EL SANTO DE LA ISIDRA
Libreto: Carlos Arniches.
Música: Tomás López
Torregrosa
Sainete lírico de
costumbre madrileñas en un acto.
Estrenada en el Teatro Apolo
la noche del 19 de Febrero de 1898.
La acción en Madrid en época
actual.
REPARTO (Estreno)
Isidra - Sra.
Perales
La Señá Ignacia – Sra.Vidal
Cirila – Sra. Torres
Baltasara – Zapater
La Señá Justa – Sra. Palmer
Una Vecina / Una Invitada – Srta. Campos
Una Niña – Srta. Gálvez
Venancio - Sr. Emilio Mesero
Señor Eulogio – Sr. Carreras
Señor Matías - J.
Mesero
Epifanio – Sr. Sanjuan
Secundino - Sr.
Ontiveros
El Rosca - Sr. Stern
Paco El Curial - Sr. Ramiro
Juan El Migas - Ruesga
Pérez – Sr. Carrión
Torrija – Sr. Manzano
Un Vendedor de flores – Sr. Márquez
Convidado 1º – Sr. Delgado
Convidado 2º - Sr. Manzano
Convidado 3º - Sr. Cester
Un Paleto – Sr. Pulpeiro
Un Romero – Sr. Zoilo
Un Mozo de Merendero – Sr. N. N.
Invitados, Vendedores, Romeros, etc.
Coro general.
ACTO UNICO
CUADRO PRIMERO
Una plazuela de los barrios
bajos.- Al foro, dos casas separadas por un callejón que da a la calle de
Toledo, y en cuyo fondo se ve la Plaza de la Cebada. La casa de la izquierda
tiene en su planta baja una tienda de ultramarinos con puertas practicables. La
puerta de esta casa, practicable también, da al callejón. A la derecha, otra
casa, y debajo una taberna con un rótulo que dice: NUM. 8 VINOS y LICORES NUM.
8. La Puerta de la taberna que da frente al público y la que da al callejón,
practicables. En los laterales derecha una casa de modesta construcción, y en
el ángulo que forma esta casa con la taberna, el chiscón de un zapatero de
viejo. En los laterales izquierda, otra casa, en cuya
planta baja hay establecida
una tienda de sillas, de las cuales vense algunas colgadas en la puerta. La
muestra de la tienda dice: LA MECEDORA, SE PONEN ASIENTOS, SE FORRAN SILLERIAS.
El balcón de la casa de la derecha, que es practicable, lleno de tiestos con
flores.
ESCENA I
Señor Eulogio, Cirila, Secundino y un vendedor de
flores.
Al levantarse el telón,
aparece el señor Eulogio sentado ante una mesita baja llena de herramientas de
zapatería, trabajando. El florero, con un borrico cargado de tiestos, pregona
su mercancía. Cirila, con un cántaro apoyado en la cintura, habla en la esquina
de la izquierda con Secundino.
(Hablado)
VENDEDOR
¡Buenos tiestos de claveles
dobles!...
EULOGIO.- (Machacando una
suela y cantando)
Estoy por decir, señores,
que si me tiran a un río
salgo llenito de flores.
(Se pone a hacer engrudo)
CIRILA.- (Empujando a Secundino
que la quiere abrazar) ¡Vamos, quita, quita! ;Al principio tóos seis iguales!...
¡Muchas palabras... y luego!...
SECUNDINO.- Vamos, no me
digas eso, porque tú no me conoces a mí cuando yo me ofusco con una morena como
tú. Ven y ver as...
CIRILA.- Sí, pa que me
dejes al segundo chotis, cuando esta una más ilusiona, y te vayas con otra...
SECUNDINO.- ¿Dejarte yo a
tí... que eres m as rica que una mermelada?... ¡Vamos, que te calles, cacho é
gloria! (Intenta abrazarla)
CIRILA.- (Rechazándole)
¡Vamos, hombre!...
EULOGIO.- (Que los ha
estado mirando, mientras hace el engrudo) ¡Eh!... ¡Chist, chist, chist!...
CIRILA.- ¿Qué hay?
EULOGIO.- N a... que… ¿si
queréis que me vaya a hacer el engrudo ahí dentro?
CIRILA.- ¿Es envidia ú
caridaz?
EULOGIO.- ¡Es... bacalo de
Escocia!... ¡Mia tú esta!
SECUNDINO.- (A Cirila)
Conque, ¿vienes ú qué?
CIRILA.- Güeno; tú, a las
tres, ú tres y media, vas al puente de Toledo, y, según se entra, a la derecha,
te arrimas a la primera bola que haiga, y me aguardas.
SECUNDINO.- A las tres y
media, me tiés arrimao a la bola... ¡Prenda! ¡Serrana! ¡Me tiés m as loco, que!...
CIRILA.- ¡Anda, anda,
zaragata! (Le empuja y vase hacia la casa primera derecha. Secundino coge el
cesto y una zafra pequeña de aceite, que
tiene en el suelo, a su lado, y se dirige hacia la tienda)
EULOGIO.- (Al pasar Cirila
delante de él) ¡Ay, Cirila, Cirila, Cirila... ¡Qué mal te veo! (lo dice como
cantando)
CIRILA.- ¿Sí?...
¡Caramba!... ¡Pues míreme usté con lentes! ¡El demonio del tío visión!...
(Entra en la casa)
EULOGIO.- (Silba y machaca,
y de pronto se agacha como para mirar a Cirila que sube) ¡Negras!... (Sigue
silbando y trabajando)
ESCENA II
Eulogio y Secundino.
SECUNDINO.- (Que habrá
quedado a la puerta de la tienda observando se acerca al señor Eulogio)
¿Qué?... ¿Qué miraba usted?...
EULOGIO.- ¡Yo!... ¡Nada!...
¿Conque... entre tres ú tres y media?... ¡No estás mal tunarra!
SECUNDINO.- ¡Es que como
hoy es San Isidro y la tengo ofrecido un pito, la voy a llevar a la Pradera! Na,
que le ha pasao lo que todas... me ven y se alela.
EULOGIO.- ¿Y cu antas
novias tiés ahora?
SECUNDINO.- ¡Pocas!...
Tengo la Consuelo y la Socorro; fijas; la Justa de suplenta, y ésta de
meritoria.
EULOGIO.- ¡Anda, Dios; qué Secundino éste! Pus ten cuidiao
con la Cirila, porque ésta tié mucho coquetismo con el seso feo, y no lo digo
por tí, y si se entera el asistente del siete, te va a llenar los bolsillos de
golpes.
SECUNDINO.- Pero, ¿dónde se
va a poner el asistente conmigo?...
EULOGIO.- ¡La verdad es que
tú tiés suerte! (Se levanta) ¿Y cómo te diriges a ellas?... ¿Oral ú por escrito?
SECUNDINO.- ¡Pues miste! en
lo primero que conocen que las amo, es en el peso, porque se lo empiezo a
correr; y cuando las tengo atortolás las dirijo una carta con letra gótica, con
unos perfiles, que me salen unas mayúsculas, que le digo a usté que hacen
cosquillas.
EULOGIO.- ¡Lo creo!
SECUNDINO.- El otro día le
escribí a la Justa, y pa ponerla inolvidable la hice una hache super...
EULOGIO.- ¿Y dónde le
pusiste la hache?
SECUNDINO.- ¡Detrás del ¡no!...
Y al final la decía: «No te olvido, ni te olvidaré, y una acción como esa, no
esperes que yo la cometa...» ¡Tenía usté que haber visto el rabo que puse en la
cometa!
EULOGIO.- ¿Pa que no
voltease?...
SECUNDINO.- ¡Quiá, hombre;
pa acabar la carilla!... ¡Un rabo gótico! ¡Y es que aquí, señor Eulogio, hay
vista y entrevista, ú sea extinto y celebro!
EULOGIO.- ¡Celebro! ¡Celebro
verte güeno, anda! (Dándole un cogotazo) ¡Déjame trabajar!... ¡Y ya lo sabes!...
¡Ojo con el asistentito ese!...
SECUNDINO.- ¿A mí ese?...
¡Lentejas!... (vase a la tienda)
EULOGIO.- ¡Sí que
descendemos del mono, si! ¡No hay m as que ver a Secundino! (Se sienta y sigue
trabajando)
ESCENA III
Eulogio, una Vecina, luego
Pérez.
EULOGIO.- (Cantando) «Con
una falda de percal plancha...»
VECINA.- (Del foro con una
cesta llena de verdura) ¡Adiós, señó Ulogio!
EULOGIO.- ¡Hola! ¿De dónde
vienes sin verduras?
VECINA.- ¿No lo ve usté?...
¡De la compra!... (Entra en la casa primera derecha)
EULOGIO.- Y luego se quejan
del flato! (Mira a la escalera agachándose) |A listas!... «Y unos zapatos bajos
de charol... Con el mantón de... (Esto último cantando)
PEREZ.- (Del portal de la
casa número siete) ¡Güenos días!
EULOGIO.- ¡Hola, Pérez!
¿Qué hay?...
PEREZ.- Oiga osté, señó Ulogio:
¿ha visto osté si ha bajao por casualidad la Sirila?
EULOGIO.- ¿Que si ha
bajao?... ¡Ha bajao!... ¡Y pa que lo sepas, ha estao hablando con Secundino media
hora!
PEREZ.- ¿Con er
Secundino?... ¿Ella con ese garabato urtramarino?... ¡N a, que ese chico se ha propuesto
quitarme a mí de fumar! Pero, mardita sea mi suerte, si no ve osté con dentadura
postiza a esa garrapata colonial er día que a mí me se acabe el ochavo de pasiensia
que me caracteriza!
EULOGIO.- ¡Y te advierto
que esta tarde van a la Pradera!
PEREZ.- ¿A la Pradera?..,
¿Ellos a la Pradera?... ¡Mardita sea mi suerte!... ¡Pues allí es la
ocurrensia!...
EULOGIO.- ¡No te acalores,
Pérez!...
PEREZ.- ¿Que no ma
calore?... ¡Si ve usté ar Secundino ese, hágame el orsequio de decirle que como
yo le vea en la Pradera esta tarde, si calentura trujiere, gorver a con
calentura, como dice el rétulo que hay encima der chorro! (Vase hacia la casa)
EULOGIO.- ¡Adiós,
Polavieja!
PEREZ.- (Desde la puerta)
¡Por estas, que son cruses!... (Entra)
EULOGIO.- ¡Qué exageraos
son los de a caballo!
ESCENA IV
Eulogio, el Señor Matías, Juan
el Migas, Paco el Curial, Epifanio y el Rosca. Se oye en la taberna un gran
estrépito de banquetazos, palos, voces y gritos de pelea.
EULOGIO.- (Levantándose
asustado) ¡Anda, Dios!... ¡Ya se ha armao aquí dentro! ¡Bronca en el ocho!
(Música, pero hablado)
MATIAS
(Dentro)
¡Toma,
granuja!
¡Toma,
ladrón!
EPIFANIO
(Idem)
¡Déjame,
Rosca!
EL
ROSCA
(Idem)
No
quiero yo
MATIAS
Sal
aquí cobarde,
sal
aquí y ver as
como
te acogoto
y
no chillas m as
(Cantado)
EULOGIO
(Sentado
en una silla)
Se
armó la bronca,
¡vaya
por Dios!
Pero
no hay miedo
con
estos dos.
EPIFANIO
(Saliendo
y con mucha calma)
Ya
estoy en la calle,
¿qué
quiere usté?
MATIAS
Darle
un par de tortas.
EPIFANIO
Gracias.
MATIAS
¡No
hay de qué!
EPIFANIO
Es
usté un anciano,
respeto
las canas,
y
aunque me provoque
yo
no tengo ganas,
porque
ya usté sabe
que
si le hago así,
(Además
de pegar)
da
usté con sus huesos
en
Valladolid.
(Hablado)
MATIAS
Dejaime
en seguida,
le
como el redaño.
EULOGIO
(Al
señor Matías)
No
coma usté cerdo,
que
le va a hacer daño.
EPIFANIO
¡Basta
de bromas,
soltarle
ya!
EL
ROSCA
Déjale
chico.
EPIFANIO
¡Maldita
si a!
(Cantado)
MATIAS
A
mí los hombres guapos
de
tu fachenda,
me
sirven de entremeses
para
la merienda,
porque
en cuanto yo quiero
largar
sopapos,
se
acaban en seguida,
los
hombres guapos...
EPIFANIO
¡Que
no es verdad!
PACO
y JUAN
¡Calma,
señor Matías!
SEÑOR
MATIAS
¡Maldita
si a!
EPIFANIO
Yo,
cuando quiero sangre,
me
comprometo,
con
hombres que merezcan
algún
respeto;
y
no con un pelele
“sesagenario”,
que
es la última palabra
del
“Dicionario”
MATIAS
¡Que
me lo como,
dejaime
ya!...
EPIFANIO
¡Suéltame
Rosca!
¡Maldita
si a!
EULOGIO
(Riéndose)
¡La
sangre al río
no
llegar a!
MATIAS
¡Ah!
EPIFANIO
¡Ah!
LOS
DOS
¡Ah!
EULOGIO
¡Ja,
ja, ja, ja!
(Quedan,
Matías en una actitud furiosa, sujeto por Juan y Paco y Epifanio, en actitud
semejante sujeto por Rosca)
(Hablado)
EULOGIO.- (Adelanta mirando
al señor Matías y señalándole con el dedo. Llega cerca de él y le echa una bendición)
¡Dominus vobiscum!
MATIAS.- (Con coraje) ¿Y
qué es eso?
ROSCA.- ¡Que está usté indultao!
(con desprecio)
MATIAS.- ¡Randa! ¡Golfo!
¡So gallina!
EPIFANIO.- Y que no se le olvide
a usté el encarguito; ¡su hija de usted es para un servidor!
MATIAS.- ¿Mi hija pa ti? ..
¡Antes la quieo ver muerta! ¡Cien veces muerta!
EPIFANIO.- Mire usté,
pollo, tómese usté una taza de tila pa que se le pase el susto, porque es usté
una miaja aprensivo, y cuando se haiga usté tranquilizao hablaremos, (volviéndole
la espalda)
MATIAS.- ¡Soltarme!
¡Soltarme! ¡Expósito!...
EPIFANIO.- ¡Chist! Y si me
ve usted en la calle no tenga usted miedo, que yo no tiro a los gorriones...
MATIAS.- ¡Gorrión a mí!
EPIFANIO.- ¡Lo dicho!
(Empieza a marcharse)
EULOGIO.- ¡Adiós, cóndor!
EPIFANIO.- ¡Vamos, Rosca!
(Vanse mirando y riéndose por el foro)
MATIAS.- ¡Maldita sea mi
estampa!... ¡No te vayas... so gallina! ¡Ven aquí!...
PACO.- (Conteniéndole)
Pero, ¿quiés callar, señor?... ¡Mi a que pué volver!
JUAN.- ¡Gachó! ¡Tiés un
timbre la mar de escandaloso!
MATIAS.- ¡Déjame, que lo
quió matar!... ¡Ven aquí! ¡Vuelve!... ¡Timador! |Golfo! ¡Granuja! (Grita, yendo
hacia el sitio por donde Epifanio ha desaparecido, y a cada insulto levanta m as
la voz)
ESCENA V
Matías, Eulogio, Juan, Paco,
la Señá Ignacia e Isidra.
Estas últimas de la tienda
de sillas
ISIDRA.- (Sale corriendo)
Pero, padre, ¿qué es esto?... ¿Qué le pasa a mi padre?
IGNACIA.- (Saliendo)
Matías, pero ¿qué ha sido?
MATIAS.- Nada, señor; no
sus apuréis. ¡Total, dos bofetás! Que me... digo, que le... (a Juan) ¡Dame el
sombrero! (Juan lo coge del suelo y se lo da. Matías lo limpia con la manga, se
lo pone y se arregla la corbata)
IGNACIA.- Nosotras oíamos
voces, pero como siempre están con broncas en la taberna, no hacíamos caso...
¿Y qué ha pasao?
ISIDRA.- ¿Con quién ha
sido? (con ansiedad)
IGNACIA.- (Al ver que
Matías no habla y mueve la cabeza como dudando si decirlo) No nos tengas así,
hombre. Habla. ¿Con quién ha sido?
MATIAS.- ¿Con quién quiés
que sea? ¡Con… ese!
PACO.- ¡Con Epifanio!
ISIDRA.- ¿Con Epifanio?
IGNACIA.- ¿Con ese
ladrón?... ¿Y no le has matao?... (con furia)
MATIAS.- No me han dejao
estos.
JUAN.- ¡Toma, ni él!
EULOGIO.- Pero, vamos a
ver; la cuestión ¿por qué ha sido?
MATIAS.- Pus ver a usté por
qué, señó Ulogio. Ya sabe usté que Epifanio y ésta (Por Isidra) tenían relaciones
cordiales dende hace año y medio.
IGNACIA.- ¡Así nos
hubiéramos muerto tóos el día que puso los pies en mi casa!
ISIDRA.- (Llorando) ¡Ojal a!
MATIAS.- Bueno; pues hace
quince días, cuando ésta había ya empezao a hacerse el trunsó, averigüemos que Epifanio
vivía maritalmente con Esperanza, la fiadora, y que la Esperanza lo mantiene...
¿Qué iba a hacer la chica? ¡Lo que hacen las mujeres honras! Ella se destrozó
el alma, y a él lo mandó... bastante lejos.
EULOGIO.- Ya me figuro
dónde.
MATIAS.- Bien; pues dende
ese disgusto mi casa es un panteón de familia. Pero hoy es San Isidro, el santo
de ésta, y esta mañana les he dicho pa animarlas: «¡Vaya, arreglar la merienda,
que esta tarde vamos a ir a la Pradera!» Salgo a invitar a estos amigos, me los
encuentro en la taberna, nos sentamos, y me veo en la mesa del rincón a
Epifanio con el Rosca. Yo, como es natural, no le hice caso, y me dirijo a
estos, les hago la invitación, lo oye él y viene y me dice: «Señor Matías, cuente
usté con un anfitrión m as pa ir con ustés donde sea.» Epifanio, retírate,
porque tú pa nosotros has caído en el panteón del olvido involuntario... ¡Me
parece que la frase era elegante! Pues bueno; me se queda mirando de hito en
hito y me da un papirotazo en la nariz que me hizo estornudar, y además me
agarra de la solapa y me dice: «Si va la Isidra esta tarde a la Pradera, al primero
que baile con ella dígale usté que le hago un chirlo.» Me cegué, le di así en
la cara, nos liamos a golpes, salimos a la calle, y aquí fuera ya ha visto usté
lo que ha sucedido… ¡Que me se ha achicao!
EULOGIO.- No, ei yo lo he
visto. Bueno; ¿y qué van ustés a hacer?
IGNACIA.- ¿Qué quiere usté
que hagamos? ¡Ir esta tarde a la Pradera! (con resolución)
ISIDRA.- Sí, señor; y
bailar yo con quien se me antoje. ¡Pus no faltaba m as!
MATIAS.- Poco a poco, poco
a poco. Esta tarde no salimos de casa.
PACO.- Es lo cuerdo.
IGNACIA.- ¿Que no salimos? .. ¿Pero le tiés miedo?...
MATIAS.- Mujer, es que...
IGNACIA.- ¡Cobarde!
¡Gallina! |Ma... Matías, no me hagas desbarrar! ¿Pero es que tú gozas en que ese
zángano martirice a tu hija? ¡No! ¡Esto se ha acabao, hija mía, que todavía
tiene tu madre uñas pa sacarle los ojos al que quiera verte sufrir! ¡Iremos a
la Pradera aunque sea solas!
ISIDRA.- ¡Sí, señora, si!
IGNACIA.- Y bailar a con
quien le dé gana; y tú, si tienes miedo, te quedas en casa; te quitas el bigote,
te pones unas enaguas, y para cuando volvamos a ver si me lo tienes todo
fregadito. ¡Vamos, hija! (Vase a la casa)
EULOGIO.- (Yendo detrás de
ella) ¡Ole! usté es una persona mayor.
MATIAS.- Pero, ¿estáis
viendo?... ¡Mi a que es pusilánime el seso débil!...
PACO.- ¡Va en caracteres!
JUAN.- Déjalas que vayan
solas si quieren, señor; nosotros podemos quedarnos jugando tranquilamente al
mus.
MATIAS.- ¡Quita, hombre!
EULOGIO.- Pues m as valía
que se metieran ustés de doncellas... (Se sienta a trabajar)
MATIAS.- ¡Natural,
señor!... ¡Hay que ir y que sea lo que Dios quiera!... Conque hasta luego. Que no
tardéis. (Vanse Paco y Juan por el foro, y el señor Matías a su casa)
ESCENA VI
Señor Eulogio.
EULOGIO.- (Se levanta) ¡La
Isidra pelea con Epifanio!..» ¡Ha llegao la mía! ¡Ha llegao el momento de sacar
mi gallo! ¡Y poco que se va a alegrar el pobre Venancio en cuanto sepa que la Isidra
está libre! ¡Ese chico sí que la quiere! ¡Porque eso es tener cariño, lo que
hace él! Querer a una mujer con fatigas, verla con otro, como él la ve con
Epifanio, tener el gusano dentro y contentarse con venir aquí, doblar el morro
y mirar a su puerta... ¡Y es que ese chico es m as tímido que un pájaro-mosca!...
Lo que tiene es que yo le quiero m as que a un hijo, y voy a hacer locuras pa que
esa chica le aprecie...
ESCENA VII
Señor Eulogio y la Señá
Ignacia. La seña Ignacia sale de su casa y empieza a descolgar algunas sillas
de las que habla coma muestra en la puerta
EULOGIO.- ¡La seña Ignacia!
¡Yo le hablo en favor de Venancio! ¡Esta es la ocasión! (se acerca a ella) ¡Que
sea enhorabuena!
IGNACIA.- ¿Está usted de
chunga?
EULOGIO.- Lo que estoy es
que he visto que es usté una de las madres m as maternales que hay, que no
consiente usté que le tomen la cabellera a su señora hija...
IGNACIA.- ¡Y dígalo usté!
Epifanio tié narices porque yo no tengo pelos en la cara, que si no... ¡qué se
había de reír ese ganso de nosotros!
EULOGIO.- ¡Ahí voy! Seña
Ignacia, yo les aprecio a ustés y quiero que sepa usté una cosa que se me está pudriendo
aquí dentro.
IGNACIA.- ¿Qué cosa es esa?
EULOGIO.- Que eso de que no
hay ningún hombre que se arrime a la Isidra por miedo de Epifanio eso es un cuento
de las mil... y pico de noches.
IGNACIA.- ¿Que no es
verdad? (Con extrañeza)
EULOGIO.- Yo conozco a uno
que la quiere a cegar, y que no le tiene miedo a nadie... m as que a, ella.
IGNACIA.- ¿Y quién es ese?
EULOGIO.- ¡Venancio!
IGNACIA.-. ¿Qué Venancio?
¿El panadero?
EULOGIO.- ¡El mismo!
IGNACIA.- Pues no me he
fijao en lo m as mínimo. ¿Y la Isidra lo sabe?
EULOGIO.- De seguro que lo
ha notao; pero aloca con el otro... no ha estao pa m as reparos. Y diga usté
que Venancio, en cuanto al físico, no le diré yo a usté que sea un Adonis, ni
un Romeo y Julieta; pero en lo tocante a hombría de bien, ríase usté de Guzmán
el Bueno y de San Homobono, Señá Inacia...
IGNACIA.- ¡Honrao creo que es!
EULOGIO.- ¡Que si lo es! El
año pasao, cuando tuve la pulmonía y me encontré sin amparo y m as solo que un
sombrero hongo, él fue la única persona que se me arrimó al lecho del dolor de
costao y me dijo: «¡No se apure usté, abuelo, que aquí estoy yo!...» Y esas
palabras las tengo grabas en bronce aquí dentro, y como sé que revienta por la
chica, poco he de poder ú los vinculo, si usté me lo consiente...
IGNACIA.- ¿Que si yo lo
consiento?... ¡Sí, señor! ¡Ojal a tenga usté poder pa eso!
EULOGIO.- ¡Yo lo arreglo
todo! ¿Y sabe usté cómo?
IGNACIA.- ¡Chist! ¡Chist!
¡Calle usté; que sale la Isidra!
ESCENA VIII
Dichos, Isidra de la casa.
Luego Baltasara en el balcón. Sale con un lebrillo de ropa recién lavada, que
tiende en las cuerdas que habrá colocadas en el balcón. Al sacudir y al
escurrir la ropa debe oír el público el ruido del agua que cae a la escena.
ISIDRA.- ¡Pero madre, no se
duerma usté, que son las once!
IGNACIA.- Pues anda, anda,
ayúdame a entrar too esto. (Descuelga sillas, que va entrando Isidra)
BALTASARA.- (Sale al
balcón, coge del lebrillo una de las prendas de ropa y la sacude antes de
tenderla. Cantando)
«Las mujeres incorrutas
que se estiman por
honras...»
(Sacude y moja al señor
Eulogio, que se levanta sorprendido)
EULOGIO.- ¡Eh!... ¡Eh!...
¡Chist!... ¡Oye, tú, incorruta!...
BALTASARA.- ¿Qué pasa,
maestro?
EULOGIO.- N a; que ú
sacudes pa otro lao, ú me compras un impremeable; ¡tú ver as!...
BALTASAR.- ¡Estaría usté mu feo con el hule! (vuelve a escurrir
y prende la ropa en la cuerda con un alfiler)
EULOGIO.- (Apartándose como
si se sintiera mojado) ¡Oye, tú: haz el favor, que me estás mojando el chagrén...
BALTASARA.- ¡Ande usted, y
que le den dos duros, hombre!... (sigue sacudiendo y tendiendo)
EULOGIO.- ¡N a, esperaremos
que pase la nube! (Se aparta)
BALTASARA.- ¿Y qué le paece
a usté mi balcón, seña Ignacia?
IGNACIA.- ¡Eso estaba
mirando, chica!... ¡Ni el botánico!... ¡Vaya una de flores!
EULOGIO.- Miste la
enredadora, digo, la enredadera... Cudiao que trepa, ¿eh?...
BALTASAR.- Y misté que dos
tiestos de claveles. Oye, Isidra, ¿A que no sabes quién me los ha regalado?
ISIDRA.- ¡Qué sé yo!...
¡Tiés tanto conocimiento!...
BALTASAR. Pus, Epifanio.
ISIDRA.- Epifa...
(Movimiento de contrariedad) ¡Caramba, qué suerte!... (Con fingida sorna)
BALTASAR.- Supongo que no
te enfadar as, porque yo sentiría...
ISIDRA.- ¿Yo?... ¡Como si
te quiere regalar la quinta del Atanor!...
BALTASAR.- Chica, yo no
quería admitirlos; pero como me han dicho que habíais roto...
IGNACIA. ¡Claro, has cogido
tú los tiestos!
BALTASARA.- ¡No, y luego,
créame usté, que lo sentí... porque tuve que oír lo que quiso hablar!... ¡y
anda diciendo unas cosas de tí, que chica!...
ISIDRA.- ¿De mí? ¿Qué dice
de mí? (Con energía)
IGNACIA.- ¿Qué es lo que
tié que decir de mi hija?...
BALTASARA.- ¡Pero no se
sofoquen ustés, caramba! ¡Si yo lo sé! ¡Vaya, hasta otro rato! (Entra y cierra
el balcón)
EULOGIO.- ¡Adiós,
cinematógrafo!
IGNACIA.- ¿Pero está usté
oyendo? ¡Le digo a usté, señó Eulogio, que debía venir la viruela!...
EULOGIO.- Pero, ¿qué
adelantábamos, si esa está revacuna?
IGNACIA.- (A la Isidra que
llora en silencio y se limpia las lágrimas) ¡Oye... tú! Pero, ¿qué haces? ¡Pus
no está llorando!. . ¡Pero Isidra!...
ISIDRA.- ¡Déjeme usté,
madre, déjeme usté!...
IGNACIA.- Pero, ¿ve
usté?...
EULOGIO.- Pero, ¿qué quié
usted que haga la infeliz?... ¡Vamos, que si fuera hija mía!... ¡N a, que le digo
a usté, seña Ignacia, que su marido de usté es de clases pasivas! ¡Si ésta me
tocara lo m as mínimo... tiros habla aquí!...
IGNACIA.- ¡y tú ten
formalidad algún día, y olvida ya de una vez a esa mala peste de hombre!... ¡Olvídalo!...
ISIDRA.- ¡No quiero!... ¡No
quiero olvidarlo... pa no dejar de aborrecerlo!... ¡Si yo no lloro por él!...
¿A. mí qué? Si es la hiel y la rabia, que me ahogan de pensar que no tengo
quién me defienda...
EULOGIO.- ¡Pero ven acá, so
lila! Si tú has despreciao tóos los que te se han arrimao… ¿quién va a defenderte? ¿U es que quieres que
te defiendan por teléfono?...
ISIDRA.- Los he despreciao,
porque yo he querido a ese hombre a cegar y no podía querer a otro, pero hoy...
EULOGIO.- Hoy, ¿qué?
ISIDRA.- Créame usté, señó Ulogio,
que hoy le haría caso al que se me acercara, a cualquiera que pase, al primero
que llegue... (Con energía)
ESCENA IX
Dichos y Venancio por el
foro. Sale con la cesta del pan a la cabeza.
VENANCIO.- ¡Buenos días!
(Les ve y se queda parado)
IGNACIA.- (¡El!) ¡Buenos días,
Venancio!
EULOGIO.- (¡Anda, Dios, qué
oportunidad!) (A Isidra) ¿Conque el primero que llegue?
ISIDRA.- ¡Qué sé yo! ¡Pué
que sí!... (Entra en su casa)
IGNACIA.- (Siguiéndola) ¡Lástima
de hija!
EULOGIO.- (¡Cosa hecha!)
(Se sienta a trabajar)
VENANCIO.- ¡Ni me ha mirao!
(Deja la canasta en el suelo y queda mirando a la puerta de Isidra)
ESCENA X
DICHOS y VENANCIO
EULOGIO.- (Después de una
pausa) ¿Qué?... ¿Se sabe se han nivelao ya los presupuestos?
VENANCIO.- ¡Qué sé yo!...
¡Señó Ulogio, yo no sé qué tié esa mujer para mí! ¿Usté ve que la he visto?... ¡Miste
cómo me he quedao!
EULOGIO.- (Le toca la mano)
¡Frapé!
VENANCIO.- ¡Un mármol!
EULOGIO.- ¡Anda, siéntate,
marmolillo!...
VENANCIO.- (Dándole un pan)
Tome usté lo suyo, que me falta repartir en dos ó tres casas todavía.
EULOGIO.- No tengas prisa,
hombre, que tenemos que hablar tendidamente.
VENANCIO.- Nosotros... ¿De
qué?...
EULOGIO.- ¡Pus... de ella!
VENANCIO.- (Con rapidez)
¿De ella?... ¿Qué?... ¡Ande usté!...
EULOGIO.- ¡Venancio, vamos
claros! ¿Tú deseas reírte de las aves que topan?
VENANCIO.- ¿Yo?... Bueno,
explíquese usté mejor, porque...
EULOGIO.- ¿Tú quieres a la
Isidra?...
VENANCIO.- ¿Quererla? ¡Es
poco! M as que eso, señó Ulogio, ya lo sabe usté...
EULOGIO.- Entonces, claro,
con ese genio que tienes estás aguardando a que la chica un día se enfade, te
saque de tu casa y te deposite judicialmente... ¿verdad?
VENANCIO.- Yo callo...
porque... porque sé lo que es el mundo.
EULOGIO.- ¿Tú?... ¿Tú qué
vas a saber? ¡Tú eres un mixto de pardillo y jilguero! ¡El mundo!... ¿Quieres
saber lo que es el mundo?... ¡Pues oye, y s acate una copia. El mundo,
Venancio, en lo referente al amor, es talmente una zapatería: la juventuz es el
escaparate, las mujeres son el calzao y el hombre el parroquiano. Las mujeres,
como el calzao, ca una tié una piel distinta... las tiés dende becerro (que
Dios nos libre) hasta el charol m as fino y reluciente. Ahora, que la mujer es
un calzao que tié el defezto de que no lo hacen a la medida. ¿Qué tié que hacer
el hombre?... Pues mirar por el escaparate y escoger a ojo, y decir aquel
calzao es el mío, y entrar y disputárselo al sursum curda... ¿Me entiendes?...
Bueno, tú has encontrao lo que te gusta, pues entra a cogerlo, cuéstete lo que te
cueste, y cásate pronto, porque mira, chico, el hombre que no se casa, u sea el
que no va calzao como Dios manda, tié que andar con clanclas toa su vida... y
pa eso m as vale que te coja un Carriquiri... crémelo.
VENANCIO.- ¡Pero es que ese
calzao que usté me aconseja es de una piel mu fina para mi!
EULOGIO.- ¡Quita, primo! ¡La
Isidra te está que ni pinta! ¿Y sabes por qué?
VENANCIO.- ¿Por qué?
EULOGIO.- ¡Porque te la he
puesto yo en la horma!
VENANCIO.. Pero, ¿qué está
usté diciendo?
EULOGIO.- Que la he hablao
de ti y que te espera. ¿Lo quiés m as claro? ¡Y que es preciso que la hables en
seguida!
VENANCIO.- ¿Yo?... Pero...
¡usté me está volviendo tarumba, señó Ulogio! ¿Ella a mí?...
EULOGIO.- ¡Si, señor!...
¡Lo de Epifanio se ha acabao, y vas a hablarla, pero, cómo, ahora mismo! ¡Voy a
llamarla!
VENANCIO.- ¡No! ¡Eh! ¡Estése
usté quieto!... ¡Ahora no! ¿Qué voy decirla yo ahora? (Deteniéndole)
EULOGIO.- ¿Que qué vas a
decirla?... Pues te arrimas a ella y la viertes estas frases en la oreja
izquierda: «Isidra, aquí dentro tengo un corazón pa usté, y allá arriba un
cuartito y un pedazo de pan pa los dos: ¿usté gusta?»
VENANCIO.- ¿Y si me dice
que no tié gana?
EULOGIO.- ¡La das un vermú;
mi a tú éste! Además, ¡hoy la pues caer en gracia!
VENANCIO.- ¿Cómo?...
EULOGIO.- Regalándole, como
obsequio, por su santo, dos tiestos de claveles iguales que aquellos.
VENANCIO.- ¿Pa qué?
EULOGIO.- Tú obedece y
calla, que yo me entiendo, y aguarda, que voy a llamarla.
VENANCIO.- ¡No!
(Deteniéndole) ¡Por Dios! .. ¡Hoy no! ¡No la llame usté, que no tendría
valor!... ¡Otro día!...
EULOGIO.- ¡Qué otro día!...
¡Ahora mismo!... (Llamando) ¡Isidra!...
VENANCIO.- ¡No! ¡Por Dios!
¡Que si me la veo delante me muero! ¡No!...
EULOGIO.- ¡Tú te callas!...
¡Isidra!... (Volviendo a llamar) Ven. ¡No!
ESCENA XI
Dichos, Isidra de la casa.
ISIDRA.- (Saliendo) ¿Qué
quié usté?
VENANCIO.- (Azoradísimo)
(¡Ella! ¡Me ha perdido!) (Empieza muy nervioso a hacerse nudos en loe picos de
la blusa y a retorcerlos)
EULOGIO.- . (A Isidra)
¡Ven! Haz el favor... coge de aquí. (Da un pico de la blusa de Venancio)
ISIDRA.- ¿Yo? (Con
extrañeza)
VENANCIO.- Pero, hombre...
que...
EULOGIO.- ¡Coge, mujer...
coge de aquí... (Isidra lo coge) y no le sueltes hasta que éste te diga una cosa
que quié decirte!...
ISIDRA.- ¿A mí?
VENANCIO.- ¡No!... Pero si
yo... no la...
EULOGIO.- ¡Revienta de una
vez, hombre! Conque arreglarsus. (Yéndose) ¡La primera vez de mi vida que he
hecho de cimbel! (Entra en la casa)
ESCENA XII
Venancio e Isidra.
ISIDRA.- (Después de una
pausa, durante la cual Venancio la mira a hurtadillas, sin atreverse a
hablarla) ¡Pues tú dirás! (Soltándole la blusa)
VENANCIO.- (Muy azorado,
soplando por el sofoco y limpiándose el sudor) No... si yo... es que la...
(Música)
ISIDRA
Anda, y desembucha
lo que has de decir.
VENANCIO
Dispénsame, Isidra;
tengo
un nudo aquí.
ISIDRA
Desátalo
y habla.
VENANCIO
Si
no puede ser.
ISIDRA
¿Por
qué?
VENANCIO
Porque...
¡Vamos,
no
digo el por qué!
ISIDRA
Cuando
un hombre no es hombre de veras,
y
hablar con mujeres
le
da desazón,
pues...
se debe dir a las afueras
y
andar con los chicos
jugando
al peón.
(Va
a marcharse)
VENANCIO
Oye,
espera un momento si quieres,
que
voy a decirte...
¡que
tienes razón!
Aunque
yo, pa las otras mujeres,
no
soy tan cobarde
ni
soy tan melón.
ISIDRA
Pues
vete con ellas.
VENANCIO
Si
no quiero dir.
ISIDRA
Pues
habla en seguida.
VENANCIO
¡Lo
voy a decir!
Isidra,
yo siento
fatigas...
ISIDRA
¿Por
qué?
VENANCIO
(Acobardándose)
Por...
nada. ¡Recontra!
¡Ya
me atraganté!
VOZ
(Dentro)
¡Buenos
tiestos de claveles dobles!
VENANCIO
¿Te
gustan los claveles?
ISIDRA
¡Pues
ya lo creo!
VENANCIO
Si
yo te los regalo,
¿me
harás un feo?
ISIDRA
No
tengo esa costumbre.
VENANCIO
¡Bendita
seas!
Voy
a escape por ellos
para
que veas.
ISIDRA
(Deteniéndole)
Espera
un poco.
¿Qué
voy a ver?
VENANCIO
Pues
que yo... ¡Vaya,
que
no pué ser!
ISIDRA
Maldigo
y reniego
de
tu cortedad.
¡Un
hombre que calla
no
sirve pa na!
VENANCIO
Las
palabras que aquí se me anudan.
Maldigo
y reniego
de
mi cortedad.
¡Que
no sepa decir lo que siente,
un
hombre que sabe
querer
de verdad!
(Isidra
va a marcharse)
Espérate
un poco.
ISIDRA
Ya
no hay ocasión.
VENANCIO
En
cuatro palabras
está
la cuestión.
ISIDRA
Pues
dilas.
VENANCIO
Que
tengo
deseos...
ISIDRA
¿De
qué?
VENANCIO
¡De...
nada! ¡Recontra!
¡Ya
me atraganté!
VOZ
(Dentro)
¡Buenos
tiestos de claveles dobles!
ISIDRA
(Riéndose)
El
de los claveles
se
va por allí.
VENANCIO
(Decidido)
¡Pues
voy a traerlos,
pa
que hablen por mí!
(Vase
Venancio corriendo por el foro y la Isidra se mete en su casa)
ESCENA XIII
Eulogio, Epifanio y el Rosca.
(Hablado)
EULOGIO.- (De la casa) ¿Qué
habrá pasao? ¡Se han ido! ¡No se ve a naide! Digo, ¡contra!... ¡Epifanio viene!...
(Se sienta a trabajar)
EPIFANIO.- (Por el foro) A
éstos... (Señalando la casa del sillero) les estropeo yo la merienda esta
tarde.
ROSCA.- No te ofusques,
Epifanio, no te ofusques, y deja ya a la Isidra, porque de esa no has sacao ni
sacar as... ¡pero que ni agua!
EPIFANIO.- Ya sé que no he
sacao na; pues ese es mí coraje... ¡Pero yo te juro que no me voy de rositas!
ROSCA.- ¡Epifanio!
EPIFANIO.- ¡Rosca... al
Retiro! (Vase Rosca a la taberna. A Eulogio) Oiga usted, maestro: ¿sabe usted, por
una casualidaz, si ha salido la Isidra?
EULOGIO.- ¿La Isidra?... No
sé... digo, sí, hombre; ahora que me acuerdo... hace un rato que la he visto
ahí en la puerta hablando con su novio. (Epifanio hace un aspaviento de
asombro, que asusta a Eulogio)
EPIFANIO.- ¿Con su qué?...
EULOGIO.- ¡Con su novio!
¡Con ese chico que la habla ahora!
EPIFANIO.- Pero, ¿cualo?
EULOGIO.- ¡Ese chico...
Venancio! ¡El panadero ese!... ¡Na!...
EPIFANIO.- ¿Conque ese?...
EULOGIO.- ¡Creo que sí! Y
no tardar a... porque me parece que ha dicho que se iba a comprarla dos tiestos
de claveles. ¡Na, tonterías! ¡Na! (¡Toma soga!) (Entra en la casa)
ESCENA XIV
Epifanio y Venancio.
EPIFANIO.- ¡Anda, Dios!
¿Conque Venancio se ha atrevido? ¡Pues na, que lo perniquiebro un brazo en
cuanto le vea! ¡Digo, ni pintao! ¡Por allí viene! ¡Y con los claveles! ¡Se la
gana! (se oculta en la esquina de la tienda)
VENANCIO.- (Sale muy
risueño cargado con un tiesto de claveles) ¡No los llevaba mejores! ¡Cuando los
vea! (Se acerca a la casa a llamar) Isi... (Se detiene al ver a Epifanio, que
adelanta sonriendo con sorna) ¡Anda, el otro! (Tratando de ocultar el tiesto) ¿Qué
hago yo con esto ahora?
EPIFANIO.- ¡Chist! ¡Pollo!
VENANCIO.- ¿Qué?
EPIFANIO.- ¡Que se ve un
capullo!
VENANCIO.- No importa.
EPIFANIO.- ¿Y dónde va
usted con tanto reventón?
VENANCIO.- Donde me parece.
EPIFANIO.- ¡Chist! (Le
detiene poniéndole la contera del bastón; en la cara) Caramba, joven, ¿sabe
usté que me han engañao?
VENANCIO.- ¡No sé nada!
EPIFANIO.- Pues me han
enganao, porque me habían dicho que era usté un cachorro de lanas, y veo que
no, que usté es ratonero.
VENANCIO.- Yo... soy un
hombre que no quié meterse con nadie... eso es lo que soy.
EPIFANIO.- ¡Un hombre! ¿Y a
usted le hacen mucha falta las muelas, joven?
VENANCIO.- ¡Regular!
EPIFANIO.- ¿Y qué haría
usté si yo le extrajera unas varias? ¿Llorar? (Con guasa)
VENANCIO.- Miste, déjeme
usté en paz, señor Epifanio, que yo no me he metió con usté para nada.
EPIFANIO.- ¿Que no se ha
metió usté conmigo? ¡So tórtola! ¿Y se dirige usté a la Isidra sabiendo que es
cosa mía?
VENANCIO.- ¡Yo no sabía
eso!
EPIFANIO.- ¡Pues sépalo
usté! Esa joven está prohibida... (Aparecen en las puertas respectivas Eulogio
e Isidra, y quedan ocultos oyendo el resto de la escena)
VENANCIO.- Eso lo veremos.
EPIFANIO.- ¡Ya está visto! Por
lo tanto se lleva esté ese tiesto a su casa y se lo regala usté a la portera Ven.
¡Usté me dispense, pero este tiesto es pa la Isidra! (Con energía)
EPIFANIO.- ¡Quiá!
VENANCIO.- ¡Es para ella!
EPIFANIO.- ¿Para ella?
¡Tire usté eso! ¡So primo! (se lo tira de dos manotazos)
VENANCIO.- (Furioso) ¡¡A
mí!! (Va a abalanzarse ó Epifanio)
ESCENA XV
Dichos, Isidra y Eulogio.
ISIDRA.- (Salen y detienen a
Venancio,) ¡Venancio! ¡No!
EPIFANIO.- (A Isidra, señalándole
los claveles que están en el suelo) ¿Los ves? (Riendo) ¡Porque eran pa ti! (a
Venancio) ¡So párvulo! (Entra riendo en la taberna)
ISIDRA.- ¡Ladrón! (Con
furia entra en su casa)
VENANCIO.- (Casi llorando
de coraje se abalanza a la mesa del zapatero y coge la cuchilla) ¡Le parto el
alma!
EULOGIO.- ¡Venancio! (Sujetándole)
VENANCIO.- Le parto el corazón,
suélteme usté. (Forcejea)
EULOGIO.- ¡Quieto!
VENANCIO.- Suélteme usté,
suélteme usté, señó Eulogio, ú no respondo!
EULALIO.- ¡Chist! Que viene
gente. ¿No oyes? ¡Quieto ahora! ¡Ya le buscaremos!
VENANCIO.- ¡Sí, pa matarlo!
¿eh?
EULOGIO.- ¡Pa lo que
quieras! (Le entra en la casa a empujones, después que luchan y forcejean)
ESCENA XVI
Juan el Migas; Paco el
Curial; la Señora Justa, Coro General de Convidados. Después Matías, Ignacia e
Isidra. Luego Epifanio y el Rosca. Al fin Eulogio y Venancio.
(Música)
CORO
(Dentro)
Alegre
es la mañana
y
hermoso el día;
hoy
va a ser cosa buena
la
romería.
Alegre
es la mañana
¡Vamos
allá!
¡Vamos
ya!
Y
el que no se divierta
tonto
ser a.
(Salen a escena formados
marchando a la cabeza Paco el Curial, con una bota muy grande, y Juan el Migas
con una cesta)
MUJERES
Veréis
como la Isidra
tarda
una hora.
HOMBRES
Es
que ella nunca ha sido
madrugadora.
MUJERES
Y
se estar a poniendo
la
ropa nueva,
pa
bailar en el santo
si
hay quien se atreva.
HOMBRES
¡Pues
no ha de haber!
MUJERES
Silencio,
que eso pronto
lo
hemos de ver...
JUAN
y PACO
Vamos,
señor Matías,
anden
ligeros,
que
esperan aquí todos
los
compañeros.
ISIDRA
(Dentro)
Ahora
mismo salimos.
MATIAS
(Dentro)
Voy
en seguida.
(Sale
Isidra con pañolón de Manila)
HOMBRES
¡Olé
las buenas mozas!
MUJERES
¡Qué
bien vestida!
ISIDRA
Aquí
estoy preparada y dispuesta,
pa
dir a la fiesta
con
todos ustés.
y
ande ya, porque estoy deseando
pasarme
bailando
dos
horas u tres.
HOMBRES
Pues
por nosotros
no
ha de quedar,
pero
Pifanio
se
va a enfadar.
ISIDRA
(Con
coraje)
Que
nadie diga
nada
de ese hombre,
porque
no quiero
que
me lo nombren.
CORO
(¡Qué
modo de engañar!
¡Qué
bien hace el papel!
¡No
quiere confesar
que
la ha dejado él!)
IGNACIA
(Saliendo)
¡Hola
señores!
MATIAS
(Saliendo)
Muy
buenos días.
CORO
¡Señora
Ignacia!
¡Señor
Matías!
MATIAS
Si
estamos todos
vamos
allá;
que
si no el santo
se
enfadar a.
TODOS
Alegre
es la mañana
y
hermoso el día;
hoy
va a ser cosa buena
la
romería.
(Al
empezar el desfile salen de la taberna Epifanio y el Rosca)
EPIFANIO
¡Un
momento!
(Deteniendo
a todos)
ISIDRA
¡Qué
quieres?
EPIFANIO
Con
tu licencia,
tengo
que hacer a éstos
una
advertencia.
MUJERES
(A
los hombres)
Ya
está Epifanio
provocativo.
HOMBRES
(A
ellas)
Como
le falte
le
como vivo.
EPIFANIO
(Con
mucha calma)
¿Por
qué se van ustedes
a
la Pradera
y
a mí no me convidan?
ISIDRA
Pues
bueno fuera.
EPIFANIO
Están
ustedes
en
su derecho,
y
que les haga
muy
buen provecho,
pero
tengo que darles
un
consejo de amigo.
¡Que
esa chica no baila
m
as que conmigo!
(Por
Isidra)
MATIAS
(Furioso)
Bailar
a con quien quiera.
¡Pues
no faltaba m as!
Y
aquí está quien te come
los
hígados, si vas.
EPIFANIO
Usté
debe callarse,
señor
Matías,
porque
son estas cosas
suyas
y mías.
Conque
señores,
digo,
lo dicho;
al
que esta tarde
tenga
el capricho
de
sacar a la Isidra
nada
m as que una vez,
allí
mismo,¡por éstas!,
le
rebaño la nuez.
IGNACIA
(Furiosa)
¡Tú
rebañas muchos
pedazos
de pan!
¡Canalla,
granuja,
boceras,
charrán!
(A
los hombres)
De
tantos mozos
como
hay aquí,
¿nadie
rechista?
¿Qué
hacéis así?
¿Es
que no hay un hombre
de
veras u qué?..
ISIDRA
¡No
hay ninguno, madre;
no
se canse usté!
VENANCIO
(Saliendo
de la casa de la derecha con el señor Eulogio)
¡Servidor!
ISIDRA
(Con
alegría)
¡Venancio!
VENANCIO
Hay
uno
EPIFANIO
(Burlonamente)
¿Tú?
VENANCIO
¡Yo!
¡Yo
bailo con ella!
EPIFANIO
¡Me
paice que no!
CORO
(Buena
se prepara,
por
lo que se ve)
VENANCIO
(A
Epifanio)
Allí
nos veremos.
EPIFANIO
(A
Venancio)
Allí
te veré.
PACO
Ea,
señores,
no
ha pasao na;
a
divertirnos
vámonos
ya.
TODOS
(Yéndose)
Alegre
es la mañana
y
hermoso el día;
hoy
va a ser cosa buena
la
romería.
Vamos
allá.
y
el que no se divierta
tonto
ser a.
(Se
van todos menos Epifanio y el Rosca, que quedan el medio de la escena, y
Eulogio y Venancio a la puerta de la casa de la derecha, mirándose en actitud
de reto, marchándose Epifanio y el Rosca por el foro riéndose, y Eulogio y
Venancio se meten en la casa)
MUTACIÓN
CUADRO SEGUNDO
El puente de Toledo la
tarde de San Isidro.
ESCENA I
Secundino.
SECUNDINO.- Pues, señor,
llevo un cuarto de hora arrimao a la bola, y la Cirila sin venir. ¿Se habrá
encontrao con el bruto de ese asistente?... ¡Le tengo una tirria a la tropa!...
Porque ya se sabe, el comercio y la melicia sernos de lo m as rivales que
hay... en lo que toca a las criadas; porque, claro, un paisano, por mucho que quiera,
no pué salir de un saqué, bien mezclilla, bien de cuadros, y los melitares tienen
el aquel del uniforme. ¡Digo! Pues si me pusiese yo un casco con llorón de
cerda, guerrera ajusta, mi pantalón de punto, mi media bota, mi sable, mis
espuelas y un puro así, y me fuese a paseo a la plaza de Oriente, setenta y
siete ó setenta y ocho niñeras con pasión de animo a la primera vuelta… Pero,
claro, con este traje, too lo m as que las causo es Herida. Gracias que la
Cirila tié un pupilaje pa distinguir a la juventud comercial, que me río yo...
Esta tarde nos columpiamos, y la voy a dar unos vaivienes en un columpio de
esos que dicen: «¡Ay, qué gusto da el mareo!», que va a ser la descovuntura. ¡Calla!
¡Ella! ¡Allí viene!... ¡Cirila! ¡Cirila!
ESCENA II
Cirila, una Niña y Secundino.
SECUNDINO.- ¡Chica, creí
que no venías!
CIRILA.- ¡Pus gracias que
me han dejao, y mi a el rabo que traigo!
SCUNDINO.- ¡La niña! ¡Anda
su madre! ¿Por qué no la has dejao en la casa cuna?...
NIÑA.- ¡Yo quiero ir al
brazo!
SECUNDINO.- ¡Cállate,
chica, si no no te compro un matasuegras!
CIRILA.- Bueno, ¿y en qué
vamos a pasar la tarde?
SECUNDINO.- ¡Primero te
compro el pito m as grande que haiga, y luego nos columpiamos!
CIRILA.- ¡Sí, eso, eso, que
a mí me gusta mucho!
SECUNDINO.- Y después, ¿sabes
lo que hacemos?...
CIRILA.- ¿Qué?
SECUNDINO.- Nos vamos a la
fotografía instantánia y nos hacemos un grupo de cada uno, y luego uno de los
tres juntos.
CIRILA.- ¡Eso!... ¡Yo de
busto!
SECUNDINO.- Justo; tú, de
busto; la niña sentá en el suelo, detrás de ti pa que no se asuste, y yo de cuerpo
entero, apoyao así, tocando el pito, la meta de la cabeza reclina en tu busto y
la otra meta de perfil, mirándote así...
CIRILA.- ¡Vamos, vamos,
zaragata!... ¡No te fijes tanto, que me enturbias la vista!
SECUNDINO.- ¡Arza pa el
columpio!
NIÑA.- ¡Yo quiero ir al
brazo!
SECUNDINO.- ¡Vamos, chacha!
(La coge) ¡Yo me columpio con niña y too! (Vanse)
ESCENA III
Pérez, Torrija, vestido de
carrero de un regimiento.
TORRIJA.- ¡Míala, por allí
va!
PEREZ.- ¡Ya la he visto!...
¡Con la niña y el Secundino!... ¡Maldita sea su estampa!... ¡So infiela!... Pero
míalas: ¡si esta tarde no corre por esa Pradera m as sangre que cañamones dan por
catorce pesetas... aunque sea mala comparación, que sí lo es!...
TORRIJA.- ¡Calma, ten
calma!
PEREZ.- ¿Calma yo?...
¡Maldita sea mi suerte, si no cojo a ese hombre y hago un triple asesinato con
él solo!... ¡Mardita sea la!... (Yéndose)
TORRIJA.- ¡A éste le va a
perder el carácter! (Vanse)
MUTACION
CUADRO TERCERO
La Pradera de San Isidro el día del Santo. A la
derecha un merendero rodeado de mesas y banquetas. A la izquierda un columpio que
juega. En primer término, al mismo lado, mesas y banquetas de otro merendero
supuesto. Puestos de vendedores ambulantes, «Tíos vivos», barracones de figuras
de cera, etc., etc. Corros de gente merendando, bailes, romeros que van y
vienen. Animación extraordinaria.
ESCENA I
Preludio, en el que suenan mezclados los estrepitosos
ruidos de la fiesta, organillos,
murgas, redobles de tambor, voces, gritos de
vendedores, algazara de la gente, etc., etc.
(Música)
CORO
Con
tres o cuatro orquestas
de
varias clases,
pueden
bailarse al tiempo,
polkas
y valses;
y
con tanto barullo,
con
tanto ruido,
nos
alegramos todos
de
haber venido.
ESCENA II
Cirila, Secundino, y la
Niña comiendo rosquillas.
(Hablado)
CIRILA.- (Con un pito
grandísimo, rodeado de flores de papel) ¡Pero mi a que es hermoso! (Le toca)
NIÑA.- ¡Yo quiero un pito
grande, como ese!
SECUNDINO.- Cuando seas
mayor.
CIRILA.- Bueno, y ahora nos
columpeamos.
SECUNDINO.- ¡Mira, mira,
ahora bajan de ese columpio!
CIRILA.- ¡Pus anda, vamos
nosotros!
SECUNDINO.- Yo me subiré
primero, y me das la niña, (Se sube) ¡Ajajá! ¡Venga la chica!
CIRILA.- ¡Toma! (suben a la
Niña)
NIÑA.- ¡Y cuando yo diga,
das tocino!
CIRILA.- ¡No, si yo voy a
subir también! ¡Dame la mano! (Va a subir)
ESCENA III
Dichos, Pérez y Torrija.
PEREZ.- (Sale y detiene a
Cirila) ¡Arto!
CIRILA.- ¡María Santísima!
¡Pérez!
SECUNDINO.- ¡Uy, el
asistente!
PEREZ.- ¡Venga usté acá,
fregatriz adurterina!
CIRILA.- ¡Haga usté el
favor de retirarse, que no tengo ganas de conversación!
SECUNDINO.- ¡Oiga usté,
melitar, ú deja usté a la señora, ú bajo!
PEREZ.- ¡Anda con él,
Torrija! (Torrija empieza a mover el columpio, y cada vez que Secundino quiere
bajar le da un palo en las piernas)
SECUNDINO.- ¡Eh!...
¡Chist!... Pero ¡eh!... ¡Pare usté!... ¡Que me pare usté! ¡Eh!
NIÑA.- (Muy contenta)
¡Tocino! ¡Tocino! (Palmeteando)
CIRILA.- ¡Por Dios, la
niña!
PEREZ.- (Cogiéndola de un
brazo) ¡Venga usté acá, sirena corrompida!... ¿A usté le parece bien puesponerme
a mí a esa lamprea Ultramarina?...
SECUNDINO.- ¿Lamprea?
¿Yo?... ¡Pare usté!...
TORRIJA.- (Dándole más
fuerte) ¡Quieto!
NIÑA.- ¡Tocino! ¡Tocino!
CIRILA.- ¡Tú tiés la culpa!
PEREZ.- ¿Yo?...
¡Infiela!... ¡Lo sé todo! ¡Sé lo de tu señorito, que me lo acaban de contar!
CIRILA.- ¿Quién?
PEREZ.- La Vicenta.
CIRILA.- ¿Esa golfa?
PEREZ.- !Sí, Señora; que
está allí en aquel grupo, y te lo dir a en tu cara.
CIRILA.- ¿A mí ese
pingo?... ¿Y está allí?.. ¡Vamos a ver, sí me lo dice la arranco el moño!
Aguarda un rato.
SECUNDINO.- ¡No! ¡Eh!
¡Chist! ¡Pararme! ¡No te vayas, Cirila!
PEREZ.- ¡Tenga osté a la
niña, que en seguía volvemos! (Torrija le da m as fuerte, y vanse corriendo)
SECUNDINO.- ¡No! ¡Eh!...
¡Chits!.. ¡Melitar!... ¡Se van!
NIÑA.- ¡Tocino! ¡Tocino!
SECUNDINO.- ¡Eh, pararme,
pararme! ¡Eh, buen hombre, haga usté el favor! (a un paleto que pasa) ¡Haga usté
el favor, por Dios!
PALETO.- ¿Que dé con más
juerza?... ¡Güeno! (Le da m as fuerte al columpio y se va)
SECUNDINO.- ¡No, eh, por Dios,
que no era eso!... ¡Amigo!... ¡Chits!... ¡Oiga usté!... (A un romero que pasa)
ROMERO.- ¡Esos de pueblo no
saben! ¡Ver a usté yo! (Le da m as fuerte y vase)
SECUNDINO.- ¡No, si no es
eso! ¡Eh! ¡Chits!... ¡Y yo ya no los veo!... (Para el columpio)
NIÑA.- ¿Pero no nos dan
tocino?
SECUNDINO.- ¡La morcilla es
lo que nos debían de dar! ¡Infames!... ¡Se la ha llevao! (Bajan) ¡Vamos, chica!
NIÑA.- ¿Vamos por
rosquillas?
SECUNDINO.- ¡Por tripas de
melitar! ¡Cirila!... ¡Cirila!... ¡Y haberla comprao este pito pa eso!... (Vase
corriendo. Se lleva la Niña al brazo)
ESCENA IV
La orquesta toca parte del
pasacalle, y a los últimos compases
salen Paco el Curial, que va delante con la guitarra al hombro; detrás varios
con cestas y botas de vino, otros con bandurrias y guitarras; detrás las
mujeres palmoteando y riendo, y a lo
último Juan, la Señá Justa, Isidra, Ignacia y el Señor Matías, con cestas y
líos. Coro general.
(Música)
TODOS
Alegre
es la mañana
y
hermoso el día;
hoy
va a ser cosa buena
la
romería.
¡Vamos
allá
y
el que no se divierta
tonto
ser a!
(Hablado)
PACO.- ¡Alto... ar!...
IGNACIA.- Bueno; ¿nos
quedamos aquí?
PACO.- Yo creo que aquí,
porque como barullo, es donde hay menos barullo.
TODOS.- ¡Sí, sí! ¡Aquí,
aquí!
MATIAS.- Pues vengan las
cestas, (Se las llevan)
MUCHACHA.- Traer la comba.
UNO.- ¿Quién quiere
columpiarse?
VARIOS.- ¡Yo... yo!...
(Saltan, juegan, se columpian, etc.)
MATIAS.- (A Paco) Oye,
Paco: tú que eres de la curia, recomiéndales a ellas y a ellos que usen del mayor tiento en juegos y
demás.
PACO.- No tenga usté
cuidao, que yo les hablaré individualmente uno por uno a cada cual. Por de pronto examinare las
botas. Esta parece que rezuma. (Se empina la bota y bebe)
JUSTA.- (A la Señá Ignacia)
¿Pero no ve usté a mi marido?... ¡Ya
empieza! (interrumpiéndole) Pero, ¿qué haces?
PACO.- (Muy enfadado) ¡No
me cortes la acción, señor, que es muy dañino, hombre! (Bebe)
JUSTA.- ¿Dañino?
PACO.- ¡Me se meten en el
vedao, y luego veremos quién pierde! (Bebe)
IGNACIA.- Déjelo usté.
JUSTA.- ¡No quiero que
abuse!
PACO.- ¡Si por eso no quió
llevarla a ningún lao! ¡Esta es como los baños del Molar!... ¡No sirve más que
pa quitar el humor! (Se va bebiendo. Bajan varios invitados bebiendo)
CONVIDADO 1º.- ¡Que te digo
que esos mansos, a lo mejor, dan un chasco!...
CONVIDADO 2º.- ¡Yo te digo
que no, vaya! ¡ A que no viene el panadero!...
CONVIDADO 3º.- ¡Pué que
venga!
CONVIDADO 2º.- ¿Quién se
quiere jugar cinco duros a que no viene?
ISIDRA.- (Que ha estado
oyendo, se acerca) ¡Yo! ¡Yo juego esos cinco duros!
CONVIDADO 2º.- ¿Contra qué?
ISIDRA.- ¡Contra esto! (Se
quita el mantón de Manila y se lo tira a la cara)
CONVIDADO 2º.-
(Devolviéndoselo) ¡No quió que te vuelvas a cuerpo!
ISIDRA.- ¡Si lo jugara por
ti, puede!... ¿Quiés tener el gusto de bailar conmigo el primer baile?... ¿A
que no?...
CONVIDADO 2º.- ¿Que no?...
Di tú que no puedo, porque estoy comprometido con... con... ésta creo que es...
UNA ¡Conmigo, no!
CONVIDADO 2º.- ¿No?...
¡Bueno, ya no me acuerdo!... ¡Pero yo estoy comprometido con alguien!
ISIDRA.- ¡Con el miedo! ¡Gallina! (Despreciándolo.
Vanse los invitados)
IGNACIA.- ¡Por Dios,
Isidra, no te exaltes ni te sofoques!
MATIAS.- ¡Ten cachaza,
Isidra, ten cachaza! Y ya que hemos hecho la burra de venir, mucho cudiao, perqué
tengo a Epifanio detrás de las orejas.
VOCES.- ¡Aquí... aquí!...
IGNACIA.- ¿Qué es eso?
TODOS.- ¡Bravo! ¡Bravo!
JUSTA.- ¡Un organillo! ¡Ya
hay organillo!
TODOS.- ¡A bailar! ¡A
bailar!
MATIAS.- ¡El baile! ¡Ya me
ha entrao escalofrío!
UNO.- ¡Venga ya, señor
Paco!
PACO.- ¡Ahí va el agua!
(Empieza a tocar y bailan todos, quedando sentados el señor Matías, la Ignacia,
la Justa y Juan de un lado. Isidra, sola, separada del grupo)
IGNACIA.- ¡Ven aquí, chica!
ISIDRA.- ¡Estoy bien,
madre!... ¡Me he puesto aquí pa ver si se fija algún hombre en que estoy de non!
ESCENA V
Dichos, Epifanio y el Rosca
aparecen en lo alto de una rampa del foro. Paco, el Curial, que es el que toca,
al ver a Epifanio, va dando al manubrio cada vez más despacio, y las parejas
asombradas, bailan con mayor lentitud
ISIDRA.- ¡El!
MATIAS.- ¡Anda la órdiga!
¡Ya está aquí!
IGNACIA.- ¡Maldito sea!
JUSTA.- El bólido. (Bebe.
Calla el organillo y cesa el baile, quedando cogidas las parejas)
EPIFANIO.- (Al Rosca) Anda,
¿pus no han parao?
ROSCA.- Te tién pánico.
EPIFANIO.- Hombre, por
Dios, señores, sigan ustés, que no me molesta.
MATIAS.- Toca, Paco. (Toca
y sigue el baile)
EPIFANIO.- (Dirigiéndose a
la Isidra) ¿Se quié usté dar dos vueltas?
ISIDRA.- ¡Me dan nausias!
EPIFANIO.- (A la señora
Ignacia) ¿Y usté, joven?
IGNACIA.- ¡Vaya usté y que
le ahorquen!
EPIFANIO.- ¡Está bien! (Al
señor Matías) ¿Y usté, pollo?
MATIAS.- (Se levanta)
¡Epifanio, que tengo canas!
EPIFANIO.- (Poniéndose la
mano sobre los ojos en pantalla) ¡Uy, es verdad! ¡No había reparao! ¡Tíñase
usté el pelo!
ROSCA.- ¡U use usté el
vigor del cabello!
EPIFANIO.- (A la Isidra)
¿Con que no?
ISIDRA ¡No!
EPIFANIO.- ¡Está bien! (Se
sientan enfrente en una mesa del merendero) ¡Chico! (Dando unas palmadas, y
sale un chico) ¡Tráete dos chicos!
ROSCA.- (Dando con el
bastón a una pareja que pasa bailando por delante de él) ¡Chist! ¡Pollo! ¡A ver
cómo se baila, que hace mucha calor!
EL QUE BAILA.- (Con sorna) ¡Guasa!
(Sigue bailando)
ROSCA.- (A Epifanio) Oyes
tú, ¿sabes lo que observo?... que el panadero no se da a luz.
EPIFANIO.- ¡Miá tú este!
¡Ni lo esperes! ¡A ese le ha salido una erupción del susto!
ROSCA.- Natural... si un
tipo así... que... ¡Contra!... (Levantándose)
EPIFANIO.- ¿Qué es?
ROSCA.- ¡Que no le ha salió
na!... ¡Miálo, per ahí viene!... (Eulogio y Venancio aparecen en lo más alto de
la rampa de la izquierda, y quedan hablando y mirando al grupo de la gente que baila)
EPIFANIO.- ¡Es verdad! ¡Ay,
su madre!
MATIAS.- (A Ignacia) Bueno,
ahora nosotros. (Se levanta y ve a Venancio) Va... ca... la... ¡Anda, Dios!
IGNACIA.- ¿Qué te ha dao?
MATIAS.- ¡Venancio! (Lo
señala)
IGNACIA.- (Levantándose)
¡María Santísima!
ISIDRA.- ¡El!... ¡Gracias a
Dios!... (Con intensa satisfacción)
JUSTA.- ¡Miálo!... (A Juan)
¡Eso es un hombre!
JUAN.- ¡Me río del dos de
Mayo!
ESCENA VI
Dichos, Venancio y Eulogio.
Venancio y Eulogio pasan por detrás del grupo que forman los que bailan, y
vienen a pasar por delante de Epifanio y el Rosca)
VENANCIO.- (A Epifanio)
¡Buenas tardes!
EPIFANIO.- (Poniéndose la
mano en pantalla delante de los ojos) ¿Quién ha sido?
VENANCIO.- ¡Un servidor!
(Epifanio y Rosca se vuelven a mirarle)
EULOGIO.- (Coge una de las
copas de vino que tienen en la mesa) ¡Con permiso!...
ROSCA.- Oiga usté: ¿quién
le ha dao a usté licencia?...
EULOGIO.- ¡Tengo bula! (Va
hacia el sitio donde está el señor Matías)
EPIFANIO.- Bueno, ¿y
quieres decirme dónde le pego yo a este chico que no le haga daño?
ROSCA.- ¡Yo le daba en el cerviguillo!
VENANCIO.- (Llegando al
grupo donde está el señor Matías) ¡Buenas tardes, señores!
EULOGIO.- ¡Pero que mu
güeñas!
MATIAS.- ¡Paco, no toque
más! (Cesa el baile)
VENANCIO.- Señor Matías,
usté dispense, pero...
MATIAS.- Y usté, ¿se pué
saber a qué tenemos el honor de que haiga usté venío a sobrar?... (Muy enfadado)
EULOGIO.- Oiga usté, pero
¿es que esto es un baile de señoras solas?...
MATIAS.- ¡Aquí lo que
sobran son hombres!
EULOGIO.- ¡Hombres de... de
mote! (Mirándolos a todos)
VENANCIO.- Bueno, a lo mío.
Siento sobrar: pero yo le he dao a una mujer palabra de bailar con ella, y
vengo a cumplirla... Y esa mujer me espera...
MATIAS.- Esa mujer no
quiere bailar.
VENANCIO.- Vamos a verlo, (Va
hacia ella) Isidra, ¿me hace usté el favor de bailar conmigo?
ISIDRA.- Sí, señor.
Gracias, Venancio, (se levanta y se cogen del brazo)
VENANCIO.- Ya lo ve usté.
Que hagan el osequio de seguir tocando.
TODOS.- ¡Sí, que toquen!
¡Que toquen!
MATIAS.- (A Paco) No
toques. Y tú (A Isidra) te sientas, que aquí no quió broncas, (Con mucha furia)
IGNACIA.- (Levantándose
enfurecida) ¡Paco, a tocar!
PACO.- ¡Yo no toco!
MATIAS.- ¡No toques, no
toques!
IGNACIA.- ¡Vaya, ú toca él
ú toco yo!
PACO.- Miste que ahora
viene una habanera ceñida.
TODOS.- ¡A bailar, a
bailar!
VENANCIO.- Gracias, seña
Inacia.
IGNACIA.- (Sentándose) No
hay por qué darlas.
MATIAS.- ¿Y qué papel hago
yo aquí ahora, se pué saber?
EULOGIO.- ¡Papel Job! (Se
sienta el señor Matías. Empieza a tocar Paco y sigue el baile}
ROSCA.- (A Epifanio) ¡Oye tú...
que... que están bailando!
EPIFANIO.- ¡Ya lo veo!
Rosca, ve y avisa la Extremaunción pa un choto.
VENANCIO.- (Cada vez que
pasa bailando por delante de Epifanio se quita el sombrero como saludándole, y
le dice con sorna) ¡Servidor!... (E1 señor Eulogio, que va bailando
solo detrás de Venancio, al
pasar por delante de Epifanio, le echa una bocanada de humo en la cara» Epifanio
hace un movimiento de ira. Dan otra vuelta) ¡Servidor!
EPIFANIO.- (Levantándose)
¡Vaya, se acabó el panizo! (se acerca a Venancio y le da un cogotazo)
¡Servidor! (A Paco) Toque usté a banderillas. (Retrocede, metiendo mano al
bolsillo)
ISIDRA.- (Deteniendo a
Venancio en su primer impulso) ¡Venancio, por Dios!... ¡Por mil... (Venancio se
detiene)
EULOGIO.- (A Venancio)
¡Calma, como te be dicho! (La gente se interpone entre ellos. Eulogio se coloca
detrás de Venancio)
VENANCIO.- ¡Soltarme!...
¡Si estoy sosegao! ¡Dejarme, a ver, que yo me entere! ¿Quién ha sido ese que me
ha pegao?...
EPIFANIO.- ¡Un hombre!
(colocándose delante de él)
EULOGIO.- (Alargándole
hasta la cara uno de esos juguetes que se estiran y se recogen a voluntad, y a
cuyo extremo va una cabeza de cartón figurando ser la de un gato que abre la
boca al estirarse el juguete) ¡Miau!
EPIFANIO.- ¡Estése usté
quieto!... ¡Un hombre!
ROSCA.- ¡Hay comprobantes!
VENANCIO.- ¡No le hagan
ustés caso, que es mentira! ¡Usté no es un hombre!,.. Usté... ¡usté es un granuja!
EPIFANIO.- ¿Yo? (Queriendo
abalanzarse a él)
EULOGIO.- ¡Miau!... (Repite
el juego de antes)
ROSCA.- ¡Calma, hombre, que
la ofensa no es tan grande! (Conteniéndole)
VENANCIO.- Usté es un
granuja y un borracho que ha vivido hasta hoy asustando a varios tontos que
tienen más cariño a la piel que a la vergüenza, y explotando a las mujeres para
llenar el buche gratuitamente, que es lo que buscaba usté con esta familia; y
eso... la vengo yo a impedir, ¡so vago!
EPIFANIO.- Eso... ¡Maldita
siá! (Queriendo acometerle)
EULOGIO.- (Repite el juego)
¡Miau!
ROSCA.- ¡La cosa no es pa
alterarse aún!
VENANCIO.- ¡Y a esta joven
la atosiga usté, porque ve usté que se le va el momio, y porque ella- no ha
tenío un hombre que la defendiera!...
MATIAS.- ¡Oye, tú, que está
aquí su padre!...
VENANCIO.- ¡Muy señor mío!
¡Pero las cosas han cambiao!
EULOGIO.- ¡Todo cambea! (Con
filosofía)
VENANCIO.- Yo, esta mañana
era un párvulo; pero dende mi casa aquí he dao el gran estirón.
EULOGIO.- ¡He presenciao el
desarrollo!
VENANCIO.- Y digo que esta
mujer...
EPIFANIO.- ¡Esa mujer es
mía... pa que usté se entere!
ISIDRA.- ¡Suya! ¿Tuya?...
(Adelantando)
IGNACIA.- ¡Isidra!
(Queriendo detenerla)
ISIDRA.- (Con ira) ¡Pus
anda, aquí me tienes; ven por lo tuyo! (Se cruza de brazos terciándose el
mantón)
EPIFANIO.- Bueno, y si
no... ande usté con ella... ¡peor pa usté!... (En tono muy despreciativo)
ISIDRA.- ¡Peor!... ¿Qué
dices? ¡Ladrón! ¿Qué has dicho?... (Con furia)
MATIAS.- ¡Hija!
(Deteniéndola)
ISIDRA.- ¡Charrán! Peor,
¿por qué? ¡Dilo fuerte, dilo pronto! ¡Dilo! (Exaltadísima)
VENANCIO.- ¡Basta! ¡Ea'...
¡Oiga usté, amigo, cuando esté usté delante de esta mujer, se quita usté el sombrero,
así!... (Se adelanta rápidamente, se lo quita y lo tira al suelo con rabia)
EPIFANIO.- ¡Recontra!
VENANCIO.- ¡Y ahora le voy
a cortar a usted la lengua!
EPIFANIO.- ¿A. mí?...
¡Vamos a verlo!
VENANCIO.- ¡Mira, ladrón!
(Le da un palo)
EPIFANIO.- ¡Lo mato! (Mete
mano al bolsillo y saca la navaja)
TODOS.- ¡Socorro!
¡Guardias! ¡Que se matan! (confusión y gritos)
VENANCIO.- (Al verle sacar
la navaja a Epifanio, le coge las manos, obligando al otro con su esfuerzo a
que suelte la navaja) ¡Suelte usté eso, cobarde! ¡Granuja! ¡Ahí quieto! (Lo
sienta a la fuerza en uno de los taburetes que están al lado de la mesa del
merendero)
EPIFANIO.- ¡Rosca, que lo
mato! (Se levanta en un esfuerzo)
VENANCIO.- (Volviéndole a
sentar) ¡Quieto ahí!
EPIFANIO.- ¡Rosca,
quítamelo, que lo mato! (vuelve a levantarse y Venancio lo vuelve a sentar)
EULOGIO.- (A Epifanio) ¡Que
tome usted asiento, señor!
VENANCIO.- Y ahora...
EULOGIO.- ¡Déjalo ya!
VENANCIO.- ¡Gallina! (Le da
un empujón y cae rodando al suelo la banqueta y Epifanio)
EPIFANIO.- (Levantándose y
con furor) ¡Adiós! ¡Nos veremos... y miá si no te la!... (Se las jura y se va limpiándose)
TODOS.- ¡Fuera, fuera!
(Vanse Epifanio y el Rosca por la segunda derecha)
ROSCA.- (Vuelve ) ¡Y
usté... (a Eulogio) usté y yo nos veremos!
EULOGIO.- (Con el
chirimbolo,) ¡Miau!... ¡Ah... y toma! (Cogiendo la navaja del suelo y
cerrándola) Dale esto a ese y no uséis cosas de estas... ¡que son pa hombres ná
más! ¡Arrea! (Dándole un puntapié)
IGNACIA.- (A Venancio, que
se ha sentado en un taburete agitado y convulso, y al que rodean Isidra, la
Justa, Paco, Juan y Matías,) ¡Pero, sosiégate! ¿Qué te pasa? ¿Qué tienes?
EULOGIO.- ¡Qué quié usté
que tenga! ¡El ejercicio que ha hecho!
VENANCIA.- Es que a mí
ese... ¡Maldita sea!... (Se levanta agitado blandiendo el palo. Se separan
todos asustados. Vuelve a sentarse)
EULOGIO.- ¡Oye, tú, a ver
si estás quieto!
VENANCIO.- (Volviendo a
levantarse) A mí ese chulo no me... (Se separan todos)
ISIDRA.- ¡Pero, Venancio!...
(Le obliga a sentarse)
IGNACIA.- ¡Darle agua!
JUAN.- (Con un botijo)
¡Bueno; pero quitarle el palo!
MATIAS.- Bueno. ¿Y a qué ha
venío too esto, si pué saberse?... (Cogiendo el botijo que tiene Juan)
VENANCIO.- Pues esto ha venío
a que la. . (se levanta y va hacia Isidra)
EULOGIO.- ¡Revienta,
hombre!
VENANCIO.- (Con pasión) ¡A
que la quiero con toda mi alma, señor Matías!
EULOGIO.- ¡Gracias a Dios!
MATIAS.- ¿Y pa eso sólo has
armao esta bronca? ¡Vamos te daba así con el pitorro! (Amenazándola con el
botijo)
IGNACIA.- (A Isidra) Ya lo
has oído. Y tú, ¿qué dices?
ISIDRA.- ¿Yo?... Ya se lo
diré a él, madre.
EULOGIO.- (A Venancio)
¡Dile que bendita sea su boca!
VENANCIO.- Bendita sea
la... (Aparte a Eulogio) Cuando tenga más confianza.
MATIAS.- Lo único que me
gusta de ente chico es que tiene un carater parecido al mío.
IGNACIA.- ¡Calla, fiera!
EULOGIO.- ¡Choca, chico!
(Dándole la mano a Venancio) Y tú... (A Isidra) el día que sea eso, cuenta con unos
bebés, charol de primera. En fin, pa celebrar lo de éstos, (a Paco) dele usté
al manubrio y echemos un baile.
TODOS.- ¡A bailar! ¡A
bailar! (Toca Paco y bailan todos)
EULOGIO.- (A la seña
Ignacia) ¿Quiere usté?
IGNACIA.- ¡Vamos allá! (Se
cogen y bailan)
EULOGIO.- ¡Y viva San
Isidro!...
TODOS.- ¡Viva! ¡Viva!...
(Algazara, voces y risas. Mucha animación)
TELÓN
Información obtenida en:
https://openlibrary.org/books/OL17964279M/El_santo_de_la_Isidra
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