La czarina
La czarina, Zarzuela en un acto se estrenó en el Teatro Apolo de
Madrid, el día 8 de Octubre de 1892. Su libretista, José Entremera. Música de Ruperto Chapí.
Acto I
En un jardín de la quinta de Miguel celebran el bautizo del niño de Berta con una escena coral. Pedro, su padrino, siente no haber sido el padre, ya que siempre ha querido a Berta. La siguiente escena da paso a un monólogo ambivalente, donde Berta muestra su aprecio por Pedro, a quien quiere sólo como un hermano a pesar de su pasión por ella. Aparecen unas muchachas que le reprochan su soledad, aunque apenas reciben alguna reacción del aludido. Berta se dirige a él y le expresan las dudas que tienen por su esposo, pensando que, junto a los cosacos, conspira contra la Zarina Isabel. Cuando llega Miguel, los esposos cantan su amor. Se va Berta. Pedro le echa en cara el doble juego de Miguel, amante de la Emperatiz la cual, sin embargo, desconoce que está casado con Berta. Miguel comenta que está asustado porque ella ha anunciado que se va a presentar en su casa. SE desmandan los caballos de la Zarina que viene junto a Lestocq, disfrazada de bohemia. Salvados por casualidad, Berta coge con cariño a quien considera sólo unos pobres caminantes. Cuando quedan solos, comentan que el accidente no ha sido casual, sino provocado para averiguar la realidad de Miguel. La Zarina se muestra curiosa por quien es Berta. Miguel la saluda reconociéndola y cuando Berta llega, se pone muy nerviosos, afirmando que sólo es una esclava. La Zarina le pide que la eche porque la considera como tal. El equívoco se genera cuando Berta no admite esos maltratos que no comprende. En un cuarteto entre Miguel, Lestrocq, Berta e Isabel, cada uno expresa sus diferentes sentimientos ante la situación. Pedro lo ve, cuando iba a suicidarse y busca la forma de arreglar la situación. Se dirige con aplomo a la Emperatriz que, al comprobar que Miguel y Berta se quieren y Pedro es un hombre de su gusto, acepta la realidad, permite que aquellos sigan casados, llevándose a Pedro a la corte como nuevo amante.
Acto I
En un jardín de la quinta de Miguel celebran el bautizo del niño de Berta con una escena coral. Pedro, su padrino, siente no haber sido el padre, ya que siempre ha querido a Berta. La siguiente escena da paso a un monólogo ambivalente, donde Berta muestra su aprecio por Pedro, a quien quiere sólo como un hermano a pesar de su pasión por ella. Aparecen unas muchachas que le reprochan su soledad, aunque apenas reciben alguna reacción del aludido. Berta se dirige a él y le expresan las dudas que tienen por su esposo, pensando que, junto a los cosacos, conspira contra la Zarina Isabel. Cuando llega Miguel, los esposos cantan su amor. Se va Berta. Pedro le echa en cara el doble juego de Miguel, amante de la Emperatiz la cual, sin embargo, desconoce que está casado con Berta. Miguel comenta que está asustado porque ella ha anunciado que se va a presentar en su casa. SE desmandan los caballos de la Zarina que viene junto a Lestocq, disfrazada de bohemia. Salvados por casualidad, Berta coge con cariño a quien considera sólo unos pobres caminantes. Cuando quedan solos, comentan que el accidente no ha sido casual, sino provocado para averiguar la realidad de Miguel. La Zarina se muestra curiosa por quien es Berta. Miguel la saluda reconociéndola y cuando Berta llega, se pone muy nerviosos, afirmando que sólo es una esclava. La Zarina le pide que la eche porque la considera como tal. El equívoco se genera cuando Berta no admite esos maltratos que no comprende. En un cuarteto entre Miguel, Lestrocq, Berta e Isabel, cada uno expresa sus diferentes sentimientos ante la situación. Pedro lo ve, cuando iba a suicidarse y busca la forma de arreglar la situación. Se dirige con aplomo a la Emperatriz que, al comprobar que Miguel y Berta se quieren y Pedro es un hombre de su gusto, acepta la realidad, permite que aquellos sigan casados, llevándose a Pedro a la corte como nuevo amante.
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