Los diamantes de la corona
Los diamantes de la corona, Zarzuela en tres actos se estrenó en el Teatro del Circo de Madrid, el día 15 de Septiembre de 1854. Libreto original de Scribe arreglado a la escena española por Francisco Camprodón. Su compositor Francisco Asenjo Barbieri
La acción se desarrolla en Portugal en 1777 después del reinado de José I y durante la minoría de edad de su hija María Francisca. Los dos primeros actos en los alrededores de Coimbra y el tercero en Lisboa
Acto I
Llega el Marqués de Sandoval a refugiarse de la lluvia a una capilla subterránea que resulta ser la guarida de unos bandidos. Rebolledo, jefe de los bandidos, discute con Antonio que no quiere reconocer la autoridad de una sobrina suya, Catalina, que ha sido educada en un convento como una señorita y viene de la corte a hacerse cargo de la dirección de la banda. De repente descubren a Sandoval que les cuenta quién es al mismo tiempo que llega Catalina de la que éste queda prendado al instante. Catalina pregunta a Sandoval cual es el motivo de su viaje y éste le cuenta que va a casarse por orden del Conde de Campomayor, tío suyo y Regente de Portugal, con su hija a la que no conoce pero que ha oído decir es muy bella. Catalina le comenta que ha oído hablar de ella y ha sabido que se ha enamorado de un joven oficial del ejército; a continuación le deja ir pero no le devuelve un salvoconducto expedido por su tío y acuerdan que si la vuelve a ver hará como que no la conoce. Cuando Sandoval se va, Catalina dice a los bandidos que aprovechen el salvoconducto para huir a Portugal ahora que tienen bastante dinero y se pongan a salvo de la justicia. Les hace entrega de unos hábitos de monjes y les señala el arcón donde se esconden todas las riquezas que han atesorado para que lo lleven con ellos. En ese momento entran unos soldados en la ermita pero creen que de verdad son monjes y que transportan las reliquias de un santo.
Acto II
Diana, prometida de Sandoval y su enamorado oficial Sebastián, están apesadumbrados ante la llegada de éste para casarse con su prima y no saben que hacer. El padre de Diana y tío de Sandoval decide firmar el contrato matrimonial lo antes posible; en ese momento aparece Catalina, pidiendo posada porque se le estropeado el carruaje. Diana, que ha leído en los periódicos acerca de una banda de bandidos capitaneados por una mujer, sospecha de ella porque responde a la descripción dada. El Conde recibe noticias de que se han robado los diamantes de la corona y da la orden de que no se consienta circular a nadie en carruaje. Sandoval, que teme por la vida de su amada Catalina le pide a Diana que la salve y le confiesa su amor por la otra. Diana encantada de poder librarse así de su compromiso accede a ayudar a Catalina y pone a su disposición el carruaje de su padre. Cuando se hallan todos en el salón a punto de firmar el acta de matrimonio oyen un carruaje que se aleja y entonces es cuando el Conde cae en que Catalina debe ser la jefe de los bandidos. Al mismo tiempo recibe el disgusto y la afrenta de su sobrino que se niega a firmar el acta matrimonial porque dice estar enamorado de otra mujer con gran contento de Sebastián y Diana. Todos parten a la corte en busca de Catalina.
Acto III
Catalina la jefe de los bandidos es nada menos que María, Reina de Portugal que, próxima a llegar a la mayoría de edad para gobernar, sabe que el pueblo padece gran pobreza, mientras en el joyero real hay abundante riqueza. Desea inaugurar su reinado con grandes donativos y se le ocurre convertir en dinero todas aquellas riquezas, sustituyendo las joyas por otras falsas sin que nadie lo sepa. Sabe que en la cripta de un monasterio abandonado se guarece una partida de hombres que hacen copias de diamantes y esmeraldas, ya que su jefe, Rebolledo, que estaba prisionero ha sido salvado por María, permitiéndole la fuga a condición de que fabrique las joyas. Rebolledo lo ha cumplido, ayudado de sus amigos y la Reina ha ido a recoger las joyas falsificadas y pagar por ello exigiéndoles, no obstante, que salgan de Portugal. Cuando llegan a la corte se está celebrando la coronación de la Reina que hará la designación del que ha de ser su esposo en la misma ceremonia. Como ninguno de los que la conocían con el nombre de Catalina, que eran todos, incluso su amado y el público, la habían visto como Reina, excepto Campomayor, el cual, por su parte, no conocía a Catalina, la sorpresa de todos es enorme cuando lo descubren, y mayor cuando elige por marido al Marqués de Sandoval.
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