La isla de las cotorras
La isla de las cotorras, Revista-sainete en un acto se estrenó en el Teatro Alhambra de La Habana, el día 23 de Febrero de 1923. Su libretista, Federico Villoch. Música de Jorge Anckermann.
Acto I
Cuadro primero. Aparecen en una playa desconocida el negro Tango y el gallego Muñeiras, tras navegar dos días perdidos en un bote que se llevaron de la playa de Batabanó. Igual les ha pasado a Asuquita, un pescador cubano y su ayudante Changulín, que por el mal tiempo han llegado a esa isla. Todos piensan que son dueños del lugar pues no han visto señales de vida, por lo que se suscita una polémica acerca de la pertenencia de la misma, el derecho político, internacional y canónigo. En plena discusión pasan las Garzas, las Abejas y los Toronjeros, cada uno de ellos se cree dueño de esas playas. A continuación se observa muestras de culturas de diversas razas y naciones: gritos de negros y un son cantado por Jamaiquinos, la voz de varios chinos entonando melodías propias de su país, gallegos con su gaita y su tamboril y cantos de sonatas criollas con acompañamientos de guitarras, tambores y maracas. Tango, Muñeira, Asuquita y Changulín se emocionan con cada una de estas representaciones, pero sus ilusiones culminan cuando las cotorras y los cotorros les aclaran que la isla es de ellos, y está a punto de perderse si no le dan una mano. Después de aclararse el asunto deciden dar un paseo por la isla.
Cuadro segundo. Tras concluir el paseo se percata de lo rica que sería con un poco de protección, pero el abandono de unos da lugar a la arrogancia de otros. Comienzan así a conocer los habitantes de la isla: el Sinsonte de Enramada y el Papagayo son los primeros. Tango, que se queja de sólo ver aves, se marcha con Muñeira a conocer otra parte de la isla que no sea precisamente la selvática. Changulín ya ha puesto una fondita de chinos, y Asquita ha sido el único que se ha quedado conversando con la Cotorra y el Loro Viejo, los cuales le comentan toda la historia de la isla porque hace muchos años que viven en ella.
Cuadro tercero. Don Romualdo, español cincuentón, su mujer Eladia y sus hijas Beatriz y Honorina han ido a tomar aguas de las fuentes de la isla para adelgazar. Eladia siente mucho dejar una isla tan bonita como la de las Cotorras, pues Romualdo les ha dicho que por allí pasará un ciclón que viene desde el norte y todos los nativos se tendrán que echar cabeza al agua. Asuquita, que hace dos años que se encuentra allí, ha prosperado muchísimo y se ha interesado en Beatriz. Eladia y Romualdo comprenden que es un buen partido para alguna de sus hijas y le ceden la mano de Beatriz. Tango, que no ha logrado prosperidad alguna, se ha encontrado con Muñeira, que está desesperado por regresar a La Habana, pero sus vidas cambian cuando se reencuentran con Asuquita, su viejo amigo. Romualdo se ha dado cuenta que Muñeira es honrado y que le atrae su hija, y da la aprobación para que corteje a la muchacha bajo la condición de que tiene que bañarse y trabajar mucho. Tango no se ha quedado afuera, pues Asuquita lo ha nombrado capataz de sus trabajadores. Changulín, también se ha superado y hasta lo van a nombrar alcalde de un pueblo. Asuquita invita a todos a disfrutar sus siembras de toronjas, pues pronto comenzará la recolección.
Cuadro cuarto. Todos están divisando la recogida del delicioso fruto de la isla, que se venden el extranjero con mucha aceptación.
Acto I
Cuadro primero. Aparecen en una playa desconocida el negro Tango y el gallego Muñeiras, tras navegar dos días perdidos en un bote que se llevaron de la playa de Batabanó. Igual les ha pasado a Asuquita, un pescador cubano y su ayudante Changulín, que por el mal tiempo han llegado a esa isla. Todos piensan que son dueños del lugar pues no han visto señales de vida, por lo que se suscita una polémica acerca de la pertenencia de la misma, el derecho político, internacional y canónigo. En plena discusión pasan las Garzas, las Abejas y los Toronjeros, cada uno de ellos se cree dueño de esas playas. A continuación se observa muestras de culturas de diversas razas y naciones: gritos de negros y un son cantado por Jamaiquinos, la voz de varios chinos entonando melodías propias de su país, gallegos con su gaita y su tamboril y cantos de sonatas criollas con acompañamientos de guitarras, tambores y maracas. Tango, Muñeira, Asuquita y Changulín se emocionan con cada una de estas representaciones, pero sus ilusiones culminan cuando las cotorras y los cotorros les aclaran que la isla es de ellos, y está a punto de perderse si no le dan una mano. Después de aclararse el asunto deciden dar un paseo por la isla.
Cuadro segundo. Tras concluir el paseo se percata de lo rica que sería con un poco de protección, pero el abandono de unos da lugar a la arrogancia de otros. Comienzan así a conocer los habitantes de la isla: el Sinsonte de Enramada y el Papagayo son los primeros. Tango, que se queja de sólo ver aves, se marcha con Muñeira a conocer otra parte de la isla que no sea precisamente la selvática. Changulín ya ha puesto una fondita de chinos, y Asquita ha sido el único que se ha quedado conversando con la Cotorra y el Loro Viejo, los cuales le comentan toda la historia de la isla porque hace muchos años que viven en ella.
Cuadro tercero. Don Romualdo, español cincuentón, su mujer Eladia y sus hijas Beatriz y Honorina han ido a tomar aguas de las fuentes de la isla para adelgazar. Eladia siente mucho dejar una isla tan bonita como la de las Cotorras, pues Romualdo les ha dicho que por allí pasará un ciclón que viene desde el norte y todos los nativos se tendrán que echar cabeza al agua. Asuquita, que hace dos años que se encuentra allí, ha prosperado muchísimo y se ha interesado en Beatriz. Eladia y Romualdo comprenden que es un buen partido para alguna de sus hijas y le ceden la mano de Beatriz. Tango, que no ha logrado prosperidad alguna, se ha encontrado con Muñeira, que está desesperado por regresar a La Habana, pero sus vidas cambian cuando se reencuentran con Asuquita, su viejo amigo. Romualdo se ha dado cuenta que Muñeira es honrado y que le atrae su hija, y da la aprobación para que corteje a la muchacha bajo la condición de que tiene que bañarse y trabajar mucho. Tango no se ha quedado afuera, pues Asuquita lo ha nombrado capataz de sus trabajadores. Changulín, también se ha superado y hasta lo van a nombrar alcalde de un pueblo. Asuquita invita a todos a disfrutar sus siembras de toronjas, pues pronto comenzará la recolección.
Cuadro cuarto. Todos están divisando la recogida del delicioso fruto de la isla, que se venden el extranjero con mucha aceptación.
Muy buena información gracias
ResponderEliminarSara, me alegro que te sea útil.
EliminarUn saludo
Fernando