GLORIA Y PELUCA
Zarzuela
en un acto.
Libreto
de José de la Villa del Valle.
Música
de Francisco Asenjo Barbieri.
Estrenada
el 9 de marzo de 1850 en el teatro supernumerario de la Comedia (antes Teatro
Variedades) de Madrid.
REPARTO (Estreno)
María –
Adelaida Latorre.
Marcelo
Pelusa – Francisco Salas.
Oficialas
de sastre, coristas del Circo. Coro de ambos sexos.
Representa
la escena una pobre habitación. Al fondo una ventana; a la derecha del actor
puerta de entrada; a la izquierda otra de comunicación con la habitación de María.
Sillas, mesas, moldes de pelucas, útiles de peluquería, papeles de música y un
clavicordio. En el fondo y sobre unas sillas cajas de cartón llenas de pelucas
de diferentes clases; sobre la mesa una botella.
ESCENA I
Marcelo
y Coristas del Circo. Al levantar el telón varios coristas revuelven las cajas
de las pelucas armando un ruido notable, hasta que cada uno elije una y se la
presenta a Marcelo.
UNOS
Esta
peluca.
OTROS
Mucho
trabajo....
UNOS
Pronto
prontito.
OTROS
Ha de
emplear.
UNOS
Yo
canto el coro.
OTROS
Yo
canto el bajo.
TODOS
Pronto
maestro, no hay que tardar.
MARCELO
Bueno,
señores, dentro de una hora
Todo
rizado, todo estará.
¡Ay
triste suerte, perra, traidora,
Que me
condenas a trabajar!
CORO
Pronto,
prontito, señor maestro,
No
descuidarse, gane el jornal.
MARCELO
¡Soy un
artista! El sacro astro
Junto
al oficio para mi mal.
UN
CORISTA
¡Un
artista!
MARCELO
Justamente,
Célebre
compositor!
A
propósito, señores,
Pues
voy a servirles yo
Quiero
a mi vez que me hagan
Un
señalado favor.
Ofrezco
rizar sus pelos
Como
ninguno veloz,
Y
dejarles las cabezas
Peinadas
con tal primor
Que
ningún gacetillero
Les
sople una pulla atroz,
Ni
confundirles las épocas
De
Vamba con Salomón,
Ni dar
a David peluca
Como al
caudillo Oudinot;
Pero
quiero para mi ópera
Fuerte
recomendación.
UN
CORISTA
¡Opera!
MARCELO
Que yo
he compuesto,
Que he
presentado, y que hoy
De
admitirla ó desecharla
Me han
de dar contestación.
¡Es una
cosa sublime!
Cosa
bellísima, honor
De la
música española;
Juzgad
por la introducción.
(Cantado)
Empieza
el Rey de Marruecos
Recitando
en si bemol.
Que me
traigan los esclavos.....
Un
redoble de tambor
Y les
corten las cabezas
Obligado
de fagot
Tran,
tran, tran, ti, ti, la flauta
Los
timbales, tron, tron, tron.
Y ahora
va toda la orquesta
Reforzando
con vigor,
Y
concluyen todos juntos
Por
hacer un calderón.
Sigue
después el andante.
Dice el
Rey. "Prenda de amor,
Por ti
quiero que en desierto
Se
convierta esta nación?"
Y dice
el coro a lo lejos
“Perdonadnos,
gran señor."
Y
replica el Rey. “Matadlos;"
Y luego
el coro: “Perdón."
¿Qué
tal?
CORO
¡Es
cosa magnífica!
MARCELO
Los
clarines y el trombón
Empiezan
luego el alegro,
Ti, ti,
ti, ta, ta, ton, ton,
Los violines
tin, tin, tin,
Platillo
y bombo chon, chon.
CORO
Basta,
basta para muestra.
¡Qué
concierto tan feroz!
MARCELO
¿Qué
queréis? ¡Se enciende el alma
Con un
fuego abrasador!
Quiero
de artista la palma,
Soy un
gran compositor.
CORO
Hablaremos,
hablaremos
De la
ópera en favor.
MARCELO
Bien,
señores, cantaremos
A la
gloria y al amor.
Llénese
el ámbito
Con mi
armonía,
El más
recóndito
Retumbará.
Mueran
los bártulos
De
barbería,
La
ciencia métrica
Lo
ganará.
CORO
Déjate,
ó bárbaro,
De la
armonía,
Que
todo el público
Te silbará.
Coge
tus bártulos
De
barbería,
La
ciencia métrica
Lo
ganará.
(Marcelo
despide con notable trabajo d los Coristas: cuando consigue hacerlos salir
cierra la puerta con cerrojo)
ESCENA II
Marcelo.
(Hablado)
MARCELO
¡Bendito
Dios! Se largaron
Esos
malditos cantores,
Y
entregado a mis amores
Por mi
suerte me dejaron.
Fortuna
notable ha sido
Que
cesaran sus encargos.
"Deje
Vd. los pelos largos
(Remedándoles)
Ese
rizo bien cogido
Que
estén las cocas muy cucas
Que
pueda lucir la frente…”
¡Maldita
la calva gente
Y
malditas las pelucas!
Para mí
que dentro siento
Del
arte el fuego volcánico,
Este
trabajo mecánico
Es un
potro de tormento.
Músicas,
inspiraciones,
Bullas,
fiestas, armonías,
Y
graciosas melodías
De
fagotes y violones;
Eso sí
que al mundo pasma:
Y al
atronar los oídos
Se
confunden los sentidos
Y el más
torpe se entusiasma.
¿Y si
es de Verdi? ¡O ventura!
Los
compases a montones,
Y el
ruido de cien cañones
En
cualquiera partitura!!!
(Reflexionando)
Por
este entusiasmo loco
Me alejo
de mi María,
Y tengo
a la prenda mía
Y a mis
pelucas en poco
¡Mas
decir que estoy demente
Porque
escribo partituras!
¡Llamar
al arte locuras!
¿Qué
hay que esperar de tal gente?
Para
idear tal desastre,
Para
una aprensión tan mala
Es
fuerza ser oficiala,
Y
oficiala a más de sastre.
Pero
sastra tan bonita
Y con
tantas perfecciones
Que me
da más tentaciones
Que
tuvo Antón cenobita.
¡Qué
pulido pie, qué mano,
Qué
dientes y qué cintura!
Si la
mueve por ventura,
Se
aturde el género humano.
¡Y
aquella cara tan bella,
Y los
ojuelos traidores!
Vamos,
me dan trasudores
Solo
con pensar en ella.
Es cosa
segura y cierta
Que si
en vez de peluquero
Me
volviera cerrajero,
No
resistiera esa puerta.
¿Mas
cómo he de hacer astillas
La
causa de mis tormentos
Con
solo estos instrumentos,
Un
peine y las tenacillas?
Hace un
año ¡qué ventura!
Podía
verla a mi antojo;
Aún no
existía el cerrojo
Ni esa
fatal cerradura.
Mas
desque vio la taimada
Que
escribí la primer nota,
Quedó
la alianza rota
Y la
guerra declarada.
Ello es
que salí a peinar
Un día
tranquilamente
Amalgamando
en mi mente
Un aria
y el macasar.
Al
volver no la hallo; ¡malo!
Dije,
mi desdicha es cierta:
Lanzóme
a abrir esa puerta,
Y
encuentro cara de palo.
Golpeo,
en la rabia mía
Grito,
lloro, la suplico,
Y ella
cerrado su pico
No dijo
esta boca es mía.
La digo
si está enfadada,
La pido
dos mil perdones,
Y ella
que nones, que nones,
Y
suelta una carcajada.
Tan
tremenda hilaridad
Me saca
de mis casillas,
Y pagan
las pobres sillas
Aquella
barbaridad.
Rompo,
pateo, destrozo,
Dándome
sangrienta prisa,
Mas
cesando al fin la risa
Me dice
ella: “Pobre mozo,
¿Esos
trastos, por ventura,
Son
causa de mi desvío?
Pega
antes, Marcelo mío,
Patadas
a tu locura.
Con que
si quieres mi amor
En
premio de tus desvelos,
Tiñe
canas, riza pelos,
Y deja
de ser cantor."
Parece
que siento ruido
En su
cuarto ¡Qué alborozo!
(Mira
por el ventanillo de la puerta)
¡Salta
el corazón de gozo!
No hay
falencia; ya ha venido.
Si
quisiera contestar...
Hola
¡se sentó…! Ya cose
¡Magnífico!
Escupe, tose;
No hay remedio,
Va a cantar.
MARIA
(Canta
dentro)
Dejad
al pensamiento
Libre
camino,
Que
vuele hasta los brazos
De su
querido.
Y allí
sin pena
Dejadle
que arrullado
Tranquilo
duerma.
MARCELO
Esa voz
me enajena,
Me
llega al alma;
Es la
voz argentina
De mi adorada.
¡Ay mi
María!
Valen más
que la Norma
Tus
seguidillas.
MARIA
Despliega
el manso vuelo,
Gentil
Cupido,
Cruzando
el aire ardiente
De mis
suspiros.
Llega a
Marcelo,
Y dile
callandito
Cuánto
le quiero.
MARCELO
(Hablado)
Niña de
la voz bonita:
(Se acerca
a la puerta izquierda)
Encantadora
sirena,
¿Me
quieres hacer favor
De
escuchar mis tristes quejas?
MARIA
No
quiero.
MARCELO
¿Por
qué, bien mío?
MARIA
Porque no.
MARCELO
Linda
respuesta.
Es
razón que no convence.
MARIA
Si no
convence, hace fuerza.
MARCELO
Pero,
mujer, ten piedad
MARIA
Marcelo,
¿ya no te acuerdas
Que te
he dicho que hasta tanto
Que
abandones tus rarezas
Y
músicas no era fácil
Que
entrases tú en esta pieza?
MARCELO
Pues
mira, una idea me ocurre
Y puede
que te convenga
No entrando
yo no se falta
A tu
propósito, sea:
Pero
pasa tú a mi cuarto,
Y queda
en toda su fuerza
Tu
juramento ¿Qué dices?
MARIA
Repito
que si no dejas
Tu
manía filarmónica,
Pierdes
el tiempo en que ruegas.
MARCELO
Bien,
mujer yo te prometo
Que si
de esta conferencia
Que
propongo no salieres
Convencida
en toda regla,
O
abjuro de mi propósito,
O te
vuelves a tu celda
Y no
atravieso jamás
Los
umbrales de esta puerta.
MARIA
¿Lo
prometes?
MARCELO
Te lo
juro.
MARIA
Voy a
salir; pero cuenta
Que es
la postrer vez que tengo,
De
seguro, esta flaqueza.
MARCELO
Así a
lo menos tendré,
Suceda
lo que suceda,
Él
consuelo de mirarla
Y de
hablarla más de cerca.
ESCENA III
María y
Marcelo.
MARIA
Vamos a
ver: ¿qué me quieres?
MARCELO
Tener
una conferencia
Contigo,
en la que tratemos
De la
paz…
MARIA
O de la
guerra.
Es
escusado, Marcelo;
Discordan
nuestras ideas,
Y a ti
que quieres ser hombre
De
rumbo pues de grandeza,
No te
pueden convenir
Mujeres
de mi ralea.
MARCELO
No
digas eso por Dios;
A el
que te quiere de veras
Como yo,
es un suicidio
Hablarle
de esta manera.
Tratemos
primeramente
Del
arte por excelencia,
De la
música; después
De
nuestro amor.
MARIA
Pues
empieza
Por ahí
y te entenderé,
Que lo
que es de esas tonteras
De
fusas y semifusas
No
comprendo ni una letra.
MARCELO
Pero tú
cantas también…
Mas es
cosa tan plebeya
La
seguidilla…
MARIA
Mejor,
Yo soy
española neta,
Y a más
hija de Madrid,
No me
salgo de mi esfera;
Y manola
aun en el canto
He de
ser hasta que muera.
MARCELO
Valieras
cien veces más
Si estudiando
por mi escuela
Cantases
dúos conmigo.
MARIA
Déjate
de esas simplezas:
No
quiero cantar yo más
Que las
cosas de mi tierra;
Esto me
ayuda a coser
Y mi
soledad consuela:
Y era
bueno no olvidaras
Que a
los dos toca, y de cerca,
Que no
se hizo el chocolate
Para mulas
de colleras.
MARCELO
¡Qué
símiles usas, hija!
Cosas
tan vulgares, prenda,
No
deben estar en boca
De una
muchacha tan bella,
Que ha
de parar en mujer
De un
compositor en regla.
MARIA
¿Mujer
de un compositor?
Ni lo
espero, ni Dios quiera
Que
piense unirme jamás
A uno
de la murga.
MARCELO
(Aparte)
¡Arrea!
(Alto)
Quiero
aristocratizarte.
MARIA
Eso ¿se
vende en las ferias
O en la
plaza?
MARCELO
No,
María.
Mujer,
por Santa Quiteria
No
quieras aparecer
Tan
ignorante, tan lerda.
MARIA
Si no
entiendo esos vocablos,
¿Qué
quieres? Soy yo muy bestia.
MARCELO
Bestia
no; ¡Jesús mil veces!
Lo que
yo solo quisiera
Es te
elevases un poco;
Quiero
decir, que ascendieras
En
categoría social.
MARIA
Que fuese yo una condesa
Y anduviese con repulgos
Haciendo dos mil pamemas,
Fingiendo ataques de nervios,
Convulsiones y jaquecas,
Prefiriendo ver quintetos
A oír una buena comedia
De aquellas que empiezan: ¡Arma,
Arma, arma, guerra, guerra!
O las otras en que salen
Angeles, gigantes, dueñas,
Y donde bailan el olé
O la jota aragonesa?
Quita allá nunca en mi barrio
Pensaron en tal las hembras:
La pandera, una guitarra,
Bulliciosas castañuelas,
Guardapiés ancho, zapato
Descotado, limpia media,
Respingo y jaleo a todo,
En todo la verdad neta,
La cara muy levantada,
Bien limpia y bien descubierta,
Sin manchas en el vestido
Y pocas en la conciencia,
Tales son, Marcelo mío
De una Manola las prendas.
MARCELO
Y prendas que yo venero,
Y más si todas encuentran
Por portador un palmito
Como lo es el tuyo, perla.
Pero piensa, hermosa mía,
Que el mundo sigue otra senda.
¿Sabes qué es Revolución?
MARIA
Una jarana; simplezas.
MARCELO
No, mujer; es una cosa
Es un mal que hoy nos aqueja.
MARIA
Ya te entiendo; como el cólera
O el .tifus: una epidemia.
MARCELO
Oye bien, te explicaré
Largamente esta materia.
Los pueblos estaban mal
Porque las cosas añejas
A todo el mundo fastidian,
Y es preciso cosas nuevas:
La paz de antes, se ha acordado
Que es una cosa perversa,
Y que es mejor el bullicio
Y el estrago de la guerra.
Las opiniones del día
Todo al igual lo nivelan;
Pío ha de haber pobres ni ricos,
Ni ha de haber niños ni viejas,
Ni muchachos corcovados,
Ni raquíticos, ni feas,
Ni hombres más altos que otros,
Ni potentados: se quedan
Todos, todos por igual.
MARIA
Estarán de esta manera
Los ricos, ricos de hambre,
Los pobres con su miseria.
MARCELO
Abordan unos al mando,
Otros abordan la hacienda;
El zapatero hace versos,
El Duquesito comedias;
El comerciante los libros
De partida doble deja,
Y en vez de letras de cambio
Aprende las bellas letras.
Todos ascienden ó cambian,
Todo se agita en la tierra;
De todo lo cual deduzco
Que tú, pobre costurera,
Puedes con el tiempo ser
Vizcondesa ó Baronesa,
Que hasta príncipes se han visto
Casados con lugareñas.
Y yo no es mucho que aspire
A las glorias de la escena.
MARIA
No delires.
MARCELO
No deliro:
Es cosa muy fácil esta.
¿Sabes el poder inmenso
Del ingenio? Hasta la esfera
Del sol se puede elevan
Y allí, del mundo lucerna.
Escita la admiración.
MARIA
Marcelo, no seas babieca.
¿Qué entiendes de teatros tú,
Qué de músicas, etcétera?
MARCELO
¡Que no entiendo! ¿Pues acaso
Veinte semanas y media
Que cursé el Conservatorio
No han de dar ninguna ciencia?
Haber peinado tres años
Las barbas y las cabezas
De Ronconis, Salvatoris,
Artistas de tanta fuerza,
Y a la Persiani, la tiple
Mas tiple que hay en la tierra,
¿No me deben haber dado
Por lo menos experiencia?
Escucha, prenda querida,
Mis planes.
MARIA
Sí, tus quimeras.
MARCELO
Aprueban ahora mi ópera;
La cantan; mi fama vuela
Hasta el rincón más recóndito;
Entonces mi nombre aprecian,
Y llueven aquí recados
Para hacer obras diversas:
Ya unas polkas para un baile,
Luego un sentido Requiescat,
La ópera, la canción,
Tanda de valses, zarzuelas…
Luciré mi rico ingenio,
De mi canto la excelencia;
Y coronas y doblones,
Y aplausos y enhorabuenas
Caerán a mis pies, las unas
Para adornar mi cabeza,
Y los otros llenarán
Mis bolsillos y gavetas.
Entonces dejarás tú
El dedal y las tijeras;
Tendrás gorros, tendrás chales,
Y andarás en carretela.
MARIA
Y dirá la gente al verme
Con miriñaque tan hueca…
Esa cosió este chaleco.
El pantalón, la chaqueta,
Y é1 me teñía las canas
O rizaba la melena.
¡Ay Marcelo! Tú estás loco;
Es inútil que pretenda
Tu curación. ¡Pobre mozo!
Rematado… A Dios te queda.
MARCELO
Mariquita, escúchame.
MARIA
Ni la meopatía pudiera
Con todos sus globulillos
Curarte ya la mollera.
Ya tronamos, no hay remedio:
Quedó la amistad deshecha,
Y hasta me propongo odiarte
Desde hoy más con todas verás.
MARCELO
Mira, si no te convenzo
Con esta razón postrera,
Tomo el tole y no descanso
Mientras me lleven las piernas.
Estate atenta, dirás
Si mi doctrina no es cierta;
Son verdades que enternecen
A un guardacantón de piedra.
(Canto)
Cosiendo todo el día
Chalecos, pantalones,
Se va, ¡pobre María!
Tu vida sin sentir.
La aguja ¡Dios me asista!
Tu mano pincha hermosa,
Acaba con tu vista,
No da para vivir.
MARIA
Si tú prefieres, tonto,
La gloria a las pelucas,
Convenceráste pronto
De tu insensato error.
Maneja bien los hierros
Y déjate de coplas,
O un ciento de cencerros
Se oirán solo en tu honor.
MARCELO
Cosa pestífera
Es la peluca,
Cosa ridícula
Que me da horror.
Es tan prosaica,
¡Cosa muy cuca!
Para el que cuentan
Ya gran señor.
Tú idea estólida
Deja, querida,
Siendo aristócrata
Te irá mejor.
Grave y magnífica
Será tu vida,
Veránte atónitos
De tu esplendor.
Seria y pacífica
Irás al Prado,
Muy impertérrita
En tu landó.
Mientras el pópulo
Te ve admirado,
Siempre de adlátere
Estaré yo.
MARIA
Deja las fusas,
Prenda querida,
Porque en tu vida
Prosperarás.
Coge tus hierros,
Y que tu oído
Oiga el sonido
Del chis, chis, chas.
MARCELO
Valen más, prenda,
Otras canciones;
Violas, trombones,
Y hasta el violón.
Vivan las notas,
Viva mi lira,
Y el tararira
Y el chon, chon, chon.
ESCENA
IV
María.
MARIA.
¡Se ha largado! Si es la suya,
No cabeza, calabaza;
Parece imposible que hombre
Que tiene tan buena gracia
Para arreglar las cabezas
De los otros, tenga calva
Su razón ¡Pobre muchacho!
Si yo un remedio encontrara
Para curar su manía…
Mas no se me ocurre nada…
Un específico fuerte…
Si el barbero de esta casa
Supiese una medicina
Que la música matara…
Pero ¡Quiá! Con el pellejo
Su locura no le arrancan.
Lo que una mujer no puede
Ni el mismo diablo lo alcanza.
¡No le curan mis desdenes
Cuando con pasión me ama.....!
No hay en la botica drogas
Que puedan curar su falta.
Si alguno me aconsejase…
¡Qué idea…! las oficialas
De sastre, mis compañeras,
Son traviesas, vivarachas,
Y tal vez estando juntas
Les ocurra… cosa llana;
Más ven cuatro ojos que dos…
Convirtamos esta sala
En consejo, y discutamos…
La ocasión la pintan calva;
Y pues Marcelo se fue,
Manos a la obra. ¡Muchachas! (Llamando)
ESCENA
V
María y Oficialas de Sastre.
UNA OFICIALA
¿Qué nos quieres?
MARIA
Escuchadme,
Porque me hace suma falta
Vuestro consejo; sentaos
(Las Oficialas cogen sillas y se sientan en
semicírculo)
En redondo… bueno.
UNA OFICIALA
Charla.
MARIA
(Canta)
Para un asunto importante
Tengo que pedir consejo.
OFICIALAS
Escuchemos; adelante.
MARIA
Prestadme vuestra atención.
Discutamos seriamente,
Porque es grande el compromiso,
Qué será más conveniente
Hacer en esta ocasión.
Yo tengo un amante
Muy fino y constante.
UNAS
¿Es joven?
OTRAS
¿Es rico?
OTRAS
¿Se casa?
OTRA
¿Es buen chico?
MARIA
Callaos, chitón.
Mas a él para loco
Le falta muy poco;
Cantar solo quiere,
Y a todo prefiere
El bombo y violón....,
Veamos que hacemos.
UNAS
¡Pensemos...!
OTRAS
¡Pensemos!
UNA
A ver…
OTRA
Convencerle...
OTRAS
Negado.
OTRAS
Molerle
Será más
razón.
MARIA
Con
orden, amigas....
TODAS
Es
fuerza le digas…
MARIA
Despacio,
una a una.
UNA
Curar
su tontuna.
OTRAS
Matar
su aflicción.
UNAS
Yo
opino al contrario.
OTRA
Que no
es necesario…
UNA
Reñirle…
OTRA
Pegarle....
OTRA
Quererle…
OTRAS
Mimarle…
UNAS
Caricias…
OTRAS
Soñón…
UNA
Mi voz…
4 ó 5
Descalabra.
MUCHAS
Pido la
palabra.
MARIA
Al
orden.
UNAS
¡Votemos!
OTRAS
¡No
tal!
MARIA
¡Chist!
¡Callemos!
Cerré
la sesión.
LAS
OFICIALAS
Atrapa
al buen Marcelo
Pues
quiere ser marido,
Sin hombre
es consabido
Se
muere de aflicción.
Casarse
es lo que importa,
Casarse,
y eso pronto;
No
siempre se halla un tonto
Con
tanta vocación.
MARIA
Acepto
el buen consejo
Puesto
que ya he sabido
Que
estando sin marido
Me
muero de aflicción.
Casarse
es lo que importa,
Casarse,
y eso pronto;
No
siempre se halla un tonto
Con
tanta vocación.
ESCENA VI
Marcelo.
MARCELO
Ya se
ha marchado ¡Dios mío!
¿Habrá
mayor desventura?
No me
queda más recurso;
No hay
esperanza ninguna,
Como no
la dé la muerte
Y el silencio
de la tumba.
Quiero
morir… mas no tengo
Un arma
que me concluya
Sin
dolor; ni aun unos fósforos,
Que es
veneno que ahora se usa.
Pero
hay hombres que se matan
A
fuerza de tomar turcas…
Al
espíritu de vino
Llama,
Marcelo, en tu ayuda,
Y si
has de morir, ve al menos
Alegre
a la sepultura.
(Coge
una botella y dice contemplándola)
Solo
creí que sirviera
Para
limpiar las inmundas
Cabelleras
de los muertos,
Que
luego de dueño mudan,
Y no
para convertir
En
calavera huesuda
Cabeza
tan bien compuesta,
Marcelo,
como la tuya.
¡Quiero
morir…! Quiero vino…
Una
muerte quiero estúpida,
Que
haga reír al mundo
(Va a
beber y se detiene)
Como
haya reído nunca.
Pero ¿y
las artes, señor?
¿Qué
dirán las semifusas?
Aún me
queda una ilusión;
La
gloria, el laurel, la música.
Consolaráme
mi ópera.
¡Qué excelente
partitura!
Si
pudiera yo cantar
El
terceto: tengo mucha
Gana de
ver el efecto
Que
produce. Sí; no hay duda,
Debe
alborotar. ¡Qué fuego!
¡Qué
terneza y qué bravura!
Si
tuviera aquí un tenor…
Y aun
me faltaría una
Tiple
de excelente voz…
Pero
¡qué idea tan chusca
Se me
ocurre! Cantaré
Con
este par de pelucas.
El
Tenor un peluquín
Debe
ostentar en la nuca;
Y estos
rizos, y estas greñas
Tan
bien trenzadas, tan cucas,
A una
Tiple apasionada,
A una
odalisca moruna
La deben
sentar muy bien:
Escojamos
las posturas
Que
deben tener… Tenor
A la
izquierda, cosa justa;
La
Tiple en el otro lado;
Actitud
de humilde súplica:
Tiene
delante al cristiano
Que
sacó de triste y sucia
Mazmorra,
y al que entregó
Las
llaves de su ternura,
Y
suplica al Rey infiel
Que los
perdone y los una.
El Bajo
esta furiosísimo
Porque
a su querida turca
La
camela el cristianuelo,
Y con
faz fea y sañuda
A la
muerte los sentencia…
Es
situación tremebunda:
Deben
estar las oyentes
Desmayadas
ó difuntas…,
Algunas
tendrán vahídos
Si me
ampara la fortuna.
TERCETO
Zaide,
Rufo, el Rey de Argel.
(Canto)
(Interpretado por Marcelo)
ZAIDE
Tened
piedad, señor de una infelice.
RUFO
Escucha,
Rey tirano, lo que dice.
REY
Nada
escucho…
ZAIDE
Señor…
REY
Nada, chitito:
Purgarás
con la muerte tu delito.
ZAIDE
Yo
también moriré.
REY
Silencio,
infame.
RUFO
No
alcanza tu poder a que no me ame.
Colmó
mi dura suerte.
Dolióse
del cautivo,
Por
ella solo vivo,
Por
ella tengo honor.
Podrá
solo la muerte
Llevarme
lejos de ella.
¡Tú
sola, Zaide bella,
Serás
siempre mi amor!
REY
Y yo,
cristiano perro,
También
a Zaide amo;
Y a mí,
que soy el amo,
No me
toca ceder.
Tu amor
cúrelo el hierro
Y
enciérrelo la losa;
Entonces
Zaide hermosa
Podrá
ser mi mujer.
ZAIDE
Jamás, bello
cristiano,
Seré
del fiero moro;
Ya
sabes que te adoro,
Saber
puedes mi amor.
Persíguenos
tirano
Con su
rigor la suerte;
La dura
y fiera muerte
Podrá
darnos honor.
RUFO
A mis
brazos acude, sultana.
ZAIDE
Toma,
esclavo, con ellos mi vida,
REY
Morirás
al momento, tirana.
RUFO
Unirános
la muerte, querida.
REY
¡A la
muerte!
RUFO
La
muerte ya tarda.
ZAIDE
¡¡A y
cruel!!
RUFO
Ay ¡¡mi
bien!!
ZAIDE
Oye
aguarda;
Por ti
siente el ánima
Bullir
ciento a ciento
Amores
volcánicos,
Pasiones
sin fin.
Muramos
ya, ¡bárbaro!
Con
risa y contento
Veremos
impávidos
La
muerte venir.
RUFO
Será el
hierro límpido
El que
ahorre tormento.
Crucemos
el ámbito,
Verásnos
morir.
La risa
sardónica
Será mi
lamento;
Irá mi
alma rápida
Al alto
cénit.
REY
Los dos
son dos picaros
Que excitan
mi saña;
Mas
pronto mi cólera
Habrán
de sentir.
Pondrán
la faz lívida
Al ver
la guadaña;
Con
risa sarcástica
Veré yo
su fin.
(Hablado)
MARCELO
¡Magnífico!
¡Bravo! ¡Bravo! (Aplaudiéndose)
En mis
oídos retumba
El
aplauso y los clamores
Que
esto excitará en la turba.
¡Qué de
coronas y Vítores
Y de
oro! ¡Fuera pelucas!
(Golpes
en la puerta izquierda)
Mas
parece que me llaman,
Y no
hay mas es mi Maruja
¿Qué me
quieres, prenda mía?
MARIA
Abajo
un hombre te busca.
MARCELO
¿Un hombre?
Un avisador
Del Circo será sin duda:
Traerá noticias de la ópera,
Séme propicia, Fortuna.
(Sale corriendo de la escena. En el momento entra
en ella María)
MARIA
Por fin consiguió mi ruego
Que me hablasen en razón:
Su fatídica pasión
(Coge tos papeles de música y los echa en el
brasero)
La debe extinguir el fuego.
Conviértase en humo vano
El fruto de tu locura;
Siempre fue la mejor cura
La que corta por lo sano:
Quiera el cielo que esta llama
Te vuelva, Marcelo, el juicio,
Y debas tal beneficio
A la mujer que te ama.
Retirémonos a ver
En tal caso qué resuelve
Si esto a mi amor no le vuelve,
No le debo de querer.
ESCENA VII
Marcelo.
MARCELO
Me ha engañado, y querrá luego
Que la crea ¡Miente tanto!
¡Mas qué miro, cielo santo!
Se quema mi fama. ¡Fuego!
Mujer, tú me martirizas
Con tus desdenes impíos,
Y a mas los papeles míos
Me conviertes en cenizas.
¿Hay
situación más cruel?
Dime tú
lo que mereces:
He
bebido hasta las heces
El
cáliz de amarga hiel.
Aquí
quisiera yo ver
A esos
poetas llorones
Que
pintan en sus canciones
La
crueldad de la mujer.
¿Qué
dijeran si supieran
Lo que
a este amante le pasa?
Los
misterios de esta casa
Si
supiesen, ¿qué dijeran?
Canta
la zafia criada
La
Atala y triste Corina
Trasteando
en la cocina,
O entre
una y otra escobada.
Canta
el ciego a la guitarra
Las
coplas de Calaínos,
De
suerte que a los vecinos
El oído
les desgarra.
Canta
el tenor extranjero,
Y al
soltar un gallipavo
El
público exclama "bravo,"
Y le da
aplauso y dinero.
Canta
un niño una canción,
Y muy
mal el pobrecito,
Y le
dicen: "qué angelito,
¡Jesús,
cómo coge el son!"
¿Y
sufriendo al niño, al ciego,
Al
tenor y a la criada,
Una
mano despiadada
Les
pone a mis notas fuego,
Sin ver
consume la llama
De un
genio el nombre, el honor,
Tan
buenos frutos en flor,
Y tanta
gloria en programa?
¿Se
pueden dar más tormentos,
Suceda
lo que suceda?
¿Y qué
es lo que aquí me queda?
Juntemos
estos fragmentos.
(Leyendo
de dos papeles que han quedado a medio quemar)
La
dulce prenda que serrana mía.
Llama a
la muerte al son de la guitarra.
Injusto
Rey, tu mano mi alegría
Y tu
poder la faja y la zamarra.
Contento
moriré gloria y salero,
Por mi
hermosa y su cuerpo sandunguero.
A Dios,
a Dios y ese talle
¡Qué
injusta suerte infeliz!
La
muerte yo iré a tu calle
No temo
una cicatriz.
Adiós,
sultana si a un majo quieres
Voy al
tormento hiena iracunda
Mi
último aliento Adiós qué tunda
Será
por ti te doy a ti.
MARIA
(Dentro)
Marcelo.
MARCELO
Húyeme,
aparta;
No con
nuevas bromas vengas.
MARIA
Para
que ahora te entretengas
Ahí te
remito esa carta.
(La
echa por debajo de la puerta)
MARCELO
Sr. D.
Marcelo Pelusa:
El
atrevimiento ó por mejor decir la locura de Vd. están grande, que merece un
castigo ejemplar; ninguno mejor que decirle que lo que Vd. llama su ópera es un
engendro disparatado; es el aborto de un cerebro trastornado. Solo a Vd. se le
puede ocurrir empezar una introducción do partitura con la marcha de
caballería, cosa que de puro moderna se tocaba en tiempo de Isabel la Católica,
a quien Vd. debe ya conocer. Peine Vd. pelucas, déjese Vd. de músicas, ó váyase
a curar a Toledo, donde le espera un cuarto en la casa de locos. Suyo, etc.
¿Es
cierto lo que estoy viendo?
¿Es
verdadera esta carta?
Esto
solo ¡santos cielos!
Esto
solo me faltaba.
Esto
debe ser envidia,
Pero
mata mi esperanza.
Ay
Mariquita ¡María!
¡Prenda
hermosa de mi alma!
Si tú
me vuelves tu amor,
Renuncio
por ti a la fama.
MARIA
(Dentro)
No te
creo, ya Marcelo.
MARCELO
Te lo
juro.
MARIA
No me
engañas.
MARCELO
Pues
bien, ponme en cuarentena,
Y si
una nota me hallas
Consiento
que me estrangules
O me
arranques las entrañas;
Pero al
menos no me prives
De ver
tu preciosa cara.
MARIA
Concedértelo
no puedo.
MARCELO
Perdona,
mujer, mis faltas
Mea
culpa… pequé, pequé…
Para
penitencia basta
Con la
que antes he sufrido
¿Mis
súplicas no te ablandan?
MARIA
Ya no
queda de mi amor
Para ti
ni una migaja.
MARCELO
Dame
siquiera, María,
A besar
tu mano blanca
Por la
puerta, y sea el iris
Sucesor
de mi borrasca,
Y la
señal de que al fin
Me
perdonarás… Despacha,
Que me
come la impaciencia
Y me
devora la rabia.
¿Nada
dices? ¿No concedes?
¿No te
conmueven mis lágrimas?
Pues
voy a concluir mi vida
Saltando
por la ventana.
Adiós,
Maruja querida.
Ese
silencio me mata:
Sal a
tu ventana a ver
Mi catástrofe
inhumana.
(Se
separa de la puerta y va hacia la ventana; en el momento mismo se entreabre la
puerta y asoma la mano de María. Marcelo se precipita a cogerla y la besa
repetidas veces)
MARIA
Te
perdono…
MARCELO
¡Qué
ventura!
Este
perdón esperaba.
Te
prometo no cantar…
Lo
menos hasta mañana;
Pero
deja que traspase
Estos
límites… ya basta
De
separación, mujer
(Queriendo
abrir la puerta)
Aquí
mis fuerzas me valgan
Ya van
venciendo… por fin
Darás a
mi amor la paga.
(Se oye
el Coro de hombres por el lado derecho, Marcelo asombrado suelta la mano y la
puerta se cierra; cuando vuelve a ella ya trata en vano de abrirla)
ESCENA VIII
Dichos,
y Coro de hombres y mujeres.
CORO DE
HOMBRES
Subamos,
subamos, pasó ya la hora,
Se
acerca el momento de ir a trabajar.
MARCELO
Malditos
cantores, su charla traidora
Me
impide de amores la palma alcanzar.
CORO DE
MUJERES
Dejemos
la aguja, llegó ya la hora
De
darnos descanso y el mundo gozar.
CORO
¿Y mi
peluca?
MARCELO
No está
corriente.
CORO
¿Cuál
es la causa?
MARCELO
No hay
que chistar.
CORO
Es una
infamia, maestro insolente:
Su
picardía debe pagar.
MUJERES
¿Qué
tal la música?
MARCELO
Vayan
al cuerno.
MUJERES
¿Qué
tal le aplauden?
MARCELO
Me voy
a ahorcar.
MUJERES
Si Vd.
se mata se va al infierno,
Piense
en la gloria que ha de alcanzar.
MARCELO
Cese la
grita; óiganme un poco,
Oiganme
un poco por caridad.
Callen,
ó denme de la botica
Tres
cuarterones de rejalgar.
CORO
Di qué
te pasa.
MARCELO
Que
hallar no puedo
Ni gloria
artística ni conyugal
Ay
desgraciado, quién lo dijera,
No
hallo consuelo para mi mal!!!
CORO
Y hace
pucheros, ay ja, ja, ja.
¡Vaya
una cosa particular!
Pobre
maestro, rice postizos…
Deje la
gloria, déjela ya:
Coja
por fusas canas y rizos,
Que una
peluca gloria le da.
MARCELO
Juro,
señores, que mi manía
Desde
esta noche se curará
Si me
perdona mi fiel María
Y a mí
se acerca.
MARIA
(Abrazándole)
Toma.
CORO
Aquí
está.
MARCELO
No
tiene cálculo
Cuánto
yo gozo,
No hay
otro mozo
Con más
pasión.
Retoza
el júbilo
Dentro
del alma,
Nace la
calma
Del
corazón.
MARIA
La
suerte próspera,
De sus
furores
A mis
amores
Los
libertó.
Por fin
apiádase
De
ellos el cielo,
Grato
consuelo
Me
deparó.
CORO
Por fin
la música
Vuelve
a su quicio,
Le
vuelve el juicio
Por fin
amor.
Cese su
estúpida
Rara
manía,
Calme
María
Su loco
ardor.
FIN
Información obtenida
en:
http://www.bibliotecavirtualmadrid.org/bvmadrid_publicacion/i18n/consulta/registro.cmd?id=2146
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