La Parranda (Libreto)



LA PARRANDA



Zarzuela en tres actos.

Libreto de Luis Fernández Ardavín.

Música de Francisco Alonso.

Estrenada en el Teatro Calderón, de Madrid, el 26 de abril de 1928.



PERSONAJES (Estreno)

Aurora - Paquita Morante.

Carmela - Trini Avellí.

Tía Sabelotodo - Enriqueta Gil.

Alfarera 1ª - Carmen Gil.

Alfarera 2ª - Consuelo Morante.

Comadre 1ª - Angustias Fernández.

Comadre 2ª - Adelina Martínez.

Comadre 3ª - Paquita Martino.

Huérfana 1ª - Carmen Caballero.

Huérfana 2ª - Pepita Rivas.

Huérfana 3ª - Lolita Alcoba.

Huérfana 4ª - Pepita Boti.

Huérfana 5ª - Laura Coronado.

Huérfana 6ª - Juanita Rodríguez.

Huérfana 7ª - Conchita Bañares.

Huérfana 8ª - Anita Moya.

Huérfana  9ª - Lola Torregrosa.

Huérfana  10ª - Lola Gisbert.

Huérfana  11ª - Gloria Soto.

Huérfana  12ª - Paquita Alvarez.

Miguel - Marcos Redondo.

Retrasao - Antonio Palacios.

Don Cuco - Eduardo Mareen.

Padre Vicente - Rafael María de Labra.

Señor Manuel - Joaquín Torró.

Juez municipal - Vicente Romero.

Señor Facorro - Santiago Llorca.

El tartanero - Antonio Ubach.

Botijero 1º -Francisco Amengual.

Botijero 2º - Joaquín Vega.

Botijero 3º - Angel Abad.

Botijero 4º - Francisco Ventura.

Botijero 5º - Jaime Ubach.

Botijero 6º - Santiago Llorca.

Mozo 1º - Cecilio Martínez.

Mozo 2° - Francisco Higuera.

Mozo 3º - José Ropero.

Murguista 1º - Francisco Amengual.

Murguista 2º - Joaquín Vega.

Murguista  3º - Angel Abad.

Murguista  4º - Luis Jiménez.

Murguista  5º - Germán Corao.

Aurero 1º - César Munaín.

Pareja de baile: Hermanos Palacios.

Huertanas, huertanos, guardas rurales, monaguillos, coro general, comparsería.          

Rondalla de guitarras y bandurrias del Maestro Candela.


ACTO PRIMERO


CUADRO PRIMERO

Patio de una alfarería, en un pueblo murciano. A la derecha, la casa, con puerta practicable. A la izquierda, un cobertizo. Debajo de éste, anaquelería corrida, llena de loza y de cacharros sin cocer. Delante, mesa rústica, de trabajo, en la que pintan las obreras los cacharros. Botes de pintura, pinceles, etc. Al foro, tapia alta, cubierta de flores, con gran portón, que, al abrirse, deja ver la huerta de Murcia. Formando ángulo, entre el foro y el lateral izquierda, un horno de alfarero, encendido. Entre éste y el cobertizo, una salida lateral. En segundo término, algunos tornos de alfareros, parados. En un rincón, un montón de leña. Es media tarde. La puerta del foro, cerrada. En la tapia, una virgen de la Fuensanta, en cerámica, y un farolillo de aceite.

En escena, Aurora, Carmela y Alfareras, trabajando en torno a la mesa. Miguel, en el horno, atizando el hogar, del que salen, a ratos, grandes llamaradas. Una de las mozas va y viene, transportando al horno brazadas de leña. Dentro, Coro de Huertanas y Huertanos.

(Música)

CORO
(Interno).
Festejando la flor primera
vamos todos al campo a por flor,
que es la entrada de la primavera
y almendros cortamos para nuestro amor.

CARMELA
¡Bonita es la copla!

MOZA 1ª
¡Ahí va mi cantor!

CARMELA
¡Ay!, si a mí con los ramos viniera
y en mi propia ventana tejiera
una linda enramada de flor,
una linda enramada en mi honor.
¡Mi ventana esta noche no tiene flores,
y en mi reja ninguno me cantará,
ni con ramas de almendros, que hablan de amores,
una mano amorosa la Adornará,

MIGUEL
(Trabajando en el horno)
Toda la leña a podar
en los montes del contorno
no basta para saciar
la sed ardiente del horno.
Acerca leña, muchacha,
que arda el fuego sin cesar,
que, como el horno, mi alma
se consume sin hablar.

AURORA
¡Corazón que te estoy pintando,
más que el mío de amor gozarás!

MIGUEL
¡Ay, si en mi hoguera su alma ardiera
como el fuego del hogar!
¡Ay de mí!,
vivo lleno de ilusión por ti,
y al mirarte yo no sé qué sentí
que la calma me robó tu amor,
pues no hay poder igual
al de tu candor.

AURORA
(Al mismo tiempo)
No te ilusiones con el color
de su mirada, que dice amor.
Que nunca habrá ilusión
en tu corazón.

ALFARERAS
(Al mismo tiempo)
Fíjate qué mirándola está,
con los ojos la quiere hechizar,
y el buen Miguelón, si se lo propone,
logrará el favor. Si ella dice que sí,
para bien de los dos, dicha tendrán,
y felices serán al lograr su amor.

CORO
(Interno). (Al unísono)
Festejando la flor primera
vamos todos al campo a por flor,
que es la entrada de la primavera
y almendros cortamos para nuestro amor.
Cortad la flor, la flor, para vuestro amor.

MIGUEL
Todos los bienes del mundo
quisiera poderte dar,
y colocarte en un trono
o ponerte en un altar.

(Acabada la música, sale Miguel hacia la leña en silencio)

(Hablado)

CARMELA
¡Miguelón, descansa!

ALFARERA 1ª
¡No te afanes tanto!

CARMELA
¿Para ti no hay fiesta?

MIGUEL
Sí. La del trabajo.

(Carga un haz, y, sin hacer caso a las mozas, se vuelve al horno)

AURORA
(A las Alfareras, refiriéndose al coro que se ha oído dentro)

¿Quién era esa gente que pasó cantando?

ALFARERA 1ª
La ronda de mozas y mozos huertanos.

AURORA
¿Dónde van?

ALFARERA 1ª
Al pueblo.

ALFARERA 2ª
Con varas y ramos.

CARMELA
¡Es la entrada de la primavera
y lo festejamos!
Un cerezo en flor y un almendro blanco
traerán a la iglesia.

ALFARERA 1ª
¡Tarde de alegría!

CARMELA
¡Y noche de amores, guitarras y cantos!

(A Aurora, que permanece ensimismada)

¡Alégrate un poco!

AURORA.
No puedo. Vosotras
sois niñas. Mil sueños felices y sanos
llenan vuestra mente. ¡Que nunca os lo cambien
en tristes recuerdos, los años!

CARMELA
No presumas de ellos.

(A Miguel, que cruza otra vez la escena)

¡Miguelón! ¿No crees
que el fruto dorado
está más sabroso que el verde?

MIGUEL
Según.
Cada cosa a tiempo. Las rosas, en mayo.
Y basta, muchachas ¡Se acabó el trabajo!
Que como es la fiesta, da permiso el amo.
Recogedlo todo y pasad adentro,
que voy a pagaros.
¡Justo es que esta tarde, para divertiros,
cobréis el salario!
(Miguel hace mutis a la casa. Todas se levantan, palmoteando de alegría y abandonando su tarea. Aurora, al levantarse, deja caer un plato que pintaba y que se rompe contra el suelo)

AURORA
¡Vaya una torpeza!

CARMELA
(Burlona) ¡Ya rompiste un plato!

ALFARERA 2ª
¿Fue el primero en tu vida?

CARMELA
¡Qué lástima!
¡Con lo bien que lo habías pintado!

ALFARERA 1ª
(Contemplando los pedazos)
¡Si era un corazón!

CARMELA
¡Y el corazón cito se te ha hecho pedazos!

ALFARERA 2ª
¡Miguel!

ALFARERA 1ª
¡Miguelón! ¡Ven a arreglar esto!

CARMELA
(Bajo, mirando hacia la izquierda)
¡Qué se acerca el amo!
(Fuerte)
¡A cobrar el jornal!

TODAS
¡A cobrar!

CARMELA
¡Y después a reír y a gastarlo!

(Las Alfareras hacen mutis a la casa. Ha salido el Señor MANUEL Es el tipo clásico del rico jaquetón y mujeriego. Las Alfareras, al verle, aminoran sus risas, Carmela y Aurora quedan las últimas)

MANUEL
(A Autora)
Aguarda un instante.
(Al ver su extrañeza) Sólo unas palabras.
(Pausa. Manuel, con un gesto, despide a las más rezagada, que se meten en la casa. Carmela, muy desconfiada, hace mutis también. Aurora y Manuel, solos)

AURORA
¿Qué quiere?

MANUEL
Decirte de nuevo
que dejes la fábrica,
que vivas tranquila
y a gusto en mi casa.
Tú serás mi...

AURORA
(Interrumpiéndole) ¡Cállese!

MANUEL
Tú serás mi ama
de llaves. Las cosas, decentes.

AURORA
(Irónica)
¡Con mayor decencia no cabe arreglarlas!
Pero ¿está usté loco?

MANUEL
Sé que no soy nadie, si se me compara
con los señoritos que habrás conocido
por ahí, en juergas, bailes y parrandas.

AURORA
¿Yo en juergas? ¿Qué dice?
¿Pero se ha creído que porque llegara
de repente al pueblo,
tan abandonada,
tan desconocida de todos, ya soy
una mujer mala?
¿Necesitaría, como necesito,
ganarme un jornal mísero en su fábrica?

MANUEL
(A cercándose a ella)
¡Chicona! ¡Chicona!

AURORA
¡No se acerque o grito!

MANUEL
¿Pujos de princesa?

AURORA
De mujer honrada.

MANUEL
¡Cójala del fango, quítela usté el hambre,
y mire después cómo se lo paga!
¡Ve con Dios, altiva!

(Mutis de Aurora, en silencio, a la casa. Manuel aparte)

¡Siempre tan ingrata!

(Por la izquierda aparece Don Cuco)

DON CUCO
¡Ya se irá ablandando!

(Don Cuco es un tipo estrafalario, socarrón, avaro, mezcla de leguleyo, chamarilero y prestamista. Viste de negro, anticuadamente, sombrero hongo de copa alta. Trae en ambas manos sendos jarrones desportillados)

MANUEL
(Con ira al verle)
Pero el tiempo corre y vuelan los años.
(Confidencialmente)
¡Resuélvete, Cuco! Tienes en tu mano
conseguir que, por fin, sea mía
Aurora. Tú sabes cuál es su pasado.

DON CUCO
¿Que yo...?

MANUEL
|Cuco! ¡Siempre te haces pagar caro!

DON CUCO
(Como si no le oyera)
Mira, toma nota. Me llevo estos jarros.
Ayer dos ingleses me los encargaron.
Los quieren antiguos. Yo los he manchado,
he roto las asas,
y bien lañaditos y desportillados,
a ver quién me dice que no son dos viejos
jarrones arábigos.

MANUEL
¡Urde tus astucias de chamarilero!
¡Urde tus engaños!
¡llévate, en buen hora, para tus ingleses
esos dos cacharros!
¿Cuánto vale el secreto de Aurora?
¡Dilo, que yo pago!
Sea lo que sea,
mi dinero y tú podéis arreglarlo.

DON CUCO
(Mirándole con desprecio e iniciando el mutis)
¡Siempre tu dinero!

MANUEL
¡Siempre tu reserva!

(Viéndole partir)

¡Anda con Dios, Cuco!

DON CUCO
(Haciendo mutis por detrás de la casa)
¡Queda con él, grajo!

(Vase. Manuel también se va por la izquierda)

La escena queda sola un momento. Sigilosa y cómicamente, por uno de los lados de la tapia, asoman los Botijeros 1, 2 y 3, cargados de botijos. No se les ve más que el busto, pues simulan estar encaramados a la tapia, por la parte de atrás. Luego, según marca la música, van asomando a su tiempo y del mismo modo, Retrasao en medio, por encima de la puerta; y en la otra mitad de tapia los Botijeros 4, 5 y 6. Hasta que finalmente, según la partitura determina, salen de la casa Carmela y seis Alfareras. Los Botijeros, cantan desde la tapia. Al ver a las Mozas las llaman y las dicen que los abran la puerta. Pero ellas se ríen de ellos, y haciendo sonar las monedas en sus manos los enseñan el jornal que han cobrado. Ellos, atraídos por este reclamo y dispuestos a echar la puerta abajo, desaparecen de la tapia, suponiéndose que han saltado al suelo. Mas Retrasao lo hace con tan mala fortuna, que se oye un gran estrépito de botijos rotos. Es que al caer no ha quedado sano uno sólo de los que traía. Ellas corren a abrir la puerta y sobre la música hay este brevísimo recitado.

(Música)

TRES BOTIJEROS
(Cómicamente)
Aquí estamos los tres botijeros
más chirigoteros
que ha habido jamás.

RETRASAO
¡Y aquí hay otro más!

LOS OTROS TRES
Que venimos buscando a las mozas
más jacarandosas
de todo el lugar.

RETRASAO
¡Hay que aprovechar!

RETRASAO y LOS SEIS BOTIJEROS.
Si se encuentra la puerta cerrada
la cosa está clara, no hay más que saltar,
que el amor no se asusta de nada
y es cosa probada, llegar y besar.

CARMELA
¡Mirad, mirad!

SEIS ALFARERAS
¡Ahí están!

RETRASAO
¡Chitón, chitón!

SEIS BOTIJEROS
¡Ellas son!

CARMELA
¡Bajad de ahí!

ALFARERAS
¡Venid, venid!
¿Quiénes son esos siete mochuelos,
que están en los cielos mirando hacia acá?

CARMELA
¡Son burros de arar!

RETRASAO y ALFARERAS
Pues abrid en seguida la puerta
que estamos cansados de tanto esperar.

(Hablado sobre la música)

ALFARERA 1ª
¿Quién se ha caído?

CARMELA
¿Qué te ha pasao?

RETRASAO
¡Que tuica la mercancía
he liquidao!

MOZAS
¡Ja, ja, ja, ja!

Sigue el número. Ellos tratan de sonsacarlas el dinero. Ellas al principio se resisten, pero  seducidas, al fin por ellos, acaban, tras de varias evoluciones, por darles el dinero, haciendo mutis en parejas, por el foro, quedando solo en escena Retrasao y Carmela)

(Música)

RETRASAO y BOTIJEROS
¿Quién se va a gastar
ese dineriquio
que tú te has ganao
con tu trabajiquio?

CARMELA y MOZAS
Quita, condenao,
que hasta verme rica
no te has acordao
de tu alfareriquia.

RETRASAO
Iremos a la fistiquia,
te compraré olivas negras
y para merendoliquia
vino moscatel y ciernas;
te compraré un ramiquio
de claveles y azucenas,
y toitiquios se harán cruces
a! mirar mi elicaeza,.

RETRASAO y BOTIJEROS
Pero dimpués del convite
entrarás en la taberna
y tendrán que ir a sacarte
metidíquio en una espuerta. ¡Ah!...

RETRASAO
Dame el dineriquio
que yo te lo guarde
pa comprar las arras
que he de regálate;
nómbrame, mociquia,
tu administraor...

BOTIJEROS
Y cuando la hucha
esté repletiquia
que venga el curiquia
con la bendición de Dios.

CARMELA
Iremos a la fistiquia
y yo luciré risueña
la falda de volantiquios
que bordé con lentejuelas;
bailaremos la parranda
al sonar de las postizas,
y relincharán los mozos
viéndome las pantorrillas.

RETRASAO
Pero, dimpués que te vean
al que coja lo escacharro
pa que no le cuente a naide
lo que hay bajo tu refajo. ¡Ah!

CARMELA
Toma el dineriquio
que en cuanto me miras
pierdo los papeles
y ya estoy rendida;
toma el dineriquio
y tómame a mí...

MOZAS
Que cuanto yo tengo
y el alma y la vía,
¡ay!, mi panochiquio
daría feliz por ti.

CARMELA
Si eres formaliquio
yo te doy mi amor.

RETRASAO
Nómbrame mociquia
tu administraor...

CARMELA y MOZAS
Que cuanto yo tengo
y el alma y la vía,
¡ay!, mi panochiquio
te diera yo a ti.

RETRASAO y BOTIJEROS
Y cuando la hucha
esté repletiquia
que venga el curiquia
con su bendición.

(Mutis de las Alfareras y los Botijeros)

(Hablado)

RETRASAO
(Muy contento)
¡Carmeleta!

CARMELA
¡Retrasao!
¡Por fin!

RETRASAO
¿Me esperabas?

CARMELA
Sí.

RETRASAO
(Dirigiéndose a ella, muy decidido, con los brazos abiertos)
¡Pos aínda! ¡Tiempo ganao
toíco el tiempo que perdí!
¡Un besiquio!

CARMELA
¡Aparta allá!
Para eso no te retrasas.

RETRASAO
(Intentando besarla:
¡Madrugo!

CARMELA
¡Que el amo está
dentro!

RETRASAO
¡Zape! ¡Estás, que abrasas!
¡Más si viene, de caeza
me echo al horno!
¡Jué torpeza
no hacer los muros más bajos!
¡Me he desportillao los huesos!
Con que, aborica, me ayudas
con unos cuantiquios besos
a espabilarme, o lisiao
toa la vida.

(Vuelve a acercarse a ella con mayor decisión)

CARMELA
¡Que sacudo!

RETRASAO
He nació testarudo:
¡yo beso, manque sacudas!

(Ella se defiende, pero no tanto que él no logre alcanzarla y besarla en la nuca)

CARMELA
¡A traición me has pillao!

RETRASAO
Pero ¿he llegao?

CARMELA
¿Si has llegao?

RETRASAO
¡Es que me quean mis dudas!

CARMELA
¡Bruto! Pues ¿dónde has besao,
en tu cuello o en el mío?

RETRASAO
¡En un panaliquio ha sío!
¡Y bien que me he relamió
la miel que se me ha pegao!
¿Repito?

CARMELA
¿Estarás formal?

RETRASAO
(Tendiendo la mano en actitud pedigüeña)
Si me das la faltriquera,
me estaré.

CARMELA
¡Bonito fuera!
¡Que yo ganase un jornal
y que otro se lo bebiera!

RETRASAO
¡Si el otro estaba abrasao...!

CARMELA
Como si estuviera frío.

RETRASAO
¿Y lo mucho que he pasao
y he sufrió
por culpa e tus paripeses?
¡Ponme un durico en la mano!
¡Pa comprarte cacagüeses!

CARMELA
¡Que Dios le socorra, hermano!

RETRASAO
¡Manque sea sevillano!
Pa tracas y buscapieses;
pa horchatica o turroná.

CARMELA
Sorda estoy.

RETRASAO
¡Farfollas!

CARMELA
¡Basta,
que el amo viene!

RETRASAO
¡Canasta!
¡Eso es peor que una troná!
¡No me cogerá el nublao!

(Echa a correr hacia el foro)

CARMELA
(Tratando de retenerle)
¡Pero, simple!

(Va tras él. En la puerta se detiene. Ha sido inútil. Retrasao ha desaparecido)

Va espaníao!

(Bajando a la escena)
¡Lo siento! A nada que hubiera
hecho, me habría sacao
un duro... y cuanto quisiera.
¡Si yo lo había ganao
para que él se divirtiera!

(Suspira fuerte y se mete en la casa. Pausa. Por detrás de la casa, sale Miguel que empieza a poner en orden los útiles de trabajo. En esta ocupación le sorprende Aurora, que sale de la casa)

AURORA
¿Tú aquí, Miguel? ¿Pues no vas,
en una tarde como ésta,
a holgarte con los demás?

MIGUEL
Para mí no es nunca fiesta.
¿Lo es para ti?

AURORA
Jamás.

AURORA
Yo quiero estar sola.

MIGUEL
Y yo
tengo que cuidar el horno.

AURORA
Serás, en todo el contorno,
el único que faltó
a la fiesta.

MIGUEL
Puede ser.

(Nueva pausa. Aurora se ha sentado. El empieza a hablar con calor y con entusiasmo)

¡El horno es un gran tirano!
Tres días aún ha de arder,
y medio olivar murciano
se ha tragado, desde ayer.
Yo, con los brazos abiertos,
gozo arrojando brazadas
de leña, que perfumadas
por el olor de los huertos,
al derrumbarse en la entraña
del hogar y arder ligeras,
aullan como las fieras.
¡Y el aire huele a montaña,
a olivos y a rastrojeras!
Las paredes se calientan;
forma el humo remolinos,
y crepitan y revientan
a chispazos, los. espinos;
y en su sitio cada pieza,
tosco aún cada cacharro,
poco a poco, el fuego empieza
a darle color al barro.
¡Me causa orgullo saber
que el barro toma color
porque me han de obedecer,
lo mismo que a un domador,
la leña, el fuego y la arcilla!
Apenas una gavilla
traga el horno, pide más;
luce la luna amarilla;
la noche cierra detrás,
y el horno resopla y brilla
mientras duermen los demás!
¡Y no hay gozo parecido
a la emoción que se siente
cuando, al cumplir la semana,
se abre el horno y, de repente,
se ve el fuerte colorido
de la tosca porcelana,
más azul que el cielo ardiente
de nuestra tierra murciana!
¿Y piensas que lo abandone
por ir de ronda, a cantar
una tonada vulgar
que mi tristeza pregone?
No, Aurorica. No he de ir.
Yo no abandono al que quiero,
y el horno es mi compañero.
De pasarla sin dormir,
pasar la noche prefiero
trabajando en el alfar.
¡Pues no hay placer conocido
que se pueda comparar
al placer de trabajar
junto al horno, enardecido,
ni a la ilusión de saber
que, mientras resopla y brilla,
a cada nueva gavilla
que en su fondo viene a arder,
la leña, el fuego y la arcilla
me tienen que obedecer!

AURORA
¡Dichoso tú, que así gozas
contento de trabajar!
(Pausa breve)
¿Y no te gusta rondar,
de vez en cuando , a las mozas?
¿Quién le cantará a tu amada
esta noche, su canción?

MIGUEL
Nadie. Mis amores son
secreto en arca cerrada.

AURORA
¿Y no puedo saber nada
de tus penas, Miguelón?

MIGUEL.
Sí, pero ten compasión.
Lo que ahora vas a saber
nadie, hasta hoy, lo ha sabido:
Yo no me alano atraído
tan sólo por el deber.
De la loza almacenada
en toda la alfarería,
sin dudar conocería
la que por ti fue pintada.
Son los platos más hermosos,
aunque son los más sencillos.
¡Florones esplendorosos
que destacan en la fila,
con los reflejos y brillos
de un pañolón de Manila!
Con esto quiero decirte
que hace tiempo estoy aquí,
para guardarte, servirte,
y a todas horas sentirte
respirar cerca de mí!

(Música)

AURORA
¡Miguel!, yo no te creía
tan tierno de corazón

MIGUEL
Porque nunca me escuchaste
sin testigos ni temor.
Sé que tienes una pena
que no me quieres decir.
Guárdala, que tus secretos
son sagrados para mí.

AURORA
Gracias por tu nobleza;
tus palabras son las únicas que oí
que aliviaran mis pesares. ¡Pero sueñas!

MIGUEL
¡Sueño en ti, sueño en ti!,
Déjame soñar, Aurora
Déjame, déjame, ¡ah!
Mirándome en tus pupilas
parece que estoy soñando,
que yo también tengo rosas
en esta noche de mayo;
y que en tu reja florida,
hablándote de mis penas,
lagrimas y flores
suspendidas quedan,
igual que nidos de ruiseñores.

AURORA
Oyendo lo que me dices
parece que estoy soñando,
que cantas en mi ventana
rendido y enamorado;
y que es mi reja florida
altar de nuestro cariño,
donde, enamorada,
Dios ha bendecido
las ilusiones de nuestras almas.

MIGUEL
Si es cierto que sueñas
así ser feliz,
pondré en tu reja guirnaldas
de clavellina y jazmín.

AURORA
Miguel, no me dejes creer lo que dices,
que, en vano, queremos lograr lo imposible.

MIGUEL
No hay nada imposible
queriendo los dos,
que amor vencerá de todo
cuanto se oponga el amor.

AURORA
Por Dios te lo pido,
no insistas en ello,
o harás que, de nuevo,
me vaya de aquí.

MIGUEL
Por Dios, Aurorica,
no me hagas sufrir.

AURORA
¡Miguel, yo no quiero
que sufras por mí!

MIGUEL
¡Aurora!, sin tu amor me muero;
mi vida, por lograrle, diera.
Aurora, en el mundo entero
no habrá quien te quiera
como yo te quiero.

AURORA
Mi alma ya te pertenece;
mi vida, tuya es toda entera;
pero, has de olvidarte
de quien no merece
que tanto la quiera
como tú me quieres.
¡Pobre Miguelón!

MIGUEL
¡Jamás te querrán como yo!

AURORA
Ni nadie me quiso mejor.
¿Por qué su querer tan tarde llegó?

MIGUEL
¿Por qué conocí tan tarde su amor?
¿Por qué es para mí una vana ilusión?
Una vana ilusión. ¡Ah!

AURORA
No sé para qué, Miguel, soñó;
Miguel, soñó, ¡ah!...

MIGUEL
Mirándome en tus pupilas
parece que estoy soñando,
que yo también tengo rosas
en esta noche de mayo;
y que, en tu reja florida,
hablándote de mis penas,
lágrimas y flores
suspendidas quedan
igual que nidos
de ruiseñores
Te juro que siempre en ti pensaré.

AURORA
(Unísono)
Oyendo lo que me dices
parece que estoy soñando
que cantas en mi ventana
rendido y enamorado;
y que es mi reja florida
altar de nuestro cariño,
donde, enamorada,
Dios ha bendecido
las ilusiones
de nuestras almas.
No puedo quererte, no puedo, Miguel

(Cesa la música y sale el Padre Vicente. Es un buen párroco de pueblo, anciano y bondadoso. Sonríe siempre con indulgencia y habla con un ligero temblor de voz. Por su alegría y entusiasmo, se diría un muchacho)

(Hablado)

P. VICENTE
¡Felices!

AURORA
(Con alegría)
¡Padre Vicente!

P. VICENTE
¡Miguel! ¡Hoy sí que no falla!

AURORA
¿Qué?

P. VICENTE
¡Nuestra fórmula!

MIGUEL
¿Al fin?
¿Cuántas ensayó?

P. VICENTE
No tantas
como el hallazgo merece.

AURORA
¿Un hallazgo? ¿Cuál?

P. VICENTE
La extraña
receta con que los moros
su cerámica doraban.

MIGUEL
Un secreto que con ellos
murió para siempre.

P. VICENTE
¡Anfora
que ellos dorasen al fuego,
más que de tierra liviana,
parecía en oro viejo
fundida y pulimentada!
Por entonces, nuestros hornos
eran célebres. Su fama
universal. Las vasijas
cocidas en nuestras fábricas,
deslumbraban en las cortes
de califas y monarcas,
y en sus cálidos reflejos,
irisando, palpitaba
la sangre de Abderramán
o el carmín de las granadas
que abiertas sangran al sol
en los patios de la Alhambra.
Entonces éramos ricos
en las artes y en las armas;
sabios, poetas, pintores,
aventureros, piratas,
conquistadores, guerreros,
emperadores y papas.
¡Pero todo se perdió!
Nos lo robaron y, hoy, nada
hay por el mundo, que antes
no hubiera tenido España.
Sólo pereció una cosa
sin ir a manos extrañas:
¡la fórmula de los moros
para dorar su cerámica!
Ellos mismos la olvidaron
y no han vuelto a recordarla.

(Con creciente entusiasmo)

¡Yo la encontraré, Miguel!
¡Yo la encontraré, muchacha!
¡Acaso mañana mismo
veáis salir, de las llamas,
rosas de oro, deslumbrantes
como bruñidas espadas,
que en la noche de las rosas,
es lo natural que salgan!

(En su gran exaltación ha ido empujando a Miguel hasta la entrada del homo. Miguel cruza una mirada de amor con Aurora, y desaparece con el viejecillo. En seguida sale Don Cuco por donde hizo mutis y con sus dos jarrones cuidadosamente empaquetados. Aurora ha quedado pensativa)


DON CUCO
(Al verla)
¡Muchacha...!

AURORA
(Sobresaltada)
¿Qué quiere usted?

DON CUCO
(Dejando en la mesa su envoltorio y acercándose a ella)
Repetirte lo de siempre:
Si alguna vez te enamora
algún hombre, y tú le quieres,
yo arreglaré tus asuntos
sin. que nadie lo sospeche.

AURORA
¡Nada tengo que arreglar!

DON CUCO
Pero si un día te fuesen
necesarios mis servicios...

AURORA
(Con sequedad)
¡Ya le tendría presente!
¡Buenas tardes!

DON CUCO
No lo olvides.
No tienes más que ir a verme.

(Mutis de Aurora por la izquierda)

(Solo, viéndola irse)

Tú irás...

(Pausa. Don Cuco mira a todas partes y, sin que nadie le vea, recoge los pedazos del plato que Aurora rompió y que están esparcidos por el suelo)

Recojamos esto.
Tal vez, un día, aproveche.

(Se los guarda cuidadosamente en un bolsillo, Coge su envoltorio y se va. En seguida vuelve a salir Aurora por la izquierda, con un pañolito por los hombros, y se dirige al foro; pero el Señor Manuel, que sale, al mismo tiempo, de la casa, la detiene, cortándola el paso)

MANUEL
¿Te decides?

AURORA
No.

MANUEL
Pues, de aquí a mañana,
resuelve.

(Aurora da un paso. Manuel la coge por un brazo)
¡Chicona!

(Movimiento de protesta en ella)

¡No me huyas, guapa!

AURORA
(Indignada)
¡Suelte, o grito!

MANUEL
(Abalanzándose a ella)
¡Grita!

AURORA
(Con todas sus fuerzas)
¡Miguel!

MANUEL
(Soltándola, lleno de ira)
¿A quién llamas?

(Miguel, apareciendo lívido y bravo, como un león)

MIGUEL
¡A quien, por cobarde, va a partirle el alma!

(Se dirige a Manuel, que le espera cruzado de brazos, pero el Padre Vicente y Carmela, saliendo, respectivamente, del horno y de la casa, se interponen, paralizándole)

CARMELA
¡Miguelón!

P. VICENTE
¡Miguel!

MANUEL
¡Buena es la celada!
(A Miguel y Aurora, imperativo)
Idos a la calle los dos.

AURORA
(Acobardada)
Pero...

MANUEL
¡Basta!
Ya que no has querido la paz, la batalla.
¡Márchate con él, reina destronada!
A quien cría cuervos...

MIGUEL
(Amenazador)
¡Calle!

AURORA
(Cobijándose en Miguel y rompiendo a llorar)
¡Miguel!

MIGUEL
(Con gran entereza, señalando la puerta)
¡Anda!
El mundo es muy grande. La tierra, muy ancha
No temas a nadie. ¡Miguelón te ampara!

(Música)

CORO
(Lejos)
Festejando la flor primera
vamos todos al campo a por flor
que es la fiesta de la Primavera,
y almendros cortamos para nuestro amor.

(Aurora sale. Manuel hace un movimiento Miguel le contiene con un gesto. Luego, tranquilamente, se dirige al foro, detrás de Aurora. Al llegar a la puerta, lanza a Manuel una mirada de desprecio. Este da un paso hacia Miguel, pero Carmela y Padre Vicente, a su vez, le contienen, Miguel y Aurora, en el foro. Un vivo resplandecer del horno ilumina la escena)

(Telón a dos tiempos. Lento, primero; rápido, después)


(MUTACION)


INTERMEDIO

(Música)


CUADRO SEGUNDO

Calleja de un pueblo murciano. A la derecha, de frente al público, la casa de Aurora, con puerta practicable y gran ventana antepechada a la andaluza, con reja. Al abrirse esta ventana se ha de ver el interior de la casa limpio, aseado, femenino. A la izquierda el tenducho de chamarilero de Don Cuco, con pintorescos rótulos en la puerta y un tenderete de cachivaches y trastos viejos. Salidas laterales y al foro Barracas y casas típicas. Toda la calle tiene una fisonomía clara y risueña. Los muros de las casas blanquísimos, recién enjalbegados. Por encima de los tejados copas de palmera. Es de noche, pero una luna llena lo ilumina todo con intenso fulgor. La casa de Aurora cerrada a piedra y lodo. En cambio, las demás ventanas de la calle contrastan por su claridad interior.

(Música)

(La escena sola. La tienda de Don Cuco entreabierta e iluminada por dentro. Sale el Señor Manuel por la derecha y, sin decir palabra, se dirige a la tiendecilla. Luego, llama)

(Hablado sobre la música)

MANUEL
¡Don Cuco!

DON CUCO
(Saliendo)
¿Quién?

MANUEL
(Echándose mano al bolsillo y bajando la voz)
Toma.

DON CUCO
¿Plata?

(Entregándole unos billetes y mirando con cautela hacia la casa de Aurora)

MANUEL
Mañana tendrás
otro tanto, si consigues
que Aurora y Miguel no dejen
el pueblo.

DON CUCO
¿Se van de aquí?

MANUEL
Estuve torpe esta tarde
echándolos de la fábrica,
y, por lo que él ha dejado
entender, se va con ella.
Tú que conoces su vida
y posees sus secretos,
ve si encuentras un motivo
bastante para lograr
retenerla. Yo, mañana,
te daré más argumentos
a mi favor.

(Lo ha dicho haciendo ademán de darle más dinero)

DON CUCO
Entendido.
Si algo puedo conseguir,
lo haré.

MANUEL
Pues adiós.

DON CUCO
Adiós.

(Mutis de Manuel por donde vino. Don Cuco, socarrón, le ve partir, se sonríe y dice, frotándose las manos, satisfecho)

¡Esto va bien! El asunto
empieza a dar resultado.
¡No hay nada cual poseer
un secreto, para ser
el que maneje el tinglado!

(Se mete en la tienda. Pausa. La escena un momento sola. Sigue la música. Se oye un cantar lejano, y salen Aurora, Miguel, Carmela y Retrasao)

AURORA
¿Oís?
(Todos se detienen a escuchar)

VOZ
(Dentro).
Pensamiento que vuelas
más que los aires,
llévale mis suspiros
a quien tú sabes;
llévale mis suspiros
porque, con ellos,
en cada suspirico
la mando un beso.

MIGUEL
Es el canto
de un enamorado.

(Callan otra ves. La copla se pierde a lo lejos. Sigue la música)

CARMELA
¡Guitarras! ¡Cantares!

RETRASAO
Y grillos... Y sapos…
¡Ay qué romantiquios
me vais resultando!

AURORA
El aire tranquilo,
tibio, perfumado;
la luna, más clara,
más blanca que un nardo;
las ventanas, ciegas
de rosas; el suelo, de flor tapizado;
y por cada reja,
febriles, temblando,
unas manos que ansiosas se buscan,
mientras un guitarro
desbarra, a lo lejos,
con voz de sultana morisca, su canto.

MIGUEL
¡Si esto no es la gloria,
la gloria no existe!

(Ha cesado la música)

CARMELA
¡Y eso que los hombres se van acabando!

RETRASAO
¿Lo ices por mí?

CARMELA
Mi abuela contaba
la osadía y el rumbo de antaño.
Los novios tenían a gala
dibujar, en el muro encalado
de la novia, con mechas de pólvora,
tracas v petardos,
dos nombres unidos: el suyo y el de ella
Y aún se recuerda cómo, dos hermanos,
prendados a un tiempo de la misma moza,
por no traicionarse, al ver que era en vano
querer olvidarla,
se llenaron las fajas de pólvora
y, abrazándose bien, acercaron
el cigarro a la mecha y. .

AURORA
(Con horror) ¡No sigas!

MIGUEL
¿Qué. pasó?

RETASAO
Que volaron
igual que metralla!

AURORA
¡Jesús!

MIGUEL
No te asustes, que no es para tanto.

AURORA
(Queriendo penetrar su pensamiento)
¿Tú serías capaz...?

MIGUEL
Nadie sabe
de lo que es capaz, cuando llega el caso.

CARMELA
¡Vaya, tortoliquios,
hablar os dejamos!

RETRASAO
¡Cuidiao con los píquios
al arrejuntarlos!

(Retrasao y Carmela se ocultan en la calleja observando a Aurora y Miguel se despiden)

MIGUEL
Pronto vuelvo. ¿Estás dispuesta?

AURORA
(Suplicante)
¡Miguel!

MIGUEL
No dudes. Vendré
con los romeros. Que tenga
también tu ventana flores
esta noche, y cuando sepa
todo el pueblo que te adoro,
y lo pregone, y tu reja
se vea más adornada
que altar mayor en la fiesta,
huiremos para siempre.

AURORA
No, Miguel.

MIGUEL
Sí. Nada temas
y confía. No hay pecado
cuando la intención es recta.

(Se va Miguel por el foro. Aurora entra en la casa y cierra. Carmela y Retrasao, se dirigen a curiosear el tenderete de Don Cuco. Don Cuco desde su puerta, lo ha espiado todo. En cuanto se va Miguel, sale de la tienda y se acercan Carmela y Retrasao, que no le han visto, procura llamar su atención con una tosecilla)

DON CUCO
¡Ejem! ¡Ejem!

(Carmela y Retrasao se vuelven)

Muy buenas, paisana mía.

RETRASAO
(Voceando al verle)
¡El traperooo...!

CARMELA
No salga, que se resfría.

DON CUCO
¡Bonito fuera
que con esta parroquia yo no saliera!

CARMELA
Como tosía...

DON CUCO
Por un momento…

(Haciendo ademán de pegarle)

RETRASAO
Deja, que, si se enfría,
¡yo le caliento!

DON CUCO
¿Quién no muere por verte, ninfa nocturna?

CARMELA
¡Los cachivaches viejos en una urna!

DON CUCO
Si allí te encuentro,
¡antes que me lo digas ya estoy adentro!

CARMELA
¡Pobres cristales,
guardando chupacirios y carcamales!

DON CUCO
Aún eres más bonita, que descarada.
Pero di qué te gusta del puesto.

CARMELA
Nada.

DON CUCO
(Ofreciéndola una bisutería)
¿Ni siquiera este broche?
Cógelo si te agrada, que se te fía.

RETRASAO
(Escamado y en actitud de dar un Puntapié al tenderete
¿A que rula esta noche
la trapería?

DON CUCO
(Mostrando a Carmela las cosas que va enumerando, con gran complacencia de ella y gran desesperación de Retrasao)

Tengo tiras de encaje; medias de seda;
de prendas interiores hago almoneda.
Sombreros, cafeteras y cogedores;

(Enseñando una jaula y una ratonera)

¡jaulas para canarios y roedores!
¡Candelas, candeleras y candilejas!
¡Moños y dentaduras para las viejas!
¡Cadenas, orejeras, sillas, bozales!

(Voceando mucho y encarándose con Retrasao)

¡Todo cuanto precisan los animales!
¡Aquí hay de todo! ¡No falta nada!
¡Aquí, hasta el burro encuentra su cabezada!

(Música)

(Carmela ha cogido unos pendientes y un rosario y los contempla embelesada. Retrasao, junto a ella, muy nervioso)

CARMELA
Mira, qué arracadas.
¡Jesús, qué rosario!

RETRASAO
Ten cudiao, muchacha,
no esmangarillarlo.

DON CUCO
(Esta parejita
ya me va escamando)
Te daré otra cosa
que será mejor.

CARMELA
¡Don Buho!

DON CUCO
¡Don Cuco!

RETRASAO
Don Escarabajo,
¡qué más tiene el nombre,
siá por pocos años...!

CARMELA
Este es el que quiere
regalarme algo.

DON CUCO
No tiene dinero
pa comprar regalos.

RETRASAO
¡Menudo regalo
te estoy preparando...!

CARMELA
Yo no soy antigua,
quite de mi lado.

DON CUCO
Yo soy mago y hechicero;
soy curial, memorialista,
latinista, pendolista,
herborista y relojero.
Soy poeta y anticuario;
rey de armas y orador;
sacamuelas, sangrador,
curandero y boticario.
Y tan clásico el estilo
restaurando conseguí,
que por la Venus de Milo
a mi suegra la vendí...
¡Ja, ja, ja, ja, ja, ja!

RETRASAO
Los celos me matan
de verle accionar,
y al viejo trapero
le voy a lisiar.
Con un estacazo bien dao
ya se ha desarmao
y nadie lo puede arreglar.

CARMELA
El viejo, valiente
frescales está.
¡Nerviosa
poniéndome va!
Si sabe remiendos hacer
y lañas poner,
¡menudo tío laña está él!

DON CUCO
(Unísono)
Pieza escultural
no he visto jamás
otra igual.
¡Diera un mundo yo
por hacer tu reproducción!
¡Vergüenza y envidia me da
al ver y aprobar,
que tenga esta Eva ese Adán.

RETRASAO
A este tío guillao,
si .sigue accionando,
le voy a dejar lisiao,
y el hongo un poquiquio abollao.

DON CUCO
Doy informes, investigo,
caso viudas camastrona?
y en cien bodas fui testigo
de averiadas solteronas.
Vendo ardientes bebedizos
para fríos corazones.
Hago versos y canciones
para bodas v bautizos;
y tales declaraciones
a las mozas escribí,
que aún está por vez primera
que no me hayan dado el sí.
¡Ja, ja, ja, ja, ja, ja!

RETRASAO
Los celos, etc.

CARMELA
Este viejo sabe más que le enseriaron;
no me fío yo de su antigüedad,
y si más le dejo ahora bromear
luego, me va a pesar.

RETRASAO
Es este tío Cuco más listo que Lepe,
pero aquí estoy yo que, aunque nada sé,
al viejo su ciencia voy a estropear,
y así la gozaré.

DON CUCO
De este majadero que tié buenos puños
no me gusta a mí su simplicidad.
Ya veré otro día que ella sola esté
cómo ablandarla más.

(Hablado)

DON CUCO
(Cogiendo unas arracadas y dándoselas a Carmela)
Pero, por lo que te oí,
lo que más te cayó en gracia .
son estoa pendientes.

RETRASAO
(Muy decidido, echándose mano al bolsillo)
¡Cógelos!

(Carmela, muy contenía, los coge. Retrasao a Don Cuco)

¿Qué valen?

DON CUCO
Para ella... nada.

CARMELA
¡Olé el rumbo de los hombres!

RETRASAO
(Ofendido)
Yo no consentío...

CARMELA
Tú, callas.

RETRASAO
¿Y mi pundonor, panocho?

CARMELA
¡No sufre!

RETRASAO
¡Farfollas!

DON CUCO
Basta.
No discutáis, y decidme .
si Aurora y Miguel se marchan
del pueblo esta noche.

CARMELA
Sí.

RETRASAO
Se van, pero ahora mesmo.
Miguel lo ha dicho. Y cuando él
lo ice...

(En este momento se abre la puerta de la casa)

CARMELA
¡Ella sale!

DON CUCO
¡Quietos!
Idos de aquí. Quiero, a solas,
hablar con ella un momento.

CARMELA
(A Retrasao, iniciando el mutis)
¡Otra vez, callas la boca
cuando me hagan un obsequio!

RETRASAO
(Furioso)
¡Es que yo...!

CARMELA
¡Qué dices tú!

RETRASAO
¡Que buen papeliquio he hecho!

(Mutis de Carmela y Retrasao por la izquierda. Don Cuco se retira a su tienda, observando lo que hace Aurora. Aurora ha salido de la casa, cerrando la puerta tras de sí. Su actitud es triste pero resuelta. A l salir, mira a todas partes y dice:)

AURORA
Esta es la ocasión. Ahora
puedo marcharme sin él.
Yendo conmigo le haría
desgraciado, y no ha de ser.
¡Adiós, pueblecito alegre!
¡Ya nunca más te veré!
Huyendo voy de una dicha
imposible. ¡Adiós, Miguel!

(Inicia el mutis, pero Don Cuco, saliendo de su tienda, la detiene)

DON CUCO
¡Aurora!

AURORA
(Sobresaltada) ¡Don Cuco!

DON CUCO
Espera.

AURORA
¡Imposible! Llevo prisa.

DON CUCO
¿Adonde vas?

AURORA
(Vacilando) A la iglesia.

DON CUCO
No sabes mentir. Te marchas
del pueblo, porque ya empiezas
a no ser dueña de ti,
y sabes que, aunque él te quiera,
no puedes ser de Miguel.

AURORA
(Tratando, en vano, de disimular)
¿Por qué? ¿Pues quién me lo veda?
¿Qué sabe usté?

DON CUCO
Todo,

AURORA
(Con terror) ¿Todo?

DON CUCO
Mi brujería y mi ciencia
me han dicho que hay alguien donde
tú sabes... Y aunque no cuenta
para tu amor, como un día,
más pronto o más tarde, espera
salir...

AURORA
¡Oh, ¡Calle! ¡Qué espanto!
¡Antes que a su lado, muerta!

DON CUCO
¿Tanto le odias?

AURORA
¡Le aborrezco
y le temo!

(Una pausa)

DON CUCO
Vamos... Tiemblas
sin motivo.

AURORA
(Asombrada) ¿Sin motivo?

DON CUCO
Porque ignoras que te queda
un medio para librarte
de él.

AURORA
(Con ansiedad)
¿Cuál es? ¡Que yo lo sepa!

DON CUCO
Ya lo sabrás a su tiempo.
Ahora, sería imprudencia.
Ya hablaremos. Entretanto,
calma, silencio y cautela.
Por lo pronto, no te vayas
del pueblo. Marcharte, fuera
renunciar a Miguelón
para siempre. Y si aún te queda
una esperanza y le quieres
de verdad, aguarda. Espera
un poco. Miguel te quiere
con pasión.

AURORA
(Con alegría) ¡Si no es más qué esa
la condición que me impone,
es premio y no penitencia!
¡Da vida le deberé
si cumple usted su promesa!
¡Dios se lo pague!

(Empieza a oírse, dentro, la rondalla)

DON CUCO
La ronda.
No demos tiempo a que vengan,

(Mutis de Aurora a la casa. Don Cuco empieza a recoger su tenderete)

(Música)

{Miguel, Huertanos, Alfareras, Mozas y rondalla. Vienen vestidos con trajes riquísimos, del más puro estilo murciano. Traen grandes ramas de naranjo y de almenan en flor, brazados de rosas, azucenas, claveles, etc. El cuadro ha de ser una verdadera embriaguez de colores, como toda la huerta se volcase en escena. Todo, hasta los instrumentos de la rondalla, engalanado con cintas y flores. La música empieza a oírse dentro, muy lejana, durante las últimas frases de la escena anterior. El coro se va acercando poco a poco, pero se oyen, dentro, varias coplas, y como tarda un rato en salir, esta espera da lugar a fue Don Cuco desarme por completo su tenderete, guarde sus cachivaches y cierre, luego, su comercio. Por fin, el coro invade la escena y, deteniéndose ante la casa de Aurora, capitaneado por Miguel, canta varias coplas)

MIGUEL
Las estrellas del cielo
son ciento doce,
y las dos de tu cara
ciento catorce.
las estrellas del cielo
son ciento doce.

TENOR
En la casa de Aurora
nos detendremos
y en su alegre ventana
flores pondremos;
porque bien se merece
que traigamos claveles
a quien, por ser tan buena,
todos la quieren.

MOZAS
A las mozas que, en el lugar,
para mayo van a casar,
las venimos a festejar
con brazados de almendros en flor,
y en sus rejas a entrelazar
enramadas, donde el amor
su alegría las venga a cantar.

MIGUEL y MOZOS
Todos dicen que tienes mala fortuna.
Siempre va la desgracia con la hermosura.

MOZAS
A las mozas que han de casar
las venimos a festejar
y a tejer, con ramaje y flor,
enramadas para su amor,
donde puedan la ronda ver
v con ella felices ser.

(Acabadas las coplas, dice Miguel:)

(Hablado sobre la música, que sigue)

MIGUEL
¡Tierra que me diste el ser!
Como el que a un destierro parte,
quizá para no volver,
quiero esta noche canta?
mi canción de despedida.
Y en esta reja florida,
sagrario de la mujer
más honrada y más sufrida,
lo he de hacer.
¡Que si tú me has dado el ser
ella me ha dado la vida!

(Dirigiéndose a los que traen la flor:)

Tejed en torno a su reja
una enramada de flor,
que sea como una queja
del huerto, al ver que hoy le deja
su compañera mejor.
¡Como el adiós de un amigo
que quiere reír y llora!

(Al coro)

¡Huertanos! ¡Cantad conmigo
a la huerta labradora!

(Sigue la música. Miguel y el coro cantan. Mientras, unos cuantos mozos entretejen, en torno a la ventana de Aurora, una artística greca de flores y ramas, como es costumbre tradicional en Murcia, de modo que la reja parezca encuadrada en un marco, para que, al salir Aurora a la ventana, di la sensación de un cuadro o de un altar)

MIGUEL
En la huerta del Segura,
cuando ríe una huertana,
resplandece de hermosura
toda la vega murciana;
y en las ramas del naranjo
brotan flores a su paso.
Huertanica de mi afán
tú eres pura y eres casta
como el azahar.

MOZO J.
En la huerta del Segura,
cuando ríe una huertana,
resplandece de hermosura
toda la vega murciana,
y mirándose, al pasar,
en la acequia del jardín,
en el agua se reflejan
como flores que salieran
para verla sonreír.

MIGUEL
Huerta, risueña huerta,
que siempre frutos y flores das.
¡Murcia, la que, cubierta,
en todo tiempo de flor estás!
Murcia, son tus mujeres
gala de tu palmar.
¡Murcia, qué hermosa ejes,
tu huerta no tiene igual!
Pues son tus mujeres
la flor del palmar.
¡Murcia, qué hermosa eres,
tu huerta no tiene igual!

MOZOS
Huerta, risueña huerta,
que siempre frutos y flores das
¡Murcia, la que, cubierta,
en todo tiempo de flor estas!
¡Murcia, son tus mujeres
gala de tu palmar!

MIGUEL y MOZOS
En la huerta he nacido
para amar y vivir,
y en su campo labrado,
con noble trabajo,
me quiero morir.

(Hablado)

(Se abre la ventana y aparece Aurora, recortándose su silueta tras de la reja, en un cuadro de interior muy iluminado. Aurora, con tierna emoción, recita los versos siguientes. Todos la escuchan embelesados)

AURORA
¡Flores y guitarras!... ¡Seáis bien venidas,
flores y guitarras, que cantáis amor!
¡Pues venís a verme, que Dios os bendiga!
¡Pues venís a honrarme, que os bendiga Dios!
Porque habéis cantado y, a vuestro conjuro,
la tristeza mía se desvaneció.
¡Prodigioso hechizo de vuestra presencia,
flores y guitarras, que cantáis amor!
¡Ahora las estrellas en la noche brillan
como luminarias de un Altar Mayor!
Y como un lucero que surge de pronto
al mandato de una milagrosa voz,
al oír la vuestra, repentinamente,
brota la esperanza de mi corazón.
¡Cantares y rosas! ¡Si hacéis en el mundo,
que todo reviva lo mismo que yo,
que Dios os bendiga, rosas y cantares,
que vais por el mundo sembrando el amor!

(Calla Aurora. Don Cuco entreabre la puerta de su tienda y, frotándose las manos satisfechas, dice aparte:)

DON CUCO
(Aparte)
¡Esto marcha, Cuco! ¡Tendiste las redes!
¡La primera presa ya se te rindió!

(El coro ha vuelto a formar en disposición de partir)

MIGUEL
(Con gran exaltación)
¡Cantar de la ronda! ¿Qué hiciste que, Aurora,
sólo con oírte, se transfiguró?

(A los Mozos)

¡Para que el canto no se desvanezca
y hasta que amanezca dure la ilusión,
proseguid, muchachos, vuestra serenata!
¡Id sembrando, flores y cantando amor!

(Música)

(El coro vuelve a cantar y va desfilando. Aurora, desde la ventana, los dice adiós, sonriente. Don Cuco felicita a Miguel que se queda rezagado y, en el momento en que todos hacen mutis, canta la frase que dice:)
¡Murcia! ¡como mi moza
no tienes tesoro igual!

(Y se encamina a la ventana, donde Aurora le espera, mientras cae el telón)


TELON RAPIDO


FIN DEL ACTO PRIMERO


ACTO SEGUNDO

El Rento de la Alberca, huerta de labranza, en la vega murciana. A la derecha, la casa, más bien barraca, rematada con su clásica cruz de palo, y ventana baja, practicable. A la derecha también, pero más al foro, varios cobertizos, que sirven de cuadras, pajares y cocheras; uno con puerta grande, ancha, practicable. Todo el foro espléndido paisaje de la huerta murciana?: naranjos, limoneros y palmeras. A la izquierda, una noria y rompimientos de árboles. Al pie de uno de éstos, un banco, practicable, de piedra. Salidas por el foro y laterales. Escena amplia, pues este acto tiene gran movimiento. Todo ha de tener una fisonomía clara y risueña y mucho sol.

En escena la Tía Sabelotodo, las Comadres y la Moza 1ª, todas muy recompuestas, especialmente la primera. Excepto la tía Sabelotodo, que ostenta una exuberante gordura, resto de su pasado esplendor, las demás, incluso la Moza 1ª, son viejas, feas y flacas.

COMADRE 1ª
De rumbo es la boda.

COMADRE  
¡Buena!

COMADRE 3ª
Se ha puesto el novio más majo que un rey de copas.

COMADRE 1ª
(Que se ha acercado a la ventana y mira hacia el interior de la barraca)
Pues ella, igual que una emperatriz. ¡Vecinas! ¡Vengan a verla! (Pausa. Todas, menos la madrina, que permanece a distancia, con gran dignidad, se acercan a curiosear por la ventana)
(Separándose de la ventana y atrayéndose el grupo)
Sin que sea murmurar, pregunto yo: ¿Cómo, si Aurora es tan buena y un santo es Miguel, queriéndose con una pasión tan ciega, tardaron tanto en casar? ¿Quién se opuso?

COMADRE 1ª
¡Dios lo sepa!

COMADRE 2ª
¡Fíese usté de las santas!

COMADRE 3ª
¡Si la que no corre, vuela!

SABELOTODO
(Cuya paciencia se ha agotado)
Comadres, poquito a poco: Ella, será lo que sea; pero decente y honrada, lo es como la primera. Cuando la echó de la fábrica, Manuel, al que ya le pesa su mala acción, y se vio sola, sin pan y sin fuerzas, bien pudo hacer lo que muchas, con menos motivo, hubieran hecho.

MOZA 1ª
¿Irse con Miguel?

SABELOTODO
¡Justo! Lo que tú y cualquiera, en su lugar. Ella, no. Ella prefirió ser buena. Y cada cual por su lado, cada uno a su tarea, vivieron con mucho amor, pero con mucha decencia. Al fin, entraron aquí, en el Rento de la Alberca; la finca que en otros tiempos dio las mejores cosechas, pero que, entonces, enfermo su amo; perdida y seca, más que huerto, parecía atochal o barbechera. Murió de fiebres el dueño. Vendióle el Rento la dueña a Miguel, que va pagándolo a plazos, y hoy es la Alberca, la finca mejor de cuantas en Murcia el Segura riega.

COMADRE 1ª
¿Y viven aquí los dos?

SABELOTODO
¡No, señora! ¡Bueno fuera! Aquí solo vive Aurora con Retrasao y Carmela Miguel viene con el alba, y en cuanto la noche cierra se marcha a dormir al pueblo.

COMADRE 1ª
Esa historia a quien la crea.

COMADRE 2ª
En fin ¿entramos?

SABELOTODO
Entremos.

COMADRE 2ª
No demos tiempo a que vengan las brujas y las cotillas, las lechuzas y las viejas. (Mutis de todas a la casa. Pausa. Se oyen, dentro, voces de hombres que vienen promoviendo algazara, y salen Miguel, lujosamente ataviado, en traje de novio; Retrasao con su buen traje de fiesta, y varios Mozos)

RETRASAO
¡Ya está aquí el novio!

MIGUEL
(Saliendo) ¿Y el padrino?

RETRASAO
Pronto vendrá.

MOZO 1º
(Avanzando, cómicamente compungido. A Miguel)
Yo nunca miento.
Casado estoy y bien lo siento.
¡Pues vas a hacer un desatino,
te acompaño en el sentimiento!

(Todos se ríen. Varios mozos caen sobre él a puñadas)

MOZO 2º
¡Que no rebuzne ese jumento!

MOZO 3º
¡Se le prohibe aguar la fiesta!

RETRASAO
(A Miguel, como si juera a echar un discurso)
Pus yo te igo, Miguelón,
que bien poquicas mozas son
apañaícas como ésta.
Pero no orvíes un consejo
que ha praticao quien te lo da:
a la mujer y al burro viejo,
energía y autoría.
No consentir que te replique,
ni trebajar pa su regalo.
Al prencipio, mucho palique;
pero, en casando, mucho palo.
Es lo que quieren las mujeres.
Gallo has de ser; gallina, no.
¡En mi casa, cuando entro yo,
basta teritan las paeres!
Conque ya sabes.

MOZO 2º
No hay cuidao.
Con la mujer que Dios te da,
serás un hombre afortunao.

(Sale el Padre Vicente)

MOZO 3º
Tiene razón.

MOZO 2º
Es la verdad.

MIGUEL
¡Gracias a todos!

P. VICENTE
(A Miguel) Dice bien.
Tal es tu gozo, en este día,
que no existe, en el mundo, quien
pueda igualarte en alegría.
Mi ver el campo se diría
que hoy para ti se ha engalanado;
que Murcia entera ha florecido,
y que hasta el cielo se ha vestido,
su traje nuevo, de invitado.
Hoy he de darte en el altar,
una mujer. Pero ella encierra
tan pura el alma popular,
que me parece que, al casar,
vas a casarte con la tierra.
Con esta tierra que amo tanto,
con tanto amor y tanta fe
que nunca ya la dejaré,
v a la que al fin me abrazaré
para siempre en el camposanto.
Con esta huerta que se dora
como el racimo en el parral,
y que entreteje en un moral
un alquicel de seda mora.
Con esta tierra de artesanos
que, a la caricia de sus manos,
ven los bancales florecidos,
como hilan oro los gusanos
mientras están adormecidos.
Con esta tierra ribereña
que, cuando va de procesión,
luce su manta algezareña,
su zaragüel y su jubón.
Tierra de moros y barracas;
tierra de azarbes y de aduces.
La que perfuma en las albahacas
el chorro de sus arcaduces!
¡La que entre gritos y alharacas
pone alegría en el festejo
con el petardo y el cohete!
¡La que se aparta de' cortejo,
y «a la calleja se acomete
sin más testigo que el reflejo
de una navaja de Albacete!
¡La que engalana en sus verbenas
arcos, fachadas y balcones,
non sus claveles reventones
bajo penachos de azucenas!
¡La que a los brazos de una cruz
pone un festón de rosas pálidas,
con los hilillos de oro y luz
que entrelazaron las crisálidas!
¡La huerta que, de improviso,
en lo que abarca un pañuelo,
baja a la tierra el Paraíso,
que antes ocupaba un cielo!
¡La bien regada! ¡En la que corre
más agua que aire respira,
y en la que Murcia se mira
desde el balcón de su torre!
¡La que me enseñó a vivir
y la que enjugó mi llanto!
¡Mirad si miento al decir
que de ella no he de salir
y la abrazaré, al morir,
para siempre en el camposanto!

MIGUEL
¡Muy bien hablado!

P. VICENTE
¡Miguelón!

MIGUEL
¡Padre Vicente!
(Se abrazan)

P. VICENTE
¡Llegó el día
en que os eche la bendición!
Como si fuerais sangre mía,
hijos nacidos en mi hogar,
por fin os voy a casar.
(Muy conmovido)
¡De buena gana reiría!

RETRASAO
Pero nos hace usté llorar.
(Sale Carmela y la Tía Sabelotodo)

SABELOTODO
Ya está la novia.

CARMELA
¡Es una estrella!

P. VICENTE
¡Pues a la iglesia!

MIGUEL
Allí esperamos.
Pero que no tarde, o mandamos
unas andas en busca de ella.

SABELOTODO
¿Eh, señor novio?

MIGUEL
(Ofreciéndola el brazo)
¡Aquí hay un brazo!
(Sabelotodo se coge a él)

MOZO 1º
¡Buena pareja!

MOZO 2º
En tu lugar,
yo a la novia la daba cañazo.

RETRASAO
(Plantándose delante de ellos y doblando a otro Mozo por la cintura, como si fuera una máquina fotográfica)
¡Que sus vamos a retratar!

SABELOTODO
(Derretida de gusto)
¡No te burles, picaronazo,
que aún se me puede mirar!

MOZO 1º
¡Canela en rama!

MOZO 2º
¡Y de la fina!

MOZO 3º
(Poniéndose en jarras)
¿Quiere usté un viudo?

P. VICENTE
(Apartándole)
Deja pasar.

(Todos abren hueco y pasan Miguel y la madrina, muy hueca y orgullosa, seguidos del Padre Vicente y de los Mozos)

MOZO 1º
¡Que viva el novio!

MOZO 2º
¡Y la madrina!

RETRASAO
¡Y el paere cura del lugar!

(Todos hacen mutis por la izquierda. Retrasao va a seguirlos, pero Carmela, le llama)

CARMELA
¿Adonde vas tú, panocho?

RETRASAO
¿Yo...? A la boda.

CARMELA
Tú, a la cuadra,
a enjaezar el caballo
y a engancharlo en la tartana
para traer a los novios
de la iglesia, como manda
la costumbre.

(Retrasao echa a correr)

¿Adonde vas?

RETRASAO
A eso. A ponerla más maja
que corrociquia de flores
en carnaval.

CARMELA
Pues aguarda.
Que aún has de hacer algo más.
De paso, echa una mirada
al niño. Ponle el babero
y remúdale las bragas;
acúnale, duérmele
y caliéntale las papas.

RETRASAO
Voy.

(Retrasao se va)

CARMELA
Espera.

(Retrasao vuelve)

Corta leña;
sube miel; llena la cántara;
pon hojas a los gusanos;
echa al postigo la aldaba;
friega un cubo; abre la cieca;
y aclárame la celada.

RETRASAO
(Sin decidirse ahora a marcharse)
Y. . . ¿nada más?

CARMELA
¡Que te muevas!
¡Que me ayudes! ¡Que me sacas
de quicio!

(Retrasao, inmóvil)

¡Vamos! ¿Qué piensas?

RETRASAO
¿Qué quieres que piense? Nada.
En lo mucho que espamentas
y en lo poquiquio que mandas.

(Se rasca el cogote y con mucha cachaza echa a andar de nuevo, pero antes de que haga mutis, Carmela dice:)

CARMELA
¡Ah!
(Con sólo esta exclamación, Retrasao vuelve como un autómata)
Vete al huerto. Me cortas
dos docenas de granadas
de las que están madurando
al arrimo de la tapia,
y me las traes, bien dispuesta?,
en una buena canasta.
Una docena de albares
de esas por dentro tan blancas
y dulces como las mieles,
y otra de las encarnadas,
de esas cajines, que cuando
se abren parece que sangran.
¡Y cuida! Que es el regalo
que hoy hacemos a nostrama.
Ya sabes cuánto la gustan,
y estas de la Alberca, llaman
la atención en todas partes.

RETRASAO
¡Lo mesmo que calabazas
de grandes, las cogeré!

CARMELA
(Dirigiéndose a la casa:)
¡Pues volando!

(Al llegar a la puerta, se vuelve y dice:)

¡Ah! ¡Y que no fumes
mientras yo ando acarreada!

(Mutis de Carmela)

RETRASAO
(Solo)
¡Grandísima correntera!
¿Con qué mano querrá que haga
el cigarro, mi mujer?
(Saca una petaca y lía un cigarro con mucha
calma, mientras hace estas reflexiones:)
¡Ay, Miguelón de mi alma!
¡Cuánta más razón tenía
el que el pésame te daba!
¿Es esta La autoría
que yo tanto preicaba?
¿Es este el mieo que doy?
¿Soy yo el gallo de mi casa?
¡Hasta las paeres tiemblan,
sí, pero es cuando ella pasa!
¡Mujeres! Aunque esta mía
es hacendosica y guapa,
toas debían estar
corgaícas de una rama!
Cásate, pa que te manden
nacer de cochero, de ama
de cría, de...

(Como el que ha perdido de pronto la memoria)

¡Anda! No sé
lo que me ha dicho que haga!

(Encogiéndose de hombros y yéndose con la mayor cachaza)

¡Qué más da! ¡Tú, retrasao
pa tóo! ¡No corras por nada!
¡Pa tres días que vivimos
no hay que trebajar con ansia!

(Salen Carmela, Mozas y Comadres. Luego, Aurora; vestida de novia. Retrasao va a hacer mutis, pero al verlas, se detiene. Carmela saldrá la última)

COMADRE 1ª
(A Retrasao)
¿Pero aún no vino el padrino?

RETRASAO
¡Ya hay otro que se retrasa!
¡Como es viudo le hace duelo
prestarse pa una esgracia!

MOZA 1ª
¡Bruto!

CARMELA
(Saliendo)
¡La novia!

RETRASAO
¿La novia?
(Sale Aurora)

(Contemplándola embobado)

¡Cuánto lujo y qué aligancia!

(Retrasao echa a correr y desaparece)

(Música)

MOZAS y COMADRES
Aquí sale la novia más rebonita de la comarca.
Aquí sale la novia mejor vestida, mejor plantada.

COMADRES
Más de cuatro mozuelas envidiosillas quieren su suerte,
pero sus novios dicen, que el que se casa, que se divierte;

MOZAS
Más de cuatro comadres que no casaron y están solteras,
más de cuatro comadres desesperadas rabian al verla.

COMADRES y MOZAS
Aquí sale la novia más rebonita de la comarca.
Aquí sale la novia mejor vestida, mejor plantada.

AURORA
Gracias a todas, amigas mías.
¡Feliz mañana, dichoso día...!
Hoy asisten al logro de mis ensueños
los jardines de Murcia llenos de flor
y en sus árboles cantan los risueñores
porque miran cumplida ya mi ilusión.
Con sus hábitos blancos y con sus tocas,
los nardos y los lirios vienen también,
y vestidas de novias las azucenas,
salen para mi boda, de su vergel.
Y vuelan las -abejas de sus panales
y tejen con sus hebras mantos de miel;
las aguas de la acequia saltan gozosas
desgranando la espuma de su cantar,
y todo en torno mío repite a coro
una sola palabra: ¡felicidad!
Campanitas de la ermita qué me alegráis al sonar,
cuando escucho vuestros sones siento la vida cantar.
El hombre que quiero
por fin va a ser mío
llena de ternura
la ventura le daré
y feliz le haré.
Que me alegráis al sonar
y hacéis soñar.
El hombre que yo quiero
y que prefiero,
por fin va a ser mío,
y con su cariño siempre
me protegerá mi felicidad.
Campanas, cantad.

MOZAS y COMADRES
Campanitas de la ermita
que la alegráis al sonar,
cuando escucha vuestros sones
siente la vida cantar.
Hoy, él hombre que prefiere
ya va a ser suyo
y con su cariño
siempre la protegerá.
Campanas, sonad.
¡Campanitas de la ermita...!

(Hablado)

(Acabado el número sale El Padrino y Don Cuco Aquel aparenta ser un ricachón que hasta en el menor de talle hace ostentación de su dinero. Muy gordo, muy satisfecho con su gran sombrero de alas, su traje de terciopelo sobrecargado de enormes botones de plata. Gruesa cadena de oro. Muchas sortijas, etc. Don Cuco trae un envolturio que procura esconder a los ojos de Aurora)

CARMELA
(Viéndolos llegar)
¡Ya está aquí el señor Facorro!

FACORRO
(Saliendo y pavoneándose mucho entre la general admiración)
¡Vaya un padrino juncal!

(A la novia, tendiéndola la mano)

¡Noragüena!

AURORA
¡Muchas gracias!

FACORRO
(Contoneándose entre las Comadres)
¡Esto es lujo... y nada más!

DON CUCO
(Felicitando a la novia)
¡Muchacha!

AURORA
¡Usted!

(Llevándosele apañe)

¡Tengo miedo!

DON CUCO
¿Por qué ni de qué dudar?
Yo estoy cierto. ¡Te lo juro!
Seguro como el que más
de que estarás bien casada
y de que nadie podrá
alegar nunca un defecto
canónico ni legal.
He consultado a los jueces
y al obispo, y todo dan
su aprobación. Tu deseo
por fin se ya a realizar.

AURORA
¡A usted se lo deberé!

(Estrechándole las manos con efusión)

¡No lo olvidaré jamás!

COMADRE 1ª
(A Facorro y refiriéndose a la botonadura del traje)
¿Esto es plata?

FACORRO
(Mostrando la pesaba cadena del reloj)
¡Y esto es oro!

(Pavoneándose mucho)

¡Y esto es facha!

(A la novia)

¿Estamos ya?

AURORA
Si.

FACORRO
Pues vamos.

(A las Comadres, haciendo ademán de que se aparten)

¡Fuera brujas,
que pasa su majestá!

VARELA
¡Que viva el señor Facorro!

DON CUCO
¡Y la novia!

AURORA
(Dirigiéndose a Don Cuco, agradecida)
¡Y los demás!

(Cogidos del brazo, vanse la novia y el padrino. Mozas y Comadres hacen mutis tras ellos. Quedan solos Carmela y Don Cuco, que se sienta en el banco que hay al pie de los árboles, encendiendo una pipa)

(Ella entra en la casa. Pausa. Se oye dentro la voz de Retrasao que canta)

RETRASAO
En la huerta de Murcia
por un chaviquio,
me llenan la cestiquia
de pimientiquios.
Y esto es tan cierto
como perder un ojo
quearse tuerto.

(Carmela sote de la casa con manteles, platos, etc., y se dirige al cobertizo, donde prepara la mesa)
(Se oye ruido de caballos y cascabeles, como si estuvieran enganchando una tartana)

CARMELA
(Acercándose a la cochera)
¿Estás ahí todavía?

RETRASAO
Eso creo. En la cochera
apañando la tartana.

CARMELA
¡Ay qué panocho! ¡Si quedan
diez minutos, cuando más,

(Mutis de Carmela a la casa)

RETRASAO
Me sobran cinco. Esta arrea
lo mesmo que un trequitraque
y la parroquia está cerca.

(Saliendo con una canastilla llena de granadas)

Aquí tienes las granadas.

(Carmela, que ha entrado en la casa, vuelve a salir con un mantel y una bandeja llena de dulces y una calabaza. Retrasao, al verla se pone a saltar)

CARMELA
¿Qué haces?

RETRASAO
¡Blincar de risera!

CARMELA
¿Por qué?

RETRASAO
(Señalando a los dulces)
Por eso. ¿Tendremos
vino?

CARMELA
De Jumilla.

RETRASAO
(Cogiendo una calabaza que habrá sacado Carnuda)
¿En esta?

(Empina la calabaza, pero ve, con sorpresa, que está vacía. Carmela se ríe)

CARMELA
¡Te colaste, Retrasao!
¡Tú, siempre tarde! Está llena
de aire... como la tuya.

RETRASAO
¡Mala entraña! ¡Anda Carmela!
Llénala hasta que tresmane
que me ha entrao una petera
de llorar y ya no blinco.

CARMELA
¿Para alegrarte? No es esa
mi intención. Tú, cuando todos.

RETRASAO
¡Que no pierdo la caeza!

DON CUCO
Puedes caer con los novios
y la tartana en la acequia.

(Durante toda esta escena, Carmela entra y sale de la casa al cobertizo y del cobertizo a la casa, con todo lo necesario para celebrar un clásico chocolate huertano: platos, tazas, bizcochos, etc. Don Cuco, en su banco, fuma y se He contemplándolos)

CARMELA
(Dentro, en el cobertizo)
Ya está todo.

RETRASAO
(Estupefacto, como si contemplase la mesa que se supone dentro)
¡Vaya un cuadro
pa tener que estarse a dieta!

(En este momento se oye un alegre repicar de campanas)

CARMELA
(Saliendo del cobertizo)
¡Que tocan! ¡Jesús bendito!

(A Retrasao)

¿Y aquí todavía? ¡Arrea!
¡Que ya los están casando!

RETRASAO
¡Voy. en un salto!

(Se mete en el cobertizo. Dentro)

¡Lucera!

(Volviendo a salir, con mucha cachaza)

¿Y si no llego?

CARMELA
(Desesperada)
¡Ay, qué hombre!
¡Te ahorcas! ¡Pero no vuelvas
porque si vuelves, te pelo!

RETRASAO
(Dirigiéndose nuevamente al cobertizo, sin correr nunca)
¡Siempre tan espamentera!
No hay más remedio que ir.

(Vase. Dentro ya, con ruido de cascabeles y fustazos, que se van perdiendo a lo lejos)

¡Arre! ¡Corre ya, Lucera!

(Cantando, a medida que se aleja)

En la huerta de Murcia
por un chaviquio
me llenan la cestiquia
de pimientiquios.

(Carmela y Don Cuco solos)

CARMELA
¿Por qué no va usté con él?

DON CUCO
¡Sobra el diablo en la iglesia!

CARMELA
¡Siempre hereje! ¿Es que se asusta
del hisopo, o de las viejas?

DON CUCO
¿Asustarme las lechuzas
teniendo trato con ellas?

CARMELA
Entonces, ¿qué teme usté?

DON CUCO
A los mozos... ¡Son tan bestias!
Desde que dais en decir
que soy un Brujo, me acechan,
aguardando la ocasión
de cogerme por su cuenta.
Pero en fin, oye una cosa.

(Dirigiéndose al banco y cogiendo el envoltorio que traía y que habrá dejado en él cuando se sentó)

Para que hoy Aurora tenga
algo de su agrado en casa,
la preparo una sorpresa:
este regalo.

CARMELA
¿Un regalo
de usté? ¡Será cosa vieja!

DON CUCO
Justo; pegada y lañada.

CARMELA
¿No lo dije?

DON CUCO
¿Tú te acuerdas
de un plato que se cayó
al suelo, la tarde aquella
en que dejaron la fábrica
Aurora y Miguel?

CARMELA
¿Que era
un corazón que ella misma
pintó? ¡Si quedó por tierra
en pedazos!

DON CUCO
Pero yo,
más tarde, sin que me vieran,
los recogí, los guardé,
los restauré a mi manera,
y aquí se lo traigo.

(Desenvolviendo el plata)

Mira.

CARMELA
(Sorprendida)
¡Es verdad!

DON CUCO
Que el plato sea
en casa de Aurora, como
un testigo y un emblema
de estos amores que hoy
bendicen.

CARMELA
¡Es buena idea!
Yo le aseguro que Aurora
va a ponerse muy contenta.

(Transición)

También, las mozas y yo,
tenemos nuestra sorpresa
para la novia. Lo mismo
que se hacen para las reinas,
cortejos y cabalgatas,
rondas, parrandas y fiestas,
en honor de Aurora, a mí
se me ha ocurrido que vengan
desde los pueblos vecinos
todas las mozas solteras.
Vendrán huertanas del campo;
bordadoras y alfareras;
las que preparan la flor
y las que tejen la seda.

(Mirando hacia la derecha)

Y entre el regalo a la casa
y salga usté pronto a verlas,
que, mire, ya está llegando
la ronda de las solteras.

(Don Cuco entra en la casa con el plato y vuelve a salir en seguida. Carmela, cogiendo la cesta de granadas que trajo Retrasao, sale al encuentro de las huertanos, que vienen vestidas de fiesta, todas con un traje semejante, rico y vistoso, distinguiéndose únicamente por él regalo que trae cada una en su bandeja o canasta, y que ha de ser como un atributo de la huerta: chumbos, mazorcas, plátanos, dátiles, naranjas, limones, encajes, cacharros de cerámica, joyas, etc., etc. Carmela, que desde el principio del acto luce un traje semejante, aunque más vistoso todavía, se pondrá al frente del grupo, con su canastilla de granadas. Don Cuco, en el banco, las escucha)

(Música)

CARMELA
Un regalo a la novia, las mezas solteras,
gozosas, la quieren hacer,
y traemos la fruta, la blonda, la seda,
la loza, la flor y la miel.

MOZAS
Desde todos los pueblos venimos
la boda de Aurora para festejar
las huertanas y las bordadoras
y las tejedoras y las del alfar.

CARMELA
¡Ah! Estas son cajines y albares
dulces, dulces como panales,
cuida que tu amor, niña, sea
siempre, siempre,
como el fruto encarnado
que cría el granado
y es fuego y pasión.

MOZAS
Estas son cajines y albares, etc.

CARMELA
A la novia ofrecemos la roja mazorca,
la ajorca y el lindo mantón,
la arracada de plata, la nueva naranja
y el ramo de verde limón.

MOZAS
Cuanto pide una boda de rumbo
en estos regalos la novia tendrá,
porque Murcia, mirándose en ella,
sus bienes mejores la quiere ofrendar.

CARMELA
¡Ah! Estas son cajines y albares, etc.

MOZAS
Estas son cajines y albares, etc.

CARMELA y MOZAS
Cuida que tu amor, niña, sea
siempre, siempre,

CARMELA
(Sola)
como el fruto encarnado
que cría el granado
y es fuego y pasión.

(Hablado)

(Acabado el número, Carmela y las Huertanas se meten en la casa. Don Cuco va a irse por la derecha. Pero, de pronto, ve a Manuel, que llega, y retrocede para irse por la izquierda. Manuel sale y, antes que Den Cuco haya hecho mutis, le llama)

DON CUCO
(Para sí, sorprendida)
¡Manuel!

(Da media vuelta)

MANUEL
(Que le ha visto, llamándole)
¡Don Cuco!

(Don Cuco vuelve)

¿Es verdad
que hoy se casan?

DON CUCO
¿No sabías. . .?

MANUEL
Pasé en Cartagena un mes
por asuntos de la fábrica.
Vine anoche y hoy me entere
de esta novedad.

DON CUCO
Pues sí.
Ya los habrán, a estas horas,
uncido al yugo fatal.

MANUEL
¿Y tú se lo has procurado?

DON CUCO
¡Yo, no!...

MANUEL
Inútil que niegues.
Ya me he enterado de todo.

DON CUCO
¿Y sabes...?

MANUEL
Me consta que ella
no puede casarse.

DON CUCO
¿Si?
¿Estás seguro?

MANUEL
Lo estoy.

DON CUCO
Te engañaron. Nadie vino
a impedir que se casara.

MANUEL
¡Yo lo impediré!

DON CUCO
Ya es tarde.

MANUEL
No lo será para mí.
¡Canalla! ¡Me has engañado!
¿Yo te pago y tú proteges
a mi contrario? ¿Qué fin
te guía? Di, ¿qué provecho
vas a conseguir?

DON CUCO
Ninguno
Pero, a veces, el diablo
se divierte en ayudar
a los buenos.

MANUEL
¡Por el alma
que luego los comprarás!

DON CUCO
(Riéndose)
Puede ser.

MANUEL
¡Pues yo te juro
que aunque les hayan casado
cuando llegue, no será
Aurora, de Miguel

DON CUCO
¿Por qué?

MANUEL
¡Pronto has de saberlo!

(Mutis de Manuel por la derecha)

DON CUCO
(Solo)
¡Bonita se la jugué!
Se van cumpliendo mis planes.
Por lo menos, esta vez,
el lobo ha llegado tarde.
¿Te acuerdas, Manuel, de un día
que de tu casa me echaste?
Muerta mi única hija,
teniendo que suplicarte,
tu ayuda para enterrarla,
no te dignaste escucharme
siquiera. ¡Todo se cumple!
¡No hay deuda que no se pague!
Aquella hija, murió.
Pero Aurora fue; más tarde,
como ella misma. La vi,
y haciendo que una ilusión
mi recuerdo alimentase,
igual que con una hija
con ella he de comportarme,
La ayuda que la presté
fue cariño. Ha de salvarse.
Yo la salvaré Manuel,
tu deuda voy a cobrarme,
llevando el mal a tu casa,
hago el bien en otras partes.
¡Paradojas de la vida!
¿No ves que juré vengarme?
Pero vigilémosle
no sea que nos ataque.

(Vase tras de Manuel)

(La escena sola. Empieza a oírse un griterío lejano que va aproximándose juntamente con repicar de campanas, sonar de cascabeles y algún cohete. Invade la escena todo el riquísimo cuadro de una típica boda murciana. El cortejo viene con mantas, flores, etc. En una tartana de espacioso toldo, viene Aurora, Miguel v el Padre Vicente. Sentado en una vara, el TARTANERO Todo el aparejo cubierto de cintas y flores. Detrás y andando, vienen La tía Sabelotodo, el Señor Facorro, Mozas, Mozos, Comadres, el coro de huertanos y una pequeña banda de música de pueblo. Carmela y las Huertanas habrán salido de la casa. Todos rodean la tartana arrojándola flores y almendras. La tartana avanza hasta el centro de la escena, a todo toro. Carmela acude a ella para ayudar a bajar a la novia. El Tartanero, Aurora y Miguel echan pie a tierra, ayudando luego a bajar al Padre Vicente. Cuando éste baja, todos se arrodillan y él los echa la bendición)
(En seguida se oyen dentro los cascabeles de otra tartana, y, a poco, sale Retrasao, a pie, rodeado de monaguillos. Los monaguillos cantan rodeando al padrino. Este los echa perras. Todos se abalanzan a cogerlas, especialmente Retrasao, que es el que se apodera de ellas)

(Música)

MOZAS, COMADRES y CORO
Boda de rumbo
es esta boda
en que la novia
Será feliz;
con un padrino
tan generoso
otra, en mi tierra,
yo nunca vi.

TARTANERO
¡Arre, Ligera,
anda ya, Presumía!

CARMELA
¡Los novios llegan!

TARTANERO
Paso a los novios.

CARMELA
¡Ya están aquí!

MOZAS, COMADRES y CORO
Viva la novia de las huertanas,
la más hermosa que conocí;
y viva el novio y el señor cura
que los acaba de bendecir!

CARMELA
¡Olé la novia! ¡Qué guapa está!

PADRINO
¡Y olé el padrino, que pagará!

MIGUEL
(Al P. Vicente) ¡Su bendición para todos
los feligreses del pueblo!

P. VICENTE
¡Que el cielo os colme de dichas
y que os ilumine el cielo...!

MIGUEL
¡Aurora!

AURORA
¡Parece que estoy soñando!

MIGUEL
¡Mi vida!

SABELOTODO
¡Al mirarlos, recuerdo mis buenos años!

AURORA
Me siento orgullosa de ser tu mujer.

MIGUEL
Aurora, alma mía, ya nadie en el mundo
podrá este cariño por nada romper.

RETRASAO
(Dentro) Para, Lucera, no te desboques,
que, de frenarte, ya echo los bofes!
(Saliendo) No sé señores, no sé qué es lo que tengo
que el último de todos yo siempre llego.

CARMELA
(Pellizcándole)
¿En la tartana, quién ha venido?

RETRASAO
¡A falta de los novios, los monaguillos!


LOS MONAGUILLOS
(Saliendo)
¡Eche usté, eche usté,
anisitos en el delantal;
eche usté, eche usté,
dineriquios además!

RETRASAO
¡Quietos ya, quietos ya,
que el padrino ya sus echará!

PADRINO
¡Allá van, allá van,
yo no me hago de rogar!

(Los monaguillos se pelean cogiendo el. dinero. Luego, Retrasao, reúne a la murga y, formando delante de los novios, canta las coplas del «Quisiera». Es un número dislocado y bufo, acompañado por la murga)

RETRASAO
Atención, señores,
que aquí está la orquesta toda
y a cantar voy a los novios
la tonada de la boda!

CORO
¡Atención, señores,
etc., etc.

TIPLES y MOZAS
¡Callad, que la tona ya empieza.

RETRASAO
Esta noche varias cosas
quisiera ser y no ser, ¡ay!,
quisiera ser el marido,
pero no ser la mujer;
ser quisiera pañolico
para enjugarte la piel;
el perfume ser quisiera
de tu palmito gentil, ¡ay!,
no quisiera ser el gato
que va en tu alcoba a dormir,
y quisiera ser el aire
pa soplar en tu candil!.
A la boda, boda, boda,
y a la tornaboda va,
que las coplas del quisiera
hasta el cura cantará.

TODOS
A la boda, boda, boda,
y a la tornaboda va.

RETRASAO
Esta noche varias cosas
quisiera ser y no ser, ¡ay!,
quisiera ver la ropica
que has tardao tanto en hacer,
quisiera ver lo que tardas
en quitártela después.
No quisiera yo esta noche
por la rendija mirar, ¡ay!;
No quisiera ver el susto
que la novia va a pasar;
y quisiera ver el sitio...
donde tienes el lunar.
A la boda, boda,
etc., etc.

(Al acabar las coplas se ríen todos y, Carmela, apareciendo a la puerta del cobertizo, llama a los convidados para tomar el chocolate)

MIGUEL
¡Qué disparate! (Se ríe)

CARMELA
¡A la mesa, señores!
¡El chocolate!

(Al oírla acude todo el mundo hacia el cobertizo y van haciendo mutis, hasta quedar solos Aurora y Padre Vicente. Este va a entrar también, pero aquélla le llama)

(Hablado)

AURORA
¡Padre Vicente!

P. VICENTE
¿No vienes?

AURORA
Sí. Pero escuche un momento.
Tengo miedo.

P. VICENTE
¿Tú? ¿De qué?
¿No eres feliz?

AURORA
Pues por eso;
porque lo soy, me pregunto
si acaso estará mal hecho
lo que hice.

P. VICENTE
¡Qué ha de estar!
En la tierra y en el cielo
tú eres la esposa legítima
de Miguel.

AURORA
No sé qué temo.
Pienso si aquellos papeles
que firmé por el consejo
de Don Cuco, encerrarían
algún engaño, y en ellos,
al poner mi firma, puse
mi perdición, sin saberlo.

P. VICENTE
¿Lo hubiera yo consentido
cuando vino él a leérmelos?
No. Don Cuco siempre fue
enredador y embustero.
Pero en este caso, no.
En todo anduve con tiento,
y antes de decirte «puedes
casarte», consulté el hecho
hasta en la Curia Romana.
No dudes. Yo no me presto
a dar un paso tan grave
si no piso buen terreno.
¡Anda a reír y a gozar,
que hoy es día de contento!

(Carmela, Retrasao, Miguel y Mozos salen del cobertizo. Carmela trae una bandeja con vasos de vino dulce)

CARMELA
Pero ¿dónde está la novia?

MIGUEL
(Cogiendo un vaso y ofreciéndoselo a Aurora)
Aurora, bebe conmigo.

(Haciendo lo propio con el cura)

Y usté también.

(A los Mozos)

Y vosotros.

(Cada uno coge un vaso. Retrasao coge dos)

P. VICENTE
(Levanta el suyo)
¡A tu salud, Miguelillo!

(Pausa. Todos beben. Carmela avanza ante los novios, y dice:)

CARMELA
Un trovo de doce coplas
a la novia quiero echar.
A ver si hay algún buen mozo
que me quiera acompañar.

RETRASAO
(Destacándose del grupo)
Quien te quiera acompañar
no ha de ser más que yo mesmo,
que, güen mozo, tu marío
es de entre tos el primero.

Se forman dos grupos. Uno de Retrasao y los Mozos y otro de Carmela la Madrina, y Mozas. Los Mozos simulan apuntar a Retrasao la letra destrovos así como la Madrina y Mozas dictan los suyos a Carmela. Retrasao a quien los Mozos ofrecen una silla, se levanta de ella cada vez que dice un trovo, para volver a sentarse, y cuando ha dicho el último trovo, uno de los Mozos le quita la silla cuando va a sentarse, cayendo a tierra. Retrasao entre el general regocijo.

CARMELA
Que es de todos el primero,
eso es cosa bien probada.
Novia, te voy a decir
tus deberes de casada.

RETRASAO
Tus deberes de casada
solamente deben ser
hacer todo lo contrario
de lo que haga mi mujer.

CARMELA
De lo que haga la mujer
depende que el hombre quiera.

RETRASAO
Y que no diga: ¡En mal hora
ma casé contigo, nena!

CARMELA
Me casé contigo, nena,
para tener buen arreglo;
para ver la casa en orden
y 3a jarra en su jarrero,

RETRASAO
La jarra de tu jarrero
quisiera, nenica ser,
pa besarte en la boquiquia
cuando fueras a beber.

CARMELA
Que cuando él vaya a beber
no quede harto de ti;
no te diga: «¡Bien te cobras
por un beso que te di!»

RETRASAO
Por un beso que te di,
pagué de multa diez reales. :
No he visto beso más caro
poniendo los materiales.

CARMELA
Poniendo en los materiales
fe y cariño, no hay cuidado,
que yo a una barraca firme
a la mujer la comparo.

RETRASAO
A la mujer la comparo
con un bancal de melones:
que tos son altos y bajos,
abujeros y rincones.

CARMELA
Agujeros y rincones
se llenaron en mi casa
con pedazos de cariño
que mis besicos dejaban.

RETRASAO
Si mis besiquios dejaran
señal en tu cara bella,
tos al mirarte dirían
que has tuvido las veruelas.

CARMELA
Y ni tener la viruela
fuera para ti desgracia,
como que un día dijesen…

RETRASAO
... que no sirves para nada.

CARMELA
Y como sirves pa mucho,
y eres hacendosa y buena,
que Dios te de mucha suerte…

RETRASAO
¡Y los críos a docenas!

CARMELA
Y aquí doy fin a mi trovo,
y aquí guardo mis papeles:
¡Al infierno van los hombres
y a la gloria las mujeres!

MIGUEL
A la gloria las mujeres.
¡Nunca has dicho más verdá!
Mas, para trevos, el mío.
¡Escuchadlo, que allá va!

(Con el vaso en alto, canta. Empiezan a salir los demás convidados del cobertizo. Todos le rodean, escuchándole)

(Música)

MIGUEL
¡Oyeme, mujer!
Diga usté, señor platero,
cuánta plata es menester
para engarzar un besito
de boca de una mujer.
Pues, aunque usté me lo jure,
nunca tuvo en su taller
otro diamante como éste
que le vengo yo a traer...
Ponga todo su cuidado,
mire que se lo he robado
y ella no me ha perdonado. ¡Ah!
Para tan fino diamante
plata bastante no encontrará.
¡Sueño que una perla dio en tu boca
y saltó un rayo de luz,
y, al saltar, nació este beso
que perfuma lo que toca!
¡Sueño, que he mandado que este beso
me lo engarcen de manera,
que lo pueda, tener preso,
de mis labios, cuando quiera,
sin que trate de escapar
y poderte así besar.
Diga usté, señor platero,,
cuánta plata es menester
para engarzar un besito
de boca de una mujer.
Diga usté, señor platero,
cuánta plata es menester...
¡Quiéreme, mujer!

(Hablado)

(Acabada la romanza, grita Retrasao)

RETRASAO
¡Basta de canciones!
¡Un poco de baile!

(A las Mozas)

¡A ver, las postizas!
(A uno que tiene un guitarro)
¡Tú, requinto! ¡Dale!

(El requinto, o sea el guitarro, ataca una parranda)

(Música)

RETRASAO
Ponerse en la fila.
¡Parejas, formad!

CARMELA
Con las castañuelas
salid a bailar.

RETRASAO
Y empiece la gracia
de Dios a repicar.

MOZAS y CORO
A ver, niña bonita,
cómo te portas, jo y ja,
cómo te portas, jo y ja;
grano de sal,
flor de limón,
y malva real
de mi balcón.
Eres más dulce que la canela
y más picante que el pimentón.

AURORA
¡Cantares, que alegres del alma salen;
cantares, son pájaros que no mueren,
volando de boca en boca,
corren mucho y viven siempre!
¡Cantares, que alegres del alma salen!

MIGUEL
¡Cantares, que alegres del alma salen;
cantares, son besos que el aire lleva,
que van a alegrar el alma,
y a dar alivio a sus quejas!
¡Cantares, son besos que el aire lleva!

CARMELA
Tu marido y el mío van a Lanares
a comprar cuatro bueyes,
vendrán tres pares.

MOZAS y CORO
De las murmuraciones me río yo,
que el río en la crecida se desbordó,
y después de que todo lo estropeó
de su correntica dejó en la orillica
sólo una espumica que se evaporó.

RETRASAO
Cudiao no retrasarse; al bailar
medir bien el compás.

MOZAS y CORO
Tienes, morena graciosa,
boca de piñón;
tienes ojos de mora
porque quiso Dios.

MOZOS
Bésame, niña, en la boca
que muero de amor.

MOZAS
Antes me lleve el diablo
que te bese yo.

MOZOS
Un besíquio me darás;
tienes, niña graciosa boca de piñón
porque quiso Dios;
como tú no hay dos.

AURORA.
Mi alma se estremece
gozosa en este día,
y duda si es verdad
su dicha y alegría.
Mirándome en tus ojos
morir quisiera;
más si me miras
quiero vivir.

MIGUEL
Eres más arrogante
que la palmera,
y más temerosica
que la paloma.
Y no hay otra en el mundo
más hechicera,
ni más buena
no la vi.

MOZAS y CORO
Tienes, morena graciosa.
boca de piñón;
tienes ojos de mora
porque quiso Dios.
Como tú, no hay dos.
Dale dale ya;
baila sin temor:
mueve, niña, el pie
como manda Dios,
que tu novio así
te quiere mejor.

AURORA
Dulce querer
que ambicioné.
Hoy ya, feliz soy
junto a ti,
pues mi ilusión
se realizó.

MIGUEL
Todos te han de envidiar,
al mirarnos, gozar de amor.

(Hablado)

(Coincidiendo con el final del baile, estalla dentro una traca o un petardo. Y, cuando mayor es la alegría y Aurora y Miguel están más juntos, salen, por la derecha, Manuel, el Juez municipal y dos guardas rurales)

JUEZ
¡Orden!

MANUEL
¡Silencio!

MIGUEL
(Volviéndose, sorprendido)
¿Quién manda
callar?

JUEZ
¡La justicia!

MIGUEL
(A los demás) ¡Callen!

(Una pausa solemne. Como si iodos presintieran algo desagradable, forman corro, permaneciendo a respetuosa distancia. En medio, se forman dos grupos. En uno, Miguel, Aurora, Padre Vicente, Carmela y Retrasao. En otro, Manuel, el Juez y los Guardas)

MIGUEL
(Con mucha calma)
¿Y qué quiere la justicia?
¿Tomar en la fiesta parte?
.

(Nueva pausa. El Juez no se determina a hablar)

¡Vamos! ¡Digan a que vienen!

JUEZ
Venimos...

MANUEL
En busca de alguien.

P. VICENTE
¿De quién?

JUEZ
(Contrabajo) De Aurora.

AURORA
(Que desde que ha salido el Juez da muestra de gran turbación y se agarra desesperadamente a Miguel)
¡Ah!

MIGUEL
(Atónito) ¿De Aurora?
(Con el mayor asombro)
¿Que quiere a Aurora llevarse?

(Riéndose, al Juez)

¿Pero está usté loco?

(A los demás) ¿Oís?
¿Presa Aurora? ¡Disparate
mayor jamás escuché!
Señor Juez. ¡usté no sabe
lo que dice!

(Estrechándola en sus brazos)

¡Mi Aurorica!

MANUEL
¡Vamos, señor Juez, acabe!

P. VICENTE
(A Manuel, comprendiendo)
¿Has sido tú?

AURORA
(A Miguel) Suelta.

MIGUEL
¡Nunca!

(La estrecha con más fuerza)

JUEZ
¡En nombre de la ley!

MIGUEL
¡Calle!
¡No hay ley divina ni humana
que de mis brazos la arranque!

(Con desesperación)

¡Mi Aurora! ¿Por qué? ¿Que hizo?

MANUEL
Eso lo sabrás más tarde.

MIGUEL
(Soltando a Aurora y dirigiéndose a Manuel amenazador.;
¡Ahora mismo lo sabré!
¡Porque si hay algún cobarde,
que la calumnie o la ofenda,
le he de matar!

JUEZ
(A los Mozos) Sujetadle.
(Los Mozos contienen a Miguel)

MIGUEL
(Inmovilizado, a Manuel)
¡Ya te cogeré! No importa.
Pero el que quiera llevarse
a la que ya es mi mujer,
será preciso que pase
por encima de mí.

(A los guardas, cruzándose de brazos con arrogancia)

¡Vamos!
¡Vengan por ella, si hay alguien
que se atreva!

AURORA
(Destacándose del grupo)
No, Miguel!
Por mí, no ha de correr sangre.

(Entregándose al Juez)

Si a quien buscan es a mi,
aquí estoy. No he de negarme.

(Aurora se destaca, sola, en medio de escena, y dice:)

Pero escúchenme un momento.
Quiero, antes de marcharme,
que Miguel y todos sepan
cuál fue mi culpa o qué grave
pecado el que cometí.

(Dirigiéndose a todos con mirar suplicante)

Oiganme todos y fallen.

(Pausa Cuadro. Todos forman corro a respetuosa distancia. Miguel, solo a un lado. Aurora, con acento conmovedor, hace la confesión hasta caer a sus pies)

Miguel: Me casaron niña.
Cegados por la riqueza,
del que mi marido fue,
mis padres, a cambio de ella,
dieron mi mano. Yo, no.
Hombre de torpes maneras,
malas costumbres y vida¡
licenciosa y deshonesta,
no era amor lo que le trajo
hacia el matrimonio. Era
capricho de los sentidos;
ilusión de mi belleza
que no podía hacer suya
sino por la honrada senda.
El mismo día de bodas,
la misma mañana aquella,
entre el contento y las risas,
entre mi llanto y mi pena,
bebió mucho. Al levantarse
para bailar, de la mesa,
porque un mozo me miraba
con insistente fijeza,
se fue a él, y a traición,
sin que mediara reyerta,
le clavó en el corazón
su navaja cabritera.

(Gesto de asombro en todos)

Le prendieron. Nunca más
volví a verle. La condena
fue para toda su vida.
¿Qué nacer? La mujer que queda
como yo, ni queda viuda,
ni casada, ni soltera;
ni en libertad de sus actos,
ni de sus deseos dueña.
¡Ligada, por sacramento,
más que a un hombre, a una quimera,
no me podía casar
aunque seguía doncella!
Murieron mis padres. Vine
a este pueblo. Tu nobleza
me ganó. Debí no amarte.
¡Amor es ciego y nos ciega!
Un hombre me aseguró
que aquella unión no era eterna.
Que era el casamiento aquel
igual que si no se hubiera
realizado. Que él haría,
con voluntad y paciencia,
que lo disolviera el Papa
con tal que yo lo pidiera
en forma. Que así podía,
lo mismo que de soltera,
volverme a casar. Firmé
la petición, bien ajena
a que en ello hubiera culpa.
Miguel, la verdad es ésta.
Fui débil y consentí.
Si algo hice mal, considera
que sólo fue por amor.
Ahora, dicta tu sentencia,
que es la que importa. La otra,
la de la ley, no me aterra.
¡Yo la cumpliré, tranquila,
si crees tú en mi inocencia!

MIGUEL
¡Aurora!

P. VICENTE
¡Miguel, no dudes!
Ante los cielos, es ella
tu esposa, tu santa esposa,
la legal, la verdadera.

JUEZ
Yo eso creía también.

MANUEL
Ya lo aclarará quien deba.

JUEZ
Mientras tanto, es necesario
que Aurora conmigo venga.

MANUEL
El Juez tiene en su poder
documentos que son pruebas.

RETRASAO
¿Qué pruebas tiene? Dinero.
Que es el que to lo astropea
y lo compra!

AURORA
Debo ir
a demostrar mi inocencia.

MIGUEL
(Con resolución)
¡Aurora! ¡Yo creo en ti!

(A todos)

¡Y como yo creo en ella!
¿ a quién más puede importarle
su delito o su inocencia?

JUEZ
¡A la ley!

(A los guardas)

En marcha

(Los guardas se colocan detrás de Aurora)

AURORA
Adiós.

MIGUEL
(Con desesperación, yendo tras ella)
¡Aurora!

(Todos le sujetan)

AURORA
(Ya casi haciendo mutis)
¡Miguel! ¡Espera!
Tu perdón y Dios que todo
lo ve, me dais nuevas fuerzas.
Piensa en tu Aurora y no llores,
Miguel, que yo voy contenta.

(Mutis de Aurora, seguida de los guardias, el Juez y Manuel. Al mismo tiempo sale por la izquierda Don Cuco, que, dirigiéndose a Miguel, dice:)

DON CUCO
No llores... No desesperes.
¡Un incidente! Ella es buena.
Yo te juro que vendrá.
¡Yo te lo juro! ¡Por éstas!

(Miguel ha caído de rodillas y eleva las manos al cielo con desesperación. Padre Vicente le consuela. Carmela llora. Retrasao amenaza con el puño a un ser imaginario. Cuadro. Música)


TELON RAPIDO


FIN DEL ACTO SEGUNDO


ACTO TERCERO

El Alto de las Cruces. Es una especie de meseta dominando el paisaje en cuyo centro, sobre un pequeño montículo, se alza una gran cruz de piedra. Pintadas en el telón de foro, otras dos cruces, más lejanas Este montículo comunica con la montaña, cuyas primeras estribaciones empiezan en la escena, por un camino ascendente y practicable, que se pierde al foro lateral derecha. Desde el centro de la escena una rampa ascendente hasta la meseta donde está te cruz. Desde esta misma meseta arranca el referido camino. A la izquierda, y como si se vieran por su fachada posterior, la casa-barraca y los cobertizos del Rento de la Alberca, que en el acto segundo estaban a la derecha. Al foro un paisaje de huerta, continuación del que se veía en el acto segundo, pero haciéndose onduloso hacia la derecha hasta enlazar con las primeras estribaciones del monte. A la derecha, lateral, rompimientos de árboles. Esta decoración ha de tener grandeza y majestad. Empieza completamente de noche, con luna, pero va amaneciendo hasta convertirse en una mañana espléndida y calurosa de verano, a todo sol con la que acaba la obra. A la puerta de la barraca un gran emparrado sobre dos pilarotes de madera. Dos sillas. Es de noche. Noche de verano calurosa y clara.
En escena: Carmela sola. En seguida sale Retrasao de la casa, vestido estrafalariamente de Auroro, más bien de máscara, con un capucha, su escapulario y un gran farolón encendido.

RETRASAO
¿Eh? ¿Qué tal?

CARMELA
¿Ya estás?

RETRASAO
Con estos
arreicos y arrumacos,
más que un auroro paezco
talmente un ajusticiao.
¿Y el farolón? ¡El serenooo...!
¡Buena mascaríquia,

(Echando a andar)

¡Andando!
¡No salgan los auroríquios
y digan que me retraso!
(De pronto, retrocediendo)
Pero dame el cachorriquio
Que dende que amenazaron
los panochos a don Cuco,
él ha jurao escarmentarnos,
y ice que en cuanto coja
a uno sólo va a eslomarlo.
¡Dame, dame el pistolón,
por si la enrea el diablo!

CARMELA
¡Si don Cuco está de viaje!
A la ciudá se ha marchado
diciendo que trae a Aurora:
o que aquí, de no lograrlo,
no vuelve nunca.

RETRASAO
No importa
Pué golver sin avisarlo.

(Carmela entra en la casa y vuelve a salir con un gran pistolón, que entrega a Retrasao. Mientras Retrasao se limpia el sudor y dice:)
¡Vaya una calor que hace
pa correr con estos hábitos!

(Cogiendo la pistola que le da Carmela)

Además, que a ese Manuel,
que Dios confunda, le aguardo.
¡Tráeme tamién el garrote,
pa esmuñirle a garrotazos
por morral! ¡Como le encuentre,
le frío!

CARMELA
(Que ha entrado a por el garrote y sale en aquel momento)
Manuel...

RETRASAO
(Dando un salto de pánico)
¡Canasto!

CARMELA
Manuel... está pesaroso.

RETRASAO
¡Ah, ya! (Aparte) ¡Pa sustos, no gano!
¡Vaya, hasta luego, pichona!

CARMELA
¡A ver cómo regresamos!

RETRASAO
(Haciendo ademán de empinar el codo)
Lo ices por...

CARMELA
¡Eso mismo!

RETRASAO
Pues como es reglamentario.
(Vase Retrasao por la derecha. Carmela entra en la casa. Pausa. Por la izquierda sale el Padre Vicente. Mira a la casa y se detiene)

P. VICENTE
Aun hay luz. Están en vela.
(Llamando)
¡Ave María!

CARMELA
(Dentro) ¿Quién va?
(Sale. Con alegría al verle)
¡Padre Vicente!

P. VICENTE
¡Carmela!

CARMELA
(Impaciente)
¿Sabe algo? ¿Vuelve ya?

P. VICENTE
No. Por desgracia, hija mía,
aun no. Pero volverá.
¿Y Miguel?

CARMELA
Fuera de sí.

P. VICENTE
Pues hay que darle valor:
¡Qué injusticia!

CARMELA
¡Sí, señor!
Y lo que dice el lugar:
¿Cómo usté, Padre Vicente,
los casó, si conocía
la verdad?

P. VICENTE
Porque tenía
el fallo en el expediente.
Y nadie puede decir
que, al darles el sacramento,
lo hice a ciegas. Sólo siento
lo que hoy les veo sufrir.
Pero en mi conciencia está
que si hay justicia en la tierra,
esta justicia, que hoy yerra,
al fin, rectificará.
Sea antes o después
yo así del Señor lo espero
El casamiento primero
fue rato.

CARMELA
Y eso... ¿qué es?

P. VICENTE
Que, al no haberse consumado,
no es válido el casamiento.
Y, habiéndolo declarado
el Papa, en Roma, disuelto
no ha tenido realidad.
¿Comprendes?

CARMELA
No, señor. ¡Nada!

P. VICENTE
Que nunca estuvo casada,
con el otro, de verdad.
Que el casamiento de ahora
es legítimo y no hay juez
que lo anule. La honradez
saldrá resplandecedora.

CARMELA
Siendo así... ¿cómo ha logrado,
Manuel, que la lleven presa?

P. VICENTE
Carmela, cuestión es esa
de distinto negociado.
Dádivas quebrantan leyes.
Todo lo puede el dinero.
Los caciques son virreyes,
y éste nuestro, muy artero.
Entorpeciendo la rueda,
se retarda el resultado.

CARMELA
¡Bastante lo ha retardado!

P. VICENTE
Y será lo más que pueda
conseguir, el desalmado.
Porque, además, se ha sabido
que, en la penitenciaría,
murió, hace poco, el marido.

CARMELA
(Muy alegre)
¡Entonces...!

P. VICENTE
No la valdría,
si ella hubiera cometido
bigamia; que el tribunal
igual la sentenciaría.
Pero como no existía
delito, y su proceder
fue claro como el cristal,
no hay un motivo legal
en qué poderla coger.

CARMELA
En fin, nos basta saber
que, siendo Aurora inocente,
pronto tiene que volver.

P. VICENTE
Yo eso creo, firmemente.

CARMELA
Y así sea.

(Música)

(Se ha empezado a oír, dentro, el coro de los Auroros)

P. VICENTE
Pero ¿cantan?
Los Auroros. Vienen ya
a la Virgen del Rosario.
Hasta la aurora, andará
la cuadrilla por el pueblo,
cantando la salve. Van
de casa en casa llamando
y cantando, a despertar
a los cofrades, y entonan,
con su modo ritual,
la salve de la despierta
o el canto de la alborá.

CARMELA
Buscarán a mi marido,
creyendo que en casa está..

P. VICENTE
Míralos. Están allí.
Escucha, que vienen ya.

(Música)

(Salen los Auroros. Son hombres con escapularios y grandes faroles, encendidos, y mujerucas con la falda por la cabeza, a manera de manto Uno de ellos, el cofrade mayor, lleva una campanilla. Pasan en dirección a la cruz. Al llegar a ella, se arrodillan mientras uno canta, y, descubiertos, rezan. Luego se levantan, se cubren y se van cantando por el camino ascendente, hacia el monte. También el Padre Vicente se ha descubierto y Carmela se ha arrodillado)

CORO (tenor)
Los Auroros de la cofradía
llamando a los fieles por el pueblo van
que el cofrade que falte al Rosario
con el alma en pena se condenará.
Devotos, venid;
hermanos, llegad;
que la cofradía,
llamando a los fieles,
por la calle va.
Esperando que despunte el día
entona la salve la santa hermandad.

CORO (tiples y tenores)
Salve, Virgen de la Aurora,
que lloraste al pie de la Cruz,
Fuente Santa de la Virtud;
Dios te salve, Bienhechora,
Fuente Santa de la Salud.
Fuente Santa, sálvanos Tú,
La aurora ya anuncia el día
con sus fulgores,
que son reflejos de Dios,
y canta la cofradía
de los Auroros
con devoción.
La Virgen se viste de oro
y la iluminan
los resplandores del sol,
y al verla los feligreses,
de hinojos, rezan una oración.

CORO (bajos)
Salve, Virgen de la Aurora,
que lloraste por la Cruz.
Tú, siempre reinarás con Virtud.
Rosa mística de Jericó,
entre las rosas del huerto divino del Señor
Tú siempre reinarás con Virtud.
Los ángeles van repartiendo su amor
y proclamando la bondad de Dios.
Y, alegres, anuncian los rayos del sol,
que de los cielos son la bendición.

AURORERO 1º
Todo el que en pecado
muera esta noche
sin confesión,
sufrirá en los infiernos,
eternamente,
su dolor.
Los pecados mortales
no tienen perdón;
pobres almas tristes,
pedid, hermanos, su salvación.

CORO
Salve, Virgen de la Aurora,
etc., etc.

(Apenas han hecho mutis, sale Retrasao, despavorido, con la faja suelta, el hábito remangado, la capucha caída, el farol roto, colgado al brazo, y la pistola en una mano y el garrote en la otra. Aparenta huir de alguien, pero, a verse ante Carmela y el cura, quiere rehacerse, y dice:)

(Hablado)

RETRASAO
¡Por poquiquio si lo mato!

P. VICENTE
¿A quién?

CARMELA
(Riéndose) A Manuel.

P. VICENTE
(Asombrado) ¿Tú?

RETRASAO
¡Yo!

CARMELA
¿Te le encontraste?

RETRASAO
Ahí abajo.
Me fui a él como una fiera;
me oyó; nos desafiamos,
y a estas horas no lo cuenta
si no falla este cacharro.

(Dice esto mostrando el pistolón)

P. VICENTE
¿Falló el tiro?

CARMELA
Y el garrote,
¿para quién lo guardas?

RETRASAO
¡Alto!
Ya pensé darle con él.

CARMELA
¡Y ha sido él quien te ha dado!

RETRASAO
¿A mí?... ¡No! Pero batirse
dos caballeros a palos
no es correto. Si él presume,
yo tampoco me rebajo,
manque sea con un rey.
¡Pero a mañana 1e aguardo!

(Dando la pistola a Carmela)
Toma esto.., ¡Pa lo que sirve!...

CARMELA
¡Pa más que tú calzonazos!

RETRASAO
¿Pasaron los auroriquios?

CARMELA
Ahora mismo se marcharon.

P. VICENTE
Pero ¿te has hecho cofrade?
¿Desde cuándo?

RETRASAO
¿Desde cuándo?
¡Tarde se entera el paere!
Pos ende él ultime» año.
Hasta la puerta del Rento
los auroriquios llegaron,
formaliquios y solenes,
tristiquios y funerarios.
Como frailes o pantasmas
abonico se pararon
y con una campaniquia,
tan, tan, repiqueteando,
dijeron, en tan y mientras
de no sé qué latinajos:
«¡Retrasao, no te condenes!
¡Retrasao, ven al Rosario!»
Del susto, en poco me muero.
Sin dúa estaba soñando
que era yo mesmo un defunto
y me estaban enterrando.
Ende entonces me corgué
er capuchón y los hábitos,
y he jurao de no faltar
año denguno al Rosario.

P. VICENTE
Pues, anda, que hace un momento,
por las Cruces han pasado.

RETRASAO
¡Ahora verán si soy
más que el huracán, el rayo!

(Se remanga los hábitos y echa a correr precipitadamente, como él no acostumbra)

CARMELA
¡Que te dejas el farol!

RETRASAO
(Volviendo)
¡Mujer! ¡Ya has parao el carro,
Luego dirán que soy yo
el que siempre me retraso.

CARMELA
¡Si lo mejor es que vayas
como lo? burros, al paso!

(Carmela le da el farol)

RETRASAO
En cuanto me meten prisa
o me hacen correr por algo,
hasta el reló se me para
y los pies icen «no andamos».

(Mutis de Retrasao)

(Sale Miguel. Viene desalentado. Con desesperación y con fatiga)

CARMELA
¡Miguel!

P. VICENTE
¡Mi buen Miguelillo!

MIGUEL
(Con ansiedad)
¿Y Aurora? ¿Sabe usted algo?

P. VICENTE
No.

MIGUEL
¡Tampoco! ¡Un día más!
¡Y cada día, cien años!
¡Y no encontrar a ese hombre...!

P. VICENTE
¡Vamos, Miguelillo, vamos!
¡Calma!

MIGUEL
¿Calma? ¡No es posible!
¡Ver que nos arrebataron
la dicha; saber que sufre
mi Aurorica y que un malvado
es el causante de todo;
y por más que procuramos
dar con él, que ese hombre huya
y se esconda, es demasiado!

(Manuel, apareciendo por la derecha)

MANUEL
¡Eso no! Yo nunca huyo.

MIGUEL
¿Tú?

MANUEL
Yo. Me andabas buscando
y aquí estoy.

P. VICENTE
¡Manuel!

MIGUEL
Bien hizo.
¡Así se portan los bravos!

(Echándose mano al cinto para sacar un arma)

¡Vamos a ver si, por fin,
me matas tú o yo te mato!

CARMELA
¡Miguel!

P. VICENTE
¡Miguelillo!

MANUEL
¡Déjenle!
¡Mátame! ¡No he de evitarlo!

(Se ha cruzado de brazos. Su actitud impasible paraliza a Miguel)

Pero antes, oye.

MIGUEL
¿Qué intentas?

MANUEL
Que me escuches. Por extraño
que te parezca, me importa
que me oigas. Me importa tanto
que no vacilé en venir
aquí, donde soy odiado.

MIGUEL
¡Pues habla!

(A Carmela)

Déjanos solos.

CARMELA
¡Miguel! ¡Prudencia!

(Carmela se mete en la casa)

MANUEL
Pues hablo.
A estas horas ya es seguro ,
que el juez habrá decretado
por fin, su procesamiento
o su libertad.

P. VICENTE
¿Y en caso,
tú crees...?

MANUEL
Yo, nada creo
ni sé nada. Pero hay algo
que ha llenado mi conciencia
de pesadumbre y de espanto;
esta duda: si a presidio,
va por mi, seré un malvado;
si queda libre, la pierdo
para siempre.

P. VICENTE
Pero, en cambio,
descansará tu conciencia.

MANUEL
¡Bien necesita descanso!
Si ella ha de volver, que vuelva
y te la lleves. Yo acato
su destino. Que la quise
no hace falta demostrarlo.
¡Ciegamente! ¡Bien di pruebas!

P. VICENTE
No de amor.

MIGUEL
¡De odio!

P. VICENTE
De insano
deseo.

MANUEL
De lo que fuese.
¡Yo, a mi modo, también amo!

MIGUEL
Sí, sí... Mas pídele a Dios,
a ese Dios que algunos ratos
parece que nos olvida...

P. VICENTE
¡Miguel!

MIGUEL
…Pídele, si en algo
tu vida estimas, que sea
justiciero en este caso.
Que salga ubre, que venga
aquí y a unirnos volvamos,
porque si no., ¡ten seguro,
por Jesús Crucificado,
que, frente a frente, a,;traición,
o como sea, te mato!

MANUEL
¡Harás muy bien! ¡Cuántas veces
me dije, en ella pensando!
¿Qué hay que hacer para lograr
que una mujer ame tanto?

MIGUEL
¡Respetarla y merecerla!

P. VICENTE
El amor que nace honrado
no piensa nunca en comprar
amor que le ha enamorado,
sino que se hace, abnegado,
corresponder sin hablar.
Va poco a poco, lo mismo
que el venero de una fuente,
llenando, calladamente,
la inmensidad de un abismo;
y como el fuego paciente
todo al cabo lo devora,
se alumbra a! fin el amor
con el mismo resplandor
luminoso de la aurora.
Amor que va con dinero
haciendo solicitudes,
no vence más que virtudes
de honor dudoso y ligero;
pues la condición primera,
para que se llame amor,
es que, antes que nada, quiera
en lo que quiere, el honor.
El que mal quiere, y se prenda
de mujer casta y leal,
en pretenderla hace mal;
mejor está que comprenda
lo inútil de su porfía
y renuncie a aquel amor
que, al conseguir, sin honor,
de ser amor dejaría.
¡Y ay del osado que intente
deshonrar villanamente
lo que debió enaltecer;
que ni es amor lo que siente,
ni nunca lo pudo ser;
pues la condición primera
para que amor sea amor,
es que, antes de nada, quiera
en lo que quiere, el honor!

(Pausa. Manuel ha ido bajando la cabeza hasta quedar ensimismado. Miguel, digno, en silencio)

Y ahora, Manuel, ven conmigo.
No basta que te arrepientas.
Es necesario que sientas
el dolor, como castigo.

(Cogiéndole de un brazo y llevándosele con suavidad)

Para recobrar la calma
es preciso padecer.
No en los labios ha de ser.
¡La penitencia, en el alma!

(Vanse los dos. Pausa. Miguel, desalentado. Empieza a oírse, dentro, la Parranda)

(Hablado sobre la música)

MIGUEL
(Al oírla)
¡Parranda! ¡Parranda alegre,
llena de amor y esperanza!
¡Vete! ¡Huye! ¡No profanes
la soledad de mi alma!

(Música)

Miguel canta. La Parranda va acercándose hasta aparecer por el camino alto, sobre el cerro de las cruces. Carmela sale de la casa para contemplar la fiesta desde el emparrado. Más tarde, salen también Retrasao y Padre Vicente. Toda la huerta de Murcia, llena de animación y de riqueza, ha de aparecer en este número. Empieza a amanecer. Por todas partes, por los laterales y por el foro, van saliendo, en grupos, cuantos elementos han tomado, parte en la obra Coro, Huertanos, Alfareras, Mozas, Comadres, Huertanas, Bailarines, Músicos, etc., etc. Cuando indica la partitura salen también, por él camino alto, Aurora y Don Cuco)

CORO
(Dentro)
Todos dicen que tienes mala fortuna,
siempre va la desgracia con la hermosura;

MIGUEL
Mi vida es un tormento,
la muerte quisiera,
mas antes vengarla
y luego morir.
La pena me ahoga,
no puedo estar dentro;
pensando en Aurora
no puedo vivir.
¡Hoy me suena ¡a Parranda
como un canto triste que llora por mí!
Me aflijo estando sólo
me quieren consolar y me entristecen,
y sólo su recuerdo
alivia este sufrir.

(Sale la Parranda)

CORO (MOZOS)
A la Parranda nueva
que un besico en ella
te robara yo...
¡Válgame Dios!
Para que nadie lo pueda ver
con mi mantica yo te taparé.
A la Parranda nueva,
que con mi besico
te robé el amor...
¡Válgame Dios…!

CORO (MOZOS y MOZAS)
Huerta, risueña huerta,
que siempre frutos y flores das.
Murcia, la que cubierta,
en todo tiempo, de flor estás;
Murcia, son tus mujeres
gala de tu palmar.
Murcia, qué hermosa eres,
tu huerta no tiene igual.

CARMELA
Ya vienen los mozos
que animan la fiesta.

AURORA
(Dentro)
¡Miguel!

MIGUEL
¡Aurorica mía!

(Miguel como un loco, corre en busca de Aurora que aparece en la cruz radiante de alegría. Todos acuden a ella. Cuadro. Miguel y Aurora abrazados junto a la cruz)

LOS DOS
Mirándome en tus pupilas
parece que estoy soñando,
que no lloraron mis ojos
y nunca nos separaron,
y que en mi reja florida,
llorando mi pesadumbre,
a la vez brotaban,
viéndome afligida,
entrelazadas rosas y espinas.

AURORA
Dios nos escuchó.

MIGUEL
La Virgen bendita te trajo hasta mí.

AURORA
La Fuensanta venerada que me vio sufrir.

CARMELA
(Mire, padre, fue inocentes y juntos están)

P. VICENTE
Dios ha querido su honradez prendar

MIGUEL
Por siempre en mis brazos serás ya feliz.

AURORA
Felicidad, me dice todo al volver
la que jamás creí  tuviera ya.
Ya estoy aquí, para alcanzar
y disfrutar la dicha.
Alegremente todo canta,
y entra la luz en mi alma
derramando felicidad.
Felicidad y amor.

MIGUEL
Dichoso vuelvo a ser,
mirándote en mis brazos,
dueña de mi vida,
reina de mis ilusiones.
Alegremente todo canta ya
Hoy resplandece la tierra
como cantando felicidad.
Felicidad y amor.

MOZAS
Felicidad se merece
y su honestía salva quede
pues su virtud,
como la luz resplandecer debe.
Alegremente todo canta ya.
Hoy la huerta contenta se ve
al saber que Aurorica volvió.
En los rayos del amanecer
toda Murcia es un campo de flor.
Hoy la huerta es dichosa otra vez
y, llenándose alegre de sol,
triunfadora celebra el amor.
Hoy la huerta es dichosa otra vez
y llenándose alegre de sol
triunfadora celebra el amor.

(Don Cuco ha aparecido en pos de Aurora. Carmela y Retrasao corren a su encuentro y le felicitan efusivamente mientras él sonríe)

MOZOS
Ser dichosa se merece
que su virtud, como la luz,
resplandecer debe.
Alegremente todo canta ya.
Hoy la huerta contenta se ve, etc.

CARMELA, RETRSAO y P. VICENTE
Ya libre está.
Los dos felices son
que el premio nos da
siempre el Señor;
y brilla el sol, mientras,
alegremente todo canta ya.
Hoy la huerta, etc.

(Música)

(Cuadro lleno de alegría y color. El sol, que ha salido del todo, ilumina la escena con una borrachera de luz)


TELON


FIN DE LA PARRANDA




Información obtenida en:
http://archive.org/stream/laparrandazarzue1813alon#page/n3/mode/2up

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