LA CONFITERA
Zarzuela en un acto y en verso.
Libreto de Mariano Pina.
Música de Francisco Asenjo Barbieri.
Representada por primera vez en Madrid,
en el Teatro de la Comedia el 22 de Diciembre de 1876.
REPARTO
(Estreno)
Delfina - Srta. Morera.
Nicasia - Sra. Valverde.
Quintín - Sr. Zamacois.
Porfirio - Sr. Jover.
Madrid. —Epoca actual (Del estreno).
ACTO UNICO
Taller de un constructor de figuras de
cera. Dos puertas a la izquierda del actor y otra al Foro. A la derecha,
ventana. En el mismo lado una figura de cera, que representa una mujer sobre un
pequeño pedestal con ruedas. Mas allá otra, que representa un moro. Ambas están
en pabellones reparados, con cortinas, que las ocultan a su tiempo. En el resto
de la habitación sillas, una mesa, libros, bustos, armaduras y retratos.
ESCENA PRIMERA
Nicasia, después Porfirio.
NICASIA
(Saliendo por el foro, con frascos de
cristal y envoltorios de papel en una pequeña cesta)
Ay! la que descanso quiera,
que no sirva a ningún sabio.
Vengo cargada de drogas
y de menjunges y tarros,
que si valen como pesan,
traigo un tesoro en mis manos.
Los pondré aquí, y haga. Dios
que a gusto sean del amo.
(Pone la cesta sobre la mesa)
Estará por allá adentro,
calentándose los cascos
con sus librotes en folio
y sus viejos calendarios.
Pobre señor! perdió el juicio,
hace ya más de tres años,
y estuvo en un manicomio
parte de ellos encerrado,
y cada día que pasa,
tiene el caletre más vano-.
Habla solo, y permanece
en el taller encerrada
las horas muertas, y canta,
y entabla amorosos diálogos
con las figuras de cera,
que vende a precio tan alto.
Porque eso sí, él perdió el seso,
mas como artista es un pasmo.
Voy a quitarlas el polvo. (Coge el primero)
Qué moro tan bien plantado!
qué expresión en sus facciones,
y qué boca y qué mostachos!
Y el muy tunante me mira
con una sorna, que... vamos,
si tuviera movimiento
era cosa de adorarlo.
PORFIRIO
(Por la izquierda leyendo un papel)
«Dos litros de trementina y
»un kilo de crémor tártaro.»
(Viendo a Nicasia)
Qué hace usté aquí?
NICASIA
Yo...
PORFIRIO
No he dicho
que este estudia es un santuario,
accesible solamente para
magnates y sabios?
NICASIA
Se me figuró que el moro
necesitaba un repaso
de limpieza.
PORFIRIO
Ya otras veces
cogí a usted manoseándolo.
NICASIA
Pero no le he roto nada.
PORFIRIO
Basta. Hizo usted los encargos?
NICASIA
Ahí están!
PORFIRIO
Enhorabuena.
Pues a rezar el rosario
(Señalando la secunda puerta izquierda)
NICASIA
No escuchaba eso
cuando hace veintiséis años...
PORFIRIO
Dejémonos de efemérides,
y adentro.
NICASIA
Recuerdo amargo!
Penetré aquí cera virgen!
PORFIRIO
Y se ha vuelto usted emplasto.
Adentro digo.
NICASIA
Ya voy,
aprendiz de nigromántico. (Váse)
ESCENA II
Porfirio.
PORFIRIO
La muy sandía!... bueno fuera
que con sus dedos profanos
destruyese en un momento,
lo que es mi sublime encanto,
mi obra maestra, un triunfo
de consumado estatuario...
en cera. Aquí está, perfecto
y prodigioso retrato
de la linda confitera
que me tiene trastornado. (Señalando la
figura)
Como el bello original
de mi pasión no hace caso,
he construido este facsímile,
que no discrepa en un átomo,
y para que la ilusión
sea perfecta y goce el ánimo,
miro todas las mañanas
el limpio traje y tocado
que lleva el original,
y como tengo un vestuario
idéntico, que por suerte
no es numeroso, le planto
al facsímile otro igual,
y complemento el engaño.
Ah!... y dentro tiene una gaita
que imita su acento grato,
con resorte en el estómago.
Véanlo ustedes, en tocándolo...
(Toca el resorte y suena un oboe con la
música de «Para vos, para vos será» de El Postillón de la Rioja)
Qué tal? Para mí será:
lo significa bien claro.
Sublime!... soy el artífice
del siglo. Para probarlo,
he acercado algunas veces
ese rostro nacarado
a las ventanas, y vi
a más de un mozo gallardo
echarla tiernos requiebros,
y llamarla entusiasmado:
Delimita, que es el nombre
de la que fabrica empachos.
Ahora preocupa mi mente
un proyecto extraordinario.
Si yo pudiera dar vida
a ese cuerpo inanimado!...
Por qué no? Pigmalión,
escultor de tres al cuarto,
a Galatea dio el ser,
y era una estatua de mármol.
Siendo ésta de estopa y cera,
sustancias al menor pábulo
inflamables, es más fácil
lograr igual resultado.
Aquí tengo la receta,
copiada de un libro mágico,
y allí están los ingredientes,
según ella, necesarios
para fabricar un alma,
que haga de este un ser humano.
(Examinando los papeles y tarros de la
cesta)
«Vinagre...» esto es para darle
fortaleza. «Raíz de plátano...»
La dulzura. «Agua de jarra...»
Para que no sea de cántaro
el alma. «Aguarrás.» En fin,
lo que marca el formulario.
Lo pongo en el alambique
que ya tengo preparado,
y nada pierdo en hacer
este científico ensayo.
ESCENA III
Dicho, Nicasia.
NICASIA
Cuándo piensa usté almorzar?
PORFIRIO
Nunca.
NICASIA
Uf!... qué genio tan áspero!
Ya hace días que está usted
insoportable.
PORFIRIO
(Qué hago
para que esta vieja estólida
no se entere?..) Aún es temprano.
Bájese usted a la cueva,
y prosiga embotellando
el vino que ayer trajeron.
NICASIA
Al punto voy. (Maquina algo,
pero yo andaré muy lista
y fisgaré sus amaños) (Váse por el foro)
PORFIRIO
No hay que perder un momento.
(Poniendo» en su sitio la figura que
arrastró unos mantos pasos sobre su pedestal, al principio de la escena)
Ven, joyel predestinado...
Espera y no te impacientes,
que pronto volveré ufano
a darle fuego a tus ojos
y contoneo a ese garbo.
(Coge la cesta y váse por la segunda
puerta de la izquierda)
ESCENA IV
Delfina, por el foro.
(Música)
DELFINA
Es mi estado el de soltera,
y soy buena con exceso;
de ejercicio confitera
en el barrio del Congreso.
El que quiere un dulce grato
y mi habilidad ocupa,
cuando yo le arreglo un plato,
hasta los dedos se chupa.
Porque el acíbar,
tocándolo mis manos
se vuelve almíbar.
Hago mermelada,
flan y huevo mol,
y me encargan yemas
para el gran Mogol.
En las peladillas
yo soy la especial,
y en batir natillas
no encontré rival.
Tic... tac... tic... tac... (Batiendo)
Mi paleta vuela, vuela...
más limón y más canela.
(Probando el dulce)
Ay qué rico!
qué primor!...
Quién no se relame
con tan buen sabor?
Guando estoy en la trastienda
envolviendo caramelos,
los que llegan a mi tienda,
de mirar se quedan lelos.
Y si formo un ramillete
de alfeñique y dulces secos,
los que asisten al banquete
se disputan mis muñecos.
Porque es lo grande,
que el yeso da en mis manos
azúcar cande.
Hago mermelada,
flan y huevo mol, etc.
(Hablado)
Pues franca la puerta hallé,
hice bien en penetrar,
y así podré averiguar
la traición que sospeché.
Aunque soy la confitera
de más dulce condición,
hoy agria mi corazón
ansiedad amarga y fiera.
Amo a un bello Lucifer,
estudiante de farmacia,
y el tuno ha dado en la gracia
de mirar a otra mujer.
Y esa que tanto le afana,
vive, a no dudar, aquí;
porque mil veces le vi
acechando esa ventana.
Y como no entra en mi credo
tomar engrudo por crema,
adopto el mejor sistema
para aclarar este enredo.
Si me pudiera entender,
para lograr mi deseo
con la criada... a nadie veo.
(Viendo la figura)
Ah, sí; allí hay una mujer.
Señora?... (No me contesta.
Será sorda?) Vi la entrada
franca...
(Haciéndole señas) También ciega... nada
Pero qué señora es esta!
(Levantándole el velo)
Cielos!... inmóvil... glacial!...
Mas, qué miro!... bueno fuera...
Justo... já, já... Si es de cera!
Y a esta tomé por rival.
Siento ruido... Jesucristo!
El viejo de pastaflora
que me asedia y enamora.
Pues huyo con paso listo...
Pero si cruzo, me ve...
Ah! detrás de esta cortina.
(Entra en donde está la figura y corre
la cortina)
ESCENA V
Delfina, escondida, Porfirio, después Nicasia.
PORFIRIO
(Saliendo con un pequeño alambique,)
Con destreza superfina
el filtro ya preparé.
Ahora la duda me inquieta,
para llevarme la palma,
de cómo se infiltra el alma;
lo cual no está en la receta.
Pero a la sana razón
debe ocurrir en seguida,
que siendo un vapor la vida,
es por la evaporación.
No hay más; pongo este aparato
en relación con la masa,
y el tenue espíritu pasa
a animarla en breve rato.
(Mete parte del alambique por entre las cortinas)
Y si da vida ese aliño
pondré en La Correspondencia
«Ganga. Se da la existencia,
naciendo vestido el niño.»
NICASIA
(El dislate ó brujería
que maquine lo he de ver)
(Atraviesa la escena, y se queda
observando detrás de la puerta segunda izquierda. Preludio en la orquesta)
PORFIRIO
Siento embargado mi ser
por la más dulce alegría.
Y oigo melódico son
que desde los cielos llega,
avisando que aquí pega
una tierna invocación.
(Música)
Imagen bella,
naciente estrella
que yo formé.
Eh!...
Me parecía
que se movía,
más me engañé.
Estatua helada,
que vida ansiada!
vas a lograr...
Ah!...
Ya obra el brebaje,
pues el ropaje
miré ondular.
Voy a inquirir,
voy a indagar.
(Descorre la cortina y aparece Delfina
sobra e1 pedestal en lugar de la figura)
Aún no muestra movimiento,
pero tibia está su tez.
(Quitándola el velo y tocando la frente)
DELFINA
(Ya comprendo el loco intento
de este estólido Noé)
PORFIRIO
Quiero ver si en el resorte
el espíritu influyó.
(Apretándola con un dedo en el estómago)
DELFINA
Ay!
PORFIRIO
Oh júbilo! ya habla.
El prodigio se cumplió.
Ya es humano, ser
por mi habilidad
Voy a enloquecer
de felicidad.
DELFINA
(Para trasponer
sin dificultad,
fuerza es sostener
esa necedad) (Baja del pedestal)
NICASIA
(Cielos, en la casa
anda Satanás!) (Ciérrala puerta)
PORFIRIO
Ya se mueve majestuosa!
DELFINA
Santo Dios, qué siento aquí?
(Señalando el corazón)
PORFIRIO
Es la vida bulliciosa
que circula ya por ti.
Dime si late
tu cerebelo.
DELFINA
Ya estoy en punto
de caramelo
PORFIRIO
Di lo que anhela
tu nuevo ser.
DELFINA
Hecha un almíbar
vóilo a exponer.
Quiero ser de hechicero semblante,
graciosa, elegante,
melosa y jovial.
Y ligera, mudable y coqueta,
perder la chaveta
por todo galán.
Ostentar aderezos muy ricos,
y ver que los chicos
se mueren por mí, .
y bailar con primor habaneras,
mazurka, boleras,
la polka y schotiz.
lará, lará... larí, larí... (Bailando)
PORFIRIO
Al mirarla mi vista anhelante
graciosa, elegante,
melosa y jovial,
si me mima gachona y coqueta,
mi pobre chaveta
se va a trastornar.
Ay! qué rostro y qué cuerpo tan ricos,
y qué pies tan chicos
y qué polvorín!
A bailar voy de gusto habaneras,
mazurka, boleras,
la polka y schotiz.
lará, lará... larí, larí.-. (Id)
(Hablado)
DELFINA
En dónde estoy?
PORFIRIO
En mi casa,
que es tuya desde este instante.
DELFINA
Y tú, quién eres?
PORFIRIO
Yo? Un sabio,
miembro de diez sociedades
científicas.
DELFINA
Es decir,
un chistera cursilánimi.
PORFIRIO
Eh!... (Como hoy se suelta a hablar
no hay que extrañar su lenguaje)
DELFINA
Pues si he de vivir contigo,
necesito Otro menaje. (Mirando la
habitado»)
PORFIRIO
Bien.
DELFINA
Este está muy tronitis.
PORFIRIO
(En dónde aprendió esas frases!)
DELFINA
Quiero tapices de seda,
y butacas y divanes.
PORFIRIO
Los tendrás.
DELFINA
Desde ahora mismo.
PORFIRIO
Pero...
DELFINA
No hay que replicarme,
O te alumbro. (Amenazándole)
PORFIRIO
(Me parece
que le eché mucho vinagre)
Luego iremos al registro
civil para empadronarte.
DELFINA
Pero explícame el fenómeno
que yo no puedo explicarme.
PORFIRIO
Nada, que te he dado a luz...
de la manera más fácil.
DELFINA
Eres tú mi madre?
PORFIRIO
Quiá!
Por mi sistema flamante,
se aumenta el género humano.
sin necesidad de padres.
DELFINA
Bien, pues cómprame un reloj
con su leontina, diez trajes,
un aderezo de perlas
y otro de gruesos brillantes.
Anda pronto.
PORFIRIO
Pero, chica,
piensas que soy un magnate?
DELFINA
Todo eso está muy barato.
PORFIRIO Sí, justo, casi de balde.
(Lo que es la inocencia!)
DELFINA
Quiero
vestir con lujo elegante,
y mirarme rodeada
de lisonjeros galanes,
a quienes abrase el fuego,
en que mi corazón arde.
PORFIRIO
(También se me fue la mano
en el aguarrás)
DELFINA
Qué haces
ya parado?
PORFIRIO
Es que tú quieres...
DELFINA
(Lo que quiero es que te marches)
PORFIRIO
Ricas joyas y vestidos
que yo no puedo comprarte.
DELFINA
Por qué?
PORFIRIO
Porque no soy príncipe.
DELFINA
Ya! Eres un viejo silbante,
más pobre que Carracuca.
PORFIRIO
Chica, por los santos mártires!
afina más tus palabras.
DELFINA
Aflojas la mosca?
PORFIRIO
Dale!
DELFINA
Me regalas la existencia
¿para matarme de hambre?
PORFIRIO
Vivirás con la ambrosía
de mi amor puro y constante.
DELFINA
Muy rica!... pero te advierto,
que no me gusta fiambre.
En fin, si estás arrancado
y no puedes redondearme,
cómprame confites, flores...
PORFIRIO
Flores?... Bellas y fragantes
las traeré, para que envidien
tu peregrino semblante.
DELFINA
Bien; ahora mismo,
PORFIRIO
En seguida.
DELFINA
(Gracias a Dios!)
PORFIRIO
Pero antes,
entra en ese cuarto.
DELFINA
Yo!...
Para qué?
PORFIRIO
Para encerrarte.
DELFINA
(Esta es más negra!)
PORFIRIO
No quiero
que si viene algún pillastre,
abuse de tu inocencia.
DELFINA
Si no recibiré a nadie.
(En buen lance me he metido!)
PORFIRIO
Vamos.
DELFINA
(Hay que resignarse,
y forzar la cerradura,
si puedo, para escaparme)
PORFIRIO
Adentro.
DELFINA
Volverás pronto?
PORFIRIO
Seré listo como el aire.
(Váse Delfina por la primera puerta
izquierda, de la que Porfirio echa la llave, dejándola puesta)
Así... y para que Nicasia
no la atisbe, si vuelve antes
que yo, condeno esta otra
puerta, y me llevo la llave.
(Coge el sombrero y vaso por el foro,
cerrando la puerta con llave)
ESCENA VI
Quintín, saliendo por la ventana.
(Música)
QUINTIN
Yo nací con mucha gracia y gran saber,
y estudiante de farmacia quise ser.
Tengo el aire que se indica en un dandi
y regento una bórica en Chamberí.
Le entregué a una confitera el corazón,
al venderme zalamera un mogicón.
Desde entonces me domina el malestar,
y despacho por quinina rejalgar.
Paso el tiempo, nunca parvo,
con el nitro y el ruibarbo.
Los preparo y entra en turno
el extracto de Saturno.
Y el pensar me desespera
en la ingrata confitera.
Sin que alivie mi desgracia,
ni consuele mi dolor,
el maná de la farmacia,
ni el confite del amor.
He perdido la costumbre de dormir,
y me va la pesadumbre a diluir.
Por los ayes con que ahueco el esternón
no le queda a mi chaleco ni un botón.
Advirtiendo lo asombroso de mi mal,
gruñe ya mi caviloso principal.
Y al mirar que no doy cuenta de mi ser,
anteayer me dio una afrenta su mujer.
Paso el tiempo, nunca parvo,
con el nitro y el ruibarbo, etc.
(Hablado)
Como está en el entresuelo
esta ventana fatal,
no sé si hago bien ó mal,
pero por ella me cuelo.
Nadie... ah! no, un moro enemigo,
de los que fabrica en cera
ese viejo calavera.
(Dirigiéndose a la figura de cera)
Muy buenas tardes, amigo.
Soy Gonzales, don Quintín,
bachiller en mi carrera,
y por una confitera
tengo perdido el magín.
La adoré necio y miope,
creyendo en mi tierno anhelo,
que era tocino del cielo,
y me salió un mal arrope.
De su liviandad ufana
me la pega con un viejo,
y con cínico despejo
me insulta en esa ventana.
Porque insulto es a mi ver,
el mirarme fijamente,
y escuchar mi voz doliente,
como quien oye llover.
Y como hoy, hecho un veneno,
la he visto entrar sin desdén,
he querido entrar también,
y le voy a dar el trueno.
Ya escucho... supremo instante!
Para que no me lo nieguen,
me ocultaré antes que lleguen,
y los atrapo infragante.
(Se oculta en donde está la figura del
moro y corre la cortina)
ESCENA VI
Dicho, Nicasia.
NICASIA
No salgo de mi estupor!
Ya no están... Adonde han ido?
Lo he visto, me he convencido
de que es brujo mi señor!
La que de cera y crepé
era insensible muñeca,
en ser viviente se trueca
moviéndose por su pie!
Y ese diabólico juego
de efecto tan inmediato,
se hizo con este aparato,
que aún conserva vivo el fuego.
Con su magia prodigiosa
animó en un periquete,
la que es ya como un trinquete,
joven, fuerte y vigorosa.
Y el filtro que lo alcanzó,
aún lo siento borbotar
Si yo pudiera animar
a ese moro... Y por qué no?
Haré la prueba ahora mismo,
y si a mi interés responde,
logro... pero no sé en dónde
se le pone el mecanismo.
Y eso es importante... Bah!
(Cogiendo el alambique)
Lo acercaré a la figura,
y si es de ley la diablura,
surtirá su efecto... Ah!
(Al descorrer la cortina, Quintín,
vestido exactamente como la figura del moro, salta desde el pedestal)
QUINTIN
No temas, cristiana,
y escucha tranquila.
NICASIA
Dios santo! Era cierto!
Se mueve y anima!
Ay!... agua!
QUINTIN
Qué tienes?
NICASIA
Se anubla mi vista...
Sostenme, y respeta
la santa doctrina.
QUINTIN
(Pardiez! Se desmaya! (Sosteniéndola)
Su mano está fría) (cogiéndosela)
NICASIA
El dedo de en medio
descríspalo y tira.
QUINTIN
Así?...
NICASIA
Más suave.
QUINTIN
(Parece una viga!)
NICASIA
Lo miro y lo dudo!
QUINTIN
La cosa es sencilla.
NICASIA
Ya no eres de cera?
QUINTIN
(Qué dice? Esta lila
supone que el moro
viviente se agita)
NICASIA
Alientas y hablas?
QUINTIN
(Qué horrible es la indina!)
NICASIA
Y escuchas mi acento?
QUINTIN
Cual plácida lira.
NICASIA
Y qué te parece
mi cara encendida?
QUINTIN
Emplasto secante
de cardos y ortigas)
Esencia de rosas.
NICASIA
Me embriaga la dicha!
Ay! Sientes mi mano?
QUINTIN
(Lo mismo que lija)
NICASIA
Percibes con ella (Tocándole)
crisparse tus fibras.
y el pecho anegarte
un mar de fatigas?
QUINTIN
Sí, mas no me toques.
NICASIA
Por qué, mi ismaelita?
QUINTIN
Porque soy un moro
de muchas cosquillas.
NICASIA
Y qué guapo eres!
QUINTIN
Tal cual.
NICASIA
Qué sonrisa
y qué ojos tan chuscos!
QUINTIN
Lo sé, por desdicha.
Hablemos ahora
de cierta individua...
NICASIA
No quieres primero
hacer por la vida,
con un piscolabis?
QUINTIN
Muy bien vendría.
NICASIA
Pues voy a traerte...
QUINTIN
Cualquier golosina.
NICASIA
Pasteles, cangrejos,
buen vino y rosquillas.
QUINTIN
Corriente... y de postres
un par de gallinas.
NICASIA
De cuanto yo tenga,
tu boca es medida.
QUINTIN
Y di, de esta casa
do está la familia?
NICASIA
Estamos solitos.
QUINTIN
(La Virgen me asista!)
NICASIA
Espera, real mozo,
que vuelvo en seguida.
(Váse por la segunda puerta izquierda)
ESCENA VIII
Quintín, Delfina.
(Asomándose por el tragaluz que hay
sobre la puerta)
DELFINA
(Aquí hablan... con el auxilio
de una mesa y una silla
me he podido encaramar...)
QUINTIN
Magnífico! esa estantigua
me dará de sobremesa
cuantas noticias la pida.
DELFINA
(No hay nadie... ah! sí, un musulmán.
Si él me pusiera en franquía...
Voy a intentarlo) Eh! majoma?
QUINTIN
Oigo una voz femenina.
(Mirando a todos lados)
DELFINA
Aquí, morito.
QUINTIN
(Santiago!
Es ella! no hay duda)
DELFINA
Mira.
si abres al punto esa puerta,
te regalo unas pastillas
de ipecacuana.
QUINTIN
Sí, eh?
(No te espera mala píldora.
Ni me conoce!)
DELFINA
Te avienes?
QUINTIN
Con gran placer.
DELFINA
Pues aviva.
QUINTIN
Si no hace Dios un milagro,
poniendo coto a mi ira,
va a haber aquí una catástrofe
que aterrorice a la villa.
(Cantado.
Música de la ópera Otelo)
Morró, má vindicato,
é dopo lei morró...
(Hablado
y abriendo la puerta)
Sal, primor.
DELFINA
(Saliendo) Te doy las gracias,
y adiós, que estoy muy de prisa.
QUINTIN
No quieres que goce un rato
de tu amable compañía?
DELFINA
Bien quisiera, pero tengo
que hacer.
QUINTIN
(Mi mano se crispa,
y afanosa busca el pomo
del puñal)
DELFINA
Hasta la vista.
Quintín, óyeme ( Con fingida dulzura)
DELFINA
Ya estás pesado.
QUINTIN
(Deteniéndola con furor)
Oyeme y tus ojos fija...
DELFINA
Esa voz...
QUINTIN
Oye y disponte
a morir.
(Tirando del puñal, que tiene por hoja
un pedazo de caña)
DELFINA
(Cayendo de rodillas) Ah!...
QUINTIN
No hay tu tía.
(Música)
Trágico fin
vas a tener.
Yo soy Quintín;
mírame bien.
Puedes rezar,
ya no hay perdón;
voy a pinchar
tu corazón.
DELFINA
Ten, por piedad,
la operación.
QUINTIN
A qué penetraste aquí?
DELFINA
Celosa estaba de ti.
QUINTIN
No sirven frases de miel.
DELFINA
Sostengo que te soy fiel.
QUINTIN
Lo juras?
DELFINA
Ve la señal.
(Besando la cruz que hace con los dedos)
QUINTIN
Pues guardo el fiero puñal.
DELFINA
Loca por tu cariño
siempre voy tras de ti.
QUINTIN
Como si fuera un niño,
mandas, ay! niña, en mí.
Niña, niñita,
cuando me miras con ese afán,
nena, nenita,
de mi alma tiras con tu mirar.
¡Ay!
Mírame así,
mírame más,
con el tilín
que Dios te da.
Ay! qué placer,
ay! qué trajín
siento en mi ser
con tu tilín.
DELFINA
Niño, niñito,
cuando me miras con ese afán,
nene, nenito,
de mi alma tiras con tu mirar.
¡Ay!
Mírame así,
mírame más
con el tilín
que Dios te da.
Ay! qué placer,
ay! mi Quintín,
siente mi ser
con tu tilín.
ESCENA IX
Dichos, Porfirio, con un ramo de flores.
(Hablado)
PORFIRIO
(Le traigo un ramo de llores
frescas como sus mejillas.
Cielos, qué miro!)
QUINTIN
Otro abrazo.
PORFIRIO
También el moro respira!
QUINTIN
Con la magia de esos ojos
me das una nueva vida.
PORFIRIO
(No hay duda! era tal la fuerza
que los álcalis tenían,
que en lugar de un alma, barí hecho
dos)
DELFINA
Yo bailo de alegría.
Lará lá... (Cogiéndolo por la cintura y
bailando)
PORFIRIO
(Y el mameluco
es pegajoso!) Eh!... familia?...
Qué escándalo es este?
DELFINA
(El viejo!)
PORFIRIO
Te parece ¡voto a cribas!
que te lie dado la existencia,
para bailar seguidillas?
DELFINA
Yo...
QUINTIN
Qué escucho! Usté es su padre?
PORFIRIO
Puedo decirlo.
QUINTIN
Oh! delicia!
PORFIRIO
Y tuyo también.
QUINTIN
Canastos!
PORFIRIO
Eres fruto de la misma...
ebullición.
QUINTIN
No comprendo...!
PORFIRIO
Que sois gemelos.
DELFINA
Delira!
QUINTIN
Si yo nací en Castrourdiales
y esta en Arganda.
PORFIRIO
No implica,
QUINTIN
No puedo hacerla mi esposa!
PORFIRIO
Tú!... un moro!... Si lo imaginas
te bautizo de un trancazo,
QUINTIN
Es nuestro Adán!
DELFINA
Tal porfía!
El señor será un adán,
pero no es el de la Biblia.
QUINTIN
Explica ...
DELFINA
Que por meollo
tiene compota de guijas.
QUINTIN
Está chiflado!
PORFIRIO
Insolente!
DELFINA
Y le ha dado la manía,
por creer que aliento presta
a maniquís de estearina.
PORFIRIO
(Haga usté almas para esto!)
Ya niega ensoberbecida
su prosapia!)
DELFINA
Si obcecado
lo sueña usted todavía,
examine la muñeca
que hay detrás de esa cortina
PORFIRIO
La muñeca deslenguada
y bachillera engreída
lo eres tú, pero conmigo
no valen artes ladinas.
QUINTIN
Hombre!... vuelva usted en sí,
y convénzase...
PORFIRIO
(Mirando) (San Dimas!
Qué estoy viendo! Tal dualismo!
La nueva... (Señalando a Delfina)
Id. a la figura) y la primitiva!
y yo dejé solo una,
y encerrada)
DELFINA
Era mentira?
PORFIRIO
(Ah! ya caigo... esto obedece
a ley orgánico-física.
Yo me la dejé crisálida
envuelta en celda tupida,
y rompiendo aquella cárcel.
es ya mariposa lista.
Justo, es decir, que ha soltado
el cascaron)
QUINTIN
Aún vacila!
PORFIRIO
Comprendo la transición,
y hoy mismo se verifica
nuestro enlace.
DELFINA
Já, já! el nuestro!
QUINTIN
Piensa usted, viejo polilla,
que esta opiata de claveles
se hizo para esas encías?
PORFIRIO
Cállate, tú, abencerraje!
QUINTIN
Pues no callo, troglodita,
porque soy yo el que me caso
con ella.
PORFIRIO
Tú!
DELFINA
Y muy de prisa.
ESCENA ULTIMA
Dichos, Nicasia.
NICASIA
Ya está servida la mesa.
(Cielos!)
PORFIRIO
Se queda usted bizca,
al mirar que esas figuras
se mueven?
NICASIA
Sí...
PORFIRIO
Por desdicha,
crié cuervos... ó es igual,
crié moros, que me lisian.
QUINTIN
Pero hombre...
NICASIA
Por qué?
PORFIRIO
Ese ingrato,
que cuanto me debe olvida,
quiere casarse...
NICASIA
Con quién?
PORFIRIO
Con Delfina.
QUINTIN
Y qué?
NICASIA
(Echo chispas!)
(Aparte a Quintín.) (Dime, traidor
sarraceno,
se acostumbra en morería
consentir a las doncellas
y jugarlas estas quínolas?
QUINTIN
(Id. a Nicasia)
Allí a las que de esa estampa
de chochez demuestran síntomas...
NICASIA
Les darán explicaciones.
QUINTIN
Quiá! no, les dan estricnina.
NICASIA
Bandido!
Quintín, (A Delfina) Coge mi brazo,
y andando.
NICASIA
Antes me hacen trizas.
DELFINA
Eh! qué?
PORFIRIO
(Aparte a Nicasia) (Déjelos usted ..
irán a la vicaría,
y como él es mahometano,
no hallarán quién los bendiga,
y tendrán que regresar
a esta casa.
NICASIA
(Id. a Porfirio) Cá! sardina
que lleva el gato...
DELFINA
(A Quintín) Uniremos
farmacia y confitería,
y unos mismos parroquianos
nos darán ganancia fija.
Yo haré melindres de Yepes,
y suspiros de arropía,
tentaciones de canela
v cariñitos de pina.
Y al que yo enferme de empacho...
QUINTIN
Magnesia inglesa por libras.
(Música)
(Al público)
Nuestras dichas serán aún mayores
si aquestos señores
nos quieren honrar,
y con dulces y pródigas manos,
de ser parroquianos
nos dan la señal.
Lará, lá, lá, lá...
FIN DE LA ZARZUELA
Información obtenida en:
https://archive.org/details/laconfiterazarzu449barb
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