La casita criolla
La casita criolla, Zarzuela cómica en dos actos se estrenó en el Teatro Tacón de
La Habana, el día 11 de Junio de 1912. Sus libretistas, Federico Villoch y Gustavo Francicici Robrena. Música de Jorge Anckermann Riera.
Acto I
Cuadro primero. Los recién casados Don Hilario y Laureana han decidido dejar La Habana para irse a residir a la casita criolla que el esposo mandó construir en Oriente. El matrimonio de Don Celedonio y Nicolasa, y su hijo Catalino, así como otros vecinos, los esperan, preguntándose por qué habrán decidido ir allí, si en la capital se vive mejor. Al fin llega la pareja, acompañada de sus empleados Candelario y Anatolio. Luego de ser recibidos por los vecinos del lugar, acuden Don Alfredo, Don Rodriguito y Cañita, tres jóvenes habaneros que ayudarán a Don Hilario a fomentar todos su proyectos. Cañita, que no conoce a Hilario, al encontrarse con éste sin saber que es él, le comenta que el par de sinvergüenzas de Rodriguito y Alfredo lo sacaron de su tranquilidad para llevarlo a Oriente a trabajar en la finca de un tal Don Hilario: un bobo que tiene en la cabeza algunos proyectos, y que no aparece. Los tres habaneros entran en la casita criolla a almorzar, invitados por Hilario, quien conversa con Celedonio, porque lo siente receloso y desconfiado cuando él le habla de sus proyectos. Celedonio trata de explicarle que lo que quiere es demasiado pero que él acompañado de todos los vecinos lo ayudarán. Mientras tanto, Alfredo comienza a cortejar a Marina, joven de allí a la que también pretende Catalino, y quien al verlos, comienza a tacar al habanero, Anatolio y Candelario, y luego Hilario, intervienen en la discusión, obligando a mostrarse a los dos pretendientes. Asimismo, Hilario convoca a todos los vecinos para informarles que al día siguiente comienzan los trabajos. Todos los vecinos responden con vítores y Laureano recita unas décimas.
Cuadro segundo. Existe un ambiente de prosperidad. Alfredo llega a donde está Cañita trabajando y ambos comentan cómo ha prosperado todo: han fundado los centrales Cuba y Patria, y están liados con el Libertad, que según dicen es el que más trabajo les ha costado. Leocadio ha progresado de trovador a autor dramático; su primera obra, Guarapo toro, será presentada por los mismos empleados, frente a la casita criolla, que ya es un chalet. Rodriguito, que no se ha acostumbrado a la vida de campo, decide regresar a La Habana. Antes de irse le comenta a su amigo Cañita, que los políticos de La Habana han elegido a Hilario para que se presente como candidato a un alto puesto. Marina y Alfredo, enamorados, cantan a dúo, y Catalino, celoso, corre a decírselo a Salustia, quien al escuchar con atención las explicaciones de Mariana y Alfredo, acepta con gran emoción la relación de su hija con el joven habanero. Llegan a la región Yeyito y Loló otra pareja de habaneros, quienes al oír los comentarios de que en aquel lugar se fácil el dinero, han llegado a pedirle empleo a Hilario. Este les ofrece las plazas de sereno, trabajador de línea y pesador de caña, pero ninguna les conviene. Hilario, un poco incómodo les pregunta si han venido a colocarse como dueños de la finca a lo que responden: ¡¡Nos conviene!! No obstante, Hilario los invita a almorzar en su casa y a disfrutar de la obrita de teatro que se representa ese día.
Acto II
Cuadro tercero. Se escenifica la obra teatral de Leocadio, donde aparecen como personajes principales La Caña de Azúcar; el Azúcar Refino, que representa a la mulata criolla; el Alcohol, personaje que critica al gobierno y propone la honradez, el orden el pudor y la moralidad; Simón y Simona; el negrito, la negrita y los peones del central.
Cuadro cuarto. Al día siguiente de la representación, llega Meneíto, quien hace unos años que vive en La Habana en asuntos de política, y que ahora, adelantándose para apuntarse el mérito, regresa a su terruño expresamente por cuestiones electorales, pues los de su partido están buscando un hombre que sea capaz de ganar las elecciones y meter a la gente en cintura, para lo cual han pensado en Hilario. Al encontrarse con el presunto candidato y hacerle la propuesta, Hilario responde rotundamente que no se piensa ir de aquel lugar y Meneíto le pide aunque sea una entrevista para su periódico en La Habana, denominado La Opinión Pública. Cuando se despide Rodriguito le dice a Meneíto que se verán en La Habana y realizarán planes porque Hilario si le oye a él. Tras la despedida Hilario invita a Meneíto al central, donde verá llenar el último saco de la zafra.
Acto I
Cuadro primero. Los recién casados Don Hilario y Laureana han decidido dejar La Habana para irse a residir a la casita criolla que el esposo mandó construir en Oriente. El matrimonio de Don Celedonio y Nicolasa, y su hijo Catalino, así como otros vecinos, los esperan, preguntándose por qué habrán decidido ir allí, si en la capital se vive mejor. Al fin llega la pareja, acompañada de sus empleados Candelario y Anatolio. Luego de ser recibidos por los vecinos del lugar, acuden Don Alfredo, Don Rodriguito y Cañita, tres jóvenes habaneros que ayudarán a Don Hilario a fomentar todos su proyectos. Cañita, que no conoce a Hilario, al encontrarse con éste sin saber que es él, le comenta que el par de sinvergüenzas de Rodriguito y Alfredo lo sacaron de su tranquilidad para llevarlo a Oriente a trabajar en la finca de un tal Don Hilario: un bobo que tiene en la cabeza algunos proyectos, y que no aparece. Los tres habaneros entran en la casita criolla a almorzar, invitados por Hilario, quien conversa con Celedonio, porque lo siente receloso y desconfiado cuando él le habla de sus proyectos. Celedonio trata de explicarle que lo que quiere es demasiado pero que él acompañado de todos los vecinos lo ayudarán. Mientras tanto, Alfredo comienza a cortejar a Marina, joven de allí a la que también pretende Catalino, y quien al verlos, comienza a tacar al habanero, Anatolio y Candelario, y luego Hilario, intervienen en la discusión, obligando a mostrarse a los dos pretendientes. Asimismo, Hilario convoca a todos los vecinos para informarles que al día siguiente comienzan los trabajos. Todos los vecinos responden con vítores y Laureano recita unas décimas.
Cuadro segundo. Existe un ambiente de prosperidad. Alfredo llega a donde está Cañita trabajando y ambos comentan cómo ha prosperado todo: han fundado los centrales Cuba y Patria, y están liados con el Libertad, que según dicen es el que más trabajo les ha costado. Leocadio ha progresado de trovador a autor dramático; su primera obra, Guarapo toro, será presentada por los mismos empleados, frente a la casita criolla, que ya es un chalet. Rodriguito, que no se ha acostumbrado a la vida de campo, decide regresar a La Habana. Antes de irse le comenta a su amigo Cañita, que los políticos de La Habana han elegido a Hilario para que se presente como candidato a un alto puesto. Marina y Alfredo, enamorados, cantan a dúo, y Catalino, celoso, corre a decírselo a Salustia, quien al escuchar con atención las explicaciones de Mariana y Alfredo, acepta con gran emoción la relación de su hija con el joven habanero. Llegan a la región Yeyito y Loló otra pareja de habaneros, quienes al oír los comentarios de que en aquel lugar se fácil el dinero, han llegado a pedirle empleo a Hilario. Este les ofrece las plazas de sereno, trabajador de línea y pesador de caña, pero ninguna les conviene. Hilario, un poco incómodo les pregunta si han venido a colocarse como dueños de la finca a lo que responden: ¡¡Nos conviene!! No obstante, Hilario los invita a almorzar en su casa y a disfrutar de la obrita de teatro que se representa ese día.
Acto II
Cuadro tercero. Se escenifica la obra teatral de Leocadio, donde aparecen como personajes principales La Caña de Azúcar; el Azúcar Refino, que representa a la mulata criolla; el Alcohol, personaje que critica al gobierno y propone la honradez, el orden el pudor y la moralidad; Simón y Simona; el negrito, la negrita y los peones del central.
Cuadro cuarto. Al día siguiente de la representación, llega Meneíto, quien hace unos años que vive en La Habana en asuntos de política, y que ahora, adelantándose para apuntarse el mérito, regresa a su terruño expresamente por cuestiones electorales, pues los de su partido están buscando un hombre que sea capaz de ganar las elecciones y meter a la gente en cintura, para lo cual han pensado en Hilario. Al encontrarse con el presunto candidato y hacerle la propuesta, Hilario responde rotundamente que no se piensa ir de aquel lugar y Meneíto le pide aunque sea una entrevista para su periódico en La Habana, denominado La Opinión Pública. Cuando se despide Rodriguito le dice a Meneíto que se verán en La Habana y realizarán planes porque Hilario si le oye a él. Tras la despedida Hilario invita a Meneíto al central, donde verá llenar el último saco de la zafra.
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