LOS CLAVELES
Sainete
en un acto y tres cuadros, en prosa.
Libreto
de Luis Fernández de Sevilla y Anselmo C. Carreño.
Música
de José Serrano.
Estrenado
en el Teatro Fontalba, de Madrid, la noche del 6 de abril de 1929.
DEDICATORIA
A
¡Madrid! que es, a un tiempo, campo de lucha y tierra hospitalaria. A ¡Madrid! que
sabe tener para el extraño grato calor de patria chica.
Luis
Fernández de Sevilla y Anselmo C. Carreño.
REPARTO (Estreno)
Rosa
- Matilde Vázquez.
Jacinta
- Carmen Máiquez.
Señá
Remedios - Amparo Bori.
Paca
- Juana Amorós.
Una
Señorita - Concepción Stern.
Una
Obrera - Angela Velasco.
Otra
- Felipa Velasco.
Señor
Evaristo - Eugenio Casals.
Señor
Bienvenido - Carlos Oller.
Goro
- Alejo Cano.
Fernando
- Tino Folgar.
Braulio,
ordenanza - Francisco Furió.
Un
Amigo - Ramón Silvestre.
Un
Camarero - José Caballero.
Un
Oficinista - Mario Barraycoa.
Un
Obrero - Jesús Calleja.
Otro
- Pascual Bloise.
Don
Facundo (no habla) - Aurelio Toyana.
Obreras,
obreros y oficinistas.
La
acción en Madrid. Epoca actual. Indicaciones del lado del actor.
ACTO UNICO
CUADRO PRIMERO
Patio.
Al fondo, fachada principal de una fábrica con puerta en el centro y amplias
ventanas a los lados. Sobre aquélla, el siguiente letrero: «Los Claveles.
Fábrica de perfumes». A la derecha, primer término, puerta de hierro con verja,
que da a la calle. En segundo término, del mismo lado, portería. A la
izquierda, oficinas de la fábrica con mampara, ventana y el correspondiente
rótulo. En el rincón de la izquierda una fuente. Medio día. Las ventanas del
fondo están abiertas de par en par.
ESCENA PRIMERA
Rosa,
Jacinta, Paca, Obreras y Goro. Luego, Obreros y Oficinistas. Rosa, Jacinta, Paca
y Obreras están pegando etiquetas en frascos de perfumes y empaquetando pastillas
de jabón, sentadas ante unos cajones, a la izquierda. Goro, a su tiempo, por la
oficina.
(Música)
JACINTA
Anímate,
Irene,
que
el negocio es bueno:
que
el novio que tienes
es
curda y sereno.
Si
alumbra borracho,
puedes
decir tú
que
no hay otro novio
con
más luz.
(Hablado sobre la música)
ROSA
¡Vaya
una mañana larga!
PACA
Como
que hemos agotao el repertorio de coplas.
JACINTA
Y
vamos a tener que liarnos con Rigoleto.
(Sale
Goro de la oficina con gran disimulo; apoya en la pared un pliego de papel de
barba, lleno de números, y sacando un cortaplumas, raspa, haciendo luego mutis
por la oficina)
PACA
(A
Jacinta)
Tiés
a Goro que hace números por ti.
JACINTA
Que
los hace y que los raspa. Bueno, chicas, ya que no nos vamos nosotras, cantemos
El que se va.
PACA
Bueno.
(Cantado)
ROSA,
JACINTA y OBRERAS
Dice
que se va con otra
el
mocito que me quiere;
dice
que se va,
dice
que se va,
dice
que se va, y vuelve.
No
se va con otra moza
el
mocito que me quiere,
que
le tengo loquito
y
él loquita me tiene.
(Hablado sobre la música)
PACA
(A
Jacinta)
Echate
p'acá la goma.
JACINTA
Con
muchísimo gusto.
PACA
¡Mi
madre, qué fina!
JACINTA
Como
que estoy de etiqueta.
(Vuelve
a salir Goro, y repite el juego anterior)
OBRERA
(A
Jacinta)¿Pero de veras es ése tu novio?
JACINTA
¿No
lo sabías?
OBRERA
No.
¡Vaya un raspa!
(Cantado)
TODOS
Dice
que se va,
dice
que se va,
dice
que se va, y vuelve.
Dice
que se va,
dice
que se va,
dice
que se va, y vuelve.
(Suena
una campana. Las Obreras abandonan el trabajo. Comienzan a salir Obreros por el
foro y Empleados por la oficina)
(Hablado)
OBRERA
¡A
rancho!
OTRA
Menos
mal. Creí que se había dormío el corneta.
OFICINISTA
(Por
la oficina) Vamos, López.
OBRERO
(Por
el fondo izquierda) ¡Mi madre, qué modo de embalar pastillas!
OTRO
¡Sí
que nos han dao un jabón!
(Todos
van haciendo mutis por la verja)
ESCENA II
Rosa,
Jacinta y Paca.
ROSA
Anda,
que si perdemos este tranvía volvemos con retraso.
PACA
Chica,
se toma un taxi.
ROSA
Me
marea el contador.
JACINTA
Si
de paso encontráis a mi tío, que trae en el bolsillo mi pitanza, decirle que me
estoy acordando de él con flato ardiente.
ROSA
Se
le dirá.
JACINTA
Y
que no se meta en apreturas, no me haya puesto mi madre pescadillas y me traiga
lenguaos, que no me hacen.
(Rosa
se aproxima a la oficina y mira brevemente al interior)
PACA
Está
bien. ¿Te se ofrece algo más? (A Rosa)
¡Amos,
tú; si se habrá marchao!
ROSA
Pues
lo siento, porque pensaba haberme reído un porción de él.
PACA
¿Y
no será que te se haya picao el amor propio?
ROSA
¿A
mí? ¿Por qué?
JACINTA
Por
lo de ayer. Es más orgulloso que tú.
ROSA
Es
idiota, y na más. Si yo quisiera...
PACA
Me
paece que a éste no le tomas el pelo. Tié el colmillo bastante retorció.
ROSA
A
otros con más postín les he hecho yo perder la entra de los toros.
PACA
(Viendo
salir de la oficina a Fernando) ¡Calla!
ESCENA III
Dichas
y Fernando. Luego, Señá Remedios. Fernando sale pausadamente de la oficina.
Enciende, antes de avanzar, un pitillo que lleva en la boca, y, sin reparar en
las dos mujeres, que le miran insinuantes, se dirige a la portería.
PACA
¡Ején!
ROSA
(Con
sorna) ¡Buenos días, señor cajero!
FERNANDO
(Secamente)
¡Buenos días! (Mira al interior de la portería)
ROSA
(Con
despecho, a Jacinta) ¿Qué te paece?
JACINTA
Que
éste no pierde por ti ni la salida de la cuadrilla.
REMEDIOS
(Por
la portería) Buenas, don Fernando.
FERNANDO
Oiga;
si dentro de un rato viene una señorita preguntando por mí, haga el favor de pasarme
recado.
REMEDIOS
Como
usté mande.
FERNANDO
Gracias.
Adiós. (Se va por la verja)
ROSA
¿Qué
l'habrá dicho?
PACA
¿Qué
sé yo? A lo mejor está conquistando a la portera. (Ríen)
REMEDIOS
(Amoscada)
¿De qué os reís? ¡Atontas!
ROSA
Na;
de que tié usté muy buenas relaciones.
REMEDIOS
Hija,
las que tú no has podio tener. Si te ha salío mal el negocio, no te enojes.
ROSA
¿Yo?
REMEDIOS
Te
pensaste que este cajero era tan atontao como el saliente, y... columpiamiento.
ROSA
(A
Paca) ¿Qué te paece?
PACA
Que
tié sus miajas de razón.
ROSA
(Con
coraje, haciendo mutis seguida de Paca, por la verja) A ése le tengo yo d'hacer
llorar.
REMEDIOS
¡Ahí
va, qué castiganta! (Se dirige a la oficina a tiempo que sale de ella Braulio)
ESCENA IV
Señá
Remedios y Braulio.
BRAULIO
(Por
la oficina) Buenos.
REMEDIOS
Oye,
Braulio. ¿No sale mi chico?
BRAULIO
Tié
pa un rato.
REMEDIOS
Pero...
¿qué hace?
BRAULIO
Na.
Está deshaciendo un estao de cuentas que le dieron urgentemente a principio del
mes pasao y han tenío que esconderle el raspador pa que le deje barniz a la
mesa.
REMEDIOS
Pero...
¿es que no se aplica?
BRAULIO
Pa
encerador de pisos ya va tomando práztica, sí, señora.
REMEDIOS
Hombre,
no está mal el pitorreo, pero digo yo que, dentro del humorismo, sería de
reglamento que le echaras una mano.
BRAULIO
Eso
será de reglamento, pero no es de ordenanza. Yo, los menesteres de mi cargo y
na más.
REMEDIOS
Es
que la tié toma con él don Facundo, ¡Miste que ponerle un real de multa ca vez
que le pesca una errata!
BRAULIO
En
confianza, seña Remedios; tó lo que le dan a fin de mes, se lo dan
graciosamente.
REMEDIOS
¡Vamos,
hombre, no digas que eso tié gracia! ¡Que entró ganando quince duros y s'ha quedao
en doce cincuenta! ¡Si tuviéramos que vivir de lo que gana el chico!...
BRAULIO
Bueno,
que se enfría el gavis. ¿Usté gusta?
REMEDIOS
Buen
provechíto. (Braulio se va a la calle. Remedios asomándose a la puerta de la
oficina) ¡Goro! ;Chico!
ESCENA V
Señá
Remedios y Goro. Luego, Señor Bienvenido y Jacinta.
GORO
(Asomándose
a la puerta con la vista clavada en un estado de cuentas que trae en la mano)
Ciento ochenta mil trescientos seis y me llevo diez y ocho. No me llame usté,
madre, no me llame usté.
REMEDIOS
¿Es
que no vas a comer hoy?
GORO
No,
señora. (Mirando a la suma) Y me llevo diez y ocho.
REMEDIOS
Que
no has desayunao tampoco, so memo.
GORO
No
importa.
REMEDIOS
Pero...
¿qué te pasa?
GORO
(Mostrándole
el pliego) Miste qué estao.
REMEDIOS
(Tomándole
el pulso) De debilidá. ¡Si llevas doce horas sin comer!
GORO
Es
lo mismo, (Sumando) Y me llevo diez y ocho. Ahora salgo. Ciento ochenta mil.
(Entra en la oficina)
REMEDIOS
Bueno,
bueno; pues ya vendrá por ti el cochero de las melenas.
(Bienvenido
entra por la primera derecha, se aproxima a una de las ventanas y silba)
Buenos
días, señor Bienvenido.
BIENVENIDO
Pero
que muy buenos, y usté perdone la distración. Procupao con la comida de la chica.
Tié uno la cabeza de Medusa. (Saca de un
bolsillo un envoltorio que, por su pequeñez, no acusa una comida abundante)
REMEDIOS
¿Es
esa la comida?
BIENVENIDO
Sí,
señora.
REMEDIOS
Pues
se ve que la trae usté postres a elegir.
BIENVENIDO
Es
que mi sobrina, pa esto de la manducatoria, es un canario.
REMEDIOS
Claro,
y con cinco de alpiste, aviá.
BIENVENIDO
¡Satírica!
JACINTA
(Apareciendo
tras la ventana.') ¿Vino usté ya, tío? ¡Pues ya me se han pasao las ganas!
BIENVENIDO
(A
seña Remedios) ¿Ve usté? ¿A que voy a tener yo que comérmelo?
REMEDIOS
Que
acabar de comérselo, dirá usté. (Entra en la portería)
BIENVENIDO
¡Seña
Remedios!
JACINTA
¿Qué
me ha puesto mi madre?
BIENVENIDO
Primero,
unos periódicos pa que no cale.
JACINTA
¿Viene
algo de caldo?
BIENVENIDO
Dos
almejas, pero creo que están cerrás.
JACINTA
(Tomando
el paquete) Bueno, traiga usté. Esto del destajo me va cansando ya un poco.
(Hace
mutis)
ESCENA VI
Señá
Remedios y Señor Bienvenido. Señá Remedios sale con un cubo, en dirección a la
fuente.
BIENVENIDO
¡Que
la va cansando! Total, pa tres meses que hace que la coloqué aquí...
(Encarándose en la dirección en que se fue Jacinta) ¿Qué quiés tú, sílfide, que
trabaje tu tío? ¡Miá la bacante!
REMEDIOS
(Saliendo
de la portería con un cubo en la mano.}
¡Amos,
no le diga usté cosas feas a la muchacha!
BIENVENIDO
¿Feas?
Pero... ¿usté sabe lo que es una bacante?
REMEDIOS
Un
hueco pa otro.
BIENVENIDO
Seña
Remedios; usté no conoce la Mitología.
REMEDIOS
Déjese
usté de camelos, (pasa hacia la fuente)
BIENVENIDO
Bien:
corramos un velo a la inorancia. ¿Quié usté decirle al señor Varisto que salga?
REMEDIOS
(Dejando
el cubo al lado de la fuente) ¡Pero si toavía no ha venío!
BIENVENIDO
¿Pues
a qué hora comen ustés hoy?
REMEDIOS
¡Qué
sé yo! Entre el padre y el hijo me tién la sangre negra. Habrá ido con el amo
al matadero después de cerrar la carnicería y tendrá pa rato. Pero... ¿usté qué
trae con mi marido, que no lo deja ni a sol ni a sombra?
BIENVENIDO
Amista.
Que nos conocernos desde que regresé del Otro Mundo y nos tenemos ley.
REMEDIOS
¡Me
parece a mí que usté y mi marido!...
BIENVENIDO
Bueno;
eso de «mi marido» lo repetirá usté tanto por si hay alguien que escuche, ¿no?
REMEDIOS
¿Cómo?
BIENVENIDO
Que
un servidor sabe de buena tinta que están ustés casaos por detrás de la
Moncloa.
REMEDIOS
¿Y
a usté, qué?
BIENVENIDO
A
mí, mucho, seña Remedios. Usté no inora en qué clase de terreno la aprecio a
usté, y si hubiera por medio un lazo insoluble con el señor Varisto, yo tendría
la espada de Damocles sobre la cabeza...
REMEDIOS
Me
paece a mí que usté no sabe el terreno que pisa.
BIENVENIDO
No
me desesperanzo. Con la constancia se va muy lejos.
REMEDIOS
Pues
le veo a usté otra vez en América.
BIENVENIDO
(Apasionado)
Es que si yo la dijera a usté...
REMEDIOS
(Viendo
entrar por la primera derecha al Señor Evaristo) ¿Le da a usté lo mismo
decírselo a éste?
BIENVENIDO
(Dominando
la emoción) ¿Por qué no? ¿Son estas horas de venir a comer, señor Varisto? (A
seña Remedios) ¿Ve usté? Ya se lo dije.
REMEDIOS
Otro
día me dices que ponga arroz, como hoy. Ahí tiés una paella que está pa pegar carteles.
EVARISTO
(Que
ha permanecido hasta este instante como abrumado por la desgracia, con
repentina indignación)
¿Y
tengo yo la culpa? ¡Dita siá el forro del colchón ande nació mi agüela! ¡Di...
REMEDIOS
Varisto,
acuérdate del hígado.
EVARISTO
(Sosegándose
de repente y con pesadumbre) ¡Es verdá! ¿Quié usté más desgracia, que no me puedo
ni enfadar siquiera por causa de los cólicos apáticos?
BIENVENIDO
Hay
que tomar la vida a risa.
EVARISTO
D'acuerdo
(Acalorándose a medida que habla) Pero si tié usté un amo que es una muía y trescientas
parroquianas que le consumen la sangre. ¡Dita siá la!...
REMEDIOS
¡Varisto!
EVARISTO
(Riendo
forzosamente) ¡Qué parroquianas más graciosas! Ya me se había olvidao.
REMEDIOS
(Entrando
en la portería) Bueno; pasa si crees oportuno que comamos hoy.
EVARISTO
Ahora
mismo. (Después de cerciorarse de que no le observan, sacando de un bolsillo un
envoltorio y entregándoselo con rapidez al señor Bienvenido)
Tome.
Guárdeselo en seguida.
BIENVENIDO
(Obedeciendo)
¿Qué me toca hoy?
EVARISTO
Un
hígado de lo mejor c'había en la tienda.
BIENVENIDO
¿Otra
vez? ¿Cuándo va usté a cambiar el disco?
EVARISTO
Es
lo que menos pué notar el amo.
BIENVENIDO
Es
que nos está usté poniendo de hígado esta semana, que vamos a tener que ir a
comer a Cestona. Un riñoncito no vendría mal de vez en cuando.
EVARISTO
No;
si entoavía voy a tener que dárselo guisao.
BIENVENIDO
No
haría usté na de más.
EVARISTO
Es
que va durando mucho est'abono, y yo no tengo Cara de primo. (Exaltándose a
medida que habla) Que son catorce meses, señor Bienvenido. ¡Catorce meses, día
por día, jugándome el empleo y la decencia por usté! ¡Dita siá la cuchara de
palo con que le dieron la papilla a la madre política de mi agüela! ¡Dita...!
BIENVENIDO
Calma,
señor Varisto. Y no m'hable usté de decencia, que hay por medio una honra más destroza
que Troya.
EVARISTO
No
me s'ha olvidao la historia.
BIENVENIDO
Pues
óigala usté condensa, por si acaso. Una niñera infeliz; un matarife postinero y
burlador y un hermano de la víztima en los bosques africanos del Plata. Estos
son los personajes de la tragedia.
EVARISTO
Le
digo a usté que m'acuerdo.
BIENVENIDO
¿Consecuencia?
Unos meses de amores, casi olímpicos; una niñera que ejerce el cargo por cuenta
propia; un padre que da la espanta y yo en Tampico...
EVARISTO
Bien;
pero luego...
BIENVENIDO
¡Y
Júpiter sin mandar un manojo de rayos!
REMEDIOS
(Desde
la puerta) Oye; si te gusta la horchata d'arroz, pues tardar un ratito más.
EVARISTO
¡C’ahora
voy, hombre!
REMEDIOS
(Haciendo
mutis) ¿Pa qué? Sácale al señor una mecedora.
BIENVENIDO
¿Me
quié usté decir qué pasaría si le contara yo a esa inocente Nereida la clase de
Landrú que tié por esposo?
EVARISTO
¡Señor
Bienvenido!
BIENVENIDO
¡Si
no fuá uno tan noble!...
EVARISTO
Pero...
¿puedo yo hacer más de lo que hago? ¿No he colocao aquí a la chica? ¿No les he señalao
a ustedes una pensión vitalicia y alimenticia? ¿Pues qué más, señor? ¿Quié usté
que robe carteras pa que no sude usté pensando en qué pué trabajar? ¡Dita siá
la primera cofia de la primera niñera que paseó niños adulteraos! ¡Dita siá...!
BIENVENIDO
Señor
Varisto, acuérdese del hígado.
EVARISTO
¡Si
lo tié usté en el bolsillo!
BIENVENIDO
Digo
el de su propiedá.
EVARISTO
¡Así
reventara!...
BIENVENIDO
No
lo tome usté a lo Borras, que la verdadera tragedia es la mía. Sí, señor; que
ha manchao usté estas canas..., que me están pa salir, y me he debió lavar con
sangre y he perdonao ¡No haga usté que me acuerde de que tengo que lavarme!
EVARISTO
Bueno.
¿Vamos a dejar las cosas como están?
BIENVENIDO
Vamos
a dejarlas.
EVARISTO
(Iniciando
mutis por la derecha) ¿Usté gusta?
BIENVENIDO
(Iniciando
mutis por la calle) C'aproveche. ¡Ah!
EVARISTO
¿Qué
pasa?
BIENVENIDO
Que
mañana vengo por riñones.
EVARISTO
¿Cómo?
¡Ahí ¿Sí? (Aparte) ¡Y que no pongan a este hombre a régimen de pescao!
ESCENA VII
Jacinta
y Goro.
JACINTA
(Por
el taller, aproximándose con cautela hacia la puerta de la oficina y haciendo
señas al interior)
¡Goro!...
Vamos, hombre, que soy yo.
GORO
(Saliendo)
¿Tú, Jacinta...
JACINTA
Sí,
hijo, sí; que paece que no te intereso.
GORO
¿Cómo
que no? Si apenas te veo me pongo a tu lao en un dos por tres, seis, y no me
llevo nada…
JACINTA
¡Ay,
Goro; tú no estás en lo que hablas!
GORO
No
te diré que no. Tengo la cabeza de números que es una caja registradora.
Suponte que me tenío que sumar hoy diez y siete pliegos, a dos columnas.
JACINTA
Pero...
¿es que no hay en la oficina quien sume más que tú?
GORO
Más
que yo, nadie.
JACINTA
Pa
mí que el hijo e tu madre no ha nació pa ese oficio.
GORO
Eso
no lo digas. Yo entré aquí de botones; hace cinco años, y hoy...
JACINTA
¿Qué?
GORO
He
ascendió un rato. Ya soy aprendiz del ayudante del auxiliar del cajero, ¿Entiendes?
JACINTA
Sí,
ya; una cosa así como monaguillo.
GORO
Chungueo,
no, ¡eh! Seguiré ascendiendo y, en cuanto sea jefe, me caso contigo.
JACINTA
Oye:
habrá tiempo de encargar los papeles, ¿verdá?
GORO
¡Jacinta,
que yo soy un hombre serio!
JACINTA
Vaya;
no te amosques, so tonto. ¡Si estoy muy orgullosa de que te apliques y t'hagas un
hombre de letras!...
GORO
Y
de números.
JACINTA
¡Con
tal que luego no me olvides!...
GORO
¿Olvidarte
yo a ti, que eres el cociente de mi vida?
JACINTA
(Aproximándose
a él, con mimo) ¡Goro!
GORO
Yo
te juro, por el balance del año, que te llevo aquí (En el pecho) más pega que
la camiseta.
(Música)
JACINTA
Goro
del alma,
ven
junto a mí,
porque
me tienes
abandona,
y
disimula
tus
intenciones,
porque
me pones
muy
colorá.
GORO
Cuando
nos echen
la
bendición,
sabrás
lo grande
que
es mi querer;
verás
lo dulce
que
sabe un beso...
JACINTA
Por
Dios, Gorito,
no
digas eso,
aunque
ese beso
tendrá
que ser.
GORO
Dime,
dime que me quieres, di.
JACINTA
Dime,
dímelo primero a mí.
GORO
Tú
ya sabes que te quiero.
JACINTA
Y
que yo a ti te requiero.
(A dúo)
GORO
Jacintita
de mi vida.
Yo
no sé, no sé
qué
siento aquí,
cuando
tan cerquita
estás
de mí.
¡Cuándo
estaremos solitos,
juntitos
pa
siempre así!
JACINTA
¡Ay,
Gorito de mi vida!
Yo
no sé, no sé
qué
siento aquí,
cuando
tan cerquita
estás
de mí,
¡Cuándo
estaremos solitos,
juntitos
pa
siempre así!
(Goro
intenta besarla y Jacinta se aparta de él)
JACINTA
Sorpresas,
no.
GORO
Perdón,
mujer.
JACINTA
No
te propases,
que
no es prudente,
porque
la gente
nos
puede ver.
GORO
Ven,
acércate un poquito a mí.
JACINTA
Es
que no me fío ya de ti.
GORO
Solamente
un poquitito.
JACINTA
Pero
muy poquirritito.
(A dúo)
GORO
¡Jacintita
de mi vida!
Deja,
deja que te mire así;
dime,
dime que me quieres, di,
con
tu boca chiquitita,
bonita,
que
es para mí.
JACINTA
¡Ay,
Gorito de mi vida!
Deja,
deja que te mire así;
dime,
dime que me quieres,
que
esta boca chiquitita,
bonita,
es
para ti.
(La
besa)
JACINTA
¡Ya
m'has besao!
GORO
Me
s'ha escapao.
JACINTA
Pues
en castigo, ya no te quiero.
GORO
No
digas eso, porque me muero.
(Hablado sobre la música)
JACINTA
(Mirando
hacia la portería) ¡Tu padre!
ESCENA VIII
Dichos
y Señor Evaristo.
(Hablado)
EVARISTO
(Por
la portería) ¡Eh! ¡Aquí los dos! ¿Qué la estabas diciendo a ésta?
GORO
Pues...
EVARISTO
¿Qué
la estabas diciendo?
GORO
Pues...
que... que está mejor hecha que la tabla de multiplicar.
EVARISTO
¿Qué
dices?
:
GORO
Digo
que la tabla de multiplicar. ¡Si usted sabe algo que esté mejor hecho!
EVARISTO
¿Y
por qué la piropeas?
GORO
Pues
por... No me lo haga usté decir, queme da vergüenza.
JACINTA
Porque...,
porque somos novios, señor Varisto.
EVARISTO
(A
Goro) ¿Qué tú eres novio de ésta?
GORO
Sí,
señor.
EVARISTO
¿Pero
es posible? (Aparte en tono trágico) ¡Y luego dicen que Luis de Val es un
esagerao! (Alto) Pues esto es mester que se acabe en un decir Jesús.
JACINTA
¡Acabar!
GORO
Eso
sí que no, padre. La Jacinta y yo nos queremos.
EVARISTO
¿Y
no te dice na la voz de la sangre, desgraciao?
GORO
¿Qué
sangre?
EVARISTO
El
altavoz de la conciencia.
GORO
No
le entiendo a usté. ¿Es algo de la radio?
EVARISTO
Es...
(Dominándose y aparte) ¿Qué vas a decir Varisto?
JACINTA
(Lloriqueando)
Ya sé que soy poca cosa pa Goro, sí, señor; pero pa el cariño no hay
distancias, señor Varisto. (Sigue llorando)
GORO
(Aproximándose
a ella) No llores, que ca lágrima tuya es pa mí un calambre en el interior.
EVARISTO
(Apartándole
de la novia) ¡Dita siá la primera cursilería que se le ocurrió al primer
enamorao que pisó el planeta!
GORO
Padre,
acuérdese usté del hígado.
EVARISTO
M'acuerdo
del hígado y de un bastón que tengo, que no se rompe, y de la Casa Socorro el
distrito, qu'es ande vas a ir tú si te vuelvo a ver arrimao a ésta.
ESCENA IX
Dichos
y Señá Remedios.
REMEDIOS
(Saliendo
de la portería) ¿Pero qué es eso, vamos a ver? ¿Por qué riñes a los chicos?
EVARISTO
¡Porque
son novios!
REMEDIOS
¿Pues
qué quiés que sean, aviadores?
GORO
Madre,
ármele usté una como la del sábado pasao.
EVARISTO
¿Pero
tú sabías que eran novios?
REMEDIOS
Natural.
Y me paece muy bien, porque hacen mu buena pareja y harán buenos casaos.
GORO
(Con
satisfacción) Na más que eso.
EVARISTO
Pero
si eso no pue ser.
REMEDIOS
¿Han
prohibido las bodas? (A Jacinta) Amos, sécate esos ojos, chica, y no le hagas
caso a tu suegro.
JACINTA
Muchas
gracias, seña Remedios.
EVARISTO
(Aparte)
¿Y quién pone las cartas boca arriba? Amos, lo que me pasa a mí, se ve en el cine,
y hace llorar.
REMEDIOS
Anda;
a tu obligación y deja el asunto de mi cuenta, que estas son cosas de mujeres.
EVARISTO
¡Ca!
Esto lo dejo yo arreglao pero que hoy mismo. Chico: cuando acabes en la
oficina, te pasas por el despacho. (Mutis derecha)
GORO
Está
bien, (A seña Remedios) Pero no voy.
REMEDIOS
Yo
iré contigo, no te apures. Anda ahora a tomar algo, que te se está quedando
ancho él pellejo, (A Jacinta)Y tú, a tu faena.
JACINTA
Sí,
señora.
GORO
Adiós,
Jacinta.
JACINTA
(Hipando)
Adiós. (Entran en la portería Seña Remedios y Goro)
ESCENA X
Jacinta
y Fernando.
JACINTA
(Lloriqueando)
Le hará que me deje, ya lo creo. La seña Remedios es mu buena, pero el señor
Varisto es mu bruto, y siempre han podio más los animales que los santos; que
no fue San Isidro el que hizo el milagro, sino los bueyes.
FERNANDO
(Por
la derecha ) Buenas tardes.
JACINTA
(Secándose
los ojos precipitadamente) Buenas.
FERNANDO
¿Qué
te pasa, muchacha?
JACINTA
Na,
don Fernando; no es na. Le aseguro a usté que yo..., que no... ha sío...
FERNANDO
Bueno,
mujer, bueno; me basta tu palabra. Creí que estabas llorando.
JACINTA
Eso
sí es verdá.
FERNANDO
(Riendo)
¿En qué quedamos?
JACINTA
(Volviendo
a llorar) En que soy muy desgraciada.
FERNANDO
No
será tanto, mujer; no llores así.
JACINTA
Usté
es bueno, don Fernando; usté es lo mejor que hay en la oficina. Sí, señor; yo
lo he dicho muchas veces: hasta cuando nos paga usté la semana, lo hace con
tanto agrado, que siempre parece que nos da dinero de más. Y si da usted de
menos, pues no se nota.
FERNANDO
Bueno.
Pero, ¿qué tiene eso que ver con lo que te ocurre?
JACINTA
Es
pa decir que se lo voy a contar a usté to. Goro y yo somos novios.
FERNANDO
¡Ah,
vamos! Ahora me explico tu desgracia.
JACINTA
Y
el padre de Goro le ha dicho aquí, hace un momento, que como le coja hablando conmigo,
le rompe en las costillas un bastón que tiene, que no se rompe.
FERNANDO
No
hagas caso del señor Evaristo; es muy bruto.
JACINTA
Pues
eso es lo malo; que le va a dar muy fuerte, y Goro va a tener que dejarme o por
volunta o por defunción.
FERNANDO
Tranquilízate.
Yo hablaré con el señor Evaristo y le aconsejaré bien.
JACINTA
¿De
veras que hará usté eso, don Fernando?
FERNANDO
Como
lo digo, Jacinta. El señor Evaristo me aprecia y me respeta.
JACINTA
¡Ay,
que Dios se lo pague! Si es usté un santo; si hasta que no se muera usté no va a
haber en el cielo un cajero decente; si...
FERNANDO
Calma,
calma. A tu trabajo, y deja eso por mi cuenta. (Se dispone a entrar en la
oficina)
JACINTA
(Iniciando
mutis por el fondo) ¡Sí, señor, sí. Ahora mismo. (Aparte) ¿Con qué le pagaría
yo a. este hombre?... (Asaltada por una idea) ¡Sí!. ¡Eso! (Alto) ¡Don Fernando!
FERNANDO
(Deteniéndose)
¿Qué?
JACINTA
(Aproximándose
a él nuevamente) Yo soy agradecía.
FERNANDO
No
lo dudo, mujer.
JACINTA
No;
si es que quiero avisarle a usté d'un peligro, en pago de lo c'hace por mí.
FERNANDO
¿Qué
peligro es ese?
JACINTA
No
se fíe usté de Rosa.
FERNANDO
¿De
tu maestra?
JACINTA
Sí.
Está furiosa con usté porque es el único hombre de la casa a quien no ha vuelto
mochales con su coquetería. Como usté, en un principio, parece que se fijó en
ella, y luego no ha vuelto a hacerle caso, y como ella sabe que es guapa y...
¿Usté me entiende?
FERNANDO
Voy
entendiendo.
JACINTA
¡Esa
maestra es de cuidao!
FERNANDO
¿Sí,
eh?
JACINTA
Usté
no sabe que hay más de cuatro que la pinchan y que ella ha jurao que le hará morder
a usté el anzuelo.
FERNANDO
¿A
mí?
JACINTA
Y
que luego se reirá de usté, como ha hecho de otros. Y eso no, don Fernando; ¡yo
sé lo que son estas cosas del cariño y...! Usté lleva aquí poco más d'un mes y
no conoce a Rosa.
FERNANDO
No
está mal el proyecto. Gracias, muchacha; gracias por el aviso.
JACINTA
(Dirigiéndose
al taller) Favor por favor.
FERNANDO
Está
bien. Creo que me has pagado con creces.
JACINTA
(Aparte,
haciendo mutis) Si Se burla de él, ¡la saco los ojos!
ESCENA XI
Fernando
y Braulio.
BRAULIO
(Por
la derecha) Prontito ha despachado usté hoy, don Fernando.
FERNANDO
(Preocupado)
Sí.
BRAULIO
(Iniciando
mutis por la oficina) ¿No entra usté?
FERNANDO
No.
Dígale al jefe que el permiso que le he pedido es para esta tarde.
BRAULIO
Está
bien. (Hace mutis)
FERNANDO
(Sumido
en sus reflexiones) ¡Burlarse de mí! Lo veremos.
ESCENA XII
Fernando,
Rosa, Paca, Jacinta, Obreras, Obreros, Oficinistas, y a poco, Una Señorita.
(Música)
ROSA
(Por
la derecha, con Paca)
Tenga
muy buenas tardes,
señor
cajero,
y
conteste si quiere
corresponder;
pues
pensando en las cuentas
y
en el dinero,
no
hace caso al saludo
de
una mujer.
(Van
entrando, por la derecha, Obreras, Obreros y Oficinistas, que observan desde la
izquierda el diálogo de Rosa y don Fernando. Entre los Empleados se destaca la
figura de un señor de bastante edad, con gafas y bastón, que se supone es el
jefe de la oficina. Don Facundo)
FERNANDO
Yo
he debido estar ciego,
Rosa
hechicera,
cuando
no me he quemado
con
su mirar,
pues
sus ojos ladrones
son
dos hogueras.
ROSA
Mire
usté que no vale
desagerar.
Pues
no son cosa de maravilla
ni
son carbones para quemar.
(Jacinta
asoma tras la ventana, observa un instante, y luego sale a escena por la puerta
del fondo)
FERNANDO
Pues
yo le juro
que
muy adentro
me
han abrasado
con
su mirar.
ROSA
Todo
eso es labia
tan
solamente,
que
muy prontito
lo
va a olvidar.
(Aparte)
JACINTA
y OBRERAS
Ya
ha tendido las redes
a
don Fernando.
OBREROS
y EMPLEADOS
Y
como él se descuide
lo
va a pescar.
(Hablado sobre la música)
SEÑORITA
(Por
la derecha)
Buenas
tardes. Fernando,
cuando
tú quieras.
FERNANDO
Ahora
mismo, preciosa.
Queden
con Dios.
JACINTA
¡Chica,
vaya un refresco!
PACA
¡Quién
lo dijera!
ROSA
(Despechada
y burlona)
Don
Fernando es muy serio;
Como
él no hay dos. (Ríe con fuerza)
(Cantado)
FERNANDO
(Separándose
en la puerta de la Señorita que acompaña y encarándose con Rosa)
Cuando
un hombre de bien
dice,
como yo, su sentir, .
no
es justo el desdén
ni
es noble el reír;
que
esa risa es quizá
un
poco de amargura
que
en su pecho está
empezando
a herir.
Sólo
en la apariencia
no
debe fiar,
que
hasta la experiencia
se
suele engañar.
ROSA
No
he pedido nunca su consejo,
puesto
que no hay nada entre los dos.
FERNANDO
Con
su orgullo la dejo,
perdone...,
y adiós.
(Hace
mutis derecha, dando el brazo a la Señorita, mientras Rosa da vivas muestras de
contrariedad)
JACINTA
y OBRERAS
Mírala
como rabia,
la
presumida.
OBREROS
y EMPLEADOS
Esta
vez de sus redes
el
pez se va.
ROSA
(Con
indignación)
Yo
les prometo a todos
que
me las paga;
se
lo juro por éstas.
(A
Paca) Vamos. (Se va precipitadamente por la. derecha, seguida de Paca)
Todos
¡Ja,
ja, ja, ja!
(Suena
la campana de la fábrica. Cuadro y telón )
CUADRO SEGUNDO
Plaza
de la Cruz Verde, en los barrios bajos madrileños. Al fondo la artística fuente
que decora este bonito rincón del Madrid viejo. De la fuente no debe caer agua.
A la derecha, a la puerta de un bar, dos veladores con sus correspondientes
banquetas y tres grandes plantas de las llamadas de laurel. Es por la tarde.
ESCENA PRIMERA
Braulio,
Un Amigo y Un Camarero.
BRAULIO
(Por
la derecha, con un Amigo) Mira, aquí podemos refrescar; yo Convido. (Se sientan
a un velador) Hoy he salió de la oficina con reseco, y es que tú no te pues
imaginar lo que da que hacer el Libro mayor y el Diario.
AMIGO
¿Pero
tú llevas esos libros?
BRAULIO
Cuarenta
veces de un lao para otro.
CAMARERO
¿Qué
va a ser?
BRAULIO
Dos
de horchata.
CAMARERO
La
estamos haciendo.
BRAULIO
Pues dos de ceba.
CAMARERO
Se
nos h'acabao.
BRAULIO
¡Mi
madre, qué a tiempo!
CAMARERO
Mañana
la habrá riquísima.
BRAULIO
Pues
denos usté número pa mañana.
AMIGO
Por
mi parte, como la cuestión es refrescar, tráigame usté un bocadillo de anchoas.
CAMARERO
De
eso no tenemos.
BRAULIO
Quita,
hombre. ¡Vas a hablarle al señor de cosas extranjeras!
AMIGO
Pues
usté dirá lo que hay.
BRAULIO
¿Tié
usted calcetines?
CAMARERO
Señor,
es que han llegao ustés en un momento en que se está esperando el género.
BRAULIO
No
te digo que lo reciben de París. (Levantándose) Vámonos, tú, que aquí le
engolosinan a uno y se le van las perras.
AMIGO
Traspase
usté el establecimiento, que no le pesará.
BRAULIO
Y
no espante a las moscas, pa que tenga usté algo. (Haciendo mutis por la
izquierda, con el amigo) ¡Nos ha fastidiao el amigo Turnié!
(El
Camarero marcha por la derecha)
ESCENA II
Rosa
y Paca.
ROSA
(Por
el fondo derecha, con Paca) Tampoco está aquí.
PACA
Sí
que me extraña.
ROSA
Toa
la semana esperándome a estas horas pa acompañarme, y hoy...
PACA
Habrá
dao la espanta.
ROSA
Está
muy colao, pa eso.
PACA
¿Pero
se te declaró al fin?
ROSA
¿Pa
qué? Hay cosas que no hacen falta decirlas. Somos dos buenos amigos, hasta que me
canse del bromazo y le dé la absoluta.
PACA
¡Miá
que el susto que te llevaste con la hermanita!
ROSA
A
cualquiera le pasa otro tanto. La vi entrar, hablarle de tú y cogerle del
brazo...
PACA
Y
tú dijiste...
ROSA
Yo
dije: pues me se han acabao los veinte del carrusel. (Mirando a lo lejos) Mira
a ver si es aquel que asoma.
PACA
Ni
soñarlo. Tiene don Fernando mejor tipo.
ROSA
¿Verdá
que sí?
PACA
Salta
a la vista. Pero vamos pa casa, que mi padre se pone al siete si tardo.
ROSA
Puede
que no haya salido don Fernando de la oficina.
PACA
Antes
que nosotras; lo vi pasar pa la calle.
ROSA
(Con
coraje) Si me da plantón, soy capaz de...
PACA
¿Pero
lo tomas a pecho?
ROSA
Es
que no me quiero perder la sesión de risa de toas las tardes.
PACA
¡Miá
que no darse cuenta del pitorreo, y convidarnos encima! Es más atontao que Charló.
(Viendo que Rosa se sienta próxima a un velador) Pero, ¿c'haces?
ROSA
Descansar.
PACA
Pues
ahí te dejo; no quiero encontrarme con el chico levantao.
ROSA
¿Qué
chico?
PACA
De los dos garrotes que usa mi padre, el más pequeño, que es el que no se
parte.
ROSA
Anda
con Dios.
PACA
Hasta
mañana. (Haciendo mutis por la izquierda) Si lo tropiezo, le diré que estás
aquí.
ESCENA III
Rosa
y Camarero. A poco, Señá Remedios y Goro.
ROSA
(Con
mal humor creciente) ¿Será Capaz de no venir? ¡Ay, ese no me conoce! Si se ha
pensao que porque una es una obrera...
CAMARERO
(Limpiando
la mesa con el paño) ¿Qué quiere usté, preciosa?
ROSA
¡Un
rayo!
CAMARERO
S'han
acabao. Tenemos Cazalla que no es tan fulminante.
ROSA
Déme
usté uno de horchata.
CAMARERO
Tampoco
hay.
ROSA
¡Ay,
qué gracioso! Entonces, ¿qué tién ustés?
CAMARERO
¡Mucha
paciencia pa aguantar a la parroquia! ¿Le hace a usté una bolita, princesa?
ROSA
Cualquier
cosa, hombre; pero déjeme usté en paz.
CAMARERO
Volando.
(Mutis derecha)
REMEDIOS
(Por
la izquierda, con Goro, a quien trae cogido del brazo. Goro padece un ataque de
ictericia. Viste su trajecito de los días de fiesta y luce una hermosa corbata roja,
que contrasta con lo amarillo del rostro. Viene desmadejado y con la vista
clavada en el suelo)
Amos,
levanta la vista y mira el paisaje. Ya sabes que te ha recomendao el médico campo
a to meter.
GORO
Sí.
Y ver correr el agua.
REMEDIOS
Pero
tú, como si no.
GORO
Ya
me dejé anoche el grifo abierto.
REMEDIOS
No
lo tomes a chufla, que como no pongas algo de tu parte, la tiricia acaba
contigo. ¡Malditos amores!
GORO
Madre,
no me los miente usté.
REMEDIOS
Pero
¿que t'ha dicho tu padre, pa que no t'acerques más a esa chica?
GORO
Cambie
usté el disco, madre.
REMEDIOS
¿Es
que no te doy yo permiso pa que esta misma tarde, sin ir más lejos, la busques
y la pegues un par de besos donde tengas por costumbre?
GORO
Que
se calle usté, que me se sube el pavo.
REMEDIOS
¡Que
te crees tú eso! Tal como estás, no te se sube el pavo aunque le pongas
ascensor.
CAMARERO
(A
Rosa) Joven, ¿le daría a usted lo mismo otra cosa cualquiera?
ROSA
¿Por
qué?
CAMARERO
Porque
se nos han acabao las bolitas.
ROSA
¡Anda!
|Pues sí que es esto el Madrí-París de los refrescos! Mañana vengo a comer aquí
a la carta. (Hablan bajo, y se marcha el Camarero)
REMEDIOS
Oye,
Goro, mira dónde está la Rosa. (Bajando la voz) Ahí tiés una mujer que te podía
devolver los colores.
GORO
Que
no me hable usté de eso..., o me voy.
REMEDIOS
(A
Rosa) ¿Qué haces tú aquí, chica?
ROSA
Tomando
el fresco. Siéntense ustés y pidan lo que quieran, que aquí hay de to.
REMEDIOS
(Sentándose,
así como Goro) Yo te hacía ya en tu casa.
ROSA
Pues
ya ve usté que no.
REMEDIOS
¿Es
que no ha habío hoy escolta?
ROSA
Me
he cansao de ese lujo.
REMEDIOS
¡Anda,
pues yo creí que el que se había cansao era él!
ROSA
¡Ay,
qué gracia! Sería el primer caso.
REMEDIOS
Lo
digo porque como le vi salir de “Los Claveles” antes que tú, y meterse en un taxi
con la... dama del otro día.
ROSA
Su
hermana.
REMEDIOS
Que
dice él; pero se le parece como una servidora a la Pastora Imperio.
ROSA
(Sin
poder reprimir su coraje) Bueno... ¿Y qué? ¿Y qué?
REMEDIOS
(Remedándola)
Bueno... ¡Pues na y na!
CAMARERO
(Con
una caña de cerveza) Grosella, no había; pero le traigo a usté una caña.
ROSA
(Levantándose
y apartándole bruscamente) Pues con esa caña se hace usté un bastón, so primo.
CAMARERO
¡Pero
oiga!
ROSA
¡Que
ya he refrescao!
CAMARERO
¡Camará
con la socia! (Ofreciéndole la cerveza a la Seña Remedios y a Goro) ¿Les hace a
ustés?
REMEDIOS
Se
nos hace tarde. Ahueca, Goro, que aquí no Corre la fuente. (Mutis del Camarero
por la derecha, bebiéndose la cerveza)
GORO
¡Con
lo bien que estaría yo en la cama!
REMEDIOS
Anda,
chico, vamos a seguir la turné. (A Rosa) Que te se pase el colorín.
GORO
Pero,
¿ande vamos?
REMEDIOS
Al
Manzanares, a saludar a las truchas. (Marchan por la derecha)
ESCENA IV
Rosa.
Luego Fernando y Una Señorita.
ROSA
¡Que
no es su hermana! ¿Querrá saber esta bruja más que yo?... Pero, ¿por qué no viene?
(Música)
¿Qué
te importa que no venga?,
me
aconseja el pensamiento.
Y
aunque yo quiero escuchar
lo
que dice la razón,
no
me deja el corazón
marchar.
Si
no sé por qué le espero;
si
es tan sólo por reírme,
¿cómo
no me puedo ir
y
por qué, en vez de reír,
pienso
que voy a morirme?
¡Quién
me había de decir
que
en el fuego de un querer
mi
ventura había de morir!
¡Ay,
Virgen santa querida,
consuela
tú mis dolores,
o
acabará con mi vida
el
mal de mis amores!
Que
amor nacido entre burlas
pronto
se sabe vengar.
Burlas
y risas, que hacen llorar.
¡Maldito
sea mi sino!,
¡maldita
sea mi suerte!,
porque
te vi en mi camino
y
llegué a quererte.
¡Si
pudiera yo tener
corazón
y voluntad
para
al fin poderle aborrecer!...
(Hablado sobre la música)
(Viendo
venir a Fernando) ¡Al fin!
FERNANDO
(Mirando
hacia atrás) ¡Vamos, no te entretengas! (Aparece por el mismo lado una
Señorita, se coge del brazo de Fernando, y ambos cruzan la escena hasta hacer
mutis por el fondo derecha, hablándose amartelados)
ROSA
¡Con
ella!
(Cantado)
¡Maldito
sea mi sino!,
¡maldita
sea mi suerte!,
porque
te vi en mi camino
y
llegué a quererte.
¡Quién
me había de decir
que
en el fuego de un querer
mi
ventura había de morir!
(Hace
mutis, llorando, por la primera izquierda).
ESCENA V
Señá
Remedios, Goro y Señor Bienvenido.
BIENVENIDO
(Con
Señá Remedios y Goro, por la derecha) Pero, ¿ande caminaban ustés, con esa
melancolía?
REMEDIOS
Iba
a darle al chico una vuelta por la Pradera; pero he desistió, porque, al paso
de éste, nos la vamos a encontrar cerrá. ¿Cómo le encuentra usté hoy?
BIENVENIDO
(Observándole)
Hombre, paece que está menos alimonao. (A Goro) Alegra esa cara, chico. ¿T'has
hecho del Somatén?
GORO
(Indicando
a Seña Remedios) ¿Lo dice usté por la carabina?
BIENVENIDO
Y
por la corbata.
GORO
(Lloriqueando)
¡Maldita siá! Encima, pitorreo.
REMEDIOS
Pero
¿qué correa es esa?
BIENVENIDO
Amos,
¿le paece a usté? Igual le pasa a mi sobrina. Le pregunto hoy que a cuántos estamos,
y me se echa a llorar, que ni que estuviera celebrando una feméride lutosa.
REMEDIOS
(Indicando
a la derecha) Mira, Goro, acércate allí, que están regando, y medicínate, que ya
te daré una voz.
GORO
¿Por
qué no m'hace usté manguero, y le saldría más barata la receta?
BIENVENIDO
Anda,
galán, anda, antes que cierren la botica
GORO
(Alejándose
por la derecha, de mala gana) ¡Mire usté que el papelito!... ¿Por. qué no
lloverá?
REMEDIOS
Vamos
a ver. ¿Usté pué decirme por qué se le ha puesto a mi marido en la sesera hacer
infelices a los chicos?
BIENVENIDO
¡Vaya
usté a adivinarlo! Manías del hígado.
REMEDIOS
Pero
lo chocante es que Goro, que nunca le ha hecho caso a su padre, porque pa eso
lo he educao yo a mi gusto, no se atreve ahora a desobedecerle ni contando con
mi ayuda. Aquí pasa algo raro, señor Bienvenido.
BIENVENIDO
Puede.
REMEDIOS
Y
usté está en el secreto del sumario.
BIENVENIDO
Puede
que puede.
REMEDIOS
Pues
se va usté a explicar, o vamos a perder las amistades pa toa la vida.
BIENVENIDO
¿Y
qué voy yo ganando con explicarme?
REMEDIOS
¿Es
que quié usté comisión?
BIENVENIDO
El
amor es exigente desde que nació de Venus, seña Remedios. Yo no puedo ocuparme del
bien de los chicos, estando, como estoy, sufriendo el suplicio de Tiéntalo.
REMEDIOS
¿Y
qué es eso?
BIENVENIDO
Pues
una cosa de la Mitología, que la ve usté pinta y la pone los pelos anquilosaos.
Yo hago felices a esos dos tórtolos en cuanto que usté quiera, pero pa eso es
menester que usté se apiade de mí.
REMEDIOS
¿Ya
estamos?
BIENVENIDO
Estaremos.
A mi sobrina y a Goro los pone un servidor en contazto, siempre que en el mismo
día firmemos usté y yo otro ayuntamiento.
REMEDIOS
¡Señor
Bienvenido, que no estamos en edad de meternos en política!
BIENVENIDO
En
la propia. Somos dos árboles desarrollaos que puén enredar las ramas.
REMEDIOS
Pues
tenga usté ojo, no se entere el alcalde que me rige y nos mande a don Cecilio.
BIENVENIDO
(Tratando
de abrazarla) Seña Remedios...
REMEDIOS
(Apartándolo) Cuidao, que ponen multa.
GOTO
(Por
donde se fue, con precipitación y nerviosidad) ¡Vámonos, madre, vámonos en
seguida!
REMEDIOS
¿Qué
pasa?
GORO
Que
viene la Jacinta p'acá; que no quieo verla; que me voy solo.
BIENVENIDO
Pues
es verdá que está ahí mi chica.
REMEDIOS
(A
Goro) Para, hombre, para; que no te va a comer.
ESCENA VI
Dichos
y Jacinta; luego, Señor Evaristo.
JACINTA
(Por
la derecha, tan descolorida y desmadejada como Goro, con voz dé agonizante)
Buenas tardes.
REMEDIOS
Requies
canti pacen. (Goro simula mirar hacia la izquierda, y da la espalda a Jacinta)
BIENVENIDO
Dido
y Anea.
REMEDIOS
¡Vaya
un par de mortuorias!
BIENVENIDO
¿De
ande vienes tú?
JACINTA
Del
Buen Suceso, de rezarle a las animas, y voy pa casa. (Muy compungida) Buenas
tardes, Goro.
GORO
(Sin
mirarla e iniciando mutis por la izquierda) Buenas tardes; que usté lo pase
bien.
REMEDIOS
¡Eh!
Para el carro, atontao.
JACINTA
(A
señá Remedios) ¿Está usté viendo? Ni mirarme quiere; como si hubiea una hecho
un crimen.
REMEDIOS
(Cogiendo
a Goro de una oreja y trayéndolo al lado de Jacinta) Venga usté acá. A
explicarse ahora mismo.
GORO
(Resistiéndose)
¡Madre, que me crece la tiricia!
REMEDIOS
No
se acaban unas relaciones sin más ni más.
GORO
¡Déjeme
usté!
BIENVENIDO
Déjele
usté, que se le va a poner dorao.
REMEDIOS
Perdería
yo el nombre que tengo. ¡A decir ahora mismo por qué te has rajao con la chica!
GORO
Pues
por...
(Asoma
por el fondo derecha el Señor Evaristo, y procurando dejarse ver sólo de Goro,
le impone silencio con amenazador ademán)
REMEDIOS
¡Venga!
JACINTA
Que
lo diga.
REMEDIOS
¿Por
qué t'has rajao?
GORO
(Sin
quitar la vista de su padre) No me haga usté hablar, que me van a rajar de
veras.
REMEDIOS
(Creciendo
en indignación y sacudiendo por un brazo a Jacinta) ¿Pero es que tú no te lo
pues imaginar, so mema?
JACINTA
(Llorando)
No, señora.
REMEDIOS
(Zamarreando
a Goro) ¡Pues me lo vas a decir, ladrón!
GORO
(Rompiendo
a llorar) No..., Señora.
REMEDIOS
(Con
mayor nerviosidad cada vez, cogiendo a señor Bienvenido por las solapas) Pero,
¿Cómo puede estar usté tan callao conociendo el secreto? ¡Hable usté, o le saco
los ojos!
BIENVENIDO
(Llorando
cómicamente) No…, Señora.
EVARISTO
(Adelantándose)
Pero, ¿qué es ésto?
BIENVENIDO
Na;
que nos hemos metió en juerga.
REMEDIOS
¡Hombre,
vienes que ni de encargo!
EVARISTO
(A
Goro) ¿Qué haces tú aquí estando ésa? (Por Jacinta)
REMEDIOS
El
ridículo. Pero yo me he propuesto que cada cosa quede en su sitio, y tú me vas
a ayudar.
EVARISTO
¿Cómo?
REMEDIOS
Explicándote.
EVARISTO
Remedios,
no insistas. ¿Te he negao yo algo en los veinte años que llevamos de razón social?
Pues cuando ahora no hablo, tendré mis motivos. (A señor Bienvenido) ¿No le
paece a usté?
BIENVENIDO
¡Claro!
REMEDIOS
Y
en esos veinte años de... comandita ¿se ha dejao de hacer alguna vez lo que yo
he querido?
EVARISTO
Nunca.
REMEDIOS
¿Pues
cómo te imaginas que yo me trague esta píldora sin saber quién me la receta, y deje
al chico convertío en un vendedor de collares? O te explicas ahora mismo, o una
servidora rompe contigo las bendiciones que nos echaron en Puerta Hierro.
EVARISTO
¡Remedios!
REMEDIOS
¡Que
no está todavía en quiebra el establecimiento y no le ha de faltar a una un
comerciante que quiera juntar las existencias!
BIENVENIDO
¡Y
olé!
EVARISTO
Pero,
¿hablas en serio?
REMEDIOS
Como
que esta noche misma uno de los dos no entra en casa.
EVARISTO
¿Que
te vas a quedar en la calle?
REMEDIOS
No,
si el que no entra eres tú.
GORO
No,
madre; separarse, no.
JACINTA
Por
mí no hagan ustés un disparate.
EVARISTO
¡Dita
siá la primera aglomeración morganática que s'hizo con organillo! ¡Dita siá la
primer mazurca que se bailó el primer atontao con...! (Transición) ¡Ni Dios le
dice a uno que se acuerde del hígado!
REMEDIOS
Lo
dicho.
EVARISTO
¿Que
te separas?
REMEDIOS
Y
me iré con otro.
EVARISTO
(A
señor Bienvenido) ¿Está usté viendo? (Al mismo, en voz baja) Echeme usté un
capote.
BIENVENIDO
Cuádrese
usté.
EVARISTO
Si
no pueo; si me tiene dominao. (Alto) Me voy, por no dar un escándalo en la vía
pública.
REMEDIOS
Vete
buscando posa pa esta noche.
GORO
¡Madre!
EVARISTO
(Cogiendo
de un brazo a Bienvenido) Aconséjeme usté. ¿Qué hace un hombre en este caso?
BIENVENIDO
Yo
que usté...
EVARISTO
¿Qué?
BIENVENIDO
Alquilaba
una alcoba.
(Hacen
mutis, derecha, cogidos del brazo)
ESCENA VII
Señá
Remedios, Jacinta y Goro.
GORO
Yo
se lo diré a usté todo; pero no haga usté eso.
REMEDIOS
¡A
ver, habla!
JACINTA
(Aproximándose
a los dos) Pronto, di lo que sea.
GORO
Pues
yo no puedo casarme con ésta, porque ésta es hija de mi padre.
JACINTA
¿Yo?
REMEDIOS
Pero,
chico, ¿qué dices?
GORO
Mi
padre me lo ha contao. La madre de ésta y él se conocieron, y...
REMEDIOS
¡Acabáramos!
JACINTA
No
es verdá; mi madre no pué hacer eso.
GORO
Mujer,
si la ayudaron...
REMEDIOS
¿De
modo que...? (A Goro) Pues abraza a tu novia.
JACINTA
¿A
mí?
GORO
Pero,
¿cómo?...
REMEDIOS
Con
mucha fuerza.
GORO
¿Está
usté loca?
REMEDIOS
Los
que estáis en el limbo sois vosotros. ¡Abrázala, hombre!
GORO
Es
que...
REMEDIOS
Que
ésta será hija de tu padre, pero de hermana tuya no tié ni un pelo.
JACINTA
Pero,
¿eso es posible?
REMEDIOS
¡Si
lo sabré yo! Tu padre está en Barcelona.
(Empuja
el uno hacia el otro y ambos se abrazan. Telón)
CUADRO TERCERO
San
Antonio de la Florida. Al fondo, fachada principal de la iglesia. Es de día.
ESCENA PRIMERA
Señá
Remedios, Jacinta, Señor Bienvenido y Goro. Salen, por la izquierda, Jacinta y Goro, amarteladísimos. Este ha vencido la ictericia
y tiene unos colores que da gusto. Detrás de la pareja vienen señá Remedios y
señor Bienvenido; la primera lleva una gran
cesta
con la merienda)
REMEDIOS
Que
no corráis mucho; que con el entusiasmo vais en cuarta. (Soltando la cesta en
el suelo) ¡Jesús! Tomaremos un respiro.
(Jacinta
y Goro se detienen, sin despegar la hebra)
BIENVENIDO
Pero
¿va usté cansá?
REMEDIOS
No;
gracias a la ayuda de usté.
BIENVENIDO
¡Haberlo
dicho! Procupao con la otra cesta... (Indicando a los novios), pues creí que las
dos las llevábamos a medias.
REMEDIOS
Bueno.
Oído al parche, tortolillos: una servidora no llega hasta Puerta Hierro aunque
la pongan eslipín.
GORO
¡Cómo!
¿No vamos a merendar allí?
REMEDIOS
Nos
sentaremos ahí, a la derecha, que también hay verde.
GORO
Pero
aquel campo es más bonito.
REMEDIOS
|Miá
tú qué te importará el campo! ¡Si que vienes en plan de copiar el paisaje!
BIENVENIDO
Como
que yo los he visto amartelaos, pero como vosotros, ni en la Mitología.
JACINTA
Vamos
donde usté quiera, mamá.
REMEDIOS
No
te esfuerces por amarrarlo, chica, que lo tiés bien sujeto. A ti no te pasa lo
que a la Rosa con don Fernando, que se creía que lo tenía dormío y le ha
resultao un sereno.
BIENVENIDO
Me
da el corazón que hoy vamos a acabar de arreglarnos usté y yo.
REMEDIOS
Puede.
BIENVENIDO
Sin
titubeos, señá Remedios. Usté debe estar convencía de que del señor Varisto a
un
servidor
hay una caminata.
REMEDIOS
Pué
que no esté tan lejos.
BIENVENIDO
Hablo
en símili. El señor Varisto está ya demostrao que es un candido, ¿No es así?
REMEDIOS
Hombre...
Si es verdá lo que usté m'ha contao, es pa vestirle de blanco y retratarlo con corona
d'azahar y una palmita.
BIENVENIDO
Pues
¿por qué ha de estar usté aguantando a semejante colegiala? A usté le conviene un
gachó de mundo, capaz de engañar a un chófer.
REMEDIOS
¿Y
usté?
BIENVENIDO
Yo
monto en taxi, y no corre el contador.
REMEDIOS
¡Mi
madre, qué negocio! ¿Y por qué no pone usté una para de viajeros?
BIENVENIDO
De
vi... (Con entusiasmo) ¡Olé las mujeres anchoas! Es usté la acaparadora de la
sal.
REMEDIOS
Bueno,
bueno. Vamos a buscar por ahí la sombra d'un árbol. (Se dispone a coger la
cesta)
BIENVENIDO
(Deteniéndole
el brazo) ¿Qué va usted a coger?
REMEDIOS
Quite;
si ya he descansao.
BIENVENIDO
|No
faltaba más, hombre! Me se caería a mí la cara e vergüenza, (A Goro) Chico,
agarra
esto.
(Goro obedece) Cuando te canses, me lo dices; que... ya te echará una mano la
chica. (A señá Remedios) Voy a consentir yo que usté... ¡Yo soy un caballero!
REMEDIOS
(Aparte,
haciendo mutis con todos por la segunda derecha) ¡Tié menos vergüenza de lo que
yo m'había figurao!
ESCENA II
Femando
FERNANDO
(Por
la izquierda; luego de mirar en varias direcciones, saca del bolsillo una carta
y pasa por ella la vista) Me dice que la espere. (Ríe) El asunto va mejor de lo
que yo creía.
(Música)
¡Mujeres!
Mariposillas
locas
que
jugáis con los quereres
y
vais de flor en flor.
¡Mujeres!
Tiranas
de la vida;
muñecas
del amor,
de
ese bendito amor que es vida.
(Hablado sobre la música)
Que
es vida, mujer, y ya lo vas aprendiendo. Dice que me cita por última vez; que
no volverá a llamarme. Como todas. Creen que amenazan, y suplican.
(Cantado)
¡Mujeres!
De
celos vais muriendo
cuando
estáis desdén mintiendo,
y
no sabéis mentir.
(Hablado sobre la música)
Se
os nota la mentira, pero vosotras no os dais cuenta.
Sufrís
y hacéis sufrir por vanidad,
por
capricho; caprichos de niñas mimadas
que
tienen la cabeza a pájaros.
(Cantado)
Chiquillas
locas,
¿quién
os entiende,
ni
quién comprende
vuestra
alma de mujer?
Si
el hombre os rinde
su
sentimiento,
¿por
qué el tormento
de
padecer?
Reinas
con tronos de amores,
¿por
qué van tras los dolores
vuestras
almas de mujer?
La
vida os da el contento;
¿a
qué el tormento
de
padecer?
¡Mujeres!
Mariposillas
locas
que
jugáis con los quereres
y
vais de flor en flor.
¡Mujeres!
Tiranas
de la vida;
muñecas
del amor,
de
ese bendito amor que es vida.
(Hablado sobre la música)
No
hay en vosotras más que egoísmo y maldad.
Pobre
del que fía de vuestro cariño
Hacéis
burla de todo. Sois engañosas, volubles, falsas.
(Cantado)
¡Mujeres!...
¡Y
qué bonitas son!
ESCENA III
Fernando
y Señor Evaristo.
EVARISTO
(Por
la izquierda, muy nervioso, a Fernando) ¡Menos mal que lo encuentro a usted!
FERNANDO
¿Qué
le pasa, señor Evaristo?
EVARISTO
¡Que
necesito que me siga usted aconsejando, porque me pierdo! (indicando hacia la
derecha) Mire usté p'allá, y dígame si no pué ser esto el principio de un
drama.
FERNANDO
(Mirando
hacia la derecha) ¿Eh? ¡La señora Remedios y...!
EVARISTO
Y
familia. Están buscando un árbol bien frondoso, y m'alegraré que lo encuentren,
porque de ca rama voy a colgar a uno. A merendar, ¿eh? A merendar con ese
sinvergüenza, y en casa ni una miga pan pa un servidor... ¡Si no mirara!... ¡Dita
siá!
FERNANDO
No
se acalore.
EVARISTO
¡Amos,
c'haberme dejao esta noche en mita la calle!...
FERNANDO
¡Ah!
¿Con que también...?
EVARISTO
¡Pero
de qué modo! ¡A mí, que compré la cama; porque ella no ha llevao más ajuar que
un baúl vacío ande se suicidaban los ratones, pa que usté se entere! ¡Negarme a
mí la entra en mi casa!
FERNANDO
A
eso ya no hay derecho. Ha debido usted tener energías.
EVARISTO
Usté
no la conoce. La dije que si no descorría el cerrojo le iba a prender fuego a
la casa,
y
me echó las cerillas por debajo la puerta. ¡Dita siá!... ¡Déjeme usté, don Fernando!
¡Déjeme usté, que esta noche llena un servidor la primera hoja de los
periódicos!
FERNANDO
¿Quiere
usted hacerme caso? Déjelos usted que merienden.
EVARISTO
Y
luego les pago el café, ¿no?
FERNANDO
Luego,
con mucha calma, se presenta usted a ellos, y a ver qué pasa.
EVARISTO
Pero,
¿podré aguantarme tanto tiempo?
FERNANDO
¿Por
qué no?
EVARISTO
Es
que usté no sabe cómo tengo de inflamao el hígado. Mire este bolsillo del
chaleco: paece que llevo aquí el sueldo del mes, en calderilla. En fin,
aguardaremos. Véngase usté ahí al lao a tomar una copa, que no los quiero
perder de vista.
FERNANDO
Se
lo agradezco. Yo tengo que hacer ahora.
EVARISTO
Ta
bien. (Asomándose a la derecha antes de hacer mutis) Toavía no han encontrao
ande sentarse. ¡Mire usté no les tocara encima un avispero! (Mutis primera
derecha)
FERNANDO
(Mirando
hacia la izquierda) ¡Ella! (Entrando en la iglesia) ¡Que piense que aún no he
venido!
ESCENA IV
Rosa
y Paca; luego, Fernando.
ROSA
(Con
Paca, por la izquierda) ¿Ves Como no?
PACA
Pues,
hija, yo juraría que desde lejos...
ROSA
Si
no acude a la cita, soy capaz de ir a su casa. De mí no se ríe ningún hombre.
PACA
Pero,
¿no habíamos quedao en que la que se iba a reír eras tú?
ROSA
Toavía
no se ha dicho la última palabra.
PACA
Vamos,
déjate de disimulos y confiesa la verdá. Tú estás enamora de don Fernando.
ROSA
¿Yo?...
¿Yo, que no le puedo ver? ¡Le odio! De buena gana le cogía y le... (Rompiendo a
llorar) ¡Dita siá, la hora en que le conocí!
PACA
Si
eso no se parece a lo que yo digo, que me decomisen.
ROSA
¿Quiés
callar?
PACA
¡Pues,
hija, no valía la pena el estar haciendo un mes seguidito de burladora de
puerta cerra, pa luego acabar en las afligías!
ROSA
¿Tú
también quiés mortificarme?
PACA
No
te sofoques. Ya perdí la onda.
FERNANDO
(Por
la iglesia) Buenas tardes, Rosita y compañía.
PACA
Buenas
tardes. (Bajo a Rosa) Míalo qué tranquilo. (Alto, encaminándose a la iglesia)
Ahí te quedas. Me voy a ver los otros frescos.
(Mutis)
ESCENA V
Rosa
y Fernando.
(Música)
FERNANDO
(Aproximándose
a Rosa, que se ha sentado volviéndole la espalda con enojo)
¿Por
qué vuelve la cara
la
más hermosa de las mujeres?
¿Es
que no quiere mirarme,
o
es que quizá escucharme no quiere?
Míreme
la mocita,
que
aquí hay un hombre que necesita
mirar
su cara bonita.
ROSA
No
se canse en decirme
las
mismas flores de tos los días;
esas
no puén alegrarme;
son
otras las que han de darme
alegría.
Quien
se lleve la prenda
de
mi cariño, será sincero.
Que
me comprenda
y
diga con el corazón: ¡Te quiero!
FERNANDO
Rosita...
ROSA
¿Qué
quiere?
FERNANDO
Decirla
que no se desespere;
sus
gratas ilusiones
bien
pueden realizarse.
ROSA
Guárdese
sus intenciones
y
más no quiera burlarse.
FERNANDO
Yo
soy un buen amigo
y
siento lo que digo.
ROSA
Quizá.
(Aparte)
(A dúo)
ROSA
¡Ay!
No sabe que estoy ciega,
que
mis palabras me están vendiendo,
y
aunque no quiera,
mi
cara de dolor lo está diciendo.
FERNANDO
¡Ay!
No sabe que está ciega,
que
sus palabras la están vendiendo,
y
aunque lo niega,
su
cara de dolor lo está diciendo.
(Los
dos aproximándose el uno al otro con pasión)
Di
que en mí te miras
y
que es mío el aire que respiras.
Dilo
sin temores,
y
que al fin te salven mis amores.
Dilo,
vida mía,
y
en tus ojos brille la alegría.
(Hablado sobre la música)
FERNANDO
(Apartándose
bruscamente de ella) Rosa...
ROSA
(Sorprendida)
¡Fernando!
FERNANDO
Olvidemos
este momento Yo..., yo soy casado.
ROSA
(Cubriéndose
el rostro con las manos) |Qué vergüenza! (Entra sollozando en la ermita
mientras Fernando se aleja por la izquierda)
ESCENA VI
Señor
Evaristo. A poco, Señá Remedios, Jacinta, Señor Bienvenido y Goro.
EVARISTO
(Por
la derecha) ¡Eh! ¡Don Fernando! Na; que se marcha. ¡Con la falta que me hace
tenerle al lao pa que me sujete! (Mirando en la misma dirección) ¡Y ya vuelven
ésos! ¡Coraje, Evaristo, coraje! Que no paezca que eres tú el que ha delinquió.
Tú eres el juez, y ella, la rea. ¿La rea? No me suena bien esto.
REMEDIOS
(Con
Jacinta, Goro y Bienvenido, por donde se fueron)
¡Ja,
ja, ja! ¡Qué tío más salao! Pero, ¿cómo no estará usté en presidio? ¡M'hace usté
una gracia!
GORO
(Bajo,
a la señá Remedios) Madre, que está ahí... el que pué ser mi padre.
REMEDIOS
Desde
las cuatro de la tarde; ya lo sé.
GORO
(Bajo,
a Jacinta) ¡Ay, Jacinta, que me estoy oliendo una tragedia!
JACINTA
(Bajo,
a Goro) ¡Ca, hombre! Tú no sabes cómo corre mi tío.
EVARISTO
(Aproximándose
al grupo, con más miedo que cólera) Y si yo empezara ahora a tiros con los
cuatro, ¿qué diría la gente?
REMEDIOS
Que
había fuegos artificiales.
EVARISTO
¡REMEDIOS!
Que me está pasando una nube por los ojos y os estoy viendo retrataos de cubito
supino.
REMEDIOS
Mira,
déjate de fotografías, y no amenaces, que lo que va a haber aquí van a ser bofe
tas. Ya me conoces.
BIENVENIDO
¡Olé
las matronas casi romanas!
EVARISTO
(Aparte)
¡Por qué la conoceré, hombre!
BIENVENIDO
(Bajo,
a seña Remedios) Rompe usté Con él y déjeme la vacante.
EVARISTO
(Aparte)
Bajaremos el tono. (Alto) ¿Pero, es que has perdió el juicio, Remedios?
REMEDIOS
¿Yo?
Explica el porqué de la pregunta.
EVARISTO
En
primer lugar, por el crimen moral que estás cometiendo al dejar que los chicos
se atortolen. Tú no sabes que...
REMEDIOS
Yo
lo sé to. A otra cosa.
EVARISTO
En
segundo lugar, por el «flis» que has entablao con esa calamidá que te acompaña.
BIENVENIDO
¿Yo?
REMEDIOS
¡Eh,
poco a poco! Este señor no es una calamidá, pa que te enteres.
BIENVENIDO
Gracias,
chacha.
REMEDIOS
Este
señor es un sinvergüeza.
BIENVENIDO
¿Cómo?
REMEDIOS
De
cuerpo entero. A quien yo le he tirao de la lengua pa convencerme de la cantidá
de primo que tengo por hombre.
EVARISTO
Explícate...
BIENVENIDO
¡Seña
Remedios!
REMEDIOS
Me
voy a explicar, (A Jacinta y Goro) Chicos, acercarse adonde hemos estao
merendando, y a ver si encontráis las llaves... que me he dejao encima de la
cómoda,.en casa.
JACINTA
(A
Goro) ¿Has entendió?
GORO
(A
Jacinta) Sí, que aquí sobran dos. (Mutis derecha, con Jacinta)
ESCENA VII
Señá
Remedios, Señor Evaristo y Señor Bienvenido.
REMEDIOS
(Con
indignación a señor Evaristo) Esa chica no es hija tuya, so mamarracho.
BIENVENIDO
¿Pero
va usté a decir?...
REMEDIOS
La
niña que tuviste con la «virtuosa» hermana de este «caballero», murió de la
meningitis un día que vio un retrato de su tío.
BIENVENIDO
No
la haga usté caso.
EVARISTO
Sigue.
REMEDIOS
La
Jacinta, pa que te enteres, es fruto de otros amores de la susodicha dama con
un guardia de la porra.
BIENVENIDO
Eso
no.
REMEDIOS
Usté
me lo ha dicho, pa poner en ridículo a éste. ¡A éste, a quien ha estao usté
sacando las entretelas, haciendo de drama de Calderón! Aquí tiés explica la
película. ¿La ves clara?
EVARISTO
Desde
preferencia.
BIENVENIDO
Ya
comprenderá usté, señor Varisto, que la señá Remedios ha bebido unas miajas de más
y...
EVARISTO
¿Le
gustan las chuletas de riñoná?
REMEDIOS
(Apartándole)
Quita, hombre; eso es muy fino. A este señor hay que botarlo como a las
pelotas: con cesta. (Le da varios golpes con la cesta de la merienda, y señor Bienvenido
toma las de Villadiego a toda velocidad, por la derecha)
ESCENA VIII
Dichos.
A poco Rosa y Paca.
EVARISTO
(Abrazándola)
Gracias, Remedios. No sabes qué peso me has quitao de los hombros.
REMEDIOS
¡Pues
anda, que a tu amo!...
EVARISTO
Pero
has debió dejarme que le diera un puñetazo en la tripa.
REMEDIOS
No
te apures, que ya le dolerá; le he echao jalapa en el peleón de la merienda.
(Música)
(Recitado solare ella)
PACA
(Con
Rosa, por la iglesia) ¡Vamos, sécate esos ojos, que no te lo conozcan! Mira
quién está ahí.
(Rosa
guarda precipitadamente el pañuelo con que se enjugaba el llanto, y procura
disimular)
REMEDIOS
¡Hola,
chicas! ¿Estáis de devoción o de turismo?
PACA
Hemos
venío a rezarle al santo, y ésta se ha puesto un poco mala.
ROSA
No
es ná.
REMEDIOS
¿Quiés
que te acompañe?
ESCENA IX
Dichos
y Fernando.
FERNANDO
(Por
la izquierda) Si me lo permiten, la acompañaré yo.
ROSA
¡Fernando!
REMEDIOS
¡Jesús,
qué oportuno! ¿Ha caído usté d'un globo?
FERNANDO
(Aproximándose
a Rosa) Vamos.
ROSA
¿Pa
qué vuelve? ¿Es que quiere martirizarme?
FERNANDO
Quiero
desmentir lo que antes le dije. Yo, Rosa, no soy casado. Usted ha querido
burlarse de mí, y yo le he devuelto la burla.
PACA
(Aparte)
¡Vaya un gachó!
FERNANDO
Pero
ahora temo haber pecado de cruel, y vengo a decirle: ¿Quiere usted que seamos amigos
de veras?
ROSA
(Tendiéndole
la mano) ¡Sí!
(Hacen
mutis por la izquierda, mirándose con cariño)
PACA
Estos
amigos no tardan na en pedir un cura... (Mutis tras ellos)
ESCENA ULTIMA
GORO
(Por
la derecha, con Jacinta) Madre, no hemos encontrado las llaves, pero nos hemos
distraído la mar.
JACINTA
¿No
se le ha perdió a usté otra cosa, señá Remedios?
EVARISTO
¡Goro,
dale un abrazo a tu padre!
GORO
(Bajo,
a la seña Remedios) ¿Qué hago, madre?
REMEDIOS
(Bajo,
a Goro) Dáselo. ¡No vas a ir a Barcelona!
(Se
abrazan. Telón)
FIN DEL SAINETE
Información obtenida en:
https://archive.org/details/losclavelessaine18110serr
https://archive.org/details/losclavelessaine18110serr
Hermosa letra y bastante jocosa, veo el video y uso la letra para guiarme.
ResponderEliminarMe alegro que sea de utilidad. Esa es la idea.
EliminarSaludos.