Mis dos mujeres (Argumento)

Mis dos mujeres
Mis dos mujeres, Zarzuela en tres actos se estrenó en el Teatro del Circo de Madrid, el día 26 de Marzo de 1855. Su libretista, Luis de Olona. Música de Francisco Asenjo Barbieri.

La acción se sitúa en La Granja en época de Carlos III.

Acto I

El joven coronel Don Diego, casado secretamente con la Condesa, viuda joven, recibe la noticia de que el Rey quiere casarle con una prima huérfana, que aquel mismo día saldrá del convento y en compañía de su tío el comendador, vendrá a hospedarse en la quinta que en La Granja posee y habita la Condesa. Saben además Don Diego y su esposa que el matrimonio debe celebrarse inmediatamente porque han de salir los novios para Barcelona con cierta comisión urgente. Don Diego, que ya había suplicado a la Reina su amparo, consigue que ésta reclame al Comendador a su lado el día señalado para la boda; pero el Comendador, dejando firmado el contrato, encarga al notario que ejecute los demás actos del matrimonio y se va al lado de la Reina. La sobrina es una jovencita muy inocente pero que ya se ha enamorado de Don Félix, joven oficial de Guardias de Corps que, herido por unos forajidos, había permanecido en el convento durante tres días, y que es amigo de Don Diego y tiene su quinta en los alrededores. Al ser él quien trae el encargo de la Reina, tiene ocasión de ver a Doña Inés y hablar con ella, aunque contiene su amor desde que oye que en aquel día se va a casar con Don Diego. Buscando éste y su mujer los medios de suspender, si quiera por un día, la boda, no hallan otro que el de encerrar durante veinticuatro horas al notario y en la capilla fingir el matrimonio del coronel y la joven. Don Félix lo da por hecho; pero en un momento en que creyéndose solos la Condesa y su marido hablan, oye las frases tiernas que se dirigen, y se indigna por lo que supone una traición a la inocente Inés. 

Acto II

Cuando Félix se entera de que Don Diego ha citado para aquella misma noche a la Condesa, se propone vigilarlos; pero Don Félix logra hablar, no a la Condesa, que no había recibido la cita, sino a Inés, que había hallado el papel en un libro de la Condesa; Inés sabe los amores de esta y Don Diego, así como que Don Félix la ama a ella y que se propone ausentarse para dejarla tranquila. El jardinero, al ver que andaban hombres en torno al edificio, pues no conoce a Don Diego, que se ocultaba para vigilar, dispara un tiro que alarma a todos los de la casa, incluso al Comendador que ya había regresado, y hallan a Inés desmayada. Don Félix, cumpliendo lo ofrecido y por no comprometer a Inés, había huido. En tal estado de cosas no hay más remedio que declarar al Comendador todo lo ocurrido. Este lleva a un convento a su sobrina y el Rey que se entera del matrimonio de Don Diego, contraído sin su permiso, envía a la dama al mismo convento en que está Inés y al coronel a un castillo.

Acto III

Han transcurrido varios meses, es el día en que se va a celebrar la profesión de Inés y en que la Condesa piensa fugarse con su marido, que también había salido del castillo y vendrá a recogerla, disfrazado de maestro de música de las educandas del convento. Se presenta Don Félix para notificar a las monjas que sabiendo la Reina que se iba a celebrar una profesión les enviaba a decir que pensaba asistir ella, pues estaba muy cerca del convento. Pero al mismo tiempo sabe Don Félix que la que va a profesar es su amada Inés y piensa en oponerse a ello. El criado Blas, protector de todos estos amores, le esconde, ofreciéndole que verá a Inés, cosa que no puede cumplir por el momento a causa de la presencia de Don Diego y tener que facilitar la fuga de la Condesa. Mientras ésta se dispone a ello, el fingido abate da la graciosa lección de música. Pero como la Condesa no se presenta, el peligro se acrecienta y ya Don Diego y Blas no saben que hacer, cuando las monjas gritan que la Condesa se ha fugado. Don Diego y Don Félix que también salen de su escondite en aquellos momentos de confusión, están perplejos cuando al fin aparece la Condesa con el Comendador, la cual explica su desaparición, diciendo que al oír que el Rey andaba por aquellos alrededores había ido a postrarse a sus pies y no sólo había obtenido su perdón y el de su marido, sino la licencia para que Inés se case con Don Félix.

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