La cara de Dios
La cara de Dios, Drama de costumbres populares en tres actos se estrenó en el Teatro Parish de
Madrid, el día 28 de Noviembre de 1899. Su libretista, Carlos Arniches. Música de Ruperto Chapí.
Acto I
Ramón es un oficial de albañil que trabaja en una obra, claro prototipo de hombre feliz, que se siente apoyado por una mujer que le quiere. Eleuterio, un compañero, que tiene la categoría laboral superior de encargado de la obra, sueña que la mujer de Ramón le haga caso a sus deseos manifiestos. Para conseguirlo genera siempre que puede dudas en el corazón del marido. El encargado posee un retrato de un hombre que la frecuentó en su día que tiene una dedicatoria muy comprometida. Eleuterio, se lo ofrece a la mujer de Ramón, que lo rechaza de nuevo. Esta se lo cuenta a su tío que, muy enojado, amenaza con matar al capataz. El corazón de Ramón, sin embargo, se siente cada vez más envenenado hasta el punto de llegar a separarse de su mujer ya que no es capaz por los celos de atender a las razones que ésta, con la mayor desesperación, le ofrece. A pesar de todo, y teniendo en cuenta la posibilidad de volver a ser rechazada, Soledad, su mujer, le busca. Cuando están juntos de nuevo se ven sorprendidos por el capataz y otros compañeros de trabajo, que quieren llevar a la romería a Ramón. Empujado por éstos, expulsa a Soledad. Ella, enojada por la injusticia, está dispuesta a ver y encararse con el capataz, para lo que se dirige a La cara de Dios, un local donde cita a Eleuterio con la intención, si llega el caso, de matarlo. Ramón que acaba de darse cuenta de la realidad, se interpone, en un momento dado, con la intención de hacerlo él, enojado ante el juego sucio del capataz. Sin embargo, lo impide el tío de Soledad, afirmando que no es el momento. Se va a inaugurar la obra y es el capataz el encargado de poner la señal. Mientras Ramón y Soledad contemplan desde la calle la ceremonia, Eleuterio cae desde lo alto, empujado por el tío de ésta.
Acto I
Ramón es un oficial de albañil que trabaja en una obra, claro prototipo de hombre feliz, que se siente apoyado por una mujer que le quiere. Eleuterio, un compañero, que tiene la categoría laboral superior de encargado de la obra, sueña que la mujer de Ramón le haga caso a sus deseos manifiestos. Para conseguirlo genera siempre que puede dudas en el corazón del marido. El encargado posee un retrato de un hombre que la frecuentó en su día que tiene una dedicatoria muy comprometida. Eleuterio, se lo ofrece a la mujer de Ramón, que lo rechaza de nuevo. Esta se lo cuenta a su tío que, muy enojado, amenaza con matar al capataz. El corazón de Ramón, sin embargo, se siente cada vez más envenenado hasta el punto de llegar a separarse de su mujer ya que no es capaz por los celos de atender a las razones que ésta, con la mayor desesperación, le ofrece. A pesar de todo, y teniendo en cuenta la posibilidad de volver a ser rechazada, Soledad, su mujer, le busca. Cuando están juntos de nuevo se ven sorprendidos por el capataz y otros compañeros de trabajo, que quieren llevar a la romería a Ramón. Empujado por éstos, expulsa a Soledad. Ella, enojada por la injusticia, está dispuesta a ver y encararse con el capataz, para lo que se dirige a La cara de Dios, un local donde cita a Eleuterio con la intención, si llega el caso, de matarlo. Ramón que acaba de darse cuenta de la realidad, se interpone, en un momento dado, con la intención de hacerlo él, enojado ante el juego sucio del capataz. Sin embargo, lo impide el tío de Soledad, afirmando que no es el momento. Se va a inaugurar la obra y es el capataz el encargado de poner la señal. Mientras Ramón y Soledad contemplan desde la calle la ceremonia, Eleuterio cae desde lo alto, empujado por el tío de ésta.
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