EL AMIGO MELQUIADES
o
POR LA BOCA MUERE EL PEZ
Sainete
lírico de costumbres madrileñas en un acto y tres cuadros.
Libreto de Carlos Arniches.
Música de José Serrano y Quinito Valverde.
Estrenada el 14 de mayo de 1914 en el Teatro Apolo de Madrid.
La
acción en Madrid. — Epoca actual.
Derecha
e izquierda, las del actor.
REPARTO (Estreno)
Benita
– Consuelo Mayendía.
Nieves
– Rosario Leonís.
Señá
Damiana – María Montes.
Señá
Zoila / Una vieja – Srta. Santamaría.
Trini
– P. Cortés.
Pepita
– Sra. Fortuna.
Amalia
– Srta. Navas.
Julia
/ Moza 2ª – P. Gavilán.
La
Onofra – Isabel Carceller.
Paca
la Fiera – Carmen Andrés.
Señá
Celes – Elisa Moreu.
Moza
1ª – Srta. Fano.
Melquiades
– José Moncayo.
Avelino
– Casimiro Ortas.
Serafín
el Pinturero – Carlos Rufart.
Higinio
– Sr. Villa.
Señor
Rafael – Vicente García Valero.
Bernabé
– Sr. Sotillo.
El
Tuliqui – Cristóbal Sánchez del Pino.
El
Virutas / Un cantador – Sr. Román.
Señor
Viriato / Un camarero – Sr. Ibarrola.
Joven
1º - Sr. Castañé.
Joven
2º - Sr. Fischer.
Joven
3º - Sr. Corao.
Joven
4º - Sr. Llayna.
Lucio
– Sr. Picó.
Un
joven – Sr. Monteagudo.
Niño
1º - Fernández (niño).
Niño
2º - Justo (niño).
Niño
3º - Alonso (niño).
Niña
1ª – Pajares (niña).
Niña
2ª – Candelas (niña).
ACTO UNICO
CUADRO PRIMERO
Lugar
ameno y pintoresco, próximo a la Ribera del Manzanares, en Puerta de Hierro.
Sin simetría, pero dejando entre sí los espacios naturales, se levantan por
distintos lados de la escena los anchos troncos de viejos árboles, cuyas
espesas ramas prestan al lugar grata sombra. El suelo está tapizado de césped. Al
fondo continúa la arboleda. En primer término izquierda, al pie de un árbol, un
tronco caído, que sirve de banco, y en tercero derecha, un columpio hecho con
una cuerda atada a dos árboles, dando frente al público. Es un hermoso día del
mes de Mayo.
ESCENA PRIMERA
Al
alearse el telón aparecen los siguientes personajes: Al pie de un árbol
corpulento que se levanta en primer término, hacia la derecha y en derredor de
un mantel extendido sobre el césped, sentados en el suelo, la Señá Damiana, la
Señá Zoila, el señor Viriato, el Señor Rafael y La Benita (de derecha a
izquierda).Sobre el mantel se ve una cazuela con restos de comida , platos
sucios, mendrugos de pan, varios tenedores y cuchillos, botellas y algunos
vasos mediados de vino. Al pie de otro árbol próximo, cestas, mantones y guitarras.
Colgados en las ramas y en los troncos de algunos árboles, chaquetas y
sombreros de hombre. Debajo de otro árbol, en el primer término izquierda,
sentadas sobre el tronco cortado que sirve de banco, Nieves y la Trini. Detrás
de éstas, en un pequeño claro, varias invitadas juegan al corro, cantando alguna
canción infantil. Más a la izquierda, otro grupo de invitados beben
alegremente. En el fondo, centro, Bernabé toca la guitarra y canta una jota,
mientras bailan dos muchachas, rodeándolas varios invitados de ambos sexos,
entre los que se cuentan el Tuliqui y Amalia. En el columpio, sentada, Julia, a
la que mece el Virutas, y a su lado, chillando y riendo, Pepita y dos o tres
más. En el centro de la escena, Avelino salta a la comba, dando él mismo. Al
empezar la obra hablan todos a la vez y reina en los grupos gran animación y
extraordinaria alegría.
GRUPO DEL COLUMPIO
VIRUTAS
(Dando
fuerte) — ¡Arza!... ¡Ande!
JULIA
(Asustada,
a gritos) — ¡Estate quieto, Virutas!... ¡Que no me des más!
VIRUTAS
(No
haciendo caso) — ¡Arza!... ¡Vaya!...
JULIA
— No le dejes, Pepita.
PEPITA
— ¡No seas bruto, que la vas a dejar de caer! (Siguen chillando y riendo)
GRUPO DE LA DERECHA
DAMIANA
(Ofreciendo
con el tenedor) — Amos; otra tajadita, señor Viriato.
VIRIATO
No,
gracias, Damiana; no me cumple más.
RAFAEL
Arriba
con este muslo (ofreciéndole uno de pollo, que saca de la cazuela), que sabemos
tu debilidaz por los mudos. (Ríen en el grupo)
VIRIATO
¡Si
es que me vais a hacer de reventar!
BENITA
Yo
míe lo comeré si no lo quiere. (Siguen bromeando, Benita come vorazmente) (Las
del baile y el corro cantan a la vez)
AVELINO
(Saltando)
— Ochocientos noventa y cinco. Ochocientos noventa y seis. Ochocientos noventa,
y siete...
DAMIANA
(Riendo)
— Pero ¿qué hace este chico?
RAFAEL
No
saltes más, hombre.
ZOILA
Pero
¿qué furia te ha entrao de saltar, demonio?
AVELINO
(Para
de saltar; habla fatigosamente) — No, ¿sabe usté? es que le estoy batiendo a un
amigo el rencor de la hora, en el salto a comba. Ya le he batido el rencor de
la media.
RAFAEL
(Riendo)
— ¿De la media? ¿Y por qué no te subes el calcetín?
AVELINO
¡Ay,
es verdá! (Se sube el que se le está cayendo) — Esto, lo hago yo porque hemos
fundao una Sociedad el gremio de ultramarinos que se titula: La dependencia
azlética, y cada uno nos dedicamos a un sport. Yo, es por ver si adelgazo.
(Sigue saltando) — Ochocientos noventa y ocho. Ochocientos noventa y nueve.
Nuevecientos. Nuevecientos uno... (Sigue saltando y contando)
DAMIANA
(Al
señor Rafael) — Dale, dale un poco de vino, que se refresque; que entre la
corbata tan verde y la cara tan colora, paece un tomate mollar. (Señor Rafael,
sirve vino)
JULIA
(En
el columpio) — ¡Que no me des tan fuerte, que me voy a matar! (Chillando) ¡Madre!...
¡Madre!
ZOILA
Tú,
Virutas, a ver si la tiráis a la chica.
VIRUTAS
No
tenga usté cuidao; si cae, cae encima de mí.
RAFAEL
Pues
eso le faltaba si cayese, darse contra un adoquín.
AVELINO
(Riendo)
— ¡Ja, ja, ja! ¡Qué señor Rafael! Tié usté unos golpes que acardenalan. (Sigue saltando)
Nuevecientos diez, Nuevecientos once. Nuevecientos doce...
RAFAEL
(Dándole
un vasito de vino) — Toma, de lo blanco.
AVELINO
Gracias
(A Benita) ¿Quié usté inagurarme este chato, Benita?
BENITA
(Muy
uraña y hablando con la boca llena) No, señor; no quiero náa.
NIEVES
Qué
fina eres, mujer.
BENITA
Soy
como Dios me ha hecho; y el que no me quiera así, que me deje.
RAFAEL
No
decirla náa, que se atraganta.
DAMIANA
Ahí
la tienes a este erizo, lo mismito que en casa; se pasa la vida comiendo y gruñendo.
VIRIATO
Pa
mí que os la debía de mirar un médico, que esta chica come demasiao; debe tener
algo.
DAMIANA
No,
si desde pequeña ha sío una glotona.
AVELINO
Hace
como yo; que cuando era chico, comía tanto, que hasta quería que me diesen el
aceite de hígado de bacallao a la vizcaína.
DAMIANA
Pues
ahí tienes en cambio a su hermana, que hay que hacerla comer con memoriales.
ZOILA
Esa
es otra cosa en el tipo y en todo. No se parecen en náa.
BENITA
Ni
falta que me hace parecerme a ella.
NIEVES
¡Y
gracias a Dios, hija!
BENITA
¡Bueno,
bueno, bueno! (Sigue comiendo)
NIEVES
(Acercándose
al grupo y dirigiéndose al señor Rafael) — Oiga usté, padre.
RAFAEL
¿Qué
quieres, nena?
NIEVES
¿No
quedaron en venir esta tarde el señor Melquiades y Serafín?
RAFAEL
En
venir quedaron; me dijeron que a los postres.
NIEVES
¿Y
cómo no habrán venido?
RAFAEL
¡Qué
se yo! Ya me choca que no estén aquí.
VIRIATO
¡Esos
dos puntos sí que tién buen humor!
DAMIANA
¡De
que ellos llenen, veréis cómo se alegra esto!
BENITA
(Con
rabia) — Pues ojalá no vengan.
DAMIANA
¿Y
por qué no van a venir?
BENITA
Porque
hacen menos falta que los perros en misa; que ya sé yo lo que me digo. (A
Nieves) Y tú, más valía que te fueras a buscar a tu novio, en vez de preguntar
por nadie.
NIEVES
¡Pero
están ustedes oyendo el demonio e la tonta!
DAMIANA
¿Y
qué tié que ver que la chica pregunte una cosa inocente?
BENITA
¡Inocente!
(Con guasa) ¡Ja, jay!
NIEVES
(Con
ira, a Trini) — Vamos, vamos, que no tengo gana de armarla. (Vanse las dos del
brazo por la izquierda)
BENITA
¡Armarla,
armarla! ¡Si yo dijera más de cuatro cosas! (Sigue comiendo)
AVELINO
¡Bueno,
bueno, bueno, dejarse de regaños, que no es día pa ello y écheme usté otro
chato, señor Rafael, que voy a echar un brindis. (Rafael le sirve) Señores.
VIRUTAS
¿Qué
pasa?
AVELINO
¡Viva
el taller de lavao y planchao de la Señá Damiana Perea, anfitriona de esta
garata que estamos celebrando!
TODOS
¡Vivaa!
AVELINO
Y
arrimarse, que voy a leer unos versos en cuarteta, improvisaos por mí.
DAMIANA
Venga,
venga.
VIRIATO
Venir,
que va a leer unos versos Avelino (Se acercan todos, formando semicírculo.
Avelino coloca una banqueta en el centro y se sube a ella)
RAFAEL
(Riendo)
— ¡Válgame Dios, qué chico!
BERNABE
Que
sean cortitos.
TULIQUI
Venga
d'ahí.
ZOILA
Silencio.
TODOS
¡Chist!
(Callan todos)
AVELINO
(Leyendo
en un papel muy grande que ha sacado del bolsillo) — A la señá Damiana y
consorte, en el cincuenta y cuatrogésimo cumpleaños del natalicio de la
primera.
"Subiste
media centuria
de
esta vida amaroma y cruel;
que
te subas la otra media
y
que lo vea el señor Rafael".
TODOS
(Aplaudiendo)
— ¡Bravo! ¡Bravo!
VIRIATO
Y
que lo vea un servidor, que tampoco me disgustaría. (Avelino da las gracias,
saludando con una inclinación y cae sobre Viriato y Rafael Los grupos se
esparcen por el fondo; Bernabé, Virutas y Tuliqui. Quedan en la izquierda; Damiana
y Zoila, recogen todo lo de la merienda, metiéndolo en una cesta que dejan tras
el árbol; Benita continúa de pie, comiendo. El Coro va desapareciendo por ambos
lados)
RAFAEL
Has
estado muy bueno, Avelino.
AVELINO
Pues
ahí tiene usté a Benavente en la Academia y a mí despachando langa.
RAFAEL
¡Injusticias!
(Se une al grupo de Damiana y hacen mutis por la derecha, como dando un paseo)
AVELINO
(Acercándose
a Benita. Lleva la comba metida en el bolsillo por un extremo y el otro
arrastrando por el suelo) — Benita.
BENITA
(Con
la boca llena) — ¿Qué pasa?
AVELINO
¿Qué
quié usté que diga que toquen pa que bailemos: quié usté que diga que vals u
que tuesten?
BENITA
Que
tuesten lo que quieran; yo no bailo. (Se vuelve de espaldas)
AVELINO
¿Que
no? Bueno; pues al menos me otorgará usté el que la aupe al columpio y la meza.
BENITA
Bueno;
pero en cuanto no quiera, me bajo, ¿eh?
AVELINO
Sí,
señora; sin compromiso. Con permiso. (Va a cogerla en brazos)
BENITA
¿Pero
me va usté a coger en brazos?
AVELINO
Como
no quiera usté que la trasporte con ata mantas; no hay otro remedio.
BENITA
Bueno;
pero coja usté lo menos posible, ¿eh?
AVEI.INO
Descuide
usté, que tengo costumbre de coger señoritas. La cogeré por lo indispensable. (La
levanta en vilo; Benita sigue comiendo)
BERNABE
(Riendo)
— ¡Ja, jay! ¿A qué llamas tú lo indispensable, joven?
AVELINO
Hombre,
pues no creo yo que el perímetro abarcao exceda de lo preciso.
TULIQUI
Cómo
se ataraza, pollo.
AVELINO
¡Caray;
pues si no he calculao mal, lo cogido no es para que nadie tenga que decir!
VIRUTAS
Amos,
amigo, que hemos agarrao un puñaíto, ¿eh?
AVELINO
(Yendo
hacia el grupo, siempre con Benita en brazos) — Hombre; hagan ustés el favor de
no lanzar especies caciosas, ¡caray!
VIRUTAS
¿Te
irritan las especies?
AVELINO
Lo
que me irrita es que están ahí los padres y podrían creerse que yo no procedo
de buena fe.
BENITA
Oiga
usté, si va usté a seguir la conversación, haga usté el favor de dejarme en el
suelo.
AVELINO
(No
haciendo caso) — Y que coste que he abarcao lo indispensable, y si no que se mida.
LOS
DEL GRUPO
¡Qué
se mida, que se mida!
BENITA
No,
hombre, por Dios; qué se va a medir Vamos al columpio.
AVELINO
(Dirigiéndose
al columpio) — Es que uno tiene que contestar a las sátiras. (Volviéndose al grupo)
¡Si yo la he cogido de donde la he cogido...
BENITA
(Incomodada,
tirándole el sombrero) — Pero ¿me lleva usté o no?
AVELINO
Sí,
señora; pero es que me molesta que se malicien lo que no es. (Yendo al columpio
y deteniéndose a mitad de camino) Estoy por volver y… (Lleva al fin a Benita al
columpio y la deja sentada, volviendo a recoger el sombrero. Aparte, para si
mismo) ¡Rediez, qué bien formadita! ¡Hubiese
dao cinco reales porque hubiese estao el columpio en el Puente de Vallecas! (Vuelve
y la mece)
ESCENA II
Benita
y Avelino, en el columpio, Bernabé, Virutas y Tuliqui, al fondo con dos o tres
más. Por la izquierda, primeros términos, Nieves con la Trini.
NIEVES
(Saliendo)
— ¿Lo ves? Ya no viene Serafín, ¡Si tengo yo una suerte!... (Contrariada,
agitando nerviosamente el abanico)
TRINI
(Hablando
en voz baja) — ¡Pero, por Dios, mujer; disimula, que te van a conocer el mal
humor!
NIEVES
¡Que
me lo conozcan, no tengo genio de disimular náa!
TRINI
Y
luego a mí, lo que me apura, es tu novio. ¡Too el día huyéndole! ¿Lo habrá
notao?
NIEVES
Déjalo
que lo note. Lo que siento es que no venga Serafín, porque me hubiá gustao que
le hubieses conocido.
TRINI
Sí;
y pa verle tú, a mí no me la das. Pa mí, que ese tío te ha enguirlotao, Nieves.
NIEVES
¡No
tanto, mujer! ¡Si no hace arriba de un mes que nos tratamos!
TRINI
¿Y
dónde os conocisteis?
NIEVES
En
el Cine. La noche que íbamos no me quitaba ojo en los intermedios; luego, con
disimulo, se arrimó a nosotros y se hizo amigo de mi padre.
TRINI
Tu
novio se habrá escamao.
NIEVES
Está
que no vive.
TRINI
¿Y
es guapo ese hombre?
NIEVES
Guapo
y bien portao. Se conoce que hay guita; ya lo verás. Y es lo que yo digo,
chica; un hombre así, aparte de lo que te guste es algo. Porque, sí que me da
lástima de mi novio, pero ¿qué sacas con un pobre albañil? ¡Miseria y compañía!
Y eso de estar agarra toa tu vida a un mísero jornal, y no tener una mujer
siquiera un trapo pa que salga a la calle y se luzca y la miren a una, no me
hace, francamente.
TRINI
(Dirigiéndose
a sentarse al tronco de la izquierda) — En eso dices la verdad, chica. Pero,
oye; ten ojo, que decían que era casao.
NIEVES
¡Qué
va a ser! Ha vivido dos años con una, pero ya no la ve. (Se sientan; Nieves a
la derecha)
TRINI
(Mirando
hacia el fondo derecha) — ¡Calla; tu novio! ¡Vaya un pisto que trae!
ESCENA III
Dichos
e Higinio por el fondo derecha.
HIGINIO
(Que
ha salido un poco antes, mirando a todas partes se acerca al grupo) — ¡Gracias
a Dios! Pero ¿dónde te metes, mujer? ¡Parece que me huyes!
NIEVES
(A
Trini) — ¡Oye; dice que le huyo! Causas de buscarte nos hemos sentao aquí; que
te diga ésta.
HIGINIO
¡Sí
que me choca!
TRINI
(Levantándose)
— Pero ya están ustés mano a mano. Poco se ha perdido, y el onceno no estorbar.
Conque: de verano, pollos. (Vase fondo izquierda, Pausa. Nieves se corre en el
asiento dejando sitio a Higinio, que se sienta a su derecha)
HIGINIO
Bueno;
¿y qué es lo que te pasa?
NIEVES
¿A
mí?
Higinio
A
ti.
NIEVES
¡Tú
dirás!
HIGINIO
¿Qué
te pasa, que ni te veo ni puedo hablarte?
NIEVES
¡Ni
que tuviese yo la culpa! ¡Si no te he encontrao en toa la mañana!
HIGINIO
(Con
acritud) — Mira, Nieves; guasitas encima, no. No me has encontrao, porque no
has querido. Y si te parece, lo mejor es que hablemos francamente de una vez,
que no estoy yo pa servir de mono a nadie. Las cosas claras.
NIEVES
Como
quieras; pero no sé a qué viene el ponerse así.
HIGINIO
Viene,
a que tú ya no eres pa mí lo que eras.
NIEVES
Te
se figurará a ti.
HIGINIO
Y
es el verdá. Tú has dao un cambiazo, Nieves; ni me quieres como me querías, ni
te alegara ya mi querer.
NIEVES
Amos,
chico; quita, quita. A ti te han hecho guiños.
HIGINIO
(Con
ira creciente) — A mí no me han hecho náa. Y sé lo que te pasa.
NIEVES
Tú
dirás.
HIGINIO
Pues
lo que te pasa, Nieves, es que tú le estás haciendo cara a otro hombre; así, en
plata.
NIEVES
¡Yo!
(Levantándose asombrada)
HIGINIO
¡Tú!
(Levantándose también, y cada vez con mayor energía)
NIEVES
¡Mentira!
HIGINIO
Verdá.
Y si te has cansao de mí, me lo debías haber dicho antes, y no que me estás
haciendo hacer un papel feo. Pero yo soy un hombre de bien, que te he querío
con toda mi alma, y como no lo merezco, no te lo aguanto; ¡por éstas!
NIEVES
Too
eso es mentira.
HIGINIO
Es
verdá. Y sé quién es. (Amenazador) Y si esta tarde viene aquí ese tipo...
NIEVES
(Desafiando)
— Si viene, ¿qué? (Se oye gran algazara por el fondo izquierda, y vuelven a
salir todos los grupos de principio de cuadro)
HIGINIO
Si
viene, por éstas que... Cállate ahora. (Nieves se sienta, y él queda en pie a
su izquierda)
ESCENA IV
Todos
los personajes que aparecieron a principio de cuadro, más Higinio, Melquiades y
Serafín. Al final Onofra.
Por
el fondo izquierda, llegan Trini y Julia y detrás Pepita y Amalia, trayendo
ambas parejas en alto, y extendidos, mantones de Manila, detrás de los cuales se
ocultan Melquiades con las primeras y Serafín con las otras. No ha de verse de
ellos más que el sombrero y los pies, hasta el momento que se indica. Les preceden
alegremente los invitados, moviendo gran algazara. Forman todos semicírculo,
quedando al fondo las de los mantones. Benita se apea del columpio, y avanza
con Avelino al lado de sus padres.
(Música)
TRINI,
JULIA, PEPITA y AMALIA
¡Quieto
todo el mundo!
Presten
atención.
Traigo
una sorpresa
detrás
del mantón.
TODOS
¿Qué
sorpresa es esa
que
traéis ahí?
TRINI,
JULIA, PEPITA y AMALIA
Hay
que adivinarla;
no
se pué decir.
TODOS
Dos
gachos se esconden
tras
de los mantones.
MUJERES
¿Serán
dos amigos?
HOMBRES
¿Serán
dos guasones?
TODOS
Decid
quiénes son.
TRINI,
JULIA, PEPITA y AMALIA
Hay
que adivinarlo;
presten
atención.
TRINI
(Grupo
de la izquierda; Señálando y dejando ver lo que se indica)
Por
aquí un sombrero.
JULIA
(Idem)
Por
aquí unos pies
PEPITA
y AMALIA
Veinticinco
duros,
si
acertáis quién es.
TODOS
Por
los cuatro píeses,
y
los dos sombreros,
igual
pueden ser golfos,
que
dos caballeros.
TRINI,
JULIA, PEPITA y AMALIA
¿Os
dais por vencidos?
TODOS
Decid
quiénes son.
TRINI,
JULIA, PEPITA y AMALIA
(Levantando
un poco el mantón, para que por debajo aparezcan Melquiades y Serafín)
¡Pues
mirad qué guajas!
TODOS
(Riendo)
¡Valientes
alhajas!
MELQUIADES
y SERAFIN
(Saludando
sombrero en mano)
¡Salú
a la reunión!
(Avanzan
y los demás cierran el semicírculo)
SERAFIN
(Haciendo
su presentación.}
Serafín
el "Pinturero”,
el
del trus de los placeres.
Donde
hay vino y hay mujeres,
el
primero.
TODOS
El
primero.
MELQUIADES
Y
Melquiades el "Chufita",
exclusiva
en el suspiro;
y
señora que yo miro,
finiquita.
TODOS
Finiquita.
MELQUIADES
y SERAFIN
Y
donde vamos los dos
o
juntos o separaos,
pa
tó lo que mande Dios,
dos
dechaos.
Y
pa gente aliquindoy,
este
pollo que hay aquí. (Por ellos mismos)
Por
donde quiera que voy
tó
pa mí.
No
hay en todo el hemisferio,
aunque
usté no lo comprenda,
dos
gachós que tengan ángel.
SERAFIN
Como
mangue.
MELQUIADES
Como
menda.
SERAFIN
(Casi
hablado)
Ni
el mismo don Tenorio,
ni
el mismo don Megía.
MELQUIADES
Ni
el propio Cize-Cize,
Cize
Cize Campeador.
TODOS
Me
paecen muchos Cizes,
los
que ha dicho este señor.
SERAFIN
Ni
el señor de Romeo,
ni
la Señá Julieta...
MELQUIADES
Tien
tanta verosími
sími
sími-liquitú.
TODOS
De
fijo tien más sími-
limisí,
que tienes tú.
(Mientras
ellos andan contoneándose, los demás les jalean)
¡Ole!
¡Ele!
¡Vaya
un tío!
MELQUIADES
¡Atufante!
SERAFIN
¡Fototípico!
MELQUIADES
Tres
jolí.
TODOS
¡Ole
que sí!
(Hablado)
(Terminado
el número vuelven todos con gran algazara a sus respectivos sitios. El señor
Rafael lleva a los recién llegados debajo del árbol donde ellos merendaban y
forman grupo. Aparte hacia la derecha Benita y Avelino)
BENITA
¿A
qué habrán venido esos tipazas?
AVELINO
Me
estomagan a mí esos dos maniquíses.
BENITA
Tráigame
usted un poco de salchichón que me he puesto nerviosa, (Avelino va a la cesta y
trae lo pedido por Benita)
HIGINIO
(A
Nieves) — Ahí le tienes.
NIEVES
(Con
despecho) —¿A quién tengo?
HIGINIO
A
ese tío. ¡Ya estarás contenta!
NIEVES
¿A
mí qué me importa ese hombre? (Le vuelve la espalda)
HIGINIO
¿Que
no te importa? ¡Maldita sea!
(Vase
iracundo fondo izquierda; Nieves queda sola, mentada en el mismo sitio)
RAFAEL
¿Y
cómo ha sido eso de venir tan tarde, amigo Melquiades?
MELQUIADES
Señor,
se ha cumplimentao la palabra. Dijimos que vendríamos al postre y hétenos aquí.
ZOILA
Lo
bueno siempre se hace esperar.
SERAFIN
Lo
bueno es lo que esperaba, Señá Zoila. (Al ver sentada a Nieves y sola, hace Señás
de inteligencia a Melquiades) Vamos a colocar los sombreros, con permiso. (Se
separan del grupo y se dirigen hacia el fondo)
MELQUIADES
(Parándose
a mitad de camino y aparte a Serafín Señálando a Nieves) — Ahí la tienes.
SERAFIN
¡Más
bonita que un sol!
MELQUIADES
Está
queriendo caerse. Tambaléala. (Le da un pequeño empujón y vuelve al grupo de Rafael)
SERAFIN
(Se
engalla, se estira y se acerca a Nieves hablándola en voz baja) — Daría la meta
de mi existencia por ser el Guadarrama.
NIEVES
(Coqueteando)
— ¿Pa qué?
SERAFIN
(Aproximándose;
casi al oído) — Pa verme rodeao de nieves por todas partes.
NIEVES
Iba
usté a tener mucho frío.
SERAFIN
¡Quiá!
Nieves usté y primavera yo, a la media hora el deshielo.
NIEVES
(Sonriendo)
— ¡Pamplinas!
SERAFIN
“Amarillo
es el oro,
blanca
la plata,
y
negros son los ojos
que
a mí me matan.''
(Vuelve
hacia el corro donde está Melquiades, después de dirigir a Nieves dos o tres
miradas incendiarias, y dice a éste aparte dándole en el hombro) ¡Tambaleada!
DAMIANA
(Ofreciéndoselo)
— ¡Un chatito, Serafín!
SERAFIN
(Pasando
a su lado) — Siendo de usté, hasta con narices, Señá Damiana. (Lo bebe)
MELQUIADES
(Aparte
a Serafín) — Pues ahora verás lo que te preparo. (En voz alta). Pero ¿qué
insipidez es esta, señores? ¿Es que no nos vamos a divertir ni se va aquí a
jugar a nada?
RAFAEL
Tiene
razón el amigo Melquiades; estáis muy desanimaos.
MELQUIADES
Vaya:
le voy a echar una meaja de sal a la juerga. (Llamando) ¡Niñas!...; Pollos!... arrimarse
pa acá, que me se ha ocurrido un solaz modernista, para que nos divirtamos.
TODOS
(Acercándose
bulliciosamente) — ¡Si, sí¡ ¡Eso!... ¡eso!
MELQUIADES
¿Queréis
que organicemos un concurso de baile por parejas, con premios y tóo?
TODOS
(Aplaudiendo)
— ¡Si, sí! ¡Muy bien, muy bien!
TULIQUI
¿Y
cómo va a ser ese concurso?
MELQUIADES
Pues
de la siguiente forma: Pograma: Base primera. El "Virutas" y el
Bernabé, nos van a ejecutar en la guitarra una Redova u Mazurca rusa, que ellos
saben y que se intitula: ''Ay, qué Moskou”. Se forman parejas, la van bailando una a una y
a la pareja que a juicio de un jurao la baile con más estilo, se le ajudicará,
no una Copa, porque aquí no las poseemos, pero si un chato, al que llamaremos
chato de honor u chato Melquiades, si se quiere.
TODOS
¡Muy
bien, muy bien!
MELQUIADES
Dicho
chato, estará lleno de vino y la pareja gananciosa se lo beberá a medias,
primero la señora y después el caballero, con el fin de que el premio consista
en que el hombre pose los labios en aquel lugar del chato donde los haya posao
el ojeto amado y bailarín. ¿Se aprueba?
TODOS
¡Muy
bien, muy bien!
MELQUIADES
Pues
vosotros, coger las guitarras, mocitos. (Bernabé y Virutas, van por ellas al
fondo y figuran templarlas)
TULIQUI
Y
nosotros a elegir parejas.
ONOFRA
(Joven
feísima, sale de entre los grupos y se dirige hacia Avelino) — ¿Vamos a romper
la marcha usté y yo?
AVELINO
(Mirándola
de arriba abajo) — ¿Yo con usté? (Volviéndole la espalda) — "Llamad al
sereno."
ONOFRA
Hombre,
ya sé que no soy guapa.
AVELINO
Hija,
por Dios, no es por eso; es que yo me quedo pa jurao.
ONOFRA
(A
Tuliqui, que se coloca entre los dos) — ¿Qué jurao?
TULIQUI
(A
Avelino)—Que pregunta que, ¿qué jurao?
AVELINO
¿Que
qué he jurao? (Al oído) ¡No bailar con feas!...
ONOFRA
Pues
le avierto a usté, joven, que donde yo me marco un chotis, se vienen detrás de
mí toos los pollos.
AVELINO
Les
dará usté trigo. (Ríen el chiste todos los del grupo)
ONOFRA
(Incomodada)
— Les doy narices, ¡¡El demonio el hortera!!
VIRUTAS
(Avanzando)
— ¡Ya están templas las guitarras!
MELQUIADES
Pues
a empezar. (Durante el diálogo anterior, Melquiades y varias muchachas y
muchachos han adornado una banqueta con hierbas y flores y sobre ella han
colocado un vasito de vino; dicha banqueta la colocan en el centro de la escena
y hacia el fondo) Vosotros, (A los guitarristas) sentarse ahí; (En el tronco de
la izquierda) y el jurao, lo compondremos, el señor Viriato, la Señá Zoila, (Avanzan
los nombrados) y un decrépito servidor de ustedes.
TODOS
¡Muy
bien!
MELQUIADES
Y
las parejas, podrían ser, por ejemplo: la Nieves, con... (Como buscando a uno;
llevándola de la mano)
BENITA
Con
su novio; ¡con quién va a bailar!
MELQUIADES
No,
eso no; novios con novios, no me hace. Porque novios con novios se supone que se
han cogido el tingli en tóo lo tocante al arte corográfico y se llevarían el
premio a poca costa. Tien que ser parejas impremeditadas. Veréis: Nieves, con...
uno cualquiera... con Serafín, pongo por caso.
SERAFIN
(Avanzando)
— Con mil amores. (La coge de la mano)
BENITA
(Avanzando)
— Nieves debía bailar con su novio.
DAMIANA
(Cogiéndola
y haciéndola retroceder) — Tú te callas, que no eres quién. ¿No estás oyendo
que dicen que novios con novios, no?
BENITA
Pues
que digan lo que quieran; yo digo que con su novio y náa más.
MELQUIADES
A
callar. Y tú, baila con Avelino, que es de Coloniales y sabe lo que es jalea;
arza.
AVELINO
¡Superior!
Agárrese usté que va usté a ver dentro de dos minutos un chato apurao. (Se agarran
del brazo y se colocan en el centro del fondo)
MELQUIADES
Y
el Tuliqui, que es un poco cojo, con la Onofra, que sabe del pie que cojea.
(Los junta)
TULIQUI
Haremos
la nota cómica.
MELQUIADES
Otras
tres parejas al líbitum y náa más. (Forman parejas, al fondo, Trini, Julia,
Pepita y Amalia, con cuatro jóvenes) ¿Estamos?
LOS
QUE VAN A BAILAR
Sí,
sí.
MELQUIADES
(Colocándose
a la derecha con el Jurado) — Pues ¡a una!
(Música)
Picadito
y afinao,
ceñidito
y bien bailao.
Al
bailar, poner
muchísima
atención,
pa
que vea la reunión,
que
no es coba
el
concurso de redowa
que
manguela ha organizao.
TODOS
Bien
hablao.
MELQUIADES
(A
Nieves y Serafín, que se colocan en el centro)
En
posición de empiecen.
¡Que
me se cuide la base cuarta!
Primera
pareja: al redoveo.
(Al
quinto compás empiezan a bailar Serafín y Nieves)
La
redo-
la
re do-
la
Redowa se baila sin coba,
por
la gente de Madrid.
lo
mismo en el Palace Hotel
que
en un salón de Chamberí.
NIEVES
Baila
muy
apretao.
SERAFIN
Es
la base cuarta
que
ha puesto el jurao.
TODOS
La
re-do-
la-re
do-
etc,
etc.
MELQUIADES
No
tié fin
pa
bailar
Serafín.
TODOS
¡Qué
pillín!
MELQUIADES
Otra
pareja.
(Se
retiran a la izquierda los que bailan, y avanzan Benita y Avelino, que bailan
ridículamente)
AVELINO
Ya
usté verá,
mi
dulce amor,
cómo
al final
es
pa usté
el
chato de honor.
BENITA
¿De
verdá?
¡Ay,
qué bien!
Pues
si es así,
ya
verá usté
que
pongo yo
to
lo que sé.
TODOS
¡Hay
que ver
que
marcao!
Si
el premio al fin
no
lo han ganao,
cualquiera
ya
les
quitará lo bailao...
AVELINO
(Cambiando
de manera de bailar)
¡A
la demimondaine!
(Bailan
todas las parejas)
¡Eso
es!
(Jaleándose)
¡Mi
mamá!
Un
grupo así
es
pa un Kodak.
¡Diga
usté que
venga
Kaulak!
TODOS
La-re-do-
la-re-do-
La
Redowa
tié
más de una arroba
de
sal y pimienta y tal,
y
se ha bailado en la Bombi,
y
en el propio palacio Real.
VIRIATO
Estos
dos, han bailao tal cual.
MELQUIADES
Muy
mal.
Otra
pareja.
(Dejan
de bailar todos y avanzan Onofra y el Tuliqui)
TULIQUI
(Bailando
a su modo)
Creo
que de esta manera
no
se nota la cojera,
y
hasta puen premiarme
por
mi gallardez.
ONOFRA
Tal
vez.
TULIQUI
Comprímase
pa
que vean que bailamos yo y usté
sobre
un cacahué. (Bailan todos)
TODOS
La
re do-
la-re
do-
La
Redowa,
etc.,
etc.
MELQUIADES
(Interrumpiendo)
Vayan
ustedes a la coda.
TODOS
Pues
digan ya
los
del jurao,
pa
terminar,
quién
ha ganao.
(Al
terminar el baile, aplauden los que no han bailado)
(Hablado)
TODOS
¡Bravo!
¡Bravo!
MELQUIADES
(Después
de una pequeña conferencia con los del Jurado) — Señores: el Jurao ha acordao por
unanimidaz, conceder el chato de honor, a la insuperable pareja, Nieves-Serafín.
TODOS
(Aplaudiendo)
— ¡Muy bien, muy bien!
AVELINO
(Rabioso)
— Eso es una injusticia.
VIRIATO
¡Orden!
TODOS
¡Que
se calle! (Avelino afligido, se retira hacia la derecha, acompañado de Benita)
MELQUIADES
¿Se
acepta este fallo?
TODOS
Sí,
sí.
MELQUIADES
(A
Nieves y Serafín) — Pues podéis beberos el premio sorbito a sorbito, pollos.
(Dándole la copa a Nieves) Cuando quieras, nena,
NIEVES
Con
mucho gusto. (Coge el vaso) A la salú de mi pareja.
TODOS
¡Ole!
(Vuelve Higinio por el foro izquierda lentamente y se acerca al grupo poco a
poco)
SERAFIN
¡Gracias,
Nieves!
NIEVES
(Va
a beber y se detiene con coquetería) — ¡Ay, pero se va usté a enterar de mis
secretos!
SERAFIN
Pué
que me convenga.
NIEVES
A
mí no; pero en fin, lo dicho. (Bebe la mitad del vino y deja la copa en la
banqueta)
SERAFIN
(Sin
coger el vaso) — Señores: antes de posar mis labios donde los ha imprimido esa
boca que parece talmente un clavel encarnao que se le ha caído del pelo, tengo
que manifestar que me embarga el júbilo, que me embarga la emoción y que me
embarga... (Va a coger la copa, pero se interpone Higinio, que enérgicamente la
coge)
HIGINIO
Pues
no se moleste usté, yo me lo beberé, que no tengo na embargao. (Bebe y tira el
vaso contra el suelo)
TODOS
¡Eh!
(Movimiento de estupor; Higinio trata de agredir a Serafín, pero los sujetan
los hombres, apartándolos, quedando en medio Melquiades)
BENITA
(Aplaudiendo)
— ¡Muy bien, muy bien y muy bien!
VIRIATO
Eso
no vale.
MELQUIADES
Pero,
¿qué has hecho?
HIGINIO
Lo
que me ha parecido; ¿qué hay?
BENITA
¡Muy
bien y muy bien! ¡Ja, ja; qué chasco! (Ríe; sus padres la amenazan)
RAFAEL
(A
Higinio)—Pero, ¿no ves que era una broma?
NIEVES
(Sujetando
a Serafín; con ira a Higinio) — Has metió la pata.
SERAFIN
(Con
tranquilidad) — Hombre, ¿no se le ha ocurrido a usté otra gansada en el rato
que hace que está usté ahí haciendo el orangután?
HIGINIO
Si
se me ocurre otra, la ahogo.
SERAFIN
Pues
a ratos no crea usté que estorba una mijita de educación, amigo.
HIGINIO
Tengo
la que me hace falta.
MELQUIADES
Pues
la pué usté llevar en la funda de un cacahué y no se le llena; palabra.
HIGINIO
Lo
que yo tengo es... (Vuélvela acometerle)
SERAFIN
(Sonriendo)
— Lo que tiene usté son deciséis señoras al lao y un sujeto de miramientos vis
a vis; pero también tiene usté un carrillo y yo una mano, y la vida ocasiones.
Na más.
MELQUIADES
¡Hablas,
que esculpes! Y terminao el incidente, señores, que no le vamos a estropear el día
a la Señá Damiana.
SERAFIN
Se
continuará, pollo.
HIGINIO
Cuando
usté quiera.
MELQUIADES
¿Vamos
ahí, al sotillo, a jugar a prendas?
TODOS
Sí,
sí; vamos. (La gente se va con Melquiades, murmurando y hablando entre sí, por
el foro izquierda. Quedan en escena: la Trini, al fondo; Nieves, junto al árbol
de la izquierda; Benita hacía la derecha, y en el centro Higinio, Rafael y Damiana.
Avelino hace mutis por la derecha)
SERAFIN
(A
Trini) — ¿El perro de usté, embiste también, joven?
TRINI
(Con
coquetería) — Ni perrito que me ladre tengo.
SERAFIN
Pues
cuelgue usté su hermosura de esta escarpia, que ha encontrao usté un lebrel.
(Se cogen del brazo y hacen mutis por la lateral izquierda, pero bajando al
proscenio para pasar por delante de Nieves que, como es natural, queda
contrariada al ver que se van juntos) \ Y a ver si va a poder ser que pueda uno
hablar con una mujer guapa!
ESCENA V
Benita,
Nieves, Damiana, Higinio y el señor Rafael.
RAFAEL
Te
has ocecao, Higinio; te has ocecao.
NIEVES
(Con
ira) — Ha metío la pata, digalo usté claro.
HIGINIO
No,
señora.
DAMIANA
Sí,
señor; que si hubiese hecho algo malo aquí estaba su madre pa rebañarla.
BENITA
¡Ha
hecho muy bien, muy bien y muy bien!
DAMIANA
Cállate
tú ahora.
HIGINIO
Es
que no podía más, Nieves; hazte cargo.
NIEVES
Si
toa la vida serás lo mismo; un celoso, un primo sin correa pa na.
HIGINIO
Porque
te quiero pa mí solo.
NIEVES
Pues
por éstas, que no me vuelves a poner en ridículo; hemos acabao.
HIGINIO
¿Que
hemos acabao?
NIEVES
Hemos
acabao, sí, señor, pero pa siempre, ¡por éstas! (Besando la cruz de los dedos) Hemos
acabao.
RAFAEL
¡Calma,
hijos! ¡Válgame Dios!
HIGINIO
¿Y
qué he hecho yo pa esto, señor Rafael? ¿Qué he hecho yo pa esto? Quererla y na
más. ¡Y luego dicen! Si debía ser uno como todos: un sinvergüenza pa las
mujeres: esos tién suerte y no los primos como yo, que se cuelan de buena fe. ¡Maldita
sea!
NIEVES
Pues
se acabaron los primos; puedes marcharte cuando te dé la gana.
HIGINIO
¿Que
me marche? Pero, ¿estás en lo que dices?
NIEVES
No
tengo más que una palabra.
HIGINIO
Está
bien. No me lo dirás dos veces. Me voy. Pero antes de irme, escucha una cosa, Nieves.
No serás mía, pero de ese hombre tampoco lo eres. Míalas: jurao; al tiempo.
(Vase fondo izquierda)
BENITA
(Aplaudiendo)
— Muy bien, muy bien y muy bien.
DAMIANA
Pero,
¿quieres callarte y no agriarlo más, tonta del bote?
BENITA
Pues
no me callo y no me callo, porque tíé razón; si, señora, y sí, señora.
NIEVES
(Airada)
— ¿Y de qué tié razón, vamos a ver?
BENITA
De
todo, sí, señora; que lo que hay es que tú quiés ser señorita y tener lujo y
por eso despachas a Higinio, porque es un pobre, y en cambio te has enguirlotao
con un tío pinturero que crees que te va a dar el oro y el moro; eso es.
NIEVES
(Contenida
por sus padres) — Pero ¿no es pa darla una bofetá?
RAFAEL
Pero
¿qué estás diciendo ahí contra tu hermana?
DAMIANA
Dejar
a esa tonta.
BENITA
Sí;
tonta, tonta; porque las canto claritas. ¡El lujo, el lujo! ¡Eso, eso es lo que
os pierde a muchas! El garbancito de moda, el zapatito de charol y la faldíta
estrecha y a pintarla por ahí andando a saltítos (Remedando lo que va diciendo)
como pollos trabaos. Pues no señora; hay que agarrarse al jornalito y ayudar al
marido y cincharse; esa es la obligación de una pobre. Y si hay que llevar un
pingo, se lleva y se aguanta una, que después de todo, siempre será mejor
llevar un pingo que serlo. Eso es.
NIEVES
Pero
¿oye usté? ¡Desvengonzá! ¡Mala hermana!; Suélteme usté, que la arañe! (Quiere
pegarla pero sus padres la contienen, llevándosela poco a poco por la primera
izquierda)
DAMIANA
¡Hija,
por Dios, que vamos a dar un escándalo!
RAFAEL
¡Entre
hermanas, válgame Dios! ¡Vamos, vamos!
DAMIANA
(A
Nieves) — ¡No llores, hija, no llores!
NIEVES
Envidiosa,
más que envidiosa. (Mutis)
BENITA
¡El
lujo!... ¡el lujo!... Eso, eso; que os da miedo ser pobres, ni más ni menos.
(Al quedarse gola, con gran energía) Pues no señora: mi hermana, no. Ella pué
que me arranque el moño, pero yo la juro que la quito de ese tío. Todo, antes
que verla por esas calles sola y pinta de rubio, haciendo de reír a la gente.
Mi hermana, no. ¡Por estas cruces! (Se sienta en el tronco del árbol de la
izquierda, llorosa y agitada, limpiándose los ojos con el delantal)
ESCENA VI
Benita
y Avelino, que sale por el fondo derecha, ocultándose, entre los árboles.
AVELINO
¡Sola!
¡Yo la exploro! Me gusta a mí esa tontita de una manera avasallante! Tiene un
no sé qué así, bobo, que engolosina! Yo voy a ver si la enloquezco por un medio
poético que me se ha ocurrido. (Saca una navaja de muelles, no muy grande, y la
abre) Un poco grande es para mi ojepto, pero no he encontrao otra. Me tiembla
el corazón que parece que voy a cometer un crimen. ¡Animo! (Llamando desde
donde está) ¡Benita!... (Avanzando) ¡Benita!
BENITA
(Se
vuelve) — ¿Qué? (Al verle se levanta aterrada) ¡Jesús!
AVELINO
Perdone
usté que venga a cortarla...
BENITA
(Retrocediendo
asustada) — ¿A mi?
AVELINO
Que
venga a cortarla el hilo de sus cavilaciones nada más; que esta navaja es para
hacerla a usté una cosa muy agradable.
BENITA
¿Qué
me va usted a hacer?
AVELINO
¿Que
qué la voy a hacer? (Avanza con pasos trágicos y cogiéndola de una mano, la
trae hasta el centro de la escena. Ella avanza con miedo) ¿Cómo se llama usted?
BENITA
¡Ah!
pero ¿es el padrón?
AVELINO
Es
otra cosa más de adorno. ¿Cómo se llama usté?
BENITA
Benita.
AVELINO
Digo
de apellido.
BENITA
Baranda.
AVELINO
(Sonriendo)
— ¡Baranda! ¡Hombre, qué casualidad! Usté Baranda y yo, Escalera. ¡Nos
completamos! (Mirándola con arrobamiento) ¡Baranda! (Muy meloso) ¡Con qué gusto
me asomaría!
BENITA
¿Dónde?
AVELINO
Nada,
nada; es una cosa pa mí solo. De forma que las iniciales de usté son, B. B.
BENITA
Creo
que sí; B. B.
AVELINO
Bueno;
pues la voy a hacer a usté un B. B. entrelazao, en el tronco de un árbol, con
letra de adorno, que se va usté a quedar visueja.
BENITA
¿Y
pa eso me ha dao usté este susto?
AVELINO
Y
debajo de su enlace pondré mis iniciales: Avelino Escalera Jordán. A. E. J. (Muy
fino) ¿Me permitirá usted que por lo menos toque la J en su enlace?
BENITA
Como
si quiere usted tocar la muñeira.
AVELINO
Ni
una palabra más. ¿Lo grabo en aquella encina (Foro) u en este chopo? (1º derecha)
BENITA
¿Pero
¿me quiere usted dejar en paz, hombre?
AVELINO
Lo
probaré en el chopo. ¡Y Dios quiera que algún día no tenga yo que coger el
chopo y recordarla dónde empezó nuestro idilio! Manos a la obra. (Se pone a
grabar con la navaja en el tronco del árbol)
BENITA
¡Tan
bien como estaría usted durmiendo la siesta, hombre!
AVELINO
Benita.
BENITA
¿Qué?
AVELINO
Tié
usté una mirada que eleztrocuta.
(Se
oyen risas y rumor de voces de hombres hacia la primera izquierda)
BENITA
¡Chist!...
¡Silencio!
AVELINO
¿Qué
pasa?
BENITA
(Fijándose)
— El señor Melquiades y Serafín, que vienen.
AVELINO
¡Esos
sinvergüenzas!
BENITA
¿Tramarán
algo contra Higinio?
AVELINO
Si
quiere usté, podemos escondernos y oírlos.
BENITA
Sí;
mejor será. Calle usté; por aquí. (Se esconden detrás de un matorral alto en la
primera derecha, de forma que los vea el público)
ESCENA VII
Dichos,
Serafín, Melquiades, Virutas, Tuliqui, y Bernabé, por la primera izquierda.
Vienen riendo escandalosamente. El último trae un frasco de vino y dos copas, y
colocándolo en el banco de la izquierda va sirviendo a sus amigos, que beben
formando semicírculo.
SERAFIN
(Saliendo)
— ¡Calla, que me tronzo de risa!
TODOS
¡Ja,
ja, ja!
MELQUIADES
Que
si, hombre, no reírse.
TULIQUI
¡Pero
si es pa reventar!
VIRUTAS
¡Tienes
unas cosas!
MELQUIADES
Señor,
que sé lo que me digo, hombre. Oírme y veréis. (A Serafín) ¿Cuál es aquí la única
cosa que nos es hostil p'al logro de tus fines benéficos con la Nieves?
SERAFIN
La
Benita.
MELQUIADES
Pues
la hago yo el amor, primo, y tóo resuelto. (Todos ríen)
BENITA
(Estupefacta)
— ¡A mí!
TULIQUI
¿Tú
con esa mema? (Riendo) ¡ja, ja, ja!
MELQUIADES
¡Natural,
señor! Como ese cacho de tonta no ha tenido nunca quien la diga “por ahí te pudras",
pues en cuanto yo la insinúe tanto así, la incendio, cae en mis brazos, se pone
de nuestra parte y cuando tú haigas lograo tu ojeto con su hermana, yo abandono
a esa renacuaja y que se tome dos pastillas de sublimao, si le gusta. ¿Qué os
parece?
VIRUTAS
(Riendo)
— ¡Eres diabólico!
SERAFIN
Oye,
pero que de primera.
TULIQUI
¡A
ver si te da calabazas!
MELQUIADES
¿A
mí? ¡A las dos palabras, la pelo al rape si me da la gana! (Siguen hablando en
voz baja y bebiendo, Avelino sale del escondite, abre la navaja y avanza en
actitud amenazadora. Benita le sujeta)
AVELINO
¡Suelte
usté! ¡Suelte usté, que le voy a traer dos filetes de cerdo! ¡Miserables! ¡Canallas!
BENITA
¡Chist!...
¡quieto! Déjeme usté a mí sola, que yo sé lo que tengo que hacer con estos
bandidos, lárguese usté pronto.
AVELINO
Si
hago falta, me da usté una voz.
BENITA
Bueno.
(Vase Avelino por la primera derecha) Por mi salú que os acordáis de esta mema
pa toa la vida. ¡Deshonrar a mi hermana y tomarme a mí el pelo! Veremos quién
puede más, si una tonta o cinco granujas. (Vase tercera derecha)
MELQUIADES
(A
Serafín) — De manera que tú a seguir dándole achares a la Nieves con su amiga,
y yo a buscar a esa pitusa, y de que la encuentre...
BENITA
(Por
el foro derecha, lejos y quejándose) — ¡Ay! ¡Ay! ¡Ay!
SERAFIN
¿Quién
se queja? (Todos miran al sitio indicado)
MELQUIADES
¡Calla!...
¡Pero si es la Benita!
TULIQUI
¡Y
viene cojeando!
MELQUIADES
¿Se
habrá caído?
VIRUTAS
¡Qué
ocasión!
MELQUIADES
Dibujada.
Dejarme solo.
SERAFIN
Duro
con ella.
MELQUIADES
Sus
la brindo. (Vanse los cuatro riendo por la primera izquierda)
ESCENA VIII
Melquíades
y Benita por el fondo derecha. Viene cojeando y se apoya para andar en una
sombrilla.
BENITA
¡Ay!
¡Ay! ¡Ay! (Sale quejándose) ¡Ay, señor Melquiades de mi alma!
MELQUIADES
Pero,
¿qué es eso, rica, qué te ha pasao?
BENITA
¡Ay,
que me he torcido un pie! ¡Ay!... ¡Agárreme usté, que no puedo!
MELQUIADES
(Yendo
hacia ella) — ¿Pero, ¿es que te has resbalao?
BENITA
Y
me he caído, si, señor. ¡Ay! ¿Me quiere usté llevar a aquel tronco? (El de la
izquierda)
MELQUIADES
Con
mil amores. (Cogiéndola de la cintura)
BENITA
(Saltando
a la “patita coja”, hasta llegar al banco) — ¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! (Se sienta a la
izquierda)
MELQUIADES
(De
rodillas, reconociendo el pie lesionado) — ¿Y dónde te duele, rica?
BENITA
Aquí,
un poquito más arriba del tobillo. (Levantando la falda y dejando ver un poco
la pantorrilla) — ¿Lo tengo hinchao?
MELQUIADES
No,
pero... (¡Camará, que pantorrilla!) A ver, ¿te duele al tazto? (Toca con el
dedo repetidamente)
BENITA
No,
señor; me hace una punzadita nada más.
MELQUIADES
Eso
no es nada; descansando aquí un poquito conmigo, te se pasa. (Se sienta a su
derecha, pero sin dejar de mirar la pantorrilla) Oye, rica, ¿Y sabes que vas
muy bien calzadita?
BENITA
¡Regular!
¡Cada una presumimos de lo que podemos!
MELQUIADES
Yo
no me había fijao, pero, sabes que tienes un nacimiento que...
BENITA
(Haciéndose
la tonta) — ¡Je, je! Lo mismo me dijo el otro día el chico de la tienda de
sedas. (Ruborosa)
MELQUIADES
¿Te
dijo que vaya un nacimiento?
BENITA
Si,
señor; que vaya un nacimiento y que si se lo quería dejar pa una Nochebuena.
MELQUIADES
¡Anda
diez!
BENITA
Y
luego, se puso así en jarras y me añadió: ¿Le falta a usté una figurita pa ese
nacimiento? Y yo enfadada le dije: "Sí, señor, me falta el buey"
MELQUIADES
(Riendo)
— ¡Muy salao! ¿Y qué te dijo?
BENITA
Pues...
me dio las Señás de su casa de usté. (Se ríe tontamente)
MELQUIADES
(Quedando
de pronto serio) — ¿Y por qué no te dio las de su padre político?
BENITA
Se
le pasaría. (Levantándose rápidamente) — Y en fin, yo me voy, que no quiero que
me vean aquí sola.
MELQUIADES
(Obligándola
a sentarse) — No tengas prisa, mujer.
BENITA
No,
si yo estoy muy a gusto, pero... ¡ay!, no quiero ni pensarlo, si me viesen aquí
sola con usté, con las bromas que me dan.
MELQUIADES
Bromas,
¿de qué?
BENITA
Nada,
que como a veces, cuando hablamos así de hombres con mis amibas, yo siempre le saco
a usté, pues se han maliciao tonterías, que... Bueno, yo me voy. (Como antes)
MELQUIADES
Aguarda,
mujer aguarda. (Cada vez más acaramelado) ¿Y qué es lo que hablas de mí con tus
ami.gas, si pué saberse?
BENITA
Yo,
nada; tonterías de chicas.
MELQUIADES
Y
dime, Benita ¿tú no has tenío nunca novio?
BENITA
Novio,
novio... lo que se dice novio, no, señor. Tonteos na más. ¡Cómo soy tan
tonta!...
MELQUIADES
Y
escucha : ¿no te gustaría a tí tener un novio formal?... Vamos a ver.
BENITA
Formal
u chirigotero, que me gustase a mí, que lo demás, es lo de menos.
MELQUIADES
¿Qué
te parecería un sujeto como yo, pongo por caso? (Poniéndose de pie y engallándose)
BENITA
(De
pie también) — ¿Cómo usté? ¡Ay!
MELQUIADES
(Cogiéndola
la mano) — ¿Te gustaría? ¡Dilo!
BENITA
(Fingiendo)
— ¡Ay, por Dios, señor Melquiades, suélteme usté!
MELQUIADES
Dímelo
ya.
BENITA
¡Ay,
por Dios, que nos pueden ver!
MELQUIADES
Dame
un abrazo, anda.
BENITA
(Soltándose
y echando a correr hacia el fondo derecha) — ¡Ay, eso no, Melquiades! Ahora no,
que vienen.
MELQUIADES
¿Quieres
que hablemos luego?
BENITA
Luego,
sí.
MELQUIADES
¿Dónde
te espero?
BENITA
Aquí
mismo, a la hora de irnos. Adiós.
(Medio
mutis)
MELQUIADES
(Llamándola)
— ¡Benita! ¿Me quieres?
BENITA
(Con
rubor) — Cando yo me vaya, venga usté a leer lo que dejo escrito aquí en la
tierra. (Escribe en el suelo con la punta de la sombrilla) Ya está. Dispense la
urtugrafía. Adiós. (Mutis fondo derecha)
MELQUIADES
¡Adiós,
vida! Yo le he preguntao que si me quería. ¿Qué habrá puesto? (Va y lo lee) “Un
porción” (Riendo) ¡Cámara con la niña! No, pues se pué pasar el rato con la
tontita esa mejor de lo que yo me figuraba. ¡Y por lo visto, me venía camelando
hace tiempo! ¡¡ Y habrá tantas así!! Que uno no puede estar en todo! (Vase
contoneándo por la primera izquierda)
ESCENA IX
Por
el foro izquierda, aparecen del brazo, Serafín y la Trini, muy amartelados.
Hablan bajito; ella ríe locamente. Atraviesan la escena, haciendo mutis por la
derecha. Les sigue Nieves recatándose entre los árboles, nerviosa, jadeante.
Falta luz. El cielo empieza a nublarse. Después Rafael y Damiana. Al final, todos
los invitados de ambos sexos (Coro general)
NIEVES
(Celosa
y a punto de llorar) — ¡La Trini!... ¡La Trini con él... y haciéndole cara! (Se
escuchan, ya lejanas, las risas locas de Trini) ¡Cómo ríe!... ¡Ella!... ¡A la
que me he confiao... después que le he abierto mi corazón!... ¡Infame! Si debí
figurármelo. Y se van lejos... y solos... y tina aquí, ata por el qué dirán,
sin poder desahogar la rabia. ¡Maldita
sea! (Se apoya, llorosa, en el tronco del árbol de la derecha, primer término)
UNA
VOZ
(De
hombre, dentro izquierda) — ¡Virutas, diles a esos que vayan al merendero por
paraguas, que se ha nublao del todo y va a caer un chaparrón!
OTRA
(Idem,
idem, en la derecha) — Ya vamos.
NIEVES
(En
lo suyo) — ¡Por allí van! ¡Y más juntos y más amartelados! Tenía que ser ella;
esa infame. ¡Sabiendo lo que yo le quiero! (Queda llorando)
(Música)
VOZ
HOMBRE
(En
la izquierda) — ¡Oye, que se ha nublao y va a caer un aguacero!
VOZ
HOMBRE
(En
la derecha) — Llamar a esos, que vengan a coger cestas, guitarras, mantones y
tóo. Venir.
VOZ
HOMBRE
(En
la izquierda) — ¡Pues no va a caer nada!
UNO
(Pasa
corriendo de izquierda a derecha, acompañado de una mujer) — ¡A casa que llueve!
CORO
(Dentro,
repartido en ambos lados)
Que
llueva, que llueva,
la
Virgen de la Cueva.
Los
pajaritos cantan,
las
nubes se levantan.
Que
sí, que no,
que
llueva chaparrón.
(Hablando sobre la música)
(Salen
Damiana y Rafael, muy deprisa, por la primera izquierda. Ella saca su mantón de
crespón negro y él un paraguas)
RAFAEL
(Dirigiéndose
al árbol donde merendaron, que es en el que está apoyada Nieves) — Vamos
deprisa, que va a caer un chaparrón. (Al ver a Nieves) Anda, ¿pero estás tú
aquí?
DAMIANA
Cogeré
mi cesta y la guitarra. (Coge lo que indica)
RAFAEL
(Acercándose
y abrazándola) — Pero, ¿qué es eso, hija? ¿Pero lloras?
NIEVES
No
es nada, padre.
RAFAEL
¡Válgame
Dios! (A Damiana) Pero, ¿no ves la nena llorando?
DAMIANA
Déjala.
El disgusto de antes... los nervios... que ella es así. Está como el día. (Vase
por donde salió)
RAFAEL
(Conduciendo
abrazada a su hija y haciendo mutis tras Damiana) — ¡Ay qué hija ésta! ¡Lagrimitas
de los veinte años, lluvia de primavera; paece que se desgaja el cielo y luego
na! (Vanse)
VOZ
MUJER
(Dentro)
(Cantando)
Empezó
el día con sol
y
acaba el día lloviendo.
Alegre
estaba mi alma
y
estoy llorando de celos.
(Entre
risas y algazara, salen Invitados e Invitadas. Ellos se doblan los pantalones,
se suben el cuello de la americana; ellas se ponen abrigos y mantones, recogen
cestas y guitarras, y al fin se cobijan bajo los paraguas, que abren los
hombres. Empieza a llover)
ELLOS
Anda
ya; cógete de mi bracero.
Vámonos
no descargue aquí el nublao;
que
dirán, si me cala el aguacero:
va-calao,
va-calao, va-calao.
ELLAS
Tápeme;
pero no me apriete tanto,
que
si no me separo yo de usté;
que
pa mí, que aunque jure usté que es santo,
le-calé,
le-calé, le-calé. (Abren los paraguas)
ELLOS
Pues
vamos juntos
bajo
el paraguas,
pa
que te diga
con
ilusión,
que
en los encajes
de
tus enaguas
llevas
prendido
mi
corazón. (Llueve más fuerte)
ELLAS
Aunque
se ponga
muy
zalamero,
no
me convence
que
su querer,
que
son los hombres
muy
embusteros;
y
ande a casita
qué
va a llover.
(Empieza
a llover con violencia, El Coro hace mutis por la lateral izquierda)
TODOS
Tápeme,
etc…
Anda
ya, etc…
ESCENA FINAL
Melquiades,
el Tuliqui, el Virutas y Bernabé, primera izquierda. Luego Benita, fondo
derecha. Por último, Avelino por el mismo sitio, (Melquiades se resguarda de la
lluvia con su paraguas y los otros tres con uno solo)
TULIQUI
¿De
modo que la Benita?...
MELQUIADES
Dos
palabras y cayó en mis brazos; y aquí me ha citao.
TODOS
(Riendo)
— ¡Ja, ja, ja!
VIRUTAS
¡Gaché,
no eres tú nadie!
TULIQUI
(Mirando
fondo derecha) — ¡Mirarla; por allí viene a tóo correr!
MELQUIADES
Buscándome
como una loca. Veréis que chifladura le ha entrao por mí.
TULIQUI
Vamos
a escondernos. (Se ocultan detrás de un árbol del fondo izquierda)
MELQUIADES
No
reíros muy fuerte, no se escame.
BENITA
(Sale
corriendo, muy remangada, con un paraguas, abierto chorreando) — ¡Hola, señor Melquiades!
¿Ha visto usté que chaparrón?
MELQUIADES
Te
estaba esperando, vida.
BENITA
¿A
mí? ¡Ay, cuánto lo siento, porque el caso es que tengo un compromiso con... con
un joven... (Llamando) Avelino: aquí.
AVELINO
Aquí
estoy. ¡Vaya un diluvio! (Sale con un pañuelo sobre el hongo, todo mojado, y
los pantalones muy subidos, igual que el cuello de la americana) ¡A casa, que
llueve! (Se cogen del brazo, y, muy tapados con el mismo paraguas, se van
riendo por la primera izquierda y despidiéndose con la mano, guasonamente del
señor Melquiades, que queda estupefacto. Al mismo tiempo aparecen por detrás
del árbol donde se ocultaron, las caras rientes y burlonas de Tuliqui, Virutas
y Bernabé)
MELQUIADES
¡Mi
madre!
TULIQUI
Oye
tú: ¿y era esa la locura?
VIRUTAS
¿Y
decías que en tus brazos?
BERNABE
¡Ja,
ja! ¡Valiente chasco!
LOS
TRES
¡A
casa, que llueve! ¡Ja, ja, ja! (Se van muertos de risa por la primera izquierda)
MELQUIADES
(Indignado)
— ¡La panocha! Pero, ¿qué es esto? Tomarme g el pelo a mí una mequetrefa, ¡que
no levanta del suelo un metro treinta y cinco! ¡¡A mí!! Vaya; pues ahora es
cuando está empeñao mi amor propio. Que me trufen, si no la vuelvo loca. (Tropieza
con una cesta que ha quedado olvidada) ¡Calla!... ¡una cesta! ¿Quién se habrá
dejao esto? (La coge y se la cuelga del brazo) Me la llevaré. ¡Miá que al final
tener yo que llevar la cesta! Pues sí que me han preparao el mutis. ¡Maldita
sea! (Vase primera izquierda con el paraguas abierto y la cesta al brazo)
(Música en la orquesta)
Mutación.
CUADRO SEGUNDO
La
Glorieta de la Ronda de Valencia frente a la calle de Embajadores, entre la
Veterinaria y la Fábrica de Tabacos.
ESCENA PRIMERA
El
lugar está desierto; anochece. Pasa un farolero encendiendo los faroles; a
poco, a lo largo de la calle, brillan las lucecitas del alumbrado público. Se
escucha el pregón, muy lejano, de un vendedor ambulante, y, mucho más lejana,
la música, casi imperceptible de un organillo. En una taberna próxima, en cuyos
cristales resplandece una luz rojiza, se oye un desacordado guitarreo. Un
borracho, con su voz incierta y ronca, canta dentro:
Eche
usté cuatro botellas
y
aquí me dejo la capa,
que
aluego vendrán por ella.
(Un
coro de voces infantiles canta lejísimo como un eco perdido)
Ramón
del alma mía:
del
alma mía, Ramón;
si
te hubieras casado
cuando
te lo dije yo.
(Vuelve
a quedar iodo en silencio. Se acentúa la obscuridad; en las fachadas de las
casas lejanas, van brillando tenues lucecitas. Aparecen por el primer término
izquierda, Nieves, envuelta en un mantoncita de crespón negro, muy repeinada,
con su faldita estrecha y sus zapatitos de charol, acompañada de una Vieja,
astrosa, con cara de bruja, encorvada, que lleva mantón raido y un pañuelo
viejo a la cabeza)
NIEVES
(Con
inquietud)
¡Virgen
de la Paloma,
me
salta el corazón!
VIEJA
(Con
voz cascada)
Mujer,
ni que vinieses
por
una mala ación.
NIEVES
No
puedo remediarlo;
estoy
muy asustá.
VIEJA
El
sitio está muy solo
y
nadie nos verá.
NIEVES
Me
ahoga la angustia.
VIEJA
Deja
ya ese apuro
y
siéntate un poco
aquí
que está oscuro.
(Nieves
se sienta en un banco de la Glorieta. La Vieja queda en pie a su lado. Dan ocho
campanadas en el reloj de una iglesia distante. Vuelve el guitarreo en la
taberna. Canta una voz de hombre)
Hay
que querer a las hembras
con
los pensamientos malos,
que
al que no lo hiciese así,
ellas
le darán el pago!
(Hablando sobre la música)
VIEJA
(A
Nieves)
¿Oyes?
Las ocho.
NIEVES
¡Las
Ocho! (Pausa)
VIEJA
Cantan
bien en la taberna (Pausa)
NIEVES
¿Tardará
mucho su hermana?
VIEJA
¡Qué
ha de tardar! ¡Buena es ella!
NIEVES
¿La
dijo usté lo que quiero?
VIEJA
Que
te eche las cartas, prenda,
que
tú no vas a su casa
porque
no quiés que te vean,
y
que viniese a las ocho
a
un banco de la Glorieta.
NIEVES
¡Cuánto
tarda!
VIEJA
Estás
nerviosa.
NIEVES
(Levantándose)
¿No
viene allí?
VIEJA
Sí;
es aquella.
(Sale
fondo derecha la Señá Celes, otra vieja, echadora de cartas, más bruja que la
anterior. Esta viste de obscuro. Lleva un gabán cortito y un manto negro raido.
Se apoya en una muletilla)
NIEVES
(Yendo
a su encuentro)
¡Señá
Celes!
CELES
¡Hija
mía!
¡Cuánta
,gana que tenía
de
verte!
¡Qué
hermosa estás!
¿Qué
te pasa?
VIEJA
No
habléis fuerte.
NIEVES
Que
quiero saber mi suerte,
Señá
Celes.
CELES
La
sabrás.
(Cantando)
NIEVES
Que
mi vida ya no es vida;
que
tiran de mí, a la vez,
de
un lao mi casa y mis padres;
del
otro lao mi querer.
Que
Serafín me ha exigido
que
vaya a vivir con él,
y
yo quiero y no quisiera,
y
lucho y no sé qué hacer.
CELES
Ven,
que a la luz del farol
las
cartas te voy a echar;
que
tóo lo que te convenga,
las
cartas te lo dirán.
VIEJA
Siéntate.
(Se sienta)
CELES
Persígnate.
VIEJA
Reza
una oración.
Corta
con la izquierda.
En
el nombre de Dios.
(Celes
saca la baraja, la remueve. Nieves hace cuanto la dice. La bruja echa las
cartas sobre el banco. Se ven en el horizonte obscuro, relámpagos lejanos. Nieves,
de pronto, da un grito de terror)
NIEVES
¡Jesús!
CELES
¿Qué
ha pasao?
VIEJA
(Ríe
con su boca sin dientes)
¡Que
ha visto un murciélago
y
que se ha asustao!
CELES
Aquí
te salen dos hombres:
uno,
perdido por ti;
otro,
que te trae dinero:
mira
los oro aquí.
(Sale
Serafín foro derecha, sigilosamente, sin ser visto. Se coloca detrás de las
mujeres, oye y sonríe)
Bastos;
te sale un disgusto,
pero
al cabo triunfarás.
Copas,
y un hombre moreno
rica
y dichosa te hará.
SERAFIN
Lo
que las cartas te dicen,
esa
es la pura verdá.
NIEVES
(Con
asombro y alegría)
¡Serafín!
(Levantándose)
SERAFIN
Y
ese moreno
aquí
esperándote está.
(Muy
meloso, ofreciéndola el brazo al que ella se coge)
Vámonos,
chula mía;
vámonos,
negra;
vámonos
del bracero
donde
nos vean.
NIEVES
(Rendida)
Donde
quieras llevarla
se
va tu negra,
que
al fin, será mi vida,
lo
que tú quieras.
(Se
van del brazo muy juntos por la izquierda, con las caras casi pegadas; caminan
lentamente. Higinio sale por la derecha, vacilante, lívido, como un loco; los
ve alejarse)
HIGINIO
¡Juntos!
¡Se van! ¡De agonía
se
me salta el corazón!
¡Malhaya
la suerte mía,
si
no los mato a traición!
(Se
va tras ellos. Las dos brujas, que han recogido la baraja y que observan lo que
sucede, al desaparecer Higinio, siguen riendo)
VIEJAS
Ya
lo ves.
¡
Ja, ja, ja!
Siempre
así
pasará.
Detrás
del amor los celos
siempre
irán.
Ya
lo ves.
¡Ja,
ja, ja!
Siempre
así
pasará.
¡Ja,
ja, ja!
(Vanse
por primera izquierda. Sigue relampagueando en el horizonte obscuro. Cesa la
música)
ESCENA II
Benita,
Avelino e Higinio.
Benita
trae a Higinio casi a rastras, porque él forcejea por soltarse, Avelino lleva
una blusa larga y una cesta a la cabeza de las que usan los ultramarinos para servir
los pedidos, llena de comestibles y bebestibles, la cual deja en el suelo para
ayudar a Benita.
(Hablado)
BENITA
¡Quieto,
por Dios! ¡Silencio!
HIGINIO
No,
si contra ella no es; soltarme.
AVELINO
Efusión
de sangre, no, joven.
HIGINIO
Si
al que quiero matar es a él; a él, que sé que no la quiere más que para
perderla. ¡Suéltame!
BENITA
Que
te he dicho que no.
AVELINO
Hágala
usté caso, hombre.
BENITA
¡Ten
calma y óyeme lo que te digo, ¡caray!, que la volvéis a una más tonta de lo que
es! Si esta noche no aparto a ese hombre del camino de mi hermana, mañana te lo
desayunas si quieres. (Soltándole)
HIGINIO
(Abrumado)
— ¡Se pierde esa local ¡Se pierde sin remedio!; Se van juntos!... ¡juntos! ¡Dios
sabe dónde!
BENITA
Y
nosotros también lo sabemos, tonto; si no, ¿crees tú que los hubiera dejao yo
irse?
AVELINO
Van
al baile de Provisiones; un baile titulao El Vaivén, de ahí orilla a la fábrica
de Tabacos. Precisamente a la casa de al lao voy yo a llevar este pedido.
BENITA
Pues
allí, en ese bailecito, es donde una servidora lo va a arreglar tóo esta noche.
HIGINIO
Pero
¿cómo vas a evitar que tú hermana...?
BENITA
Muy
sencillo. ¿Tú no te acuerdas del señor Melquiades? ¿Aquel tic que me hizo el
amor pa tomarme el pelo?
HIGINIO
Sí.
AVELINO
Pues
lo ha enagenao.
HIGINIO
¿Qué?
BENITA
Que
con mis tontunas le he vuelto mochales y ahí lo tengo, al principio de la
Ronda, aguardándome sentao en un banco, con dos sacas de ropa que me ha subido
del río.
AVELINO
Don
Juan Tenorio de mozo de chapa.
HIGINIO
¿Pero,
¿es posible?
BENITA
Pues
ese tío bocón es el que me ha contao en secreto que Serafín hace catorce años
que está liao con una verdulera que le mantiene el pico.
AVELINO
De
manera que tóo el lujo de ese pollo, lechugas.
BENITA
Tiene
cinco hijos con ella; y a esa mujer, que la llaman Paca "La Fiera",
por el mal genio, se lo he ido a contar tóo; la he suplicao que me ayude a salvar
a mi hermana y me ha dicho que a las nueve estaría aquí con los cinco vástagos,
medio litro de vitriolo y un vergajo.
AVELINO
¡Que
es un equipo! Ahora calcúlese usté el Agarren-Partí que se va a armar en ese
bailecito esta noche.
HIGINIO
Yo
la ayudaré a esa mujer.
BENITA
(Mirando
por la segunda izquierda) — Callarse, que me parece que ya está ahí esa fiera.
(Mira) Sí; ella es.
AVELINO
(A
Higinio) — Agárrese usté, que es un huracán. (Se echa la cesta a la cabeza)
ESCENA III
Dichos
y Paca "La Fiera” segunda izquierda. Es una mujer algo desastrada; viene a
medio peinar. Lleva delantal, mantón atado atrás y el pañuelo de la cabeza caído
sobre los hombros.
PACA
(Saliendo
y pasando entre Avelino e Higinio) — ¡Pero que muy buenas!
BENITA
(Dejándola
libre el paso) — ¡Señá Paca!
PACA
Aquí
estoy. He tardao, porque he ido a dejar los chicos en casa mi prima pa cuando
sea menester.
AVELINO
¿Y
qué tal?
PACA
Vengo
que muerdo. Y a mí no me sujetéis de que vea a ese chulo, que por la papilla
que me han dao, ¡maldita sea la leña!, que le hago trizas.
AVELINO
¿Quié
usté sentarse?
PACA
¿Yo
sentarme? Muerta descansaría yo, ¡mi perra vida! (Al hablar zarandea a Avelino,
produciéndose en la cesta que lleva en la cabeza un gran ruido de cacharros que
chocan entre sí) Si no puedo parar, hijo; si no puedo. Si dende que vino aquí
la joven y me contó lo que me contó, que me ha entrao una desazón que... vamos;
si hasta creo que me han creció las uñas. (Le zarandea más)
AVELINO
(Sujetando
el cesto con ambas manos) — ¡Mi madre!
PACA
¿Usté
ha visto pelar un pollo, pollo?
AVELINO
¡Por
Dios, señora : el pedido!
PACA
Pues
menos tardo yo en desollar a ese ladrón, ladrón, más que ladrón. (Asombrada
ante el creciente ruido de la cesta) ¡Caray! pero ¿qué le suena a este hombre?
AVELINO
El
pedido, señora; si se lo estoy a usté diciendo.
BENITA
¡Pero
cálmese usté, por Dios!
PACA
¿Qué
me calme? ¡Cuando le machaque los sesos a ese golfo!; Engañarme a mí!... ¡su
saneare ladrona! Si son cinco 'hijos los que tengo: ¡cinco! ¿Por qué no le habré
matao ya? ¡Maldita sea la leña! Tóo el santo día vendiendo repollos pa que el
zanguango ese venga a hacer el pinta con las chuletas de aquí bajo. (Volviendo
a zarandear a Avelino) ¿De dónde lo voy a consentir yo; de dónde? ¡Antes voy a
la cárcel, a la cárcel y a la cárcel! (A Benita) Bueno; y este sonajero, ¿quién
es?
BENITA
El
joven que nos va a acompañar.
PACA
¿Este?
Pues vámonos pal Vaivén. Usté me entra y me suelta en meta del baile, yo saco
este vergajo que llevo debajo del delantal (Levantándoselo y enseñando uno) y
¿ustedes se acuerdan de hace catorce años que cayó una graniza que asoló medio Madrid?
Pues fue un estornudo comparao con la que les preparo.
BENITA
Que
se le cae a usté el moño.
PACA
Y
me se caerá el alma. ¡Maldita sea! ¡Si me arde la sangre! ¡Si quería yo cogerle
en una! ¡Si lo estaba deseandito! ¡Si de éstas me ha hecho cuarenta y cinco! ¡Si
es un loco! ¡Si no hay año que no tengamos seis juicios!
AVELINO
¡Un
loco y tanto juicio!
PACA
¡Pero
de ésta le pierde, palabra!; porque yole juro a usté, que a él lo mato, al
Vaivén le pego fuego y yo voy a la cárcel y ese ladrón al Hospital. ¡Palabra!
¡Que le digo a usté que mi venganza va a ser soná; (Llevándose a Avelino a
empellones por el fondo izquierda) pero que muy soná! (Le zarandea para que
suenen los cacharros de la cesta)
AVELINO
¡El
pedido, señora; el pedido!
BENITA
¡Cálmese!;
Cálmese usté! (Siguiéndoles)
HIGINIO
(Idem)
— ¡Pues, sí que es un huracán! (Vanse)
ESCENA IV
Melquiades.
MELQUIADES
(Sale
por la primera derecha con dos sacas grandes de ropa, una debajo de cada brazo
y silbando como quien llama o. una persona) — Náa; que no se la vislumbra por
parte ninguna. ¡Camará! ¡Hora y media esperando! ¿Dónde se habrá metido esa hija
de Eva? (Silba) Cuando vuelva, la ropita esta, ya se ha pasao de moda. (Silba)
¡Que si quieres! (Deja las sacas encima del banco y se sienta entre las dos,
dejando el sombrero sobre una de ellas) Bueno, esa niña, me tié ya un poquito
escamao, eso es aparte; porque cáa día es una cosa. Unos días, como hoy, pongo
por verbi gracia, me hace que la acompañe a recoger la ropa, y así de que la
cosa va pesando, me la trasmite, me pone un pretexto pa largarse y me deja
sentadito en un banco v de cara al talego como puede comprobarse por la lámina
azjunta. Pues otras noches, otras noches es peor, porque me hace que la entre
en un café, me se toma una ración de riñones a la broche, me dice luego que va
a un recao, y me da otro solo de hora y pico. Y es lo que yo la digo: Señor, no
es que me duelan los riñones, pero hazte cargo que ante los ojos del camarero,
estoy haciendo un papelito de esos de rollo. Y luego, que no me prueba la
cerveza y no sé qué tomar. (Pausa) Náa, que esa niña abusa de que la he tomao
una miaja de ley y tiene conmigo acciones que no son pa un hombre formal. Sobre
todo, las que más me cargan, son estas acciones del banco.
ESCENA V
Melquiades
y Benita, foro izquierda.
BENITA
(Acercándose)
— Buenas noches, chacho. ¡Ay, rico mío! Estarás aburrido, ¿verdá? ¡Qué lástima!
MELQUIADES
(Levantándose
malhumorado) — ¡Gracias a Dios! Pero ¿qué te ha pasao, nena? Creí que no
venias.
BENITA
Dispénsame
este ratito de hora y media que es que me ha cogido la Señá Dionisia, que habla
más que un loro borracho, y conque si patatín, si patatán, no me soltaba.
MELQUIADES
Sí,
pero hazte cargo, que uno tié sus quehaceres. (Se aparta del banco, dejando en
él las sacas)
BENITA
¿Y
qué tiés tú que hacer que no sea con tu morucha, tunarra? (Dándole una bofetada
de cariño)
MELQUIADES
Sí,
pero es que abusas de una forma, que...
BENITA
Amos,
calla, tirano; después de que dice tóo el mundo que he adelgazao desde que te
hablo.
MELQUIADES
¿Qué
has adelgazao? Pues que te lleven al café y verán.
BENITA
Si
tú me quisiás a mí la meta na más de lo que yo... Pero, ¡claro!, acostumbrao a
tantas, quiero tantas tengo... (Coge la saca de la derecha y viene por el mismo
lado a entregársela a Melquiades para que la coja) Anda; coge la saca, cariño.
MELQUIADES
¡Yo!
Pero no querrás que yo...
BENITA
Anda,
mala sangre; coge.
MELQUIADES
(Resistiéndose)
— Mujer, por Dios, ¡que si me viese alguien...!
BENITA
Amos,
ladrón; carga. Si es de aquí a casa; media horita na más.
MELQUIADES
(Cogiendo
la saca con el brazo derecho) — Bueno. ¡Que a uno le gusta condescender, que si
no...
BENITA
(Cogiendo
la otra saca y pasando al lado izquierdo) — Di que una no fuera tonta, pero
sabes que me tiés loquita y por eso abusas. (Al volver hacia la izquierda
Melquiades, se encuentra con que le presenta la otra saca) Toma la otra.
MELQUIADES
Pero
oye; ¿yo con las dos?
BENITA
(Haciendo
que cargue con ella también) — Tira pa alante, asesino. ¡Si no fuera una tan
tonta! ¡Soy más tonta! ¿qué tonta soy, verdá? (Haciéndole caricias)
MELQUIADES
(Resignándose)
— ¡Ay, Melquiades! ¡Veinticinco años haciéndote el Tenorio, y ya ves qué sacas;
que te las echen a cuestas! (Inicia el mutis por la izquierda)
BENITA
(Se
va dándole empujones) — ¡Amos, tira, cariño!
(Música en la orquesta)
Mutación
CUADRO TERCERO
Local
cuadrado de paredes blancas, en planta baja, que denota haber servido
recientemente para tienda o almacén. La puerta del foro un poco a la derecha, y
de dos hojas abiertas, da a la calle. Dentro, en la pared del fondo, un cartel
con letras de imprenta que dirá: «El Vaivén», «Sociedad de baile. — Matinés los
jueves. — Prohibido entrar al salón con botas y todas clases de bebidas. — No
se permite bailar con la capa puesta.—No se azmiten en el tocador más que
señoras solas.—Guardarropa a voluntaz. — Vocal de turno, «El Chinares». — Bastonero,
«El Canito», — Encargado del ambigú, «Lucio el Rifero». — En los laterales
izquierda, en primer término, una puerta atrancada con una mesa. Sobre la
puerta un letrero que dice: «Guardarropa». Al lado otro que dice: «No hay
devolución, sin chapa». En segundo término, otra puerta con otro letrero
«Ambigú» y al lado en el telón, frente al público, «Pagos al contado». — «On
parle Francaise.» Ocupando todo este frente, tres o cuatro veladores de hierro,
y otro en primer término, con unas cuantas banquetas alrededor. En las
laterales derecha, una sola puerta, grande, sobre la que dice: «Entrada al
salón». Dicha puerta la cubren dos cortinas encarnadas, recogidas con
guardamalletas. Del techo pende una araña, hecha con dos palos cruzados y
cadenetas de papel, con cinco lámparas eléctricas, una en cada punta y otra en
el centro colgando el flexible. Forillo de calle. Es de noche.
ESCENA PRIMERA
Nieves
y Serafín, sentados en el velador de primer término; ella a la derecha, y con
una carta con sobre, en la mano. En segundo término, en otro velador, Melquiades,
El Virutas, El Tuliqui y Bernabé, Mozas 1ª y 2ª con un joven, toman cerveza en
otra de las mesas. EL camarero que sirve, es un viejo calvo y chato, que viste
pantalón gris, alpargatas negras, pañuelo al cuello y smoking, jóvenes 1º 2º 3º
y 4º; están a la puerta del salón, mirando hacia adentro y jaleando a los que
bailan. El organillo, con sonido muy atenuado, deja oír una polka. En el
guardarropa Lucio El Rifero. Durante la primera escena, entran dos o tres
parejas de la calle al Salón. A su tiempo, salen del mismo, un joven y una
joven. Todo el mocerío de ambos sexos que figura en este cuadro, denotará por
su aspecto físico, y por su indumento que pertenece a la más baja extracción
del hampa madrileña, que nutre sus gloriosas huestes de organilleros, timadores
y picaros de toda laya. Empieza la acción.
JOVEN
1º
¡Ole
ahí!... ¡Finura!
JOVEN
2º
¡Lo
ceñido!
JOVEN
3º
¡Arza,
Babolla, que te sobra terreno con un baldosín!
JOVEN
4º
¡Filigranita
pura! ¡Ele! (Salen del salón un joven y una joven y van al guardarropa a recoger
sus prendas, previa la presentación de la chapa)
UN
JOVEN
Lucio;
lo nuestro.
LUCIO
(Con
voz aguardentosa) — ¿Ya sus vais? (Les da el sombrero y un mantón de Manila)
UN
JOVEN
A
ésta, que la llaman. (Vanse foro derecha)
MOZA
1ª
(De
las que están en la mesa) — Oye; ¿cómo tardará tanto Isidora?
UN
JOVEN
(En
la misma mesa) — Ya me escama. A ver si ha bajao a trabajar a la Puerta del Sol
y le han echao el cierre los de la Poli.
MOZA
1ª
Si
supiera que no venía... el "Colores'', me ha convidao a cenar. (Se
levantan y se dirigen al salón)
MOZA
2ª
No
te comprometas, que luego llega Isidoro a los postres, lo toma a mal, y
acuérdate del domingo pasao, que llevabas carne de membrillo hasta en el guá.
(Llegan a la entrada del salón)
UN
JOVEN
(A
los que están formando grupo) — ¡A ver si va a poder ser que pasemos! (Abren
calle y entran, primero las mujeres con su acompañante y luego los otro cuatro.
Cesa el organillo)
NIEVES
(Entregándola
a Serafín) — Aquí tiés la carta; mándala cuando quieras.
SERAFIN
(Tomándola)
— Gracias, chacha, así se portan las mujercitas. (Se levantan y avanzan) ¡A quién
se la diriges?
NIEVES
A
mi madre.
SERAFIN
¿Qué
la dices?
NIEVES
Que
esta noche ya no vuelvo a casa. Que no me esperen más; que me voy con un hombre
que me quiere pa toa su vida.
SERAFIN
¡Ele!
NIEVES
Pero
antes de mandarla dime la verdá, por Dios. ¿Tú no tiés compromiso con ninguna mujer?
SERAFÍN
¡Y
dale!
NIEVES
¿No
me engañas?
SERAFIN
Mis
labios, pa ti besos y verdades; no tién otra cosa, nena. (Vuelve a tocar el
organillo) Y ahora vamos ahí dentro, y luego donde yo te lleve, y mañana
juntitos pa siempre.
NIEVES
¿Pa
siempre, Serafín?
SERAFIN
¡Ni
qué decir! ¿Oyes? ¿No te embebece esa música? (Casi al oído) Vamos al salón,
que vean canela. (Entran en él)
ESCENA II
Melquiades,
el Tuliqui, el Virutas y Bernabé.
MELQUIADES
(Por
Nieves) — ¿Lo veis? ¡Otra a la canasta!
VIRUTAS
¡Se
la lleva en el pico!
MELQUIADES
(Levantándose
y avanzando al proscenio) — ¿Pues vosotros oserváis la locura de esa chávala con
Serafín? Pues es un grano de Anís del Mono, comparao con el estrado que yo le
he producido a la otra hermanita.
TULIQUI
¿Tanto?
MELQUIADES
¡Chiquillos!...
¡Me quiere, que en algunas ocasiones, ya hasta me carga; pero me carga bárbaramente!
VIRUTAS
Bueno;
pero ¿sacas algo?
MELQUIADES
(Sonriendo)
— ¿Sacas? ¡Una enormidaz! (Saca cuatro cigarros puros, que reparte y encienden)
Ahí van tres Panatelas : Flor de Cuba. Hay que echar humo, jóvenes.
VIRUTAS
¡Eres
un gran sujeto, Melquiades!
BERNABE
Epico.
(Enciende)
TULIQUI
Pa
las mujeres, un bacilus.
VIRUTAS
Si
a los hombres se les pusiesen rótulos como a los comercios, a ti te se debía de
poner en la cinta del sombrero: "A la nueva encarnación...''
MELQUIADES
(Con
extrañeza) — ¡A mi encarnación!...
VIRUTAS
Déjame
acabar, hombre. "A la nueva encarnación... de don Juan Tenorio.''
MELQUIADES
(Sonriendo,
satisfecho) — ¡Ah; eso sí! ¡Me habías alarmao! (Chupando el cigarro) Vamos a
humear. (Entra triunfalmente en el salón, fumando y bailando; los otros le
siguen chupando los puros)
TODOS
Humeemos.
ESCENA III
Avelino
foro derecha. Luego el camarero, del Ambigú.
AVELINO
(Llega
a la puerta y retrocede, volviendo a asomarse mira a todas partes con cara
asustada. Entra tímidamente de puntillas. Viene con traje de americana y
sombrero) — Aquí debe ser. (Lee el cartel) Justo: ahí "El Vaivén",
escrito; (Acercándose al salón y mirando) y ahí dentro, corroborao. (Mirando dentro)
¡Relente!... ¡Pero qué peinaos bailan aquí! i Hay pareja que no se la conoce la
soldadura Y el caso es que son parejas que se pegan, pero se ve que no se hacen
daño. ¡Qué gentuza! (Cesa el organillo, Avelino se separa de la puerta) ¡Dios
quiera que no tarden la Benita y da Señá Paca la Fiera, que mientras van por
los niños, me han dicho que entrase yo a tomar datos. Tomaré datos. (Vuelve a mirar
por la puerta del salón)
CAMARERO
(Saliendo
y fijándose en Avelino) — ¿Qué hace aquel? (Llamándole desde lejos) ¡Chist!
AVELINO
(Volviéndose
asustado) ¿Qué?
CAMARERO
¿Qué
va usté a tomar?
AVELINO
Datos.
Iba a tomar datos, sabe usté?... porque yo no soy socio, pero soy transeúnte y
venía a... a... esperar que viniera una familia.
CAMARERO
¿No
querrá usté tomarme el pelo verdá?
AVELINO
(Fijándose
en la calva) — Yo no quiera imposibles, camarero. De forma que hasta ver si vienen
las personas que espero, tráigame usté un sifón de gaseosa, que tengo la boca seca.
CAMARERO
En
seguida. (Vase, vuelve y sirve en el velador de primer término lo pedido por Avelino,
y se retira)
ESCENA IV
Avelino, Joven 1º, Joven 2º. Luego el camarero.
AVELINO
¡Dios
quiera que vendan pronto esas mujeres!; Estoy azoradísimo! ¡Aunque yo creo que hago
mal, porque si sale algún chulo de esos y ven que me alagarto, me se comen. Sí,
yo me hago el fresco, es mejor. Adoztaré un aire de fresco. ¿Qué aire será
mejor: este o este? (Hace dos posturas ridículas) Ahora, pa lo que yo no tengo
agallas es pá entrar al salón y hacer lo que me ha dicho la Benita que me ha
dicho dice: "Tú, de que llegues, entras donde bailan, y si ves a mi
hermana con el Serafín, te vas y le dices:'' (Mirando hacia el salón) "Muy
señor mío: (Salen del salón los Jóvenes 1º y 2º); dos puntos! (Por los que
salen) "Me alegraré''... (Por los jóvenes) Me alegraré que no se fijen en
mí. (Se sienta a lado del velador en su parte izquierda)
JOVEN
1º
(Al
otro) — Oye, tú, ¿quién es ese pelanas?
JOVEN
2º
¡Gachó,
pero que no lo he visto en mi vida!
AVELINO
(¡Ya
se han fijao! Aquí del aire) (Adopta un aire de despreocupación)
JOVEN
1º
Yo
voy a ver. (Se acercan a la mesa de Avelino) Buenas y refrescantes.
AVELINO
Gordas
y dulces. (Yo no me achico) (Al Joven 1º, que se ha quitado la gorra para
saludar) Cúbrase el joven.
JOVEN
1º
Gracias:
es que no me viene la gorra.
AVELINO
¿Y
qué apetecía el socio?
JOVEN
1º
Usté
perdone mi curiosidaz.
AVELINO
El
aseo es imperdonable; diga el amigo.
JOVEN
1º
¿A
usté le han traída aquí pa rifarlo, pollo?
AVELINO
(¡Arrea!
Sí, señor; me han traído aquí pa rifarme, pero al que yo le toque, pué que se
le hinchen las narices)
JOVEN
1º
¿Esas?
(Por las de Avelino)
AVELINO
O las
vecinas. (Por las del Joven 1º)
JOVEN
2º
Pues
las tié usté bastante largas.
AVELINO
¡Y
eso que no las tengo todas conmigo!
JOVEN
1º
¿Y
qué está usté tomando, si no es mal preguntao?
AVELINO
¡Gaseosa!
(Levantándose)
JOVEN
1º
¡Qué
embustero!
AVELINO
Que
sí, señor; que es gaseosa.
JOVEN
1º
A
ver. (Con mucha tranquilidad se sirve un vaso y se lo bebe. Avelino le contempla
asombrado) Oye, (Al segundo) pues es verdá.
JOVEN
2º
¡Pero
qué va a ser gaseosa!
JOVEN
1º
Que
sí, hombre; prueba y verás.
JOVEN
2º
¿De
dónde? (Se sirve otro vaso y se lo bebe) Oye: pues tié razón. (Aparte al
primero) (¡Hemos refrescao!)
JOVEN
1º
¿Lo
estás viendo? (A Avelino) ¡Qué aproveche! (Inician el mutis hacia el salón)
AVELINO
¡Igualmente!
(¡Qué sinvergüenzas! No, pues yo no me aguanto) (Alto) Oigan, jovencitos, hagan
el osequio; otra curiosidad.
LOS
DOS
(Volviendo)
— ¿Qué pasa?
AVELINO
(Les
hace Señá que se acerquen) — Ustés que tó lo saben; ¿pa sacar el líquido de
aquí dentro, de dónde se aprieta, de aquí (El pitorro) u de aquí? (Al dar a la
palanca sale el líquido, poniéndoles perdidos)
JOVEN
2º
¡Mi
madre! (Retrocediendo)
JOVEN
1º
(Agresivo)
— ¡Y nos ha mojao! (Van a acometerle, pero Avelino, que ha dejado el sifón sobre
el velador saca una pistola del bolsillo y les apunta)
AVEI.INO
Bueno,
pero si no les gusta a ustedes les dejo secos; cosa de un segundo.
LOS
DOS
(Al
ver la pistola echan a correr y se meten en el salón) — ¡Rediez!
AVELINO
(Riendo)
— ¡Ja, ja, ja!; Miá si se dan cuenta que esta pistola es un abanico! (Tira del
cañón y saca un abanico, con el que se hace aire, contoneándose)
CAMARERO
(Que
sale del ambigú con un servicio para el salón) — Pero, ¿qué hace usté?
AVELINO
Dándome
aires de matón. (Vase el camarero)
ESCENA V
Avelino,
Benita, Paca la Fiera; luego tres chicos y dos chicas, hermanos, el mayor de doce
años y la pequeña de cinco, vestidos pobremente, por el foro izquierda. Los
chicos llevan todos en el bolsillo un pliego de papel de barba.
BENITA
(Se
asoma y llama) Avelino (El organillo vuelve a sonar)
AVELINO
¿Vosotras?
(Guarda la pistola y va a la puerta) Adelante.
BENITA
Pase
usté, Señá Paca.
PACA
(Entrando)
— ¿Es aquí?
AVELINO
Aquí
es. (Benita va a mirar por entre las cortinas de la puerta del salón)
PACA
(En
la misma puerta) — ¡Lástima de edificio! Dentro de un minuto no queda de tóo
esto ni el solar.
AVELINO
¿Y
los niños?
PACA
Ahí
los traigo. (Va a la puerta con ellos) Pasar, pichones. (Entran los cinco hasta
el proscenio)
AVELINO
¡Rediez,
qué orfelinato!
PACA
Aquí
los tié usté: ¡cinco pedazos de mi alma!... ¡cinco pedazos! ¿No es esto pa
poner el irrito en el cielo?
AVELINO
Pa
poner el grito en el cielo y una escuela municipal. Sentarse, pedacitos. (Los
chicos se sientan en un velador del fondo, colocándolos Avelino)
PACA
¡Y
que no me rechistéis!
AVELINO
¿Y
son todos de usté?
PACA
Pa
lo que usté guste mandarles; que si fueran patatas, no sabe usté lo que se lo agradecerían.
(A los chicos) Bueno, ya sabéis, luceros; vosotros lo de siempre: cuando entren
los guardias, os escurrís y a casa. Y ahora por lo pronto, sacar los
documentos. (Los chicos sacan del bolsillo los papeles)
AVELINO
¿Qué
documentos son esos?
PACA
Las
feses de bautismo. ¿No ve usté que cá mes tengo una escaramuza de estas con ese
ladrón? ¡Pues ya los presento con el comprobante en la manita! Los llevo catalogaos.
AVELINO
¡Pues
hace precioso! ¡Paecen un lote!
BENITA
¡Chits!...
Callarse... allí están. Ya veo a mi hermana con Serafín; venga usté.
PACA
(Va
corriendo a mirar) — ¿Dónde están?
BENITA
Allí,
a la derecha; mire usté. (Quedan las dos mirando)
CHICO
1º
(A
Avelino) — ¿Se puede tomar algo?
AVELINO
¿Qué
queréis?
CHICO
1º
¿Habrá
escabeche?
AVELINO
Dentro
de un minuto, pué que no haiga otra cosa.
CHICO
1º
¿Nos
podía usté dar un bocadillo?
AVELINO
Eso
tu mamá, que muerde.
PACA
¡Ah!...
¡Sí!... ¡Allí!... ¡Ya los veo! ¡Ay, ladrón! ¡Ya te he guilao! ¡Ya eres mío'! (Quiere
desliarse el vergajo de la cintura y entrar)
BENITA
(Deteniéndola
y haciéndola, ayudada de Avelino, que vuelva al centro de la escena) — ¡Quieta,
por Dios, que lo echa usté a perder!
PACA
¡Soltarme!...
¡Maldita sea la leña! Sí: baila, baila, ladrón; Bueno; si le pego fuego al
local, salven ustés a las criaturas.
BENITA
¡Señá,
Paca, por Dios!
AVELINO
(¡Qué
mujer!... ¡Si lo sé la traigo con Minimax!)
BENITA
Aquí
se debe hacer lo convenido: una leción a mi hermana, un escarmiento a ese tío y
Laus Veo!
PACA
¿Ha
dicho usté que deo? ¡Puño cerrao y me va a parecer poco! Vamos a entrar
bailando usté y yo.
AVELINO
Bueno:
pero mucho cuidao, que llevo un terno de lana dulce.
PACA
(A
Avelino) — Usté, cuando estemos a tiro de vergajo, me suelta; que el resto de
la suaré, es cosa mía.
AVELINO
¡Prudencia,
por Dios!
BENITA
Yo
aquí me quedo con la prole.
PACA
Adentro.
(Entran bailando)
BENITA
¡Ahí
va el agua! ¡Dios los coja confesaos! ¡Ya se acercan!... (Mirando al interior
del salón) ¡Aun no los han visto!... ¡Ya han reparao! (El organillo toca cada
vez más despacio) ¡El señor Melquiades se mete debajo de un banco!... ¡Serafín no
sabe qué hacer!... (Comienza dentro un murmullo que crece) Hablan... diputan...
todos se arremolinan... ¡Saca el vergajo!... ¡Ay! (Se oye dentro un grito
espantoso) ¡¡En meta de los sesos!! (A partir de esta frase, el escándalo de
dentro es formidable. Gritos, alaridos, ayes, etc. Voces de "¡Guardias!… ¡Socorro!...
¡Qué se matan!...”)
ESCENA VI
Salen
del salón hombres y mujeres chillando. Tuliqui, Melquiades, Viruta, Bernabé,
que pasan a la izquierda; detrás Serafín, sin sombrero, cuello, ni corbata, cogido
por la solapa de la americana por Paca la fiera, que enarbola el vergajo.
Detrás, Nieves, llorosa y aterrada, cuatro o cinco concurrentes del baile y
Avelino, con toda la chaqueta rota por un costado y la manga. Todos salen
trémulos y demudados. Benita se aparta para que salgan, y los chicos se
esconden bajo un velador. Otros concurrentes quedan en la misma puerta
escuchando.
TULIQUI
(Corriendo)
— ¡Un guardia!... ¡Un guardia!
AVELINO
(Queda
en el centro) — ¡Un sastre! (Enseñando el roto) ¡Un sastre!
MELQUIADES
(Pasando
a la izquierda) — ¡Mi media dentadura!... ¡A ver mi media dentadura!
SERAFIN
(Saliendo
furioso) — ¡Suelta!
PACA
¡Granuja!
¡Golfo! ¡Pelanas!
SERAFIN
¡Suelta
o te parto el alma!
PACA
¡Ni
muerta! No vendo ni una alcachofa más, pa que tú te chulees con nadie; ea: se
ha acabao.
(Colocación
de derecha a izquierda; Paca, Benita, Avelino, Nieves, Serafín, Melquiades,
etc. El coro alrededor)
NIEVES
Pero,
¿quién es esta mujer? (A Serafín)
PACA
¿Qué
quién soy? Una prima pa el señor; pa usté, puede que una tía; en el fondo, una
madre que no se deja avasallar. Ni más ni menos.
NIEVES
Pero,
¿qué dice esta mujer, Serafín; contesta, por Dios?
BENITA
(A
su hermana) — Pero, ¿estás sorda? Pues dice que es la socia de aquí, del amigo.
PACA
Hace
catorce años cumplidos; catorce, pa que usté lo sepa, joven.
NIEVES
(A
Serafín) — Pero, ¿no decías que estabas libre?
AVELINO
Estaba
libre, pero le han bajao el "Alquila."
SERAFIN
Tóo
eso es mentira, Nieves; no lo creas.
PACA
(Amenazadora)
— ¿Qué no lo crea? (Hace avanzar a los chicos; Serafín, al verlos huye hacia la
izquierda) Aquí tié usté las consecuencias. Con sus fes de bautismo; (Los
chicos presentan los papeles) los cinco reconocidos; deletree usté si sabe.
AVELINO
¡La
prueba testifical es pa bajarle las orejas al caballo de la Plaza de Oriente!
(Pasa al lado de Serafín)
NIEVES
¡Qué
infamia! ¡Qué vergüenza! (Llora abrumada, sentándose en un velador del fondo)
SERAFIN
(Ya
sin saber qué decir) — Está bien. ¡Maldita sea! ¡Ponerme en un bochorno como
este cada ocho días! ¿A tí te paece bonito lo que me has hecho?
PACA
(Señálando
a los niños) — ¡¡Pues y lo que me has hecho tú, ladrón, que no gano pa judías!!
AVELINO
¡Cinco
pedazos! ¡¡Menudo estropicio!!
SERAFIN
Te
juro que me las pagas, ¡por estas! (Paca le amenaza, y contenida por todos, se
agrupa a la derecha con sus hijos, siempre con el vergajo en la mano)
BENITA
(Interviniendo)
— No la regañe usté, que no ha sido ella. El que nos ha descubierto esta gatada
de usté diciéndonos que era usté un sinvergüenza y un canalla, ¿sabe usté quién
ha sido?
SERAFIN
¿Quién?
BENITA
Pues
aquí, mi amante. (Cogiendo a Melquiades y trayéndole a su lado) Ven aquí, rico.
MELQUIDES
(Asombrado)
— ¿Qué dices?
BENITA
¿Verdá
que has sido tú el que nos ha dicho que el señor era un sinvergüenza?
MELQUIADES
¿Yo?...
Oye: a mí no entremezclarme. (Se aleja hacia la izquierda, pero Serafín,
cogiéndole de la americana, le obliga a detenerse)
SERAFIN
¿Qué
ha sido éste?
MELQUIADES
(A
Benita) — Pero, ¿qué traición me haces?
BENITA
La
que merece la infamia de usté, de brindar mi conquista a esos tres golfos. (Señalando
a Virutas, Tuliqui y Bernabé) Pero luego, la conquista ha sido, que el muy calavera,
se ha pasado quince días subiéndome la ropa.
AVELINO
¡¡Del
río; acaba los párrafos!!
SERAFIN
(Encarándose
con Melquiades) — ¿De modo que has sido tú? Pues toma, por charrán. (Le da una
bofetada)
MELQUIADES
(Con
asombro) — ¡Mi madre!; Pero... ¿me ha pegao?
AVELINO
(A
Serafín) — Dele usté otra, que se ha quedao en la duda.
SERAFIN
¡Y
en la calle, ¡te voy a partir el corazón!
MELQUIADES
¿A
mí? Soltarme, que voy a escabechar un bonito. (Se lían a golpes. La gente
grita. Salen todos a la calle. Paca, comienza a repartir vergajazos y hace
mutis seguida de sus hijos)
ESCENA FINAL
BENITA
(Consolando
a Nieves) — ¿Lo ves? ¿Lo estás viendo?; Pa caer en esta golfería y en esta
inmundicia, has querido dejar la honradez de tu casa y te has desapartao de un
hombre de bien! ¡Loca!... más que loca!
NIEVES
(Llorosa
y airada) — ¿Y tú quién eres pa hacerme cargos?
AVELINO
(A
Benita) — ¡Cállate, que bien castigada está! ¡Menuda lección!
BENITA
¡Y
que ha sido una leción de solfeo! (Abrazándola para llevársela) En fin, no
llores. Y ahora, vamos a casa, v mañana vuelves con Higinio. ¡Y da gracias a
que tiés una hermana tonta!
AVELINO
Y un
cuñao aznesgao, (Mirando el roto de su americana)
NIEVES
(Dejándose
llevar) — ¿Y qué le decimos a padre?
AVELINO
A
padre yo se lo contaré todo que estoy en condiciones de hablar como un
descosido (Mirándose al suyo de la ropa) Andando. (Las hermanas, inician el
mutis por el foro)
(A
ellas)
Y
que es sirva el escarmiento
pa
ser humildes y honradas.
(Al
público)
Y
aquí termina el sainete,
perdonad
sus muchas faltas.
TELON
Información obtenida en:
https://archive.org/details/sainetes00arni
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