La Venta de Don Quijote (Libreto)



LA VENTA DE DON QUIJOTE



Comedia lírica en un acto, en prosa y verso.

Libreto de Carlos Fernández Shaw.

Música de Ruperto Chapí.

Estrenada en el Teatro de Apolo de Madrid, la noche del 19 de Diciembre de 1902.


REPARTO (Estreno)

El Señor Miguel – Miguel Soler.

Don Alfonso – Bonifacio Pinedo.

Blas – José L. Ontiveros.

El Ventero – José Mesero.

Tomasa, su hija – Felisa Torres.

Maritornes, criada de la Venta – Carmen Calvó.

La Sobrina de Don Alonso – Teresa Calvó.

Su Ama de llaves – Aurora Rodríguez.

El Arriero – Isidro Soler.

El Cuadrillero – Antonio P. Soriano.

El Barbero – Vicente Carrión.

El Cura – Melchor Ramiro.

Un Gañán – Gonzalo Maiquez.

Arrieros, trajinantes, segadoras y segadores.

La acción a fines del siglo XVI, en el mes de Junio 7 en una Venta de la Mancha.

Derecha e izquierda, las del actor.


ACTO UNICO

Patio de la venta. A derecha é izquierda puertas, en primero y tercer término, que comunican con habitaciones de la posada, y en segundo otras mayores que dan paso a otros cuerpos del edificio. En el fondo gran portalada. Forillo de campo. Al empezar el acto es de día.


ESCENA PRIMERA

Maritornes, Tomasa, un Arriero. Coro general. Segadores, segadoras, trajinantes, gente del mesón, etc., etc.

Forman las mujeres y hombres del Coro variados y pintorescos grupos. Acaban de comer, sentados los unos a toscas mesas, en corro los otros sobre el suelo. Maritornes y Tomasa van de un lado a otro. La animación es grande y grande la alegría. El Arriero, como lo indica el cantable, entra al empezar el número.

(Música)

CORO
(Golpeando los platos con las cucharas)
¡Pronto, que es tarde!
¡Vamos, Colas!

ARRIERO
(Entrando)
Aquí está el vino.

TODOS
Venga pa cá.

(Entra el arriero con una gran bota de vino en cada mano, seguido por otros hombres del campo que vienen todos con igual carga)

ARRIERO
Aquí está el vino.

CORO
¡Gracias a Dios!

ARRIERO
Vino de sobra.
Vino pa tóos.

(Gran algazara)

Este es el premio
con que os osequian
ya que acabasteis
al fin la siega.

CORO ¡Suéltalas pronto!
¡Vengan las botas!

ARRIERO
¿Por dónde empiezo?

CORO
¡Vengan y corran!

(Pasan las botas de mano en mano y van empinándolas todos. Crecen el bullicio y el jolgorio)

TOMASA
Allá va el vino;
vino pa tóos.

CORO
Esta es la misma
gracia de Dios.

(Voces, gritos, alegría)

ELLAS
¡Ay, qué vinillo tan delicioso!

ELLOS
¡Esto es un vino de lo mejor!

TODOS
Es que parece que por las venas
va repartiendo rayos de sol.

ARRIERO
¿Verdad?

CORO
Verdad.
Vinos de veras
la Mancha da.

ARRIERO
Manchega de mi vida
dame la mano,
ti es que quieres conmigo
pasar el charco.
Ven a la iglesia,
para hacerme el manchego
de mi manchega.

(Maritornes sonríe con satisfacción)

Te comparo a las aspas
de los molinos,
que si no sopla viento
no muelen trigo.
Tú estás callada
mientras yo no te muevo
con mis palabras.
Canta que canta
no he de estarme yo a solas.
¡A ver quién baila!

ELLOS
Vamos, muchachas.

ELLAS
¡A bailar seguidillas!

TODOS
¡Viva la Mancha!

(Bailan Tomasa y Maritornes con dos mujeres del Mesón, El Arriero toca la guitarra. Al final del número bailan todos y acaba aquel en medio de gran bullicio y alegría)


ESCENA II

Dichos. El Ventero.

(Hablado)

VENTERO
|Diantre! ¿Qué es esto? (Por la primera izquierda)

ARRIERO
¡El Ventero!

MARITORNES
¡El amo!

TOMASA
¡Mi padre! (cesan las voces)

VENTERO
¡Miren qué holgorio! ¿Se os ha figurado que esta es la Venta del Ruido?

TOMASA
¡Padre!

VENTERO
¡No hay padre que valga!

TOMASA
Ya sabéis que han arrematado la siega y que estaban celebrándolo. ¿No hemos comido también los demás?

VENTERO
Celébrenlo cuanto quieran los muy vagos. Pero, fuera, fuera de aquí; ahí, al campo abierto donde tenéis el rancho.

UNO
Vuesa merced se alivie, que ya nos vamos.

VENTERO
Bueno, bueno, (Van saliendo por el foro los segadores y las mujeres. El Ventero habla aparte con Tomasa. Maritornes con el Arriero)

ARRIERO
(¡Que no me faltarás!)

MARITORNES
(¡Quita, bestia!)

ARRIERO
(¡En cuanto estén todos adormilados!)

MARITORNES
(Que sí)

ARRIERO
(Te digo que tienes un cuerpo que...)

MARITORNES
(Riéndose desgarradamente, con. satisfacción) ¡Já, já, já!

VENTERO
Vaya, vaya, a lo que haya que hacer. Pues señor...

ARRIERO
Ya va, ya va. (Hace mutis socarronamente por el foro izquierda volviendo la cara para mirar a Maritornes)

VENTERO
Y hale tú, Maritornes, pingajosa.

MARITORNES
¡Pingajosa! (Mutis por la segunda izquierda)

VENTERO
(¡La muy!... ¡Vamos! Hembra más reñida con la honestidad no la hay) Y tú, hija, a tus quehaceres, a dar el ejemplo.

TOMASA
Con todo mi gusto.

VENTERO
¡Ah! Y que no me perdáis de vista a ese desconocido sospechoso; al que vino ayer.

TOMASA
Ni por pienso.

VENTERO
Adiós, hija, adiós. Tú sí que eres buena. (La va acompañando, abrazándola, hasta que ella hace mutis por la segunda izquierda) ¡Y miren que hace falta virtud para no dejar de serlo en esta ajetreada vida!


ESCENA III

El Ventero, La Sobrina, El Ama, El Cura y El Barbero.

Estos entran apresuradamente por el foro derecha. Llegan como rendidos por el anhelo y la fatiga

BARBERO
(Dentro) ¡Ah de la venta!

CURA
(Idem) ¡Ah de la venta!

VENTERO
¡Cómo! (viéndolos llegar) Pasen vuesas mercedes.

CURA
¿Sois el Ventero?

VENTERO
Para servir a Dios y a vuestra reverencia.

AMA
Decidnos entonces lo que sepáis de mi señor don Alonso.

VENTERO
¿De vuestro señor?

AMA
¿Está en la venta? ¿Le habéis visto pasar? ¡Tened piedad de la más infeliz de cuantas amas de llaves han existido!

BARBERO
Callad, hermana. Preguntad mejor si está en la posada, ó si ha estado en ella, el loco más loco que Dios ha mandado al mundo.

CURA
¡No, tanto, maese barbero! Cierto que mi señor don Alonso, está dejado de la mano de Dios para cuanto se roza con sus desatinadas empresas, pero en no tocándole a ese punto, no existe hidalgo más cabal, ni hombre de mejor juicio en toda la Mancha.

VENTERO
¡En Dios y en mi ánima, señores, que si no os explicáis más claramente, no será fácil que os entienda!

SOBRINA
Yo os lo diré. Venimos buscando a mi tío que se ha escapado de casa.

VENTERO
¿Pero quién es vuestro tío?

SOBRINA
Don Alonso de Pimentel, un hidalgo que vive en un lugar a seis leguas de aquí, buen cristiano, temeroso de Dios, que ha dado en la más extraña manía en que puede dar un nacido.

VENTERO
¿Y qué manía es esa?

SOBRINA
La de creer que han vuelto para el mundo los tiempos que pintan los malditos libros de caballería de que tiene llena la cabeza.

VENTERO
¡Ah!

CURA
Hasta ahora, se contentaba con ser caballero andante en el lugar, pero desde hace días...

AMA
Ese condenado de BLAS tiene la culpa. Siempre le estaba empujando para que se lanzase por esos mundos en busca de aventuras.

BARBERO
Es natural. Habíalo nombrado su escudero por ser ti muy sandio el único que tomaba en serio semejantes desvaríos...

SOBRINA
Y como le decía a todas horas que los caballeros andantes solían ganar imperios é ínsulas que cedían a veces a sus escuderos...

CURA
Entróle al buen Blas el deseo de ceñir una corona...

AMA
Y los dos se escaparon el martes por la noche del lugar.

BARBERO
Don Alonso, caballero en un rocín que pasa de los veinte años.

CURA
Y BLAS en un rucio que cumplió los quince.

SOBRINA
¡Sin dineros!

AMA
¡Sin vestidos cuasi!

CURA
En busca de tuertos que enderezar.

BARBERO
Y gigantes y moros que vencer.

VENTERO
¡Ah, sí! ¡ya sé de quién habláis!

SOBRINA
¡Cómo! ¿Está en la venta?

VENTERO
No; vuestro hidalgo no está en la venta, ni yo le conozco, pero debe de hallarse por estos alrededores.

BARBERO
¿Cómo sabéis?...

CURA
¿Quién os ha dicho?...

VENTERO
Unos arrieros que pasaron por aquí esta mañana, refirieron un lance que tiene algo que ver con esa historia.

SOBRINA
¿Qué contaron?

BARBERO
¿Qué contaron?

VENTERO
Que en el atajo, encontráronse con un hombre de mal parecer, largo y enjuto, montado sobre un mal rocín y armado con un enorme lanzón, que hablándoles a gritos, é insultándoles, díjoles que soltaran a la princesa que cautiva llevaban. ¡Como si llevaran ellos princesas y no fardos! En vano fue que los pobres se esforzaran por traerle a buenas. Sin atender a razones, irguióse sobre los estribos el hombre de la lanza, y llamándoles malandrines, y aun cosas peores, arremetió con tal furia contra mis huéspedes que a no hacerle dar con sus huesos en tierra la lluvia de palos y piedras que sobre él lanzaron alguno no hubiera contado la aventura.

CURA
Es don Alonso, seguramente.

BARBERO
Esas son sus manías: creer que las labradoras son princesas.

SOBRINA
Y cuantos encuentra a su paso monstruos y encantadores.

AMA
Vamos en su busca al momento.

BARBERO
¿Por dónde decís que lo encontraron esos hombres?

VENTERO
Por el atajo; a la izquierda según se sale.

BARBERO
Pues corramos.

CURA
(Al ventero) Tomad un escudo por vuestros informes.

VENTERO
Gracias. Dios acompañe a vuesas mercedes.

(Vanse la Sobrina, el Ama, el Cura y el Barbero por el foro izquierda, cruzándose al salir con el Cuadrillero que llega, foro derecha)


ESCENA IV

El Ventero y El Cuadrillero.

CUADRILLERO
¿Nuevos huéspedes?

VENTERO
Y de los que me agradan, señor Cuadrillero; de los que pagan el gasto que no hacen.

CUADRILLERO
¿Cómo es eso?

VENTERO
Ni un jarro de agua han pedido, y ved qué escudo tan reluciente me han dejado.

CUADRILLERO
Váyase por los que se os escapen sin pagar.

VENTERO
De mi venta no se va nadie de ese modo.

CUADRILLERO
Pues ojo al hidalguillo que llegó ayer.

VENTERO
¿El manco?

CUADRILLERO
Por mi nombre, que tiene traza de no haber visto en mucho tiempo un maravedí.

VENTERO
Tampoco vale muchos el trato que aquí recibe. Anoche cenó las sobras de Maritornes y durmió aquí mismo sobre un costal de paja. (Mostrando los que están hacia el foro derecha)

CUADRILLERO
En peor sitio dormía antes.

VENTERO
¿Eh?

CUADRILLERO
(Acercándose a él y con misterio) Lo he visto hace una semana en la cárcel de Argamasilla.

VENTERO
¿Ha estado preso?

CUADRILLERO
No se me despinta su cara. Es el mismo.

VENTERO
¿De suerte que ese hombre...?

CUADRILLERO
He de averiguar quién es y a dónde va.

VENTERO
Vedle. (Viendo aparecer al señor Miguel por la segunda izquierda) Ahí le tenéis.


ESCENA V

Dichos y El Señor Miguel.

MIGUEL
Salud. Dios guarde al Ventero.

CUADRILLERO
¿Sólo al Ventero?

MIGUEL
Y a vos; perdonad.

CUADRILLERO
¿Tiene el hidalgo de la justicia temor?

MIGUEL
Al contrario: siempre tuve
por la justicia afición,
y aun cuando nunca la encuentro,
nunca la pierdo el amor.

CUADRILLERO
(Mirándole fijamente)
Pues se dice que con ella
tuvisteis un tropezón.

MIGUEL
¿Cómo?

CUADRILLERO
Se os parece mucho,
pero mucho, ¡vive Dios!
un hombre que hace unos días
estaba en una prisión.

MIGUEL
¿Qué decís?

CUADRILLERO
Que el que ha sufrido
de las leyes el rigor
debe dar a todas horas
de su vida explicación,

MIGUEL
No hay tal; el que preso estuvo
y de la cárcel salió.
saldó sus cuentas... con eso
que llamáis justicia vos.

CUADRILLERO
¡Razona bien el hidalgo!

MIGUEL
Fui siempre razonador.

CUADRILLERO
¿Y hacia dónde se dirige?

MIGUEL
Al azar, sin dirección.

VENTERO
¿En qué os ocupáis?

MIGUEL
Estudio.

CUADRILLERO
¡No es de viejos tal labor!

MIGUEL
¿Qué queréis?

CUADRILLERO
Ver vuestros libros.

MIGUEL
No estudio en los libros yo.

CUADRILLERO
¿Pues dónde?

MIGUEL
Aquí.

VENTERO
¡No sabía
que tuviese en el mesón
biblioteca!

MIGUEL
En todas partes
la encuentra el observador.

CUADRILLERO
Mostradme en dónde leéis.

MIGUEL
En este momento, en vos.

CUADRILLERO
¿Cómo en mí?

MIGUEL
Porque ahora os hablo.
Si hablara con el señor,
leyera en él.

VENTERO
¿Son los hombres
libros acaso?

MIGUEL
Lo son.
Y de corrido en sus ojos
leemos en su interior
algunos. Da mucha risa
llegar hasta el corazón
de los seres, ver sus vicios,
sus flaquezas, su valor,
su generosa hidalguía,
su rabia torba y feroz;
de éste la virtud austera,
de aquel el falso pudor,
la nobleza de los unos,
de los más la imperfección.
Observar cómo el tramposo
finge ser buen pagador,
cómo se ufana de rico
quien nunca tuvo un doblón.
cómo refiere sus duelos
el que en su vida riñó,
y cómo, en fin, alardean
de callado el hablador,
de veraz el embustero,
y el necio de discreción.
Ese es mi libro, ¡la vida!
¡el más hermoso! ¡el mejor!
¡por ser el libro de todos
y estar escrito por Dios!

CUADRILLERO
¡Sois muy sutil!

MIGUEL
Es lisonja.

CUADRILLERO
¿Y de qué vive el lector
de ese libro?

VENTERO
¿Tiene rentas?

MIGUEL
Escribe lo que observó;
no tiene más patrimonio.

CUADRILLERO
¡Ah, vamos! sois escritor.

MIGUEL
Eso dicen.

CUADRILLERO
¿Vuestro nombre?

MIGUEL
Los aires de la prisión
me hicieron que lo olvidara.

CUADRILLERO
¿Quién si está limpio su honor
calló su nombre?

MIGUEL
(Con viveza) Quien sabe
que lo deslustra un baldón
y no ha de decirlo, en tanto
que no brille como el sol.

CUADRILLERO
¿Si vos calíais, quién afirma
que no seáis un malhechor?

MIGUEL
Este brazo. (Por el izquierdo)

CUADRILLERO
¡Extraña prueba!

MIGUEL
Pero que nunca engañó.
Aquí está mi ejecutoria.

CUADRILLERO
¿El ser manco es un blasón?

MIGUEL
Tal vez, si el brazo se pierde
en donde este se perdió.
Mirad bien lo que aquí dice

CUADRILLERO
Yo no leo como vos.

MIGUEL
Pues aquí dice: Lepanto,
y el que en Lepanto luchó,
merece solo por eso
respeto y admiración.

VENTERO
¡Muy joven fuisteis soldado!

MIGUEL
Pero el serlo no impidió
que derramara mi sangre
sobre un viejo galeón.
Si aun vivieran aquel Doria,
que aunque en Italia nació
es y será eternamente
gloria del suelo español,
y aquel don Juan valeroso
que tanta fama añadió
á la sangre recibida
del invicto emperador,
algo os contaran acaso
de un mancebo que luchó
en la galera Marquesa,
según ellos, con valor.
Dura fiebre le postraba,
cuando el eco del cañón
del memorable combate
los comienzos anunció.
Dejó el lecho, subió al puente
con presteza y sin temor,
y la sangre que en sus venas
la calentura inflamó
pronto halló fácil salida
por cerca del corazón,
que el plomo turco en su pecho
dos anchas bocas abrió,
sin contar otra, que a un brazo
quitó por siempre el vigor.
Pero fue la mano izquierda
la herida ¡gracias a Dios!
La diestra quedaba libre,
y en ella un buen espadón.
Con él, entró al abordaje
del enemigo feroz
en dos barcos, con él hizo ,
cosas que públicas son...
y la fiebre mitigada
por la sangre que vertió, .
pudo ver el desenlace
de aquella escena de horror,
Rojo el mar y rojo el cielo;
sobre el agua, en confusión,
hombres que aun en la agonía
se atacaban con furor;
cadáveres, jarcias, velas
naves rotas en montón...
roncos gritos de victoria,
tristes ayes de dolor;
el aire, cárdena nube,
el mar, inmenso crisol;
más de doscientas galeras
ardiendo en vivo fulgor,
y el de Austria, en la suya, alzando
de España junto al pendón
el del vencido agareno
que con su mano apresó.
¡Era el cuadro tan hermoso
que para verlo mejor
el sol con vivos destellos
la humareda desgarró,
y así tuvo la figura
del glorioso vencedor,
por espada, rayo ardiente,
por corona, el mismo sol!

CUADRILLERO
Por mi nombre que interesa
la gallarda relación.

MIGUEL
Si eso dice quien lo escucha,
¿qué no dirá quien lo vio?


ESCENA VI

Dichos, Tomasa, Maritornes. El Arriero. Coro General.

Entran los nuevos personajes aprisa, y en su mayor parte asustados, por la segunda izquierda.

TOMASA
¡Padre! ¡Padre!

VENTERO
¿Qué pasa?

TOMASA
¡Que el diablo ha entrado en la venta!

CUADRILLERO
¿El diablo?

MIGUEL
¿Cómo el diablo?

MARITORNES
Si no lo es lo parece.

ARRIERO
Callad, si es un infeliz...

TOMASA
Que viene con un espadón desenvainado,
queriendo matar a todo el mundo.

CUADRILLERO
¡A ver, a ver! ¿Qué es eso?

MARITORNES
¡Jesús! ¡Ahí está! (viendo aparecer a don Alonso
espada en mano por la segunda izquierda, persiguiendo
a un tropel de aldeanos)


ESCENA VII

Dichos y Don Alonso.

ALONSO
¡Teneos, follones, malandrines! Ríndanse todos ante el filo de mi vencedora espada. (Cuadro)

VENTERO
¡Eh! ¿Qué es eso? ¿Quién sois?

ALONSO
Mejor hiciera en responder el que interroga. ¿Quién sois vos?

VENTERO
¡Donosa pregunta! El dueño de esta casa, el Ventero.

ALONSO
¡El Ventero! ¿Esta es una venta acaso?

VENTERO
¿Pues no lo estáis viendo?

ALONSO
(Con extremada finura y envainando la espada) Lo que veo, alto y muy poderoso señor, es el peregrino ingenio de vuestra grandeza. ¡Deliciosa burla! Llamar venta a este vuestro hermoso castillo, el más hermoso que vieron ojos humanos, centro del boato y refugio de la hospitalidad.

TODOS
¿Eh?

TOMASA
¿Qué dice este hombre?

VENTERO
(¡Ay, debe ser el que se encontraron los arrieros!)

MIGUEL
(¡Extraña manía!)

ALONSO
Sí, noble castellano; tenéis el honor de alojar en vuestra fortaleza al más venturoso de los andantes caballeros, puesto que su buena fortuna le ha conducido hasta ella. ¡Y en trance bien duro ¡vive Dios!, que una turba de moros perversos no ha mucho,  arrebatóme, villanamente, a mi escudero, después de habernos agasajado con sendas tollinas! ¿Sabéis acaso cuál pueda ser el maleficio dé que esos truhanes usan, que llegue a poder conmigo? (.Cambiando de tono) ¿Visteis, por ventura, acá, en el castillo, siquiera maltrecho y acongojado, a mi galán escudero?

CUADRILLERO
Vaya, vaya, basta de chanzas, buen hombre.

ALONSO
(Airado) ¿Quién es el atrevido que osa decir que me chanceo?

CUADRILLERO
Yo, un Cuadrillero de la Santa Hermandad; un representante de la justicia.

ALONSO
(Con gran satisfacción) ¡Venid a mis brazos, señor Condestable!

TODOS
¿Eh?

CUADRILLERO
¡Condestable!

ALONSO
No temáis que yo falte a los respetos que se os deben como Justicia mayor de estos reinos, por más que vuestra jurisdicción no alcance a los que, como yo, viven dentro de la estrecha religión de la Caballería.

MIGUEL
(¡Vive Dios, que no he visto jamás tan curioso desvarío!)

MARITORNES
(Desgarradamente) ¡Es muy gracioso! ¡Já, já, já!

ALONSO
(Volviéndose rápidamente hacia Maritornes) ¿Os reís, hermosa princesa?

TODOS
¡Jesús!

TOMASA
¡Princesa Maritornes!

ALONSO
(Acercándose paso a paso a Maritornes) Hermosísima dama en quien la honestidad corre, sin dudas, parejas con la hermosura; permitid a quien tiene por culto el acatamiento a la belleza, posar los labios en vuestra mano alabastrina. (Besándola en una mano)

ARRIERO
(Al verlo) ¡Pues no la besa la mano! ¡Eh, alto ahí! ¡Cuidado conmigo!

ALONSO
¿Quién sois?

ARRIERO
Quien no consiente que toquéis a esa moza.

ALONSO
¿Seréis quizás el gentil mancebo que suspira por sus gracias?

ARRIERO
Yo no suspiro por nadie; lo que os digo es que os desharé el rostro de una puñada, si Volvéis a acércalos a ella.

ALONSO
(Yendo hacia él y con un grito estentóreo) ¡¡A mi!

TOMASA
(Separando al Arriero) Déjalo, hombre. ¿Vas a  tomarlo en serio?

ALONSO'
(Fijándose en Tomasa) ¡Oh, Qué aparición divina! ¿Sois estrella ó mujer, flor o astro, emperatriz ó reina?

VENTERO
Es mi hija, y no hay para qué decirla esas cosas.

ALONSO
¡Vuestra hija! ¡La hija del poderoso castellano! ¡Oh! ¡Oh! (Volviéndose a Tomasa y declamando entre el asombro general)
Filis encantadora,
por quien derrama lágrimas la aurora
sobre los campos de amapolas rojos,
remedo de las perlas de tus ojos.
Filis, blanco lucero,
a tus pies un andante caballero,
por la cruz de su espada
jura tenerte siempre por amada.
Desde hoy serán tan sólo mis empresas
salvar cautivas, rescatar princesas,
y entre lauros triunfantes
matar encantadores y gigantes.
No comeré a manteles
sin conquistar un reino a los infieles,
ni dormiré en mi lecho
sin rendir con mi amor tu blando pecho.
Contémplame y no llores,
estrella virginal, flor de las flores.
En mi espada, ceñida de topacios,
hay tronos y vergeles y palacios,
cetros, imperios, porvenir de rosa...
y todo es para tí. Filis hermosa.
Cuanto quieras tendrás. Pídeme. Empieza.
¿Quieres del Condestable la cabeza?
¡Pues pronuncia tu fallo inexorable
y rodará a tus pies el Condestable!

CUADRILLERO
(Dando un salto) ¡Yo!

VENTERO
(Enojado) Vaya, señor hidalgo, dejaos de tantas burlas. (Don Alonso sonríe con aire, de triunfo)

MIGUEL
(En voz baja al Ventero) (No le contrariéis, dejádmelo. Yo me encargo de él) (A don Alonso) Dos palabras, caballero.

ALONSO
(Rápidamente) ¿Qué queréis? ¿Sois víctima de alguna injusticia? Hablad: mi brazo es de los débiles y perseguidos.

MIGUEL
Tengo que deciros, oh compendio ilustre de los manchegos campeones, que no es bien que un tan valeroso caballero como vos, enamore de esa suerte a la primera castellana que encuentre en su camino. ¿Qué diría quien supiera que os habéis echado al campo sin tener antes elegida vuestra dama?

ALONSO
(Vacilando) ¿Ha de ser antes?

MIGUEL
Naturalmente. ¿Vos no habéis amado nunca?

ALONSO
Nunca. Es decir: siendo mozo, estuve para casarme con cierta joven corcovada y fea...

MIGUEL
¡Oh! Pues esa, esa es vuestra dama. Corregidla con la imaginación, que hace milagros. ¿Era labradora? Hacedla reina. ¿Se llamaba...?

ALONSO
Sinforosa.

MIGUEL
Pues llamadla Tisbe. ¡La reina Tisbe! Esa es la dama de vuestros pensamientos. A ella sola habéis de ser fiel en la vida.

ALONSO
¡Hombre maravilloso! Tenéis razón. Me habéis convencido. Pero, entonces... (Acercándose a Tomasa y volviendo al tono con que dijo la estrofa anterior)
¡Oh, Filis, Filis bella,
víctima del amor que te atropella!
Escúchame sin miedo.
Corresponder a tu pasión no puedo.
Filis encantadora,
deja de perseguirme desde ahora.

VENTERO
(Furioso) ¡Bueno! ¡Basta! ¡Basta! ¡Ya esto es demasiado!

MIGUEL
(¿Pero no veis que no está en sus cabales? ¡Sigámosle el humor!)

TOMASA
(Dice bien el señor hidalgo, padre)

BLAS
(Dentro, a voces) ¡Amo mío! ¡Amo mío!

ALONSO
(Con grande alegría) ,0h, por fin! ¡Es la voz de Blas! ¡Mi escudero! (Suben todos al foro)

CUADRILLERO
(Mirando) ¡.Jamás ví escudero más rechoncho!

MARITORNES
Parece un botijo. (Todos ríen)

TOMASA
(Llamándole) ¡Aquí, aquí tenéis a vuestro amo!


ESCENA VIII

Dichos y Blas. Este, bajo y grueso, entra andando difícilmente, a compás de la música.

(Música)

(Grandes carcajadas al verlo aparecer por el foro derecha. Empieza a anochecer)

BLAS
¡Ay, don Alonso!

ALONSO
¡Mi pobre Blas!
¡Ven a mis brazos!

BLAS
¡No puedo más!

ALONSO
¡Ay, qué grande es mi gozo
al volverte a encontrar!

BLAS
Yo no sé, don Alonso,
si reír ó llorar.

CORO
¡Qué gentil escudero!
¡Qué donoso galán!

MIGUEL
A la vez siento impulsos
de reír y llorar.

BLAS
Pensé que nunca
volviera a veros.

ALONSO
Moros malditos
eran, aquellos.

BLAS
¡Qué gran somanta
la que nos dieron!

ALONSO
¿Tú has visto nunca
moros más perros?

TODOS
¡Mirad qué caras!
¡Mirad qué gestos!
¡Mirad qué trajes!
¡Mirad qué cuerpos!

ALONSO
Veinte fieras por lo corto
se lanzaron contra mí,
entretanto que las otras
se lanzaban contra ti.

BLAS
Yo os veía por los suelos
rebramando sin cesar,
entretanto que me daban
otra tunda colosal.

ALONSO
¡Yo tan bravo
caballero!

BLAS
¡Vos vencido!
ALONSO
Calla, Blas.
Dánme ganas
de reír.

BLAS
Siento impulsos
de llorar.

ALONSO
Ven a mí.

BLAS
Voy allá.
(Se abrazan)
¡Jí, jí, jí!

ALONSO
¡Já, já, já!

CORO
Dale al loco
por reír,
y al mastuerzo
por llorar.

ALONSO
Tales golpes me asestaron,
a pesar de mi valor,
que me han hecho de las carnes
un purísimo dolor.

BLAS
Yo no sé qué es lo que hicieron
los muy brutos sobre mí.
Sólo sé, que no me encuentro
de los palos que sufrí.

ALONSO
¡Yo tan noble!
¡Yo tan fuerte!

BLAS
¡Vos vencido!

ALONSO
Calla, Blas.
Dánme ganas
de reír.

BLAS
Siento impulsos
de llorar.

ALONSO
Ven a mí.

BLAS
Voy allá,
etc., etc.

ALONSO
¡No más suspires!
Recobra el ánimo,
que yo mis armas
recobraré,
porque me esperan
nuevas hazañas,
nuevas conquistas,
nuevo laurel.
Tú, denodado,
me seguirás.
¡Fuera follones
y malandrines!
Zís, zas,
zis, zas.

CORO
¡Ay, qué pareja
tan divertida!
¡Já, já!
¡Já, já!

ALONSO
Con lanza firme,
fuerte el es escudo,
gallardo el cuerpo
sobre el corcel,
saldré de nuevo
por esos campos,
y a los gigantes
espantaré.
Tú, denodado,
me seguirás.
Fuera follones,
etc., etc.

CORO
¡Ay, qué pareja,
etc., etc.

(Hablado)

BLAS
¡Ay, amo mío! ¡Cómo me duelen los huesos de las pedradas de aquellos arrieros malditos!

ALONSO
Encantadores y no arrieros, has de decir.

BLAS
¿Aún sigue vuesa merced creyéndoles encantadores?

ALONSO
¿Pues cómo me hubieran vencido sin el auxilio de un poder sobrenatural? ¡Ah! oye. (Llevándoselo aparte, con misterio)

TOMASA
(Con los otros, y mirando a don Alonso y Blas) ¿Pero no oís cómo hablan?

CUADRILLERO
El escudero es más sandio que el amo.

MIGUEL
(Para si) (¡Los dos, los dos son admirables!)

ALONSO
(A Blas, en secreto) Sí, Blas; me hallo en un grave aprieto. Mi honestidad corre peligro.

BLAS
¿Vuestra honestidad?

ALONSO
La hija del poderoso señor de este castillo se ha enamorado locamente de mí.

BLAS
¿Qué castillo?

ALONSO
Este en que estamos.

BLAS
(Abriendo mucho los ojos) ¡Ah! bueno. ¿Pues tiene más que dejarse querer?

ALONSO
¡Eso se dice fácilmente! ¿Y Tisbe?

BLAS
¿Quién es Tisbe?

ALONSO
¿Acaso lo ignoras? ¿Y acaso no sabes que la fidelidad es el más sagrado deber de los andantes caballeros? Te digo que esta noche has de velar a mi lado. Todas las precauciones son pocas cuando se trata de una mujer tan herida de amor como lo ha sido esa castellana por mis atractivos.

BLAS
¿Pero es posible? ¿Qué es lo que tanto la ha cautivado de vos?

ALONSO
Qué sé yo. Los caballeros andantes solemos inspirar pasiones terribles.

VENTERO
(Que hablaba en voz baja con el Cuadrillero) (De todas maneras, hay que cortar por lo sano. Que duerman aquí y mañana proveeremos) (A don Alonso) Decid, buen hombre.

ALONSO
¿Qué ocurre?

VENTERO
¿Haréis noche en la venta? Por que ya es hora de que busque su descanso cada cual. (En este momento sale un mozo del mesón por segunda izquierda, y cuelga entre primero y tercer término de la izquierda un candil encendido)

ALONSO
(A Blas) (¿Eh?) Cierto es, cerró la noche y no aguardaba yo menos de vuestra cortesía. Nos ofrecéis magnifico alojamiento; desde luego lo aceptamos. ¡Tan molidos nos dejaron aquellos picaros que ansiamos el momento de acomodar las carnes entre las finas holandas del mullido lecho!

VENTERO
Arriba en el pajar hay dos camas dispuestas.

BLAS
¿En el pajar?

ALONSO
Sigue la chana.

TOMASA
Otras dos hay aquí, padre, (señalando el cuarto del tercer término izquierda)

VENTERO
Pues ahí entonces.

ALONSO
(A Blas) (Esta es la castellana. ¿Oyes lo que dice? Quiere tenerme a mano)

BLAS
(¡Pero señor!)

ALONSO
(¿Lo estás viendo? Has de dormir sólo de un ojo)

VENTERO
¡Vamos, vamos! (Al coro) Y vosotros también, a la cama. (Hace mutis parte del Coro por distintos lados)

ARRIERO
(Aparte a Maritornes) ¿Que no me faltarás?

MARITORNES
(¡Quita, bestia!)

ARRIERO
(¡En cuanto estén todos recogidos!)

MARITORNES
(¡Tocinote!)

VENTERO
Vamos, vamos.

TOMASA
Adiós, padre.

VENTERO
(Besándola en la frente) ¡Dios te bendiga! (Vase Tomasa, primera izquierda)

ALONSO
¡Hermosa castellana, sin duelo reposad y hasta mañana.

MARITORNES
¡Buenas noches!

ARRIERO
Muy buenas.
(Vanse el Arriero, tercera derecha, y Maritornes, segunda izquierda)

ALONSO
(Dejando pasar a Maritornes) Pasad, princesa altiva. Por vos debe seguir la comitiva.

UNO
Adiós, huésped.

(Vanse varios del Cero por la segunda izquierda)

VENTERO
¡Adiós, hijos, adiós!

ALONSO
Seguid, damas hermosas.
Vaya el clavel envuelto entre las rosas.

(Hace mutis el resto del Coro por la portalada, con machos comentarios, risas, etc.)

Vos, al grupo adorable
seguid, oh venturoso Condestable.

CUADRILLERO
(Al Ventero)
Dios nos la depare buena.
(Entra en el cuarto primero de la derecha)

ALONSO
(Al Ventero)
Los últimos nosotros, hierro en mano;
el huésped y el invicto castellano.
Ahora, vengan al punto y con fiereza
enemigos sobre esta fortaleza.
Yo sólo los espero;
yo sólo, con mi espada y mi escudero,

MIGUEL
(Que ha asistido a toda la escena con grande y visible atención, nota que el Ventero está a punto de perder los estribos, y acercándose a don Alonso, dícele cariñosamente) ¡Bien! ¡bien! Todo eso está muy bien, oh, campeón insigne; pero descansad, estáis rendido.

ALONSO
¡Ah! ¡hombre admirable, os había olvidado!
¡A vos, que sois la bondad misma! Nada, nada; Blas, sígueme.
Dormid, dormid en paz y sin recelo,
que yo por todos velo.
Adiós!

(Entra en el cuarto de la izquierda, tercer término)

MIGUEL
¡Adiós!

VENTERO
¡Adiós! ¡Uf, qué loco tan grande!

MIGUEL
¡Sí, muy grande!

(E1 Ventero hace mutis por la puerta grande de la derecha. Queda solo el señor Miguel)


ESCENA IX

El Señor Miguel, un Gañán (dentro) y El Ventero.

(Música)

(Empieza un nocturno en la orquesta El señor Miguel va recitando)

Recitado

MIGUEL
Dios quiera que esta noche
pueda vencerme el sueño;
el sueño; que es a veces
el único consuelo, (pausa)
¡Qué caballero andante!
¡Qué gentil escudero!
¡Oh, sí; seguramente
voy a soñar con ellos!
¡Ay! Sobre el saco duro
¡qué mal descansa el cuerpo!

(Se recuesta en los sacos que hay hacia el foro)

¡Huyamos de esta vida!
¡Ven y no tardes, sueño!

(Va durmiéndose el señor Miguel. Sigue el nocturno en la orquesta. Oyese dentro el sonar de las esquilas de un rebaño que pasa por el campo, y la voz de un Gañán que canta)

(Cantado)

GAÑAN
En el cielo de Oriente
la luna raya.
El sol de nuestras noches.
La luna blanca.
¡Arre, borrega!
Vuelve la luna llena
redonda y blanca.
Parece que es la luna
y es una cara.
¡Arre, borrega!
Una mocita en cambio
conozco yo,
que la cara que tiene
parece un sol.
¡Arre, borrega!

(Sale el Ventero por la puerta grande de la derecha, llega a la portalada y cierra; luego aplica el oído a la puerta del cuarto de don Alonso)

VENTERO
Todo ya en silencio duerme.
La calma por fin volvió.
Al loco no se le siente.
¡Buenas noches nos de Dios!

(Coge el candil y desaparece por la segunda izquierda. Queda la escena únicamente iluminada por la luz de la luna que entra por la misma puerta de la izquierda, segundo término. Sigue el nocturno; a su tiempo ábrese la puerta del cuarto de don Alonso, y aparece éste sin espada ni sombrero)


ESCENA X

Don Alonso. El Señor Miguel (dormido). Luego Maritornes.

ALONSO
Los que pedís la ayuda
de mi forzudo brazo
ya me tenéis aquí.
Aunque el dolor me postre,
para ayudar al débil
yo vuelvo pronto en mí.
En el vivir a medias
de mi incipiente sueño,
yo he escuchado quejidos,
misteriosos lamentos,
algo así como voces
y algo así como beso?.
¡Oh, encantado castillo!
¿En tus lóbregos senos
guardas tú por ventura
misteriosos secretos?

(Ha ido corriéndose hacia la derecha)

Mas, ¿qué pasos escucho?
¿Qué es, gran Dios, lo que veo?
¿Qué fantástica sombra
se adelanta a mi encuentro?

(Ha aparecido Maritornes por la puerta grande de la izquierda, andando cautelosamente, pero con torpeza, de modo que produce algún leve ruido)

Sin duda es la hermosísima
castellana. ¡Oh, portento!
Y es claro, en busca viene
de mi, que soy su dueño.
¡Cuanto, el amor la arrastra!
¡Cuanto gustarla debo!

(Acércase sin que lo vea ella, hasta que está a su lado)

¡Es ella, sí!

MARITORNES
(¡Jesús! ¡El loco!)

ALONSO
¿Por qué tal gusto'?

MARITORNES
(¡Muerta estoy!)

ALONSO
Soy un honrado caballero.
Pruebas tendréis de que lo soy.

(Tomando una de sus manos y oprimiendo su talle, mientras Maritornes está a punto de morir de terror)

Castellana,
tan gentil y bondadosa,
tu belleza es soberana
y tu aliento huele a rosa.

MARITORNES
¡Dios me ayude!

ALONSO
Dejaras que te salude,
mas no tanto que te bese...
porque luego no te pese.
Yo agradezco tus favores,
y que vengas a mi lado
requiriéndome de amores.
¡Oh, dechado
de primores!
¡Oh, mi hermosa
castellana,
más preciosa
que la luz de la mañana!
Mas ya sabes que no puedo,
que es mi Tisbe sola dueña
del amor del alma mía,
que con Tisbe siempre sueña
mi lozana fantasía.
Si con ella no lucharas,
por designios del acaso,
¡no sin gozo te escaparas
de este paso!
Castellana...
Blanca flor...
Brisa leve...
Claro sol...
Si no fuera por mi Tisbe,
te lo juro por mi honor,
¡cuan holgada y complacida
te quedaras de mi amor!


ESCENA XI

Dichos (el Señor Miguel despierto). El Arriero, Blas, el Ventero, Tomasa, el Cuadrillero y Coro General.

MARITORNES
¡De poco me troncha!
¡Su mano es un ascua!

ARRIERO
(Segunda derecha)
No viene la perra,
y el tiempo se pasa.

(Viéndolos)

¡Jesús! ¡En sus brazos!
¡Ah, perro, canalla!

ALONSO
¿Quién osa?...

MARITORNES
¡Dios mío!

ARRIERO
Le parto la cara.

ALONSO
¡Gigantes de nuevo!

(E1 Arriero descarga una puñada muy grande sobre el rostro de don Alonso)

MARITORNES
¡Favor, que nos mata!
¡Verás cuando sepas!...

ALONSO
ARRIERO
¡Mi yelmo! ¡Mi espada!
¡Ah perra maldita
y ah perro canalla!

MIGUEL
(Incorporándose)
¿Qué es esto?

VENTERO
(Entrando, candil en mano, por segunda izquierda)
¿Qué ha sido?

BLAS
(Por la puerta de su cuarto)
¿Qué ocurre, señor?

TOMASA
(Primera derecha)
¡Ay! ¡Padre! ¿qué pasa?

CORO
(Por diversos lados y con luces; un mozo del mesón abre la puerta del fondo y entra, por ella también, parte del Coro)
¿Qué ha sido? ¿Qué ha sido?

CUADRILLERO
(Con un farol, y espada en mano)
¿Qué ocurre, decidme?

VENTERO
¡Silencio!

TOMASA
¡Por Dios!

(Han aparecido todos a medio vestir)

(Hablado)

ALONSO
(Adelantándose) Digo yo...

VENTERO
Basta, (Con voz de trueno)

ALONSO
(¡Oh, y qué irascible castellano! ¡Y qué puñada tan terrible la del gigante de ahora!)

(Llevándose la mano al rostro)

VENTERO
Yo si que digo: que seáis lo que seáis vais a salir al punto de la venta.

ALONSO
¡Y dale con la venta! Pues yo os he de revelar que vuestra hija, la hermosa castellana, llegóse a mí en este patio de armas, con impetuoso requerimiento de amor.

TOMASA
¡Miente, padre, miente!

VENTERO
¡Miente el bellaco!

MIGUEL
¡Pero qué bellaco ni qué hijo de Dios! ¿No sabéis?...

VENTERO
Callad vos también.

ALONSO
Y en aquel punto un espantoso gigante...

BLAS
(¡Ay, amo mío, no doy tres maravedises por vuestra cara!)

ARRIERO
Lo que era, era: que tenía a ésta en sus brazos.

MARITORNES
Porque yo.

ARRIERO
Calla.

VENTERO
¡Oh, eso sí que lo creo! ¡Mala hembra! ¡Deshonra de mi casa! (Yendo hacia Maritornes furioso)

ALONSO
¡No lo diréis dos veces, mal caballero! (Echando mano a la espada... que no lleva)

CUADRILLERO
Sujetadle.

ELLAS
¡Jesús!

BLAS
(Ahora es cuando nos matan)

ALONSO
Basta ya. (Gran confusión)

(Música)

¡Todos están locos
aquí, menos yo!

VENTERO
Salid de la venta.

ALONSO
Os digo que no.

BLAS
(¡La cuarta paliza
nos dan a los dos)

(Entra en el cuarto y saca la espada y sombrero de don Alonso)

CUADRILLERO
Ya basta de bromas.

ARRIERO
¡Maldito bribón!

MARITORNES
¡Mal rayo le parta!

TOMASA
¡Qué angustia, gran Dios!

VENTERO
Salid de la venta.

ALONSO
Ya he dicho que no.
Las potencias
del infierno,
desatadas,
arremeten
contra mí,
pero soy
el caballero
más entero,
más forzudo,
que hay aquí,
y en cogiendo
yo mi escudo,
y en blandiendo
yo mi espada
bien tajada,
yo os prometo
que no queda
en el patio
del castillo,
ni un infame
desalmado
malandrín.

TOMASA
Está loco
de remate.
Más que loco.
¡Qué infeliz!

VENTERO
Yo te juro
que se marcha
y no vuelve
por aquí.

MARITORNES
Malos mengues
me destrocen
y me pongan
a morir.

ARRIERO
A esa bestia
la deslomo
en marchándonos
de aquí.

CUADRILLERO
Majadero
que perdiera
más tornillos
nunca vi.

BLAS
No nos dejan
estos brutos
ni las pieles ..
¡ay de mí!

CORO
Caballero
más famoso .
nunca vino
por aquí.

ALONSO
En éste encantado castillo
gigantes me vencen
con artes maléficas,
con rabia feroz.
En esos libérrimos campos
abiertos a todos
aguardólos yo.
Yo.
¡Yo!

TODOS
¡Oh!

(Repiten todos las estrofas Iguales que momentos antes cantaran, y don Alonso con ellos:)

ALONSO
Yo aseguro
que no queda
ni un infame
malandrín.

(Hablado)

CUADRILLERO
¡Se terminó el escándalo! En nombre de la Santa Hermandad!...

MIGUEL
Alto ahí.


ESCENA XII

Dichos. El Ama, la Sobrina, el Cura, el Barbero, que entran apresuradamente por el foro izquierda. Después de entrar estos personajes un Criado cierra la portalada.

SOBRINA
¡Señor!

AMA
¡Señor!

CURA
¡Señor Ventero!

BARBERO
Señor Ventero. Al volver hacia casa hemos oído las voces.

CURA
Y sobre todo la suya.

VENTERO
Oportunos sois, que ya iba a salir de mala manera.

SOBRINA
¡Tío!

AMA
¡Señor!

CURA
¡Señor don Alonso!

ALONSO
¡También aquí vosotros, peste del diablo!

VENTERO
No quiere irse ni a tirones.

CURA
(Veréis) No nos maldiga el ilustre y nunca bien ponderado caballero, sin que antes sepa cómo y por qué le buscamos. Hanse presentado en vuestra solariega mansión y en busca vuestra unos muy opulentos magnates que de luengas tierras vienen...

ALONSO
A ver, a ver. (Interesado ya)

CURA
Y que en nombre de la gran princesa de Etiopía, cautiva de un terrible monstruo, reclaman la ayuda de vuestro poderoso brazo.

ALONSO
¡Oh! ¡Haberlo dicho! Eso ya es ponerse en razón. Blas, vamos.

BLAS
Señor...

CURA
(¡Ah, imbécil!)

ALONSO
¿No te decía que se acercaba la hora de las nuevas y felices empresas? Ya lo ves. ¿Qué importan las desdichas pasadas? Recuérdelas solo desde la altura de mi olímpico desprecio. Gente soez y miserable...

LOS DE LA VENTA
¡Eh! (Movimiento de amenaza)

SOBRINA
(Deteniéndoles, suplicante) Deteneos, señores.

MIGUEL
(A los de la Venta) Por Caridad, (A don Alonso) Témplese vuestro animo augusto, que los que aun dudaren de vos, acabarán por admiraros. Y en nombre de los que ya os admiran, oíd mi voz que os dice: ¡Vaya con Dios la flor y nata de los caballeros andantes; la fortuna le acompañará, y pasará su fama de siglo en siglo entre aplausos y vítores!

ALONSO
Habéis hablado bravamente. Y vive el cielo que por algo ya había reparado en vos. ¡Sobrina! ¡Ama! ¡Barbero escuálido! ¡Curilla estólido! En marcha, pues.

LOS DE LA VENTA
¡Gracias a Dios!

MIGUEL
(Oprimiéndose la frente con la mano) No, no se va, que aquí se queda.

ARRIERO
(A Maritornes) En cuanto te pille, te aso.

MARITORNES
(¡Ay, te creo!)

(Música)

ALONSO
En marcha. Vamos.
(Dirigiéndose hacia la segunda izquierda)

UNOS
Adiós.

OTROS
Adiós.

VENTERO
¡Por fin sosiego!

TOMASA
¡Gracias a Dios!

ALONSO
¡Señor del castillo!
¡Abrid los portones!
¡Bajad el rastrillo.
que ya ni un instante
me puedo aguardar!

LOS DE LA VENTA
(En son de burla)
¡Señor del castillo!
¡Abrid los portones!
¡Bajad el rastrillo!

VENTERO
Marchaos y nunca
volváis por acá.

ALONSO
(Después de medio mutis)
¡Ah! .¡Esperad!

VENTERO
(Impacientándose)
¿Aun hay más?

ALONSO
¡Esperad!

TODOS
Esperad,

(Sigue la música)

(Hablado sobre la música)

ALONSO
Perdonad, se me olvidó.

MIGUEL
¿Algo importante?

ALONSO
Si a fé.
Que vuestro nombre no sé.

MIGUEL
Tampoco sé el vuestro yo.

ALONSO
Y era notable el olvido,
puesto que, entre tanta gente,
pienso que vos solamente
me habéis acaso entendido.
Pimentel en mi lugar
me llaman, pero he pensado
por otro más adecuado
mi antiguo nombre cambiar.
Un buen caballero andante,
si quiere famoso ser,
debe ante todo tener
nombre sonoro y brillante,
¡Eso parece que ensancha
su gloria!

MIGUEL
¡Sois un gran hombre!

ALONSO
(Llevándoselo aparte y con misterio)
¿Cómo os parece este nombre?
Don Quijote de la Mancha.

MIGUEL
¡Soberbio! En bronce y en piedra
se ha de esculpir desde hoy.

ALONSO
¿Decís verdad?

MIGUEL
Como soy
Miguel Cervantes Saavedra,
¡Ganad laureles triunfantes!

ALONSO
¡Recordadme siempre vos!

MIGUEL
¡Gran don Quijote, id con Dios!

ALONSO
¡Quedad con El, gran Cervantes!

(Estrechándose las manos. Pausa. Van saliendo por la segunda izquierda don Alonso y los suyos, el Coro, Maritornes y el Arriero. Los demás se retiran a sus cuartos, menos el señor Miguel. Continúa la música. La escena vuelve a quedar alumbrada tan solo por la luz de la luna)


ESCENA ULTIMA

El Señor Miguel.

MIGUEL
¡Qué extraña zozobra siento!
¡Dios le trajo a la posada!
Ya está mi idea encarnada.
Ya vive en mi pensamiento.

(Con ternura)

Adiós, pobre loco, adiós.
Nuestro encuentro bendigamos,
porque tal vez le debamos
ser inmortales los dos.
Y ahora a dormir. Pobre y duro
es el lecho. ¡Bah, qué importa!
Se hará la noche muy corta
pensando en él, de seguro.

(Va a acostarse de nuevo y se detiene)

Hoy copia la realidad
lo que parece ficción.
Delirios de mi invención
principian a ser verdad.
Ya comienzo a entretejer
lo visto con lo pensado,
porque, a veces, yo he soñado
con lo que acabo de ver.
Y al enlazar el recuerdo
con la realidad presente,
dudo quién es el demente
de los dos, y quién el cuerdo.
¡Ah, no, no! no es desvarío.
¡El vive en su vida, sí,
pero además vive en mí
con algo que solo es mío!
Vamos, pues, vamos los dos,
cada cual con su locura,
de aventura en aventura
por esos mundos de Dios.
¡Allá van! El siervo fiel
y el buen caballero andante.
Don Quijote en Rocinante.
Sancho en su rucio tras él.

(Exaltándose por momentos)

¡Qué extraordinarias visiones
mi delirio me presenta!
¡Ginés! ¡El yelmo! ¡La Venta!
¡Los yangüeses! ¡Los leones!
¡Los molinos! A lanzazos
les entra con su bridón.
Piensa que sus aspas son
de cien gigantes los brazos.
Cayó en tierra

(Bórrase todo el fondo de la escena y vese de pronto, con luz del día, el campo manchego donde se supone que ocurrió la famosa aventura de los molinos. Giran las aspas de éstos rápidamente, movidas por el viento. A los pies de uno, en segundo término del cuadro, y a un corto trecho el señor de la cabalgadura, aparecen en tierra den Quijote y Rocinante. Más allá, Sancho espantado. Las figuras son ya las de la propia novela)

Lloro y río.

(Volviéndose y viendo la aparición)

¡Jesús! ¡El! (Muerto dé risa)
¡Y su escudero!
¡Salud, noble caballero!

(Don Quijote se incorpora y se fija en Cervantes)

¡Ven a mí, que ya eres mío!

{Adelantase don Quijote, hacia Cervantes. Este va a su encuentro con los brazos abiertos La Criatura y el Creador se acercan.—Fuerte en la orquesta y telón rápido)



FIN


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