La eterna canción (Cantables)



LA ETERNA CANCIÓN



Sainete en dos actos y cuatro cuadros, en prosa.

Libreto: Luis Fernández de Sevilla.

Música: Pablo Sorozábal.

Se estrenó en Barcelona, en el Teatro Principal Palacio, el 27 de enero de 1945.

La acción se desarrolla en Madrid, a principios de los años 40.


ARGUMENTO


En el Acto Primero, los autores nos trasladan a la terraza de un ático de vivienda madrileña, con otras terrazas alrededor, en planos superior e inferior, perspectiva de tejados, torres de iglesias y, al fondo, altos edificios de la Gran Vía. En el atardecer de un verano madrileño, don Aníbal, su hija Tina y su sobrina Laura ensayan una composición original de aquél.
Don Aníbal toca el piano, Tina el violín y Laura es la animadora y cantante del terceto. El compositor se queja de que su hija está muy distraída y de que su sobrina no es capaz de dar alegría a los números que canta. Una vecina protesta por el ruido que hacen los músicos con sus ensayos. En un momento que quedan solas las dos muchachas, nos enteramos de que Laura está muy triste porque no puede olvidar a su antiguo novio Jacinto, a quien hace unos días vio asomado a una de las terrazas contiguas. Jacinto abandonó a Laura cuando estaban a punto de casarse. Tina aconseja a su prima que le olvide y que busque otro novio.
Por el pretil de una de las terrazas, aparece entonces Montilla, joven muy corto de vista, con gafas de gruesos cristales, que toca la flauta, que parece estar enamorado de Tina y que ha estado escuchando descaradamente la conversación entre las dos primas. Tina coquetea un rato con él pero le obliga a retirarse cuando oye que llaman a la puerta de su casa. Es don Tomás, el casero, hombre de unos setenta años pero que viste como un pollo de veinte.
Viene a transmitir las quejas de los vecinos por las molestias que la familia de don Aníbal les produce con sus ensayos. Tina, con garbo, le convence de que no hay otro sitio para ensayar y don Tomás les permite seguir en la terraza engatusado por las gracias de la muchacha. Tina acompaña a don Tomás y al quedar Laura sola aparece de nuevo Montilla acompañado de su amigo Manolo, clarinetista, que está enamorado de Laura. Cuando ésta despide a los dos amigos, se asoma Jacinto por la otra terraza, produciéndose un dúo entre ambos jóvenes, en el que Laura recrimina la conducta de Jacinto, asegurándole que no quiere verle nunca más. Posteriormente, Montilla declara su amor a Tina en un gracioso pasodoble cómico, y ésta termina dándole el sí. Cuando están ya haciendo sus proyectos de boda se asoma Manolo quién, tímidamente, declara también su amor a Laura. Esta le rechaza con buenas palabras. Vuelven don Tomás que trae unos muñecos para Tina y don Aníbal que se sorprende al ver su terraza con tanta gente.
Tina presenta a su padre a los dos jóvenes como hijos de don Tomás, quien acepta de momento ese nombramiento de padre. Terminan todos cantando la nueva canción de don Aníbal, entre las protestas de todo el vecindario.
Al principio del Acto Segundo la acción se traslada al interior de un modesto y céntrico café de Madrid, donde actúan Laura, Tina, otras animadoras y don Aníbal que toca el piano. Al terminar la canción, entra don Tomás, quién confiesa a un amigo que está enamorado de Tina y además piensa que ella también está loca por él. Poco después aparecen Manolo y Montilla que observan a las dos muchachas, objeto de sus amores.
Tanto don Tomás como ambos jóvenes se acercan al grupo de don Aníbal comentándole que están impacientes por escuchar el estreno de la nueva obra de éste, “La eterna canción”.
Mientras tanto, entran también en el café Jacinto y dos amigos. Jacinto intenta saludar a don Aníbal pero éste no le hace caso y anuncia al público el estreno de su nueva canción, interpretada por su sobrina Laura. Esta comienza a cantar y al poco tiempo es interrumpida por Jacinto, quien pretende hacerla callar alegando que está siendo explotada por su tío, que su misión no es divertir a la gente y amenazándola con llevársela de allí a la fuerza. Se organiza un gran revuelo y estrépito entre los presentes, que se riñen, insultan y pelean.
Manolo sale en defensa de don Aníbal y su sobrina, enfrentándose con Jacinto. Por fin entra la policía, llevándoselos a todos a la comisaría por escándalo público.
La siguiente escena tiene lugar en dicha comisaría, donde don Ramiro, el comisario, intenta esclarecer los hechos tomando declaración a los detenidos. Esto da lugar a nuevas discusiones y enfrentamientos, en el transcurso de los cuales, Manolo justifica su intervención en defensa de Laura debido al gran amor que le profesa, el cual no es correspondido, y Jacinto intenta recuperar a Laura. Cuando está a punto de conseguirlo, interviene Marcelo, vecino de la familia de don Aníbal, quién da al traste con los planes de Jacinto, descubriendo que éste ha dejado abandonada recientemente a la hija de un compañero suyo, después de tener dos hijos con ella. Ante esta evidencia, Laura rechaza definitivamente a su antiguo novio.
El último cuadro se desarrolla de nuevo en la terraza de don Aníbal, a la mañana siguiente.
Tina comenta a Montilla que su prima Laura no deja de llorar desesperadamente y éste asegura que Manolo se ha pasado la noche pensando la mejor manera de abandonar este mundo sin dolor, lo cual le hace llegar a la conclusión de que todo está a punto de solucionarse, ya que dos desesperados, o se matan o se arreglan entre sí. Y esto es lo que pasa al final cuando Laura y Manolo, gracias a las argucias de Montilla, se encuentran solos en la terraza. La obra termina en una explosión de alegría cuando Tina anuncia a su padre el doble compromiso entre Laura y Manolo y entre ella y Montilla. entonando todos “La eterna canción” de don Aníbal.


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Personajes:

Laura: Cantante. Termina prometida a Manolo.
 
Tina: Violinista. Prometida de Montilla.
 
Don Anibal: Compositor y pianista.

Manolo: Clarinetista. Enamorado de Laura.
 
Jacinto: Antiguo novio de Laura.
 
Montilla: Flauta. Novio de Tina.
 
Don Tomás: Casero de la familia música.
 
Don Ramiro: Comisario.


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Números musicales:

Canción de Laura “Jura un amante… Ella su vida juzga perdida”: (Laura, Tina, Doña Pilar, Don Aníbal)
Romanza de Laura "Al regar yo las flores… No quiero verte, no quiero": (Laura)
Dúo de Laura y Jacinto "Do, do, do, si, la, si… Has de saber… Dime que el sol no ciega… Dime que el frío es vida": (Laura, Jacinto)
Pasodoble a dúo "Este servidor….Te quiero por tu frescura": (Tina, Montilla)
Cuarteto de Laura, Manolo, Tina y Montilla "De su pena y de la mía…Con el tiempo se puede olvidar": (Laura, Tina, Manolo, Montilla)
Romanza de Don Anibal "Esa es la que va a situarme… Soy artista muy modesto… Una ópera del corte de Parsifal": (Don Aníbal)
Concertante final del acto I "Jura un amante… ¿Como dice? ¿Yo? ¿Cómo ha dicho?... Es la eterna canción": (Laura, Don Aníbal, Marcelo, Vecinos)
Introducción y danzón "Por fin llegó… No hace falta que lo digas”:
(Laura, Tina)
Romanza de Don Tomás "La chiquilla está celosa… Todas, todas son iguales”: (Don Tomás)
Romanza de Manolo "Brillan sus ojos….Ay vida mía, chiquilla”: (Manolo)
Fox lento "Jura un amante… Es la eterna canción… Basta Jacinto" y pasodoble instrumental": (Laura, Manolo, Jacinto, Don Aníbal)
Número de la Comisaría "Madrid a tanto de tanto… Pues que ese tío frescales", romanza de Manolo "Cosas del cariño son" y final "No quiero verte, no quiero”: (Laura, Tina, Manolo, Jacinto, Don Aníbal, Don Ramiro)
Amanecer madrileño "No vaigas a los Madriles si quieres que yo te quiera”: (Coro)
Concertante "Con el tiempo se puede olvidar" y "Es la eterna canción": (Laura, Tina, Manolo, Don Aníbal, Montilla)


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Canción de Laura “Jura un amante… Ella su vida juzga perdida”: (Laura, Tina, Doña Pilar, Don Aníbal)

LAURA
Jura un amante
su amor constante,
pone en sus frases
el corazón.
Mas llega un día
que su alegría
busca en las mieles
de un nuevo amor.
Ella su vida
juzga perdida...

(Hablado)

DON ANIBAL.- ¡Por Dios Tina! ¿Cómo te voy a decir que no es la, fa, fa, sino la, sol, fa?
¡la, sol, fa!

TINA.- Pero, padre, si es que escribe usted las notas en chino. Aquí hay un sol que lo mismo puede ser la luna.

DON ANIBAL.- Pues abre los ojos, que luego en el café me haces sudar con tus gazapos.
Vamos donde hemos parado: uno, dos, tres, cuatro.

(Cantado)
 
LAURA
Ella su vida
juzga perdida,
llora la muerte
de su ilusión,
pero su llanto
cesa al encanto
del juramento
de otra pasión.

(Hablado)

DOÑA PILAR.- (Asomando a la terraza del fondo. Se trata de una señora de la clase media, algo achulada.) ¡Oiga, don Wagner!: ¿hasta cuándo va a durar la sinfonía? Porque me parece que ya está bien, ¿no?... Que tengo a mi esposo con neuralgia cerebral desde anoche, y es que ya no puede más.

DON ANIBAL.- ¡Oiga...!

TINA.- (Interrumpiéndole.) Déjeme usted a mí, padre, que son cosas de terraza. Oiga, señora, y usted perdone la palabra: nosotros no tenemos nada que ver con la cabeza de su esposo. ¡Allá neuralgias y otras responsabilidades! Nosotros trabajamos para comer, y si su marido no quiere oír música, que se mude al Teatro Real.

DOÑA PILAR.- ¿Es que usted cree que hay derecho a sacar el piano a la terraza?

DON ANIBAL.- Señora, yo pago el ático para poner los muebles donde quiera. Cada uno dispone de su espacio vital.

DOÑA PILAR.- Pues me quejaré a su casero, y me quejaré al Teniente de Alcalde, y me quejaré...

TINA.- ¡Uy, qué quejumbrosa!

DOÑA PILAR.- Que desde que se han mudado ustedes aquí no hay en la vecindad quien descanse.

TINA.- ¡Señora! ¿Y cuando grita su marido con las palizas que usted le da, qué pasa?

DOÑA PILAR.- ¿Yo a mi marido?... ¡Ay, ay, qué gentuza! (Desaparece de la terraza.)


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Romanza de Laura "Al regar yo las flores… No quiero verte, no quiero": (Laura)

LAURA
Al regar yo las flores
le ví asomado ahí.
¡Virgen de mis amores!
¡No sé lo que sentí!
Su mirar me aturdía,
que me hablara temí
y sin saber lo que hacía,
huí.
Huí por no mirarle,
huí por no escuchar,
huí por no insultarle,
huí por no llorar.
Fue cobardía,
hablar debí,
y con energía
haberle dicho así:

(Como si hablara con él.)

No quiero verte, no quiero.
Ya solo sé aborrecer.
Jamás tu amor embustero
me volverá a convencer.
Jamás tus ojos traidores
me volverán a mirar.
Jamás tus falsas caricias
me volverán a engañar.
No quiero verte, no quiero.
Ya solo sé aborrecer.
Jamás tu amor embustero
me volverá a convencer.
Si los jueces condenan
a los que matan,
¿por qué no se castiga
a los que engañan?
Hace más daño
que la herida del hierro,
la del engaño.


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Dúo de Laura y Jacinto "Do, do, do, si, la, si… Has de saber… Dime que el sol no ciega… Dime que el frío es vida": (Laura, Jacinto)

LAURA
Do, do, do, si, la, si,
si, si, si, la, sol, la.

JACINTO
(Asomando a la terraza del fondo)
Buenas tarde, Laura

LAURA
¡Eh! ¡Jacinto!

JACINTO
Sí.

(Laura intenta hacer mutis.)

Quieta, no te vayas,
me tienes que oír.

LAURA
¡Nunca!

JACINTO
¡Reflexiona, y no des lugar
a que entre en tu casa
y me haga escuchar.
¿Recuerdas aquellos días
en que jurabas,
que siempre me querrías
con gran pasión?
¿Recuerdas aquellas horas
en que soñabas
la dicha del momento
de nuestra unión?

LAURA
Murió mi amor por tu desvío,
no quiero ya más recordarlo.

JACINTO
Tu amor no ha muerto,
porque es mío
y yo jamás he de matarlo.

LAURA
El día en que mi casa
se hundió en la ruina,
vi todo el egoísmo
de tu interés.

JACINTO
¿De mi interés?

LAURA
El miedo a mi pobreza,
que aún te domina,
mató las ilusiones de tu querer.

JACINTO
Has de saber...
que el día en que tu casa
se hundió en la ruina,
llevaba yo en mi alma
un gran dolor.

LAURA
(Con ironía.)
¿Un gran dolor?

JACINTO
La pena de aquella duda
que aún me domina,
quebró las ilusiones de nuestro amor

LAURA
(Irónica)
¡De nuestro amor!...
Jamás podrás ya convencerme.
Perdí la fe que me cegaba.

JACINTO
Si tu no quieres comprenderme
no sabrás lo que te amaba.
Ten compasión por fin, mujer.
Te quiero ahora más que ayer.

LAURA
¿Qué sabes tú lo que es querer?

JACINTO
Dime que el sol no ciega,
dime que es frío el fuego
dime que el mar no es hondo,
dime que es tierra el cielo.
Dime que el gozo es pena,
dime que es blando el hierro,
dime lo que tu quieras,
pero no me digas que no te quiero.

LAURA
Dime que el frío es vida,
dime que el alma muere,
dime que es libre el preso,
dime que el fuego es nieve.
Dime que el mar es dulce,
dime que el beso hiere,
dime lo que tú quieras,
pero no me digas que tú me quieres.

JACINTO
¿Nos veremos?

LAURA
No lo esperes.
No nos hemos de ver más.

JACINTO
¿Por qué no, si tú me quieres?
¿Mañana?

LAURA
Déjame en paz.
(Jacinto desaparece de la terraza.)


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(Hablado)

MONTILLA.- ¡Ay qué bien se está aquí!

TINA.- Oiga, ¿y dice usted que los de su pueblo se casan enseguida?

MONTILLA.- Sí, pero yo hace muchos años que salí de mi pueblo.

TINA.- Usted será un trasto, como todos.

MONTILLA.- ¡Un gran partido! Sépalo usted. Tengo un porvenir que no se lo cambio a Straviski.

TINA.- ¿Estudia usted?

MONTILLA.- Me estoy preparando para maestro interior

TINA.- ¿Interior... derecha?

MONTILLA.- De los que tocan el piano detrás del telón en los recitados de muchas óperas. De esos que hacen (Imitando un acorde de piano.) ¡Tan!... mientras el cantante dice: ¡Tan! Ah! Ah! Che bella vita! Faticar poco, divertirsi assai, e in tasca sempre aver qualche doblone... (Acorde.) ¡Tan! Gran frutto della mia reputazione... Ecco qua: senza Montilla non si acassa in Siviglia una ragazza que pasa... (Acorde) ¡Tan! ¡Tan!

TINA.- (Divertida.) Sí, sí... Y usted detrás del telón. Menos mal.

MONTILLA.- Un sueldo magnifico. De esa clase de maestros hay muy pocos. En coche van a venir a buscarme a casa en cuanto abran el Real.

TINA.- ¡Anda! Cuando abran el Real ya no habrá ópera.

MONTILLA.- No crea usted, ya falta menos. Pero, por si acaso, estoy estudiando también composición y contrapunto. Punto por punto. Ya sabe, cuando se le rompa a usted una media...

TINA.- Es usted una ganga, Montilla.

MONTILLA.- Lo que soy es el marido que a usted le está haciendo falta.

TINA.- ¿Usté?



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Pasodoble a dúo "Este servidor….Te quiero por tu frescura": (Tina, Montilla)

MONTILLA
Este servidor

TINA
¡Cobista!

MONTILLA
Digo la verdad.

TINA
¡Cuentista!
Calle por favor.

MONTILLA
Lo demostraré.

TINA
Deje de soñar.

MONTILLA
Siempre la querré.

TINA
¡Flautista!

MONTILLA
Dígame que sí.

TINA
No quiero.
No me engañe así.

MONTILLA
Puede confiar.

TINA
Ya lo pensaré,
para Navidad.

MONTILLA
Verás cuando nos casemos
que truco más genial:
con los hijos formaremos
la banda Municipal.

TINA
¡Calla exagerao!

MONTILLA
En serio.
¡Vaya solución!

TINA
¡Qué guasa!
Haz un orfeón.

MONTILLA
¡Dí que sí, mujer!

TINA
Muy deprisa va.
Puede usted caer.

MONTILLA
¿Me quieres, serrana?
¿Me quieres, gitana?
¡Di!...

TINA
(Que se ha aproximado al piano, golpeando repetidamente una nota.)
Ja, ja, ja
¿Pero no ves que estoy
tocando el sí?

MONTILLA
¿Sí?

TINA
¡Sí!
Te quiero por tu frescura,
te quiero por tu salero,
te quiero por caradura,
te quiero porque te quiero.
Te quiero porque es mi sino,
y yo no lo he de torcer.
Te quiero por que el destino
nos ha juntado para querer.

MONTILLA
Te quiero por tu hermosura,
te quiero por tu salero,
te quiero por tu figura,
te quiero porque te quiero.
Te quiero porque es mi suerte
y yo no la he de torcer.
Te quiero y hasta la muerte
este murguista te ha de querer.

TINA y MONTILLA
Te quiero porque es mi sino
y yo no lo he de torcer.
Te quiero porque el destino
nos ha juntado para querer.
Para querer.


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(Hablado)

MANOLO.- Laura, estará usted pensando que soy un imbécil.

LAURA.- ¿Yo? ¡Ave María, que disparate!

MANOLO.- No... si es que lo soy.

LAURA.- ¡Ah! Si está usted seguro...

MANOLO.- Sí. Porque vivir loco por una mujer, pasarse las noches en vela pensando en la felicidad de estar a su lado, de hablarle, y luego... ¡que no se le ocurran a uno más que tonterías...!

LAURA.- Eso es cuestión de carácter; no se puede remediar.

MANOLO.- Si yo supiera decirle...

LAURA.- Sería lo mismo. Perdone usted mi franqueza. ¿Para qué quiere usted decirme lo que siente, si yo no puedo sentir lo que usted me diga?

MANOLO.- Soy para usted muy poco, ya lo sé.

LAURA.- No, poco no: ha llegado usted tarde. He querido y he sufrido mucho y ya el corazón se niega a querer más.


Cuarteto de Laura, Manolo, Tina y Montilla "De su pena y de la mía…Con el tiempo se puede olvidar": (Laura, Tina, Manolo, Montilla)

MANOLO
De su pena y de la mía
una debemos hacer,
que juntándolas sería
menos duro el padecer.

LAURA
Yo me entiendo con mis penas
y las llevo sin temor,
no me importan las ajenas
ni me importa mi dolor.

MONTILLA
(A Tina.)
Pa mi que Manolo
no saca tajada,
la leña mojada
no puede prender.

TINA
Tu amigo no es tonto,
se crece y se arrima.
Si Laura se anima
se van a entender.

MANOLO
No rechace este cariño
que tan humilde nació;
temeroso como un niño,
en la sombra se escondió.

LAURA
Habla usted como me hablaba
quien mi vida destrozó,
con locura me adoraba
pero luego me olvidó.

MONTILLA
Ya ves que tu prima
no va a la muleta;
escarba y se inquieta,
lo va a voltear.

TINA
Manolo es tranquilo,
y al bicho acomete.
Verás, Manolete
qué bien va a quedar.

MANOLO
Hace tiempo que me digo:
es mi vida esta mujer.

LAURA
Hace tiempo que maldigo
el haber querido ayer.

MANOLO
Con el tiempo se puede olvidar
la amargura de un falso querer,
con el tiempo se puede gozar
de un nuevo sol de amanecer.
Y soñar una dicha mayor,
y reírse de aquel gran dolor,
y sentir la emoción
de renacer a un nuevo amor.

LAURA
Con el tiempo se puede olvidar
la amargura de un falso querer,
con el tiempo se puede gozar
de un nuevo sol de amanecer.
Mas si el daño muy hondo te hirió,
no consigue la herida cerrar
y es eterno el dolor,
y hay que vivir para llorar.

MANOLO
Ya se ve, para mal mío,
que nada he de conseguir,
que machaco en hierro frío
y es inútil proseguir.

MONTILLA
Final de un idilio:
la dama no cede
y el hombre no puede
vencer su tesón.

TINA
Final de un idilio:
amor que fracasa
le dio calabazas
para un camión.

MONTILLA
No sabe querer.

TINA
¡Qué mal corazón!


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(Hablado)

DON ANIBAL.- (A Tina y Laura.) ¿Cómo no habéis sacado unas butacas para que se sienten estos señores?

DON TOMAS.- Gracias... Nos vamos a ir enseguida.

DON ANIBAL.- ¿Tan pronto?

TINA.- Sí, es que quiere llevar a los niños al cine.

DON TOMAS.- Ea, vamos hijos míos, que estamos entreteniendo demasiado a estos señores.

DON ANIBAL.- Nada de eso. Estoy encantado. ¿Y dicen ustedes que conocen todo lo mío?

MONTILLA.- Todo.

DON ANIBAL.- No, mi última canción no la conocen. No la he lanzado todavía por falta de título. ¡Pero ésa...!, ¡ésa...!, ¡ésa...!


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Romanza de Don Anibal "Esa es la que va a situarme… Soy artista muy modesto… Una ópera del corte de Parsifal": (Don Aníbal)

DON ANIBAL
Esa es la que va a situarme
en el puesto merecido
y perdonen si a elogiarme
una vez me he decidido.
Y perdonen si a elogiarme
una vez me he decidido.
Soy artista muy modesto
mas me sobra inspiración,
y las obras que he compuesto
han causado admiración.
No es vanidad,
no es vanidad,
no es vanidad.
Perdón, perdón; es la verdad,
es la verdad, es la verdad.
Tengo un motete
que es colosal,
y, además,
y, además…
¡Una ópera del corte
de Parsifal!
de Parsifal!
Y es que a mi me surge,
y es que a mí me brota
un ramal de armonía
de la pelota.
La canción soñada
ya la conseguí;
mi ilusión lograda
que empieza así:
Do, do, do, si, la, si,
si, si, si, la, sol, la.
No tiene título.
Es que no encuentro
algo que exprese
mi pensamiento.
¿Amor callado?...
¡No!
¿Noche de abril?...
¡Tampoco!
¿Se fue mi amado?...
No es eso.
¿Adiós Madrid?...
No es por ahí,
no es por ahí,
no es por ahí.
Pero no importa,
ya surgirá;
y esa canción
mi salvación
pronto será.
Esa es la que va a situarme
en el puesto merecido,
y perdonen si a elogiarme
una vez me he decidido.
Y perdonen si a elogiarme
una vez me he decidido.
Soy un artista muy modesto
mas me sobra inspiración,
y las obras que he compuesto
han causado admiración.
No es vanidad,
no es vanidad,
no es vanidad.
Perdón, perdón; es la verdad,
es la verdad, es la verdad.

(Hablado)

DON TOMAS.- Sí, sí, es indudable; a usted no se le ha hecho justicia.

MANOLO.- No vive usted a la altura que merece.

DON TOMAS.- Pero ya...

MONTILLA.- Pero ya vivirá usted en la Torre de Madrid.

DON TOMAS.- Ea ; no le mareo más y me voy con los chicos a que se distraigan. Vamos, vamos.

DON ANIBAL.- No me explico; si tienen prisa, ¿para qué se ha traído usted la flauta?

MANOLO.- Es que... pensábamos ir a casa de otros amigos que también tocan.

DON ANIBAL.- Pues se me ocurre una idea: van ustedes a oír la canción de mis ilusiones.

MANOLO.- Oiga, don Aníbal, ¿no será mejor otro día?

DON ANIBAL.- ¡Ahora, ahora! Y ya pueden agradecérmelo, que a mí hay que rogarme mucho para que dé a conocer mis producciones... (Llamando.) Usted, ¿cómo lee?

MONTILLA.- Yo... con las gafas... regular, nada más que regular.

DON ANIBAL.- (Dándole los papeles de música.) Ahí va la flauta. ( A Laura, que entra por donde salió.) Tú, Laura, prepárate a cantar. Y tú, Tina; a ver cómo te portas.

MANOLO.- Oiga, ¿no será demasiado ruido? Tenga en cuenta que...

DON ANIBAL.- ¿No está el casero con nosotros? Pues estando conforme el casero...

DON TOMAS.- (Dispuesto a protestar.) ¿Yo? Yo, estoy...

DON ANIBAL.- (Sentándose al piano.) ¿Preparados? Venga.

DON TOMAS.- (A quien sonríe Tina.) Venga... ¡lo que venga!


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Concertante final del acto I "Jura un amante… ¿Como dice? ¿Yo? ¿Cómo ha dicho?... Es la eterna canción": (Laura, Don Aníbal, Marcelo, Vecinos)

LAURA
Jura un amante
su amor constante,
pone en sus frases
el corazón,
mas llega un día
que su alegría,
busca en las mieles
de un nuevo amor.
Ella, su vida
juzga perdida,
llora la muerte
de su ilusión,
pero su llanto
cesa al encanto
del juramento
de otra pasión.

(Hablado)

DOÑA PILAR.- (Saliendo a la terraza del foro con varios Familiares. Hablado sobre la música.) ¿Pero otra vez la obertura?

UN SEÑOR.- (Asomando a la terraza de la derecha.) ¡Qué lástima de aguacero!

CUÑADA.- (Al Señor de enfrente.) ¿Ha visto usted qué frescura? ¡Pero si está allí el casero!

(Cantado)

VECINOS 1.os
(Saliendo de otra terraza.)
¡No hay derecho! ¡Que se callen!
¡No hagan caso! ¡No se achanten!

VECINOS 2.os
¡Es un caso escandaloso
que produce indignación!

VECINOS 1.os
¡El que quiera buen reposo
que se tumbe en el colchón!

VECINOS 2.os
¡Que se callen los murguistas
que nos van a enloquecer!

MARCELO
(Asomando a la ventana de su buhardilla y al unísono con el Coro.)
Más respeto a los artistas
¡eso es lo que hay que tener!

VECINOS 2.os
¡No hay derecho!
¡Que se callen!
¡Que se muden!
¡Que se marchen!

MARCELO y VECINOS 1.os
¡No hagan caso!
¡No se achanten!
¡Toquen, toquen!
¡Que se aguanten!

VECINOS 2.os
¡Fuera, fuera!

VECINOS 1.os
¡Toquen, toquen!

DON ANIBAL
(Cerrando con coraje el piano y encarándose con los que protestan.)
¡Basta!
¿A qué viene este jaleo?
¡Es absurda la protesta!
¿Tengo yo la culpa acaso
de lo que ocurre? ¿Molesta
que ensaye en la terraza?
Pues a mí me desespera,
que no está aquí por mi gusto
el piano, ni me alegra
que pueda fundirlo el sol
o esponjarlo una tormenta.
Si al mudarnos a este piso
no cupo por la escalera
y hubo que subirlo a pulso
por ese pretil, y fuera
ha tenido que quedarse
porque es estrecha la puerta,
y para meterlo en casa
ha de ser tecla por tecla,
¿quién es aquí el responsable?
¿Hice yo la casa? ¡Vengan
y díganselo al casero,
y basta ya de monsergas!

(Recitado)

DON TOMAS
No se excite, don Aníbal
tiene usted mucha razón.

DON ANIBAL
El arte siempre ha luchado
con la torpe incomprensión.

DON TOMAS
Está muy bien observado.
Esa es la eterna canción.

DON ANIBAL
¿Cómo dice?

DON TOMAS
¿Yo?

DON ANIBAL
¿Cómo ha dicho?

DON TOMAS
¿Yo?

DON ANIBAL
¡Qué acierto!

LAURA y TINA
¿Qué pasa?

DON ANIBAL
¡Qué inspiración!
¡Eureka, Eureka!
¡Ya tiene nombre!

TODOS
¿Cómo?

DON ANIBAL
¡La eterna canción!
Es la eterna canción.

TODOS
Es la eterna canción.

DON ANIBAL
Es la eterna canción.

TODOS
Es la eterna canción.

DON ANIBAL
¡Ya tengo título!
Por fin encuentro
algo que expresa
mi pensamiento.

(A Don Tomás.)

¡Qué acierto ha tenido!
¡Qué inspiración!
De pronto ha surgido
el nombre apetecido
que es alma de mi canción.

MANOLO
(Aparte a Laura.)
Oigame, Laura, por favor.

LAURA
No insista usted, no hablemos más.

MANOLO
Una esperanza nada más.

LAURA
Es separarnos lo mejor.

MANOLO
Una esperanza sólo pido
por lo que llevo ya sufrido.

LAURA
Yo no le puedo a usted engañar.

DON ANIBAL
Y ahora vamos a tocar
una vez más el estribillo,
para ver si se me ocurre
lo que falta, que es sencillo,
pues el tema es formidable
si lo puedo completar.
Es la eterna canción...

MANOLO
(A Laura.)
Con el tiempo se puede olvidar
la amargura de un falso querer.

LAURA
Con el tiempo no puede curar,
ni consolar, ni padecer.

MANOLO
Si el engaño tan hondo la hirió...

LAURA
No se puede la herida cerrar.

MANOLO
A pesar del dolor
otro querer puede soñar.

TODOS
Es la eterna canción.

VECINOS 2.os
¡No hay derecho!
¡Que se callen!

VECINOS 1.os
¡No hagan caso!
¡No se achanten!

VECINOS 2.os
¡Es un caso escandaloso
que produce indignación!

VECINOS 1.os
¡El que quiera buen reposo
que se tumbe en el colchón!

VECINOS 2.os
¡Fuera, fuera!

VECINOS 1.os
¡Toquen, toquen!


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Introducción y danzón "Por fin llegó… No hace falta que lo digas”: (Laura, Tina)

LAURA, TINA y CONJUNTO
Por fin llegó
lo que tanto ambicioné.
Por fin llegó
el príncipe del cuento
que soñé.
Pensando estoy
con anhelo y con fervor,
pensando estoy
en todas las venturas del amor.
Junto a ti
el día entero quisiera estar.
Junto a ti
la noche entera poder pasar.
Y junto a ti, vida mía,
poder soñar.
No hace falta que lo digas,
sin hablar yo te comprendo,
lo dijeron ya tus ojos
con las luces de su fuego
una noche que brillaban
como estrellas de mi cielo.
No me digas que me quieres,
ya tus ojos lo dijeron.
Por fin llegó
lo que tanto ambicioné.
Por fin llegó
el príncipe del cuento
que soñé.
Pensando estoy
con anhelo y con fervor,
pensando estoy
en todas las venturas del amor.
Junto a ti
el día entero quisiera estar.
Junto a ti
la noche entera poder pasar.
Y junto a ti, vida mía,
poder soñar.
No hace falta que lo digas,
sin hablar yo te comprendo,
lo dijeron ya tus ojos
con las luces de su fuego
una noche que brillaban
como estrellas de mi cielo.
No me digas que me quieres,
ya tus ojos lo dijeron.


___________



Romanza de Don Tomás "La chiquilla está celosa… Todas, todas son iguales”: (Don Tomás)

DON TOMAS
La chiquilla está celosa,
lo indica su palidez.
Se le nota en la mirada.
(Esto de mí para usted.)
Con mi práctica probada,
su corazón me gané
y la tengo conquistada.
(Esto de mí para usted.) ¡Chist!
Todas, todas son iguales,
las de hoy y las de ayer,
caprichosas y banales
y llenas de candidez.
Todas, todas son iguales,
las de hoy y las de ayer.
Si mis cuentas son cabales,
llevo conquistadas diez
desde las fiestas Pascuales
del año noventa y tres.
A saber:
Antoñita, Pepa, Juana,
Sinforosa, Robustiana,
Enriqueta, Rosa, Paz,
Cayetana y Trinidad.
A las diez les encantaban
los bombones de licor,
y ninguna rechazaba
una prenda de valor.
Tina tiene el mismo gusto
y la voy a enloquecer,
que por gastar no me asusto.
(Esto de mí para usted.)
Mire usted cómo me mira,
no se podrá contener;
mire usted cómo suspira,
yo ya no sé lo que hacer.
Yo en cariño no le cedo,
pero muy cauto he de ser,
porque el padre me da miedo.
(Esto de mi para usted.)


_________



(Hablado)

MONTILLA.- (Refiriéndose a las muchachas.) Qué, ¿nos miran?

MANOLO.- Sí. ¡Y qué guapa está!

MONTILLA.- ¿Sonríe?

MANOLO.- ¡Tiene una dulzura en la cara...!

MONTILLA.- Descríbemela, que yo no la veo.

(Cantado)

Romanza de Manolo "Brillan sus ojos….Ay vida mía, chiquilla”: (Manolo)

MANOLO
Brillan sus ojos
más que otras veces;
tienen fulgores de estrella.
Es un recuerdo
que la entristece,
pero que le hace más bella.
Aunque no mira
nos ve a los dos,
frunce la boca
con emoción.
Cuando me clava sus
ojos yo pierdo la calma
y un fuego de hoguera
me sube a la cara.

(Con arrebato.)

¡Ay, vida mía, chiquilla,
la más guapa del mundo entero!
¡Cómo la quiero, Montilla!
¡Montilla, cómo la quiero!

(Hablado)
MONTILLA.- ¡Anda! Esto sí que tiene gracia: te pregunto por la mía y me describes la tuya.

MANOLO
Su cabecita
mueve coqueta.
Finge alegría y contento,
pero un recuerdo
que la atormenta,
pone en su risa un lamento.
Lleva por dentro
su desazón;
ríe su boca,
no el corazón.
Cuando me clava sus ojos
yo pierdo la calma,
y un fuego de hoguera
me sube a la cara.

(Con arrebato.)

¡Ay, vida mía, chiquilla,
la más guapa del mundo entero!
¡Cómo la quiero, Montilla!
¡Montilla, cómo la quiero!


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(Hablado)

JACINTO.- ¿Cómo sigue usted, don Aníbal? (Le tiende la mano.)

DON ANIBAL.- (Sin estrechársela y mirándole, adusto.) ¿Y usted quién es?

JACINTO.- ¿No me recuerda?

DON ANIBAL.- Yo no recuerdo más que a las personas que me son gratas.

JACINTO.- Le he tendido a usted la mano.

DON ANIBAL.- Sí. Pero yo no digo la buenaventura. (Se aleja de él y sube al pequeño escenario con las chicas)

JACINTO.- (Indignado.) ¡Si no mirara...!

DON ANIBAL.- (A los concurrentes.) Señores: la señorita Laura Martín va a cantar, por primera, el fox-lento original de un servidor de ustedes, titulado La eterna canción. (Aplausos. Se sienta al piano.)

JACINTO.- ¡No le dará vergüenza!...

NIÑA 1.ª.- (A la Mamá, que ha vuelto a dormirse.) Mamá, que van a cantar, despierta.

NIÑA 2.ª.- Mira, mamá, casi todo lo que tocan, lo compone el pianista.

SEÑORA.- ¿Y por qué se lo dan roto?

(Cantado)

Fox lento "Jura un amante… Es la eterna canción… Basta Jacinto" y pasodoble instrumental": (Laura, Manolo, Jacinto, Don Aníbal)

LAURA
Jura un amante
su amor constante,
pone en sus frases
el corazón,
Mas llega un día
que su alegría
busca en las mieles
de un nuevo amor.
Ella, su vida
juzga perdida;
llora la muerte
de su ilusión,
pero su llanto
cesa al encanto
del juramento
de otra pasión.
Es la eterna canción,
es la eterna canción.
Si se nubla un buen día,
no perdáis la alegría
que saldrá luego el sol.
Es la eterna canción,
es la eterna canción.
Si un amor nos olvida
no amarguemos la vida
que vendrá un nuevo amor.

(Hablado sobre la música)

JACINTO.- (Nervioso, a sus amigos.) ¿Pero creéis que yo puedo aguantar esto?

AMIGO 1°.- Ten prudencia.

JACINTO.- (Alzando más la voz.) ¡No quiero! ¡Ella divirtiendo a la gente! ¡Dejándose explotar por su tío!

(Cantado)

LAURA
(Sigue cantando.)
Sufre desvelos
y amargos celos
quien no confía
en un amor.
Quiere olvidarlo,
quiere matarlo,
por ser la causa
de su dolor.
Mas la delicia
de una caricia
que el pecho llena
de resplandor,
borra amargura,
todo lo cura,
y el alma ríe
de su temor.

(Hablando.)

Y ahora canten todos conmigo:

TODOS
Es la eterna canción,
es la eterna canción.
Si se nubla un buen día,
no perdáis la alegría
que saldrá luego el…

(Hablado sobre la música)

JACINTO.- (Levantándose indignado y encarándose con Laura.) ¡Basta! ¡Que te calles, Laura!

AMIGO 1°.- ¿Te has vuelto loco?

JACINTO.- ¡Baja de ahí, Laura! ¡Tu sitio no es ése!

DON MARTIN.- (Aproximándose a Jacinto.) ¡Oiga, aquí se está con educación!

MONTILLA.- ¡Qué tío!

MARCELO.- Ya sabía yo que venía a armarla.

JACINTO.- ¡Baja de ahí o subo yo!

LAURA..- ¡Dios mío!

DON ANIBAL.- ¡Soy yo quien baja! (Lo hace seguido de las chicas.)

VARIOS.- ¡Fuera! ¡A la calle!

JACINTO.- ¡El que quiera algo que me lo diga más cerca!

MANOLO.- (Acercándose a Jacinto.) ¡Yo se lo voy a decir!

DON ANIBAL.- (Adelantándose.) ¡No; esto es cosa mía! (Encarándose con Jacinto.)

(Cantado)

DON ANIBAL
El hombre que tan grosero
se atreve a escandalizar,
ni es hombre ni es caballero,
ni tampoco es digno de alternar.

JACINTO
No abuse, don Aníbal,
de que es un viejo.

MANOLO
Todo lo que él ha dicho
yo lo sostengo.

JACINTO
Y a usted, ¿quién le llama?
¿Quién es usted?

MANOLO
Salga usted a la calle
y se lo diré.

JACINTO
Ahora mismo. ¡Vamos!

LAURA
(Interponiéndose. A Manolo.)
¡No! Usted no se mezcle
en esta cuestión.
Nada le autoriza.

MANOLO
(Con pena.)
Tiene usted razón.

(Hablado sobre la música)

DON ANIBAL.- ¡Qué va a tener razón! Aquí el único que se mezcla en lo que no le importa es este fresco. Mi sobrina canta porque es una artista, y no será usted quien se lo impida.

TINA.- No le haga usted caso, padre, que está amerluzao.

JACINTO.- Usted aprenda a tocar el violín, señorita.

DON TOMAS.- Oiga, que a esta señorita la defiendo yo.

MONTILLA.- ¿Y a ti quién te defiende, papá?

DON ANIBAL.- ¡Ea, acabemos! Salga usted de aquí. Deje en paz a mi sobrina.

JACINTO.- Con usted no tengo más que hablar. Es ella la que decide.

(Cantado)

LAURA
¡Basta, Jacinto!,
vete por Dios;
que son caminos distintos
por donde vamos tú y yo.
Dame al olvido,
huye de mí,
que si en tiempo te he querido,
a no quererte aprendí.
Vete, Jacinto,
déjame en paz,
que ya he sufrido bastante
y no podré sufrir más.
Busca el cariño
de otra mujer,
que jugaste con el mío
y ya no puedo querer.

(Hablado sobre la música)

DON MARTIN.- Bueno, señores, esto se ha terminado. Don Aníbal, haga el favor de seguir en su obligación. Y usted, caballero, le ruego que no moleste.

DON ANIBAL.- Vamos, hijas mías. (Se dirigen al tabladillo.)

JACINTO.- (Sujetando a Laura por un brazo.) Esta he dicho que no canta.

MANOLO.- ¡Quieto, ladrón! (Se arroja sobre él.)

(Gran revuelo: gritos desmayos, copas rotas... Las figuras de Manolo y Jacinto quedan ocultas por los que se agrupan a su alrededor Entra un Policía por la derecha precedido de Marcelo.)

POLICIA 1°.- ¡Quietos todos! ¿Qué pasa? (Continúa la trifulca.)

DON TOMAS.- Es ése señor... (Por Jacinto.)

VARIOS PARROQUIANOS.- Y ése, y ése. (Indicando a Don Aníbal y a Manolo.)

POLICIA 2°.- Vengan todos conmigo.

(El Camarero ha traído los abrigos de Laura, Tina y Don Aníbal. Se los ponen y todos salen por la derecha.)

TINA.- (Llorando.) ¿Lo ve usted, padre? Ahora, a tocar el violín a Ocaña. (Ataca el pasodoble y van saliendo todos del café.)


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(Hablado)

(El escándalo es mayúsculo y conducidos por los Policías aparecen en escena, en tropel, Laura, Tina, Don Tomás, Manolo, Jacinto, y sus dos Amigos, Montilla, Don Aníbal, Marcelo, el limpiabotas Don Martín, propietario del café y Amigos 1.º y 2.º. Los Policías tratan inútilmente de hacer callar a los detenidos y Don Ramiro se sienta ante su mesa y Martínez ocupa su sitio ante la máquina de escribir. El griterío es tan grande que no se entiende nada de lo que dicen.)

DON RAMIRO.- (Dando un puñetazo sobre la mesa.) ¡Silensio! ¡Silensio! (No le oyen y tiene que repetir.) ¡Silensio he dicho! (Callan todos. A los Policías.) ¿Qué ha sío?

POLICIA 1.°.- Un escándalo en Versalles, en el Café.

DON RAMIRO.- Mú bonito.

POLICIA 1.º.- Cuando llegamos, el señor, y el señor, (Indicando a Manolo y Jacinto.) trataban de agredirse.

MANOLO.- Verá usted, señor inspector... (Empiezan a hablar todos a la vez.)  

DON RAMIRO.- ¡Silensio! ¡Silensio he dicho! ¡Que no se oiga el vuelo de una mosca! (A Martínez.) Escribe, Martínez.

(Cantado)
Número de la Comisaría "Madrid a tanto de tanto… Pues que ese tío frescales", romanza de Manolo "Cosas del cariño son" y final "No quiero verte, no quiero”: (Laura, Tina, Manolo, Jacinto, Don Aníbal, Don Ramiro)

DON RAMIRO
Madrid, a tantos de tantos
de mil novesientos tantos.
En la noche de este día,
a las dose menos cuarto,
se presentan los agentes
don Fulano y don Mengano
que conducen detenios,
al pareser por escándalo,
a los que a continuasión se cita.
Deja un espasio.

(A Tina, mientras Martínez va escribiendo.)

¿Se llama...?

TINA
Justina Martínez y Barrera.

DON RAMIRO
¿Natural?

TINA
De Toro.

DON RAMIRO
¿Estado?

TINA
Soltera.

DON RAMIRO
¿Habita?

TINA
En el quince de Santa Hermandad.

DON RAMIRO
¿Profesión?

TINA
Artista.

DON RAMIRO
¿Edad?

TINA
¿Edad?... Diecisiete

DON RAMIRO
¿Y vive...?

TINA
Con mi papá.

DON RAMIRO
Refiera los hechos
y diga la verdad.

TINA
(Indicando a Jacinto.)
Pues que ese tío frescales,
que estaba bebido
o se encuentra mochales,
cuando cantaba mi prima...

DON RAMIRO
Suprima...

TINA
Esa de enfrente

DON RAMIRO
Digo que omita o suprima
toda palabra imprudente.

TINA
Pues que ese gran caballero,
que a veces se engalla
y enseña el plumero,
cuando mi prima cantaba,
se levantó dando voces
y la ordenó que callara,
diciendo el infame
que se la explotaba.
Y se encaró con mi padre
y le insultó, el muy canalla.

JACINTO
(Interrumpiendo.)
Es que su tío la explota
y la obliga a que cante
con una orquestina.

DON ANIBAL
¿Quién es usted pa mezclarse
en la vida privada
de tío y sobrina?

JACINTO
Quiero que no se aprovechen ustedes
valiéndose de su orfandad.

DON ANIBAL
Eso en la calle lo quiero escuchar.

TINA
Calle, que usted sí que es un vividor.

DON ANIBAL
No tiene usted pundonor.

JACINTO
Ya vuelve usté a amenazar.

DON ANIBAL
Yo no me dejo ofender.

JACINTO
Ni yo me dejo humillar.

DON ANIBAL
¿Qué quiere de esa mujer?

JACINTO
Quiero su honor defender.

TINA y DON ANIBAL
No la podrá usté engañar.

JACINTO
No la podrá usté explotar.

TINA y DON ANIBAL
No diga más tonterías
que no nos asusta
con sus chulerías.
Pues le hemos tañado,
y usté es un granuja,
farsante, embustero,
juerguista, perdido,
matón y logrero,
que sólo pretende
burlarla pa...

JACINTO
Pueden seguir insultando
que todo lo sufro,
que todo lo aguanto.
¡Gentuza! ¡Cuentistas!
¡Farsantes! ¡Murguistas!
¡Tramposos! ¡Groseros!
¡Cretinos! ¡La...

DON RAMIRO
(Interrumpiendo.)
¡Silensio! ¿Qué se han creío?
¡A quién rechiste de nuevo
lo dejo aquí detenío!

(Hablado sobre la música.) 

¡No fartaba más! Retírense los tres a ese banco (Obedecen. A Manolo.) Y usté mosito, cuénteme lo que ha pasao.

(Cantado)

MANOLO
Cosas del cariño son.
Yo vi a esta mujer un día,
y la miré y me miró,
y ya sus ojos se clavaron
muy dentro de mi corazón.
Fui desde entonces otro hombre,
lleno de preocupación
perdí la calma, la risa y el sueño.
Cosas del cariño son.
La busqué, la hallé de nuevo,
y en una conversación
me confesó la amargura
que en ella dejó un amor
fingido, falso y embustero,
que su vida destrozó.
Yo la ofrecí mi cariño,
con la mejor intención, y,
aunque ella sabe que la quiero
con verdadera pasión,
duda, teme y me rechaza
y yo muero de dolor.
Perdone esta flaqueza.
Cosas del cariño son.
Y el hombre que fue el cuchillo,
que en su vida se clavó,
el que mató sus esperanzas,
el que burló su ilusión,
esta noche, ante la gente,
igual que a una esclava, señor,
le ordenó que no cantara,
y en público le amenazó.
Y yo, que estaba presente,
aunque nadie me llamó,
me levanté a defenderla,
y a pegarle a ese matón.
Y esto fue lo sucedido.
¡Cosas del cariño son!

(Hablado sobre la música)

DON RAMIRO.- ¿No tiene usté más que desí?

MANOLO.- No, eso es todo.

DON RAMIRO.- Pues ar banco. (Manolo va a sentarse en el banco, al lado de Laura.)

MONTILLA.- Otro que va a cobrar.

DON RAMIRO.- Y usté, señorita ¿qué tié que alegá a la declarasión de este señor?

LAURA.- Que es verdad, pero que Jacinto lo ha hecho cegado por mi cariño, porque me quiere, señor inspector, porque nos hemos querido antes. Y yo... yo le comprendo y le perdono.

DON ANIBAL.- (Levantándose y aproximándose a ella.) ¿Pero qué dices? ¿Estás loca?

TINA.- (Levantándose y aproximándose también a ella.) ¡Laura, por Dios!

LAURA.- ¡Basta! Soy mayor de edad y reclamo el derecho que tengo a disponer de mis sentimientos.

JACINTO.- (Al Comisario) Creo que ya puede usted juzgar por lo que ha escuchado.

DON RAMIRO.- Yo no soy quién pa juzgá ná. Sé que han incurrío ustedes en una farta de escándalo y que les será aplicada la sansión correspondiente. Y usté, joven, (A Manolo.) no dé lugar con sus selos a otro escándalo.

MANOLO.- Yo...

DON RAMIRO.- Basta.

MARCELO.- ¿Puede hablar un servidor?

DON RAMIRO.- Sí. ¿Que quiere?

MARCELO.- Decir, por si lo duda alguien, que el señor (Señala a Jacinto.) es todo un caballero.

DON RAMIRO.- Nadie lo duda.

MARCELO.- Yo lo conozco de vista desde hace tres años. Desde que se puso en relaciones con la hija de un compañero mío, a la que ha dejao abandoná en unión de un retoño y una retoña que caben debajo de una boina.

LAURA.- ¡No! ¡Niégalo, Jacinto! Di que eso no es verdad.

JACINTO.- (Reponiéndose de la sorpresa.) Claro, claro que no es verdad.

MARCELO.- Desde luego, pero en cuanto salgamos de aquí, si es que salimos, (A Laura.) se toma usté la molestia de venir conmigo a la cá’el Peñón, treinta y seis, y va usté a contemplar dos retratos de este fotógrafo.

DON ANIBAL.- (A Jacinto.) ¿Ves? ¿Ves como eres un miserable?

JACINTO.- ¡Es una calumnia!

MANOLO.- Es verdad. Si no tiene usted fuerzas ni para negarlo.

LAURA.- (Aparte.) ¡Dios mío!

TINA.- ¡Granuja!

MONTILLA.- ¡Embustero! (Hablan todos a la vez y se reproduce el escándalo.)

DON RAMIRO.- ¡Silensio! ¡Silensio, o les ensierro a toos!

(Se hace el silencio.)

JACINTO.- (Aparte a Laura suplicante.) Laura, escúchame; aunque eso sea verdad, ¿qué importa, si yo no quiero a nadie más que a ti?

LAURA.- ¡Quita!

JACINTO.- ¡Laura, perdóname!

LAURA.- El hombre que abandona a sus hijos no puede esperar perdón.

JACINTO.- Escucha.

(Cantado)

LAURA
No quiero verte, no quiero.
Ya sólo sé aborrecer.
Jamás tu amor embustero
me volverá a convencer.


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(Cantado)

Amanecer madrileño "No vaigas a los Madriles si quieres que yo te quiera”: (Coro)

CORO 1.º
No vaigas a los Madriles
si quieres que yo te quiera,
No vaigas a los Madriles
si quieres que yo te quiera,
pos volverás señorita
y yo te quiero de pasiega.

(Hablado sobre la música.)

UN SEÑOR.- ¡Narcisa! ¿Dónde demonios has metido el peine?

UNA SEÑORA.- Mira si está en la fresquera.

(Cantado)

CORO 1.º
Pos volverás señorita
y yo te quiero de pasiega.

CORO 2.º
¡Que tiempos aquellos!
¡Que tiempo perdido!
¡Que tiempo querido!
¿Qué quieres que te traiga
si voy a Madrid,
si voy a Madrid,
si voy a Madrid?
¿Qué quieres que te traiga
si voy a Madrid,
si voy a Madrid,
si voy a Madrid?
No quiero que me traigas,
no quiero que me traigas,
que me lleves, sí.


___________



(Hablado)

MONTILLA.- (Música en la orquesta. Gritando hacia la vivienda.) ¡Tina! ¡Tina! Ven, que esto está arreglao.

TINA.- ¿Qué pasa?

MONTILLA.- Dos suicidas, que se han encontrao en el otro mundo.

TINA.- ¡Qué alegría!

MANOLO.- No; mire, Tina: Montilla ha creído... Ha confundido un caso de conciencia con...

LAURA.- (Interrumpiéndole.) No. Montilla quizás haya dicho la verdad.

MANOLO.- (Estrechándola.) ¡Laura! ¿De veras?

MONTILLA.- ¿Quieres un certificao?

DON ANIBAL.- (Saliendo de la casa.) ¿Qué ocurre que no dejáis dormir? (Viendo a Manolo y a Montilla.) ¡Temprana visita!

MONTILLA.- No lo crea usted; ya han sacudido las alfombras.

TINA.- Sí, padre. Los señores han venido muy temprano para saber cómo hemos pasado la noche.

DON ANIBAL.- ¡Qué molestia! Me parece un exceso de amabilidad.

TINA.- Mira, papá. Tú no debes ignorarlo: Manolo y mi prima se han hecho novios.

DON ANIBAL.- ¿Eh?

TINA.- ¡Se quieren, papá! Y Montilla y yo... (Suena el timbre de la puerta.)

DON ANIBAL.- Abre. (Tina sale por la derecha.) ¡Qué sorpresa me reservabais! ¡Y en ayunas!

TINA.- Otro señor que madruga.

DON TOMAS.- (Entrando.) Una intranquilidad enorme. ¿Cómo han pasado la noche? Yo la he pasado...

TINA.- (Interrumpiéndole.) Perdone usted, don Tomás, que siga con lo que le estaba diciendo a mi padre. (A Don Aníbal.) Que Montilla y yo también somos novios.

DON ANIBAL.- ¿También? Para mí es una satisfacción que hayáis elegido a dos músicos, a dos artistas, hijos de un caballero como don Tomás.

DON TOMAS.- Pero si es que ésos... (Le da un ataque de tos.)

DON ANIBAL.- Cálmese, cálmese. Tras la negrura de la noche, nace un nuevo sol de alegría; luz de todos los corazones, como digo yo en mi eterna canción. Mire, fíjese: (Indicando las terrazas, que se han llenado de gente.) toda la vecindad nos contempla satisfecha de la felicidad de los chicos. Entonemos a coro La eterna canción, que Dios quiera se convierta en himno de optimismo.

TODOS.- ¡Amén!

(Montilla cae abrumado sobre una silla. Don Aníbal se sienta al piano y rompen todos a cantar La eterna canción, menos Don Tomás que hace gestos desesperados, arrebatado por la tos.)

(Cantado)

Concertante "Con el tiempo se puede olvidar" y "Es la eterna canción": (Laura, Tina, Manolo, Don Aníbal, Montilla)

LAURA y MANOLO
Con el tiempo se puede olvidar,
la amargura de un falso querer.
Con el tiempo se puede gozar
de un nuevo sol de amanecer.
Y soñar una dicha mayor,
y reírse de aquel gran dolor,
y sentir la emoción de renacer
a un nuevo amor.
Es la eterna canción.

TINA, DON ANIBAL, MONTILLA y CORO
Es la eterna canción.
Si se nubla un buen día
no perdáis la alegría,
que saldrá luego el sol.
Es la eterna canción.
Si un amor nos olvida,
no amarguemos la vida
que vendrá un nuevo amor.
Es la eterna canción.





FIN


Información obtenida en la Página Web http://lazarzuela.webcindario.com/


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