La Noche de Reyes (Libreto)



LA NOCHE DE REYES



Zarzuela en un acto, dividido en cuatro cuadros, original y en prosa.

Texto de Carlos Arniches.

Música de José Serrano.

Estrenada en el Teatro de la Zarzuela la noche del 15 de Diciembre de 1906.


REPARTO (Estreno)

Lucía - Srta. Pérez.

Tía Tana - Sra. Alba.

Crisanta - Srta. Arana.

Tía Celipa - Sra. García.

Rogelia - Srta. González.

Señá Cesárea - Sra. Camarena.

Mauricia Sra.  Barchino.

Moza 1ª - Srta. López.

Moza 2ª - Srta. Arrosamena.

Moza 3ª - Srta. Sanz.

Una Vieja - Sra. Martínez.

Andrés - Sr. Rufart.

Tío Sildo - Sr. Moncayo.

Sabino - Sr. V. González.

Canijas - Sr. A. González.

Ciemporros - Sr. Agulló.

Mateo - Sr. Delgado.

Hilario Sr. Galerón.

Un Leñador - Sr. Delgado.

Mozo 1º - Sr. Galerón.

Mozo 2º - Sr. Vallejo.

Un Muchacho (que no habla) - N. N.

Un Niño de cuatro años - N. N.

Mozos y mozas.

La acción en un pueblo de la sierra del Guadarrama. — Epoca actual (la del estreno).


ACTO UNICO


CUADRO PRIMERO

Decoración. Extensa pradería al pie mismo de una sierra. Limitan por la izquierda el término de los prados, altos peñascales a los que bordean chopos y jaras. Varios senderos bajan por este lado en rampa, hacia la escena. En los laterales derecha, segundo término, se alza con su fachada dando frente al público, una pobre casucha dé adobes con una pequeña chimenea en el tejado, por la que a su tiempo sale humo del hogar encendido. La desvencijada puertecilla de esta casa es practicable. Al lado de la puerta se ve un banco formado por dos piedras toscas. Una tapia construida con pedruscos, limita la parte posterior de la casa, indicando un corralillo. En los laterales izquierda, y al abrigo de un gran peñascal, se ve un chozo de pastores. Es la tarde de un día brumoso de la otoñada. Al fondo, un arroyuelo baja entre las peñas.


ESCENA PRIMERA

Tío Sildo, Ciemporros, Hilario y Mateo, (1) Son pastores. Visten el traje que se usa para este oficio en la sierra castellana. AI levantarse el telón aparece el Tío Sildo, que es un viejecillo, sentado como los otros alrededor de una sartén, comiendo un rancho. Más lejos se verá un trípode que sostiene una cadena de la que pende un gran perol y debajo unas brasas que todavía arden y humean próximas a extinguirse. Suenan, a alguna distancia, los cencerrillos de las ovejas de rebaños que pastorean próximos. De vez en cuando se escuchan lejanos los ladridos de los perros de ganado, una templada luz, envuelve el cuadro en un tinte de dulce poesía.

(1) Ciemporros —Slldo —Hilario —Mateo.


CIEMPORROS
(Comiendo) ¡Me caso en Ciemporros!... ¡Qué humao salióle el guiso, tío Sildo!

SILDO
(Con voz cascada y tonillo cadencioso) ¡Come y calla, garzón, que too está güeno, lo que Dios nos dea!

MATEO
¡A fuer de mí, que no vide zagal de más reniego pa comer!

HILARIO
¡Y la cuenta es que se lleva medio rancho en cá dedá!

CIEMPORROS
(A Hilario y Mateo) Pero, ¿qué mermuráis, ladinos?... ¡si no he comió ni pa alentar! (Con la boca muy llena)

SILDO
(Sonriendo.! ¡No que no! Tienes una boquita —como un anillo. —Que te cabe una rosca —y un panecillo,—¡que ice la copla!

HILARIO y MATEO
¡Ja, ja! (Riendo)

HILARIO
¡Güeña es esa! (Se escucha el sonar insistente y próximo de un cencerrillo)

CIEMPORROS
(Levantándose con presteza y poniendo una piedra en la honda) ¡Aeeep! (Va hacia el segundo término izquierda como espantando una cabra) ¡Horra!... ¡La cabra, la cabraa!... (Dispara la piedra) ¡Mala piel!... (Vuelve a comer)

SILDO
¿A cuála cabra tiraste?

CIEMPORROS
¡A la horra, que está hartuña y me desmanda el rebaño!

HILARIO
(Dejando de comer y limpiándose los labios con el dorso de la mano) Y ahora, tío Sildo, Venga una adivinanza pa remate.

MATEO
U cuente usté una conseja de las que sabe.

CIEMPORROS
¡Adivinanza, adivinanza, que la de trasantier gustóme!

SILDO
¡Vaya por ello! A ver si dais con el conque de lo que senifica esta:
Yo soy un güen mozo
valiente y bizarro;
tengo doce mozas
para mi regalo;
toas van en coche
y gastan sus cuartos;
toas tienen medias
pero no zapatos. —¿Qué será?

HILARIO
(Pensando) ¡Uy, qué deficil!

MATEO
(Pensando) No barrunto...

CIEMPORROS
Yo no sé lo que será, pero si toas tién medias, no es cosa de este pueblo.

SILDO
¡El reló y las horas, zagales!

HILARIO
¡De cierto que sí!

MATEO
¡Güeña es!

CIEMPORROS
Pos  ahora voy a ponervos yo una. Andivina andivinanza: —Tamaño como una cazuela, —tiene alas y no vuela. —¿Qué es?

SILDO
¡El sombrero!

CIEMPORROS
¡Me caso en Ciemporros! Este agüelo romancero too lo endevina y lo sabe!

SILDO
¡Oy, Dios! Pos si me hubiás conoció años allueñe, ¿qué dijérades? No había en toa la sierra e Gredos garzón de tal pro pal improviso e coplas y romances. Yo sé cosas muchas, zagal, que maestros son los años. Yo sé las horas en la noche por el mar de las estrellas; yo sé qué vientos traen la nieve y qué nubes el agua de la otoña; yo sé ande se coge la flor del poleón y la sanguinaria que quitan el daño d'hartura, y en qué remansos nace el trébol de cuatro hojas que da el beneficio. ¡Yo sé consejas y romances; historias de princesas en luengas tierras encantas y coplas pa galanes con rimpuestns de mozas!... ¡Y aún, aún, bebo el vino sin tresnudar y me gusta el holgorio! Y t'avía, t'avía cuando miro una zagalona polida me se encandilan los ojuelos, y me ricuerdo de aquella seguirilla que ice, ice...
Una vieja, revieja,
dijo al pan duro:
si te pillara en sopas
yo te aseguro...
(Riendo) ¡Je, je!

CIEMPORROS
¡Está güeno, está güeno el agüelete!

HILARIO
¡Arriscadillo está!

MATEO
Vaya... ¡A güeña pro! (A Hilario) Hilario, ámonos pa el hato! (Vanse foro izquierda Mateo y Hilario)

HILARIO
Güas tardes.

SILDO
Irvos con Dios, muchachos...

CIEMPORROS
(Se levantan) (1) ¿Y diga osté, tío Sildo, osté que lo sabe too; ¿qué copla podría yo cántale a la Crisanta, pa que me quisiés más que a Canijas, que tamién l'anda rezongando?

(1) Tío Sildo —Ciemporros.

SILDO
(Que al levantarse habrá cogido un mazo de esparto y un trozo de soga para seguir haciéndola durante el resto de la escena) Pos cántale una que yo sé y que a mí siempre m'ha proveído:
Por mi puerta pasaste
y estornudistes;
solo estaba yo entonces,
¿por qué no entristes?

CIEMPORROS
¡Me caso en Ciemporros, qué bonita es! Me la tengo que deprender.

SILDO
Oye, galán; ¿pero t'avía te dura el enfurruño con Canijas?

CIEMPORROS
¡Como que ayer, porque me vio hablando con la Crisanta, tiróme una piedra! Gracias que me dio en la caeza na más, que si me da en el sombrero ocho ríales tiraos! ¡Pero de que yo coja a ese zagal le esgualdramillo!... ¡Qué miste el bolondro! (Le enseña la cabeza)

CANIJAS
(Asomándose con precaución por detrás de la casa de la derecha) Ciemporros.

SILDO
¡Uy, Canijas!

CIEMPORROS
(Furioso) ¡Místelo! (Disponiéndose a tirarle una piedra) ¡Maldita siá tu casta, ladrón!...

CANIJAS
(Volviendo a asomarse) ¡Tío Sildo, sujéteme osté a ese anemal, hombre!

CIEMPORROS
¡Largo d'aquí, ú te doy un cantazo que te esbarato!

SILDO
(A Ciemporros) ¡Sosiégate, garzón!

CANIJAS
¡Oye, estate quieto, que es que vengo de bien a bien a decite una cosa que me s'ha ocurrió pal arreglo e lo de la Crisanta!

SILDO
Amos a olio. Avanza, zagal. (2) (Sale Canijas temeroso)

(2) Canijas —Tío Sildo —Ciemporros,

CIEMPORROS
(Con ira) ¿Qué quiés decirme? ¡Presto!

CANIJAS
Pues quería decite que la Crisanta es una...

CIEMPORROS
(Amenazándole) ¿Una qué?

CANIJAS
Que la Crisanta es una... y nosotros semos dos. Y he pensao que lo primero que hay que hacer, es decile que la queremos.

SILDO
¡Ahí ¿pero no pe lo habéis dicho?

CIEMPORROS
¡Toma, po si se lo hubiamos dicho no había custión!

CANIJAS
Nos dio vergüenza. Por eso digo que debemos hablala a la par y que escogite de entrambos; que dice que yo, pues yo; que dice que tú, pues yo...

CIEMPORROS
¡Maldita siá!... (Amenazándole)

CANIJAS
(Huyendo) ¡Si no me dejas acabar!... Pues yo me voy.

SILDO
Eso es ponese en razón.

CIEMPORROS
Hecho. Pero me tiés que dar la ventaja del afeitao, porque como tú eres más rebajuelo tiés mejor planta.

CANIJAS
¿Y cuándo l'hablamos?

SILDO
¡Callaise! ¡Ni a conjuro! (Mirando hacia la izquierda)

LOS DOS
¿Qué es?

SILDO
¡Ella que viene! ¡La Crisanta!

CIEMPORROS
¡Oy, mi Dios! (Yendo a mirar) ¡Es verdá! (1)

(1) Canijas —Ciemporros —Tío Sildo.

CANIJAS
¡Ella es!

CIEMPORROS
(A Canijas) Oye, escomienza a hablar tú, que eres más palabrero...

CANIJAS
No, yo no; que así de que la veo me imociono... y me da un ronquido...

CIEMPORROS
Pos ámonos, y en otro rato... (Quieren irse)

SILDO
(Deteniéndolos) No; agora, agora y asina seré yo juez de la querella.

CIEMPORROS
(Mirando) ¡Ya estay! (Se arregla la ropa)

CANIJAS
¡Místela, qué devina!... ¡arrrj! (Le falta aire para respirar) (¡Ya me dio!) ¡qué devina es!

CIEMPORROS
¡Misté que cara e capullo trempano!

CANIJAS
Más bonita... ¡arrrj!... ¡no se pinta!

SILDO
¡Callaise! ¡Serenedad!


ESCENA II

Dichos y Crisanta (1), Viene por la rampa de la izquierda, con dos cántaras de leche. Es una zagalona recia y fea como un diantre. De anchas cejas, chata, boca grande, mirar hosco y ceñudo, y con andares patizambos ó desgarbados

(1) Canijas —Crisanta —Ciemporros —Tío Sildo.

CIEMPORROS
(Al verla venir) ¡Qué andares tiene!

CANIJAS
(Encantado) ¡Qué mirar tan dulce!

SILDO
¡Señores, cómo cega el amor! Pa ésta se hizo la copla:
Ven a veme po las noches
cuando la luna se va,
que caras como la tuya
pierden con la claredá.

(Baja Crisanta, Los dos se colocan a ambos lados de la moza, emocionadísimos, sin poder hablar. Ella los mira alternativamente con extrañeza)

CIEMPORROS
(Sin poder romper) Gua... gua...

CANIJAS
Cri... ¡arnj! Cri... Cri...

CIEMPORROS
Guas tardes.

CANIJAS
(Cariñosamente) Crisanta...

CRISANTA
(Lanzando un gruñido de enojo y desprecio) ¡U, ú, ú, ú!

CIEMPORROS
Tié una voz más dulce que el pío e la golundrina!

CANIJAS
Cri... Cri... Crisanta.. Ese y yo, estamos pa... ¡arrrj! pa desollanos.

CRISANTA
¿Y a mí qué? (Con estúpido desprecio)

CIEMPORROS
Que tu... tu querer es el causante. Güel... güélvete pa ese. Güelvete pa mí, y dinos cualo t'hace más el avío.

CANIJAS
¿Cua... ¡arrrj! cuálo?

CRISANTA
(Gruñendo y queriéndose ir hacia la casa) ¡Amos, amos, amos!

CIEMPORROS
(Conteniéndola) Aguanta Una miajas... ¿Es ese, ú soy yo el de tu prifiriencia?

CANIJAS
¡Contesta!

CRISANTA
Vaya, vaya, vaya... ¡Dejaime en paz!

CIEMPORROS
¿Pero contestas ú no?

CRISANTA
¡No me da la gana! (Con rabia)

CIEMPORROS
(Amenazándola) ¡Hombre, la daba así! ¿Estás viendo?... ¡Vete con galanerías a una zinahoria!

CANIJAS
Pero oye, lucero, ¡no seas anemal!

CRISANTA
¡Qué juera alante ú vos corro a cantazos, vaya, que no quieo dolores de caeza!

LOS DOS
(Poniéndose delante) ¡Pos tiés que elegir!

CRISANTA
(Deja las cántaras y cogiendo luego una piedra) ¿Sí? ¡Malhaya siá!... Pues veréis eleción. (Les amenaza)

CIEMPORROS
(Huyendo por rampa izquierda) ,Corre, que tira! ¡que tira!

CANIJAS
¡Mi madre, qué piedra! (Huye también por el mismo sitio)

CRISANTA
(Tirándoles la piedra) ¡Toma eleción!... ¡Pintureros! ¡Granujas!

SILDO
¡Pero muchacha! (1).

(1) Crisanta —Tío Sildo.

CRISANTA
(Furiosa) ¡A mí con gaitas! ¡Tá güeno! ¡Dita siá! (Amenazadora, se dirige a abrir la puerta de su casa)

SILDO
¡Pos esto paice otra cosa, pero ha sío quearse con los dos!

CRISANTA
¡Pos estamos güeñas de desgustos y quebrantos pa estas niñerías!

SILDO
¿Pos qué vos pasa, mujer?

CRISANTA
¿Que qué mos pasa? ¡Dita siá! Ahí allega mi tía Tana que se lo contará a usté too, que quié que usté como presona é saber l'aconseje.

SILDO
¡Algo de Andresillo, de seguro!

CRISANTA
¡De mi primo, sí señor!... ¡Ese mozo! ¡¡¡Dita siá!!!


ESCENA III

Dichos y Tía Tana (2)

(2) Crisanta —Tana —Tío Sildo.

TANA
(Sale por la derecha) Mete la burra en el corral, Crisanta.

CRISANTA
Va. Déme usté la cesta. (La coge)

TANA
Y haz lumbre.

CRISANTA
Tá bien. (Mutis por detrás de la casa, y a poco vuelve y entra en ella)

SILDO
¿Y d'ande güeno se viene, Tana?

TANA
D'ahí, de Villarejo, de vendé dos pollos. Y mi alegro e verte, que tenía que hablate.

SILDO
Ya me lo dijo la Crisanta. ¿Y qué es ello?

TANA
(Con tristeza) ¡Penas y quebrantos, Sildo!... ¿que quiés que sean?

SILDO
¿A la cuenta de Andresillo?

TANA
Andresillo que anda escarriao, que no es quien era pa su madre; En mí se miraba, bien lo sabes, pos hoy ni caso me hace. Y ni valen palabras ni consejos, ni vale cosa denguna en atajándole su gusto. ¡Un mal querer me lo ha puesto así! ¡Bendita siá de Dios, la que me roba su cariño!...

SILDO
¿De móo y manera que sus amoríos con la Lucía?...

TANA
Van en creciente. Y él, que era retozón como un corderuelo, hoy es uraño y callao. Ni come, ni sosiega, ni tié asiento pal trebajo. Siempre tras la Lucía aguniao y celoso. Y una que tié mundo y sabe lo que los años anseñan, me temo que mi Andrés anda en pasos de desgracia, Sildo.

SILDO
¡Mujer, si la moza le quiere!...

TANA
¡Qué le ha de querer! ¡Pos ese es mi duelo! La Lucía no quiere a mi Andrés, porque está enamora de Sabino el pañero, años hace, ya lo sabes.

SILDO
¡Pero aquello acabose!

TANA
En aparencia na más. Ella y Sabino son dos genios muy parecíos, puntillosos y duros. El, dende el último regaño, la hace penar de desvío cortejando a otras mozas; y ella, por no ser menos, atrapó a mi Andrés, y con falsas promesas me lo engaña, haciendo del corazón de esa creatura cimbel del otro cariño, que es el que a ella le atormenta.

SILDO
¡Dios, qué maldad! Pos si asina en, no va descaminao tu sobresalto, que a un querer torció nunca le vide güen remate.

TANA
Y menos con una creatura tan extremosa como mi hijo, que ya le conoces; cuando aborrece es a muerte, cuando quiere es ceguera. Siempre adoró en la Lucía, callóse mientras viola con otro; de que la pensó libre fuese a ella, como la abeja al romero, y puso en su querer el alma toda. La hora del desengaño barrunto que ha de ser negra pa todos. Por eso te hablo, Sildo.

SILDO
¿Y qué quiés de mí?

TANA
Pos que cojas a mi Andrés antes y con antes, y con tu esperencia y saber le hagas los cargos. Dile que no ciegue, dile que es engañao, dile que apague su sé en fuente más clara.

SILDO
Así he de hacelo, pero ya lo sabes, Tana. Ciego pintan al amor, sordo le pintaría yo así mesmo que nunca le vide escuchar más voces que las suyas. Milagro será si Andrés me atiende. ¿Y aonde está el mozo?

TANA
No sé. Lo que hizo hoy me sobresalta.

SILDO
¿Qué hizo?

TANA
Pos antes de clarear esta mañana, levantóse de puntillas, salió sin decir palabra y no ha güelto entoavía ¡Nunca hizo tal!

SILDO
¡Demontre e mochachos!

TANA
¡Calla, sí!... (Yendo a mirar al foro izquierda) Sí, es mi Andrés; él viene...

SILDO
Pos descuida que agora le hablo...

TANA
No... no es ocasión... Que no viene solo,

SILDO
Entonces aluego.

TANA
Sí... tan y mientras vamos al ordeño, y a la güelta será.

SILDO
Vamos...

TANA
(Acercándose a la casa) Crisanta, trae las cántaras.

CRISANTA
Aquí están. (Sale con tres cántaras)

TANA
Amos po aquí... (A Silde) Luego... luego.

SILDO
¡Demontre e mochachos! ¡Demontre e mochachos! (estas últimas palabras las dice haciendo el mutis los tres por la primera derecha)


ESCENA IV

Andrés, Ciemporros y Canijas. Salen por la rampa de la izquierda; primero Ciemporros, luego Canijas y detrás Andrés, que viene envuelto en su manta y trae escondido, debajo de ella, algo que oculta muy cuidadosamente. Los tres salen con andar quedo y hablando en voz baja

CANIJAS
(En voz baja) ¿Pero ande metiste demóngano; que no te se vio en to el día?

ANDRES
En Pradollano.

CIEMPORROS
(Que bajó el primero, va hacia la casa y dice al fin:) Naidie. Bajar. (1) (Bajan Andrés y Canijas)

(1) Ciemporros —Andrés —Canijas,

CANIJAS
Oye, ¿v a qué fuiste tan lejos?

ANDRES
¿Que a qué fui? ¡Pues fui por ella, Canijas, fui por ella!

CANIJAS
¿Por cuala?

ANDRES
¡Y ya la traigo! (Radiante de alegría)

CIEMPORROS
¿Pero qué traes? (Con creciente sorpresa)

ANDRES
¡Anhelos, agunías, suores m'ha costao! ¡Pero aquí está... aquí!... ¡Pa mi Lucía; para ella!... ¡Más reluciente que el mesmo sol!... ¡Con una moña verde y encarná que priva! (Sacando de debajo de la manta con aire triunfal una guitarra nueva) ¡Miraila!

CIEMPORROS
(Asombrado) ¡Me caso en Ciemporros!

CANIJAS
¡La guitarra!

ANDRES
¡Mi guitarra! ¡La que ella quería que me comprase!

CANIJAS
¡Dios, qué remoja!... ¡A ver! (Hace vibrar una cuerda)

ANDRES
(Apagando el sonido) ¡Chist! ¡Que me la destemplas!

CANIJAS
 ¡Suena como un órgano!

ANDRES
¡Mejor!

CIEMPORROS
¡De que te la vea el barbero rompe la suya!

ANDRES
(Mirando su guitarra) ¡Ya está aquí! ¡ya lógrela! Paecióme que nunca llegaría, pero too lo alcanza un querer firme! ¿Y lo veis ahora? ¿Veis por qué vosotros ibais de ronda, y yo quieto en casa? ¿Veis por qué holgabais, y yo trebaja que trebaja? ¿Veis por qué sus ibais al copeo los sábados a la noche, y yo agua pura? ¡Pos era pa esto! (Enarbolando la guitarra) Céntimo a céntimo; perrilla a perrilla... sin fumar ni beber, guarda que guarda, cuatro durejos ajunté... ¡qué cuestan sucres! ¡pero aquí está!... porque ella me lo dijo hace tiempo: —Cómprate una guitarra, Andrés. —¡Era su gusto, y su gusto ha sío mi afán! ¿Y la ves bien, Ciemporros? ¿La ves, Canijas? Pos esta guitarra es como mi querer, ¡sólo pa la Lucía! ¡¡Antes que sonar pa otra, a peazos hais de vela!!

CIEMPORROS
(Admirado) ¡Cómo quiés a esa moza, repeine!

ANDRES
¡Oy, Dios, si la quiero!... ¡No es pa decilo! ¡Y cuántas noches, cuántas, arrebuñao en la cama, escuché con envidia el guitarreo lejano de las rondas, y las coplas que echabais a las mozas, pero yo quieto allí, diciendo, — ¡ya vendrá la mía! —y tan y mientras, cavilando, cavilando coplas para ella.

CANIJAS
(Admirado) ¿Tú?

ANDRES
¡Yo!... ¡Pa debajo e su ventana! ¡Pa cuando tuviese mi guitarra!... ¡Y se las hice de mi flor, no creas! Que si quiés mucho, mucho, a una mujer y estas solo, y es la noche y piensas en ella, la soledá es compañía, la noche es pura luz y los pensamientos te salen como canciones, ¡tóos se puén cantar!

CIEMPORROS
¡Anda este!

ANDRES
¡Vais a velo! Ascuchar qué coplas la hice! ¡p'aquí salieron!... (Señalando el corazón)

(Música)

(Fingiendo que rasguea en su guitarra)
La noche que yo vea
brillar la luna clara
y cante mis quereres
al pie de tu ventana,
será pa mí esa noche
la noche del amor,
y nunca, nunca, serrana mía,
he de olvidarla yo.

CIEMPORROS
¡Muy bonita!

ANDRES
¡Más lo es ella!

CIEMPORROS
Y tú la cantas mu bien.

ANDRES
¡Es que canto y al cantarla,
m'acuerdo de su querer!

CIEMPORROS
A ver la otra.

ANDRES
Vais a oíla;
veréis qué bien me salió.
Tié mas fuego y más terneza
y más brío y más calor.

CIEMPORROS
Cállate, no grites tanto,
no se vayan a enterar.

ANDRES
Tiés razón.
Pues oíd la otra copla
que voy a cantar.

(Volviendo a rasguear en su guitarra)

Tu cuerpo huele a flores,
tu voz a arroyo suena,
a flores de los valles
y a arroyo de la sierra.
Si nubes te ocultaran
del sol alguna vez,
el sol, que es bueno, las rompería
para volverte a ver.

(Hablado)

CANIJAS
¡Repeine, qué majas son!

ANDRES
¿T'han gustao?

CANIJAS
¡Una sinfinidá! Porque yo también las hago, pero me salen más de risa...

ANDRES
¿Tú?

CANIJAS
Miá la que le hice la semana antipasá a la mujer del sacristán; y le gustó mucho. —Si tu esposo y el mío —van a Ontanares —y compran cuatro bueyes —vuelven tres pares.

ANDRES
(Riendo) ¡No sías animal, hombre!

CANIJAS
¡No, delicás no son, pero son de chufla!

ANDRES
Pos esta noche hay que estrenó la guitarra.

CANIJAS
¡Y remójala!

CIEMPORROS
¿Y la Lucía no sabe que t'has comprao?

ANDRES
No he querío decíselo pa sosprenderla... ¡Esta noche la oirá!

CIEMPORROS
¡Así mesmo! (Pensativo) Y digo yo una cosa, Andresillo. (1) (Titubea y se rasca la cabeza como quien no sabe por dónde seguir) Aunque sea mal dicha. ¿Y estos amoríos con la Lucía, no te trairán un quebranto con Sabino el pañero?... Lo digo al tanto de lo que se murmura por el pueblo; ya lo sabes... que hicen que ella, toavía con el otro... en fin, y que tú...

(1) Andrés —Ciemporros —Canijas.

CANIJAS
Eso es verdá.

ANDRES
(2) ¡Amos, hombre! ¡no m'hables de eso que me hacéis de reír! ¡Envidias! ¿Si ella no me quisiera, a que decímelo? ¿La puse un puñal al pecho?... ¡Pos entonces!... ¡Ni Sabino ni el mundo entero me la quitan! Ella alentó mi cariño... ¡ella! ¡Y vio que es grande, mu grande! No lo iba a alentar pa estrozalo después... porque él así fuese... (Va enronqueciendo y temblando su voz) yo sus digo, flus digo ¡qué cosas tan grandes como este querer que yo le tengo, cuando se vienen al suelo hacen mucho estrado! (Haciendo una rápida transición) Pero no hablemos de eso, hombre... que me quitáis la alegría y me...

(2) Ciemporros —Andrés —Canijas.

CIEMPORROS
Es que las hay de mu falsarias, no creas.

CANIJAS
¿Que si las hay? ¡Ahí tiés a la hija e la tía Garrona, que me dijo que fuese a róndala, que me daría el si... y me dio con una olla en meta e la caeza!

ANDRES
¡Pero ella no, Canijas, ella no es de esas! ¡Esa cara morena como el trigo retostao y esos ojos grandones, no engañan, no! (Ciemporros y Canijas a hurtadillas de Andrés hacen un gesto de duda)


ESCENA V

Dichos y Lucía.

(Música)

LUCIA
(Cantando dentro y lejos)
Parece mi serrana
cuando va aprisa
pajarita de nieve
que anda y no pisa.

ANDRES
(Hablando sobre la música. Con alegría) ¡Mira! ¡Oyéla!

CIEMPORROS
(Yendo a mirar hacia la derecha) ¡Ella es! Y hacia aquí viene.

ANDRES
Vendrá del molino. Voy a esconde la guitarra. (La cubre con la manta y la deja sobre el banco de piedra que hay al lado de la casa)

CANIJAS
Güeno, pues nosotros sus dejamos que habléis a gozo. El que se va no estorba.

ANDRES
Y ya sabéis, así que se haga noche, en la taerna el Chano.

CIEMPORROS
De que encerremos el ganao allí nos tienes.

CANIJAS
No tardes.

ANDRES
¡Quiá, hombre! (Se marchan Ciemporros y Canijas por la rampa de la izquierda)

CIEMPORROS
(Dentro y dando voces cómo para poner en movimiento el rebaño) ¡Yála! ¡Oep!... ¡La cabra! ¡Riá, chota!... (Suenan los trallazos de las hondas. Vuelve a oírse un cencerro lento de rebaño que camina. Empieza a declinar la tarde. Suenan lejos las campanas de una ermita. La chimenea de la casa vierte su columna de humo en el aire apacible de un atardecer tranquilo de la Sierra. Sale Lucía, que ha venido por el foro derecha. Trae un pequeño saco de harina, que deja sobre una peña al lado del chozo) (1).

(1) Andrés —Lucía.

ANDRES
¡Mi Lucía! (Corre hacia ella mirándola embelesado)

LUCIA
(Sonriendo) ¡Qué tonto, Andrés!
Quien te mirara se pensaría
que por lo menos hace tres años
que no me ves.

ANDRES
¡Sol de mi día!

LUCIA
¿Pero qué dices?
¡Si ya anochece!

ANDRES
¡No es noche, no!
Siempre, alma mía, que vuelvo a verte,
¡pa mí que sale de nuevo el sol!

LUCIA
¡Jesús las cosas que se te ocurren!

ANDRES
¡Sí, muchas cosas!
y las que calló porque mis labios
nunca supieron decirlas bien.
¡Si yo decir pudiera
las cosas que aquí siento,
te gustarían
como manojo é flores
y te sabrían
como panal de miel!

(Suenan las campanas lejos)

¿Qué escuchas?

LUCIA
Las campanas.

ANDRES
Déjalas.

LUCIA
¡Qué tristes sones dan!

ANDRES
¡El día en que te llame mía
qué alegres y contentas sonarán!

(Se escuchan ya lejos las esquilas del rebaño)

LUCIA
¡Qué lejos el rebaño va ya!

ANDRES
Déjalo too, mi gloria,
y piensa en mí no más.

LUCIA
El son de las esquilas
tristeza da.

ANDRES
¿Me quieres?

LUCIA
Oye, escucha...
Casi no se oyen ya.
¡Para quererse, qué hora tan dulce!
¡Todo en la Sierra habla de amor y paz!

ANDRES
(Que ha ido acercándose a ella amorosamente In coge las manos)
¿Verdá, Lucía?

LUCIA
Verdá.

ANDRES
¿Me quieres?

LUCIA
¡Sí!

(Hablado)

ANDRES
(En tono apasionado) ¿Me quieres mucho?

LUCIA
Mucho.

ANDRES
¿Más que quisiste a nadie?

LUCIA
¡Claro que más!

ANDRES
(Con temor y emoción) ¿Más que quisiste a Sabino?

LUCIA
(Muy contrariada) Mira, no hablemos de eso. Siempre estás con las mismas, Andrés, y no me gusta. A ese no sé cómo le quise. Lo pasao, pasao, déjalo. (Transición. Con alegría) Y dime tú, ¿aonde t'has metió que no te se vio dende ayer?

ANDRES
¿Que ande me he metió?... ¿Quieres que te lo diga?

LUCIA
¡Claro que sí!

ANDRES
Pues que he ido a Pradollano... que tenía un asuntillo. ¡Por tu culpa ha sido!

LUCIA
(Con asombro) ¿Por mi culpa?

ANDRES
Sí. (Aparte) (Yo no resisto) (Alto) No quería decírtelo, pero, en fin... (Aparte) (¡Cómo se va a alegrar!) (Alto) Pues he ido... ¡He ido a cómprame lo que tú querías!

LUCIA
(Sorprendida) ¿Lo que yo quería?

ANDRES
:SÍ! ¡Y ahí la tienes! (Señalando al sitio donde está la guitarra)

LUCIA
¿Ahí? ¿Pero de qué me estás hablando?

ANDRES
(Sonriendo) ¿Que de qué te estoy hablando?... ¿Qué me dijiste tú una tarde, hace cuatro meses, que me comprase? ¡Recuerda!

LUCIA
¿Yo?... ¿Qué te comprases?... Nada.

ANDRES
(Sorprendido dolorosamente.) ¿Cómo nada?... ¿Pero es de verás que te s'ha olvidao?

LUCIA
¡Hombre, hazme memoria!... Así al pronto...

ANDRES
(Con desaliento) ¡Anda! ¡Y yo que creí que te acordabas y que te ibas a alegrar!

LUCIA
¿Pero qué es?... ¿Qué te dije? ¿De qué tarde hablas?

ANDRES
(Con tristeza) ¿De qué tarde?.. Pos de una en que fuimos juntos a los lagares. Volvimos a casa al trasponer el sol, y pa alentar una miaja nos rezagamos en el puente de Tórnelos; tú te sentaste en un rodrigón y yo me tumbé en la junquera, orilla tuya. Te di dos florecillas mimbrales, amarillas como el oro, te las pusiste en el pelo y te relucían en él como estrellas en el negror de la noche. A mí no me s'ha olvidao na. Pos allí fue, hablando al hablar, como tú hablas, me dijiste: —¿.Por qué no te compras una guitarra, Andrés? No tiés mala voz y en una ronda harías lo tuyo. —No se habló más. Dende aquella tarde tenía yo el anhelo clavao en el corazón... ¡y ya lo alcancé! Quise darte una alegría y no te la di, porque tú no te acordabas. ¡Y ya ves como semos algunos, de lo que vosotras olvidáis es de lo que vivimos!

LUCIA
(Pretendiendo animar a Andrés con su vivacidad) ¡Amos, hombre, no seas tonto! Sí... sí... Si ya me acuerdo, ya... ¡A ver... a ver la guitarra!

ANDRES
(Dándosela) ¡Mírala!

LUCIA
¡Uy, qué preciosa! ¡Qué rebonita! ¡Y ya sé qué tarde dices!... Fue al día siguiente del que regañé con Sabino. ¿No?

ANDRES
¡Ese mesmo!

LUCIA
¿Ves?... Y aquella tarde me cogiste una rosa que se me cayó del pecho, ¿verdá?

ANDRES
(Saca de la faja una rosa seca envuelta en un papelillo) Esta.

LUCIA
(Riendo) ¡Anda! ¡Aún! ¿Pero hombre, por qué guardas eso?

ANDRES
(Sonriendo tristemente) ¡Que no me gusta tirar na!

LUCIA
Trae. (Coge la rosa y la tira lejos)

ANDRES
(Asombrado) ¡Oye!

LUCIA
Déjala. Ven esta noche, me echas una copla, estrenas la guitarra y te tiraré una rosa que ha abierto hoy mesmo. ¿Hace? (Aparece por el foro derecha Sabino el pañero. Trae del diestro un caballejo cargado con piezas de diversas telas. Se para y escucha)

ANDRES
¡Lucía! ¡Bendita seas! ¡Allí iré!... ¡A tu ventana!

LUCIA
¡A estrenar la guitarra!

ANDRES
A estrenar esta guitarra que sólo ha de cantar tu hermosura y mi querer... ¡Sobre ella le lo juro!


ESCENA VI

Dichos y Sabino (1)

(1) Andrés —Lucía — Sabino.

SABINO
Adelanta con sonrisa burlona) Güenas tardes.

LUCIA
(Con sorpresa y terror) ¡¡El!!

ANDRES
(Con contrariedad y sorpresa) ¡El pañero!

SABINO
(Sonriendo) ¿Se estorba?

ANDRES
¡Nunca!

SABINO
¿Me haces el favor de un trago de vino. Andrés?

ANDRES
Siempre.

SABINO
Por lo que sea.

ANDRES
Por na.

SABINO
Vengo de lejos y traigo sed.

ANDRES
Aguarda. (Entra en la casa)

SABINO
(Acercándose cautelosamente a Lucia y en voz baja) (2) Sus he estao oyendo.

(2) Lucía —Sabino.

LUCIA
(Con ira) Aparta ó le llamo.

SABINO
Lucía, créeme; acabemos de una. Ni yo sin ti, ni tú sin mí. No peleemos mas. Que no vaya ese hombre esta noche al pie de tu ventana. Será mejor pa los tres.

LUCIA
(Secamente) Irá.

SABINO
Bueno, pues óyelo. Si va, la primera copla de esa guitarra la voy a cantar yo. (Señalando la guitarra que ha quedado sobre el banco de piedra)

LUCIA
¡Mentira!

SABINO
(Jurando) ¡Por estas cruces! Silencio.

ANDRES
(Saliendo con un jarro) (3) Ahí va el vino.

(3) Lucía — Andrés —Sabina.

SABINO
Gracias. (Lo bebe) ¿Se debe algo?

ANDRES
Una buena volunta, na más.

SABINO
Quedar con Dios, galanes, (Vase foro izquierda)

ANDRES
Ve con él. (Reparando en Lucía que  queda cabizbaja y con semblante de pesadumbre) (1) Lucía... Lucía, ¿qué tienes?... ¡Te quedaste amarilla! ¿Te dijo algo ese nombre?... ¡Dime!

(1) Lucía —Andrés.

LUCIA
¡No, nada!

ANDRES
¡Dímelo!

LUCIA
Nada; de veras. ¡Y aunque me hubiese dicho! (Con pasión) ¿Tú me quieres, Andrés?

ANDRES
¡Mucho!

LUCIA
¿Mucho?

ANDRES
¡No sé cuánto! Más no podría. ¿Pero por qué me preguntas eso ahora?

LUCIA
¿Irás esta noche?

ANDRES
¿Y cómo no?

LUCIA
¿Al pie de mi ventana?

ANDRES
¡Allí mesmo!

LUCIA
Pues te aguardaré... Me marcho ya, que se hace tarde. (2)

(2) Andrés —Lucía.

ANDRES
¿Te acompaño?

LUCIA
No hace falta. Voy por el atajo en un vuelo. Hasta luego... (Coge el saco) Tendré corta la rosa.

ANDRES
¡No he de tardar por ella! (Lucía vase por la rampa izquierda, volviéndose a mirar a Andrés)

LUCIA
(Lejos, antes de desaparecer) ¡Adiós!

ANDRES
¡Adiós! (Sube a lo alto de la rampa a verla marchar)


ESCENA VII

Andrés, Tía Tana, Tío Sildo y Crisanta salen por primer término derecha. Esta última con dos cántaros de leche (3)

(3) Crisanta —Tana —Sildo —Andrés.

TANA
(Asomándose y viendo a Andrés que no advierte su presencia, le dice a Sildo) Miálo, ahí está.

CRISANTA
¡Dita siá!

SILDO
Güeña ocasión es.

TANA
¡Hazle bien las reflexiones, Sildo, por la Virgen!

SILDO
Déjamelo a mí. Voy a hablarle.

CRISANTA
¡Duro, duro!

SILDO
¡Silencio. (Alto a Andrés que se vuelve sorprendido) ¡Hola, Andresillo!

ANDRES
¡Hola! (Baja la rampa) Güenas tardes, madre.

TANA
(Con amargura) ¡Pero hijo, tóo el santo día sin paecer! ¿Te paece bien?

ANDRES
(Sonriendo) Quehaceres.

CRISANTA
(Con rabia) ¡Y con una guitarra! ¡La compró al remate! ¡Si no me valiera se la rompía!

SILDO
Pus hombre, mi alegro e verte, que tenemos d'hablar los dos...

ANDRES
¿Hablar?... ¿Ahora?

SILDO
Ahora; y al tanto de cosas que son mu graves, Andrés, ¡pero mu graves!

ANDRES
¿Pues usté dirá? (Como hablando conmigo mismo) ¿Le habrá dicho ese hombre algo contra mí?

SILDO
Tú ya sabes lo que estimo, y sabes así mesmo que a la juventú un consejo a güen hora no le está malo.

ANDRES
Sí, señor, sí. (Aparte) (Deben ser las siete y media)

SILDO
Que tú no eres quien eras pa tu madre ni pa ningún, cosa es sabida.

ANDRES
(Aparte) (Ya estarán esos aguardando)

SILDO
¡Y ya sabemos lo que es un querer, señor!

ANDRES
Güeno, pues hasta otro rato, que tengo una meaja e prisa. (Va a coger la manta y la guitarra)

SILDO
(Asombrado el ver la poca atención del mozo) ¡Oye, tú, que estaba diciendo que ya sabemos lo que es un querer!

ANDRES
Ya lo he oído, ya. Conque temprano vuelvo. Con Dios, madre. (Vase deprisa rampa izquierda)

SILDO
(Con ironía, dirigiéndose a Tana) ¿Que ya Sabemos lo que es un querer?... ¡Pues no lo sabemos!

TANA
(Con amargura) ¡Pero hijo!

SILDO
Pues no lo sabemos, Tana; porque un querer es eso, irse aonde le lleve a uno el corazón a güeña ú a mala parte; y con los consejos, migas! ¡Ahí lo tienes!

TANA
(Sentándose con desaliento en el banquillo de piedra de la puerta de su casa) (1) ¡¡Probe hijo!!

(1) Crisanta —Tana —Sildo.

CRISANTA
(Con rabia) ¡Dita siá!

SILBO
(Con amargura) ¡Ahí lo tienes, Tana, ahí lo tienes! (Telón de cuadro)


MUTACION


CUADRO SEGUNDO

Al levantarse el telón de cuadro, después de un corto preludio, aparece una plaza pequeña, de estructura Irregular, de un pueblo castellano de la sierra. Las casas son bajas y de pobre aspecto. En el primer término izquierda se ve la de Lucía, cuya puerta es practicable. Sobre la puerta habrá una pequeña ventana con dos ó tres tiestos de flores. Es de noche. La luz de la luna ilumina poéticamente la parte de la plaza en que se alza esta vivienda, dejando en una misteriosa penumbra las rinconadas y las estrechas callejuelas que dan paso a la escena.


ESCENA PRIMERA

Sabino y Rogelia. (2) Al levantarse el telón aparecen Sabino y Rogelia (Una moza del pueblo que lleva un cántaro de agua apoyado en la cadera) hablando.

(2) Sabino —Rogelia.

SABINO
(Suplicante) Anda, Rogelia. No seas niña... llégate.

ROGELIA
Que te digo que no, Sabino.

SABINO
Mujer, hazme ese favor; llégate ahí, (Señalando la casa) en ca la Lucía, y dila que salga un momento. Quieo hablarla dos palabras na más.

ROGELIA
Que no voy. No quió mezclarme en estos asuntos.

SABINO
¿Pues no estaba aquí contigo cuando yo vine?

ROGELIA
Aquí estaba: y de que te vio allegar, metióse corriendo en su casa.

SABINO
¡Esa moza busca una perdición y la va a lograr! ¿Y qué te decía?

ROGELIA
¡Na, tontunas!... Que no quié na contigo.

SABINO
¡Mentira!

ROGELIA
Que esta noche viene Andrés a estrenar su guitarra...

SABINO
¡Peor pa él si viene!

ROGELIA
¡Y qué sé yo cuántas cosas más! Después de too tié razón. ¡Tú te la has ganao, que bien la has hecho sufrir con otras mozas!...

SABINO
¡Bueno, pues por eso! ¡Ahora quiero que se acabe too.

ROGELIA
¡Sí... a giien hora! de que la ves a ella en otros amoríos. ¡Así seis los hombres!

SABINO
Güeno; ¿la llamas ú no?

ROGELIA
Que no, le he dicho.

SABINO
Bien. Pos mira; la dices una cosa de mi parte: la dices, que venía a güeñas, a acabalo too de bien a bien; y que ya que no pué ser lo acabaré guapamente. ¡No se ríe denguna moza de Sabino el pañero! Y le añides, que la guitarra de Andrés va a tener mal estreno. Tengo a mi gente prepara. Esos galanes van a hacer mala ronda., ¡por mi salú! Ahora tú que eres amiga suya, si lo quieres lo callas, si no, se lo aviertes. Tú verás. A tu concencia. Yo, más que decir no tengo. Güas noches, Rogelia. (Vase por la última calle
de la izquierda)


ESCENA II

Rogelia y Lucía (1)

(1) Rogelia —Lucia.

LUCIA
(Al marcharse Sabino sale recatadamente de su casa hasta asomarse con precaución a la esquina por donde el mozo ha desaparecido, dando a entender con su actitud que ha oído cuanto éste ha dicho. Con cara de feroz satisfacción) ¡Así!

ROGELIA
¿Lo oíste?

LUCIA
¡Todo! (Volviéndose hacia el sitio por donde se fue Sabino) ¡Así!... ¡Sufre! Sufre, como yo he sufrido. Porque créemelo, Rogelia, ese ir y venir y esa altanería y esas amenazas... ¡Son celos!... ¡celos! ¡como los que a mí me hizo pasar desgarrándome el alma!

ROGELIA
¡Te advierto que ese hombre me da miedo, Lucía!

LUCIA
¿Miedo?... ¡No hagas caso! ¡Cuando me paseó las mozas por la puerta e casa y yo me remordía de pena, entonces a reírse de mí. Pero allega esta noche, y porque soy yo la que espero a uno, bravatas y amenazas, ¿eh? No le hagas caso, Rogelia, déjalo... ¡déjalo que sufra!

ROGELIA
¡Pero oye, Lucía, por Dios!... que a ti también te ciegan los rencores. Entre tú y Sabino güeno está todo; pero piensa que por vengar tus celos comprometes a otro hombre que no es causante de ná.

LUCIA
No le comprometo... Yo hoy estoy libre.

ROGELIA
Sí, pero no quieres a Andrés.

LUCIA
Porque no puedo querer a ninguno.

ROGELIA
¡Por que qu'és a Sabino entoavía!... ¡Confiésalo!

LUCIA
(Con amargura) ¡Pues sí no le huhiá querido!... ¡Pues si él hubiese sido pa mí, como yo pa él, sumisa y esclava, no hubiá hecho lo que hice: que sé que hice mal... ¡engañar a otro! ¡Pero me cegó la ira y no vi ná... na, más que vengarme, Rogelia, vengarme de ese hombre!

ROGELIA
Pues por eso te lo digo... Tú estás aloca, Lucía, pero eres buena; y créeme, aun estás á tiempo, evita que esta noche sea una noche de duelo pa todos!... (Se oye muy lejano el rasgueo de las guitarras de una ronda)

LUCIA
(Imponiendo silencio a Rogelia) ¡Calla! ¿Oyes?... ¿Oyes?

ROGELIA
¡Las guitarras!

LUCIA
¡Ellos vienen!

ROGELIA
Pos mira, güeña ocasión: aguardas aquí... llamas a Andrés aparte y le dices la verdá... que no le quieres, que fue una ceguera... y que te perdone... y que se vaya!...

LUCIA
No... eso no; ¡no tengo valor!

ROGELIA
Créeme, Lucia... (Se oyen las guitarras más cerca)

LUCIA
¡No!... no me atrevo... ¡Decirle eso ahora, cuando viene lleno de alegría con sus amigos a estrenar su guitarra!... ¡No, no puedo!... ¡no puedo!...

ROGELIA
¡Pronto, decídete... están cerca!...

LUCIA
Lo que hice fue una infamia... |Lo comprendo!... ¡Pero ahora, no., no tengo valor! (Entra en su casa)

ROGELIA
¡Ay, ojalá no te pese! (Vase foro izquierda. Se escucha lejos todavía la voz de un mozo que canta)

(Música)

MOZO
Esta noche mi guitarra
va a sonar en este barrio.
El que se meta con ella,
lleva palos pa un sombrajo.

(Cesa un momento el guitarreo)


ESCENA III

Sabino, Mozo 1º y 2º, y seis ó siete más (1). Los Mozos 1º y 2º llevan guitarras: los otros mantas y estacas y alguno una bota de vino. Salen por el foro izquierda cautelosamente.

(1) Mozo 1º —Coro —Sabino —Mozo 2º.

SABINO
(Saliendo delante de los suyos) Ya llegan... ¡Salir con cudiao!

MOZO 1º
(Que se asoma a la esquina de la derecha) ¡Ya están ahí!

MOZO 2º
Les vide entrar con Andrés en la taerna del Chano.

SABINO
¿Cuántos van?

MOZO 2º
Cuatro ú cinco.

SABINO
Mejor. Y ya sabéis lo que sus he dicho.

MOZO 1º
No tengas cudiao; en cuanto que mandes les cae la nube!... (Blandiendo la estaca)

SABINO
Vosotros, primero me dejáis a mí con Andrés, que ya veremos.. Y ahora, a escondenos aquí... a la sombra de esta calleja... y silencio. (Se ocultan todos en la calleja primera derecha)


ESCENA IV

Andrés, Ciemporros, Canijas y Dos Mozos (1) Antes de aparecer vuelve a oírse el guitarreo y una copla que viene cantando un mozo.

(1) Mozos. Canijas —Ciemporros —Andrés.

MOZO
Por la calle abajo viene
una guitarra de plata,
y la prima va diciendo
una morena me mata.

ANDRES
(Al salir, imponiéndoles silencio a todos) ¡Chist! Callaise.. callaise tóos... que ya estamos. (Salen)

CIEMPORROS
¡Me caso en Ciemporros! ¡Ja, ja! (Riendo) ¡Anda éste... pos no está tiemblando!

TODOS
(Riendo) ¡Ja, ja!

ANDRES
¡Hombre, es que... (Emocionado) es que... soñé muchas noches en ésta que había de allegar, y ahora que allega y que estoy ya bajo e su ventana... amos que... que me se seca la garganta!...

CIEMPORROS
¡Los niervos!

CANIJAS
(Ofreciéndole una bota) ¡Pos echa Un traguejo!

CIEMPORROS
¿Quiés que de primeras le cante yo una copleja pa anímate?

ANDRES
¡Amos, calla!

CIEMPORROS
Pos hala, hombre, duro tú... ¡ánemo!

CANIJAS
¡Venga d'ahí, no tengas miedo!

ANDRES
(Preparándose) Güeno, allá va... Veremos cómo sale... (Se acerca seguido de los otros hasta colocarse debajo de la ventana de la casa de Lucia)

LOS OTROS
¡Duro!

(Música)

ANDRES
(Cantando)
El día que yo vea
brillar la luna clara
y cante...


ESCENA V

Dichos, Sabino, Mozos 1º y 2º y loa demás.

(Hablado)

SABINO
(Interrumpiendo la copla de Andrés) Güas noches, galanes.

ANDRES
(Sorprendido. Dejando de cantar) ¡Sabino!

CIEMPORROS
¡Anda, morena, el pañero!

CANIJAS
¡El pañerito!

SABINO
(A los suyos) Salid, muchachos, que son amigos. (Salen los de Sabino)

ANDRES
Amigos semos. ¿Y a qué se viene por acá?

LOS QUE SALEN y ANDRES
Güas noches. (1)

(l) Mozos 1º y 2º —Sabino —Canijas —Ciemporros —Andrés.

ANDRES
¿Y por qué se le da el alto a mi ronda, si pué saberse?

MOZO 1º
(A Andrés) Primero se contesta al saludo, tú.

ANDRES
¡Dios te guarde, hombre!

CIEMPORROS
¡Picajosa viene la noche!

CANIJAS
¡Me paice, me paice!... (Requiriendo la estaca)

SABINO
Pos na, que nos han dicho que estrenabas guitarra.

ANDRES
Sí la estreno, ¿Y qué?

SABINO
Pos que eso hay que remojarlo ahora.

ANDRES
No me aparto de la costumbre, pero ahora no. Aluego esperáis en la taerna y se festeja.

SABINO
Oye, (Fijándose en la guitarra) y paece güena pieza.

ANDRES
En otras manos quizás.

SABINO
(Acercándose) ¿Se pué ver? (Andrés duda)

CIEMPORROS
(Aparte) (No se la dejes)

SABINO
No tengas miedo... (Se ríe)

ANDRES
(Con altanería y avanzando hacia Sabino) ¿Miedo de qué?

SABINO
Es pa vela na más... ¡Palabra de hombre!

ANDRES
Si es pa vela na más... toma. (Le da la guitarra)

SABINO
(Mirándola) ¡Maja la llevas! (La rasguea)

LOS MOZOS
¡A ver! ¡A ver! (Al acercarse a mirar la guitarra lo hacen en forma tal, que interponiéndose entre Andrés y Sabino los distancian, quedando el primero a la derecha y pasando el segundo a la izquierda con el propósito aparente de enseñar la guitarra a sus amigos)

SABINO
Suena, suena... Voy a probala. (Se dispone a tocarla)

ANDRES
(Con viveza) Oye tú, Sabino, eso no. Trae acá.

SABINO
(Riendo) ¡Quita, tonto! Una copleja na más. Se la echamos a la Lucía que cae cerca.

LOS DE SABINO
¡Eso! ¡Eso! (Se ponen por medio, impidiendo a Andrés y a los suyos llegar hasta Sabino, que se acerca bajo la ventana de la Lucía y con voz fuerte y vibrante, canta mientras los otros luchan)

ANDRES
(Forcejeando por llegar hasta Sabino) ¡Mi guitarra! ¡Trae mi guitarra, Sabino! ¡Soltarme!

SABINO
(Cantando)
Un mozo viene a rondarte,
del mozo y de ti me río...

ANDRES
¡Ladrón! ¡Trae mi guitarra! ¡Apartarse! (Luchando por desasirse de los que le sujetan)

CIEMPORROS
¡No le lo icía!

SABINO
(Cantando)
...que el mozo y tú valéis menos
que la tierra que yo piso.

ANDRES
(Frenético) ¡Ladrón! ¡Traicionero!... ¡Maldita sea tu vida!

SABINO
(Con rabia) ¡y óyelo güen mozo! ¡Ni pa mí sirve tu brío ni pa esa mujer tu guitarra, porque mírala, (La rompe, golpeándola contra el suelo) a peazos!

ANDRES
(Desprendiéndose en un tremendo esfuerzo de los que le sujetan) ¡Mi guitarra! ¡Te parto el corazón!... ¡Defiéndete! (Se abalanza a él y luchan. Intentan separarlos. Se forma un grupo en que todos pelean con confusión terrible y gritos feroces)

CIEMPORROS
(Hecho una fiera y repartiendo estacazos) ¡Gallinas! ¡Cobardes! ¡Leña en ellos! (Ruedan algunos por el suelo a los golpes de Ciemporros, y luchando va el grupo hacia el foro. Al llegar allí, se detienen y retroceden algunos con espanto)

SABINO
(Lanzando un grito agudísimo de dolor) ¡Ay! Me han herido! (Andrés y los suyos huyen foro derecha)

LOS DE SABINO
¡Asesino! ¡Matarlo! (Corren tras ellos)

MOZO 1º
(Sosteniendo a Sabino y con desesperación al verse solo con el herido) ¡Socorro!

VOCES
(Ya lejos) ¡Cogerlo! ¡Matarlo! ¡Asesino!

MOZO 1º
(A Sabino que apoyado, sobre la pared y con las manos en el pecho, se esfuerza por sostenerse)
¡Sabino! ¡Sabino!

SABINO
(Desfalleciendo) ¡Socorrerme! ¡pronto!... ¡Llévame... llévame!...

VOCES
(Más lejanas) ¡A ese! ¡Al asesino! ¡Cogerlo!

SABINO
¡Ay, no!... ¡no puedo más! Llévame, ¡me muero! (Queda Sabino apoyado contra la pared, sujeto por Mozo 1º que lo sostiene. En el suelo, ante ellos, la guitarra rota, una bota de vino, una manta y dos ó tres estacas rotas. Cae rápidamente el telón)


MUTACION


CUADRO TERCERO

Telón corto de campo. A la parte izquierda del telón se ve entera la fachada de un molino harinero de los movidos por el agua. La puerta del molino practicable. Es la caída de la tarde.


ESCENA PRIMERA

Tío Sildo, Ciemporros, Tía Celipa, Señá Cesárea, Mauricia, Mozas 1ª, 2ª y 3ª; luego Crisanto. (1) El tío Sildo, envuelto en su capa astrosa y remendada, de paño pardo y teniendo entre sus manos su vieja callada de pastor, está sentado en un peñasco a la derecha, rodeado de las Mozas 1ª, 2ª y 3ª que, sentadas en el suelo escuchan embobadas la conseja que el viejo les cuenta en voz baja. La tía Celipa y Ciemporros acaban de arreglar los sacos con que han cargado una borriquilla, delante de la puerta del molino. Se escucha el sordo ruido del molino en movimiento.

(1) Moza 2ª, Tía Celipa, Sildo, Moza 3ª, Moza 1ª,  Ciemporros.

CIEMPORROS
(A la tía Celipa) ¡Ya tié usté los tres sacos!

CELIPA
(Atando la carga) ¡Guarda, que amarre!

CIEMPORROS
No se quejará usté de la molienda, tía Celipa.

CELIPA
¡T'uste day! ¡Si cogimos una miseria hogaño!

CIEMPORROS
¡Pos es la quinta carga!

CELIPA
¡Fues al menos candial!... ¡Pero too centeno, ya lo viste! (Queda amarrando la carga. Salen Mauricia y seña Cesárea. La primera viene cargada con un saco) (1)

(1) Moza 1ª, Tía Celipa, Sildo, Moza 3ª, Moza 2ª, Mauricia, Cesárea, Ciemporros, Crisanta.

CESAREA
¡Guas tarden, Ciemporros!

CIEMPORROS
Tarpías allegáis vosotras... ¡Miá estas a qué hora!

MAURICIA
Amos hombre, después que venemos dende tan lejos... (Deja el saco en el suelo)

CESAREA
¡Anda, regañón! ¡Muélenos esta miaja!

CIEMPORROS
¡Que no, que voy a para el rodezno!

MAURICIA
¡Anda hombre, que son unos granejos en junto!

CIEMPORROS
¡Por vía e!... (Gritando) ¡Crisanta! ¡Crisanta!

CRISANTA
(Saliendo llena de harina. Con tono desabrido y huraño) ¿Qué quiés, hombre? (Vase Celipa con la burra)

CIEMPORROS
¡No pares; que trae este poco la seña Cesaria!

CRISANTA
Amos, amos, amos!... ¡Podíais habé venío antes!

CESAREA
¡No seas hurona, mujer!

CIEMPORROS
Pasar, que yo sus lo moleré... Ande...

CESAREA
¡Te cais de güenazo! (Entran en el molino Mauricia, Ciemporros, Cesárea y Crisanta)

MOZA 1ª
(Al tío Sildo) ¡Pero qué remajo es el cuento!

MOZA 2ª
¿Y se casó el príncipe con la zagala?

SILDO
¡Se casó! ¡Ya sus dije endenantes que era tonto e remate!

MOZA 3ª
¿Y qué hizo el pastor desdeñao?

SILDO
Pos el zagal fuese oteando con el rebaño la tarde mesma e la boda, paróse al pie de un cañar y cortando una caña verde, hizo con su navaja un silbo del cañuto más fino y compuso una trova saca de su caeza, pa ila a cantar toas las noches al pie del castillo llorando desdenes... Yo la sé... Mi agüela me la enseñó y con el silbo la canto...

MOZAS
¡Pos, ande, ande!

MOZA 1ª
¡Cántela usté!

SILDO
Voy a cantala. ¡La trova del pastor! ¡A ver sí me ricuerdo! (Saca un silbo de caña del morral)

(Música)

SILDO
Las avecillas
de la montaña
dicen cantando cerca
de mi cabaña:
No llores pastor,
si te abandonó la ingrata
despreciando tu dolor,
tendrá en el castillo
cintillos de perlas
y ajorcas de plata,
pero no tendrá tu amor.
No llores pastor,
que se fue como una esclava
a servir a su señor.
Y olvidada ahora
entre plata y oro
ella gime y llora
y morirá de dolor.
¡Pobre castellana
que cuando se muera
lejos del pastor,
en la tierra que le guarde
no tendrá ninguna flor!

MOZAS
¡En la tierra que la guarde
no tendrá ninguna flor!

(Hablado)

MOZAS
¡Mu bonita! ¡Mu bonita!

SILDO
¡Pos si os plació no olvidéis lo que anseña, que es güen donaire firmeza de amor, zagalas! (Ciemporros sale del molino con Mauricia y Cesárea)

CIEMPORROS
¡Estáis servidas!

CESAREA
¡Dios te lo pague, hombre!

CIEMPORROS
¡Y caminar deprisa que va a caer nieve!

SILDO
Eso barrunta el recalmo del aire.

MOZA 1ª
¿Vais al pueblo, Mauricia?

MAURICIA
¡Allá vamos!

CRISANTA
(Que sale también) Yo voy con ellas hasta acá Cerilo, por una miaja de aceite.

CIEMPORROS
Güeno. No tardes.

MOZA 1ª
¡Pos vamos juntas toas! (Cogen los Mozos dos sacos que habrá a la puerta del molino)

CESAREA
Güas tardes, Ciemporros y la compaña.

CIEMPORROS
¡Ir con Dios! (Mutis todos por la derecha)

SILDO
¡Adiós, palomas!


ESCENA II

Tío Sildo y Ciemporros (1)

(1) Tío Sildo — Ciemporros.

CIEMPORROS
(A más) Pero, ¿qué hace usté tan acobijao, tío Sildo?

SILDO
Pos na, asperando, asperando como too lo que se seca... que el cierzo me lleve.

CIEMPORROS
¡Amos, agüelo, no siá usté tristón! ¿Qué hizo usté de aquel arrisco y d'aquel remozo?

SILDO
¡Ya lo ves... perderlo! Too se acaba, zagal!

CIEMPORROS
Pa mí, que a usté lo acabaron las penas, más que el tiempo.

SILDO
¡No escarrias, no!

CIEMPORROS
¡Pa mí que dende la esgracia del probe Andrés, que no es usté el mesmo, tío Sildo!

SILDO
¡La esgracia de Andrés!... Negros días fueron aquellos, garzón.

CIEMPORROS
¿Se ricuerda usté?

SILDO
Como si fués ahora mesmo. Mira, han pasao seis años y toavía tengo aquí drento, con su mesma luz, la tarde aquella en que los cevilas se llevaran a Andresillo, carretera alante, amarrao como un Cristo.

CIEMPORROS
¡Tonto fue en perderse por tal moza!

SILDO
¡Tonto, no; desgraciao!... que no es lo mesmo.

CIEMPORROS
Tonto; porque aluego, ya lo vio usté y lo vimos tóos. Andrés a la cárcel. Sentenciaron la vista causa y seis años de presirio. Y ellos, pos el pañero no pudo la muerte con él y sanó al remate, y la Lucía, con el pío de meterse en su casa a curarlo, pos lo que tenía que pasar; hicieron las paces y al año ya evitaban casaos.

SILDO
¡Malhaya la traidora! Pero ese fue su castigo. Que el marío la tié medio abandona, y sobre su concencia pesa la muerte e la probe Tana... y el que un hombre de bien se vea por sus falsías arrastrando caenas...

CIEMPORROS
Y yo, ¿sabe usté cuáles son mis temores, tío Sildo?

SILDO
¿Cuálos?

CIEMPORROS
El día que ya está cerca, en que Andrés salga del presirio y güelva al pueblo a vengarse como nos juró en una carta.

SILDO
¡Déjalo!... que justicia pura haría el mozo; que ación más negra que la que le juaron, no hay naide que la cuente, zagal! Burlao, escarneció, hiciéronle perder joventú, cariños, libertá, y aluego sobre los peazos de aquel corazón destrozao, de aquel corazón güeno como la gracia del cielo... ¡a querese y a besarse! ¡Por vida e mis años, que viejo y crestiano soy y tremo e coraje, pensando que si yo fues el mozo, a mis manos finara sin perdón ni misericordia quien tal me hiciés!

CIEMPORROS
¡Como tenela sí que tié usté razón!... Pero Andresillo tuvo gran culpa en no creerme, que ya se lo icía yo: —¡Deja a la Lucía, que esas mozas tan maetonas traen más duelos que un pedrisco!... En cambio, miste mi ejemplo, yo me casé con la Crisanta y tóos me se chuflaban de fea que era. Y fea sí que es; pero me ha hecho el avío. ¡Mejor que otras! Trabaja que se las pela; gasta el dinero con cedazo y me quiere que brama como una corza en cuanto me ve ¿Que es chata?... ¡Güeno!... De día, con el trajín del molino, llena de harina de pies a cabeza, pos apenas se le nota la chatura; y de noche... pos ya sabe usté lo que alumbra un candil, y pa lo poco que se ve, ¡qué más dan las narices! Y ahí lo tié usté. ¡Güeña moza no tengo, güeña mujer, sí!

SILDO
¡Tiés razón!

CIEMPORROS
Siempre lo pensé. Las mujeres hermosas y las armas de fuego pa los amigos. Si las necesito se las empresto; y de disparase, que se disparen a otro.

SILDO
¡Mucho... mucho que sí! ¡Si Andrés hubiá hecho lo mesmo!


ESCENA III

(1) Dichos y Canijas, por la izquierda.

(1) Sildo —Canijas —Ciemporros.

CANIJAS
(Dentro) ¡Ciemporros! (Llamando) ¡Ciemporros!

CIEMPORROS.
¿Quién llama? (Van a mirar)

SILDO
Paece que conozco la voz.

CIEMPORROS
(Admirado) ¡Anda!... |Si es Canijas! ¿A que me llamará ese, si no me saludaba dende que me casé con la Crisanta?

SILDO
De cierto. Algo grave tié que ser.

CANIJAS
(Más cerca) ¡Ciemporros!

CIEMPORROS
(Contestando) ¡Acá! (Se levanta Sildo)

CANIJAS
(Saliendo agitado y tembloroso y rendido) ¡Dios, qué ahogo!... ¡Daime agua!...

CIEMPORROS
¿Qué te paga?

SILDO
¿Tú por aquí?

CANIJAS
¡Dejaime alentar!

CIEMPORROS
¿Qué te sucede?

CANIJAS
¿Te chocará que yo venga?

CIEMPORROS
¡Hombre, no tién que ver unas cosas pa otras!

CANIJAS
¡Pos no te choque... no te choque... que se van ustés a atontolinar de que les diga lo que es!

SILDO
¿Pasa algo?

CANIJAS
¡Más que algo!

CIEMPORROS
¿Grave?

CANIJAS
¡Gravísimo!

CIEMPORROS
¡Habla, hombre!

CANIJAS
He volao pa venir. Hay que remedíalo ú sucede una esgracia gorda...

SILDO
¡Habla, repeine!

CANIJAS
Que vengo e la ceudá...

SILDO
¿Y qué?

CANIJAS
¡Pos que esta mañana, esta mañana he visto en ella a Andrés!...

SILDO
¡Jesús! (Asombradísimo)

CIEMPORROS
¿A Andrés?... ¿Qué dices? (Estupefacto)

CANIJAS
¡Que le he visto!

SILDO
¡No pué ser, zagal!

CANIJAS
¡Como que he hablao con él!

CIEMPORROS
¿Tú?... ¿Con Andrés?

SILDO
¡Sí le faltaban unos meses pa cumplir!...

CIEMPORROS
¡Se los perdonaron en endulto!... ¡Y cómo está!... ¡Dios!...

CIEMPORROS
¿Cómo?...

CANIJAS
¡No es el mesmo!... ¡No le conocerían!... ¡Amarillo, enjuto! ¡8u mirar no es aquel mirar alegre! ¡Lleva el dolor en la cara!

SILDO
¿Y qué te dijo?

CANIJAS
De que le vide, me dio una cosa que fui y le abracé y no podía hablarle... y él tampoco a mí. ¡Me apretujó y se le caía un lagrimón tamaño! —¡Estás libre!— le dije al remate —¡Libre!— me dijo él —¡Esta ya la cumplí, Canijas, pero mañana me voy al pueblo... después... volveré al presirio!... ¡Cállate por lo que más quieras y no digas que m'has visto!... Y no habló más... Marchóse. ¡Carcúlate las intinciones que trae!

SILDO
¡No, no hay que dejarlo!

CIEMPORROS
¡Bien hiciste en avísame, Canijas!

CANIJAS
¡Sé la ley que le tienes... y dije, yo se lo digo a ese.

SILDO
¿Y qué hacemos?

CIEMPORROS
No perder menuto. Quítale de una nueva perdición. ¡Si allega al pueblo, mata a esa mujer!... ¿Y te dijo que mañana venía?

CANIJAS
¡Mañana!

CIEMPORROS
¡Pos hala!... Nosotros a la ceudá esta noche, de posa en posa hasta encontralo. ¿Me acompañas?

CANIJAS
¡Ande sea!...

CIEMPORROS
¿Trajiste el caballo?

CANIJAS
¡Ahí lo dejé atao!

CIEMPORROS
Amos en él. Usté se lo cuenta to a la Crisanta, cuando güelva (Va a la puerta del molino y coge el sombrero y la manta) ¡Mañana trairé aquí a Andresillo!

SILDO
¡Sí!... ¡tráelo!... ¡tráelo!

CIEMPORROS
¡Debajo e la tierra lo busco!

LOS DOS
¡Hasta mañana! (Vanse izquierda)

SILDO
¡Que Dios vos guíe!... ¡Pobre Andrés! (Mirando al cielo) ¡Ya se hizo noche!... ¡Y esta es la noche e Reyes!... ¡Noche d'alegría!... ¡Mala pa los tristes!... ¡Escomienza a nevar!... ¡Probe Andrés!... ¡probé Andrés!... (Entra en el molino y cierra. Ha obscurecido. Sigue nevando)

(Música)


ESCENA IV

Andrés
Empieza la orquesta a recordar la canción de la guitarra del cuadro primero. Sale Andrés sigilosamente, embozado en su manta, por la derecha. Se acerca al molino, se detiene en la puerta, escucha un momento, se separa y vuelve a acercarse, dudando entre sí llamar ó no. Por fin se aleja rápidamente, desapareciendo por donde vino. Signe la orquesta


MUTACION


CUADRO CUARTO

Afueras de un pueblo. Desde el centro del foro hasta los primeros términos de la izquierda, una hilera de casas pobres y mal alineadas forman una calle, que bordea una carretera. La casa del primer término, algo mejor que las demás, tiene dos fachadas. En la que da frente a la escena habrá una puerta practicable a la que dan acceso dos escalonemos de piedra; y en la que da al público una ventana de ancho alféizar cerrada con vidrieras y colocada a metro y medio de altura del suelo. A la derecha del escenario empieza el campo y en el mismo lado y hacia el foro terminan las veredas (Una practicable) de un cerro peñascoso. Es de noche. Una noche fría y obscura. Cae la nieve cernida é insistente que ha blanqueado el paisaje)


ESCENA PRIMERA

Un Leñador y una Vieja, Mozas y Mozos (Dentro)

(Música)

(Al hacerse la mutación sobre un nocturno pianísimo aparece la escena desierta y silenciosa, bajo su capa de nieve. A poco se oye lejano, muy lejano, el sonar de pandera» y zambombas, y voces alegres que entonan un villancico)

MOZAS y MOZOS
(Dentro, cantando)
Ya llegan los Reyes
por el encinar,
Melchor va delante,
después va Gaspar,
y detrás de todos
viene Baltasar.
Hacia el portal de Belén
los Reyes Magos caminan;
la nieve borra las sendas,
la estrella sirve de guía.

(Hablado) (1)

(1) Vieja —Leñador.

(E1 Leñador, seguido de la Vieja que cubre su cabera con la saya, bajan por la vereda del cerro. El Leñador al bajar descarga el haz fatigoso y cansado, y se saca de la nieve. La Vieja trae un corderillo en brazos)

LEÑADOR
¡Va una nochecita e Reyes!

VIEJA
¡Condenada está!

LEÑADOR
¡Y Mateo en el hato! ¡Mala peste, si no le hace el lobo una avería esta noche!

VIEJA
¡U se hela la creatura que es lo pior!

LEÑADOR
¡Pa ello está el temporal!

VIEJA
¡Carga otra vez y amos, que falta poco!

LEÑADOR
¡Y de verdá que estoy arrecío!

(Vuelve a cargar con la leña y desaparecen por el foro izquierda)


ESCENA II

Tía Celipa y Lucía (2) Vienen arrebujadas en sus mantones, calle abajo. Tía Celipa lleva en la mano un farolillo encendido. Lucía trae en sus brazos, abrigándolo con su mantón, a su hijo, un niño de cuatro ó cinco años.

(2) Celipa —Lucía.

CELIPA
¿Y el niño?

LUCIA
(Mirándolo) Viene dormío.

CELIPA
¿Pero cómo le sacaste con esta noche, mujer?

LUCIA
Por no dejarle solo. Fui a cenar en cá mi padre, por ver si allí tenían noticia de Sabino.

CELIPA
¿Y qué?

LUCIA
Ni barrunto siquiera. Andará por ahí como siempre, gastándose en jaranas el dinero e sus tratos, y mientras, ni un menuto le queda pa preguntar una mala vez qué es de su hijo y de mí, qué es de nosotros, abandonaos en esta tristeza y en esta soledad!

CELIPA
¡Pacencia, mujer!

LUCIA
(Ay, si no fuera por este ángel!

CELIPA
Mal hombre lograste. ¡Pero al cabo a naide pues culpar!

LUCIA
¡A mi estrella mala!

CELIPA
A la juventú loca, que es como el agua del torrentón, que por ir ande quiere to lo salta. ¡En cambio el otro bien de cariño te tenia!... ¡Probe Andrés!

LUCIA
Tía Celipa, mis trebajos y mis penas déjemelos usté pa mí sola, que harto tiempo me quea pa llorarlas.

CELIPA
Bien dices, hija. Trae la llave y abriré, que tú no acertarás con el chico.

LUCIA
¡Tome usté! (Le da la llave. Celipa abre la puerta de la casa primera) ¡Y gracias por acompañame!

CELIPA
¡Quita, mujer! ¿Te iba a dejar venir sola en esta escuridá de noche?... A descansar, hija. Trae que le bese. (Besa al niño) ¡Probe angelico!

LUCIA
¡Hasta mañana, tía Celipa! (Entra en la casa y cierra. La tía Celipa se va por la izquierda de la calle, segundo término)


ESCENA III

Mozos y Mozas (Que cantan dentro) Luego Lucía y el Niño (En la ventana)

(Música)

MOZAS y MOZOS
Hacia el portal de Belén
los Reyes Magos caminan;
la nieve borra las sendas,
pero la estrella los guía.

(Hablado)

LUCIA
(Asomándose a la ventana con el niño) Sí, hijo mío; es que van tóos cantando a esperar a los Reyes; ¿oyes?... ¡Vaya si vienen; ya estarán allegando! ¡Y un angélico les va diciendo ande viven los niños buenos pa que le llenen los zapaticos de golosinas y cosas ricas!... ¡Mira, aquí vamos a dejar los tuyos!... (Deja unos zapatitos en el alféizar) Y ahora a dormir, que el lobo abulia en el barranco, ¿oyes?... ¡A dormir, vida mía! ¡A cerrar y a dormir!... (Cierra la ventana)


ESCENA IV

Andrés. Sale por el último término derecha, embozado en su manta, con paso receloso. Al salir mira a todos lados y se detiene ante la casa de Lucía ¡Esta!... ¡Esta es la casal! ¡Aquí vivía él; aquí viven los dos!... ¡A ojos ciegos hubiá llegao! Y es que muchas, muchas noches, en la escuridá de mi calabozo he visto este camino alumbrao por llamarás de calentura!... Pa esto sólo, pa llegar hasta aquí, quería la liberta... ¿Pa qué si no?... ¡Ya la tengo, y ya he venío! ¡¡Ya estamos cerca, Lucía!! (Pausa) ¡Sí, al remate ha llegao mi hora! La hora que aguardé contando los menutos uno a uno, en días que no acababan nunca de largos y de tristes! Saldré — decía yo— y en cuanto salga, ¡allí!... sin torcerme ni desviarme, ¡allí! ¡A matarla! ¡A matarla donde la encuentre! ¡Aunque sea en sus brazos!... ¡En sus brazos! ¡¡Ojala!! (Con profunda amargura) ¡En sus brazos!... ¡La rabia y el dolor me ahogan!... ¡Y a mí mesmo me destrozaría en estas ansias de muerte que me consumen cuando pienso que no es la venganza la que me trae aquí! ¡No... Andrés, no vale engañarse!... ¡No es la venganza! (Pausa) Ni mi pobre guitarra, rota como mi vida antes de su primera canción; ni mi triste casucha, desmoroná y sola como la encuentro; ni mi madre muerta como la lloro, ni mi juventud sin alegría, quizás que no me movieran contra ti... ¡No es la venganza, no! ¡Es el querer! ¡Este querer maldito que aún vive en mí, aun vive en mí, y que quiere tu vida, no porque no eres mía, sino pa que no seas suyo! (Pausa. Con ira reconcentrada y luego con furia creciente va exaltándose hasta el desvarío frenético) ¡Ella! ¡Mi afán y mi sueño, mi deseo y mi alegría!... ¿Ella pa otro? ¡No!... Pa otro, mientras yo estuviese entre hierros y paredes; ahora estoy libre! ¡Lo juré y voy a cumplirlo! ¡Ella en otros brazos!... ¿Y quizás ahora?... ¡No, ni un menuto más! (Tentándose la ropa como un loco) ¡Mi navaja! ¡Aquí!... pronto... ¡pronto!... (Husmeando como una fiera alrededor de la casa, se acerca a la puerta) ¡No, por la puerta no! ¡Quizás no pudiera hacerla saltar ni con esta rabia que me ahoga! (Dobla el ángulo de la casa y se detiene ante la ventana, por cuyos cristales empañados sale la débil claridad de una luz escasa) ¡Por aquí, sí; por esta ventana!... De un golpe romperé los cristales. Entraré como un ladrón... ¡Como ella entró en mi alma!... ¡Arriba!... ¡Pronto, Andrés!... ¡Pronto!... (Con la navaja abierta en la mano y poniendo el pie en un zócalo de piedra que bordea la pared, hace un esfuerzo y llega hasta el alféizar de la ventana. De pronto da un grito ahogado) ¡¡Ah!!... ¡Jesús!... ¡Santo Dios!... ¿Qué es esto? (Vuelve a mirar) ¡¡Los zapatitos de un niño!! (Retrocede) ¡De un niño!... ¡Sí!...

(Música)

MOZOS y MOZAS
(Dentro y muy lejos)
Hacia el portal de Belén
los Reyes Magos caminan;
la nieve borra las sendas,
la estrella sirve de guía.

ANDRES
(Atendiendo) ¡Sí!... ¡¡Esta es la noche, la noche de Reyes!!... ¡Los zapatitos de un niño!... ¡De su hijo quizás!... (Con profunda amargura) ¡Su hijo!...

LUCIA
(Cantando dentro, pianísimo)
A los niños que duermen
Dios los bendice
y a las madres que velan
Dios las asiste.
Ea, la nana,
duérmete lucerito
de la mañana.

ANDRES
(Que apoyado en la esquina de la casa oye con emoción intensa el cantar de Lucía) ¡¡Ella!!... ¡Su voz!... ¡La voz adorada que me hacía temblar de encanto!... ¡Duerme a su hijo!... ¡A un niño!... ¡A un niño que sueña ahora en que a esa ventana han de venir los Reyes a dejar colmada su alegría, como yo lo soñé en noches lejanas al calor de otros brazos perdíos pa siempre! (Llora tembloroso y conmovido) ¡Sí, madre, si!... ¡Tú hiciste esto!... ¡¡Tú, que también velas por mí en esta noche de negrura y desamparo!!...

LUCIA
(Cantando dentro)
Ea, la nana,
duérmete, lucerito
de la mañana.

ANDRES
(Con profundo desaliento) ¡Ay, yo no sé qué angustia y qué desmayo me dan esa voz... ¡Tarde llegaste, Andrés!... ¡No... no puedo matarla!!... ¡Por donde un niño espera su alegría no entra la muerte! (Con resolución y amargura) ¡Ea, sí, lejos!... ¡Lejos de aquí!... ¡¡Adiós, Lucía, adiós pa siempre!!... Y tú, pobre creatura, duerme tranquilo, y mañana cuando despiertes, ríe de gozo al buscar tus zapatitos, porque mira el regalo que te dejan los Reyes... (Deja la navaja abierta sobre los zapatos) ¡¡La vida de tu madre!! (Vase llorando, con paso incierto, como un loco, sendero arriba)

LUCIA
(Dentro. Cantando pianísimo)
Pajarito que cantas
en la laguna,
no despiertes al niño
que está en la cuna.
Ea, la nana,
duérmete, lucerito
de la mañana.

(Va cayendo pausadamente el telón)



FIN DE LA ZARZUELA


Información obtenida en:
http://www.archive.org/details/lanochedereyesza00serr

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