La bien amada (Argumento)



La bien amada

La bien amada, Zarzuela en dos actos se estrenó en el Teatro Tívoli de Barcelona, el día 15 de Octubre de 1924. Su libretista, José Andrés de Prada. Música de José Padilla.

Se desarrolla en la Costa de Valencia en la época de su estreno.

Acto I

Cuadro primero. De la taberna sale el Tío Tono, un viejo marinero, llevando en la mano un porrón de vino. Aparece Salvador, un joven patrón y dueño de barcos. Conversa con Tono acerca de Nela, muchacha a la que Salvador pretende sin éxito ya que ésta ama a otro joven, quien a la sazón se encuentra en Africa sirviendo como soldado en la Legión. Entra Nela, desafiante, afirmando que nunca se casará con Salvador, a lo que Tono responde que sí lo hará. Cuando Tono se marcha, quedan solos Salvador y Nena y en una apasionada escena ambos expresan sus opuestos sentimientos: amor por parte del hombre y desprecio por parte de la muchacha. Al término del dúo, Nela entra en la casa y aparecen en escena unos marineros, a quienes Salvador manda organizar una rondalla para cantarle esa noche a Nela. Cuando han salido los hombres, entran en escena la señorita Felisa y su madrina, ambas vestidas con elegancia. La madrina advierte a Felisa que no consentirá su noviazgo con el joven que la viene rondando. Felisa, incapaz de ocultar su emoción, se desvanece y a los gritos de la madrina sale Nela de la casa. Acude también el tío Tono, que coge en brazos a Felisa y la sienta en una de las sillas que hay a la puerta de la casa. Felisa recobra el sentido y su madrina la abraza, acariciándole dulcemente el pelo. En un aparte, Tono confía a la madrina que el Salvador pretende a Nela, y que ésta lo rechaza debido a su amor por Pascual, de quien nada se sabe desde hace seis meses. En otro aparte, Felisa confiesa a Nela la causa de su mareo: a pesar de que su familia se lo ha prohibido, está comprometida con un muchacho. Felisa ruega a Nela que al día siguiente, durante la ceremonia que tendrá lugar con motivo del bautizo de la nueva barca de Salvador, le facilite una entrevista con su novio. Nela accede a hacerlo. Empiezan a escucharse a lo lejos las guitarras de los rondadores, mezclándose con el acordeón de los marineros. Aparece Salvador e invita a Felisa y a su madrina al bautizo de su nueva barca. Al preguntarle la madrina cuál será el nombre de la barca, Salvador responde que se lo dirá con un cantar. Nela no quiere escucharlo y entra en la casa, mientras los demás se agrupan junto a Salvador. Empiezan todos a cantar y al poco Nela se asoma a la ventana. Al alejarse la ronda, Salvador se dirige a Nela con estas palabras: “lo que te he dicho cantando es lo que siento por ti”.
Cuadro segundo. Una plaza de Valencia. Al fondo, la torre del Miquelete. Entra Pascual, vestido de legionario, y seguido de varios más. Los jóvenes de separan y Pascual, solo en escena, entona su romanza de amor en la que expresa su amor por Nela. Al término de la canción, Pascual abandona la escena. 
Cuadro tercero. La misma decoración del primer cuadro. Han desaparecido las sillas y algunas redes. En el centro de la escena, la barca que va a ser bautizada aparece engalanada con flores. Ondean en ella las banderas de España y de Valencia y en la popa, en grandes letras, puede leerse: “Nela”. Contemplan la barca marineros, pescadores, hilanderas, huertanos y gentes del pueblo. Entre ellos, Tono. A la puerta de su casa, Nela. Al levantarse el telón, todos deben estar quietos. La luz, las figuras, deben tener la plasticidad de un cuadro de Sorolla. Aprovechando la atención puesta en la barca, entra el señorito, que se acerca con sigilo a Nela. La muchacha le invita a entrar en casa. Entra en escena Salvador, vestido de fiesta, y se dirige al grupo en el que está el tío Tono. Éste explica a Salvador que Nela accedió a asistir a la fiesta, pero ambos se asombran de que la joven permanezca en silencio, sin mezclarse con la alegría de todos. Envalentonado, Salvador canta una copla de aire popular, acompañado por el coro de marineros y de hilanderas. Todos celebran la canción del patrón, pero éste se lamenta por no tener una novia que le espere cuando vuelva de la mar. Entra en escena una muchacha, que entrega una carta a Nela. Es de Felisa. En ella refiere cómo su padre se ha enterado de sus amoríos y ruega a Nela que advierta a su novio. Mientras Nela lee la carta ha entrado en escena el padre Capella. Todos acuden a besarle la mano mientras él se va acercando a la barca. El cura le pregunta a Salvador si tiene pensada madrina para la barca. “Nela, tu nombre lleva la barca”, replica el patrón, a lo que Nela rehúsa con ardor. Tono recrimina a su sobrina por esta muestra de orgullo y Salvador jura que domará a Nela. El cura se dispone a bendecir la barca mientras se escucha un acordeón que repite lejano la canción marinera, cuyos sones se pierden cuando ataca la orquesta en la escena de la bendición. Al término de la música, vemos gorras que se tiran al aire, ondear de pañuelos, suelta de palomas y gritos de entusiasmo. Los marineros preparan la barca para su botadura y Salvador se encamina hacia la casa de Nela cuando advierte con estupor que un hombre acaba de saltar por la ventana. Tono ruega a Salvador que guarde silencio, ya que es mejor que la deshonra no salga de la casa. A los gritos de Tono, Nela abre la puerta sorprendida y a la vez tranquila. Tono quiere saber quién estaba con ella. Nela comprende lo que ha ocurrido y viendo en ello una forma de huir de Salvador afirma, arrogante, y encarándose con el patrón: “Sí, había un hombre conmigo, pero eso a Vd. no le importa”. Tono y Salvador maldicen a Nela entre los gritos de los marineros que empujan la barca. De pronto se escucha dentro la voz de Pascual. Salvador se dirige a la barca, salta a ella y queda de pie, erguido, como desafiando a su desengaño. Todos lanzan gritos y vivas al tiempo que Pascual entra en escena y al ver a Nela se dirige a ella con los brazos abiertos. Tono contempla la escena con aire de espanto, mientras Nela y Pascual permanecen abrazados.

Acto II

Cuadro primero. Una gran casa en la huerta valenciana. Una clásica barraca a la derecha con un emparrado al frente. Bajo él, una mesa y unas sillas y unas cestas de mimbre cargadas de telas, cintas y encajes con todo el ajuar de una novia y el traje de boda. En escena Nela y Pascual rodeados de labradores. Ellas contemplando el ajuar de Nela, ellos hablando entre sí y bebiendo. Pascual declara enardecido su amor por la muchacha. Entra el tío Tono y despide a Pascual y los labradores, a fin de que la novia se quede un poco tranquila. Nela se queda recogiendo el ajuar y canta soñadora el tema que Pascual le ha cantado antes. Tono la contempla en silencio y cuando ella va a entrar en la casa, con uno de los cestos de mimbre, la llama deteniéndola. Tono desea que su sobrina le aclare lo sucedido en la casa del puerto, el día de la botadura de la barca de Salvador, ya que teme que Pascual se entere por el patrón de que un hombre saltó por la ventana de Nela. La muchacha responde que no puede explicárselo y entra en la casa. Al poco la sigue Tono. Aparece un torero muy joven seguido por unas muchachas. El joven espada anuncia jactancioso que viene de torear en Valencia. Las chicas bailan y cantan a su alrededor. Salen todos al mismo tiempo que por el lateral opuesto entran Nela y Salvador. Ella agradece al hombre su silencio y se siente obligada a referirle lo sucedido el día de la botadura de la barca. Le jura que nada tuvo que ver con el hombre que saltó por la ventana y que éste se encontraba en su casa por un favor que ella hizo a alguien cuyo nombre debe callar. Salvador la coge por los brazos y apasionadamente le dice que ha estado mucho tiempo en la mar porque el amor que por ella sentía se ha tornado odio y desprecio. Nela se desprende rápidamente de los brazos de Salvador al mismo tiempo que sale Pascual con un vaso en una mano y un porrón de vino en la otra. El joven saluda al patrón y le invita a brindar por Nela. Cuando Salvador alza su vaso, brinda “por la boda de mañana, si es que se celebra...”. Pascual mira extrañado a Salvador sin entender sus últimas palabras y al ver cómo éste bebe de un trago el vino de su vaso, coge el porrón y llenando de nuevo el vaso, brinda a su vez “por los patrones buenos”. Con tono sarcástico, Salvador refiere lo sucedido el día de la botadura de la barca, ante la desesperación de Nela y el aturdimiento de Pascual, quien no da crédito a lo escuchado. Nela jura por su madre que no es verdad que el hombre que saltó de su ventana fuera su amante, tal y como sostiene Salvador. Pascual le ruega que calle y, arrogante, se dirige a Salvador con estas palabras: “Ud. ni es un señor ni es un hombre, porque un hombre no habla así de una mujer”. Nela trata de abrazar a Pascual, pero éste la rechaza y dirigiéndose a Pascual dice: “Después nos veremos”. Nela y Pascual entran en la barraca. Los huertanos y huertanas han ido entrando poco a poco en escena. Salvador, a solas con ellos, entona su romanza del vino. Al terminar la canción, Pascual y Nela vuelven a salir seguidos del tío Tono. Salvador sostiene que Nela engañó a los dos, a él y a Pascual, y para confirmar sus palabras invita a hablar al tío Tono. Éste mira avergonzado al suelo y lentamente comienza a relatar lo ocurrido. Pero Pascual le interrumpe, noble y con aplomo, afirmando que cree en las palabras de Nela. Salvador le replica con sarcasmo y amargura, y mientras Pascual explica las razones de su confianza en Nela, entran, quedando a sus espaldas, la señorita Felisa y el señorito Juan cogidos de la mano. Ambos confirman la veracidad de las palabras de Nela, a quien agradecen públicamente su ayuda. Nela y Pascual se abrazan en medio de una gran algarabía. Salvador, avergonzado, abandona la escena mientras los presentes prorrumpen en gritos de “¡vivan los novios! ¡vivan los señoritos!”. 
Cuadro segundo. Paisaje de naranjos y flores, tal vez un clásico tapiz flora, con el mar y la ciudad al fondo. Como siempre, la buscada plasticidad en la luz, en el color, en los figurines, de los cuadros de Sorolla. Al comienzo de la escena las parejas bailan acompañadas de la dulzaina y el tabalet. Al término del baile la orquesta ataca un himno a Valencia que cantan los coros. Al término de la música entra en escena el tío Tono. Le siguen Nela y Pascual, vestidos ya con el traje de novios y de pie en un coche de caballos engalanado con flores de azahar. Vuelven a formarse parejas y a bailar acompañados por la rondalla. La alegría de la fiesta es rota por la entrada en escena de Salvador en su barca, de la que salta ágilmente mientras grita que ha de decirle dos palabras al novio. Paran el baile y la música. Salvador oculta algo que lleva en su mano derecha. Hay un movimiento de temor general. Todos retroceden mirando la mano que Salvador oculta bajo la manta. Pero el patrón, en prueba de que ya no anida en él ansia alguna de venganza, tiende a la novia su mano, en la que porta un ramo de flores de azahar. Hay un movimiento general de distensión y alegría. Pascual ayuda a Nela a bajar del coche y él mismo le prende las flores. Volviéndose hacia todos exclama: “¡viva el patrón!”. Pascual y Salvador se abrazan. El patrón, señalando la barca, declara que ha cambiado el nombre de la embarcación. Los focos iluminan la barca, de forma que pueda verse en grandes letras: “La bien amada”. Avanzando hacia el público, todos entonan el Himno a Valencia. Al término de la marcha empezarán a caer flores y pétalos sobre la escena y sobre el público, mientras con los últimos compases de Valencia Nela y Pascual se abrazan y se abren en la noche los fuegos artificiales.

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