusa.
CATALINA
Si
hubiese necesidad,
de
complaciente me precio!
DIANA
Os
lo pido como precio
de
nuestra hospitalidad.
SANDOVAL
Yo
no puedo tolerar
que
abuses de su indulgencia...
CATALINA
Ya
veis, por condescendencia...
(Levantándose)
SANDOVAL
Qué
vais a hacer?
CATALINA
A
cantar.
(Música)
DIANA
y CATALINA
Niñas,
que a vender flores
vais
a Granada,
no
paséis por la sierra
de
la Alpujarra.
Hay
un bandido
que
con todas las niñas
tiene
partido.
(Sandoval
se encuentra al lado de Catalina y la dice al oído)
SANDOVAL
Desventurada!
Prudencia
ten.
DIANA
Primo,
qué dices?
SANDOVAL
Que
va muy bien.
CATALINA
Por
las faldas de la sierra
una
niña como un sol,
va
buscando noche y día
su
perdido corazón.
Un
bandido despiadado
al
pasar se lo robó,
y
ella llena la espesura
con
la quejado su amor.
Cree
que si él la escuchara
le
gustara:
mas
a temer empieza
que
no vendrá.
SANDOVAL
Que
va a venir mi tío.
(Al
oído de Catalina)
CATALINA
Que
no vendrá.
(Cantando
y siguiendo su letra)
SANDOVAL
Si
tu canción escucha... (Id)
CATALINA
Le
gustará.
Tra,
la, la, la.
CORO
Brava!
SANDOVAL
Calla.
CATALINA
Tra,
la, la, la.
CORO
Brava!
SANDOVAL
Calla.
CORO
No
hay ruiseñor que tenga
su
agilidad.
(Declamación)
SANDOVAL
Con
una gracia como esa,
hace
en todos fanatismo.
REBOLLEDO
Siempre
sucede lo mismo
(Que
está a su lado)
cuando
canta la duquesa.
SANDOVAL
(Y
que tenga que callar
teniendo
aquí a este bribón!)
(En
este momento se oye preludiar la orquesta en el salón de la derecha)
DIANA
La
música del salón
nos
llama para bailar.
No
nos haréis el honor (a Catalina)
de
bailar un minué?
CATALINA
Gracias:
no bailo.
DIANA
Y
usté? (A Rebolledo)
REBOLLEDO
Yo,
padezco de dolor...
DIANA
Quiere
usted jurar?...
SANDOVAL
(Qué
afán!)
REBOLLEDO
Si
hay compañero, en seguida.
DIANA
Hacedle
vos la partida
un
rato, don Sebastián.
(Rebolledo
y D. Sebastián van a sentarse en la mesa de juego)
SANDOVAL
(Bueno
va a salir el pobre!
El
otro desplumará;
y
si él gana, le dará
monedas
falsas de cobre)
DIANA
Si
queréis leer impresos. (A Catalina)
aquí
hay grabados, viñetas,
almenaques
y gacetas
con
los recientes sucesos.
(Todas
las damas toman periódicos y leen)
CATALINA
Me
llenáis de inmerecidos
obsequios.
DIANA
No
digáis eso.
UNA
DAMA
En
este papel impreso
viene
un cuento de bandidos.
Es
una historia curiosa.
Diana,
leedla vos.
SANDOVAL
(No
hay remedio! Está de Dios
que
no han de hablar de otra cosa!)
DIANA
«Un
mozo llamado Pedro...» (Leyendo)
SANDOVAL
(Mi
postillón!)
DIANA
«Asegura
la
verdad de la aventura
que
escribimos.»
(Rebolledo,
que a pesar de estar jugando, oye con atención)
REBOLLEDO
(No
me arredro)
DIANA
«Atravesando
un sendero
»de
la áspera Extremadura.
»
oculto en una espesura
»vió
lo siguiente»...
SANDOVAL
Embustero!
DIANA
No
tal, y lo vais a ver.
«En
una cueva escondidos
«contó
sesenta bandidos.»
(D.
Sebastián, que estará jugando de espaldas a los interlocutores, volviendo de
repente la cabeza, exclama)
SEBASTIAN
Mentira:
no puede ser:
porque
con toda eficacia
aquel
terreno batí,
y
ni uno siquiera vi.
REBOLLEDO
Jugáis
con mucha desgracia.
(Recogiendo
baza)
SANDOVAL
A
veces inadvertido,
(Con
viva intención a Rebolledo)
Uno
les habla y les ve...
CATALINA
Cuidado,
marqués... (Con viveza)
SANDOVAL
En
qué?
CATALINA
En
no arrugarme el vestido.
SANDOVAL
Tendré
cuidado. (Con inteligencia)
CATALINA
Y
espero
que
no vuelva a suceder.
SANDOVAL
Perdonad:
fue sin querer.
CATALINA
Lo
supongo, caballero.
DIANA
Señores,
lo extraordinario
es
el jefe de la banda.
Quién
diríais que la manda?
SEBASTIAN
De
fijo, algún presidiario.
TODOS
Es
claro.
DIANA
Pues
no es así.
(Dirigiéndose
a Catalina)
Tratad
vos de adivinar.
CATALINA
Soy
torpe para acertar.
SEBASTIAN
Lo
mismo me pasa a mi.
DIANA
Señores,
es una cosa
que
a todos va a sorprender:
el
jefe es una mujer.
CATALINA
De
veras?
DIANA
Joven
y hermosa
CATALINA
Eso
será exagerado.
No
es verdad, señor marqués?
SANDOVAL
Lo
que es verdad, señora, es
que
uno se queda atontado,
cuando
preguntar escucha
con
tanta serenidad,
su
parecer.
SEBASTIAN
Y
es verdad,
(Levantándose
de la mesa)
porque
es una paparrucha.
Yo
he seguido aquellas breñas
y
es falso de todo punto.
DIANA
Mire
usted que es mucho asunto
cuando
da todas sus señas!
SANDOVAL
(Cielos!)
Prima, haz el favor
de
darme el papel.
DIANA
No
quiero,
SANDOVAL
Si
ese es un cuento grosero
sin
ton, ni son.
DIANA
No
señor.
Voy
a enseñárselo ahora
a
mi padre, que quizá
al
gobierno servirá
para
algo. Verdad, señora? (A Catalina)
Y
así os presentaré a vos.
SANDOVAL
(Tiemblo
como un azogado!)
Si
tu padre está ocupado,
prima,
déjale por Dios.
Luego
se va a incomodar...
CATALINA
Y
así vestida de viaje
no
quisiera...
DIANA
Os
daré un traje,
(Se
oye la orquesta del salón)
SANDOVAL
Oyes?
ya van a bailar. (A Diana)
DIANA
Pues
vestíos en seguida (A Catalina)
que
luego os presentaré.
Y
ahora recuerdo...
SANDOVAL
Qué?
DIANA
Que
estaba comprometida
a
bailar no sé con quién.
SANDOVAL
Yo
no sé si era conmigo.
(Haciéndose
el desentendido)
DIANA
No
creo...
SANDOVAL
(Di
que es contigo.
(Bajo
a Sebastián)
y
entretenía mucho)
SEBASTIAN
(Bien!)
Diana,
tened presente
que
hace poco yo os pedí...
DIANA
Es
verdad: vamos.
SANDOVAL
Si,
si!
(Empujándolos
hasta la puerta)
(Qué
chico tan complaciente!)
(Todos
los convidados se van al salón del baile)
ESCENA VI
Catalina
sentada y Sandoval, que vuelve furioso a ella.
SANDOVAL
Y
bien?
CATALINA
Me
habéis asustado!
Jesús!
SANDOVAL
Vaya
una salida!
cuando
tiemblo por tu vida
lo
mismo que un azogado!
Cuando
el gobierno anda a caza
de
tí y de tus compañeros
registrando
los senderos,
te
estás con esa cachaza?
CATALINA
Por
lo mismo que hay registro,
para
salir del apuro
el
asilo mas seguro
es
la casa del ministro.
SANDOVAL
Pero...
(Pues tiene razón.
Y
los demás?
CATALINA
Emigraron:
con
tu pase se escaparon:
hiciste
una buena acción.
SANDOVAL
Es
decir que contribuí (A la huida)
a
librarles del cadalso?
CATALINA
No
hay un monedero falso
siquiera,
gracias a tí.
SANDOVAL
Con
que yo habré sido el que...
Corriente,
parto al instante.
CATALINA
Eres
muy poco galante.
Quieres
que me vaya a pie?
SANDOVAL
Bien
puedes marcharle.
CATALINA
Y
cómo?
SANDOVAL
No
tienes por compañía (con ironía)
al
tío del otro día
transformado
en mayordomo?
CATALINA
Por
Dios, marqués, reflexiona
que
en esto no hay ningún lío;
pueden
mayordomo y tío
ser
una misma persona.
SANDOVA
O
ni uno, ni otro. (Con sarcasmo)
CATALINA
Quizá.
(Sonriéndose)
SANDOVAL
Quién
dice que ese bergante
no
sea tal vez?...
CATALINA
Mi
amante?
(Soltando
una carcajada)
Lo
que tú quieras será.
SANDOVAL
Por
qué me martirizas,
linda
morena
tan
sin piedad,
sabiendo
que suspira
una
alma en pena
por
tu beldad?
Si
es que matarme queréis
con
tu rigor,
mátame
con un beso,
mi
dulce amor.
CATALINA
Aquel
que a hierro mata
a
hierro muere,
dice
e! refrán.
Por
eso el alma mía
darle
no quiere
muerte
a un galán.
El
beso que deseas
con
tal fervor
pídeselo
a tu prima
que
aun es mejor.
SANDOVAL
De
tí lo quiero.
CATALINA
No
puede ser.
Mi
primer beso
será
de aquel
que
mi cariño
logre
obtener.
SANDOVAL
Cómo
se llama?
Dime
quién es!
CATALINA
Puedo
jurarte
que
no lo sé.
SANDOVAL
A
algún bandido
juraste
a fé?
CATALINA
La
guardo toda,
señor
marqués.
SANDOVAL
Si
a nadie quieres,
por
qué cruel
mi
fé rechazas?
Dime
por qué?
CATALINA
Porque
tú quieres,
cual
mariposa
volar
de flor en flor;
y
yo no gusto
de
un hombre que osa
amar
a un tiempo a dos.
Piensa
en tu prima,
que
se impacienta.
Tu
mano dale pues.
Y
ese capricho
que
te atormenta
se
irá en vapor después.
SANDOVAL
Aunque
del fuego
que
en mí rebosa
no
prenda en tí el calor,
nunca
mi prima
será
mi esposa,
lo
juro, ingrata, a Dios.
Yo
de tus gracias
y
de tu afrenta
el
cáliz partiré.
Tras
de tus ojos
de
amor sedienta
el
alma exhalaré.
CATALINA
Harás
mal; a otra hermosura
tu
mano vas a entregar.
SANDOVAL
Nunca;
no quiero engañar
a
esa pobre criatura.
Aunque
esté mi fé empeñada,
faltando
en mi alma el amor,
no
me consiente mi honor
el
hacerla desgraciada.
CATALINA
Es
digno tu proceder (Con sentimiento)
de
un noble de Portugal;
y
siento no ser tu igual
para
poderte querer.
Pero
no obstante, marqués,
sin
que tu orgullo se ofenda
bien
puedo darte una prenda
de
mi amistoso interés.
SANDOVAL
Dámela.
(Con pasión)
CATALINA
Toma
este anillo.
Mas
si tu primase enfada...
SANDOVAL
Dámelo,
no importa nada.
CATALINA
(Cuánto
me ama el pobrecito!)
ESCENA VI
Dichos
y Diana.
SANDOVAL
(Mi
prima!)
DIANA
Vuelvo
dispuesta
a
pediros por favor,
que
nos hagáis el honor
de
tomar parte en la fiesta,
porque
el baile está brillante.
CATALINA
Muchas
gracias.
SANDOVAL
La
señora
me
estaba diciendo ahora
que
ha de partir al instante.
DIANA
Pues
es preciso que aguarde.
Los
mozos que el coche han visto,
dicen
que no estará listo
hasta
mañana muy tarde.
SANDOVAL
(Maldita
contrariedad!)
DIANA
En
mi cuarto encontrareis
cuantos
adornos gustéis.
Vamos,
tened la bondad...
SANDOVAL
Prima,
tu ruego, benigno
quería
ella prevenir,
mas...
CATALINA
No
pudiendo partir
a
quedarme me resigno.
DIANA
Poneos
un traje mió
y
voy luego a vuestro encuentro.
(La
acompaña hasta el segundo cuarto derecha)
ESCENA VIII
Sandoval
y Diana.
SANDOVAL
(Mas
vale que esté allá dentro
por
si saliera mi tío)
Te
quedas, prima?
DIANA
Yo?
Sí.
No
bailas, primo?
SANDOVAL
Yo?
no.
(Ni
siquiera sospechó)
DIANA
(Nada
sospecha de mi)
(Música)
SANDOVAL
(Si
a decirle me atreviera.)
DIANA
(Si
yo osara confiarle.)
SANDOVAL
(Que
de amarme desistiera...)
DIANA
(Que
jamás podré yo amarle..)
SANDOVAL
Yo
me lanzo.
DIANA
Yo
me arriesgo.
SANDOVAL
Ya
a arañarme.
DIANA
Tronará.
SANDOVAL
Es
preciso ver el sesgo
que
la cosa tomará.
DIANA
Primo
mío.
SANDOVAL
Prima
mía.
DIANA
Deseaba
hablarte un rato.
SANDOVAL
Justamente
yo quería
proponerte
el mismo trato.
Toma
asiento. (Acercando una silla)
DIANA
Tomo
asiento.
SANDOVAL
(Abordemos
la cuestión)
A DUO
(Ha
llegado ya el momento
de
decirle mi opinión)
DIANA
Habla
primero.
SANDOVAL
Eso
jamás.
Siempre
a las damas
toca
empezar.
DIANA
Hice
presente
mi
voluntad,
y
obedecerla
toca
al galán.
SANDOVAL
Yo
siento al lado tuyo
(Perplejo,
pero con mucha amabilidad)
latir
mi corazón...
DIANA
(Adiós
mis esperanzas)
Lo
mismo siento yo.
No
tengo mas encanto
que
oír tu dulce voz
y
amarle con delirio...
SANDOVAL
(Reniego
de tu amor)
pero
eso de casarse...
DlANA
Pero
una eterna unión ...
SANDOVAL
Es
un asunto serio.
DlANA
Es
una cosa atroz.
SANDOVAL
Si
tanto te intimida... .
DIANA
Si
es tanta tu aversión...
SANDOVAL
Renuncia
tú a mi mano.
DIANA
Renuncia
tú a mi amor.
SANDOVAL
Que
con ferviente culto
(Con
fingida ternura)
de
amante gentileza
yo
adore la belleza
de
tan celeste hurí,
ay!
eso sí.
DIANA
Que
al demandar humilde
un
premio a tus amores
lloraras
mis rigores
valiendo
mas que yo,
ay!
eso no.
SANDOVAL
Si
a dividir no aciertas
las
tiernas ansias mías,
haré
lo que Maclas:
morir
de amor por tí.
Ay!
eso sí.
DIANA
Y
el universo entonces
al
verme tan impía,
airado
exclamaría
su
prima le mató:
ay!
eso no. (Se levantan irritados)
A
DUO
Sí
tú no cedes
no
cederé
y
al pie del ara
contigo
iré.
Si
te propones
que
ceda yo
ni
aunque me tuesten
digo
que no.
ESCENA IX
Dichos
y Campomayor.
CAMPOMAYOR
Qué
bulla es esa, señores?
SANDOVAL
Nada,
tío.
CAMPOMAYOR
Pero
qué es?
DIANA
Era
mi primo el Marqués
que
me estaba echando flores.
CAMPOMAYOR
Cuidado,
que él es muy diestro.
DIANA
Si
vierais cómo enamora!
CAMPOMAYOR
Es
de familia: ya ahora
toda
la noche soy vuestro.
Poco
me ha dado que hacer
aquel
despacho maldito.
SANDOVAL
Qué
era?
CAMPOMAYOR
Un
crimen inaudito
que
hará al reino estremecer.
Ya
sabéis que en la real (Con misterio)
joyería,
están guardados
los
diamantes afamados
del
trono de Portugal.
Mis
colegas consternados
me
acaban de noticiar
que
esos tesoros sin par...
SANDOVAL
Y
bien?
CAMPOMAYOR
Han
sido robados.
DIANA
Por
quién?
CAMPOMAYOR
La
pregunta es chusca.
Por
un ladrón.
SANDOVAL
Pero
vos
mandasteis
ya...
CAMPOMAYOR
Sí,
por Dios!
Mandé
que anden en su busca.
DIANA
Y
decid, se ha sospechado
quién
haya sido?
CAMPOMAYOR
Hasta
ahora
solo
sé...
SANDOVAL
y DIANA
Qué?
CAMPOMAYOR
Que
se ignora
el
autor del atentado.
SANDOVAL
Pues
sabéis bastante!
CAMPOMAYOR
Olvidas
(Gravemente)
que
a mí nada me hace mella?
Yo
he de descubrir su huella:
ya
he tomado mis medidas.
Solo
a vosotros confío
lo
que acabo de ordenar:
he
prohibido transitar
coche
alguno, excepto el mío.
Mi
escudo es muy conocido
lo
mismo que mi. librea;
y
como según mi idea
no
pueden haber huido,
no
es fácil que se me escapen
teniendo
que andar a pié,
y
es mas que probable, que
mis
esbirros les atrapen.
Manda
que esté puesto el coche (A Diana)
así
que hayamos firmado,
y
tenlo todo arreglado
para
partir esta noche.
Si
yo les llego a coger
haré
un ejemplar castigo.
SANDOVAL
Bien
hecho, contad conmigo.
(Tendiéndole
la mano)
CAMPOMAYOR
Qué
sortija es esa? A ver!
(Reparando
en la sortija)
Di:
de dónde la has sacado? (Alarmado)
SANDOVAL
Yo?
se la compré a su dueño. (Turbado)
CAMPOMAYOR
Sabes
que es el brasileño,
uno
de los que han robado?
SANDOVAL
(Y
ella está aquí! Dios me asista!)
CAMPOMAYOR
Dime
su nombre al momento.
Lo
que es el tener talento!
Ya
estamos sobre la pista.
SANDOVAL
Antes
-de ayer al pasar (Perplejo)
por
Coimbra, lo compré
a
un joyero; mas no sé
cómo
se pueda llamar.
CAMPOMAYOR
En
qué calle?
SANDOVAL
En
una larga.
CAMPOMAYOR
Era
alto?
SANDOVAL
No
señor: chico.
CAMPOMAYOR
De
mala traza?
SANDOVAL
De
rico,
y
una facha de botarga!
CAMPOMAYOR
Ya
caigo en quién pueda ser.
SANDOVAL
No
se equivoque usted, tío.
CAMPOMAYOR
Samuel
Mendoza, el judío.
Voy
a mandarle prender.
SANDOVAL
Es
una arbitrariedad;
sin
preceder un registro. .
CAMPOMAYOR
Puedes
creer que un ministre
haga
una barbaridad?
SANDOVAL
Pero
tío, eso es muy duro.
Debe
haber en Portugal
seguridad
personal.
CAMPOMAYOR
Pues
por eso le aseguro.
Yo
haré que esa borda dañina
pronto
en mi poder se vea.
DIANA
Padre
mío; quizá sea
la
que manda Catalina.
CAMPOMAYOR
Catalina!
Quién es ella?
DIANA
Esa
atrevida hermosura,
que
a toda la Extremadura
con
su cuadrilla atropella.
SANDOVAL
Si
tu padre dijo ya
que
ese es un cuento de viejas.
DIANA
Vamos
a ver si le dejas
que
se entere, y lo verá.
CAMPOMAYOR
Poco
a poco; en cierto modo
la
noticia era dudosa;
pero
ahora es otra cosa.
Yo
soy consecuente en todo.
DIANA
Guardé
el diario en que vienen
sus
señas una por una.
CAMPOMAYOR
Muy
bien hecho.
SANDOVAL
(Qué
importuna!)
CAMPOMAYOR
Esos
datos me convienen.
Léemelas
tú y desbroza
las
noticias accesorias.
SANDOVAL
Pero
y las requisitorias
contra
Samuel Mendoza?
CAMPOMAYOR
Tienes
razón: te agradezco
que
me lo hayas recordado.
Ya
se me había olvidado.
Voy
a extenderlas.
(Toca
una campanilla y aparees un criado con recado de escribir, y el ministro se
sienta en la mesa de juego)
SANDOVAL
Me
ofrezco
(Acompañándole)
a
serviros de escribiente.
Pero
aquí no haremos nada.
CAMPOMAYOR
Ya
verás: de una plumada
lo
dejo todo corriente. (Escribiendo)
«Samuel
Mendoza.»
SANDOVAL
(Yo
peno)
DIANA
Aquí
están! «Algo delgada;
(Con
el diario en la mano)
tez
rosada...»
CAMPOMAYOR
Tez
rosada?
Me
parece que es moreno.
DIANA
Quién?
CAMPOMAYOR
Samuel.
DIANA
Si
es Catalina
la
de las señas qué os doy.
CAMPOMAYOR
Pero
acabaremos hoy (Amostazado)
de
salir de esta piscina?
SANDOVAL
Déjale
que escriba.
CAMPOMAYOR
Eso
es:
entra
el diario en mi bufete
y
ponlo sobre el tapete:
yo
me enteraré después.
DlANA
Pero
si yo...
CAMPOMAYOR
Calla
ahora.
SANDOVAL
Aquí
os cansareis sin fruto,
y
allá dentro en un minuto
haréis
mas que aquí en una hora.
CAMPOMAYOR
Es
verdad. (Qué pronto vió (Levantándose)
mi
destreza en el despacho!
Con
el tiempo este muchacho
sabrá
tanto como yo)
Vente.
SANDOVAL
Con
mucho placer.
CAMPOMAYOR
Mandaré
prender...
(Dirigiéndose
a su cuarto: segundo de la izquierda)
SANDOVAL
Sí
tal:
la
mitad de Portugal.
CAMPOMAYOR
Eso
es lo que voy a hacer.
(Vánse
por la segunda puerta izquierda)
ESCENA X
Diana,
sola.
DIANA
Ya
que mi padre se empeña
en
no quererlas oír,
por
curiosidad siquiera
las
leeré para mí. (Leyendo.
«Algo
delgada: rosada
«la
tez; labio de carmín;
«pelo
castaño; ojos negros;
«dentadura
de marfil;
«la
frente ancha y distinguida;
«delgadita
la nariz,
«y
un lunar junto a la boca.»
Cómo
es eso? Un lunar? Sí! (Representando)
No
cabe la menor duda!
Son
desde el principio al fin
las
señas de esa duquesa
que
hace poco recibí. (Azorada)
Dios
mió! Si fuera ella!
A
quién iré yo a pedir
socorro?
Voy a dar voces.
No:
que podría acudir
y
asesinarnos a todos.
Quién
libra de esa Judit
a
trescientos convidados
que
bailan solos allí?
Voy
de mi padre al encuentro,
ESCENA XI
Diana
y Sandoval.
DIANA
Ven,
primo.
SANDOVAL
Ya
estoy contigo.
DIANA
Sálvame.
SANDOVAL
Calla
te digo.
DIANA
Catalina
está allá dentro.
Es
esa duquesa.
SANDOVAL
Sueñas.
DIANA
Léelo
y Le enterarás.
En
este papel verás
una
por una sus señas.
Tengo
certeza completa. (Dándole el papel)
SANDOVAL
Prima,
te equivocas.
DIANA
Mira.
(En
este momento aparece Catalina en la puerta del cuarto de Diana, y se esconde
detrás del respaldo de un sillón)
SANDOVAL
Con
que no ha de ser mentira
trayéndolo
la Gaceta!
DIANA
Primo,
que es ella.
SANDOVAL
Obstinada!
No
es.
DIANA
Te
digo que sí.
SANDOVAL
Hay
tal tema!
DIANA.
Lee
ahí.
SANDOVAL
Toma:
ya no dice nada.
(Rasgando
la Gaceta)
DIANA
Pues
yo me voy en seguida
a
que mi padre la vea.
SANDOVAL
Diana,
sea o no sea,
(Deteniéndola
con resolución)
yo
la amparo con mi vida.
DIANA
Cómo!
SANDOVAL
Lo
digo de veras.
DIANA
Traidor!
Con que eras su amante?
SANDOVAL
Oye
primero un instante,
y
después haz lo que quieras.
Temo
no ser comprendido
al
decirte mi cuidado,
porque
tú no has suspirado
por
un objeto querido.
DIANA
¡Nada
de suposiciones.
SANDOVAL
Pues
bien, prima, yo la adoro,
y
para mí no hay tesoro
que
valga mis ilusiones.
Tengo
riquezas, poder.
nobleza,
rango y valía...
pues
todo eso lo daría
por
esa sola mujer.
El
mundo dirá que yo hundo
mis
blasones y es así;
pero,
prima, para mí
ella
vale mas que el mundo.
Mi
título dejaré.
del
cual tú eres heredera,
y
en una playa extranjera
ignorado
viviré.
Préstame,
pues, tu favor,
y
harás la dicha de un hombre,
que
te da riqueza y nombre
para
cumplir con su amor.
DIANA
No
exijo tal sacrificio
para
salvarla.
SANDOVAL,
Hazlo pues.
DIANA
Ni
me obliga el interés
para
hacerle un beneficio,
Qué
harás si yo lo procuro?
SANDOVA
A
lo que quieras me allano.
DIANA
Que
al ofrecerle mi mano
la
has de rehusar.
SANDOVAL
Lo
juro.
DIANA
De
veras?
SANDOVAL
Como
lo digo.
DIANA
Ante
mi padre ha de ser..
SANDOVAL
Ante
el mismo Lucifer.
DIANA
Entonces
cuenta conmigo.
SANDOVAL
Mas
que recuerdes te advierto
que
tu padre no permite
que
coche alguno transite
excepto
el suyo.
DIANA
Es
muy cierto.
SANDOVAL
Piensa,
por Dios, que un registro
la
puede comprometer.
DIANA
No
temas.
SANDOVAL
Qué
vas a hacer?
DIANA
Darle
el coche del ministro.
SANDOVAL
Prima,
me vuelves la vida.
DIANA
(Mas
me la vuelves tú a mí)
SANDOVAL
Dónde
ha de esperar?
DIANA
Allí.
(Señalando
el primer cuarto de la izquierda)
Hay
una oculta salida,
que
da al patio; es menester
que
se escape sin tardar:
voy
a mandar enganchar.
SANDOVAL
Salga
esa pobre mujer.
(En
este momento avanza Catalina con dignidad,
sin
ser vista, a la escena)
DIANA
Pobre
mujer! Así llamas
a
esa arpía seductora?
A
esa per… fecta señora,
que
es modelo de las damas?
(En
este momento se encuentra con Catalina al lado, y se queda cortada; y va
retrocediendo haciendo referencias hasta el salón del baile)
ESCENA XII
Catalina
y Sandoval.
SANDOVAL
Estabas
ahí escondida?
Qué
es lo que espiabas, di?
CATALINA
Sandoval,
te oía a tí,
y
he llorado enternecida.
Después
de lo sucedido
tu
boda va a fracasar,
y
vas por mí a renunciar
a
tan brillante partido?
SANDOVAL
Sí:
porque salvarle quiero
aunque
sea en daño mío.
Huye:
va a salir mi tío,
y
si te prenden me muero.
CATALINA
Tanto
interés no merezco:
mas
no me arredra el temor.
SANDOVAL
Huye
en nombre de mi amor.
CATALINA
De
tu amor? Ay! te obedezco.
Y
qué harás tú?
SANDOVAL
El
labio sella,
y
huye sin mas dilación.
CATALINA
Y el
tío?
SANDOVAL
Tienes
razón.
(Hace
una seña en la puerta del salón de baile y salo Rebolledo)
Vete
por allí con ella.
(Señalando
la puerta primera de la izquierda)
CATALINA
(Cuánto
el oírle me place! (Marchándose)
Podré
creer en su fé?
Se
casará? No me iré
sin
saber el desenlace)
ESCENA XIII
Sandoval
sale, y luego el Conde, el Escribano un Criado que saldrán del bufete del Conde.
Luego Diana, Don Sebastián y demás caballeros y damas, quo saldrán del salón
del
baile.
SANDOVAL
Guíete
de Dios la mano.
(Dejándose
caer en un sillón)
No
puedo tenerme en pie.
CAMPOMAYOR
Anda,
avisa a todos, que
ya
ha llegado el escribano.
DIANA
(El
coche está ya enganchado)
(Bajo
a Sandoval)
CAMPOMAYOR
Yo
pensé hacer un discurso (A D. Sebastián)
al
distinguido concurso:
pero
no estoy preparado.
SEBASTIAN
Con
facundia tan notoria
debéis
hablar de repente.
CAMPOMAYOR
Decís
bien: precisamente
es
mi fuerte la oratoria.
SEBASTIAN
(Fueron
vanos mi conatos)
DIANA
(No
temáis, don Sebastián)
(Pasando
a su lado)
SEBASTIAN
(Que
no tema, cuando van
a
firmarse los contratos!
Si
se negara mi bien?)
CAMPOMAYOR
Señores,
como he anunciado,
la
hija del hombre de Estado
hoy
toma estado también.
Y
al estrechar este tierno
lazo
de amor conyugal,
mi
sobrino Sandoval
pasa
de sobrino a yerno.
TODOS
Bien:
muy bien! (Aprobando)
CAMPOMAYOR
En
su inquietud,
adivina
mi experiencia,
que
bulle en él la impaciencia
hija
de la juventud.
Y
es natural se impaciente;
pues
como dice un autor
muy
conocido, el amor
es
una pasión vehemente.
Herederos
de mi gloria
tendrá
el país, si yo muerto;
mientras
que tranquilo, espero
a
que me juzgue la historia.
TODOS
Cierto.
(Con murmullos de aprobación)
ESCRIBANO
Con
mejores modos (A Campomayor)
no
hablaría Cicerón.
CAMPOMAYOR
Gracias;
hice una oración
(Con
fingida humildad)
que
está al alcance de todos.
(Música)
CORO
Mil
parabienes
al
orador.
Vuestra
arenga ha sido digna
de
un ministro como vos.
CAMPOMAYOR
Nobles
amigos,
gracias
os doy:
sois
amables en extremo:
no
merezco tanto honor.
Demos
comienzo
a
la función.
Firma,
hija mía.
DIANA
Firmo,
señor.
SEBASTIAN
(A
mi esperanza
hizo
traición.
Firmó
la impía!)
CATALINA
y REBOLLEDO
(Ya
ella firmó)
CAMPOMAYOR
Sobrino
mío,
os
toca a vos.
CATALINA
(Cómo
palpita
mi
corazón!)
SANDOVAL
A
fuer de noble
(Con
entereza, mientras el Ministro recibe los plácemes de los convidados)
y
hombre de honor,
declaro
a toda
la
reunión,
que
este contrato
rechazo
yo,
porque
en mi pecho
falta
el amor.
CAMPOMAYOR
Qué
diablos dice?
Cono.
Dice que no.
CATALINA
Más
que mi vida
vale
tu amor.
Dios
te bendiga
por
ese no.
(Desaparece
con Rebolledo)
CONCERTANTE
CAMPOMAYOR
A
mi linaje
tamaño
ultraje!
Qué
dirá, oh cielos!
la
capital.
Al
ver juguete
de
un mozalbete
todo
un ministro
de
Portugal.
SANDOVAL
(Hasta
que baje
y
halle el carruaje,
cunde
en mis venas
hielo
mortal.
Veo
su vida
comprometida
ante
el ministro
de
Portugal)
SEBASTIAN
y CORO
En
el visaje
del
personaje
se
lee el chasco
descomunal,
que
sin rebozo
ha
dado el mozo
al
buen ministro
de
Portugal)
(En
este momento se oye sí ruido de un coche que parte)
CAMPOMAYOR
Un
cacho que parte!
Quién
es el audaz
que
a lo que yo mando
se
atreve a faltar?
(Va
a mirar por la ventana)
Oh
cielos! El mió,
que
a escape se va.
DIANA.
(Cumplí
mi promesa)
(A
Sandoval)
SANDOVAL
(Salvados
están!)
(Sale
un criado con una tarjeta en la mano y se la entrega a D. Sebastián)
SEBASTIAN
Señor,
esa dama
que
vino poco há
y su
compañero,
las
gracias os dan
del
coche y el tiro
que
vos les prestáis.
CAMPOMAYOR
De
qué estáis hablando?
SEBASTIAN
De
aquella beldad.
CAMPOMAYOR
Quién
es la atrevida
que
ha osado abusar
del
coche y el tiro
gubernamental?
SANDOVAL
(Aquí
va a ser ella)
CAMPOMAYOR
Su
nombre.
CRIADO
Tomad.
(Dándole
la tarjeta)
CAMPOMAYOR
«La
Catalina.» (Leyendo)
Esta
es peor.
Me
va a dar algo
sin
remisión.
CORO
Volver
no puedo
de
mi estupor.
CAMPOMAYOR
Me
ocurre una idea
sin
ejemplar;
debemos
al punto
irla
a alcanzar.
Mil
ducados
bien
pagados,
a
cualquiera
de
mi grey,
que
la traiga
a
que caiga
bajo
el peso
de
la ley.
CORO
GENERAL
'Por
mas que corramos
de
buena fé,
pensad
que tras ella
vamos
a pié.
Probaremos,
correremos,
para
que esa
inícua
grey,
caiga
hundida
y
destruida
bajo
el peso
de
la ley.
(Termina
el acto en el mayor barullo, corriendo cada uno hacia distinto lado)
FIN DEL ACTO SEGUNDO
ACTO TERCERO
Salón
del Trono del palacio real de Lisboa. Rompimiento de columnas que divida la
primera parte del salón de la otra mitad interior donde estará el Trono en el
centro, por medio de un rico cortinaje corrido. Dos puertas grandes, una a
derecha y otra a izquierda. Mesa con tapete de damasco con las armas reales a
la izquierda del actor. Sillón regio y escribanía.
ESCENA PRIMERA
Varios
grupos de Cortesanos en animados cuchicheos.
CORO
UNOS
Qué
nuevas corren?
Se
sabe ya
a
quién elige
su
majestad?
OTROS
Cada
regente
tiene
su plan,
y
nadie sabe
quién
triunfará.
UNOS
Conviene
mucho
olfatear:
va
en ello nuestra
prosperidad.
OTROS
Nuestras
lisonjas
no
faltarán
a
aquel que escoja
su
majestad.
UNOS
Por
noticias muy seguras
y
verídicos relatos
sé
que hoy llegan miniaturas
de
diversos candidatos.
Y
se susurra
que
ha contestado
a
la regencia
su
majestad,
que
entre lo vivo
y
lo pintado
suele
haber mucha
desigualdad.
OTROS
Y
es la verdad.
UNOS
No
fía en láminas
su
majestad.
OTROS
Diz
que muestra gran deseo
de
tenerlo muy tratado,
porque
nunca ha visto feo
ningún
príncipe pintado.
Por
eso, añaden
que
tiene gana
de
fallar sola
esta
cuestión:
porque
no quiere
la
soberana
dar
por retrato
su
corazón.
UNOS
Tiene
razón.
OTROS
Todos
seremos
de
su opinión.
Saber
conviene ahora
qué
opina la regencia:
al
cabo, a su influencia
le
toca el proponer.
Quememos
sin demora
incienso
a la privanza;
pongamos
sin tardanza
la
proa hacia el poder. (Vánse derecha)
ESCENA II
Sandoval
y D. Sebastián, ambos de gala: el primero puerta derecha y el segundo por la de
la izquierda.
SEBASTIAN
Enrique
del alma mía!
SANDOVAL
Cómo
aquí, don Sebastián?
SEBASTIAN
Doy
por la primera vez
la
guardia a su majestad:
hace
una hora que he entrado.
SANDOVAL
Vamos,
cuéntame; qué tal?
Es
tan bella como dicen
nuestra
reina?
SEBASTIAN
Creerás
que
aun no he podido verla?
Acabado
de llegar,
tu
bella prima Diana
ha
tenido la bondad
de
interesarse por mí,
y
con su empeño eficaz
conseguí
entrar de guardia
de
la reina.
SANDOVAL
Entiendo:
vas
buscando
otra charretera!
SEBASTIAN
Qué
quieres! Es natural.
Hoy
nuestra reina María
entra
en mayor edad,
y
entre las gracias que lluevan
me
toque alguna quizás.
SANDOVAL
Si
el ministro te protege...
SEBASTIAN
Dios
lo quiera. Ya sabrás
que
hoy se esperaba a la reina
para
su entrada triunfal
en
la ciudad de Lisboa;
pues
hace dos noches ya
que
sin sentirlo la tierra
pareció
su majestad,
como
llovida del cielo ,
en
su palacio real:
y
eso que de Extremadura
hay
un trecho regular.
SANDOVAL
Los
jinetes de la escolta
habrán
hecho el gasto.
SEBASTIAN
Ca!
Sin
un solo hombre de escolta;
eso
es lo particular.
SANDOVAL
De
veras?
SEBASTIAN
Toma!
La gracia
está
en eso; lo demás
sería...
SANDOVAL
Pues
esa gracia
tiene
poca gracia; andar
á
exponerse a que una horda
de
malhechores, quizás
atentara
a su existencia!
SEBASTIAN
Al
irla a felicitar
la
corte, todos dijeron
lo
que tú.
SANDOVAL
Es
natural.
SEBASTIAN
Y
al hablarla de bandidos
contesta
que no los hay.
SANDOVAL
Que
me lo pregunte a mí.
SEBASTIAN
Y
a mí! Ya te acordarás
del
chasco de Catalina?
SANDOVAL
Dime
¿ha logrado indagar
algo
de su paradero
mi
tío el ministro?
SEBASTIAN
Está
lo
mismo que el primer día.
Te
acuerdas de aquel truhán
que
la acompañó a la quinta,
que
nunca quiso soltar
una
caja que llevaba
debajo
del brazo?
SANDOVAL
Es
verdad.
SEBASTIAN
Pues
resultó de las señas
que
se tomaron allá,
que
aquella caja es la misma
de
la joyería real
en
que estaban los diamantes
robados:
y en ellos los que han..
Pues!
SANDOVAL
Entiendo
(Desdichada!)
SEBASTIAN
Esa
canalla, es capaz...
SANDOVAL
(A
quién se lo cuenta.) Crees...
SEBASTIAN
De
cualquiera atrocidad.
Y
a todo esto, a nuestra vuelta
no
te puedes figurar
en
qué lío nos metieron...
SANDOVAL
Y
por qué?
SEBASTIAN
Recordarás
que
tu tío prohibió
que
pudiese transitar
coche
alguno, excepto el suyo:
pero
como el suyo...
SANDOVAL
Ya!
SEBASTIAN
Se
lo llevó con su astucia
esa
mujer infernal,
tu
tío, Diana y yo
tuvimos
que apechugar
con
el primero que hállanos;
empezó
la marcha, y a
cada
vuelta del camino
un
piquete en el cristal:
«De
orden del señor ministro
sírvanse
ustedes bajar...
Pero.
..«No hay pero que valga.
Abajo.»
Comprenderás
cómo
estarla tu tío.
«Soy
el ministro!»— «No hay tal;
conocemos
su carruaje,
que
ha pasado rato há.»
La
pobrecilla Diana
le
quería sosegar,
diciendo
que eran sus órdenes,
y
que ellos no hacían mas
que
cumplirlas: y él gritaba...
«Pero
cómo he de mandar
que
me detengan a mí
y
que pasen los demás?»
SANDOVAL
Ese
rasgo es de mi tío,
auténtico,
original.
SEBASTIAN
Para
mí y para Diana,
a
decirte la verdad,
no
era pesado el camino;
ya
sabes: cuando uno va
al
lado del bien que adora...
SANDOVAL
Cómo
es eso? Perillán!
Así
has cumplido el encargo
que
te hice yo al marchar?
SEBASTIAN
Te
diré: me pareció
que
el medio mas eficaz
de
impedir que otro cualquiera
la
viniese a enamorar...
SANDOVAL
Era
enamorarla tú?
Vaya
un medio singular
de
cumplir con los encargos!
SEBASTIAN
Como
ella es tan linda y tan...
SANDOVAL
Pues
me gusta la salida!
Váyase
usted a fiar
de...
SEBASTIAN
No
puedes figurarte
qué
peso tan colosal
sentí
quitarme de encima,
cuando
te oí pronunciar
aquel
no tan decidido!
Qué
heroico estuviste!
SANDOVAL
Ya!
SEBASTIAN
Y
como ahora ya cuento
con
que nos protegerás...
SANDOVAL
Veremos.
Y a esos amores
qué
dice mi tío!
SEBASTIAN
Está
completamente
en ayunas.
Si
él llegase a sospechar
así...
SANDOVAL
Qué
sucedería?
Que
me desahuciara.
SEBASTIAN
Bah!
Si
consigues que él se oponga,
antes
de un mes os casáis.
ESCENA III
Dichos,
el Conde de Montemayor y Diana, de gala.
CAMPOMAYOR
Por
mis que la reina insista,
cállate.
(A su hija)
SANDOVAL
Tío
y señor...
CAMPOMAYOR
Cómo
tiene usted valor
de
presentarse a mi vista?
SANDOVAL
Estando
yo antes aquí
debéis
confesar por Dios,
que
no soy yo, sino vos
el
que os presentáis a mí.
CAMPOMAYOR
Y
qué? Sábete, aunque ensartes
esa
prueba inconducente,
que
el gobierno, virtualmente,
está
siempre en todas parles.
SANDOVAL
De
sobra... lo sé yo ya.
CAMPOMAYOR
Me
alegro. Vamos a ver:
podrá
el gobierno saber
qué
viniste a hacer acá?
SANDOVAL
Tío,
no he venido a mas
que
a besar la regia diestra:
pero
estrecharé la vuestra
antes.
CAMPOMAYOR
La
mía? Jamás.
Casada
la reina espera
que
va a encontrar a Diana
Qué
diré a la soberana?
SANDOVAL
Decidla
que está soltera.
Mas
si fuese vuestro plan
el
casarla pronto y bien,
dadla
en matrimonio...
CAMPOMAYOR
A
quién!
SANDOVAL
A
quién? A don Sebastián.
El
idolatra a la bella;
ella
idolatra al doncel...
CAMPOMAYOR
Es
decir que ella ama a él?...
SANDOVAL
Justamente;
y él a ella.
Lo
haréis como digo yo:
no
es verdad, tío del alma?
CAMPOMAYOR
Lo
meditaré con calma;
no
digo ni sí, ni no.
Vea
si medrar pudiere:
y
sí llega a prosperar...
DIANA
Podrá
entonces esperar? (Cariñosamente)
CAMPOMAYOR
Si
tal: que espere, que espere.
Ministro
de Portugal
yo
soy, pero no ambiciono
el
colocarle en el trono:
cuando
sea general...
SEBASTIAN
Dios
mío!
CAMPOMAYOR
Buscad
h traza;
y
como decirse suele,
si
sois perro que bien huele
yo
os daré rastro de caza.
SEBASTIAN
Pues
bien, dádmelo cuanto antes.
CAMPOMAYOR
Tendrá
riquezas y honores
el
que prenda a los traidores
que
robaron los diamantes.
SEBASTIAN
Pero,
están aquí?
CAMPOMAYOR
Lo
infiero:
sé
que llegaron de noche,
y
al apearse del coche,
fue
tras ellos mi cochero.
Su
propina les pidió
y...
creéis que esos canallas
le
dieron cuatro medallas?...
SEBASTIAN
Falsas?
CAMPOMAYOR
Eso
dije yo.
Mandé
llamar al momento
al
ensayador Paredes.
SANDOVAL
Y
bien?
CAMPOMAYOR
Ahí
verán ustedes
cómo
fracasa el talento.
Mi
cochero sostenía
que
eran buenas: yo que no:
y
el ensayador falló...
TODOS
Por
supuesto!
CAMPOMAYOR
En
contra mía.
Por
poco entonces le enristro
por
tamaño desafuero...
SANDOVAL
Por
qué?
CAMPOMAYOR
Porque
dio aun cochero
la
razón contra un ministro.
SANDOVAL
Teniéndola,
no es desdoro.
CAMPOMAYOR
Cierto:
yo me acaloré,
pero
luego recordé
que
la razón se da a un mero.
Ello
no ha de pasar de hoy
que
no estén en mi poder...
SANDOVAL
Pero,
podremos saber
en
qué paró?
CAMPOMAYOR
A
eso voy.
Interrogando
despacio
al
cochero, me afirmó
que
a los ladrones dejó
en
la puerta de palacio.
Con
que aquí de vuestras obras.
(A Sebastián)
SEBASTIAN
Creéis
que aun estén?
CAMPOMAYOR
Yo?
sí.
SANDOVAL
Y
a qué vendrían aquí?
CAMPOMAYOR
Toma!
A arrebañar las sobras.
Yo
mandé, por precaución,
que
venga la policía
a
guardar la joyería.
SEBASTIAN
Han
dejado algo?
CAMPOMAYOR
El
cajón.
SEBASTIAN
Sois
un ministro sin par.
No
me canso de admiraros:
busco
con quien compararos
y
no lo puedo encontrar.
CAMPOMAYOT
En
la edad presente, no;
porque
son siglos oscuros:
pero
en los tiempos futuros
habrá
algunos como yo.
El
consejo de regencia
debe
unirse luego,
y
voy a poner en juego
el
peso de mí influencia
en
una grave cuestión.
Es
un encargo espinoso,
dar
a la reina un esposo
digno
de nuestra nación,
DIANA
Y
quién se lo ha de escoger?
CAMPOMAYOR
De
su padre la bondad
impuso
a nuestra lealtad
este
penoso deber,
y
como yo solo trato
del
bien del país, confío
darle
un candidato mío.
SANDOVAL
(Desdichado
candidato!)
SEBASTIAN
Y
yo por ver si consigo
merecer
vuestra indulgencia,
voy
con toda diligencia
a
acechar a! enemigo.
(D.
Sebastián va a dirigirse a la puerta derecha y aparece en ella un Ujier)
UJIER
Su
excelencia, el Conde Alfredo
Magallanes
de las Fuentes. (Váse)
ESCENA IV
Dichos
y Rebolledo de gran gala con toda esplendidez.
CAMPOMAYOR
Gran
casa! Sus ascendientes
lucharon
con Godofredo,
(Música)
(Al
ver a Rebolledo se queda estático D. Sebastián cerca de la puerta: Sandoval y
Diana hacia la izquierda en primer término; pero el Ministro contempla a
Rebolledo muy satisfecho, y este le saluda extremado con toda seguridad)
SEBASTIAN,
DIANA y SANDOVAL
Ah!
SEBASTIAN
Qué
miro?
DIANA
Primo!
SANDOVAL
Oh
Dios!
DIANA
y SANDOVAL
Me
confunde
su
valor.
CONCERTANTE
SEBASTIAN
(Si
no mienten mis sentidos
es
la cara del villano,
que
al tesoro soberano
ha
atentado criminal!)
SANDOVAL
Piensa,
prima, que mi amada, (A Diana)
estará
con el villano:
si
descubres el arcano
nos
casamos, pese a tal!
DIANA
Yo
haré, primo, sin demora (A Sandoval)
todo
cuanto esté en mi mano,
por
sacarle del pantano
y
salvar a mi rival.
CAMPOMAYOR
(En el grave continente
de
este noble lusitano,
se
adivina de antemano
que
es persona principal)
REBOLLEDO
(Entre
un falso monedero
y
un ministro cortesano,
jugaremos
mano a mano,
que
el partido es muy igual)
SEBASTIAN
Oigame
aparte, (Al Ministro)
CAMPOMAYOR
Qué
me quedéis?
SEBASTIAN
En
ese conde
creo
yo ver
un
exactísimo
retrato
fiel
de
aquel bandido
de
Lucifer.
CAMPOMAYOR
En
ese conde?
No
puede ser.
Bien
sus modales
dicen
quien es.
SEBASTIAN
Yo
lo jurara.
CAMPOMAYOR
De
veras, eh?
Como
al bandido
ver
no logré,
antes
que hagamos
un
mal papel,
sin
que é! lo observe
haced
que os den
mi
hija y Enrique
su
parecer.
REBOLLEDO
(De
estas cabezas,
voto
a Luzbel,
exceptuando
la
del Marqués,
ninguna
tiene
peso
de ley)
(Sebastián
se acerca con el Ministro a Sandoval a soto, voce)
SEBASTIAN
(Mira
bien con atención
a
ese conde que está aquí.
No
es verdad que es el ladrón?
SANDOVAL
Se
parece como a mí.
(EI
Ministro mira a D. Sebastián con ojos de compasión: como diciendo... «Qué
aturdido es este joven» D. Sebastián coge al Ministro y se dirige con el a
Diana)
SEBASTIAN
Observad
con atención (A Diana)
á
ese conde que está aquí.
No
es verdad que es el ladrón?
DIANA
Se
parece como a mí.
CAMPOMAYOR
Por
fortuna su opinión
tan
a ciegas no creí:
si
no tengo previsión
es
un chasco para mi.
SEBASTIAN
Señor,
no tengáis duda.
CAMPOMAYOR
Andad
con Lucifer!
SEBASTIAN
Señor,
yo juraría...
CAMPOMAYOR
Jurara
yo también
que
vos soñáis despierto.
SEBASTIAN
Y
me lo harán creer.
Es
su gesto, su ademán,
y
todos dicen
que
es aprensión:
Yo
jurara, voto a san!
que
se parece
mucho
al ladrón)
DIANA
y SANDOVAL
Veis
visiones, Sebastián.
burla
el deseo
vuestra
razón.
Por
salir a capitán
en
cada sombra
veis
un ladrón.
REBOLLEDO
(Qué
demonios tratarán
en
su indiscreta
conversación?
De
los labios del galán,
pende
tan solo
verme
en prisión)
CAMPOMAYOR
(Hoy
sin falta a Sebastián
mando
a un castillo
por
corrección...
por
creer que haya un truhán
entre
personas
de
distinción)
CAMPOMAYOR
Vos
sois Fuentes de Tavira? (A Rebolledo)
REBOLLEDO
No
señor: Fuentes de Alama.
CAMPOMAYOR
Entonces es otra rama.
Ya
la conozco.
REBOLLEDO
(Mentira)
CAMPOMAYOR
Un
antecesor murió
en
el Brasil, de virrey,
y
descendía del rey...
REBOLLEDO
Cabal.
(Del rey que rabió)
Y,
qué hablabais?
CAMPOMAYOR
No
os asombre:
el
señor don Sebastián
hallaba
en vuestro ademán
que
os parecéis a un mal hombre.
REBOLLEDO
Es
tal vez el mayordomo
de
cierta dama?
CAMPOMAYOR
Cabal!
Le
conocéis vos?
REBOLLEDO
Sí
tal:
un
bribón de tomo y lomo,
que
es pariente y parecido.
SEBASTIAN
Ved
si tuve ojo certero.
Perdonadme,
caballero, (A Rebolledo)
si
en tal error he incurrido.
(Y
en efecto, hay diferencia:
en
este hay mas dignidad)
(Sale
un Ujier)
UJIER
Señores,
su majestad
no
recibe hoy en audiencia.
CAMPOMAYOR
Es
claro; hoy no corresponde.
Aun
debemos despachar...
UJIER
Solamente
es dable entrar
en
la estancia, al señor Conde.
(Por
Rebolledo)
CAMPOMAYOR
Al
conde? Pues voto a tal!
y
a mí?
UJIER
No
hay orden alguna.
CAMPOMAYOR
(Sospecho
que el conde es una
influencia
extralegal:
me
lo ha dado el corazón)
UJIER
Señores,
su majestad
ruega
tengan la bondad
de
despejar el salón. (Váse)
SANDOVAL
Si
ahora tu buena estrella (Bajo a Rebolledo)
te
libra de mi furor,
agradécelo
al temor
de
que la prendan a ella.
Pero
en la antesala espero,
y
al mas leve desacato
contra
la reina, te mato.
REBOLLEDO
Muchas
gracias, caballero.
(Vánse
todos por la derecha menos Rebolledo)
ESCENA V
Rebolledo
solo.
REBOLLEDO
Me
llama su majestad
a
solas en conferencia:
cuestión
debe ser la audiencia
de
muchísima entidad.
Me
siento... cosa mas rara!
un
si es, no es, asustado:
como
yo nunca he mirado
a
una reina cara a cara!..
Mas
qué hay en ello que asombre
o
pueda infundir temores?
En
apreturas mayores
me
he visto, voto a mi nombre!
(Saca
un pliego)
la
memoria traigo aquí
que
a la reina he de entregar.
Habré
logrado acertar?
Vamos
a ver. Dice así: (Lee)
«Estando
preso, sonora,
por
la santa inquisición,
una
dama en mi prisión
entró
cubierta a deshora,
y
me dijo: «Rebolledo,
tu
vida quiero salvar:
me
puedes falsificar
este
diamante? Si puedo;
mas
viviendo de esta suerte
no
es posible tal faena.»
Ella
rompió mi cadena
y
mi sentencia de muerte.
La
obra al fin se acabó;
y
al mostrársela altanero,
el
diamante verdadero
con
el falso confundió!
Dama
vuestra dijo que era,
y
que vuestra real persona
al
recibir la corona
de
que era digna heredera,
hallaba
a su pueblo amado
triste,
pobre y abatido,
y
agotado y consumido
todo
arbitrio del Estado.
«Este
es el medio mejor
«de
consolar tanta pena.»
Dijo;
y abrió un arca llena
de
joyas de gran valor.
«Falsificadlas;
que el oro
ponga
fin a la indigencia,
sin
que pierda en la apariencia
nuestra
reina su tesoro.»
Pasando
por mi sobrina,
vuestra
dama ha inspeccionado
el
pasmoso resultado
de
mi actividad contínua.
Ya
la obra se acabó
y
a vuestras plantas la ofrezco;
decidme
si ya merezco
la
vida que ella me dio. (Representando)
Bien.
Lo demás es corriente.
En
pago de mi lealtad,
me
nombra su majestad
de
policía intendente.
Verá
la reina si puedo,
o
no, el empleo servir.—
UJIER
Su
majestad va a salir.
REBOLLEDO
Ea,
valor, Rebolledo!
ESCENA VI
Rebolledo,
La Reina, sin adorno en la cabeza: Rebolledo va a besarla la mano.
REINA
Levanta,
Rebolledo.
REBOLLEDO
Gran
señora...
Qué
miro! Catalina!
La
confidenta de la reina!
REINA
Nunca.
La
reina es quien pasó por tu sobrina.
REBOLLEDO
Señora...
REINA
Tu
lealtad ha redimido
las
faltas que otro tiempo cometieras:
y
cuando esta mañana
de
Portugal yo ciña la diadema,
falso
será el tesoro
en
mi sien colocado;
pero
por tí mis pueblos tendrán oro
y
abundancia las arcas del Estado.
REBOLLEDO
Aquí
tenéis, señora,
factura
competente
de
cuantas ricas joyas hasta ahora
por
vos falsifiqué: cuenta corriente
también
encontrareis de los caudales
con
que cada emisario
al
recorrer extrañas capitales
el
tesoro aumentó de vuestro Erario.
REINA
Mil
gracias, Rebolledo.
Ya,
al presente, reinar sin vejaciones
en
mis dominios puedo;
pero
cuenta, que nadie en este día
sospeche
tan siquiera
la
mala ley de la corona mía.
REBOLLEDO
Con
la vida, señora, respondiera.
Que
al mirar de su reina la persona
la
turba cortesana,
aun
mas que el resplandor de la corona
la
cegará los rayos que despida
la
frente de su hermosa soberana.
REINA
Adulador
se vuelve el intendente;
y
cuenta, que al confiarle tal encargo
exijo
que me diga lo que siente:
dulce,
si es dulce: amargo, si es amargo.
Vamos
a ver. Qué dice
el
pueblo portugués? Está contento?
REBOLLEDO
Vuestro
pueblo bendice
el
dichoso momento
en
que, según del rey el testamento,
elija
la regencia vuestro esposo;
y
hasta haberlo aceptado
no
seréis de este reino soberana.
REINA
Y
no se ha vislumbrado
de
los regentes la intención?
REBOLLEDO
Señora,
la
diplomacia en trabajar se afana.
Del
Pontífice a expensas
dicen
algunos que Pombak recibe
cantidades
inmensas,
para
que entre los príncipes de Ñápeles
elija
para vos real marido,
El
marqués de Lautza, según dicen,
se
encuentra por el Austria decidido.
Campomayor
navega en rumbo vario;
susurran
si a la España está vendido.
REINA
Es
decir, que mi esposo...
REBOLLEDO
Será
el que puje mas en la subasta.
El
porvenir, por cierto, no es hermoso
para
un ángel cual vos.
REINA
Oh!
basta! basta?
REBOLLEDO
Si
mi relato, oh reina! os incomoda,
la
relación suspendo...
REINA
No:
prosigue
hasta
decirla toda.
REBOLLEDO
Toda?
REINA
Toda.
REBOLLEDO
Pues
he llegado a averiguar, señora,
que
un noble portugués, no amigo mió,
con
el alma os adora.
REINA
Adorar
a la reina? Desvarío!
REBOLLEDO
A
la reina? No es eso.
Y este
amor, que quizás labre su ruina,
me
valiera estar preso,
si
no hubieran debido prender juntos
al
par de Rebolledo a Catalina.
REINA
Don
Enrique?
REBOLLEDO
Es
el nombre del amante.
REINA
Yo
haré que pague cara su osadía:
(Con
fingido rigor)
de
Portugal le alejaré al instante.
REBOLLEDO
Mejor
premio su llama merecía.
REINA
Silencio,
Rebolledo:
noticias,
no consejos te demando.
Voy
a reinar, y acariciar no puedo
ensueños
ilusorios.
REBOLLEDO
Pero
un amor
que
vuestro honor no ultraje...
REINA
Imposible!
REBOLLEDO
Señora,
yo creía
que
en el real lenguaje
la
palabra imposible no existía.
REINA
Idos:
quiero estar sola.
REBOLLEDO
Me
retiro.
REINA
Mas
tarde volveréis.
REBOLLEDO
Lo
haré, señora.
(Mira
a la Reina, que ha llevado el pañuelo a les ojos, y la voz tomada del llanto)
Se
escapa de sus labios un suspiro!
Desde
que es reina, llora. (Váse)
ESCENA VII
La
Reina sola.
(Música)
REINA
De
qué me sirve, oh cielo!
el
trono y su esplendor.
si
cuesta la corona
la
paz del corazón!
Sus
tiernas quejas
dice
el pastor
a
la zagala
que
enamoró;
y
hasta el mendigo
tiene
elección
cuando
abre el alma
a
un casto amor.
Ay!
Todos hallan dicha;
pero
la reina, no.
Huye
del alma,
blanca
ilusión,
que
el pecho mió
acarició.
Débil
y amante
mi
corazón,
riega
con lágrimas
su
último adiós.
Ay!
todos tienen goces:
pero
la reina, no,
ESCENA VIII
Reina,
sentada, y Campomayor.
CAMPOMAYOR
Si
permites...
REINA
Permitido.
CAMPOMAYOR
Del
consejo vengo en nombre,
a
daros cuenta del nombre
a
quien hemos elegido.
REINA
Tanta premura me extraña.
Y
quién es, Campomayor?
CAMPOMAYOR
Señora,
tendrá este honor
un
hijo del rey de España.
El
reino de España es tierra
que
hace tiempo debería
ser
nuestra, y lo será el día
que
apelemos a la guerra.
REINA
Soy
de la misma opinión.
Si
se abriese una campaña
entre
Portugal y España
harían
una nación.
Con
la diferencia sola
de
llamarse la tierra esa...
CAMPOMAYOR
Península
Portuguesa...
REINA
O
península Española. (Con intención)
Cuestión
de nombre.
CAMPOMAYOR
Es
verdad.
Pero
mi plan lo concilia
con
un lazo de familia;
y
pues vuestra majestad
es
de la misma opinión...
ruego
se digne firmar... (Le da el acta)
REINA
Bien.
Solo quiero apuntar (La mira)
una
modificación. (Escribe)
CAMPOMAYOR
(Qué
efecto le ha hecho el modo
con
que se lo he presentado!
En
los negocios de Estado
la
buena forma es el todo!)
REINA
Tomad.
(Le devuelve el acta)
CAMPOMAYOR
(Qué
pronto accedió!) (Lee)
«El
consejo poderoso
«permitirá
que mi esposo
«pueda
escogérmele yo.»
REINA
Qué
os parece?
CAMPOMAYOR
Como
cuadre
a
vuestro mejor intento:
mas
no obstante, el testamento
de
vuestro difunto padre
y
las leyes del país,
quedarán
en descubierto.
REINA
Todo
se hará de concierto
si
vosotros consentís.
CAMPOMAYOR
Pero
la ley ..
REINA
Ya
lo sé.
Si
acaso el consejo invoca
la
ley, por lo que a mí toca
yo
también la invocaré.
Sabéis
que mis gobernantes
responden
de mis riquezas
con
sus bienes y cabezas?
En
dónde están mis diamante?
CAMPOMAYOR
Señora,
una mano aleve
ese
tesoro ha robado.
REINA
Y
un ministro de Estado
a
decírmelo se atreve?
Es
así como guardáis,
ministros
de mala ley,
los
bienes de vuestro rey?
CAMPOMAYOR
Señora,
os equivocáis.
De
cuanto aquí aconteció,
no
puedo ser delincuente,
porque
me encontraba ausente.
No
sucediera a estar yo.
REINA
Esa
excusa no os abona;
porque
sé de buena tinta
que
se alojó en vuestra quinta.-.
CAMPOMAYOR
Quién,
señora?
REINA
La
ladrona.
CAMPOMAYOR
(Quién
demonios la informó?)
Señora,
me calumniaron;
no
hay tal cosa: os engañaron.
REINA
Con
que no hay tal cosa?
CAMPOMAYOR
No.
REINA
Pues
me han contado, que el viaje
desde
vuestra quinta. Conde,
lo
hizo Catalina...
CAMPOMAYOR
Dónde?
REINA
En
vuestro propio carruaje.
CAMPOMAYOR
(Pues
señor yo pierdo el tino!)
Qué
iniquidad!
REINA
Y
añadieron
que
vuestros cómplices fueron
Diana
y vuestro sobrino.
CAMPOMAYOR
De
ese no digo que no.
(Ya
que avanza el torbellino,
que
se pierda mi sobrino
con
tal que me salve yo)
REINA
Pues
prendedle sin demora,
aquí
mismo... lo entendéis?
y
a los regentes diréis...
CAMPOMAYOR
Qué
he de decirles, señora?
REINA
Que
esa ley aunque tirana,
dispuesta
a atacar estoy;
mas
si ellos la cumplen hoy
cumpliré
yo otra mañana.
Que
lo mediten bien antes;
porque
en la coronación
quiero
mi libre elección
con
su firma, ó mi? diamantes.
CAMPOMAYOR
Señora,
por caridad!
REINA
Mis
diamantes.
CAMPOMAYOR
(Suerte
impía!)
ESCENA IX
Dichos,
Diana.
DIANA
Señor...
CAMPOMAYOR
Quién
es? Hija mía,
ven,
ruega a su majestad.
mi
vida está amenazada! (Al oído)
DIANA
Ah!
piedad de él y de mi.
Cielos!
(Reconociendo a la Reina)
REINA
Calla;
y di que sí. (Bajo a Diana)
DIANA
Señora...
REINA
(No
temas nada)
Si
sois culpable, o no, Conde,
que
vuestra hija lo decida.
CAMPOMAYOR
Interrogadla.
Mi vida (a Diana)
está
en tus manos)
REINA
Responde.
Tu
padre, hospitalidad
le
dio a Catalina un día?
CAMPOMAYOR
(Niégalo
todo, hija mía) (Aparte a Diana)
DIANA
Señora,
todo es verdad.
REINA
Su
mismo coche le dio!
CAMPOMAYOR
Niega!
(Bajo a Diana)
REINA
Acaba
de informarme.
CAMPOMAYOR
Niega:
que pueden ahorcarme. (Bajo)
DIANA
Si
señora: en él huyó.
CAMPOMAYOR
(Horror
de naturaleza!)
REINA
Conde...
CAMPOMAYOR
(Caí
en el garlito!)
REINA
Ya
sabéis que este delito
puede
costar la cabeza.
CAMPOMAYOR
(Pecho al agua) Es cierto: yo
no
la prendí cual debía...
porque
aquel rostro de arpía
a
todos nos aterró.
REINA
Tan
feo era?
CAMPOMAYOR
Endiablado!
DIANA
Si
era un ángel!
CAMPOMAYOR
Con
un ceño...
DIANA
Si
era muy bella!
CAMPOMAYOR
(Qué empeño
en
ver a su padre ahorcado!)
REINA
Está
bien.
CAMPOMAYOR
Piedad!
REINA
Veré
si
merecéis mi indulgencia,
según
falle la regencia
la
enmienda que os entregué.
Y
si en la coronación
no
habéis preso a los culpados,
por
no ser exonerados
presentad
la dimisión.
Adiós,
conde. Con mi ayuda
(A
Diana, bajo)
puedes
contar desde ahora
si
callas.
DIANA
Por
vos, señora,
seré
ciega, sorda y muda, (Váse la Reina)
ESCENA X
Campomayor
y Diana.
CAMPOMAYOR
Origen
de mi desgracia!
DIANA
Si
era verdad!
CAMPOMAYOR
Calla,
impía!
no
pareces hija mía:
qué
falta de diplomacia!
Ó
hemos de hallar la corona,
o
nos ahorcan; es llano:
y
todavía hay cristiano
que
me envidie la poltrona!
DIANA
Pues
dejadla sin pesar,
y
viviréis mas felices.
CAMPOMAYOR
Calla,
tonta: eso se dice
siempre
que se ha de soltar.
DIANA
Padre!
CAMPOMAYOR
Te
parece nada
perder
poltrona y pellejo?
Antes
de soltar, me dejo
los
dientes en la tajada.
Ya
verás cómo me salgo
con
la mía. Te figuras
que
puesto yo en apreturas
no
soy capaz de hacer algo?
Por
de pronto, arrestaré
a
todo el que encuentre al paso,
y
a mis colegas el caso
de
la Reina propondré.
Y
si acaso bien a bien
no
accediesen a mi ruego,
mando
prender desde luego
a
mis colegas también.
Cuando
uno se ve atacado
la
defensa es natural.
UJIER
El
Marqués de Sandoval.
CAMPOMAYOR
A
qué buen tiempo ha llegado!
ESCENA XI
Dichos
y Sandoval.
SANDOVAL
Tío,
por piedad!
CAMPOMAYOR
Qué
es ello?
SANDOVAL
Salvadla
de su ruina:
la
vida de Catalina
pende
solo de un cabello!
CAMPOMAYOR
Está
ya presa?
SANDOVAL
El
bribón
del
cochero que la trajo
la
divisó desde abajo
tras
el cristal de un balcón,
y
ha ido a dar parte: es cosa
de
matar a ese tunante.
CAMPOMAYOR
Pues
yo le daré al instante
la
cruz de Villaviciosa.
SANDOVAL
Si
pide vuestra bondad
su
vida a la soberana,
mis
bienes cedo a Diana
Pero
antes, por caridad
aseguradme...
CAMPOMAYOR
A eso
voy,
y
pronto. Don Sebastián! (Llamando)
ESCENA XII
Dichos,
Don Sebastián.
SEBASTIAN
Qué
queréis?
CAMPOMAYOR
A
ese galán
orden
de prender os doy.
No
es eso lo que quenas? (A Sandoval)
Pues
ya estás asegurado.
SANDOVAL
Cómo!...
a un grande del Estado,
CAMPOMAYOR
La
ley no ve jerarquías.
Orden
la reina me dio,
y
estás convicto y confeso.
SANDOVAL
Yo
confeso!... Cómo es eso?
CAMPOMAYOR
Porque
he confesado yo.
SANDOVAL
Cuando
mi juicio se abra
al
trono me iré a quejar.
CAMPOMAYOR
Por
si no te dan lugar
escúchame
una palabra.
Tú
te metiste en el lío:
yo
ignoraba esas intrigas;
por
consiguiente no digas
que
tú eres sobrino mío.
SANDOVAL
Lo
estoy oyendo y lo dudo!
Conque
renegáis de mi?
CAMPOMAYOR
(Aquí
del carácter!) Sí,
porque
manchaste mi escudo.
DIANA
Padre,
por Dios!
CAMPOMAYOR
Y
he de hacer
que
el Santo Oficio le tueste.
(Con
otro golpe como este
me
eternizo en el poder!) (Váse)
ESCENA XIII
Diana,
Don Sebastián, Sandoval.
SEBASTIAN
Diana,
qué he de hacer yo!
DIANA
No
lo sabéis?
SEBASTIAN
No
a fé mía.
Qué
haríais vos?
DIANA
Cumpliría
lo
que la reina mandó. (Váse)
ESCENA XIV
Sandoval,
Don Sebastián.
SANDOVAL
Ella
también? Suerte airada!
Todo
en mi mal se conjura.
SEBASTIAN
Que
has hecho, se me figura,
una
gran calaverada.
Mas
no lemas, voto a bríos!
Si
la madeja se enreda,
suceda
lo que suceda,
nos
escapamos los dos.
SANDOVAL
Gracias,
Sebastián: mi estrella
luz
de su estrella recibe:
quiero
vivir si ella vive;
si
muere, morir con ella.
SEBASTIAN
Pues
yo a ayudarte me obligo:
pero
viene ya a esta sala
toda
la corte de gala.
Vente
a la guardia conmigo.
ESCENA XV
Caballeros,
Damas, Altos Dignatarios del Estado, vestidos de gala.
CORO DE AMBOS SEXOS
UNOS
No
se traslució?
OTROS
Todavía
no.
Discutiendo
aun
la
regencia está.
UNOS
Late
el corazón
vivo
en emoción
por
saber quién sea
el
que triunfará.
TODOS
Quién
será
el
feliz mortal
que
cautive el amor de la reina
de
Portugal?
Triste
condición
para
el corazón
de
la bella niña
que
a reinar hoy va.
Entregar
en flor
su
primer amor
al
que la regencia
le
señalará.
Quién
será
el
feliz mortal
que
con ella se siente en el trono
de
Portugal?
(Descórrese
la cortina del fondo y aparece el trono. Oyese en el interior marcha real)
TODOS
Rasga
los aires
eco
marcial:
viene
ya al trono
la
majestad.
Un
grito solo
se
oiga sonar.
Gloria
a la reina
de
Portugal!
ESCENA XVI
Entra
la Reina con manto y sin corona.
REINA
Gracias!
A mis oídos
nunca
resonarán ecos mejores.
Los
ojos de la reina humedecidos
dan
la respuesta a vuestro amor, señores.
El
nombre de mi esposo
mi
corazón de la regencia espera:
es
de la ley el fallo riguroso;
cumplámosle,
la reina la primera!
Confieso
que me aterra
la
dura incertidumbre de su fallo,
mas
no teniendo jueces en la tierra
quiero
ser impecable ante el vasallo.
ESCENA XVII
Dichos,
Campomayor y dos Regentes.
REINA
Avance
la regencia.
CAMPOMAYOR
(Sin
corona está aun... malo me siento!)
Esta
es la decisión. (Presenta el acta)
REINA
(Ay!
mi existencia
pende
de ella.) Leed... Me falta aliento.
CAMPOMAYOR
«El
consejo cuidadoso (Leyendo)
«del
bien de esta gran nación,
«deja
a vuestro corazón
«la
libre elección de esposo.»
Está
firmado y sellado.
(Durante
la lectura el semblante de la Reina deja entrever la alegría y después toma su
natural dignidad)
REINA
Gran
compromiso es por cierto,
y
yo voy a ver si acierto
la
razón que os ha inspirado.
Tres
cortes, según mis cuentas,
me
asedian desde la cuna:
si
contentamos a una
dos
quedarán descontentas.
Para
que no haya rivales
que
disputen su influencia,
ha
querido la regencia
dejar
a las tres iguales.
No
es verdad?
CAMPOMAYOR
Precisamente.
(Ni
se me ocurrió un momento)
REINA
Y
yo acepto el pensamiento
y
me resigno obediente.
Y
en vez de uno de los tres
pensaron,
según infiero,
que
mas que un noble extranjero
valdrá
un noble portugués.
No
es verdad?
CAMPOMAYOR
Precisamente.
(Maldito
si entiendo ni esto!)
REINA
La
regencia lo ha propuesto
por
vuestro labio elocuente,
(A
Campomayor)
Qué
me queda, pues, que hacer,
no
sabiendo rebatir
su
lógica? Sucumbir
y
dejarme convencer.
Mas
para tener propicia
la
Providencia a mi Estado,
quiero
empezar mi reinado
con
un acto de justicia.
Traed
a vuestro sobrino. (A Campomayor)
CAMPOMAYOR
Cierto:
castigarle os toca. (Váse)
REBOLLEDO
No
abre el ministro la boca
que
no diga un desatino.
ESCENA XVIII
Dichos,
Campomayor, Don Sebastián, Guardias conduciendo a Sandoval. Este y Sebastián
avanzan hacia la Reina, que estará de espaldas, y al inclinarse a sus pies
ambos la reconocen.
CAMPOMAYOR
Anda
a escuchar a sus pies
tu
sentencia!
SEBASTIAN
Cielos!
SANDOVAL
Vos!
REINA
(Guardad
silencio los dos!)
Me
obligan, noble marqués,
a
dar mi mano real...
SANDOVAL
A
quién!
REINA
A
un buen lusitano
SANDOVAL
Y
vos...
REINA
Doy
amor y mano
al
marqués de Sandoval.
SANDOVAL
A
mí, señora? (Cae a sus pies.
REINA
Estos
lazos
va
a estrechar el himeneo.
Lloras?
Ah! Cuánto deseo
verte
llorar en mis brazos!
CAMPOMAYOR
Sobrino
del alma mía!
Ven
a abrazar a tu tío.
Te
sientes malo, hijo mió?
SANDOVAL
No:
me ahoga la alegría!
REINA
Conde,
os dispenso el honor
de
ser madrina mañana
en
la boda de Diana
con
mi montero mayor.
(Señalando
a D. Sebastián)
CAMPOMAYOR
Señora,
tanta bondad!
DIANA
y SEBASTIAN
Cuán
dichosos nos hacéis!
REINA
Quiero
que todos toméis
parte
en mi felicidad!
SANDOVAL
Pero,
señora, cómo es (Bajo a ella)
que
os viese yo entre bandidos?
fue
ilusión de mis sentidos?
REINA
Eso
lo sabréis después:
mi
tierno amor os abona
que
es verdad esa ilusión,
mi
cariño, mi pasión...
Solo
es falsa mi corona.
Y
como prenda real
del
amor que en mi rebosa,
ven
a partir con tu esposa
el
trono de Portugal.
(Aparecen
al pie de las gradas del trono, dos pajes sosteniendo la corona sobre un cojín)
FIN DE LA ZARZUELA
Información obtenida en:
https://archive.org/details/losdiamantesdela00barb
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