LA REINA DEL
DIRECTORIO
Zarzuela en tres actos, el secundo
dividido en dos cuadros.
Texto de José Juan Cadenas y Emilio
González del Castillo.
Música de Francisco Alonso.
Estrenada en el teatro de la Zarzuela,
de Madrid, el día 16 de abril de 1927.
REPARTO
(Estreno)
Teresa - Matilde Martín.
Josefina - Felisa Herrero.
Madame Recamier - Enriqueta Soler.
Bertina - Pilar Herrero.
Plácido Boncoeur - Antonio Palacios.
Bonaparte - Angel de León.
Michel - Emilio Vendrell.
Chatillón - Vicente Carrasco.
Fouché - Vicente Guillot.
Legarsón - Faustino Bretaño.
Bisoñé - Casimiro G. Morales.
Durand - Fernando Flaquer.
Gerard - Fernando Corao.
Polin - Manuel Lozano.
Tiberio / Jefe 1º de Policía - Eduardo
Hernández.
Jefe 2º de Policía - Mariano Llabona.
Secretario 1º - Pedro Ritoré.
Roustand / Rouget - Eduardo Stern.
Un Criado - Manuel Gaitán.
Damas, Polizontes, Maravillosas,
Increíbles, Oficiales, Petrimetres, Mujeres y Hombres del pueblo, etc., etc.
La acción en París, en 1800.
ACTO PRIMERO
En París, el año 1.800. Representa ser
la escena el interior de restaurant de las Pirámides. Las tres cuartas partes
del fondo, hacia la izquierda del actor, lo ocupan tres puertas muy grandes y
altas, de medio punto, con cristales pequeños, cuadrados. La del centro es
practicable. Detrás se ve la calle de Rívoli, de noche, iluminada por faroles
de reverbero. La cuarta parte derecha del foro avanza hacia el proscenio en un
entrante cuadrado, en cuya parte superior hay una pequeña galería de columnas;
a esa galería da acceso una escalera que comienza en el primer término derecha
del actor a continuación de una pequeña puertecita y sube hasta 1a galería.
Bajo la escalera, otra pequeña puerta. En la parte del entrante, entre la
escalera y el ángulo, o sea frente al público, el mostrador, detrás del cual
hay un dosel con guirnaldas, y sobre ellas, un retrato de Napoleón Bonaparte,
general vencedor en Lodi y Arcóle. En el mostrador, un sillón donde, a su
tiempo, se sienta Carlota, la dueña del restaurant, y desde allí da órdenes a
los mozos. En el testero lateral de la izquierda del actor, hay otras dos
puertecitas pequeñas, una en primero y otra en último término y entre ellas un
antiguo reloj de los de pie y pesas. La escena alumbrada por velas y quinqués.
La decoración a la moda del Directorio, con grecas y figuras sobre fondo claro.
Convenientemente dispuestas por la escena siete u ocho mesas con sillas. Dos de
las mesas en primer término, a ambos lados de la concha del apuntador.
Al levantarse el telón, el restaurant
está lleno de público; es la hora de la cena. Petrimetres de la época
(incroyables) merveilleuses, oficiales de húsares y dragones, ciudadanas y
ciudadanos, ocupan las mesas servidas; comen y cantan. Tiberio mozo del
restaurant, sirve apresurado. En una mesa del primer término (la derecha),
Gerard, un ciudadano joven, y Polin un petrimetre, hablan con animación. En el
centro de la escena Aquiles Bisoñé, peluquero de moda, cuenta a todos los
concurrentes, que ríen sus gracias irónicas, los chismes que correr por París.
(Música)
TODOS
Amenízanos la cena,
ciudadano Bisoñé,
admirable gacetilla
que nos cuenta cuanto ve.
Peluquero de las damas,
como gozas su favor,
tú sabrás, seguramente,
mucho más que el «Monitor»
UNOS
Cuéntanos.
OTROS
Bisoñé.
TODOS
¿Qué se dice por París?
BISOÑE
Pues se dice que la moda va a ponernos
en un tris,
de dejar al descubierto todo lo que no
se ve.
Se cuenta..., se comenta...,
y lo que no se sabe, se inventa.
Hoy día las damas, con el pelo corto,
me dejan absorto y no sé qué hacer.
Pues llevan los hombres melena rizada;
y, en cambio, pelada se ve a la mujer,
y ante un matrimonio yo exclamo corrido:
¿Mujer o marido? ¿Qué puede este ser?
TODOS
Ten cuidado, Bisoñé.
BISOÑE
La vida es así un purgatorio.
TODOS
Si un esbirro aquí te ve.
BISOÑE
¡Mecachis con el Directorio!
Es toda la moda de un gusto infernal,
y es poco vestido y es mucho enseñar.
Cuidado, sigilo,
no griten, que ya estoy en vilo.
Por menos un día
llenaban la conserjería.
II
Es hoy el divorcio la moda de Francia,
y es gran elegancia romper una unión;
y alguna señora, pidió en media hora,
de cuatro maridos la separación.
Yo tengo un cliente que pasa las
pues ya con las negras formó un batallón.
TODOS
Ten cuidado, Bisoñé...
etc., etc.
BISOÑE
Cuidado, sigilo,
no griten, que ya
Por menos un día
llenaban la conserjería.
TODOS
Pues ve con dudado, que estás señalado,
y por descarado se va a la prisión.
BISOÑE
¿Yo preso?
TODOS
Tú preso; por eso. ¡Chitón!
(Hablado)
PETRIMETRE 1º
Ciudadano Aquiles Bisoñé, tú que eres en
París el peluquero de moda de las damas, cuéntanos alguna nueva historieta. Pero
que sea escandalosa.
BISOÑE
Ciudadano; hoy por hoy, en París todas
las historias son escandalosas. (Todos ríen y él simula hablar con ellos)
GERARD
(Que está en la mesa de la derecha,
primer término con Polin, le habla en voz baja) Ya suponía yo que tu presencia en
París, y disfrazado, era para conspirar, pero, ¿a favor de quién?
POLIN
¡A favor de Francia! Gerard, no olvides
que luchamos juntos en Areola, tú eras soldado y yo alférez.
GERARD
¿Pero qué intentáis, y contra quién?
POLIN
Calla ahora. Nos miran...; guarda en tu
poder esa lista de nuestros compañeros de conspiración. A mí me persiguen. Desconfían...
(Le da una lista)
GERARD
¿Y cuándo te veré?
POLIN
Luego, en la plaza del Carrousel. No
faltes. (Se levanta y sale por el foro a tiempo que entran Bertina y Boncoeur.
Es éste un anciano de aspecto bondadoso; ella una muchacha humilde, pero joven
y hermosa, sobrina de Boncoeur, y que viste como las mujeres del pueblo)
BONCOEUR
(Dice muy atento y quitándose el
sombrero) ¡A la paz de Dios, señores!
BERTINA
¡Pero tío!...
BONCOEUR
Bertina; allí está Gerard, tu novio.
GERARD
(Se levanta y les saluda) Ciudadano
Plácido Boncoeur..., Bertina... (Al levantarse deja caer al suelo, sin
advertirlo, la lista que le dieron a guardar)
BONCOEUR
¡Por los clavos de nuestro Señor, no me
llames ciudadano! Me molesta. Acostumbrado a que todos me nombrasen Padre
Plácido...
BERTINA
¿Olvidáis que estamos en París y que la
república persigue a sus enemigos?
BONCOEUR
¿Y qué pecados he podido yo cometer
bautizando, casando y perdonando a mis feligreses en un curato de Normandía?
BERTINA
¿Qué vamos a pedir de cena? (Tiberio
pone la mesa)
BONCOEUR
Pide poca cosa y baratita. Mis ahorros
están ya «in articulo mortis».
GERARD
Traednos sopa y algún guisado.
BONCOEUR
Ya está puesta la mesa. Voy a
bendecir... ¡No, caramba, que pueden verme y... (A Tiberio, que va a irse)
Oye..., ciudadano mozo. ¿Tendrías la ciudadana amabilidad de traerme un
diario?...
TIBERIO
Aquí tengo uno... «La Guillotina roja».
Es el más avanzado de todos...
BONCOEUR
Es igual... Venga... (Tiberio se lo
entrega y se acerca a la mesa de los otros. Boncoeur extiende el periódico
corno bata leerlo, y tapándose con él, de modo que le vea el público, pero no
los demás. Bendice la mesa y se santigua) Bendigo esta mesa y el pan del
Señor... «In nomine Patri et Filio et Spiritu Sancto.»
BISOÑE
(A Tiberio) ¿Quién es aquel que lee la «Guillotina
roja»?
TIBERIO
Debe ser un revolucionario terrible.
Está leyendo hasta el pie de imprenta.
PETRIMETRE 1º
Ve a saludarle, y no te achiques.
BISOÑE
Si él es revolucionario, yo más. (Se
acerca a la mesa de Boncoeur; éste, al verle venir, hace que lee nerviosamente para
disimular)
BONCOEUR
(A los otros) ¡Callad! Viene allí uno
que tiene aires de jacobino. (Hace que lee los epígrafes) «Fusilamientos en masa»...
«Las cárceles de Lyon»... «Gran matanza»...
BISOÑE
(Con aire terrible) ¡Sangre y
exterminio, ciudadano!
BONCOEUR
(Azoradísimo, lee apresuradamente) «Gran
matanza...; se despacha jamón a veinte sueldos...; tocino, a diez..., embutidos...»
BISOÑE
¿Eres parisién?
BONCOEUR
No, de Normandía.
BISOÑE
¿Conocerás algún «sans culotte»?
BONCOEUR
¿Sans culotte? (Aparte) (¿Qué santo será
ese?)
BISOÑE
¿Algún revolucionario que responda por
ti?
BONCOEUR
Conozco uno...
BISOÑE
¿Qué hizo en los días del terror?
BONCOEUR
Sufrir las iras de los tiranos por
lanzar a los cuatro vientos sus ideas de libertad, igualdad y fraternidad.
BISOÑE
¿Pero le harían algo?
BONCOEUR
Sí. Condenarle a muerte.
BISOÑE
¡Ese fue un republicano! Dime su nombre
para repetirle...
BONCOEUR
Con mucho gusto. Se llamaba Jesús de
Nazareth.
BISOÑE
¿Eh? ¿Pero ciudadano, tú eres...?
BONCOEUR
Cura en Normandía. Tuve que huir, y me
refugié en París.
BERTINA
Tío, por favor...
BISOÑE
Entonces, ese periódico que leíais...
«La Guillotina roja»...
BONCOEUR
No leía... Me ocultaba con él para
bendecir; pero como esa cobardía no es digna de un cristiano, fuera tapujos. ¡Seré
mártir! (Poniéndose en pie) ¡A mí las fieras del circo ¡A mí los tigres y los
leones de Nerón! Me santiguo ante todos... (Haciéndolo puesto de pie, y en voz
alta) Por la señal de la Santa Cruz.
BERTINA
(A la vez) ¡Tío!
GERARD
(Idem) ¡Está loco!
BONCOEUR
(Como si se dirigiese a un ser celeste)
¡San Pedro así se hace, sin esperar a que cante el gallo!
TODOS
(Ríen a carcajadas) ¡ja, ja, ja!
BISOÑE
¡Bravo, ciudadano cura!
BONCOEUR
Nada; que no sirvo ni para el
martirologio.
TIBERIO
(Sirviéndoles) La sopa.
BERTINA
A comer.
BONCOEUR
Santa palabra.
BISOÑE
(Que ve entrar por el foro al coronel
Durand, va a su encuentro. El coronel viene de uniforme de gala. Bisoñé le dice
haciéndole grandes zalemas) Ciudadano coronel. ¿Cómo venís a este restaurant?
DURAND
Por curiosidad. Me han afirmado que la
dueña es un mujer deliciosa.
BISOÑE
¡Como para envidiar al marido!
DURAND
¿Quién es?
BISOÑE
Un aldeano más viejo que ella. Tomaron
en traspaso este restaurant, pero con tan mala fortuna que a los dos días se instaló
el primer Cónsul en las Tullerías, y como para venir sólo hay que atravesar la
plaza del Carrousel...
DURAND
Me aseguran que Michel..., el capitán
que se aloja aquí... corteja a la hostelera.
BISOÑE
El jura por su honor, que no hay nada.
DURAND
Michel, él ayudante de campo preferido
de Bonaparte es apuesto e inteligente. Yo creo que el marido hace mal en no estar
celoso.
BISOÑE
¡Silencio! ¡Ella! (Mostrando a Carlota,
que aparece en lo alto de la escalera) ¿Qué tal?
DURAND
¡Soberbia mujer!
CARLOTA
(Asomando a la barandilla) ¡Buen
apetito, ciudadanos! (Baja a escena. Es una hermosa mujer, de trenzas rubia de
aire aldeano, pero viva, simpática. Viste la cofia y el traje del pueblo en provincias.
Oficiales y petimetres, salvo alguno que quedan en las mesas con las
«Merveilleuses», se levantan y la rodean)
(Música)
ELLOS
Flor del pueblo, encendida amapola,
de tus labios es rojo el color.
Tu belleza parece española,
y tu pelo es de rayos de sol.
CARLOTA
Déjense de flores, que yo soy muy llana,
y es mucha finura para una aldeana;
yo, aunque me reciban con esa etiqueta,
no suelto la cofia ni la pañoleta.
ELLOS
Del jardín encantado de Francia,
eres flor que soñé cultivar.
Eres rosa de suave fragancia,
que de amores nos hace soñar.
CARLOTA
Como soy bordelesa,
como soy del Midi,
en la corte francesa
la gente traviesa
se ríe de mí.
Yo quisiera ser fina,
como la parisién,
pero soy girondina,
como ustedes me ven.
En mi tierra aprendí
a reír y a cantar.
Bordelesa nací,
sólo sé vendimiar
uvas como un rubí,
que hacen luego soñar.
Como soy bordelesa,
como soy de Bordó,
mi marido confiesa,
si ardiente me besa,
que se emborrachó.
TODOS
¡Ay, gentil bordelesa!... No te quiero
mirar,
que tus labios de fresa, son dulce
promesa,
que invita a besar.
CARLOTA
Del tamboril, al dulce son,
danza la aldeana entre vides de oro y
grana
Y en su latir, el corazón,
sigue el tamboril, mientras entona su
canción.
El trigo en el molino ha de acabar,
las uvas en el fondo del lagar,
y la mujer con un querer,
acaba siempre por caer.
TODOS
El trigo en el molino ha de acabar,
las uvas en el fondo del lagar.
CARLOTA
Y la mujer con un querer,
acaba siempre por caer.
Ah, lalala... lalala...
(Hablado)
CHATILLON
(Entra y dice, hablado sencillamente)
¡Buenas noches!
TODOS
(Unos a otros, en voz baja, como si
corriera la noticia) El marido...
BISOÑE
¡El marido! (Chatillón es el dueño del
restaurant. Su traje y sus maneras son del pueblo. Es un hombre de unos cincuenta
años; lleva delantal para servir)
CHATILLON
¡Moscones! ¿No habrán visto nunca un
mujer en París?
BISOÑE
Tan hermosa como la vuestra, no;
ciudadano Chatillón.
DURAND
Puedes afirmarlo.
CHATILLON
Gracias, coronel.
BISOÑE
CHATILLON
¡Qué hombre vuestro general...! ¡Qué
victorias las de Rívoli y Areola...! ¡Y el 18 Brumario...! ¡Con razón es el
ídolo de la Francia!
DURAND
(A Tiberio) Una botella para brindar por
él, ciudadano. (Tiberio va por ella)
CHATILLON
¡De corazón!
DURAND
Y si vuestra esposa nos quiere
acompañar...
CHATILLON
¡Honradísima! (La llama) Carlota, ven...
(Ella se acerca) Excúsenla... Es una aldeana, como yo... Nos faltan maneras...
CARLOTA
(Reverencia torpe y paleta)
Ciudadanos...
DURAND
Es francamente adorable, y en su puesto,
ciudadano Chatillón, yo no estaría tranquilo, con una mujer así.
CHATILLON
No la conocéis. Es franca y noble...
CARLOTA
En la Gironda, cuando una bordelesa da
su palabra, es sagrada.
TIBERIO
(Deja botellas, que descorcha y sirve)
¡Champagne!
DURAND
¡Bebamos a la salud del primer cónsul!
CHATILLON
¡Del héroe de la Francia!
CARLOTA
¡A su salud! (Beben y chocan copas)
CHATILLON
Esta noche va a la función de la Opera...
DURAND
Sí. Yo estoy designado para acompañar en
el coche Josefina... Salen a las siete.
CHATILLON
¿A las siete? Estaré en la calle para
darle vivas. ¡Ya me oiréis! ¡Viva Bonaparte...! Mirad. (Señala el retrato de Napoleón
que hay sobre el mostrador) Ahí está su retrato... En el sitio de honor de mi
establecimiento.
CARLOTA
Tenemos algo mejor aún.
DURAND
¿Qué es?
CARLOTA
El sombrero de Napoleón Bonaparte.
DURAND
¿El sombrero?
CHATILLON
Los anteriores dueños lo incluyeron en
el traspaso.
CARLOTA
Y es... el justificante de una antigua
deuda...
BISOÑE
¿Una deuda del primer cónsul?
CARLOTA
Antes no era primer cónsul... Y un
día... (Va al mostrador y saca un tricornio)
(Música)
CARLOTA
El otro dueño nos decía:
«Antes venía a este figón
un tenientillo de Artillería,
que se llamaba Napoleón.
Un día vino sin dinero,
y en el momento de pagar,
dio como prenda su sombrero,
porque era poco de fiar.»
Y al entregarlo,
le dijo así:
«Este sombrero
que yo te di,
buen figonero,
guárdele aquí.
Si me lo pierdes,
¡pobre de ti...!
Soy un oficial y me has de ver de
mariscal,
porque en mi nación sabré poner el ideal
para vencer.
Mucha atención. Dueño del figón,
¡que éste es el sombrero
de Napoleón!
TODOS
Soy, etc.
MICHEL
(Aparece en la puerta del foro, seguido
de varios oficiales. Viene vestido de uniforme de diario, con capote. Es
capitán de Húsares. Ha oído lo anterior, y saluda, diciendo)
Buenas noches, ciudadanos.
Salud a todos.
CARLOTA
(Se vuelve y le ve) Michel...
DURAND
(Aparte a Bisoñé) (¡Qué emoción!)
BISOÑE
¡Cómo le mira!
DURAND
Ha temblado al llegar él...
MICHEL
Buenas noches, ciudadanos (Cuadrándose)
a la orden, coronel.
Pero quiero, gentil Carlota,
completar vuestra narración
refiriendo una nueva histeria
del sombrero de Napoleón.
CARLOTA
¿De deudas, tal vez?
MICHEL
¡De noble valor!
ÍI
Cuando de Areola en la batalla
hubo un instante de temor,
desafiando la metralla
supo probarnos su valor.
En la victoria fue el primero,
y cuando yo tras él llegué...
en las dos alas del sombrero
diez agujeros le conté...
Firme el saludo
de honor rendí...,
cuando a mi lado
pasar le vi.
Y su sombrero
luego cogí,
y a mis soldados
les dije así:
«Ese general, que en la batalla es un
león,
fama universal dará algún día a su
nación,
y ha de vencer.»
¡El escuadrón
rinda admiración,
que éste es el sombrero
de Napoleón!
TODOS
Ese, etc.
(Hablado)
DURAND
Admirable, ciudadanos. Veo que aquí
tiene nuestro general sus más fervorosos admiradores. (A Michel) ¿Venís?
MICHEL
He de vestirme de gala; voy con mi
general a la función de la Opera.
CHATILLON
¡Tiberio! ¡Pronto, la cena del capitán!
(Mutis cocina primero izquierda)
DURAND
Y yo a acompañar a Josefina.
BISOÑE
¡Es verdad, que hay gala en la Opera! ¡Mis
parroquianas estarán esperándome con el pelo tendido! Menos mal que todas llegan
siempre al segundo acto. (Se despide y va con los otros a ponerse la capa en
las perchas laterales)
MICHEL
Hasta luego entonces.
DURAND
(Saludando a Carlota) Ciudadana...
CARLOTA
(Reverencia torpe) Señores... (Mutis de
Durand y Bisoñé)
BONCOEUR
(A los suyos) ¿A dónde irán?
GERARD
A la función de gala de la Opera...
BERTINA
Me gustaría ver el desfile de las
grandes damas.
BONCOEUR
Id, si queráis dar una vuelta. Yo os
recogeré luego en la plaza del Carrousel. Ahora voy a escribir a Fouché, José
Fouché, mi. compañero de estudios, a ver si me coloca. Acabo de saber que es
nada menos que ministro.
GERARD
¡Buena suerte! (Hacen mutis foro)
CARLOTA
(A Michel) ¿Qué os sirven de cena?
MICHEL
Me es igual. Tengo poco tiempo. He de
vestirme para la fiesta.
CARLOTA
¡Qué hermosa será!
MICHEL
Mucho... ¡Y pensar que un día podíais
ser en ella la admiración de todos!
CARLOTA
¿Yo?
MICHEL
Veréis... El primer cónsul me distingue;
en la próxima campaña seré coronel, y a los treinta, general; Bonaparte lo fue a
los veinticinco. SÍ os casáis conmigo, seréis generala, como Josefina.
CARLOTA
¿Y mi marido que lo parta un rayo?
MICHEL
Basta con que os divorciéis. ¡En París
es hoy tan fácil! La mujer de Lebrum, en un mes, se ha divorciado cuatro veces,
y la hermosa Madame Tallien, la española Teresa Cabarrús, lleva ya tres maridos:
Tallien, Barrás y el Príncipe de Chimey.
CARLOTA
(Interesada) ¿La conocéis?
MICHEL
¿A Teresa Cabarrús?... ¡No!... Es una
mujer frívola y coqueta... No tengo interés alguno...
CARLOTA
(Echándose a reír) ¡Ja, ja, ja!...
MICHEL
¿De qué os reís?
CARLOTA
Del divorcio. Vestíos..., señor
capitán... Bonaparte os espera.
MICHEL
Todo lo olvido a vuestro lado. (Ella, le
empuja. Hacen mutis. Michel por segunda izquierda. Carlota por primera derecha)
BONCOEUR
Bueno, y ahora no tengo papel para el
borrador de la carta al ministro... Aquí mismo, en éste que hay en el suelo.
Señor: dame elocuencia persuasiva. (Escribe) Ciudadano ministro; dos puntos»...
FOUCHE(Por el foro, seguido de Legarsón,
jefe de Policía) Ordenad que se redoble la vigilancia en el trayecto de la
comitiva...
LEGARSON
¿Qué teméis, ciudadano ministro?
FOUCHE
No sé... Hay tantos enemigos... Dadles
órdenes severísimas a los agentes... Yo espero aquí.
LEGARSON
Ciudadano Fouché... (Mutis foro)
FOUCHE
(Acercándose a la mesa de Boncoeur. Este
ha quedado solo en escena) ¡Uno que escribe! Un literato... Porque para enamorado
ya es viejo... Acaso un libelista. (Se acerca de puntillas a ver si lee) Voy a
enterarme.
BONCOEUR
«Ciudadano ministro José Fouché (Ha
escrito afanoso y ahora lee lo escrito): Cuando de muchachos íbamos juntos al colegio
del padre Bontemps, ¿recuerdas a un muchacho rubio que se llamaba Plácido Boncoeur
de Gratiflan?»
FOUCHE
(Aparte) (Es él... Boncoeur... Y está
escribiéndome) (Lee por encima del hombro de Boncoeur lo que escribió éste)
BONCOEUR
«Aquel muchacho fue cura en Normandía y
víctima hoy de la revolución»...
FOUCHE
Ciudadano...
BONCOEUR
¿Eh? (Levantando la cabeza) Perdonad...
Estaba escribiendo a mi amigo José...
FOUCHE
¿José Fouché, el ministro?
BONCOEUR
¿Cómo?
FOUCHE
¿Le recordaréis, seguramente, que os
educasteis juntos con el padre Bontemps?...
BONCOEUR
(Muy sorprendido) Claro que sí...
FOUCHE
Y vuestros juegos, vuestras riñas...,
aquella tarde en que Fouché luchaba con un grandullón...
BONCOEUR
(Estupefacto) Peyrat...
FOUCHE
Y tú le defendiste heroicamente.
BONCOEUR
¿Cómo te... ti..., digo... tú...?
¡Fouché de mi alma! ¡Ministro de mi corazón! ¿Pero me reconoces?
FOUCHE
Y hace una hora que debías haberme
abrazado... Sabía que estabas en París, pero ignoraba dónde. ¿Por qué no me
visitaste?
BONCOEUR
¿Cómo iba a saber que eras ministro?
Pero ahora que estoy enterado te voy a pedir...
FOUCHE
Ve mañana al Ministerio. Ahora he de
ocuparme de algo más importante...
BONCOEUR
Es un momento... Acabo en medio
minuto... Verás..., me quedé sin curato... cuando el terror... y vine a
París...
FOUCHE
Abrevia, que tengo prisa y no puedo
entretenerme.
BONCOEUR
Lo que quiero decirte..., es que
necesito una plaza de cualquier cosa..., en tus oficinas...
FOUCHE
¿En mis oficinas? Ve mañana al
Ministerio, y si no puedes verme, díselo a Legarsón.
BONCOEUR
¿Quién es?
FOUCHE
Mi segundo.
BONCOEUR
Es que, ¿sabes? Habrás de apuntármelo,
porque tengo mala memoria para los nombres.
LEGARSON
(Entrando por el foro, apresurado)
Ciudadano ministro.
FOUCHE
¿Qué ocurre?
BONCOEUR
(Aparte) (¡Ay!, que me lo quitan sin
resolver nada)
LEGARSON
El primer cónsul desea hablaros. Ha
enviado ya dos correos.
FOUCHE
Voy allá... (Va a salir)
BONCOEUR
Un momento...; Fouché, amigo mío... Me
habías hablado de un tal Golondrón o Livarón...
FOUCHE
Legarsón. Es éste... (Queriendo irse)
BONCOEUR
Pues dile algo de lo mío.
FOUCHE
Sí..., sí..., ahora... (Cambiando de
idea) Oiga, Legarsón... La llamada del primer cónsul me hace pensar que sabe
alguna cosa. Por intuición estoy convencido de que algo grave se prepara.
BONCOEUR
Pero lo mío... lo mío..., José...
FOUCHE
Sí, ahora... Redoble la vigilancia,
Legarsón... Registros, detenciones... Todo es preciso. El tiempo apremia... (Va
a salir)
BONCOEUR
Pero, José... ¡Por las once mil
vírgenes! ¡Que no le dices nada de mi asunto!...
FOUCHE
¡Ah, sí!... (Señalándole) Es un hombre
activo, inteligente... Me intereso por él..., pero de veras... Necesita
colocarse. (El le explicará... Complázcale en seguida..., en seguida... Adiós!,
adiós... (Sale corriendo)
BONCOEUR
Adiós, José de mi alma Salvador de tu
pobre amigo!... ¡Por fin! ¡Gracias, Dios mío! (A Legarsón, ofreciéndole una
silla. ) Y ahora, hablemos nosotros, señor Legañón.
LEGARSON
(Queriéndose ir) Mañana, a las nueve.
Hoy tengo prisa.
BONCOEUR
Más tengo yo de conseguir la plaza v
cobrar... Y puesto que el ministro lo ha ordenado...
LEGARSON
Bien; acabemos. ¿Su nombre?
BONCOEUR
Plácido Boncoeur de Gratiflán.
LEGARSON
¿Domicilio...?
BONCOEUR
Pepinier, 23, piso 5. (Aparte) (A ver
qué plaza me da este hombre)
LEGARSON
¿Discreto?
BONCOEUR
Un pozo. Comprenderéis que por mi
profesión...
LEGARSON
Fouché no se equivoca, y cuando le cree
capaz de todo, es por algo... ¿Supongo que la intención del ministro es agregarle
a mi gabinete?...
BONCOEUR
¿Al gabinete?
LEGARSON
Veinte francos por día... Tenga los de
hoy. (Se los da) Todas las mañanas recibirá otro tanto.
BONCOEUR
(Aparte) (Veinte francos al día..., soy
millonario) (Alto) ¿Y qué tengo que hacer?
LEGARSON
Por ahora... Frecuente los paseos más
concurridos..., los teatros..., los mejores restaurants..., los cafés de gran
tono...
BONCOEUR
Es un cargo magnífico.
LEGARSON
Y todas las mañanas, a las nueve, en mi
despacho, a contarme cosas durante diez minutos.
BONCOEUR
¿Pero qué cosas?
LEGARSON
Lo que oiga, lo que vea, lo que le
cuenten...
BONCOEUR
(Aparte) (Vamos, este señor debe ser un
poco chismoso...) (Alto) ¿Y después?
LEGARSON
Vuelta a pasear.
BONCOEUR
¿Sí? (Asombrado y aparte) (Me encontrará
gordo y quiere que adelgace)
LEGARSON
Ya sabéis; mañana, a las nueve, en el
hotel del ministro, muelle de Voltaire... Voy a extenderos un salvoconducto para
que os dejen pasar por la puerta secreta... ¿Un papel blanco?
BONCOEUR
Aquí mismo... (Le da el de la instancia)
POLIN
(Que entra por el foro, a Chatillón, que
entra por lado distinto) ¿Qué hay?
CHATILLON
¡Silencio! (Con misterio) Es el jefe de
policía.
POLIN
Quietos, entonces.
CHATILLON
Ni un gesto, ni una palabra. (Hace mutis
dejando en escena a Polín y grita a los de la cocina) ¡Un cubierto para el ciudadano!
LEGARSON
Ahí tenéis el salvoconducto. No extiendo
nombramiento, puesto que es servicio particular. Hasta la vista, ciudadano, y,
¡paseo! ¡siempre al paseo!... ¡al paseo! (Mutis)
BONCOEUR
Hasta mañana, ciudadano Lebastón. Me da
veinte francos al día y me manda a paseo... ¡Es una plaza deliciosa!... Voy a
dar a esos chicos la grata nueva. ¡Les diré lo que soy!...
Bueno, lo que soy, no lo sé; pero tengo
veinte francos diarios. ¡Lara, lala, lala!... (Vase tarareando algo anterior,
contentísimo)
CHATILLON
(Apenas desaparecen por el foro Boncoeur;
sale a escena) Es otro hombre de modales distinguidos) ¿Se fueron?
POLIN
Sí.
CHATILLON
¿Está todo prevenido.
POLIN
La cuba cargada hasta la boca, el
cabriolet, preparado para detener el coche... Subiremos en él, cuando el
cortejo llegue a esta calle.
CHATILLON
A las siete en punto saldrá de las
Tullerías, y al momento pasará por aquí. ¡Ahora no se escapa!
POLIN
¿Y Rouget? Me dijo antes que la policía
le sigue la pista.
CHATILLON
Como se empeña en esconderse, llama la
atención. ; Qué poco sospechan de mí, que vivo entre ellos!
POLIN
¿Y quién podría reconocer en el tosco
figonero Chatillón al príncipe de Chimey? El disfraz es habilísimo.
CHATILLON
Más hábil es lo de mi mujer. ¿Quién
podría descubrirla bajo el disfraz de Carlota la Bordelesa.
POLIN
¿Y tu mujer nos ayuda?
CHATILLON
Mi mujer, únicamente sabe que trabajamos
por que vuelva el rey con todos sus nobles. Y eso es seguro. Antes de una hora
caerá para siempre el nuevo tirano, sin que nadie pueda impedirlo. (De súbito
se abre la puerta del foro y entra Rouget que corre a ocultarse ante el
mostrador)
POLIN
¡Rouget! ¿Qué ocurre?
ROUGET
Me persiguen. Creí haberles despistado,
pero acabo de encontrarles en la calle de Rívoli. Necesito cambiar de traje.
CHATILLON
Toma el mío, mi delantal... Dame el
tuyo... (Cambian de traje rápidamente) Seguramente así les despistas. (A Polín)
Ve tú a ver, no nos sorprendan... (Polín va al foro y vuelve rápidamente)
POLIN
¡Cuidado! Vienen policías...
CHATILLON
Ocúltate aquí... ¡Pronto! (Empuja a
Rouget a la puerta del primero izquierda) A la cocina, (Mutis Rouget)
CARLOTA
¿Eh? ¿Qué os ocurre? ¿Esa agitación...?
CHATILLON
Vienen policías... Hay que
despistarles... Yo arriba espero... (Suben por las escaleras Chatillón y Polín)
CARLOTA
Descuidad... ¿Qué hacer? Ah, sí... Es lo
mejor. (Hace mutis para salir en seguida con perol y cuchara de madera batiendo
chantilly)
(Música)
Policías primero, segunda, tercero,
cuarto, quinto y sexto. Todos con el típico aspecto: los bastones retorcidos,
los grandes y peludos sombreros con cinta y hebilla. Salen a tiempo dentro de
la música, como proyectados, muy justo, muy medido.
POLICIAS
Entrad sin ruido,
con gran cautela,
que la misión hay que cumplir
y el tiempo vuela.
Nos lo ordenaron
los superiores,
y es necesario descubrir
conspiradores
en el restaurant.
CARLOTA
Pasad aprisa,
que no se os niega,
pero empezad a registrar
por la bodega.
TRES POLICIAS
Bajad vosotros,
y olfato fino.
CARLOTA
Entrad ahí,
mientras termino el chantilly.
(Entran tres en lateral derecha)
Chantilly, chantilly,
crema de la crema.
Es la clara
sin la yema.
Esperad..., esperad,
que es su punto así... (Alza la cuchara)
POLICIAS
¡Ay, qué rico chantilly!
CARLOTA
Pruébenlo. Pruébenlo. Pruébenlo,
que ninguna lo hará igual que yo.
El batido, muy seguido,
pues se espesa y se corta si no.
POLICIAS
¡Para mí! ¡Para mí! ¡Para mí!,
con tus manos hacerlo te vi,
y a tu esposo..., si es goloso,
ya me explico que le guste el chantilly.
LOS TRES POLICIAS
(Alegres. Salen del lateral)
De la bodega
ya sé el camino. (Aparte a los otros)
(Y oye, en secreto,
cuando bajes prueba el vino)
LOS OTROS
—¿Es delicioso?
LOS TRES POLICIAS
—¡Es ambrosía!
¡Sólo probarlo, te rebosa
LOS OTROS
—No me digas más.
Los dos toneles
son de primera
y agárrate que si -no ruedas la
escalera.
Bajemos pronto
que espera el vino.
CARLOTA
—Entrad ahí,
mientras termino
el chantilly.
Chantilly, chantilly,
crema de la crema
es la clara
sin la yema.
etc., etc.
POLICIAS
Ya he comprendido
que aquí no hay nada.
Ya hemos cumplido
la obligación sagrada.
(Van haciendo mutis cómicamente. Ella
les pone bigotes con la cuchara llena de chantilly. En la puerta ya, cantan)
¡Hostelera! (Melosos) ¿Quién pudiera?...
CARLOTA
—¡Está visto que les gusta el chantilly!
(Mutis, a tiempo los policías)
(Hablado)
CHATILLON
Bravo, Teresa. Habéis estado admirable.
(Al lateral, a los otros) Salid ahora. Es la ocasión. (Les acompaña hasta la puerta,
y vuelve. Ella y él, entonces, recobran las altivas maneras de cortesanos)
Gracias, amiga mía.
CARLOTA
Príncipe de Chimay, llevo vuestro nombre
y os debo lealtad y consideraciones.
CHATILLON
Todo, menos amor...
CARLOTA
Es lo convenido.
CHATILLON
Sois altiva, como española; no desmentís
la alta nobleza de vuestro padre, mi amigo el conde de Cabarrús, modelo de
caballeros.
CARLOTA
Por los grandes favores que a él le
hicisteis, os di mi mano al divorciarme de Barrás.
CHATILLON
Ese vanidoso,.. ¡Qué diferencia de él a
Tallien, vuestro primer marido...
CARLOTA
¿A qué recordar el pasado? Me figuro que
no vais ahora a mostraros celoso... No puede sentir celos quien no obtuvo el
amor...
CHATILLON
Pero sí el apoyo de vuestra lealtad, y a
ella recurro de nuevo, Teresa Cabarrús, para que salvéis a un amigo.
CARLOTA
¿De quién se trata?
CHATILLON
Del capitán Michel. Ya sabéis que hice
cuanto pude por retenerle a nuestro lado. Necesitaba de su presencia aquí para
que todos confiasen. Nadie sospecha de un hombre en cuya casa se aloja un
ayudante del primer cónsul... Y eso que el oficial os hizo !a corte
descaradamente.
CARLOTA
¿Tenéis algo que reprocharme?
CHATILLON
No. Sois la más noble de las mujeres.
CARLOTA
Hablad sin rodeos.
CHATILLON
Un grave peligro amenaza al capitán
Michel. Si deseáis salvarle, entretenedle. No le dejéis salir de esta casa.
CARLOTA
Príncipe... Ya sabéis que Michel me hace
el amor.
CHATILLON
Vos sabréis defenderos. Prolongad su
cena media hora...
CARLOTA
Es mucho tiempo para un enamorado...
CHATILLON
Es poco para una mujer como vos... ¿Qué
contestáis? Yo he de salir ahora.
CARLOTA
Sea... Pero... Volved pronto,
Príncipe...
CHATILLON
¿Y si no volviera?.
CARLOTA
¿Qué decís?... Explicadme...
CHATILLON
¡Oh! No os alarméis... Hasta pronto,
Teresa...
CARLOTA
Adiós. Id sin cuidado. (Mutis de
Chatillón. Carlota, o sor Teresa, a quien se llamará así desde ahora, ha ido al
foro a despedirle. Al volver a escena, está en el quicio de la puerta el capitán
Michel, que, con uniforme de gala, presencia la despedida)
(Recitado)
MICHEL
(Con un poco de ironía)
¡Qué tierno adiós! Sentís pena?
TERESA
Chatillón tuvo que hacer...
(Con intención)
Y... va a tardar en volver...
MICHEL
(Encantado) ¿Ah, sí?
TERESA
¿Se os sirve la cena?
MICHEL
(Fingiendo indiferencia)
Ya que os empeñáis.
TERESA
(Al lateral izquierda, imperativa)
¡Deprisa, la cena del capitán!
MICHEL
(Acercándose amoroso)
Carlota...
TERESA
(Fingiendo que toma su interés por prisa)
No tardarán.
¿Qué queréis?
MICHEL
(Galante)
Una sonrisa.
TERESA
(Burlona)
Si seguís con las miradas
lánguidas que me ponéis
antes de poco, veréis,
no sonrisas, carcajadas.
MICHEL
—¿Ya os burláis?
TERESA
Si os ofendí,
perdonadme.
MICHEL
Nada de eso.
TIBERIO
(Sale con ella y la deja en manos de
Teresa)
La sopa.
TERESA
(Fingiendo indignación)
¿Cómo? ¿Sin queso?
MICHEL
(Queriendo tomarla)
Es igual.
TERESA
(Se la quita)
No. Traed aquí.
(Mira el cuadrante y dice)
(Son menos veinte)
(Tras de echarle queso)
Probad
esta sopa.
MICHEL
(Lo hace)
Está exquisita.
TERESA
(Acercándose a él)
—¿Os gusta?
MICHEL
¡Sois tan bonita!
(Mientras la mira embobado va a.
llevarse la cuchara a la boca. Ella le detiene y dice)
TERESA
—Qué está que abrasa. ¡Soplad!
MICHEL
(Riendo)
—Coqueta...
TERESA
(Mimosa)
Y vos un ingrato;
os evito que os queméis...
MICHEL
Sí, pero me entretenéis
y es ya tarde.
TERESA
(Viendo entrar por la izquierda a
Tiberio que trae el asado)
¡El otro plato!
(Rechazándole suavemente)
Comed...
MICHEL
(Se levanta molesto)
Ya no quiero más.
TERESA
(Coqueta)
¿Os enfadasteis?
MICHEL
(Alejándose de. ella contrariado) Me
hiere
la burla, y quien no me quiere
no me vuelve a ver jamás.
Sois frívola y mi amargura
bien se ve cuanto os divierte...
TERESA
(Aparte)
—(¿Pero es qué este hombre no advierte
que me gusta con locura?)
MICHEL
—Sabed que ni soy cobarde,
ni timorato, ni tonto...
TERESA
(Aparte)
(¡Ay, marido! Vuelve pronto;
vuelve pronto, o vuelves tarde).
MICHEL
—Y llegué a la insensatez
muchas veces con las damas...
TERESA
(Aparte)
(¿A qué se anda por las ramas?
¡Qué se atreva de una vez!)
MICHEL
Que amor que no se comparte,
con los obstáculos crece...
¿Qué me decís?
TERESA
¿No os parece
que hablemos de Bonaparte?
CARLOTA
¿Tiene enemigos?
MICHEL
Mortales:
emigrados, jacobinos,
vendeanos, guardias reales,
chuanes y girondinos,
unos porque en su persona
envidian tanta arrogancia,
y otros porque creen que a Francia
le ha de salvar la corona,
¿quién quita que un asesino,
conociendo su valor,
agazapado y traidor,
le hiera hoy en el camino?
TERESA
¡Qué horror! No os dejo partir.
MICHEL
¿Por qué?
TERESA
Después de asustarme...
MICHEL
¿Qué importa?
TERESA
(Grito del alma)
¡No ha de importarme
pensar que vais a morir!
MICHEL
(Encantado de oírla)
¿Qué decís?
TERESA
Dios es testigo
de mi angustia y mi temor...
¡Hablad, si queréis, de amor,
pero quedaos conmigo!
MICHEL
Lo haré si de vos escucho
palabras de amor, ternezas...
TERESA
(Muy cerca de él)
¿Os agradan las cerezas?
MICHEL
Si es en vuestros labios, mucho.
TERESA
¡Qué pícaro!
MICHEL
No os inquiete
por mi amor el qué dirán...
TERESA
Tomad postre, capitán.
(Ve el reloj y se queda de una pieza)
!El reloj va a dar las siete!
(Música)
TERESA
Tan aprisa el tiempo pasa,
que su cena terminó;
para retenerle en casa,
voy a atrasar el reloj.
(Va al reloj de pesas de la, izquierda.
Sube en una pequeña escalerita que hay junto a él y atrasa el reloj, según lo
dice, pero de pronto éste comienza a sonar. Michel lo oye, vuelve la cabeza y
la ve, echándose a reír de su travesura)
MICHEL
Diez minutos, veinte, treinta...,
inocente es el ardid,
pero amor es quien lo inventa,
y amor siempre da en el quid.
(Da el reloj horas)
TERESA
¡Ah!...
(Al verla, risueño, corre a su lado,
amenazándole, en cómico)
MICHEL
¿Qué es eso? ¡La traidora
hizo al cuadrante mentir!
Pero yo soy juez ahora
y el castigo va a sufrir.
TERESA
(Mimosa)
¡No! ¡No!... ¡Perdón!
(La coge él en brazos y la lleva al
primero derecha. Coloca un pie sobre el taburete, y la sienta sobre su rodilla.
Si la artista pesa demasiado , se hará el juego persiguiéndose)
MICHEL
¡No hay piedad ni compasión!
TERESA
(Mimosa y contrita)
¡Mi delito le confieso!,
y el castigo sufriré...
MICHEL
El castigo que hay por eso...
Es un beso...
TERESA
(Bajando los ojos. Pianísimo)
Démele... (Beso)
Amor mío... Suélteme.
MICHEL
En el sueño de mi vida
ya llegó el amanecer.
¡Serás mía!
TERESA
¡No puedo!
MICHEL
¿No me quieres?
TERESA
¡Tengo miedo!
MICHEL
¿Por qué tiemblas, si te espera
del amor la primavera?
TERESA
¡Ah! Girondina,
soy leal para el que quiero,
si en amores me adivina. .
Girondina,
y si un día en su alma clavan
hondos celos una espina,
yo quisiera
arrancar con mi ternura
esa espina traicionera.
Esa espina..., como en la divina, frente
la arrancó la golondrina.
MICHEL
Sígueme, golondrina,
que no sabes lo que te adoro,
para escalar el cielo
tiene amor unas alas de oro.
Libres son cielo y mar,
para poder volar.
¡Ah!... Girondina,
que ha venido de otras tierras,
como alegre golondrina.
TERESA
Volar, como la golondrina.
MICHEL
Girondina.
El amor que yo soñaba
en tus ojos se adivina.
Yo te pido,
que me ayudes, golondrina,
para hacer los dos el nido.
Girondina,
que ha venido de otras cierras,
como alegre golondrina.
TERESA
¡Quién fuese golondrina
y pudiera al azul volar!
(Recitado)
(Orquesta hasta el final del acto. Muy
piano, y nota tenida en trémolo. Se oye lejana una marcha de cornetas. Es el
primer cónsul, que llega)
MICHEL
¡Ah! (Pausa. Queriendo besarla)
¡Carlota!
CARLOTA
Si vuelve Chatillón...
MICHEL
Es preciso que me concedáis unos instantes
fuera de aquí.
CARLOTA
Imposible.
MICHEL
¡No me amáis...! ¡Ah! El cortejo. Ya
están ahí... ¡Es tarde! Voy a unirme a los que le vitorean...
TERESA
Esperad... Tengo que deciros...
MICHEL
¿Qué?
TERESA
¡Qué os amo!
MICHEL
¡Carlota!...
TERESA
Que os veré mañana, por la noche.
MICHEL
¿A las diez? (En este momento se oye una
explosión dentro, hacia la izquierda, y se ve por la cristalera del foro una llamarada.
Caen los cristales, se desencajan las puertas, se apagan las luces y la
obscuridad es completa. Carlota, da un grito)
TERESA
¡Ah! (Después, Michel y Carlota se
precipitan uno en brazos del otro, y ella se desmaya) ¡Michel!...
MICHEL
¡Carlota! ¿Qué ha sucedido? (A Tiberio,
que sale a escena con un farol. Luz rebajada en la batería)
TIBERIO
Deben haber volado las Tullerías, ¿eh?
(Por la calle se ve pasar a la multitud, alocada. ¡El ama! ¿Herida?
TERESA
(Volviendo en sí) No es nada... La
emoción... ¿qué ocurre?
MICHEL
Voy a verlo..., algo terrible...
TERESA
¡No me dejéis!...
BISOÑE
(Entra asustadísimo) La calle está
ardiendo! (Se ve al foro un gran fulgor rojo de incendio, escena) ¡Un
atentado!... ¡Ahí cerca!
TIBERIO
¡Los jacobinos!
BISOÑE
¡No, los realistas!
MICHEL
Ve a ver..., Tiberio. ¡Pronto! (Mutis
Tiberio)
BONCOEUR
(Entra agitadísimo) Aseguran que han
matado a Bonaparte...
MICHEL
¡Mi general!
TERESA
¡Qué horror! (Aparte) (Eran ellos)
MICHEL
(Ve entrar a Durand) ¡Coronel!, ¿y
Bonaparte?
DURAND
Se salvó. Por un milagro.
MICHEL
¿Pero qué fue?
DURAND
Un tonel cargado de pólvora. Detuvieron
el coche del cónsul con un tilbury, pero el cochero logró arrancar al galope, y
cuando sobrevino la explosión, Bonaparte había pasado.
TIBERIO
(Entra agitadísimo) Hay heridos, todos
desfigurados.
TERESA
Y mi marido, Chatillón, ¿le viste
herido?
TIBERIO
(Desolado) ¡No, señora... ¡Pobre amo!
TERESA
Muerto...
TIBERIO
(Aparte, a los otros) Es espantoso...
Sólo puede reconocérsele por sus ropas...
MICHEL
Venganza de los miserables asesinos...
Venganza, por el general y por esta pobre mujer... (Ha entrado la masa,
agitada, frenética, gritando venganza. Son todos los que ya salieron en el
acto, entre ellos vienen varios oficiales)
(Música)
MICHEL
¡Venganza! ¡A muerte el traidor!
A barrer a la roja canalla,
a barrerla con fuego y metralla
hasta verla caer a nuestros pies,
por el honor del pueblo francés!
TODOS
¡A barrer a la roja canalla,
a barrerla con fuego y metralla
hasta verla caer a nuestros pies,
por el honor del pueblo francés!
(Mutis brillante de todos. Carlota queda
llorando junto mostrador, arrodillada, en actitud de plegaria. La música apiana.
Sigue el recitado. Cuando todos han salido por el fe y queda sola en escena
Carlota, aparece en la puerta de la derecha, que está en sombras, Chatillón,
que se oculta con una capa. Sin salir de la sombra, llama en voz baja)
(Hablado)
CHATILLON
Teresa... (Carlota levanta la cabeza, y
escucha sorprendida aquella voz. Chatillón vuelve a llamar, como antes, débilmente)
Teresa... (Esta vez ella vuelve la cabeza, le ve y alzar los brazos con
alegría. Chatillón la detiene con un gesto) Ni una palabra, ni un grito, o
estoy perdido... (Ella asiente) La víctima fue Rouget, a quien di mis ropas
para que huyese... Ese error me salva...
TERESA
¡Vete!... ¿Qué hiciste? ¡Es espantoso!
CHATILLON
Tú sola conoces el secreto. Júrame no
revelarle.
TERESA
Lo juro.
CHATILLON
Adiós. Me oculto arriba. Huiré cuando
esté sola calle. (Sube por la escalera, y se esconde arriba. Entran por foro
Boncoeur y Bisoñé. Traen los dos las caras muy tristes, pésame, tan tristes,
que resultan cómicas)
BISOÑE
(Aparte a Boncoeur) (¡Infeliz!... ¡Se
muere de pena.
BONCOEUR
¡Pobre!... (Se acerca, contrito, a
Teresa) Hija mía. Resignación... Recemos por él...
BISOÑE
Carlota... Vamos, Carlota... Es preciso
ser fuerte..
BONCOEUR
Hay que tener conformidad... (Evangélico)
Espere! todo... del que está arriba, y ahora nos ve... ¡Del que está arriba y
nos oye!... Todo del que" está arriba. (En este momento asoma la cabeza
por el practicable de la escalera Chatillón, y a oírles, se retira asustado.
Dentro, muy lejos, suena el canto de venganza)
TELON
ACTO SEGUNDO
E1 despacho de Legarsón, subjefe de
Policía, en el hotel del ministro. Decoración de un par de términos para
facilitar la mutación. Puertas laterales, una grande en la derecha, y otra, pequeña
y secreta, pero que juegue, en la izquierda. A la izquierda del foro, gran
puerta a otro salón.—El despacho llevará los siguientes muebles: en la derecha,
mesa de despacho, con sillón, y detrás, en la pared, diversos tiradores de
campanilla, que penden del techo. En el salón, cartoneras con legajos y
expedientes, que le den aspecto burocrático de la época. Algunos muebles,
pocos, severos.
Al levantarse el telón están en escena:
Jefes de Sección 1º y 2º, dos secretarios, cuatro policías y cuatro esbirros o
gendarmes de la época y Bisoñé.
(Hablado)
LEGARSON
(Saliendo) Todos a sus puestos; que
nadie duerma, que nadie descanse. ¡Quédense los jefes! (Mutis los demás)
LEGARSON
¿Vino mi peluquero?
BISOÑE
¿Os arreglo la peluca aquí mismo?
LEGARSON
Sí; mientras leo Las noticias recibidas.
No tengo un minuto libre. ¡Un día entero sin descubrir la conspiración!
UJIER
(Entrando) Estas dos cartas. (Mutis)
LEGARSON
Del coronel Rapp. «Os recomiendo un
hombre de extraordinario talento. Desea estar a vuestro lado en la Policía para
aprender los maravillosos recursos de vuestro ingenio. Su nombre es Marchesol».
¡Que venga cuanto antes! ¡Si consiguiese descubrir algo! Porque de otra manera
la situación es para arrancarse los cabellos de rabia. (En este momento Bisoñé
le ha quitado la peluca para peinársela, y es calvo como un queso de bola) Esta
otra carta. (Lee) «Gerard, soldado en la batalla de Areola, al primer cónsul de
la República, una e indivisible... Mi general: os amenaza un nuevo peligro». ¡Siempre
la misma canción! «Si pudiera hablaros un instante en secreto))... ¡Esto sí que
no! ¡Quién me dice que no trata de atentar contra Bonaparte! Retiraos. (Mutis todos)
Yo voy a caer enfermo de desesperación... Ni un nombre. ¡Ni el más pequeño
indicio! ¿Qué hacen los policías? ¿Qué hace Boncoeur, el nuevo agente que ayer
nombré? ¡No haber venido en toda la noche! ¡Como se me presente aquí, va por la
ventana!
BONCOEUR
(Por el foro, queriendo pasar. Dos
Ujieres le detienen) ¡Quiero hablar al ciudadano Legarsón!
LEGARSON
(Sin mirar) ¡No estoy para nadie!
BONCOEUR
¿Pero cómo que no está, si le estoy
viendo? Deme esta autorización que él me ha extendido para que entre a todas horas.
(Entrega el papel que le dio en el acto primero Legarsón. Un Ujier se le da a Legarsón)
LEGARSON
(Leyendo) ¡Ah! ¿Es Boncoeur? A tiempo
llega.
BONCOEUR
¿No os lo decía?
LEGARSON
Le voy a soltar una... ¡Buenas horas!
BONCOEUR
Muy buenas.
LEGARSON
¿No tenéis nada que decirme? ¿No os
ocupasteis del atentado de anoche? (Furioso)
BONCOEUR
Sí... Eso sí...
LEGARSON
¿Y qué?
BONCOEUR
He pasado la noche con otros amigos
acompañando a la viuda del muerto... Carlota Chantillón... ¡Pobrecilla!
LEGARSON
Eso sí... Bien pensado, puede que algo
sepa... ¿Y después? (Escribe en un papel, después de llamar al Ujier)
BONCOEUR
Me fui a acostar y me dormí.
LEGARSON
¡Os habéis acostado? Sabed que en el
Ministerio no ha dormido nadie.
BONCOEUR
Mal hecho. Eso embrutece...
LEGARSON
Y lo peor es que no se nos ocurre nada.
BONCOEUR
¿Lo estáis viendo? El no haber dormido.
UJIER
(Saliendo) Presente.
LEGARSON
Que traigan aquí a esta mujer. ¿Quién
sabe si ella...? Bien. Podéis retiraros. (Mutis del Ujier)
BONCOEUR
No se os olvide devolverme la autorización
para entrar.
LEGARSON
¿Cuál?
BONCOEUR
La que me firmasteis en el restaurant de
Las Pirámides y que ahora os entregué...
LEGARSON
Aquí tenéis la autorización y... (Lee el
papel por el reverso y se queda absorto. Aparte) (¿Eh? ¿Qué veo? ¿Estos
nombres?... Es la lista de los conjurados... No cabe duda... ¿Cómo diablos
habrá conseguido...? ¡Ah! Este Vigneron. Me parece que es uno detenido ayer...
Interrogándole con picardía (Alto. ¡Oh, sí! ¡Triunfamos!
BONCOEUR
(Asombrado) ¿Eh?
LEGARSON
(Aparte) (Con su aire de majadero y ¡qué
servicio tan admirable!)
BONCOEUR
Y ahora, si os molesto, me voy...
LEGARSON
¡Jamás, querido Boncoeur! ¡Le que
hicisteis es un golpe admirable! ¡Un golpe maestro!
BONCOEUR
¡Dios mío! ¿Pero qué he hecho yo?
LEGARSON
¡Habéis salvado a Francia!
BONCOEUR
(Muy asombrado) ¿Sí?
LEGARSON
Ya hablaremos y me contaréis cosas. Voy
a dar órdenes. (Va a su mesa y escribe notas)
BONCOEUR
(Aparte) (Decididamente, este hombre es
muy aficionado a los chismes)
LEGARSON
¿Qué sabéis?
BONCOEUR
Perdonadme. Quería hablaros de un asunto
amoroso,
LEGARSON
Decid, decid, sin miedo...
BONCOEUR
Mi sobrina, la pobre... Porque es
preciso que os diga que Gerard, un muchacho que fue soldado en Areola...
LEGARSON
(Aparte) (¡Es admirable 1 No le he
hablado aún del asunto y ya lo sabe todo. ¡Este hombre es un genio!)
BONCOEUR
Me inquieta ese Gerard...
LEGARSON
Y a mí. Ha escrito al general Bonaparte.
BONCOEUR
¡Me lo temía i Tanto es así que antes,
al salir, le fui a buscar.
LEGARSON
¿Sabéis sus señas?
BONCOEUR
Naturalmente. Calle de Létampe, 22, piso
segundo. Almuerza a las doce, cena a las siete, se acuesta a las ocho.
LEGARSON
(Aparte) (Este hombre todo lo sabe. ¡Es
colosal!)
BONCOEUR
La mujer que le cuida me confesó que no
para en casa, que no duerme ni vive... ¡Está loco ese muchacho!
LEGARSON
En efecto; ¿y dónde se deben reunir él y
sus amigos?
BONCOEUR
Esperad. También me lo dijo la vieja. Es
en el segundo portal de la calle de La Escala...
LEGARSON
(Escribiendo) Ahora, sus señas. Si fuera
posible.
BONCOEUR
Facilísimo..., traje azul, sombrero de
tres picos... Medias grises... Camisa blanca, con gemelos de coral.
LEGARSON
(Aparte) (¿Pero de dónde sacará estos
datos?)
BONCOEUR
Zapatos de becerro con medias suelas,
guapo, ojos negros sombreados. Un lunarcita en el carrillo, bozo, estatura
regular. Una cicatriz junto a la ceja izquierda, le falta un colmillo, y es
zurdo.
LEGARSON
(Aparte) (¡Admirable!)
JEFE 1º
(Saliendo) El ministro, que vayáis a su
despacho.
LEGARSON
Al momento. El caso es que yo necesitaba
que el interrogatorio lo hiciese un hombre habilísimo...
BONCOEUR
Yo me marcho si no ordenáis nada...
LEGARSON
Os necesito. Una misión urgente y
delicadísima.
BONCOEUR
¡Gracias a Dios que voy a hacer algo!
LEGARSON
Se trata de tres detenidos de los que
traman otro complot contra Bonaparte.
BONCOEUR
¡Qué horror!
LEGARSON
Yo os los entrego. Y ya sabéis lo que
tenéis que hacer.
BONCOEUR
¿Yo?
LEGARSON
Claro... No los asustéis... Prometedles el
perdón..., como es costumbre. (Sonrisa malévola) En suma... Es vuestro ofició...
Se les hace la moral..., confiesan...
BONCOEUR
(Aparte) (De eso, yo me encargo. ¡Lo
hice tantas veces!)
LEGARSON
Ahí están. (Por la izquierda, segunda.
Aparte) (Decididamente, vale mucho este hombre) (Mutis, derecha)
BONCOEUR
(Aparte) (Bueno; lo que yo me pregunto,
es si puedo hacer estas cosas no estando en mí parroquia...)
JEFE 1º
¡Qué!, ¿no vais, ciudadano?
BONCOEUR
Si vierais que esto de las
confesiones... me disgusta.
JEFE 1º
¡Bah! Cosas de la profesión.
BONCOEUR
No, no... Decididamente, me marcho.
JEFE 1º
¿A dónde?
BONCOEUR
A Normandía.
JEFE 1º
¿Estáis loco? ¿Tanto os desagrada París?
BONCOEUR
Si supierais que estoy de París hasta la
coronilla...
(Música)
I
BONCOEUR
Es París una hermosa ciudad.
«Tres charmant!» «Tres jolié!»
Y es el Sena una preciosidad,
y es un lujo que asombra el de aquí.
Todo es correr, ir y volver,
y «sans facón» en la mujer.
JEFE 1º
Pero es que otro París
igual no habéis de hallar.
Pensad lo que decís.
BONCOEUR
¿París? ¿París?
JEFE 1º
¡Como él no hay dos!
BONCOEUR
Pues aun así. (Queriendo irse) ¡Con
Dios!...
(El jefe primero le detiene)
II
BONCOEUR
Una dama me dijo al pasar:
«Mon petit... Mon bebé,
tu figura me gusta a rabiar,
y si quieres, me divorciaré.»
«Pardón, madam, la dije yo.
Soy padre ya, que es lo peor.»
JEFE 1º
Pues yo, en vuestro lugar,
le hubiese dado el sí,
por no desperdiciar...
BONCOEUR
¿Pero y... después?
JEFE 1º
(Haciendo señas picarescas) Después, los
dos...
BONCOEUR
(Asustado:) ¿Qué dice usted? (Queriendo
irse)
¡Con Dios! (Hace mutis izquierda)
(Hablado)
FOUCHE
(Salen Fouché y Legarsón) De modo que ya
está todo hecho.
LEGARSON
Todo, ciudadano ministro. Los detenidos
son tres y otro que he ordenado buscar. Ya se están tomando declaraciones.
FOUCHE
Perfectamente. ¿Y ha sido cosa del
personal; de algún agente?
LEGARSON
No... Ha sido, como siempre, cosa mía...
Al personal no se le ocurre nada.
UJIER
(Entrando) Acaban de traer a Carlota
Chatillón, la dueña del restaurant de Las Pirámides...
LEGARSON
Hacedla entrar aquí.
FOUCHE
La interrogaremos.
(Entra Teresa vestida como en el primer
acto, con los modales aldeanos, que son su disfraz, conducida por dos agentes)
TERESA
Ciudadano, ¿qué queréis de mí?
FOUCHE
Saber la verdad
de cuanto ha ocurrido... Hablad.
(Reparando en ella) ¿Eh?... Pero...
(Asaltado por una duda)
LEGARSON
¿Qué pretendéis?
FOUCHE
Esa cofia..., permitid.
(Haciendo ademán de que se la quite)
TERESA
(Aparte) (¡Fouché! ¡Me ha reconocido!)
FOUCHE
¿Y es ésta quien ha podido
burlar a todos?... ¡Decid!
¿Y es Carlota Chatillón?
¡Torpes! Miráis y no veis.
¿Pero no reconocéis
a la que fue admiración
de París? ¿A la que toda
Francia rindió pleitesía?
¿A la que Tallien, el día
del Thermidor, puso en moda?
Teresa... Es tonto fingir...
TERESA
Decís bien, Fouché... No niego
la verdad, pero me entrego
a vuestra amistad. ¿He de ir
a la prisión?
FOUCHE
¡No, ¡jamás!
Al gran mundo, a ser la dama
que dio a París honra y fama,
como esposa de Barrás,
A triunfar en los salones
con las toilettes más brillantes;
a rendir a los amantes,
a desatar las pasiones.
TERESA
¿Y el luto?
FOUCHE
París, cansado
del terror, busca el placer.
París ama a la mujer
que como vos ha triunfado.
Pero sin tocas de viuda;
Francia hoy al dolor desprecia.
Vestid, al modo de Grecia,
mejor, cuanto más desnuda.
Son tantos vuestros encantos
que es velarlos un error...
París piensa en el amor
y está cansado de llantos,
porque quiere amar aprisa;
y hoy, en sus fiestas brillantes,
aunque le sobren diamantes,
le falta vuestra sonrisa.
TERESA
(¿Qué intenta?)
FOUCHE
(Aparte a Legarsón) Oíd, Legarsón:
vigilad a esta mujer.
Por ella quiero saber
toda la conspiración;
que un agente de confianza
viva siempre al lado de ella,
siendo criado, doncella,
pareja en la contradanza;
que avisado y oportuno
vea a quién habla, a quién mira,
y ante quién ríe o suspira,
sin que pierda gesto alguno.
LEGARSON
¡Le tengo!
FOUCHE
(A Teresa) Y ahora he de ser
guía en vuestra diversión.
Hoy da en su casa reunión
vuestra amiga Recamier.
Fiesta brillante, sin par,
que honrará todo París.
TERESA
Y con eso, ¿qué decís?
FOUCHE
Que vos no podéis faltar.
TERESA
(Resuelta) ¡No iré!
FOUCHE
¿Tal vez os desdora?
TERESA
Divertirme no me es grato.
FOUCHE
No es un ruego, es un mandato. (Amable y
enérgico)
Beso vuestros pies, señora. (Mutis)
TERESA
Madame Recamier... ¿y quién
me obliga a que acuda allí?...
LEGARSON
Os llevará desde aquí
un policía...
TERESA
Está bien.
LEGARSON
(A Boncoeur que sale)
¿Terminó vuestra misión,
Boncoeur?
BONCOEUR
(Satisfecho) Todo está acabado.
LEGARSON
¿Y qué tal? ¿Hemos triunfado?
BONCOEUR
¡Sé cumplir mi obligación!
LEGARSON
De acuerdo con vuestra fama,
os ruego ahora...
BONCOEUR
¿Qué queréis?
LEGARSON
Deseo que acompañéis
de día y noche a esta dama.
Si alguien le habla, estad en todo;
vigilad, ya lo sabéis,
Boncoeur. ¡Y no la dejéis
sola!
BONCOEUR
(A Teresa)
¿Yo? De ningún modo.
Carlota... Este gran honor
me dispensan... Desde ahora
siempre iré con vos, señora,
como humilde preceptor.
TERESA
(Desdeñosa) ¡Brava misión!
BONCOEUR
(Ingenuo) La cumplí
muchas veces, y no es nada.
Una oveja descarnada...
¡Volverá al redil!
TERESA
(Burlona) ¡Ahí, ¿sí?
Os agrada, por lo visto,..
No sabéis lo que soy yo.
Sudaréis.
BONCOEUR
Más padeció
por nosotros Jesucristo.
TERESA
Iremos a la reunión...
de madame Recamier,
y después...
BONCOEUR
Hasta más ver,
ciudadano Legarsón. (Saluda y hace mutis
con Teresa)
(Hablado)
LEGARSON
Ahora yo a continuar las pesquisas.
(Llama. Sale el Jefe 1º)
JEFE 1º
¿Qué ordenáis?
LEGARSON
Traedme el informe del agente Boncoeur
sobre los tres detenidos.
JEFE 1º
No hay informe.
LEGARSON
Me lo dirá de palabra. Traed a los
detenidos.
JEFE 1º
No hay detenidos.
LEGARSON
¿Cómo que no?
JEFE 1º
El ciudadano Boncoeur les exhortó con
una especie de plática, que les hizo llorar, y, cuando terminó ésta, les dejó salir
libremente, exclamando: «Ya los he vuelto al buen camino del arrepentimiento.
No sólo han confesado, sino que comulgarán».
LEGARSON
Ese hombre está loco, y nos ha perdido. ¡Tenerlos
en nuestro poder y dejarles escapar! (Furioso) ¡A ver! ¡Llamad a los agentes!
¡Prended a todo el inundo!... Detenidos. ¡Me hacen falta detenidos!
UJIER
(Entrando) Ciudadano Legarsón: Tiberio,
mozo del servicio del restaurant de Las Pirámides, viene a preguntar por su
ama.
LEGARSON
¡Prendedle!
BISOÑE
(Saliendo) ¿Cuándo os puedo afeitar?
LEGARSON
¡Prended a éste también!
BISOÑE
¿A mí? ¿Pero estáis loco? (Mutis
corriendo)
UJIER
(Entrando) El ciudadano Marchesol desea
veros.
LEGARSON
¡Prendedle también!
UJIER
Trae carta del coronel,
LEGARSON
¡No!; ¡que pase! (Entra Chatillón con
otro traje) Dice el coronel que es un hombre de gran talento.
CHATILLON
Ciudadano Legarsón...
LEGARSON
Acercaos. El coronel me asegura que
venís a mi lado a que os enseñe... Pero a mí no lográis engañarme... (Llama a
todas las campanillas furiosamente, según costumbre)
CHATILLON
(Aterrado) ¿Cómo?
LEGARSON
¡Aquí todo el Ministerio!
CHATILLON
(Aparte) (Me ha reconocido y va a
prenderme..)
LEGARSON
(A los que entran, Jefes 1º y 2º,
secretarios, policías, gendarmes y ujieres) Ciudadanos. He aquí a mi nuevo
secretario... Al hombre de mi confianza... Al que todos debéis obedecer. ¡Entre
los dos vamos a salvar a Francia! (Reverencias exageradas de todos)
CHATILLON
(Sonríe irónico, mientras le dice) i
Cómo pagar tanta benevolencia!
LEGARSON
¡Gracias a Dios que tengo a mi lado un
hombre leal!
TELON
(Intermedio
musical)
CUADRO SEGUNDO
En el ¡hotel «Necker». La casa de madame
Recamier, en París. Todo el foro, ocupado por tres grandes arcos altos y
rasgados, sostenidos por columnas. Dos puertas en cada uno de los laterales.
Muebles de la época, lujosos, y decorado brillante.
Al levantarse el telón, aparece la
escena sin más luces que la de un fuerte foco proyectado desde enfrente. Al
foro, aparece iluminada por la viva luz del foco, madame Recamier,
reproduciendo exactamente en posturas, colores y caracterización, el célebre retrato
que hizo de ella Luis Jacobo David, y que se conserva en el Museo del Louvre,
de París. Sobre un sofá de caoba, con sólo respaldos laterales, forrado de
damasco amarillo, con el frente azul celeste, aparece la figura, vestida toda
de blanco, con larga túnica, a la moda de la época. En la frente, una cinta de
terciopelo negro. El codo del brazo izquierdo, apoyado en los almohadones. El
brazo derecho, extendido a lo largo de la pierna derecha, que está cruzada
sobre la izquierda, a lo largo del sofá. A los pies del sofá, un pequeño
taburetito, y a la izquierda, un pebetero alto, de estilo griego. La posición
de la figura, es recostada, medio sentada, de izquierda a derecha.
(Música)
(Aparecen en escena, formando el cuadro,
madame Recamier, damas, oficiales y el coronel Durand)
(Recitado)
DURAND
Bella entre bellas os llaman todos,
madame Recamier, contemplando el retrato que os hizo David, pero yo pienso que París
os tiene por su musa encantadora.
RECAMIER
Gracias, coronel... (Se oyen aplausos
dentro) ¿No oís? llegan Bonaparte y Josefina. Saludémosles con un aplauso.
CRIADO
(Anunciando, en la puerta) ¡El ciudadano
primer cónsul! La ciudadana Josefina Bonaparte. El ciudadano Fouché,
ministro... (Todos van a su encuentro, solícitos. Bonaparte viste su típico
traje de granadero, color verde, con chaleco y pantalón, y medias blancas. Al
entrar, todos aplauden con entusiasmo. Cesa la música)
(Hablado)
BONAPARTE
Gracias, ciudadanos. ¿Pero por qué esta
ovación?
FOUCHE
Reproducen la que os hicieron anoche, en
la Opera, por haber salido ileso del atentado.
BONAPARTE
(Irónico, a Fouché) Preferiría que tu
previsión hubiese evitado esa molestia a los parisienses.
FOUCHE
Todos los grandes hombres fueron odiados
por sus enemigos... César..., Enrique IV..., Robespierre... ¡¡Y yo os respondo del
porvenir!!
BONAPARTE
Querido Fouché. Los tontos hablan del
pasado, los locos del porvenir...
FOUCHE
Entonces, los cuerdos...
BONAPARTE
Son los que hablan del presente.
DURAND
General; la de ayer fue otra gran
victoria y una elocuente respuesta a vuestros detractores.
BONAPARTE
¿Mis enemigos? ¡Dejadlos que hablen,
coronel Durand! Mi historia está formada por hechos. No pueden destruirla simples
palabras.
JOSEFINA
(A Fouché) Estoy intranquila, Fouché.
FOUCHE
Ciudadana Josefina Bonaparte; los
peligros que se conocen, dejan de serlo. Traigo pruebas de que los realistas
son la amenaza, y espero que cure para siempre de sus debilidades para con
ellos el primer cónsul.
JOSEFINA
Fouché; en tu ingenio confío para que
nada le ocurra a Napoleón. (Saluda Fouché y se retira, acercándose a Napoleón)
RECAMIER
Josefina; Bonaparte habla con Fouché.
Iniciemos las partidas en el salón de juego, para dejarles libres. (Van
saliendo por la izquierda todos los invitados, obedeciendo a, las indicaciones de
madame Recamier y de Josefina)
BONAPARTE
(Que ha hablado bajo con Fouché, dice al
quedar solos) Pero, dime, Fouché, ¿a qué obedece tu obstinación en acusar del
complot y de todo lo que ocurre, a los realistas?
FOUCHE
¿Y a qué obedece vuestro afán de
defenderles?
BONAPARTE
Los necesito para gobernar. ¡La
revolución ha terminado, porque la revolución soy yo!...
FOUCHE
¡General...!
BONAPARTE
Porque lo soy, gobierno. Sólo con botas
y espuelas, se puede domar a un caballo. Acabemos; ¿a quién acusas?
FOUCHE
Al conde de Caraman, príncipe de Chimey.
BONAPARTE
¿Al tercer marido de Teresa Cabarrús? ¿Y
cómo sabes...?
FOUCHE
Teresa Cabarrús estaba oculta,
fingiéndose dueña del restaurant de las Pirámides, bajo el nombre de Carlota
Chatillón.
BONAPARTE
¿Entonces, Chatillón, su marido, era el príncipe
de Chimey?
FOUCHE
Sí. El temible partidario del rey Luis
XVIII.
BONAPARTE
¿Y no murió en la explosión?
FOUCHE
Eso es lo que yo dudo.
BONAPARTE
Y eso es lo que vamos ahora mismo a
averiguar. Tráeme a esa mujer.
FOUCHE
Vendrá a la fiesta. Lo he dispuesto, al
descubrirla.
BONAPARTE
Un poco tarde te enteras. ¡Así estoy
defendido por vosotros!
FOUCHE
General... Mi dimisión...
BONAPARTE
¡No! Eres ministro. Un ministro es un
mal necesario. De ti, conozco los defectos, y a los hombres se les gobierna mejor
por sus vicios que por sus virtudes. ¡Te quedas!
CRIADO
(Anunciando) ¡El capitán Michel!
BONAPARTE
¿Qué querrá de mí?
FOUCHE
Pedir clemencia para Teresa Cabarrús, de
quien está enamorado ciegamente... Tanto que aun piensa que es, en efecto, la
bella Carlota Chatillón, su hospedera en el restaurant de las Pirámides.
BONAPARTE
¿Y ella le ama?
FOUCHE
No sé...
BONAPARTE
Acaso pueda servirnos. Que entre el
capitán...
FOUCHE
Me retiro.
BONAPARTE
Espérame afuera. (Saludo y mutis de Fouché)
MICHEL
(Entra, agitado) General... Vengo a
pediros vuestro apoyo contra una injusticia... Fouché tiene encarcelada a la
más noble y más leal de las mujeres de París.
BONAPARTE
(Irónico) Mucho afirmar es eso...
MICHEL
Yo quiero que me autoricéis para darle
mi nombre, como le daría mi vida.
BONAPARTE
¿Un matrimonio? ¡No! Hoy .mismo
recibirás las órdenes para reunirte al ejército de la frontera. (Terminante) ¿Algo
más que decir?
MICHEL
¡Que estoy dispuesto a dejar mi carrera
antes que dejarla!
BONAPARTE
(Enérgico) ¿Es eso verdad, temiente
Michel?
MICHEL
Pero...
BONAPARTE
(Colérico) Calla..., sargento Michel.
MICHEL
¿Sargento?
BONAPARTE
(Más furioso) ¡Cabo Michel!
MICHEL
¡General...!
BONAPARTE
¡Cuádrate, soldado Michel!... ¿Tú estás
seguro de que esa mujer no miente? ¿De qué te ama de verdad? ¿De qué no se ha
burlado de ti? ¿De qué es digna de llevar tu nombre?
MICHEL
(Mirándole con fijeza) ¡Lo estoy!
BONAPARTE
Hablaré con ella. (Irónico) Si es como
dices, os casaré.
MICHEL
General... ¡Es que nos amamos!
BONAPARTE
El amor es una tontería hecha entre dos,
y la única victoria posible contra el matrimonio, es la fuga.
MICHEL
¿Y qué hacer?
BONAPARTE
Olvidarla... Vencerte... Abrir los ojos,
mirar, y ver. (Hace mutis sin volver la cabeza)
MICHEL
¡No puedo obedecer!... ¡Vana porfía!
Su amor es mi alegría de vivir.
¡Que olvide a esa mujer!... La
olvidaría,
si el corazón dejase de latir.
(Música)
MICHEL
Que olvide su querer,
me ordena el general,
porque no acierta a comprender
que sin amor de esa mujer
el vivir y el morir, es igual...
Que olvide su querer,
me ordena el general...
Y eso es robarle al sol sus rayos,
sus flores al rosal.
Cara a cara con la suerte
en diez batallas me vi.
Me citó a duelo la muerte,
y sin temor acudí...
¡Lo ordena el superior!
Pero no ha de vencer,
que puede más mi amor...
Yo por ti viví,
soñé, sufrí,
y al despertar,
tus ojos vi,
y en su mirar,
mi amor rendí;
si no vencí
no fue temor,
que es un honor
morir por, ti.
(Hablado)
MICHEL
Que olvide su querer,
me ordena, y hace mal.
¿Qué sabe el general
lo que es esa mujer?.
(Mutis. Entra Plácido Boncoeur, con su
eterna sonrisa angelical)
BONCOEUR
Llevo media hora esperando. A ver cuándo
quiere Dios que termine de vestirse esa buena señora... ¡Porque es más coqueta!
Con decir que hasta ha intentado coquetear conmigo...
(Entra Bonaparte, nervioso. Boncoeur,
tras de algún titubeo se le aproxima)
BONCOEUR
¡Ciudadano!
BONAPARTE
(Volviéndose, hosco) ¿Eh? ¿Quién?
BONCOEUR
Dispensad si os molesto.
BONAPARTE
(Autoritario) ¿Quién sois, pregunto?
BONCOEUR
(Con sonrisa de ángel, que desarma al
cónsul) Plácido Boncoeur de Gratiflan.
BONAPARTE
¿Profesión...?
BONCOEUR
Soy..., mejor dicho..., era... cura, en
Normandía... ¿Y vos qué sois, ciudadano? (La anterior confesión y la pregunta hacen
sonreír al primer cónsul)
BONAPARTE
¿No lo veis por mi uniforme? Granadero
de la Guardia.
BONCOEUR
(Admirado) ¿De la guardia de Bonaparte,
el primer cónsul?
BONAPARTE
(Intrigado de que no le conozca) Sí...
BONCOEUR
¿Y estáis siempre cerca de él?
BONAPARTE
No nos separamos ni un momento.
BONCOEUR
Yo no le conozco, pero como se habla de
él tanto. En confianza..., ¿qué opinión os merece?
BONAPARTE
(Irónico) Muy mediana.
BONCOEUR
(Asombrado) ¡Es un gran general!
BONAPARTE
Le ha ayudado mucha la fortuna... Y vos,
¿qué pensáis de él?
BONCOEUR
Que si no le ciega la ambición, irá muy
lejos...
BONAPARTE
¿Ah, sí? ¿Qué méritos le encontráis?
BONCOEUR
¡Muchos! Ha encauzado una revolución, ha
organizado un desorden, ha hecho un ejército de una horda de perdularios, ha
defendido a Francia de sus enemigos y ha salvado su honor.
BONAPARTE
(Satisfecho) Muy bien. ¿Sois
Bonapartista?
BONCOEUR
¡No! ¡Eso no! Ha tenido dimes y diretes
con el Santo Padre. Eso no está bien... Además, sus defectos...
BONAPARTE
¿Cuáles son los defectos de Bonaparte?
(Ha sacado su tabaquera y toma rapé)
BONCOEUR
En primer lugar, la costumbre de tomar
rapé... Ya..., ya veo que le imitáis. Pero lo que es disculpable en un
granadero, es digno de censura en un gran hombre. (Dicho esto saca su vieja
tabaquera y toma rapé)
BONAPARTE
Pero vos tomáis rapé.
BONCOEUR
Es prescripción facultativa. Para
descargar la cabeza. (Toma rapé y estornuda muy flojito, cómicamente)
BONAPARTE
¿Y qué más le reprocháis a Bonaparte?
BONCOEUR
Aseguran que es demasiado severo.
BONAPARTE
La severidad previene más faltas que las
que reprime.
BONCOEUR
Pero podría disimular...
BONAPARTE
El poder absoluto, no tiene necesidad de
mentir obra y se calla; el gobierno responsable es el que se ve obligado a
hablar, y a fuerza de mentiras se desacredita y cae despreciado. El poder
absoluto tiene esa ventaja: se le odia, pero no se le desprecia.
BONCOEUR
Eso está muy bien... Y que lo decís con
un aire... Hasta os parecéis un poco a los retratos que he visto de Napoleón Bonaparte.
BONAPARTE
Sí; eso me dicen.
BONCOEUR
Pero no tenéis, ni con mucho, su figura.
El es más apuesto...
BONAPARTE
¿Sí? Pues todo eso lo sabrá...
BONCOEUR
¡Por favor! ¿Vais a decirle...?
BONAPARTE
Yo sé que ha de alegrarse mucho de
conocer uno de sus más sinceros y más candorosos partidarios.
BONCOEUR
¿Qué decís?
BONAPARTE
Que el concordato con el Papa Pío VI
está para firmarse, pero si todos los curas fuesen así, estaría firmado hace
tiempo.
BONCOEUR
(Aparte) (Es un granadero bastante
ilustrado...)
BONAPARTE
(Aparte) (Es lo que no abunda... Un
hombre bueno) (Mutis izquierda)
BONCOEUR
Pues, señor..., ¿quién será ese
granadero tan entrometido con quien hablé? Voy a preguntarle a este lacayo si
le conoce. (A uno que pasa) ¡Eh, buen amigo! Decidme, ¿conocéis al que va por
allí? (Indicando la izquierda)
CRIADO
¿Cuál?
BONCOEUR
Aquel granadero.
CRIADO
¿Os chanceáis?
BONCOEUR
¿Por qué?
CRIADO
Es el primer cónsul.
BONCOEUR
(Asustado) ¿El primer qué?...
CRIADO
Napoleón Bonaparte. (Mutis)
BONCOEUR
(Cae de rodillas) ¿El? ¡Dios me coja
confesado. Era Napoleón. ¡Don Napoleón! Ahora enviará aquí para que me arreste,
a un mameluco, con perdón sea dicho, y... (Por una de las puertas aparece
Chatillón, con el disfraz del cuadro anterior. Al principio no ve a Boncoeur,
que está en el primer término.
CHATILLON
(Aparte) (Es preciso que yo vea a
Teresa, para advertirle...) (Se acerca a Boncoeur y le toca en el hombro)
BONCOEUR
(Asustado) ¡Ay! ¡El mameluco! Digo, no. ¡El
hostelero muerto! (A Chatillón) ¿Vos? ¿Vos aquí después de muerto?
CHATILLON
¡Calla, o me pierdes, ciudadano! ¿Qué
ideas son las tuyas? ¿Eres revolucionario?
BONCOEUR
¿Yo?... Yo soy, mejor dicho, era cura en
Normandía.
CHATILLON
¿Eres sacerdote? (Aparte) (Este puede
salvarme) (Alto) Yo soy creyente y realista... Estoy en grave peligro y puedo
morir...
BONCOEUR
No me asustéis..., que estoy ya para
pocos lances...
CHATILLON
Salvadme.
BONCOEUR
¿Cómo? ¡Si no puedo salvarme yo!
CHATILLON
Salvad mi alma, escuchándome en
confesión.
BONCOEUR
¿Aquí? Imposible... No soy de esta
parroquia. No puedo.
CHATILLON
Dios está en todas partes y sus
ministros lo son donde é1 está...
BONCOEUR
(Aparte) (Sí, eso es cierto)
CHATILLON
Sobre vuestra conciencia irá mi
perdición si no accedéis... ¡Faltáis a vuestros deberes!...
BONCOEUR
¡No! ¡Eso, nunca!... Habla. Te
escucho... Pronto, no vengan... (Se sienta y le oye rezando) Confíteor Deo...
(Simula orar temblando)
CHATILLON
(Arrodillado) En confesión... Yo soy cómplice
del atentado contra Bonaparte...
BONCOEUR
¡Qué horror!
CHATILLON
Un criado con mis ropas... Pero es que
mi traje de hostelero era también un disfraz. Yo soy el príncipe de Chimey que
trabaja por el trono, al que juró lealtad de por vida... Me persiguen, y si me
descubren, me fusilarán.
BONCOEUR
¿Y tu mujer que se cree viuda? He de
advertirle...
CHATILLON
¿Vais a quebrantar un secreto de
confesión?
BONCOEUR
Jamás. Pero...
CHATILLON
En confesión, Padre... Fue todo en
confesión... (Apare) (Me he salvado) (Mutis)
BONCOEUR
¡Dios mío! ¡Y se va sin la absolución y
sin la penitencia!... Yo que pensaba imponerle que rezase un rosario a la imagen
de Nuestra Señora de Guadalupe que se venera en la Catedral de Méjico... ¡Con
lo bien que estaría este pecador en el otro mundo y lo tranquilo que me
dejaría!... ¡Oh, no! Esto no es para mí... Yo voy a perder el juicio. (En tono
de ingenua oración) ¡Señor! Tú que pusiste en mis manos aquel dulce rebaño de
mis ovejas de Normandía... ¡Sácame de este París, jaula de leones! ¡Mira que no
nací para domar fieras, sino para ser pastor! (Mutis primero izquierda. Sajen
juntos Bonaparte y Teresa)
BONAPARTE
Teresa, deseo hablaros.
TERESA
(Un poco asustada) Primer cónsul...
BONAPARTE
Quiero felicitar a la incomparable
artista... Fingí de un modo que asombra. Talma os envidiaría. (Sonríe) Me hicisteis
sonreír...
TERESA
(Sonriente) Es mi mayor victoria...
BONAPARTE
Pero no confiéis en mi sonrisa,
Teresa... Yo soy implacable con mis enemigos.
TERESA
Lo sé por los austríacos y por todo el
mundo.
BONAPARTE
¿Queréis decir que todo el mundo es
enemigo mío?
TERESA
Todo el mundo, no. Os contentáis por
ahora con toda Europa.
BONAPARTE
Verdad es que sólo recojo
ingratitudes... Vos misma me debéis vuestro divorcio de Barrás. Si yo no le
hubiese desterrado a cuarenta leguas de París, no seríais libre...
TERESA
Ni vos, primer cónsul...
BONAPARTE
¿Eh? (Molesto) ¡Basta de política!
Hablemos de amor...
TERESA
(Con intención y mordiéndose los labios)
No será la primera vez...
BONAPARTE
¿Os acordáis?
TERESA
Y recuerdo que me debéis la felicidad
que os proporciona el matrimonio con Josefina. Os felicito.
BONAPARTE
Y yo os doy el pésame por la desgracia
de vuestro esposo el príncipe de Chimey.
TERESA
(Con sobresalto) ¿Mi esposo? (Se domina
y dice) Gracias, primer cónsul.
BONAPARTE
Su muerte os deja en libertad de elegir
otro gran partido... Porque supongo que el frívolo coqueteo con uno de mis
ayudantes, fue entretenimiento de casada, pero no será partido para una viuda.
TERESA
No es ocasión de pensar...
BONAPARTE
¿Sois celosa?
TERESA
No.
BONAPARTE
En una española es extraño.
TERESA
También es extraño en un corso no ser
vengativo, y vos tenéis la nobleza de perdonar.
BONAPARTE
(Con un fondo de amenaza) Según?...
(Observándola) Así no seréis obstáculo al matrimonio que he dispuesto para el
capitán Michel.
TERESA
(Con emoción) ¿Un matrimonio?
BONAPARTE
Con una muchachita encantadora. (Dejando
caer las palabras y observando el efecto. Teresa, aunque se reprime, deja traslucir
su emoción) ¿Qué decís a esto?
TERESA (Sonriendo con esfuerzo) Que sea
muy feliz.
BONAPARTE
Pero antes he de poner en claro la
adhesión de Michel.
TERESA
¿Dudáis de ella?
BONAPARTE
¡Sí! Michel se ha hospedado en una
guarida de conspiradores... En el restaurant, que, por sangrienta burla, lleva
el nombre de una de mis batallas: ¡Las Pirámides!...
TERESA
(Haciéndose de nuevas) ¿Conspiraban
allí?
BONAPARTE
(Terminante) Conspirabais tu marido y
tu, y era cómplice Michel!
TERESA
¡No! ¡Eso no! Sólo fue culpable mi
marido. Michel y yo lo ignorábamos. ¡Lo juro!... (Con gran sinceridad cae de rodillas)
BONAPARTE
Lo sé, Teresa... Como sé que tu marido
vive. (Sonriente la levanta)
TERESA
(Con energía) ¡No!
BONAPARTE
Y he descubierto ahora mismo que amas a
Michel.
TERESA
¡General!...
BONAPARTE
(Con un poco de envidia) ¡Y cómo le
amas, a pesar de ser un pobre oficial de húsares!... Los tiempos cambian, Teresa...
(Bajando la voz) No hace aún cinco años, desdeñaste a un general sin fortuna...
No tenía porvenir!... Preferiste primero al revolucionario Tallién para que te
salvase de tu miedo a la guillotina. Después a Barrás, porque te deslumbraron
las flamantes plumas de sus sombreros y las suntuosas fiestas de su Palacio del
Luxemburgo. Más tarde al conde de Caramán, príncipe de Chimey, porque esperabas
el triunfo de los realistas y soñaste brillar en la corte del que se llama a sí
mismo Luis XVIII. Y, ya ves qué burlas de la suerte... El general sin porvenir
es hoy el amor de Francia... ¡El Dictador!
TERESA
Ya sé que estoy a merced vuestra...,
¿qué pensáis hacer?
BONAPARTE
(Mirándola fijo) Casarte.
TERESA
(Aterrada) ¿Casarme?
BONAPARTE
Para ti no es caso nuevo. ¡A fuerza de
costumbre!
TERESA
¿Pero vais a obligarme al matrimonio?
BONAPARTE
Silencio; ahora vienen todos. Esperad...
No os impaciente tanto el amor.
TERESA
¡Dios mío! (Entran por varias puertas
Josefina, Madame Recamier, damas primera, segunda y tercera, y todos los
invitadlos)
TODAS
(Dentro) ¡Teresa! ¡Teresa!
DAMA 1ª
Teresa, acabamos de enterarnos de tu
llegada.
DAMA 2ª
¡Qué alegría! Tú en París.
DAMA 3ª
Te hemos echado mucho de menos.
JOSEFINA
¡Es verdad! ¡Si supieras lo que hemos
hablado de ti!...
TERESA
Bien, por supuesto.
RECAMIER
No lo dudes. En mi salón se habla bien
de todo el mundo.
JOSEFINA
Teresa. ¿Por qué no cantas una de esas
canciones de tú país que tanto agradaban a Bonaparte?
BONAPARTE
¿Seríais tan amable?
TERESA
Yo quiero siempre ser agradable al primer
cónsul.
RECAMIER
Va cantar creyéndose viuda. A lo mejor,
si le digo que su marido vive, se le quita el buen humor.
(Música)
TERESA
Tejió Valencia mi cuna
con blancas flores de azahar,
plateados rayos de luna
y encajes de olas del mar.
De albaes el canto moro
mi sueño vino a mecer,
y de jazmín y naranjas de oro
la huerta me hizo un dosel...-
¡Tejió Valencia mi cuna
v nunca lo olvidaré!
Y aunque a Francia he servido un día,
al hacer la revolución,
si naciera otra vez, sería
española de corazón.
Si a París di mi amor entero
mi país no olvidé jamás,
y hoy, que estoy en el extranjero,
a mi España quiero
cada día más. ¡Ah!
De España se ha prendado el sol;
y el suelo español
v llena de jardines y vergeles.
España pone en la mujer,
cuando va a nacer,
un terrón de sal y unos claveles.
Es rubia, cuando en un trigal brilla el
sol.
Morena, porque lo moreno hizo Dios...
España, noble en el sentir;
grande, al perdonar;
no quiero morir
sin irte a besar!
TODOS
De España, etc., etc.
TERESA
España... Mi España,
¡qué lejos está!
(Hablado)
BONAPARTE
Antes de que la fiesta termine os voy a
referir, ciudadanos, un caso nuevo, rarísimo. En París hay una mujer que ama de
verdad. El afortunado que logró el prodigio es mi ayudante el capitán Michel.
MICHEL
(Con sincera gratitud) Gracias, mi
general.
BONAPARTE
Pero aún va a sorprenderos más el nombre
de ella... Vedla ahí... Admiradla... ¡Lo merece: la encantadora Teresa
Cabarrús! (Presentándola. Movimiento de asombro. Mayor aún en Michel)
MICHEL
(Aparte) (¡Ella, la Cabarrús!) (Con
dolor sincero) (¡Me engañaba! ¡Mentía!)
BONCOEUR
(Aparte) (¿Pero qué dice el primer
cónsul de la Cabarrús?)
BONAPARTE
Yo protejo este matrimonio.
BONCOEUR
(Desesperado, aparte) (¿Su matrimonio?
La infeliz se cree viuda, y se va a casar, sin saber que el muerto... ¡Y no poder
decírselo!)
MICHEL
(Aparte, y acercándose a Bonaparte) (Mi
general, yo no acepto a esa mujer)
BONAPARTE
(Aparte a Michel. Rápido) (Silencio.
Obedece ahora. Luego sabrás...) (Alto) Esta misma noche se celebrará la
ceremonia en las Tullerías.
BONCOEUR
(Aparte, desesperado cómicamente) (¡Que
me la casa, y no puede ser!) (Aparte, a Teresa) (Señora, por lo que más queráis,
que no os caséis. No puedo deciros la causa, pero no os caséis...)
TERESA
(Aparte, a Boncoeur, inquieta) (¿Por qué
decís eso? ¿Acaso sospecháis...?)
BONCOEUR
No, señora. Pero... «antes de que te
cases..., mira lo que haces...»
BONAPARTE
Quedáis todos invitados a la boda...
TERESA
(Adelantando valiente) General... Esa
boda es imposible...
BONCOEUR
(Aparte) (Lo sabe, lo sabe, lo sabe)
BONAPARTE
¿Por qué?
TERESA
¿Es indispensable que lo diga?
BONAPARTE
(Con energía) ¡Sí!... ¡Es indispensable!
(Aparte) (Ahora confesará que su marido vive)
TERESA
(Con doloroso sacrificio) Pues, bien; no
puedo casarme..., porque no amo ni he amado nunca al capitán Michel.
BONCOEUR
¡Bravo!
BONAPARTE
Bien. Vendréis mañana a la Malmaison con
Josefina.
TERESA
General...
BONAPARTE
(Aparte, a Fouché) (Sacrifica su amor, a
su palabra. ¡Siento que no sea francesa esta mujer!) (Alto) Ciudadanos, siga la
fiesta. Ven, Fouché. (Se retira, con Josefina, seguidos de algunos generales)
MICHEL
(Con dolor) ¡Coqueta! ¡Mentía!
(Música)
MICHEL
(Loco de celos, detiene a, los invitados
que van a hacer mutis, y canta, dirigiéndose a Teresa)
¡No acabó vuestra fiesta!
¡Falta aún la canción
de una dama coqueta
que vendió el corazón!
TERESA
No olvidéis, caballero,
que de honor el deber
es callar, lo primero,
si se amó a una mujer.
MICHEL
Mujer que me traicionó,
gozando al hacer sufrir...,
y que de mí... se reía,
porque es maestra en mentir.
(Se adelanta fingiendo serenidad, y
canta con dolorosa ironía)
TERESA
¡Mujer que sintió el dolor
de no hacerse comprender,
y que, por ser mujer...,
esclava fue de su amor!
MICHEL
¡Hablad, Teresa!
TERESA
¡No quiero!
MICHEL
¡Explicad...!
TERESA
Dejadme sola.
MICHEL
Me retiro...
TERESA
¡Lo prefiero!
MICHEL
¡Sois altiva!
TERESA
¡Caballero...!
¡Algo más! ¡Soy española!
(Los invitados inician lentamente el
mutis, mirando a Teresa; luego se detienen)
MICHEL
¡Qué sola, por no perdonar y por no
olvidar,
queda con su orgullo la española!
CORO
¡Qué
sola, y por no ceder, pierde su querer,
cómo se deshoja una amapola!...
TERESA
¡Mi orgullo de española no cederá,
que España siempre ha de triunfar donde
va!
TODOS
¡España, sabe perdonar,
sin manchar su honor,
a quien, al pecar,
lo hizo por amor!
(Teresa y Michel se miran, frente a
frente, con aire de reto)
TELON
ACTO TERCERO
Salón de música en La Malmaisón. Al
foro, terraza que da a los jardines, llenos de rosas. Puertas y. ventanas de
cristales al foro. En los laterales, puertas, muebles, un piano alto de la
época, un arpa, sillones, canapés, una mesa dorada.
Al levantarse el telón están en una
reunión íntima Josefina, madame Recamier, Teresa, dos generales, un alto
dignatario, el coronel Durand, oficiales de húsares, dragones y Bonaparte. En
las puertas, dos mamelucos y dos lacayos.
(Bonaparte, un poco separado, mira de
soslayo a Teresa, mientras finge consultar un mapa)
(Música)
JOSEFINA
De la Malmaisón, el jardín
lleno está de rosas y de jazmín.
DURAND
(Explicando sobre el mapa)
Tomamos posiciones,
rompió el cañón el fuego
y con los dragones
el frente ataqué.
JOSEFINA
(Acercándose)
Dejad las discusiones,
que sobra tiempo luego,
y hay rosas hermosas
que yo os cortaré.
TERESA
Mejor que cortar rosas
oiremos tus canciones,
que son maravillosas
del arpa a los sones.
Háznoslas oír.
TODOS
Con tu canción haces sentir
esa emoción amable de vivir.
(Recitado)
JOSEFINA
Cuando el sol apunta, cuando nace el
día,
bajo a los jardines para pasear.
Sus luces de nácar, el cielo me envía,
perfumes de flores, la brisa al pasar.
Según mi costumbre, salí hoy de mañana,
y en una alameda sombría encontré
la noble silueta de una pobre anciana.
Temblaba de miedo, yo la acaricié;
aquella caricia la agradeció tanto...;
con una leyenda la quiso pagar.
Dice que estas rosas se riegan con
llanto
de mujer... Y dice... La voy a contar.
(Música)
JOSEFINA
(Con un ramo de rosas en ¡a mano)
Porque perdió sus ilusiones
en da divina Malmaisón,
un hombre, herido de traiciones,
sobre ella echó la maldición.
De que estas rosas a las bellas
de amores vean padecer,
y este rocío que hay en ellas
sea de llanto de mujer.
Beben lágrimas de las hermosas
estas rosas de la Malmaisón.
Sin llorar, sin sufrir, no se pueden
abrir;
sin pesar de mujer nunca pueden
florecer.
De mujeres que lloran olvidos
el palacio refugio será:
ver llorar, perdonar y olvidar...
Es la gran maldición
¡que tienen estas rosas de la Malmaisón.
Y en las noches de la pálida luna
yo adivino su agudo dolor
al querer revivir un amor.
¡Ah! Un amor que fue un día traidor.
TODOS
(Menos Josefina y Bonaparte)
Porque perdió sus ilusiones
en la divina Malmaisón.
JOSEFINA
Un hombre, herido de traiciones,
sobre ella echó su maldición.
Por la noche se cuentan las rosas
en secreto sus penas de amor.
«¿Quién será? ¿Quién será la que aquí
penará?
¿Quién será, quién será la que olvidos
llorará?»
Y asegura la triste leyenda
que dos reinas, por un gran dolor,
al venir no podrán olvidar. ¡Ah!
Olvidar un pesar de su amor.
(Hablado)
TERESA
Querida Josefina: tu voz es admirable y
la canción deliciosa.
JOSEFINA
Gracias, Teresa. (Todos felicitan a
Josefina)
RECAMIER
(A Teresa) Estoy encantada de verte aquí
en la Malmaisón; pero comprendo que estarás triste sin ver a Michel. ¿Hubo, al
fin, reconciliación?
TERESA
Sí.
RECAMIER
¿Y por qué no viene?
TERESA
El general le ha prohibido la entrada.
RECAMIER
¿Y si yo te hubiese preparado una
sorpresa?... Pregúntale al coronel Durand qué es lo que oculta en su cuarto...
TERESA
(Con interés) ¿El qué?
RECAMIER
Silencio. Nos observa Napoleón.
BONAPARTE
(Aparte a Teresa) (He de hablaros.
Aguardadme aquí) (Alto, a Josefina) ¿No bajamos a los jardines, Josefina?
JOSEFINA
Venid. Cortaremos unas rosas. (Mutis
todos; la última, Teresa, que dice al salir)
TERESA
(Aparte) (La sorpresa es Michel... ¡Si
pudiera verle en el cuarto de Durand! ¡Si pudiese hablarle!... Lo intentaré..) (Mutis
decidida por la izquierda. Han hecho mutis también los mamelucos y lacayos.
Pausa. Entra en escena, del jardín, Boncoeur, que busca por toda la estancia)
BONCOEUR
Han salido todos, pero, ¿y Teresa
Cabarrús? ¿Dónde se habrá metido esa señora?... ¡Qué comisioncita la del señor
Legarsón! ¡Ah! Vienen. Plácido a tu escondite.
LEGARSON
(Entra, seguido de Chatillón, que le
trae la cartera de los papeles; le precede un ujier) Anunciadme al primer
cónsul. Un asunto urgente.
UJIER
¡Al momento! (Va a salir; penetra del jardín
Bonaparte, que se sorprende al verle)
BONAPARTE
¿Qué traéis?
LEGARSON
Unos expedientes de urgencia, a la
firma.
BONAPARTE
¿Y Fouché? ¿Cómo no vino en persona?
LEGARSON
Está enfermo en cama.
BONAPARTE
Bien... ¡Dádmelos!... (Se sienta a la
mesa; Chatillón abre la carpeta de documentos y va sacando éstos y dándoselos a
Legarsón, que los coloca sobre la mesa de Bonaparte. Este saca, entretanto, del
bolsillo de su chaleco, su tabaquera de oro, toma rapé y la deja sobre la mesa
al alcance de su mano, para tomar la pluma, que, empapada en tinta, le tiende
Legarsón; mientras éste le habla, Napoleón firma) ¿Habéis podido averiguar algo
del marido de Teresa Cabarrús? (Chatillón hace un estremecimiento)
LEGARSON
Mis agentes han visto entrar en los
jardines de la Malmaisón, saltando las tapias, a un individuo que no lograron apresar...
Sin duda es él.
BONAPARTE
No. Juraría que ha sido el capitán
Michel, mi ayudante, que está loco por ella, y como le he prohibido la entrada aquí...,
se arriesga...
LEGARSON
He dispuesto yo mismo a mis agentes y
hoy sabremos verdad.
BONAPARTE
Temo que hagan una tontería. Venid
conmigo. Voy a dar las órdenes en persona. Quiero salir de dudas... (Se levanta;
se pone el sombrero, y echando una mirada sobre los papeles esparcidos sobre la
mesa, dice a Chatillón) Tened cuidado de esos documentos hasta que volvamos.
(Mutis con Legarsón; en cuanto Bonaparte echa a andar, Chatillón mira con gran
interés la tabaquera que quedó sobre la mesa. Después de girar la vista en
derredor, asegurándose de que está sólo, da unos pasos hacia la derecha, por
donde hicieron los otros mutis para asegurarse de que no vuelven. Durante este
tiempo Teresa ha salido a escena por la izquierda diciendo entre dientes)
TERESA
Estaba encerrado... ¿Eh? (Queda absorta
al ver a Chatillón. Observa los manejos de su marido, que en cuanto se asegura
de que están lejos Bonaparte y Legarsón, saca del bolsillo sin dejar de
mirarlos, una tabaquera exactamente igual a la de Bonaparte, y con una sonrisa
de triunfo, vuelve a la mesa dispuesto a apoderarse de la otra. Extiende la
mano, pero al volverse, se encuentra de manos a boca con Teresa y se detiene
sorprendido)
CHATILLON
¡Teresa!...
TERESA
¿Por qué intentabais apoderaros de la
tabaquera de Bonaparte?
CHATILLON
Quise probar el tabaco del héroe.
TERESA
¿No tenéis el vuestro? (Indicando la
tabaquera que tiene en sus manos)
CHATILLON
No podrá compararse con el suyo.
BONCOEUR
(Aparte) (¿Pero no sueño? Otra vez aquí
este hombre)
TERESA
Pues las tabaqueras son de igual valor.
(Mirándole insistente) Dejadme ver esa...
CHATILLON
(Se la entrega) Tomad.
TERESA
Es extraordinario... La misma forma, las
mismas guirnaldas de laurel cinceladas en oro, la misma inicial... No hay duda.
Si hicieseis el cambio, Bonaparte la creería suya, la abriría, y... (Ha hecho,
mientras habla, todo lo que dice, pero al ir a tomar el tabaco con los dedos,
Chatillón la detiene, aterrado, y le arrebata la tabaquera)
CHATILLON
¡No! ¡Quieta!
TERESA
¡Lo había adivinado! El veneno... ¡Qué
infamia!
BONCOEUR
(Aparte) (¡El veneno!... ¡Horrible!
¡Espantoso!)
(Todo lo dice desde la galería asomado a
una puerta o tras de un biombo. Ahora hace mutis)
TERESA
¡Príncipe!... ¡Qué obcecación:1a
vuestra!
CHATILLON
No insistáis, señora... He visto caer a
todos mis amigos derrotados en la lucha contra él... ¡Soy el último que queda
para vengarles! Dejad que siga mi camino...
TERESA
¡No consentiré esa cobardía!
CHATILLON
Os prometo, en cambio, el divorcio... Podréis
ser feliz con el que amáis...
TERESA
A ese precio, nunca.
CHATILLON
Pues será a pesar de todo. (Se acerca a
¡a mesa dispuesto a hacerse dueño de la tabaquera de Bonaparte. Teresa se le adelanta
y se apodera de ella)
TERESA
¡Lo veremos!
CHATILLON
Cuidado. ¡Vienen!
RECAMIER
(Por la lateral, con Michel) ¡Chist!...
Hablad sin temor... Yo voy con Durand y os avisaremos cuando vuelva Bonaparte.
(Sale con Durand; Teresa queda muda de espanto; Chatión, en cuanto ve a Michel
se acerca a la mesa y le vuelve la espalda, procurando que no le reconozca)
MICHEL
¡Teresa! ¿Pero no me ves?...
TERESA
Perdonad... La emoción... Vámonos de
aquí. Si Bonaparte vuelve...
MICHEL
Nos avisará mi coronel. Pero estás
pálida..., sin duda...
TERESA
Vámonos...
MICHEL
¿Con quién hablabas antes? ¿Quién es
este hombre?
TERESA
No sé... Uno que aguarda al general...
MICHEL
¿No sabes con quién hablabas? Pues bien,
ahora voy a saberlo yo... (Se acerca a Chantillón y le dice) Ciudadano... (Le ve
y le conoce) ¡Ah, el falso hostelero!... El Príncipe de Chiley... ¡Por fin!
Vais a darme cuenta de todo.
CHATILLON
¿De qué?
MICHEL
De haberme hecho cómplice involuntario
de vuestro crimen, ocultándoos tras de mi uniforme..., ¡como un cobarde!
CHATILLON
¡Capitán...!
TERESA
¡Dios mío! 1Por favor!...
MICHEL
De haber consentido que viviese a
vuestro lado...
CHATILLON
Haciendo la corte a mi mujer.
(Sarcástico)
MICHEL
¡Sí! Por eso debéis matarme. Hacedlo...
Sois la primea espada de Francia. ¡Lo sé! No intentéis huirme... Estoy dispuesto
a todo. (Amenazador, va a alzar la mano)
CHATILLON
¡Basta!... Señora, bien veis que no es
culpa mía. Hice cuanto pude por evitaros este pesar. Perdonadme... (A Michel) Estoy
a vuestras órdenes. ¿Dónde?
MICHEL
En la puerta del parque, dentro de una hora.
El coronel Durand será testigo.
CHATILLON
Está bien. Beso vuestros pies, Teresa.
(Mutis)
TERESA
No os batiréis...
MICHEL
Teresa...
TERESA
(Aparte) (Yo sabré impedirlo)
(Música)
MICHEL
Mi honor de soldado
me impone deberes.
TERESA
De amor lloran siempre
las pobres mujeres.
Buscaba el olvido haciéndome fuerte,
pero hoy que has vencido
no quiero perderte ni verte morir.
MICHEL
Soy joven y fuerte.
No sientas temores.
TERESA
Mi amor va a perderte'
pensando ofrecerte
camino de flores.
MICHEL
Aquel día
te llamaba golondrina,
y que huyeras te decía.
No pensaba
que tu amor me pediría
lo que entonces me negaba.
TERESA
Huiremos a España,
la tierra del sol.
Su luz buscaremos
por vernos mejor.
MICHEL
Huiremos, si triunfo,
llevando mi honor.
TERESA
¡Ah!... Te quiero;
que lo sepa el mundo entero...
Te quiero... Como no soñé querer...
Daría media vida por un día
de llamarme tu mujer, y ser
tu amor; y jurar,
ese amor, ante Dios, en su altar.
MICHEL
Te quiero, y, por eso, con mi acero,
yo espero abrir paso a nuestro amor.
Si muero... no me olvides... que tu
olvido
es mi más cruel dolor.
TERESA
No te olvides.de mi amor.
(Los
dos a la vez)
TERESA
Te quiero no me
olvides por favor.
MICHEL
Que quiero abrir
paso a nuestro amor.
(Mutis)
(Hablado)
(Mímica)
Entra sin decir palabra Chatillón,
mirando a su alrededor y deja sobre la mesa de Napoleón la tabaquera que traía.
La otra se la llevó Teresa; apenas lo ha hecho, se oyen dentro, por la derecha,
las voces de Legarsón y de Bonaparte, que entran en escena.
BONAPARTE
Esta vez creo que no se escapa. He
tomado más precauciones que para la batalla de Rívoli. (Se ha sentado en la
mesa) Veamos esos decretos. (Toma los papeles con la mano derecha; después deja
caer la mano izquierda sobre la, tabaquera. Firma uno y dice) Otro más de
expatriación de un aristócrata... ¡Qué empeño de seguirme odiando!
LEGARSON
¡Odiar a tan grande hombre!...
BONAPARTE
La democracia es furiosa, pero tiene
entrañas; se la puede conmover. La aristocracia, en cambio, permanece siempre
fría; no perdona jamás.
LEGARSON
¿Qué sería de Francia si le faltaseis?
BONAPARTE
No lo sé. Pero cuando menos, deberían
dejarme terminar mi obra... ¿Qué saben lo que pienso?... ¡Qué aguardan! Aún no
es mi hora de morir! (Ha dejado los papeles sobre la mesa y coge la tabaquera y
la abre, disponiéndose a tomar rapé. Chatillón respira ansiosamente; en este
momento, sale de la izquierda y avanza vivamente hasta Bonaparte, Teresa.
Aquel, sorprendido al descubrirla, se detiene y cierra la tabaquera) ¡Teresa!
¿A qué debo el placer de esta visita?
TERESA
Un recado de vuestra esposa...
BONAPARTE
¿De Josefina? Hablad...
TERESA
Es asunto reservado.
BONAPARTE
¿Y urgente?
TERESA
Urgentísimo, general.
BONAPARTE
Ya lo oís, Legarsón. Es preciso
complacer a estas dañas... Volved luego. (Legarsón saluda y hace una seña a Chatillón,
que recoge los papeles de la mesa y los coloca en la cartera, pero retardando
el momento de irse y sin apartar los ojos de Bonaparte que juega con la
tabaquera, mientras mira a Teresa insistente. Nueva reverencia de Legarsón que
sale por el foro seguido de Chatillón, que sigue mirando la tabaquera y queda
en el momento de hacer mutis, clavado en la puerta; una mirada de extrañeza de
Napoleón le hace salir. Al quedar solos, Napoleón señala a Teresa una silla y
se sienta a su lado) Sentaos, Teresa... Tengo curiosidad de saber qué gran
misterio os trae...
TERESA
Es... Es... (No sabe por dónde salir y
está azoradísima, sin apartar los ojos de la tabaquero...) ¿Prometéis no
reñirme?
BONAPARTE
(Muy alegre, muy satisfecho) ¿Reñiros?
Hablad sin temor.
TERESA
Pues bien... El gran, misterio es
que..., no me ha enviado nadie, he venido yo sola... ¿Me perdonáis?
BONAPARTE
(Acerca su silla a la de Teresa, coloca
sobre el respaldo de la silla el brazo derecho y cruza la pierna izquierda
sobre la derecha. Tiene la tabaquera en la mano izquierda: el codo, apoyado en
la rodilla de modo que la tabaquera esté al alcance de la mano de Teresa.
Entonces comienza un juego que sigue toda la escena. Una serie de pequeños
movimientos en los que Teresa quiere apoderarse de la tabaquera y Bonaparte no
la suelta, aunque a veces, ella, como jugando, trata de quitársela) No os
perdono si no me decís el porqué de tanta prisa en hablarme... (En este momento
abre la tabaquera para tomar rapé. Teresa le detiene)
TERESA
¿Vais a tomar rapé?
BONAPARTE
(Asombrado) Sí...
TERESA
No lo hagáis. Os lo ruego...
BONAPARTE
¿Por qué causa?
TERESA
Un capricho de mujer...
BONAPARTE
¿Ya qué obedece?
TERESA
Se ponen tara feos los hombres cuando
estornudan.
BONAPARTE
(Riendo) ¿Y os importa mucho que yo?...
TERESA
¡Muchísimo!...
BONAPARTE
Bien... Sea como deseáis... (Teresa cree
llegado el momento de apoderarse de la tabaquera, pero Bonaparte la guarda en su
bolsillo, dejándola muy triste)
TERESA
(Desesperada, intenta halagar su vanidad)
¿Sabéis lo que se me ocurre? Que no todo el mundo sabe manejar una tabaquera. ¡Vos,
general, poseéis el secreto! ¡Qué preciosa resulta en vuestra mano esa cajita
de oro!... ¡Es encantador veros jugar con ella! (Bonaparte, satisfecho, ha
llevado poco a poco su mano al bolsillo del chaleco, extrae la tabaquera y
vuelve a colocarse en la misma posición, jugando con ella sobre su rodilla; Teresa
está encantada de su éxito)
BONAPARTE
Confieso que mientras el cerebro
trabaja, me distrae este juego maquinal de la tabaquera. Es más agradable que
el aroma mismo del tabaco.
TERESA
Y eso que el tabaco debe ser...
BONAPARTE
¿No Jo probasteis nunca? ¡Tomad! ¡Este
es excelente...!
TERESA
(Aterrada) ¡No!... ¡No quisiera!...
BONAPARTE
¿Pero os da miedo?
TERESA
Sí... Es decir. Dejadme que lo tome yo
misma. (Bonaparte le entrega la tabaquera, abierta; Teresa la cierra, y la oprime
con gran emoción contra su pecho. Aparte) (¡Al fin, la tengo en mi poder!)
BONAPARTE
(Sorprendido y vanidoso) ¡Qué emoción!
¿Por qué os conmueve así?
TERESA
(Muy emocionada,) No podéis daros cuenta
de lo que experimento... Es la mayor alegría de mi vida... ¡Y hace tanto tiempo
que deseo tener entre mis manos esta caja de oro!
BONAPARTE
(Encantado) ¡Qué niñería!... ¿Y por qué?
TERESA
¡Es vuestra!... ¡Del general sin
porvenir de hace cinco años!...
BONAPARTE
(Mirándola con interés) Teresa...
TERESA
Primer cónsul... (Mirando en derredor,
como temerosa)
BONAPARTE
¿Qué teméis? ¡Ah! Comprendo. La persona
que entró aquí, saltando las tapias, caerá en poder de mis gentes muy pronto...
Quedará arrestado.
TERESA
¿Os referís entonces al capitán Michel?
BONAPARTE
Sí.
TERESA
(Aparte) (Si le arrestasen no podría
acudir al duelo)
BONAPARTE
¿Qué pensáis?
TERESA
Que no es preciso buscarle. Sé dónde se
oculta. En el cuarto de Durand...
BONAPARTE
(Llamando) ¡Roustand!... (Aparece el
mameluco)
TERESA
(Aparte) (¡Qué feliz soy!...) (Bonaparte
la mira con asombro) Pero daos prisa...; no se os escape.
BONAPARTE
Voy a poner un granadero a la puerta.
TERESA
¡Dos! Poned dos. Es bravo y fuerte. Uno
no basta.
BONAPARTE
(Sonriente) ¿Tenéis miedo?
TERESA
¡Mucho!
BONAPARTE
Ve al cuarto de Durand. Allí estará el
capitán Michel; arrestadle, y poned dos granaderos a la puerta, con orden de no
dejar entrar ni salir a nadie... (Roustand hace mutis, corriendo. Mientras
Bonaparte habla con Roustand, Teresa saca de su escote la tabaquera de
Bonaparte y oculta la de Chatillón, que acaba de quitarle a Napoleón. Bien
visible este juego para el público. Bonaparte vuelve a su lado. Irónico) Si os
parecen pocos los dos granaderos, pondremos artillería también.
TERESA
(Radiante de felicidad) Ya está
encerrado, prisionero; no puede salir. ¡Cómo os lo agradezco!
BONAPARTE
¡Y pensar que ayer mismo le amabais con
locura! Teníais celos de él... Para que se fíe uno del corazón de las mujeres.
TERESA
Yo no sé ni odiar ni querer a medías.
Soy española.
BONAPARTE
(Entusiasmado) Pues debo decirte que...
tengo mis proyectos sobre España... Y si pudiese conquistar su corazón... (Alarga
los brazos; cuando su mano izquierda está a la altura, del hombro de Teresa,
que ha retrocedido, le coge la mano entre las suyas, y fingiendo enorme
sorpresa, grita)
TERESA
¡Oh! ¡Lo que acabo de ver en vuestra
mano, general.
BONAPARTE
¿En mi mano? (Volviéndosela la palma
hacia arriba) ¡Es asombroso! Explícate...
TERESA
(Con gran respeto) ¡Majestad!...
BONAPARTE
¿Pero qué dices?... ¿Estás loca?
TERESA
¡No!... ¡Tengo algo de gitana, y en las
rayas de vuestra mano leo..., que seréis rey!
BONAPARTE
¿Yo rey?
TERESA
¡Emperador!... (El queda ensimismado, y
cae en una silla; momento de gran emoción; la luz de escena se rebaja hasta el
obscuro total; a favor de él cae una gasa en todo lo ancho del escenario, hasta
dar lugar al efecto que se detalla)
(Música)
Obscuro total. —Delante de las puertas
de cristalería y del forillo de jardín, caen juntamente un telón de gasa, y
tras ella un telón negro. En el telón de gasa, se habrá pintado, en forma que
luego transparente bien, el escudo del imperio napoleónico, corona del imperio,
manto de abejas de oro, escudo de laureles con una «N» en el centro y el águila
napoleónica. Cuando han sonado los tambores y se han levantado los telones que
quedan detrás del de gasa, o sean los de la cristalería y el forillo de jardín,
se sube también el telón negro. Se proyecta sobre la gasa, para hacerla visible,
un foco desde el público, comenzando por iluminar sólo la «N», y abriendo
después la luz. Simultáneamente se va reduciendo la intensidad del foco,
poniéndole cristal azul y dando luz detrás de la gasa, sucesivamente, de los
colores azul, amarillo, rojo, y, por último, blanco, muy intenso, de modo que
el cuadro plástico se vea distintamente. En los teatros donde la luz no tenga
bastante fuerza, se levantará la gasa en el momento del
fuerte. Más tarde, cuando lo indica el
número, se va quitando luz de dentro, hasta que desaparezca el cuadro, y se
enfoca el proyector azul, hasta que en el pianísimo que hay al final de la
marcha, se deja a obscuras, y aprovechando el fortísimo final y ese obscuro, se
sube rápidamente el telón de gasa, y se bajan el de cristalería y forillo de
jardín, pero con tal precisión, que al dar luz, la escena está igual que al
comienzo del efecto.
Cuadro plástico. —Se formará con todos
los que no están en escena. Va colocado detrás de la decoración. Se reduce a un
practicable lleno de damas, oficiales, generales y la contrafigura de Napoleón.
En el piso del escenario, la banda, los coristas y comparsería, vestidos de
soldados del imperio, presentan ocho o diez panderas con águilas de oro, a
Napoleón. Conviene imitar, sin que sea necesario reproducirlo fielmente, el
cuadro de David. «El reparto de banderas al ejército». Durante el cuadro, de
gran efecto para el público, cantan:
(Música)
TODOS
Son los soldados.
Van de glorias en pos.
La patria llora
al decirles adiós...
marchan valientes
a combatir.
¡Los que van a vencer!
¡Los que van a morir...!
A combatir.
a morir, si está el honor en morir;
a luchar y no ceder ni caer.
A correr tras la victoria
por la patria y por la gloria,
por mandato del honor
y el deber.
(Al principio de esta aparición profética,
Napoleón y Teresa hacen mutis. El, como preocupado por lo que ve en su
imaginación. Al dar luz, la escena está sola)
(Hablado)
LEGARSON
(Sale agitado, nervioso, sin dar pie con
bola, seguido de un correo de gabinete, y Policías primero y segundo) ¡A ver! ¡Todos
a escape! Cada uno en una dirección. ¡Que nadie entre ni salga del palacio! ¡Registrad
los jardines! ¡Prended a todo el que lleve tabaquera! ¡Que nadie tome rapé! ¡Pronto!
BONAPARTE
(Sale seguido de Roustand el mameluco,
con un pliego en la mano) ¡Quietos! ¡No hay más órdenes que las mías! Ni una
palabra de esto a nadie. Aguardad en la antecámara... (Sale Legarsón y los dos
Policías. Napoleón se pasea de arriba ¡abajo) ¡Roustand, que venga Teresa
Gabarras, y más tarde, el capitán Michel...! (Leyendo el pliego) «Fouché»...
Este al menos, es pícaro y astuto como un zorro... Me previene, porque ha sabido
que un artífice cinceló una tabaquera igual a la mía; con ese dato deduce lo
que traman..., cambiar la tabaquera, poniendo en la falsa un veneno
activísimo... ¿Por qué me odian, si consagro mi vida a Francia?... (Pasea
nerviosamente)
BONCOEUR
(Sale aterrado, santiguándose) ¡Santos
Mártires; dadme valor para cumplir mi deber!... ¡Y que parece un león con la calentura!...
(Se santigua de nuevo y se pone a pasear detrás de Bonaparte, siguiéndole en
sus idas y venidas) Ge..., Ge... (La voz no le sale) Ge..., General. (No le oye
y siguen los pasos; Bonaparte saca su tabaquera y la mira) ¡Ay, Dios mío! ¡Qué
va a tomar rapé! (Sacando fuerzas de flaqueza, grita, haciendo un esfuerzo) ¡¡General!!
BONAPARTE
¿Qué deseáis, con mil diablos?
BONCOEUR
(Sacando una tabaquera muy fea y vieja)
¿Yo...?, que... ¡que me cambiéis esta tabaquera por la vuestra!
BONAPARTE
(Sospechando) ¿Cómo decís? (Mirándole
fijamente)
BONCOEUR
(Azorado) Que... os vengo a envenenar.
BONAPARTE
(Asiéndole por el cuello) ¿Confesáis?...
BONCOEUR
No, no; ¡me he equivocado!... Vengo a
daros el veneno... Digo, ¡no!... digo, la tabaquera para que no..., para que si...,
para que... Perdonad si me atreví... (De rodillas)
LEGARSON
(A los policías) ¡Sujetadle! Es un
hombre astuto y terrible que consiguió que se le nombrase policía para
engañarnos mejor.
BONCOEUR
¿Yo policía? ¿Pero cómo mentís tan
descaradamente?
BONAPARTE
A mí me aseguró que era sacerdote.
BONCOEUR
La verdad, señor, la verdad.
BONAPARTE
Bien. Llevadle y será juzgado.
BONCOEUR
¿Juzgado yo? ¿Pero, señor, es posible
tanta injusticia?
FOUCHE
(Saliendo separa a los que sujetan a
Boncoeur y dice) Ciudadano primer cónsul: este hombre es amigo mío y respondo de
él... Es víctima de un error nuestro, que os explicaré.
BONCOEUR
¡Dios te bendiga, Fouché de mi alma!
BONAPARTE
Es que ha tratado de cambiar mi
tabaquera por la suya...
BONCOEUR
Porque sabía que la vuestra estaba
envenenada... Por salvaros...
BONAPARTE
Pero lo hicisteis con tanta torpeza...
BONCOEUR
Cada uno hace las cosas como puede,
señor, y Dios sea con todos.
LEGARSON
De todos modos, la torpeza subsiste.
FOUCHE
Una torpeza mucho menor que la de un
jefe de Policía, que toma de secretario, con el nombre de Marchesol, al
conspirador más terrible. El Príncipe de Chimey.
LEGARSON
¿Marchesol?
FOUCHE
Lo ha declarado ahora mismo, al morir,
batiéndose con el coronel Durand, que tomó el puesto del capitán Michel.
BONAPARTE
¿Y cómo sabes todo eso? ¿No estabas en
cama?
FOUCHE
Mi enfermedad fue un ardid. El gato se
hace el dormido para cazar mejor a los ratones.
BONAPARTE
¡Los cazaremos! Además de Boncoeur
hay... otra persona que ha mostrado interés por mi tabaquera,..; su emoción de
hace unos instantes...
FOUCHE
¿De quién suponéis?
BONAPARTE
De... (Viendo llegar a Teresa, seguida
de Roustand) Silencio. (A Teresa) Acercaos, señora.
TERESA
(Haciendo una graciosa reverencia y en tono
casi jovial que contrasta con la desconfianza de todos) Ciudadano primer cónsul,
¿qué puedo hacer para serviros?
BONAPARTE
Algo bien sencillo. Tomad un poco de
este rapé. (Brinlándole la tabaquera abierta y mirándola sin pestañear)
TERESA
(Ingenua) Es un gran honor para mí;
pero, decididamente, no me gusta el tabaco.
BONAPARTE
(Severamente) ¿Os negáis?
TERESA
(Asombrada del tono) Sí...
BONAPARTE
¡Tomadlo! i Lo ordeno! (Fouché, Legarsón,
Bonaparte, Roustand y los policías la rodean, mirándola desconfiados)
TERESA
Pero... ¿ese tono por una cosa tan
baladí? (Mirando a tolos y, al ver sus caras de desconfianza, se da cuenta de
la verdad)
BONCOEUR
¡No lo toméis, que está envenenado!
BONAPARTE
(Con voz terrible) ¡Boncoeur!
BONCOEUR
(Aparte) (¡Santísimo Jesús, a la hora de
mi muerte le encomiendo mi espíritu!)
TERESA
¡Ah! ¡Comprendo!... ¿Habéis creído que
yo... podía ser tan infame?... (Dándole la otra tabaquera, que saca del pecho) ¡Esta
es la que os quité!
FOUCHE
(Quitándosela) ¡Dádmela!
BONAPARTE
(A Teresa) No olvidaré nunca lo que os
debo. (A los otros) De lo ocurrido, secreto absoluto; que nadie lo recuerde.
TERESA
Ya que es día de olvidar, si lo fuese
también de perdón, os diría... (Viendo entrar a Michel entre dos granaderos)
BONAPARTE
Lo adivino... (Sonriente) Coronel
Michel...
TERESA
Os habéis equivocado; es capitán...
BONAPARTE
El primer cónsul no se equivoca nunca.
Coronel Michel, aquí tienes a tu esposa. (Por Teresa)
BONAPARTE
Plácido Boncoeur. La torpeza no excluye
la buena intención. Se ha firmado el Concordato. ¿Queréis ser obispo?
BONCOEUR
¿Yo? ¡Dios me libre!
BONAPARTE
¿Qué queréis ser entonces?
BONCOEUR
Padre de mis feligreses en mi curato de
Normandía...
BONAPARTE
Antes casaréis a Teresa Cabarrús con mi ayudante
Michel... (A Josefina, que entra seguida de la Recamier y todos los demás del
acto; Josefina oye lo anterior) Josefina, somos padrinos de la boda.
(Música,
piano en la Orquesta)
JOSEFINA
(A Michel) Enhorabuena... (Todos le
felicitan)
BONAPARTE
(Se acerca a Teresa y le dice en voz
baja) Habéis sido «Nuestra Señora del Thermidor»; más tarde, «la Reina del Directorio»;
¿qué vais a ser en lo sucesivo?
TERESA
La esposa del coronel Michel, un leal
servidor del Imperio...
BONAPARTE
(Asustado) Callad. (En voz alta y
sonriente a todos Y ved cómo paga a sus leales amigos Bonaparte... (En voz baja
a Teresa) Aquel pobre general sin porvenir... (Cuadro; fuerte en la orquesta)
TELON
Información obtenida en:
https://archive.org/details/lareinadeldirect00alon
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