La picarona
La picarona, Zarzuela en tres actos en prosa y verso se estrenó en el Teatro Eslava de Madrid, el día 6 de Febrero de 1930. Sus libretistas, Emilio González del Castillo y Luis Martínez Román. Música de Francisco Alonso.
La acción se desarrolla en Zamarramala, Segovia, en vísperas de la caída de Isabel II.
Acto I
En el pueblo de Zamarrarramala en época de cosecha, con la consiguiente alegría, aumentada con la llegada de un jovencito que ha estado en la capital largo tiempo; enamorado de una joven viuda, le trae de Madrid un polisón, último grito en París: es una almohadilla para decorar la parte trasera de los vestidos de las damas, lo que provoca una linda canción: "Polisón... polisón". Poco después llegan a casa del alcalde Montiel unas personas anunciando la visita de Maribel, quien, por habérsele roto el coche, pide alojamiento en casa del alcalde. Se trata de un grupo de bandidos disfrazados, especializados en desvalijar casas de ricos pueblerinos. Ginés, el cuarto miembro del grupo, llega un poco más tarde y consigue ser alojado gracias a sus dotes de adivino. La vuelta de los segadores anima la velada; Maribel, impresionada por la persona del alcalde, impide que la proyectada fechoría se cometa aquella misma noche.
Acto II
Montiel está enseñando sus propiedades a Maribel; llega un capitán de la capital para rogar a Montiel que vuelva a encabezar la revuelta, lo que descubre a Maribel la verdadera personalidad de Montiel, en realidad un marqués alejado de Madrid por cuestiones políticas. Su admiración por Montiel va en aumento así como las exigencias de sus compinches. Una escena de amor entre Ginés y Maribel es descubierta por el alcalde, lo que obliga a Maribel a confesar sus verdaderas intenciones; mientras tanto, todo el pueblo ha descubierto la presencia de los malhechores y vienen pidiendo justicia.
Acto III
Transcurre en una romería; los bandidos han conseguido huir y mezclarse con los romeros; Montiel anda buscando a Maribel y cuando la encuentra, ésta pide clemencia para sus compañeros. Finalmente, el triunfo de la revolución encumbra a Montiel, lo que le permite amnistiar a los bandidos.
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