LA REVOLTOSA
Sainete lírico en un acto,
dividido en tres cuadros, en verso.
Texto original de José López Silva y Carlos Fernández Shaw.
Música de Ruperto Chapí
Estrenada el 25 de Noviembre de 1897 en el Teatro Apolo de Madrid.
REPARTO (Estreno)
Mari-Pepa
– Isabel Brú.
Soledad
– Luisa Campos.
Gorgona
– Pilar Vidal.
Encarna
– Matilde Zapater.
Chupitos
– Srta. Zavala.
Una
Vecina – Srta. Palmer.
Chula
1ª – Srta. Carceller
Chula
2ª – Srta. Fernández.
El
Señor Candelas – José Mesero.
Felipe
- Emilio Mesero.
Cándido
– Emilio Carreras
Tiberio
– Eliseo Sanjuán
Atenedoro
– José Ontiveros.
Un
Vecino – Sr. Manzano.
Un
Niño, hijo de Cándido y Gorgona – Sr. Cornett.
Coro
general
La
acción en Madrid Epoca actual.
ACTO UNICO
Patio
de una casa de vecindad. Escalera que conduce al piso primero, en el que hay un
corredor, que da al patio. A la derecha, puerta del cuarto de Gorgonia y Cándido,
en primer término, y en segundo la del cuarto de Felipe. A la izquierda, la del
de Tiberio y Encarna. Al fondo están las de Soledad y Atenedoro. En el
corredor, las de Mari-Pepa y el señor Candelas. Esta, próxima a la escalera. En
el fondo, puerta ancha, que da a la calle. Todas estas puertas son
practicables. — Es de día.
ESCENA PRIMERA
Gorgonia,
Soledad, Encarna, Felipe, Cándido, Tiberio, Atenedoro, Chupitos, Un Niño, Una
Vecina, Un Vecino y Coro General. Al levantarse el telón, y en una mesa
colocada en el centro de la escena, juegan al tute Cándido, Felipe y Tiberio,
Atenedoro, que está sentado a la puerta de su cuarto, en mangas de camisa,
trata de templar una guitarra. Encarna y Soledad, en el corredor alto, cuelgan
unos faroles a la veneciana. Gorgonia, sentada a la puerta de su cuarto, peina
a su chico. Sale por el corredor la Vecina cuando lo marca el diálogo. El Coro
va entrando poco a poco en grupos sueltos, y debe estar reunido para el momento
en que Atenedoro concluye de cantar la primera de sus coplas
(Música)
TIBERIO
(A
Soledad y Encarna)
¡Vamos,
arza!
SOLEDAD
¿Tenéis
mucha prisa?
GORGONIA
(Dándole
un pescozón al chico)
¡Toma,
cerdo!
FELIPE
(A
Tiberio) ¡Tú robas!
NIÑO
(Llorando)
¡Mamá!
CANDIDO
(A
Gorgonia)
Deja
al chico, mujer, que esas cosas
las
coge cualquiera, (A Tiberio) ¿Verdá?
TIBERIO
(Bruscamente)
¡No sé ná!
FELIPE
¡Es
verdá!
CANDIDO
(Haciendo
una baza)
¡Veinte
en oros!
TIBERIO
¡Gachó,
te repites
más
que una morcilla!
FELIPE
¡Miá
que eres pesao!
NIÑO
¡Ay,
ay!
GORGONIA
¡Calla!
CANDIDO
(A
Chupitos, que ha salido del cuarto de Gorgonia y Cándido)
¡Chupitos!
CHUPITOS
¿Qué?
CANDIDO
(Dándole
dinero) Toma
y
tráete un paquete de a quince, picao.
CHUPITOS
¡Escapao!
(Vase a la calle)
VECINA
(Entrando)
|Hola!
ENCARNA
y SOLEDAD
¡Buenos!
CANDIDO
(Tirando
con rabia una carta)
¡Arrastro!
TIBERIO
¡Las
tripas!
VECINA
(Bajando
la escalera y mirando a un lado y otro)
¡Vaya
un lujo!
TIBERIO
(A
Encarna y Soledad)
Pero
hombre, ¿qué hacéis?...
¿Acabáis?
SOLEDAD
(Mirando
por el corredor y señalando a Atenedoro con picardía)
Pá
cuando ese concluya
la
guasa del temple.
CANDIDO
¡Pá
rato tenéis!
GORGONIA
¡Pá
las seis!
ENCARNA
(A
Gorgonia)
Diga
usted, ¿y esta diosa de arriba?
GORGONIA
¡No
la he visto asomar por aquí!
SOLEDAD
¡Vaya
un peine!
CANDIDO
¡Me
encarta!
ENCARNA
¡Qué
púa!
TIBERIO
¡La
sota de espadas!
FELIPE
¡Yo
monto!
CANDIDO
(Recogiendo la baza)
¡Pa
mí!
ATENEDORO
(Incorporándose
y con gran satisfacción)
¡La
cogí!
(Cantando)
Al
pie de tu ventana
vengo
a cantarte;
no
arrugues el hocico
que
ayer fue martes.
CANDIDO
¡Olé
los hombres
sacando
consecuencias!
ATENEDORO
¡Olé
con olé!
CORO
Sigue,
Atenedoro.
Chico,
canta más.
Vengan
otras coplas.
JUGADORES
¿Sus
queréis callar?...
CORO
No
nos da la gana.
(A
Atenedoro) ¡Canta más!
ATENEDORO
¡Allá
va!
(Se
oyen golpes en la puerta del cuarto de Mari-Pepa. Todos se vuelven y se oye la
voz de ésta diciendo:)
(Hablado)
MARI-PEPA
Vecino,
¿le sería a usted igual tocarse las narices? ¡Porque tengo la cabeza algo delicada!
GORGONIA
(Con
sorna) ¡Bas-tan-te! (Risa general)
(Música)
CORO
¡Ay
que la molestan
a su
majestad!
(A
Atenedoro)
Endílgale
unas coplas
de
las intencionas.
ATENEDORO
¡Allá
va!
Hizo
Dios el infierno
con
mil demonios
pa
algunas fanfarriosas
que
yo conozco.
CORO
(Y
con él, desde ahora, la Gorgonia, la Encarna y Soledad)
¡Duro
con ella!
¡Y
no te achiques! ¡Duro,
y
a la cabeza!
MARI-PEPA
(Dentro)
¡Por
eso se conoce
que
hay tantos congrios
que
quisieran morirse
pa
ser demonios!
(Entra
Chupitos con el tabaco que entrega a Cándido)
GORGONIA
(A
Atenedoro)
¡Anda
con ella,
que
paece que la escuecen
las
indirectas!
FELIPE
(Dirigiéndose
a las mujeres)
Tién
algunas mujeres
lenguas
tan pícaras,
que
debieran picárselas
pa
albondiguillas.
CORO
¡Bravo,
Felipe!
Olé
por los que saben
que
se dicen!
CANDIDO
A
ver si va a perderse
la
Mari-Pepa,
y
yo soy el gacholi
que
se la encuentra.
GORGONIA
¿Quieres
callarte?...
CORO
Que
se vayan los hombres
ó
que se callen.
HOMBRES
No
es verdad que ninguna
mujer
se pierda.
Quien
se pierde es el tonto
que
se la encuentra.
Pero
hay mujeres
que
pa darnos la lata
nunca
se pierden.
MUJERES
Si
no hubiera mujeres
tan
infundiosas,
luego
no pagarían
unas
por otras.
¿Habrá
tunantes?...
¡Que
se vayan los hombres
ó
que se callen!
HOMBRES
¡Esta
es la verdad
y
lo digo yo!
MUJERES
¡Eso
no es verdad!
¡Digo
yo que no! (Gran algazara)
ESCENA II
Dichos
menos Atenedoro, que durante el bullicio anterior entra en su cuarto con la
guitarra, y el Señor Candelas. Este aparece en la puerta de su cuarto con
pantalón de uniforme de inspector de policía urbana, en mangas de camisa y con
la teresiana puesta.
(Hablado)
CANDELAS
(Con
voz campanuda)
Pero,
¿qué escándalo es este?
FELIPE
(A
los que alborotaban)
Callaros,
que hacéis mal tercio.
GORGONIA
¡Anda,
lechón!
(Dándole
otro pescozón y haciéndole entrar en el cuarto)
NIÑO
¡Madre!
(Entra,
y detrás de él la Gorgonia y Chupitos)
FELIPE
(Jugando)
¡Copas!
CANDELAS
(Bajando
la escalera)
¡Puede
que sos falte tiempo
a
la noche en la verbena
pá
graznar! (A los del Coro)
¡Hala
pa dentro!
UNO
¡Andar,
que trae malas tripas!
UNA
¡Qué
valor! (Risas generales. Vase el Coro)
CANDELAS
(Al
pie de la escalera y fijándose en los que juegan)
¡Pues
hombre, bueno!
TIBERIO
(A
Felipe y Cándido, sin mirar al señor Candelas.
¡Vamos
a jugar con murga!
CANDIDO
¡No
le hagas caso, Tiberio!
FELIPE
¡Arrastro!
(Ha salido de escena todo el Coro)
ESCENA III
Soledad,
Encarna, el Señor Candelas. Cándido, Tiberio y Felipe.
CANDELAS
(Con
voz campanuda. Los demás no lo hacen caso)
¡Naturalmente!
¡¡Claro!!
Si los hombres serios
de
la casa, que debían
empezar
por dar ejemplo,
suelen
convertir el patio
en
un establecimiento
de
bebidas...
CANDIDO
¡Veinte
en copas!
CANDELAS
Si
las personas de peso
abandonan
su trabajo
pa
embrutecerse en el juego,
y
se llenan de azjetivos
denigrantes
por dos céntimos,
¿qué
va a querer uno que haga
la
gente de poco seso?
(Atenedoro
sale de su cuarto sin la guitarra y se acerca al grupo de jugadores)
TIBERIO
(Aparte)
¡Claro!
SOLEDAD
(A
Encarna. Han bajado después de colgar todos los faroles)
¡Adió,
chica!
ENCARNA
(A
Soledad) ¡Adiós!
FELIPE
(A
Cándido) ¡Anda!
SOLEDAD
(A
Atenedoro)
¡Oye,
que me voy pa adentro!
CANDIDO
(A
Soledad)
¿No
se queda usté al sermón
un
ratito?
SOLEDAD
¡Buen
provecho!
(Entra
en su cuarto. Encarna ya ha entrado en el suyo)
ESCENA IV
El
Señor Candelas, Cándido, Felipe, Tiberio y Atenedoro.
CANDELAS
(Volviendo
a la carga)
Si
algunos hombres casaos,
(Por
Cándido y Tiberio)
y
alguno que está pa serlo,
(Por
Atenedoro)
se
olvidan de lo legítimo
por
ir detrás de lo ajeno,
dando
pie pa que sus cónyugues
hagan
lo propio con ellos...
TIBERIO
(Encarándose
con el señor Candelas)
Oiga
usté.
ATENEDORO
(Lo
mismo) ¡Señor Candelas!
CANDELAS
Pican,
¿eh?
CANDIDO
¡Cuidao
con eso!
FELIPE
(Calmándolos)
¡Vaya,
jugar!
CANDELAS
Pues
si algunos
tienen
ese vicio feo,
y
les importa un comino
la
paz del hogar doméstico,
¿qué
moralidaz y qué orden,
y
qué juicio, y qué criterio,
va
a pedírsele a quien tiene
menos
reflesión, y menos
sociedad,
y menos. .
TIBERIO
(Volviéndose
hacia él y dando un puñetazo en la mesa)
¡Vamos!
Pero
usté ¿con qué derecho
se
mete en las once varas
de
la camisa?
FELIPE
(Sujetándolo)
¡Tiberio!
CANDIDO
(Como
Tiberio)
¿Usté
quién es?
CANDELAS
(Gravemente
y encarándose con Cándido)
La
persona
encargada
por el dueño
de
la finca, con poderes
pá
hacer sus funciones...
TIBERIO
¡Bueno!
Pues
cobra usté los recibos
¡y
pax christi!
CANDELAS
Cuando
puedo,
que
hay quien anda de vergüenza
lo
mismo que de dinero
en
la vecindaz. (Mirando fijamente a Tiberio)
ATENEDORO
¡Y
gracias!
CANDELAS
(A
Atenedoro, por Tiberio)
Mira
cómo se hace el sueco.
FELIPE
Hombre,
quiere usted dejarnos
de
una vez?...
CANDELAS
(Dirigiéndose
hacia la escalera, y por ésta hacia su cuarto, y hablando siempre con mucho
énfasis)
Sí
que sus dejo, (Pausa)
Pero
coste, que en la casa
va
a andar too Dios más derecho
que
un palo, desde hoy...
(Los
demás no le hacen caso. Cándido se pone a silbar burlonamente)
(A
Cándido) ¡Sí, silba!
(Desde
lo alto del corredor)
¡A
mí, Plín!...
CANDIDO
¡Y
a mí, Frascuelo!
ESCENA V
Felipe,
Cándido, Tiberio y Atenedoro.
TIBERIO
¡Vaya
un mosca!
CANDIDO
¡Luego
dicen
que
son pelmas los caseros,
pero
hay azministradores!...
ATENEDORO
¿Hago
el cuarto?
FELIPE
¡No!
ATENEDORO
¡Lo
siento!
CANDIDO
Yo
he ganao.
TIBERIO
(A
Felipe) ¡Tú barajeas!
CANDIDO
¿Quién
dio el último?
FELIPE
¡Tiberio!
(Sale
el niño del cuarto de Cándido, con una cartera de colegio)
TIBERIO
¡Ya
se marcha el escolapio!
NIÑO
(Acercándose
a Cándido y dándole un beso)
¡Adiós,
papá!
FELIPE
¡Dame
un beso!
(Felipe
le besa, y lo mismo hace Tiberio. Atenedoro atiende al juego únicamente)
CANDIDO
¡Anda,
que es tarde! Y a ver
adonde
te arrimas!
NIÑO
Bueno.
(Vase a la calle)
CANDIDO
Sí,
porque este se va solo
y,
trae acompañamiento.
ATENEDORO
(Mirando
con gran interés los naipes que acaban de darle a Tiberio)
¡Sube,
limón!
TIBERIO
(Con
el mismo interés)
¡Anda!
ATENEDORO
¡Duro!
¡Nos
ha faltao el jamelgo!
(A
Felipe, colocándose detrás y viéndole el juego)
¡Arrastra!
TIBERIO
¡Cá!
(Tira una carta sobre la mesa)
ATENEDORO
Pero,
primo,
¿por
qué no sales primero
de
la sota de oros?...
TIBERIO
(Destempladamente)
¡Hombre!
que
estás declarando el juego!
FELIPE
¡Vamos,
cállate!
CANDIDO
(A
Atenedoro, que intenta verle las cartas como a los otros)
¿No
tiés
que
hacer ná por ahí adentro?...
TIBERIO
¡Sí,
molesta un poco, encima
de
la tabarra del viejo,
que
ha sido suave!...
CANDIDO
¡De
encargo!
FELIPE
Sí
que ha sido. Por supuesto,
que
parte de lo que dice,
viene
a ser el Evangelio
de
la misa.
TIBERIO
¡Puede!
FELIPE
¡Vaya!
CANDIDO
¿Cuálo?
FELIPE
Que
sos trae revueltos
a
los tres una coqueta
mucho
más falsa que el beso
de
Judas, y que es posible
que
sos pese con el tiempo.
TIBERIO
¡Tú
qué sabes!
ATENEDORO
¡Anda,
juega,
guasón!
FELIPE
Y
si por lo menos
la
mujer fuese un asombro
de
hermosura, santo y bueno,
porque
una mujer bonita
lo
disculpa too, ¡pero eso!...
TIBERIO
|Tú
no la has visto de cerca!
CANDIDO
¡Ni
la conoces el mérito!
ATENEDORO
(A
Tiberio) Oye tú, ¡menuda cara
tié
la gachí!
TIBERIO
¡Ya
lo creo!
CANDIDO
(Después
de mirar recelosamente a su cuarto)
¡Y
qué desnivel corporio!
TIBERIO
(Idem)
¡Y
qué caderas!
ATENEDORO
(Idem)
Y luego...
¡Cómo
anima!
CANDIDO
(Idem)
¡Y con qué gusto
recibe
los epítetos!
TIBERIO
(Desdeñosamente)
¡Este
está loco!
ATENEDORO
(Idem)
¡Dejarle!
CANDIDO
¡Sí,
que anda con el celebro
desnivelao!
FELIPE
(Dando
un puñetazo en la mesa y levantándose)
¡Pero
idiotas!...
CANDIDO
(Con
temor) ¡Habla más bajo!
FELIPE
¡No
quiero!
¿Qué
es lo que buscáis vosotros?...
(A
Cándido) ¿Qué buscas tú, por ejemplo,
con
una mujer como esa
que
tienes, que es un modelo?...
CANDIDO
¿De
qué?
FELIPE
¡Dulce,
frescachona,
destilando
por su cuerpo
saluz
a chorros, ebúrnia
de
carnes, llena de fuego,
y
con un pedazo de alma
que
no le cabe en el pecho!
CANDIDO
¡Pa
el gato!
ATENEDORO
¡Ya
será grande!
FELIPE
(A
Tiberio) Y tú, ¿qué quieres, teniendo
por
mujer ese manojo
de
bendiciones del cielo?...
¡Sencilla
como una tórtola!
¡Humilde
como un cordero!
¡Buena
como el pan!... ¡Con ángel!...
¡Fiel!
¡Bonita! ¡Con criterio!...
¡Pues
ahí tiés!
(A
Atenedoro) Y tú, ¡mendrugo!
¿no
piensas casarte, dentro
de
ocho días, con la moza
más
guapa del universo?...
¿Vas
a encontrar, aunque busques
con
un aparato elétrico,
la
frescura de su boca,
ni
el torneao de su cuerpo,
ni
la expresión de sus ojos,
ni
la finura de remos
que
tié tu novia, ni mata
como
su mata de pelo? ..
¡Nunca!
ATENEDORO
¡Pero
hay pareceres!
FELIPE
¡Lo
que hay es falta de seso!
Ni
esa mujer es bonita,
ni
se trae cosas de mérito,
ni
vale pa descalzar
a
las vuestras.
TIBERIO
¡Calla,
ciego!
CANDIDO
¡Blasfemador!
ATENEDORO
¡Ande
quiera
que
ella no esté, no hay salero!
CANDIDO
¡Ni
fraternidaz!
TIBERIO
¡Ni
gusto!
CANDIDO
¡Ni
epidermis!
FELIPE
¡Estáis
frescos!
ESCENA VI
Cándido,
Atenedoro, Tiberio, Mari-Pepa, y Felipe, que se retira al comenzar el número.
MARI-PEPA
(Desde
el corredor y con zalamería. Saca dos ó tres camisas planchadas envueltas en un
pañuelo)
¡Buenos
días, vecinitos!
(Al
ver a Mari Pepa, Candido y Tiberio, después de tirar las cartas sobre la mesa,
se levantan haciendo grandes demostraciones de alegría, y con Atenedoro, salen
a su encuentro. Felipe la mira desdeñosamente)
ATENEDORO
¡Ole
ya!
TIBERIO
¡Se
acabó el juego!
CANDIDO
¡Quítate
las telaraña«! (A Felipe)
ATENEDORO¡
Viva
lo hermoso!
CANDIDO
¡Y
lo esbelto!
TIBERIO
¡Y
lo chulo!
CANDIDO
¡Y
lo serrano!
(Dicen
estas frases mientras está bajando Mari Pepa)
MARI-PEPA
Pero
señores, ¿qué es eso?
FELIPE
¡Esta
mujer me revuelve
toda
la hiel aquí dentro!
(Tira
las carias sobre la mesa violentamente y entra en su cuarto, cerrando la puerta)
(Música)
MARI-PEPA
(Coqueteando)
¿Qué?
¿Qué?
ELLOS
(Cada
uno a los otros)
¿Eh?
CANDIDO
(A
Mari-Pepa) ¡Olé!
TIBERIO
y CANDIDO
¡Y
olé!
LOS
TRES
¡Requeteolé!
TIBERIO
(A
Mari-Pepa)
¡Vaya
un trapío!
MARI-PEPA
¡Pero
hijo mío!
ATENEDORO
¡Vaya
una boca!
CANDIDO
¡Vaya
un quinqué!
MARI-PEPA
(Como
antes) ¿Eh?
TIBERIO
¡Qué
posturita!
ATENEDORO
¡Qué
cinturita!
CANDIDO
¡Vaya
unas formas
que
tiene usté!
MARI-PEPA
¡Jesús,
Dios santo!
¡No
es para tanto!
TIBERIO
¡Zalamerota!
CANDIDO
¡No
mienta usté!
MARI-PEPA
¡Eh!...
¡Con
las manitas
pocas
bromitas!
TIBERIO
(A
Cándido)
¡Tú,
que la metes!
CANDIDO
(A
Mari-Pepa)
¡Dispense
usté!
(A
Atenedoro, que está junto a Mari-Pepa)
¡Ahueca!
TIBERIO
(A
Cándido, el mismo juego)
¡Quita!
CANDIDO
(Retirándose)
¡No
hay que empujar!
(Tiberio
llega después de haberse acercado cautelosamente a la puerta de su cuarto, y
los otros dos hacen un juego análogo al ser apartados)
MARI-PEPA
¡Vamos,
señores!
¡Formalidaz!
La
mujer
debe
tener
tóo
lo que me falta a mí...
CANDIDO
¿Si?
MARI-PEPA
¡Si!
Palmito
pa camelar,
boquita
pa convencer
y
ojitos pa trastornar...
(Mirándolos
con mucha coquetería)
¡Así!
¡Así!
CANDIDO
¡Mire
usté aquí!
TIBERIO
¡Aquí!
ATENEDORO
¡A
mí!
CANDIDO
¡La
pobrecilla
no
tié náa de eso!
TIBERIO
¡Chapucerilla!
CANDIDO
¡Dulce
embeleso!
MARI-PEPA
¡Vaya,
señores,
no
exagerar!
CANDIDO
¿Quié
usté que rodé?
TIBERIO
¿Quié
usté que baile?
ATENEDORO
(Acercándose
mucho a ella)
¿Quié
usté que toque?
MARI-PEPA
(Picaresco
mente)
¡No
quiero ná!
¡Ná!
LOS
TRES
(Sacudiendo
la mano con malicia)
¡¡Ná!!
CANDIDO
(A
Atenedoro, repitiendo el juego de antes)
¡Alivia!
TIBERIO
(A
Cándido, id , id) ¡Largo!
CANDIDO
¡Que
haiga equidaz!
(Todo
el mismo juego de la otra vez)
MARI-PEPA
¡Vamos,
señores!
¡No
regañar!
La
mujer
debe
tener...
LOS
TRES
¿Nos
lo va usté a repetir?
MARI-PEPA
¡Sí!
CANDIDO
¿Sí?
MARI-PEPA
Pupila
pa distinguir,
y
corazón pa querer
y
buen gusto pa elegir...
TIBERIO
¿A
mí?
ATENEDORO
¡A
tí!
CANDIDO
¡Mire
usté aquí!
TIBERIO
¡Aquí!
ATENEDORO
¡Aquí!
CANDIDO
¡La
pobrecilla
no
tié náa de eso!
ATENEDORO
¡Chapucerilla!
CANDIDO
¡Dulce
embeleso!
MARI-PEPA
¡Vaya,
señores,
no
exagerar!
CANDIDO
¡Por
tí no como!
ATENEDORO
¡Por
tí no duermo!
TIBERIO
Por
tí no...
ATENEDORO
(Tapándole
la boca) ¡Calla!
CANDIDO
¡Qué
atrocidaz!
¡Ay!
LOS
TRES
¡Ay!
MARI-PEPA
y LOS TRES
¡¡Ay!!
(Hablado)
CANDIDO
(Melosamente,
al oído de Mari-Pepa)
¿Por
quién está usted, preciosa?
TIBERIO
(Lo
mismo que Candido)
¿Por
quién está usted, maestra?
CANDIDO
¿Verdad
que está usted por mangue?
TIBERIO
¿Verdad
que está usted por menda?
(Gorgonia,
Soledad y Encarna, una tras otra, entreabren las puertas de sus cuartos
respectivos, atisbando lo que ocurre en escena)
ATENEDORO
(A
Mari-Pepa)
¿Soy
yo, por un por si acaso?
MARI-PEPA
¡Ay,
Jesús! ¡Me da vergüenza!
CANDIDO
¡Pronto!
TIBERIO
¡Vaya!
ATENEDORO
¡Vamos!
MARI-PEPA
¡Hijos,
las
cosas graves se piensan!
(¡Que
par y medio de estúpidos!)
(Cogiéndolos
de la mano uno tras otro, y diciéndoles cuando están reunidos con aire de
misterio)
¡Luego
daré la respuesta!
(Hace
mutis rápidamente por la puerta de la calle)
CANDIDO
(Intentando
detenerla)
¡Oiga
usté, hurí del desierto!
TIBERIO
¡Vidita!
(Siguiéndola)
ATENEDORO
¡Gloria!
(Idem)
CANDIDO
¡Princesa!
(Idem)
(Llegan
los tres hombres hasta la puerta, y después de decir los últimos requiebros se
vuelven con aire de triunfo y bailando)
ESCENA VII
Cándido,
Tiberio, Atenedoro, Gorgonia, Soledad y Encarna.
CANDIDO
(Bailando
sin ver a las mujeres)
¡Olé
por los hombrecitos!
GORGONIA
(En
jarras) ¡Olé por los sinvergüenzas!
(Los
tres hombres dejan de bailar de improviso, disimulando y afectando mucha
serenidad)
ENCARNA
(Cogiendo
a Tiberio de un brazo y en tono de reconvención)
¡Tiberio,
paece mentira!
SOLEDAD
(Furiosa)
¡Parece
que se babea!
GORGONIA
(Más
furiosa y zarandeando a Cándido)
¡Te
voy a afinar el cutis!
TIBERIO
(A
Cándido)
Pero,
¿oyes?
ATENEDORO
(A
Tiberio) ¿No ves?
CANDIDO
(Idem)
¡Miá esta!
TIBERIO
(A
Encarna)
¿Pero
tú, qué es lo que quieres?
ENCARNA
¿Yo?
Que sientes la cabeza.
ATENEDORO
(A
Soledad)
Mujer,
si yo...
SOLEDAD
(A
Atenedoro) ¡Quíta, sandío!
CANDIDO
(A
Gorgonía, muy acaramelado)
Pero
di tú qué deseas,
gloria
in excelsis .. el dedo,
¡reina
de Etruria!...
GORGONIA
(Levantándole
la mano) ¿Yo reina?...
TIBERIO
(A
Encarna)
¡Yo
soy el amo en mi casa!
CANDIDO
(Como
contestando a algo que le dice Gorgonia)
¡No,
mujer, si es que te ocecas!
ATENEDORO
(A
Soledad)
¡A
mí, déjame de músicas!
GORGONIA
(Fuera
de sí)
¡Se
me acabó la paciencia!
TIBERIO
(A
Encarna)
¡He
dicho que sonsoniche!
ENCARNA
(A
Tiberio)
¡Oye!
SOLEDAD
(A
Atenedoro) ¡A mí no me toreas!
GORGONIA
(A
Cándido)
¡Ceporro!
SOLEDAD
(A
Atenedoro) ¡Morral!
ENCARNA
(A
Tiberio) ¡Perdido!
ESCENA VIII
Dichos
y el Señor Candelas. Este «parece, saliendo de su cuarto, en el corredor alto,
vestido completamente de uniforme y con el bastón de inspector en la mano.
CANDELAS
¿Ya
se armó la trapatiesta?
Pero
¿qué escándalo es este? (Empieza a bajar)
GORGONIA
¡Oiga
usté, señor Candelas!
CANDELAS
(Bajando
y con ínfulas de persona importante)
Bueno,
no precipitarse,
y
compostura y prudencia.
SOLEDAD
Es
que...
CANDELAS
¡Digo
que silencio!
(A
Gorgonia)
Hable
usted, que es la más seria.
TIBERIO
(A
Gorgonia, con sorna)
Hable
usted, que ya tié usted
permiso
de su excelencia.
(Tiberio
adopta la actitud de hombre superior a quien todo aquello tiene sin cuidado Cándido
y Atenedoro aceptan la escena con relativa resignación)
GORGONIA
(Al
señor Candelas)
Bueno,
¿ve usté esos tres hombres?
¡Pues
no son hombres!
SOLEDAD
¡Son
berzas!
TIBERIO
¡Oiga
usté, seña Gorgonia!
ENCARNA
(Suplicante
y deteniéndolo)
¡Tiberio!
CANDIDO
¡Tiberio,
déjala!
TIBERIO
¡Está
bien!
GORGONIA
(Al
señor Candelas) ¿Y usted conoce
a
una pájara de cuenta
que
trae a esos tres babosas
trastornaos
de la cabeza?
(Los
hombres se miran entre sí maliciosamente y haciéndose guiños de inteligencia,
sin que las mujeres adviertan el juego)
CANDELAS
Sí
señor.
ATENEDORO
(¡Ya
sé quién dices!)
GORGONIA
Bueno,
y ahora, ¿ve usté esta?
(Mostrándole
extendida la mano derecha)
Pues
si usted como persona
de
edad, juiciosa y enérgica;
como
cabeza visible
del
casero...
CANDIDO
¡Y
la casera!
GORGONIA
Como
hombre honesto y erudito,
como
urbano...
ATENEDORO
¡Y
como pelma!
GORGONIA
No
corta usted los escándalos
que
da tos los días esa
señora...
bufa...
CANDIDO
¡Gorgonia!
GORGONIA
La
cojo yo por mi cuenta
y
la arrimo cuatro azotes
aquí.
ATENEDORO
(¡No
caerá esa breva!)
TIBERIO
Tú,
Cándido, dale llave,
que
se le acaba la cuerda.
SOLEDAD
¡Muy
bien!
ENCARNA
¡Muy
bien!
TIBERIO
(A.
Encarna) ¡Tú te callas!
ATENEDORO
(A
Soledad)
¿Qué
dices?
SOLEDAD
(Por
Gorgonia) ¡Que estoy con esa!
CANDELAS
(A
los hombres)
¡Bueno!
Pues ya que vosotros
sois
unos niños de teta,
sin
juicio, que sus dejáis
llevar
de una cualisquiera,
yo,
¡Candelas Aspitarte!
pondré
las cosas en regla
pa
que sepan ciertas prójimas
que
conmigo nadie juega.
Conque,
lo dicho, que no haiga
voces
ni desavenencias,
y
cá mochuelo a su olivo.
TIBERIO
(A
Cándido)
¿Le
desprecio?
CANDIDO
Como
quieras,
GORGONIA
(Cogiendo
de un brazo a Cándido y con voz imperiosa)
¡Anda
adentro!
CANDIDO
¡Que
haces daño!
SOLEDAD
(A
Atenedoro)
¡Eche
usted pa alante!
TIBERIO
(A
Encarna) ¡Arrea!
(Entran
en los respectivos cuartos. Gorgonia llevando a empellones a Cándido y Encarna
delante de Tiberio. Soledad hace entrar en su cuarto a Atenedoro, y entra riéndose
en su habitación)
ESCENA IX
El
Señor Candelas, y a poco Mari-Pepa.
CANDELAS
¡Recontra
con la mocita!
¡Y
que no tengo yo ganas
de
encontrármela y ponerla
las orejas coloradas!
(Haciendo
ademán de marcharse a la calle)
¡Hombre,
como con reclamo!
¡Aquí
viene ya la pájara!
MARI-PEPA
(Entrando,
viene ya sin el lío que sacó)
¡Muy
buenos, señor Candelas!
CANDELAS
(Muy
secamente)
Escuche
usté dos palabras.
MARI-PEPA
¡He
saludao!
CANDELAS
(Con
desabrimiento) ¡Ya lo he visto!
MARI-PEPA
¡Ay,
Jesús, hijo! ¡qué cara!
¿Se
siente usté mal?
CANDELAS
Me
siento
como
me da la real gana.
Usté
no es quien va a curarme,
de
modo que menos gaitas.
MARI-PEPA
¡O
sí! ¡Quién sabe! En el mundo
naide
pué decir «de este agua
no
beberé».
CANDELAS
¡Yo!
MARI-PEPA
(Yendo
a ponerle una mano en un hombro)
¿De
veras?
CANDELAS
(Con
mucha gravedad, apartándola bruscamente la mano)
¡Eh!
Poquitas confianzas
conmigo,
que no soy de esos
que
usté piensa.
MARI-PEPA
(Siempre
en el mismo tono zalamero)
Muchas
gracias,
y
eche usté por esa boca,
que
ya me tiene intrigada.
CANDELAS
Hace
cosa de tres meses
que
tuvimos la desgracia
de
que a usté Se le ocurriera
venir,
en forma de plaga,
y
no hay aquí desde entonces
mujer
que no viva en ascuas,
ni
hombre que no haiga perdido
la
vergüenza.
MARI-PEPA
¿Sí?
¡Qué lástima!
¿Y
usté también?
CANDELAS
(Secamente)
¡No, señora!
MARI-PEPA
(Como
antes)
¡Porque
usté es muy tuno!
CANDELAS
(Como
antes) ¡Vaya!
¡Cuidadito
con las manos,
niña,
que no soy guitarra! (Mari-Pepa se sonríe)
Y
como yo no consiento
que
por una tarambana,
que
después de too no vale
lo
que costó bautizarla...
MARI-PEPA
¿Cómo?
CANDELAS
(Suavizando
un poco, pero muy poco, el tono y la expresión)
Por
lo menos tanto
como
dicen. (Fijándose bien un momento en ella)
(¡Sí
que es guapa!)
(Transición
para volver a lomar el tono anterior)
Y
como yo no consiento
¡repito!
que en esta casa
se
den ciertos espectáculos
que
ofenden y que rebajan,
le
azvierto a usté, ¡y se lo azvierto
muy
seriamente! que, ó cambia
de
raíz...
MARI-PEPA
¡Señor
Candelas!
CANDELAS
Sus
costumbres...
MARI-PEPA
Pero,
¿cualas?
CANDELAS
O
le pongo a usté los trastos
en
la calle.
MARI-PEPA
(Dulzonamente)
¡Mala entraña!
CANDELAS
(Haciendo
ademán de ir a apartar, como antes, la mano de Mari-Pepa, y dando en el aire,
pues Mari-Pepa no se ha movido)
¡Vamos,
que se esté usted quieta,
caray!
MARI-PEPA
¿Otra
vez?...
CANDELAS
¡Pensaba!...
¿No
le da a usté pesadumbre?...
¿No
se le cae a usté el alma,
viendo
infernaos por su culpa,
tóos
los cuartos de esta casa?...
-
¿No?...
(Fijándose
nuevamente con mucha atención en Mari-Pepa)
¡Rediós!
¡Qué modo tiene
de
mirar la condenada! (Transición)
¿No...
MARI-PEPA
¡Pero,
señor Candelas!...
¡No
me ponga usté esa fama,
que
el que le oiga, va a pensarse
de
mí cualisquier burrada!
CANDELAS
¡Con
razón!
MARI-PEPA
¡Pero,
hijo mío!
¿qué
hago yo para que me haigan
tomao
tirria todas esas
mujeres?...
CANDELAS
¡Armar
cizaña!
MARI-PEPA
¿Es
que tengo yo la culpa,
de
que al hacer esta alhaja,
pusiera
Dios en el molde
lo
mejor que le quedaba?...
(Mirándole
muy fijamente)
¿La
tiene usted, por ejemplo,
de
ser agracian de cara,
(El
señor Candelas no puede contener una sonrisa da satisfacción)
y
de hablar con ese tono
dulzón
y con esa labia?...
¡En
jamás de los jamases!
CANDELAS
¡En
jamás!
MARI-PEPA
Y
de que se haigan
muerto
por usté las hembras,
como
se habrán muerto...
CANDELAS
¡Varias!
MARI-PEPA
¿Va
a ser usté responsable?
¡No,
señor!
(Reparando
en que el señor Candelas no le quita los ojos del cuello)
¿Qué
es eso?
CANDELAS
(Fijándose
aún más)
¡Nada!
Una
motita de barro
que
tiene usté en la garganta.
MARI-PEPA
(Con
mucha picardía)
¡Es
un lunar!
CANDELAS
¡Ay,
Candelas!
MARI-PEPA
(Se
sonríe y continúa en el mismo tono en que dijo sus disculpas anteriores)
¿Que
me muero por la cháchara,
y
que siempre estoy alegre?...
Eso
es verdaz, a Dios gracias,
¿pero
hay alguno que diga,
que
yo le he dao ni esperanzas
de
tanto así'?... (Marcando una pizca en un dedo)
CANDELAS
¡De
eso nadie!
(Cogiéndola
de la mano y con acento de amable reconvención)
Pero,
y usted, ¿por qué gasta
conversación
con too Cristo?...
MARI-PEPA
¡Velay!...
CANDELAS
(Intencionadamente
y sin soltar a Mari-Pepa)
Si
usté se fijara,
voy
a suponer, en cierta
persona
determinada,
libre...
como usted, de peso,
formal,
y que interpretara
las
bromas como se deben
interpretar
.. ¡ya vareaba!
(Pausa
breve. El señor Candelas mira melosamente a Mari Pepa, y ésta le corresponde
con mucha picardía. Aparece Gorgonia entreabriendo la puerta de su cuarto, y al
ver el grupo que forman Mari-Pepa y el señor Candelas, reprime un grito de
sorpresa y de ira )
MARI-PEPA
¡Tunantón!
CANDELAS
(Volviendo
a fijarse en el cuello de Mari-Pepa)
Pero,
¿de veras
es
un lunar?
MARI-PEPA
¡Si!
CANDELAS
¿Palabra?...
GORGONIA
¡No
mil te usté más!
(E1
señor Candelas suelta rápidamente la mano de Mari-Pepa, quien al oír a la seña
Gorgonia se sonríe con aire despreciativo. Procura él señor Candelas recobrar
la serenidad perdida y exclama al fin, dirigiéndose con mucha sequedad a Mari
Pepa, y como si ésta le replicara)
CANDELAS
¡Mecachis!...
¡A
hacer lo que se la manda!
¡Que
yo no repito nunca
las
cosas!... ¡Pues hombre!... ¡Vaya!...
(Mari-Pepa
sigue riéndose. El señor Candelas hace mutis por la puerta de la calle)
ESCENA X
Mari-Pepa,
Gorgonia, Soledad, Encarna.
GORGONIA
(Dominándose,
a Mari-Pepa, qué se dirige hacia la escalera)
¡No
se marche usté, alma mía!
(Llamando)
¡Chicas!
¡Soledad! [Encarna!
(Salen
estas)
¡Venir,
que el señor Candelas
también
está con la baba!
(Desde
el centro de la escalera)
MARI-PEPA
¡Dele
usté la denticina!
GORGONIA
¡Graciosa!
SOLEDAD
¿Qué
ocurre?...
GORGONIA
(A
Soledad) ¡Miála!
¡También
seduce a los chicos
de
la policía urbana!
MARI-PEPA
(Desafiándolas)
¿Es
caridaz ú es envidia?
ENCARNA
¡Envidia!
SOLEDAD
¿De
qué, so pava?
¡Lo
que a nosotras nos sobra,
son
hombres!
MARI-PEPA
¿Hombres
ú ganas?...
GORGONIA
(Furiosa
y yendo hacia Mari Pepa, que no deja su sonrisita)
Ganas
también de...
SOLEDAD
(Deteniéndola)
¡No la hables,
Gorgonia,
que te rebajas!
MARI-PEPA
(En
tono zumbón)
(Alárguenme
ustés la vida
una,
ú dos, ú tres semanas,
que
yo no tengo la culpa
de
que pase lo que pasa!
¿Que
esos hombres son tres micos
y
ustés son tres desgraciadas?...
¡Pues
hijas, lo siento mucho!
¿Qué
quién ustés que yo le haga?...
¡Denles
ustés, pá la sangre.
un
vasito de cebada!... ¡
Y
ustés... ¡tila pá los nervios!
(A
Soledad)
¡Y
tú, resínate y rabia.
(A
Encarna)
¡Y
tú, vende la asadura!
(A
Gorgonia)
¡Y
usted, a ver si adelgaza!
SOLEDAD
(Furiosa)
¡Miá
la...!
ENCARNA
(Fuera
de sí) ¡Fea!
GORGONIA
(A
Encarna, hecha un basilisco)
¿Se
lo llamo?
(Soledad
y Encarna la contienen)
ESCENA XI
Dichas,
Felipe.
FELIPE
(Que
ha aparecido en la puerta, de su cuarto, a tiempo de oír las últimas frases)
¡Eh!
Cuidao con las palabras!
MARI-PEPA
(Desde
la meseta da la escalera, mirando a las otras despreciativamente é imitando el
grito popular)
¡Tra-pe-ro!
FELIPE
(A
Gorgonia, Soledad y Encarna)
¡Que
no se diga
que
tres mujeres sensatas,
y
bonitas, y con cutis,
como
ustedes...
GORGONIA
Muchas
gracias.
(Las
tres «conmovidas» por los piropos de Felipe, sonríen con visible satisfacción)
FELIPE
¡¡Se
van a perder por una
cabeza
destornillada!!
MARI-PEPA
¡Adiós,
abogao de pobres!
FELIPE
(A
Gorgonia, Soledad y Encarna)
¡Retírense
ustés y que haiga
clases!
SOLEDAD
¡Las
hay!
MARI-PEPA
(A
Felipe) ¡Oye!... ¡Mira!
(Felipe
mira un momento hacia el sitio en que está Mari-Pepa, y en seguida, sin hacerla
más caso, vuelve a dirigirse a las otras)
FELIPE
Conque,
hasta después, ¡serranas!
ENCARNA
¡Adiós!
FELIPE
(¡Lo
que estás haciendo lo tiés que pagar con lágrimas de sangre!)
MARI-PEPA
(A
Felipe) ¿Has perdido el tímpano?
(Felipe
se va hacia la calle sin contestarla)
SOLEDAD
(Con
sorna)
¡A
medias!
MARI-PEPA
(Muy
contrariada y muy provocativa)
¡Jesús,
qué gracia!
¿Es
ese el que a ustés les sobra?
GORGONIA
(Recalcando
mucho la contestación)
¡Este
es! ¡El que a usté le falta!
(Mari-Pepa,
al oír las palabras de Gorgonia, vuelve la espalda rápidamente, entra en su
cuarto y se encierra dando un portazo)
ESCENA XII
Gorgonia,
Soledad, Encarna.
GORGONIA
(Muy
decidida)
¡Vaya!
¿Queréis que se acaben
tóos
estos infundios?...
SOLEDAD
¡Digo!
GORGONIA
¿Queréis
que esos tres... tarugos
se
lleven su merecido?
ENCARNA
Pero...
SOLEDAD
¡De
firme!
GORGONIA
¿Tenéis
confianza
en mi razocinio
y
en mi carázter?...
SOLEDAD
¡Pa
chasco!
¡Yo,
la mar!
ENCARNA
¡Yo
lo mismo!
GORGONIA
¡Pues
dejarme y ya veréis
lo
que es bueno!
(Se
queda un momento pensativa y se fija al punto en Chupitos, que sale del cuarto
de Cándido y Gorgonia, dirigiéndose Lacia la puerta de la calle)
¡Tú,
Chupitos! (Llamándolo)
ESCENA XIII
Dichas
y Chupitos.
CHUPITOS
(Deteniéndose
y yendo hacia Gorgonia)
¿Qué?
GORGONIA
(Cogiéndole
de un brazo)
¿Tú
quieres?...
(Sigue
habiéndole en voz baja, a un lado de la escena; Soledad y Encarna en el otro)
ENCARNA
¡Lo
que es...
no
se ríe!
SOLEDAD
¡Que
es preciso
armar
la gorda? ¡Pues vamos
a
armarla!
CHUPITOS
(A
Gorgonia y con cara de Pascuas)
¡Sí!
GORGONIA
Pero,
¡chito!
CHUPITOS
¡Bien,
maestra!
GORGONIA
Pues
ya sabes:
vuelve
pronto...
CHUPITOS
¡Y
al avío!
GORGONIA
¡Ya
hablaremos!
(Empujándolo
hacia la puerta de la calle)
¡Anda!
CHUPITOS
¡Vuelvo!
(Sale corriendo)
ESCENA XIV
Gorgonia,
Soledad y Encarna.
SOLEDAD
(Yendo
con Encarna hacia Gorgonia. Las tres se reúnen en el centro de la escena)
Pero,
¡oye!
GORGONIA
¡Nada!
¡Lo dicho!
¡¡Dejarme!!
Ya lo sabréis
cuando
convenga.
ENCARNA
Entendido.
GORGONIA
Y
después... ¡Ay, como vuelvan
a
jugárnosla esos pillos!...
¡Le
deslomo!
ENCARNA
¡Le
extrangulo!
SOLEDAD
¡Le
mecho!
GORGONIA
¡Le
descuartizo! (Pausa)
¡Pues...
mutis!
SOLEDAD
(Uniendo
la acción indicada a la frase)
¡Esta
es mi mano!
ENCARNA
(Imitándola)
¡Vaya!
GORGONIA
¡Vengan
esos cinco!
(Se
estrechan las manos, dando muestras de resolución y alegría. —Música)
Mutación
CUADRO SEGUNDO
Telón
corto de calle, —Entrada a una buñolería, con muestra sobre la puerta; ésta,
practicable y con cortinillas que ocultan e! interior.
ESCENA XV
Mari-Pepa,
Felipe, Chula 1ª y Chula 2ª.
MARI-PEPA
(Sale
por la izquierda, llega junto a la puerta, escucha, un momento, mira hacia
adentro y exclama rápidamente:)
¡Allí
sale el charrán!
(Se
retira con bastante rapidez hacia la derecha, quedando a distancia de la buñolería
y como en actitud de acecho)
No
quiero
que
me encuentre.
(Sale
Felipe por la puerta de la buñolería con las Chulas 1ª y 2ª . Parecen sostener
animada y alegro conversación. Mari-Pepa no quita ojo del grupo)
¿Habrá...
tunantas?
¡Maldita
siá la que sufre
por
un hombre!
FELIPE
(Que
se ha dirigido con las Chulas hacia la izquierda, sin que él ni ellas hayan
visto a Mari-Pepa)
Conque,
chachas,
ya
lo sabéis; a las doce
ú
a las doce y media, en casa
de
la Inés.
CHULA
1ª
Allí
estaremos.
FELIPE
Pues,
¡adiós!
CHULA
2ª
¡A
ver si faltas!
FELIPE
¿Quién?
¿Yo? ¡Ya veréis qué noche
de
verbena más sonada!
(Despídense
muy cordialmente. Las chulas hacen mutis por la izquierda y Felipe, después de
haberlas despedido, toma la dirección contraria. Mari-Pepa no ha apartado los
ojos de Felipe, mirándole con ira)
ESCENA XVI
Mari-Pepa
y Felipe.
MARI-PEPA
(Saliendo
al encuentro de Felipe y procurando disimular)
¡Hola!
FELIPE
(Alegremente)
¡Mari-Pepa!
MARI-PEPA
(Recalcando
las palabras) ¿A dónde?
va
tanto bueno?
FELIPE
¿Yo?
A casa.
MARI-PEPA
¡Gracias
a Dios, hijo mío!
¿Quiés
que echemos las campanas
a
vuelo?... que ya te diznas
respóndeme.
FELIPE
(Dirigiéndose
hacia la derecha para marcharse)
¡Vamos!...
MARI-PEPA
¡Anda
con
Dios, y que te mejores!
FELIPE
(Después
de medio mutis)
Mira.
MARI-PEPA
(Con
enojo) ¿Qué?
FELIPE
¡Si
no te enfadas!
MARI-PEPA
¿Vas
a echarme algún discurso?...
FELIPE
Puede
ser.
MARI-PEPA
¿Qué
quieres? Habla.
FELIPE
Que
dejes de ser veleta.
MARI-PEPA
¿Veleta
yo?
FELIPE
Tú,
que cambias
de
dirección tos los días,
según
como el viento danza;
que
tiés la cabeza a pájaros,
que
too lo tomas a guasa…
MARI-PEPA
¡Y
que debe a tí importarte
mucho!
¿verdad?
FELIPE
(Con
indiferencia) ¡A mí, nada!
(Pausa.
Volviendo al tono anterior)
Pero
si es que traes revuelto
el
cotarro; que haces cara
al
primero que te dice:
«¡Por
ahí te pudras!»
MARI-PEPA
(Burlonamente)
¡Ca-ram-ba! (Transición)
¿Sabes
tú lo que te digo?
Que
cá quisque tiene su alma
en
su almario y que la mía
la
tengo en su sitio,., (con enojo) y ¡vaya!
FELIPE
¿Qué?
MARI-PEPA
¿Qué?
Que más te valiera
tener
un poco de lacha
y
no dir por ahí con ese...
tronco
de yeguas normandas.
FELIPE
¡Y
que debe a tí importarte
mucho!
¿verdad?
MARI-PEPA
(Con
indiferencia) i A mí, nada! (Pausa)
¡Claro!
¡Como si lo viera!
¡Serás
capaz de llevártelas
a
la verbena!...
FELIPE
¡Y
del brazo!
¡Y
que no tién ellas ganas!
MARI-PEPA
(Dulcificando
el tono)
¡Si
llevases, por lo menos,
pa
presumir a tus anchas,
alguna
moza bonita,
y
decente, y con estampa!...
FELIPE
¡Vamos!
Como tú...
(Mari-Pepa
hace un gesto de rabia y se dirige hacia ]a derecha para salir airadamente)
(Deteniéndola)
¿Qué?
MARI-PEPA
¡Déjame!
FELIPE
(Sujetándola
por un brazo)
¡Oye!
MARI-PEPA
(Forcejeando
para desasirse)
¡Que
sueltes!
FELIPE
(Soltándola,
y con mucha pasión)
¡Aguarda!
(Mari
Pepa, al notar el tono en que hablar Felipe, se sonríe con satisfacción)
Si
yo me hubiese encontrao
esa
mujer que me falta,,
¿sabes
tú cómo sería?...
Ni
muy alta... ni muy baja...
ni
muy gruesa... ni muy...
MARI-PEPA
(Picarescamente) ¡Vamos!
¡Como
yo!
FELIPE
¡Pero
más guapa!
Ni
muy tonta... ni muy lista..
MARI-PEPA
¡Vamos!...
FELIPE
Pero
no tan mala
como
tú. ¡Con unos ojos!
MARI-PEPA
(Acercándose
a Felipe y mirándole cara a cara con mucha expresión)
¿Así?...
FELIPE
¡Con
unos pestañas!...
¿Ves
tú como tú las tienes?...
¡Pues
entoavía más largas!
¡Si
ella saliese conmigo
—es
un suponer—más ancha
que
un brazo de mar, en noche
de
verbena, y de jarana,
como
esta de hoy... ¡Virgen cita
del
cielo, la que se armaba!
(Juntando
y separando los dedos, como se hace para indicar la aglomeración de gente)
¡Se
pondría así la calle
pa
vernos pasar.
MARI-PEPA
(Burlonamente)
¡Qué lástima!
FELIPE
¡Yo,
más contento que el Gallo,
con
mi chaqueta de pana,
con
mi pantalón de talle,
con
mi pechera bordada,
con
mi pañuelito al cuello,
con
mis botitas de caña,
con
mi gorrilla de seda
ladeá,
con mis persianas,
y
con un puro escogido,
echando
así, a bocanadas
el
humo, como diciendo
a
todas: «¡Eh, ciudadanas!
¡Aquí
va un hombre gitano,
de
hechuras, y con agallas!»
Y
ella... verás tú... bonita
como
un sol, más bien plantada
que
el verbo, tan primorosa,
tan
juncal, tan vivaracha.
Con
unos claveles dobles
entre
las ondas rizadas
del
pelo; con un manojo
de
rosas frescas y blancas,
(Señalando
al pecho)
aquí...
en salva sea la parte;
con
sus buenas arracadas
de
oro fino, con sus botas
menuditas,
con su falda
de
céfiro, que clarea
sobre
la crugiente enagua;
con
su pañuelo finismo
de
crespón, con media vara
de
flecos; muy cogidita
de
mi brazo, muy ufana,
como
diciendo a los hombres:
«¡Aquí
va la flor y nata
de
las mujeres hermosas,
de
empuje y de circunstancias!»
Lo
cual que yo, separándome
dos
pasos pa contemplarla,
y
dándome en la visera,
y
poniéndome así, en jarras,
la
diría: «¡Gloria pura
de
Madriz y su antesala
que
es el cielo! ¡Viva la hembra
que
te dio la harina láztea!
¡¡Y
olé, con olé, y con olé!!
¡¡Y
bendita sea tu alma!!
MARI-PEPA
(Que
ha estado escuchándole con mucha atención, exclama al fin burlonamente)
¿Y
en donde está ese fenómeno
de
mujer?
FELIPE
(Sin
inmutarse) Tendrá su casa...
digo
yo.
MARI-PEPA
(Con
sorna) ¡Y habrá que verla
con
papeleta!...
FELIPE
¡Dorada!
(Pausa)
¡Esa es mi mujer!
MARI-PEPA
(Muy
nerviosa) ¿La tuya?
Pues
el hombre de mis ansias
ha
de ser cabal, juicioso...
FELIPE
(Picarescamente)
¡Como
yo!
MARI-PEPA
(Exaltándose)
¡Con más entraña!
¡Sin
vicios que le trastornen!
¡Sin
mujer que le distraiga!
¡Pa
mí siempre, en alma y vida!
¡¡Pa
mí sola en cuerpo y alma!!
FELIPE
¡Pide
algo!
MARI-PEPA
Pues
¿qué te habías
tú
figurao?... ¡Vaya!
FELIPE
¡Vaya!
¡Cuéntaselo
a quien le importe!
MARI-PEPA
¡Díselo
a quien le haga falta!
(¡Me
paece que con achares
este
pillo no se ablanda!)
FELIPE
(¡Me
se antoja que los celos
no
dan lumbre!)
MARI-PEPA
¿Cómo?
FELIPE
(Afectando
gran indiferencia) ¡Nada!
(Disponiéndose
a marcharse)
¡Conque,
adiós, tú!
MARI-PEPA
(Desdeñosamente)
¡De verano!
(Separándose,
yendo él hacia la derecha y ella hacia la izquierda. A loa pocos pasos vuelven
al mismo tiempo la cabeza los dos, para decir:)
FELIPE
¿Qué
decías?
MARI-PEPA
¿Me
llamabas?
FELIPE
(Afectando
como antes, mucha indiferencia)
¿Yo?
MARI-PEPA
(Lo
mismo) ¿Yo?
(Se
vuelven las espaldas nuevamente y siguen andando, diciendo:)
FELIPE
¡Como
no, morena!
MARI-PEPA
¡Sí!
¡Sí! ¡Ya vuelvo la cara!
(Antes
de hacer el mutis, y al mismo tiempo, como antes, vuelven los dos la cabeza
para verse. Encuéntrase ella con que él la está mirando, y viceversa, y se vuelven
las espaldas por última vez, dirigiéndose mutuamente un gesto desdeñoso, y
tanto como desdeñoso picaresco)
ESCENA XVII
Gorgonia
y Cándido. Sale Cándido de la buñolería con una sarta de buñuelos en una mano y
un churro, que se está comiendo, en la otra. Gorgonia le" sigue,
amenazándolo
CANDIDO
¡Gorgonia,
por Dios, ten cárculo!
GORGONIA
Yo
te ajustaré las cuentas,
vejestorio,
chulo, inútil,
mal
hombre, sastre... ¡fanegas!
CANDIDO
¡Mujer,
que vas a cortarme
la
digestión!
GORGONIA
¡Y
la lengua!
CANDIDO
¡Pué
que luego te pesara!
GORGONIA
Pero,
di, melón de cuelga, (Zarandeándolo)
que
estoy por descabalarte
los
ojos...
CANDIDO
¡Estate
quieta!
GORGONIA
¿Tú
te crees que yo he nacido
pa
que un remendón cualquiera
me
tome los cuatro pelos
que
me ha dao Dios? ¿Tú te piensas
que
una mujer con agallas
y
con sangre y con vergüenza
va
a dejar que la coloquen
adornos
en...?
CANDIDO
Ten
prudencia
y
no te oceques, Gorgonia,
¡caray!
¡porque es que te ocecas!
GORGONIA
¡Ah!
¿conque me oceco?
CANDIDO
(Haciendo
la cruz con los dedos y besándola)
¡Mira!
¡Permita
Dios que fallezgas
antes
de cinco minutos
si
te engaño!... Di, ¿qué pruebas
de
amor puede dar el hombre
más
chocho por cualquier hembra
que
no haigas tú recibido
de
mí, lirio déla selva?
¿No
acabo de convidarte
de
mi motu propio en esa
buñolería,
y no acabas
de
comerte seis docenas
de
buñuelos con dos vasos
de
los grandes, por mi cuenta?
¿No
te he comprao ayer unos
pantalones
de franela
pa
el reúma, con un rótulo
bordao
a la cadeneta
en
la pretina, que dice:
—«¡Cándido
Ruiz, a su nena!» —
debajo
de un corazón
traspasao
por una flecha?
¿No
te cortaste; el jueves
hará
un mes con las tijeras,
la
punta del dedo gordo
de
la manita derecha,
y
yo te chupé la sangre
pa
evitar que te se fuera
la
vida, sin exigirte
que
te lavases la yema?
¿No
te dejo la cocina
los
sábados, que me ruegas
que
te la friegue, lo mismo
que
una luna de Venecia,
pa
que tú, preciosa, vayas
y
te contemples en ella
ese
cuerpo... de odalisca
y
esa nariz... cuasi griega?
¿No
te lleno de agasajos?
¿No
te colmo de finezas?
¿No
te doy todos los gustos
que
tú quieres? ¿No me arreas
cá
golpe que Dios tirita
con
lo primero que encuentras
sin
que veas en mis ojos
una
lágrima siquiera?
Pues
si al hombre bueno y dulce,
pa
tí como la jalea,
que
goza cuando le miras,
que
calla cuando le pegas,
que
te ayuda en tus labores,
que
acede a tus desigencias,
¡por
más de que tiés algunas
que
yá, yá!... Si al que te osequia
y
gasta por tí en buñuelos
al
pié de cuatro pesetas
le
dañas en su amor propio,
y
le tratas a lo bestia,
y
en público le denigras,
y
en privao le tiés a dieta...
¡ú
no le quies con deleite,
que
es como él quié que le quieras!...
¡ú
te falta el corazón!
¡ú
lo tiés de bronce ú peña!
GORGONIA
(Que
le ha estado oyendo, conteniéndose difícilmente y a punto de estallar en dos ó
tres ocasiones)
(¡No
sé como no le muerdo!)
CANDIDO
(¡La
he dejao como una seda!)
¿Que
me gusta el seso débil?...
Sí,
señor, y ¿quién lo niega?...
¡Pero.
fijarme yo en otra,
siendo
de mi pertenencia
la
figura más gitana
de
la península ibérica! ..
¡Vamos,
hombre!
(Ofreciéndola
el trozo d churro que aún tiene en una mano)
Toma,
muerde
con
esa boquita fresca,
y
ya verás con qué gusto
me
como lo que tú dejas.
GORGONIA
(Dándole
un manotazo)
¡Quítate,
espantajo!
CANDIDO
¡Ingrata!
GORGONIA
¡Anda,
porque me sublevas,
y
si me se vierte el saco
de
la bilis!...
CANDIDO
¿Qué?
GORGONIA
¡Te
anegas!
CANDIDO
(¿Cuándo
quedrá Dios llevársela?)
GORGONIA
(¡No
sabes lo que te espera!)
¡Anda
pa casa! (Amenazándole)
CANDIDO
¡No
amagues!
GORGONIA
¡Que
eches pa alante!
CANDIDO
(Pasa,
y al pasar recibe en el cuello un fuerte manotazo de Gorgonia)
¿Me
pegas?
¡Pues,
ya no te quiero! ¡Rabia!
GORGONIA
¡Ni
falta que hace, boceras!...
(Cogiéndolo
de un brazo para llevárselo)
¡Vamos!
CANDIDO
(Queriendo
desasirse y amenazándola cómicamente)
¡Mira,
mira!
GORGONIA
(Llevándoselo
a empellones) ¡Toma!
CANDIDO
(Defendiéndose
de los golpes)
¡Ay,
Jesús, qué mujer esta!
(Salen
por la derecha)
(Música)
(Ataca
la orquesta, y al terminar el preludio, se oye detrás del telón de calle la voz
de Soledad que canta acompañada del Coro)
SOLEDAD
(Dentro)
Eso
les pasa a las hembras
como
algunas que sé yo.
¡Ay!
Se
quedan sin ningún hombre
después
de quererlos tóos.
CORO
(Dentro)
¡Ay!
Se
quedan sin ningún hombre
después
de quererlos tóos.
(Se
oyen las palmas que tocan los que han cantado y se hace la)
Mutación
CUADRO TERCERO
La
misma decoración del cuadro primero. Es de noche. Están encendidos los faroles
a la veneciana, y la lámpara de mineral ó farol de aceite, adosado a un poste
del patio.
ESCENA XVIII
Gorgonia,
Soledad, Encarna, Chupitos, Señor Candelas, Cándido, Tiberio, Atenedoro y Coro
General. Al hacerse la mutación, acaban de bailar con los últimos compases repetidos
de la guajira, y al son de las palmas que los demás tocan, Gorgonia y el señor Candelas.
Soledad y Encarna, sentadas hacia el centro de la escena, en medio de un
animado corro y junto a una mesa sobre la cual habrá un barreño con limonada y
algunos vasos
CORO
¡Olé
los niños
con
esbeltez!
CANDELAS
y GORGONIA
¡Aquí
hay más sangre
que
en tóos ustés!
CORO
¡Olé
y olé!
GORGONIA
(Al
señor Candelas)
¡Viva
tu cutis!
CANDELAS
(A
Gorgonia)
¡Viva
tu cuerpo!
SOLEDAD
(Al
señor Candelas)
¡Olé,
gracioso!
CANDIDO
(A
Gorgona)
¡Y
olé la Otero!
GORGONIA
¡Andar,
inútiles!
CORO
¡Já,
já, já!
Vengan
más vasos
de
limoná.
CORGONIA
(Con
misterio a Chupitos llevándolo a primer término)
Oye,
Chupitos,
¿les
has hablao?
CHUPITOS
(Por
Tiberio y Atenedoro)
¡Ya
este y el otro
se
la han tragao!
CANDELAS
(Abriéndose
paso alegremente entre las mujeres de un grupo) ¡Echarse a un lao!
GORGONIA
(A
Chupitos)
¿Y
a cada quisque...?
CHUPITOS
Que
Mari -Pepa,
en
cuanto suenen
las
diez, lo espera.
(Sepárase
de Gorgonia y se dirige a Cándido, con quien habla en voz baja y con aire de
misterio, procurando que los demás no lo adviertan, hasta que uno y otro dicen
las frases que después se marcan)
ATENEDORO
¡Viva
la juerga!
TIBERIO
¡Si
soy un tío
con
mas quinqué!
CANDIDO
(A
Chupitos, con mucha alegría)
Pero,
¿qué dices?
CHUPITOS
Eso,
a las diez.
CANDIDO
(¡Ay
que mujer!)
CHUPITOS
Pero
que suba
con
precaución.
CANDIDO
(¡Ay
que tenemos
que
hablar los dos!)
CHUPITOS
¡Cuidao,
por Dios!
(Se
separa de Cándido y se llega al señor Candelas, que está en el centro de la
escena, y con quien repite la maniobra)
ATENEDORO
(Mirando
e! reloj)
(¡Las
nueve y media!)
TIBERIO
(Ensimismado)
(¡Conque
a las diez!)
GORGONIA
(A
Encarna, por el señor Candelas)
Pero,
¿tú has visto?
ENCARNA
(A
Gorgonia, ídem)
Pero,
¿tú ves?
CANDIDO
(¡La
traspasé!)
CORO
¡Venga
mollate,
chico!
CHUPITOS
(Que
sigue hablando con el señor Candelas, volviéndose un momento) ¡Ya voy!
CANDELAS
(A
Chupitos) Pero, ¿qué dices?
GORGONIA
y CHUPITOS
(Que
no quita ojo del señor Candelas)
(¡Se
la tragó!)
CANDELAS
(Muy
alegre) ¡Mecachis! ¡Yo!...
SOLEDAD
(Saliendo
del corro)
¡Ay,
qué sosera!
Pero,
¿qué es esto?
CORO
¡Vengan
más coplas!
CANDELAS
¡Siga
el jaleo!
CORO
(A
Soledad) Cántalas tú.
SOLEDAD
Pues
allá va.
Pero
mucho silencio, señores,
tenéis
que guardar,
que
las cosas que canta la niña
son
muy delicás.
CORO
Que
las cosas que canta la niña
son
muy delicás.
SOLEDAD
Cuando
clava mi moreno
sus
ojazos en los míos,
tóo
mi cuerpo me se enciende
y
me se pierde el sentío.
Y
después que ha sucedió...
LOS
DEMAS
¿Qué?
SOLEDAD
¡Me
da frío!
Porque
saben los que quieren,
las
cosas que puén hacer,
¡ay!
los
ojazos de un moreno.
clavaos
en una mujer.
LOS
DEMAS
¡Ay!
¡Los
ojazos de un moreno,
clavaos
en una mujer!
(Baila
Soledad, al compás de las palmas que los demás.
SOLEDAD
Cuando
un hombre sobo y feo,
y
además tonto perdió,
camela
con fatiguitas
a
una mujer de sentío,
casi
siempre ha sucedío...
LOS
DEMAS
¿Qué?..
SOLEDAD
(Suspirando)
¡Angel mío!
Que
ella le tira el anzuelo,
que
él lo muerde como un pez.
¡Y
así se ven en el mundo
las
desgracias que se ven!
LOS
DEMAS
¡Ay!
¡Y
así se ven en el mundo
las
desgracias que se ven!
(Baila
Soledad, como antes)
(Hablado)
CANDELAS
¡Bueno!
Basta ya de escíndalo
dentro
del local.
(Vuelve
a su tono sentencioso y campanudo, que empleó en el cuadro primero)
TIBERIO
¡Quién
chilla!
CANDIDO
¡Y
ha alborotao más que quince!
CANDELAS
¿Yo?...
SOLEDAD
(Al
señor Candelas)
¡So
chulón!
CANDELAS
(A
Soledad) ¡Vamos, quita!
Un
momento de alborozo
no
es ninguna cosa ilícita;
pero
un funcionario público
de
cierta categoría,
máxime
más, cuando es hombre
de
costumbres fídediznas,
goza,
pero se contiene
en
cuanto recapacita.
GORGONIA
¡No
está usted mal trucha!
UNA
MUJER DEL CORO
¿Vamos?
UN
HOMBRE
¡A
la verbena, vecinas!
OTRA
MUJER
¡Arsa
pa allá!
(Sale
el Coro por la puerta de la calle, con mucha gritería)
CANDELAS
¡Menos
gritos!
¡Orden!
ESCENA XIX
Dichos,
menos el Coro.
ATENEDORO
(Que,
como Tiberio y Cándido, esta solo, ensimismado en sus pensamientos)
(¡Y
que la mocita
no
vale ná!)
SOLEDAD
(A
Encarna, por el señor Candelas)
Pero,
¿has visto?
ENCARNA
¡Qué
lagarto!
SOLEDAD
¿Quién
diría
que
a su edad?...
GORGONIA
¡Déjalo,
y oye!
También
ese tié su cita
en
el cuerpo.
SOLEDAD
y ENCARNA
¿Sí?
GORGONIA
Lo
de antes
lo
ha de pagar.
(Siguen
hablando. El señor Candelas pasea de un lado a otro, y de cuando en cuando se
sonríe, no pudiendo ocultar su satisfacción)
TIBERIO
(¡Tan
castiza
como
es!)
CANDIDO
(¡Y
qué formas tiene!)
CANDELAS
(¡Pero,
qué suerte la mía!)
ENCARNA
(A
los hombres)
¡Vaya!
¿Sus venís?...
TIBERIO
Si
vieras
que
estoy con una fatiga
de
estómago, que...
GORGONIA
(A
Cándido) ¿No vienes?
CANDIDO
¿Quién?
¿Yo? Gordinflona mía,
pero,
¿no sabes que tengo
que
acabar esa levita
para
mañana?
(Las
mujeres se miran unas a otras, cambiando signos de inteligencia y sonriéndose
picarescamente, sin que los hombres las vean)
GORGONIA
¡Ah,
tunante!
SOLEDAD
¡Tú
vendrás! (A Atenedoro)
ATENEDORO
(Con
mucha amabilidad)
Lo
que tú digas.
SOLEDAD
(Burlonamente)
¡Jesús,
como está la noche!
ATENEDORO
(¡Lo
menos hasta la esquina!)
CANDIDO
(¡Pa
verbenas está el niño,
tal
como hoy!)
ENCARNA
(A
Tiberio) ¡Vente! (Yendo a él)
TIBERIO
(Apartándola)
(¡En seguida!..)
SOLEDAD
¡Andar,
muchachas, dejarlos!
CANDIDO
(A
Soledad y Encarna)
¡Que
sus divirtáis, monismas!
(A
Gorgonia)
¡Y
ojo con las apreturas,
que
vas muy provocativa!
OORGONIA
(A
Cándido, con intención)
Hasta
después.
CANDELAS
Buenas
noches.
GORGONIA
(¿Habrá
primos?...)
ATENEDORO
(¿Habrá
primas?...)
(Salen
Gorgonia, Soledad, Encarna y Atenedoro hacia la calle, cerrando este último la
puerta)
CANDELAS
(Subiendo
la escalera)
(¡Candelas,
a tu escondite!)
TIBERIO
¡Adiós!
(Vase a su cuarto)
CANDIDO
(A
Tiberio)
¡A
ver si te alivias!
CANDELAS
(Antes
de entrar en su habitación)
(¡Ya
debe estar en su cuarto!)
CANDIDO
(Entrando
en su cuarto, después de mirar a la puerta de Mari-Pepa)
(¿Si
habrá vuelto ya la pícara?)
ESCENA XX
Felipe.
FELIPE
(Sale
de su cuarto, después de una pausa)
¡Gracias
a Dios que se marchan
y
me dejan que respire!
¡Ná,
que me puede! No vale
que
te defiendas, Felipe,
que
esa arrastrada te ha echao
en
el corazón raíces,
y
cá vez están más hondas,
y
cá vez están más firmes, (pausa)
¡Ah,
perra, que A tóos les haces
cara,
en mis propias narices,
sin
ver que todas las cosas
del
mundo tienen su límite.
Pero
no, que ó yo soy ciego,
ó
es que quiere divertirse
con
esos tres; porque a veces,
como
esta tarde, me dice
cosas
tan claras, que... vamos...
con
poco más... ¿Y si finge?
¡Pues
que no juegue!
ESCENA XXI
Felipe
y Mari-Pepa.
MARI-PEPA
(Entrando
la calle y cierra la puerta, como huyendo de la algazara)
¡Uf,
qué bulla!
FELIPE
(Volviéndose)
¿Quién?
¡Mari-Pepa!
MARI-PEPA
¡Felipe!
(pausa)
¡Qué
solo estás!
FELIPE
(Con
displicencia) Sí.
MARI-PEPA
(Idem)
Lo mismo
voy
a hacer. Para aburrirme,
mucho
mejor estoy sola,
¿verdaz?
FELIPE
Sí
que es preferible.
(Nueva
pausa. Se miran, sin que ninguno se resuelva a hablar; entonces Mari-Pepa se
dirige a la escalera)
Oye.
MARI-PEPA
¿Qué?
(Vivamente)
FELIPE
(Como
arrepintiéndose de lo que iba a decir)
Ya
no recuerdo
qué
era lo que iba a decirte.
(Mari-Pepa
hace un gesto de desdén, y se vuelve a dirigir a la escalera)
Si.
(Vuelve Mari-Pepa a bajar al proscenio)
¡No,
no!
MARI-PEPA
(Que
ha seguido las palabras de Felipe con visible ansiedad, dice, afectando indiferencia
y riéndose)
¡Vamos,
sería
alguna
trola!
FELIPE
(Muy
serio) ¿Te ríes?
MARI-PEPA
(Acercándose
a él)
Pero,
hombre, ¿qué es lo que tienes?
FELIPE
No
sé por qué me lo dices...
(Pausa
Mari-Pepa lo mira, y al notar que nada más le contesta, se dirige hacia la
escalera)
¿Lo
ves? Si estás deseando...
MARI-PEPA
¿Qué?
FELIPE
Dejarme,
verte libre
de
mi.
MARI-PEPA
(Acercándose
a él de nuevo, y con acento de reproche)
Tú
si que parece
que
no quieres que te miren.
(Música)
FELIPE
¿Por
qué de mis ojos
los
tuyos retiras?
MARI-PEPA.
¿Por
qué me desprecias?
¿Por
qué no me miras?
FELIPE
¿Yo?
¡No!
MARI-PEPA
¡Tú!
FELIPE
¡No!
¿Por
qué de ese modo
te
fijas en mí?
MARI-PEPA
¿Qué
quieres decirme
mirándome
así?
¿Por
qué sin motivos
te
pones tan triste?
FELIPE
¿Por
qué de mi lado
tan
pronto te fuiste?
MARI-PEPA
¿Yo?
¡No!
FELIPE
¡Tú!
MARI-PEPA
¡No!
FELIPE
(Con
pasión)
¿Por
qué de ese modo
te
fijas en mí?
MARI-PEPA
¿Qué
quieres decirme
mirándome
así?...
(Se
abrazan casi inconscientemente, mirándose con expresión intensa)
FELIPE
¡Así!
MARI-PEPA
¡Así!
FELIPE
¿Me
quieres?
MARI-PEPA
¿Me
quieres?
LOS
DOS
¿Me
quieres?
FELIPE
¡Sí!
MARI-PEPA
¡Sí!
¡Ay,
Felipe de mi alma!
¡Si
contigo solamente
yo
soñaba!
FELIPE
¡Mari-Pepa
de mi vida!
¡Si
tan solo en tí pensaba
noche
y día!
¡Mírame
así!
MARI-PEPA
¡Mírame
así!
LOS
DOS
¡Pá
que vea tu alma leyendo en tus ojos.
y
sepa serrano/serrana que piensas de mí.
(Separándose)
FELIPE
La
de los claveles dobles,
la
del manojo de rosas,
la
de la falda de céfiro
y
el pañuelo de crespón:
la
que iría a la verbena
cogidita
de mi brazo...
¡eres
tú!... ¡porque te quiero,
chula
de mi corazón!
MARI-PEPA
El
hombre de mis fatigas,
pá
mí siempre en cuerpo y alma,
pá
mí sola, ¡sin que nadie
me
dispute su pasión!
con
quien iría del brazo
tan
feliz a la verbena.
¡eres
tú!... ¡porque te quiero,
chulo
de mi corazón. (Abrazándose de nuevo)
FELIPE
¡Ay,
chiquilla! ¡Por Dios!
MARI-PEPA
¡Zalamero!
¡Chiquillo!
FELIPE
¡Chiquilla!
MARI-PEPA
¡No
me hables así!
FELIPE
¡Te
quiero!
MARI-PEPA
¡¡Te
quiero!!
FELIPE
¡¡Te
quiero!!
MARI-PEPA
¡¡Te
quiero!!
LOS
DOS
¿Me
quieres tú a mí?
¿No
te voy a querer, prenda mía?...
De
mí, ¿qué sería
sin
tí?...
(Separándose
d e nuevo para contemplarse)
FELIPE
¡Nena
mía!
MARI-PEPA
¡Felipillo!
FELIPE
¡Mi
morucha!
MARI-PEPA
¡Mi
querer!
(Uniéndose
en otro abrazo)
FELIPE
¡Tú
eres esa!
MARI-PEPA
¡Tú
eres ese!
LOS
DOS
Pues
si tú no lo fueras, ¡mi vida!
¿quién
lo había de ser?...
¿Me
quieres? ¿Me quieres?
¿Me
quieres tú a mí?
¡De
mí qué sería
sin
tí!
(Hablado)
FELIPE
(Con
pasión)
¡Ay,
mi Mari- Pepa,
mi
gloria, mi niña,
tan
retesalada, tan retepreciosa...
que
Dios te bendiga!
MARI-PEPA
(Con
mucha ternura)
¡Felipe,
Felipe!
¡Que
te estoy oyendo
y
me se figura que no es que te escucho,
sino
que lo sueño!
FELIPE
No
me des achares
con
otros quereres.
MARI-PEPA
Y
tú, Felipillo, vive ¡pá mí sola
queriéndome
siempre!
FELIPE
¡Júramelo!
MARI-PEPA
¡Tonto!
¡qué
cosas me dices!
(Volviéndole
un poco la espalda y dejando ver en su rostro la satisfacción que siente)
FELIPE
Pero
Mari-Pepa...
(Con
dulzura y volviéndola hacia él primeramente y después fijándose en su cara y
con enojo)
Pero,
Mari- Pepa,
¿qué
es eso...? ¿Te ríes...?
MARI-PEPA
Si
es que me se llena
de
alegría el alma.
FELIPE
Yo
no sé qué he visto pasar por tus ojos.
¡Te
burlas! ¡Me engañas!
MARI-PEPA
¡Celosillo!
FELIPE
Cállate.
MARI-PEPA
¿Te
ofendo? ¿Te falto?
¿Te
he dao yo motivos...?
FELIPE
¡Si
por eso dudo!
¡Porque
los has dao!
¡Porque
te has reído!
¡Porque
te conozco!
¡Porque
si me quieren engañar tus labios,
te
venden tus ojos!
¡Claro!
Como en público
finjo
despreciarte,
lo
que tú deseas es que yo me entregue
pa
luego dejarme.
MARI-PEPA
¿De
modo que quise
matar
tus desdenes
a
fuerza de celos, y todas mis artes
contra
mí se vuelven?
¡Mírame,
Felipe!
FELIPE
Si
así es como miras
a
todos...
MARI-PEPA
¡Escúchame!
FELIPE
Si
así es como le hablas
a
todos..
MARI-PEPA
(Con
viva indignación, al ver que son inútiles sus súplicas)
¡Mentira!
(Transición)
Pero
¿es que tú puedes
dudar
de mis ansias?
FELIPE
Sí
puedo...
MARI-PEPA
¿No
quieres mirarme?
FELIPE
¡No
puedo!
MARI-PEPA
(Con
grandísimo enojo)
¡Pues
basta!
FELIPE
¡Sí,
basta!
MARI-PEPA
¡Que
no merecías!
(Se
va hacia la escalera y empieza a subir)
FELIPE
(Dulcificando
el tono)
¡Oye!
MARI-PEPA
¿Qué?
FELIPE
(Arrepintiéndose)
¡No, vete!
MARI-PEPA
(Desde
lo alto de la escalera, y en un arranque de pasión y de ira)
¡Maldito
siá el día que puse mis ojos
en
ti pa quererte!
FELIPE
(Con
sorna)
¡Que
me olvides pronto!
MARI-PEPA
¿Yo?
¿Que yo te olvide?
¡Tú
vas a acordarte de la Mari-Pepa!
FELIPE
¡Y
tú de Felipe!
(Entra
cada uno en su respectivo cuarto)
ESCENA XXII
Gorgonia,
Soledad, Encarna, Chupitos.
(Música)
(Aparece
Chupitos sacando la cabeza cautelosamente entre las dos hojas de la puerta de la
calle)
CHUPITOS
No
hay nadie. Adentro.
(Entra.
Mirando hacia fuera)
Pasen.
GORGONIA
(Entrando
y dirigiéndose hacia fuera también)
Venid.
Silencio.
(Entran
cautelosamente Soledad y Encarna)
SOLEDAD
¡Chito!
GORGONIA
¡Chis!
CHUPITOS
¡Chis!
SOLEDAD
¡Chis!
ENCARNA
¡Chis!
(Cierran
la puerta de la calle)
GORGONIA
Como
vengan por el queso
bien
nos vamos a reír.
SOLEDAD
(Abriendo
la puerta de su cuarto después de mirar a un lado y otro)
¡Adelante,
compañeras!
GORGONIA
¡Chis!
SOLEDAD
¡Chis!
ENCARNA
¡Chis!
CHUPITOS
¡Chis!
(Entran
las tres mujeres y Chupitos, sigilosamente, en el cuarto de Soledad y cierran
la puerta)
ESCENA XXIII
El
Señor Candelas, Cándido. Tiberio, Atenedoro. Van saliendo según se marca.
CANDELAS
(Por
la puerta de su cuarto)
Nadie.
Van a dar las diez,
y
aunque tós deben estar
de
verbena, mejor es
que
haiga mucha oscuridaz.
(Sigue
por el corredor apagando los faroles, mientras continúa la orquesta sola, y
después empieza a bajar la escalera)
Está
visto. Me prefíere.
¡Con
qué astucia me citó!
Al
pensar en que me quiere,
¡ay,
qué brincos! ¡ay, qué brincos! ¡ay, qué brincos
me
está dando el corazón!
(Dirígese
hacia la lámpara ó farol de abajo para apagarlo también)
TIBERIO
(Asomando
la cabeza por la puerta de su cuarto)
¡Estoy
loco de alegría!
¡Ya
por mí se decidió!
CANDIDO
(Apareciendo
como Tiberio)
Al
pensar que va a ser mía,
¡ay,
qué golpes tan menudos y tan ricos
me
está dando el corazón!
TIBERIO
(Saliendo)
¡Animo, pues!
CANDIDO
(Idem)
¡Vamos allá!
CANDELAS
(Sintiendo
mido y volviéndose a tiempo que iba a apagar el farol)
¡Porra!
¿Quién es?
ATENEDORO
(Que
aparece rápidamente, abriendo y cerrando la puerta de la calle y se encuentra
con los otros)
¡Maldita
siá!
LOS
CUATRO
(Contrariados
del encuentro y cada uno para si)
¡Jé,
jé!
¡Sí,
sí!
(Cándido,
al verse sorprendido, ha encendido un fósforo y se ha inclinado hacia el suelo como
buscando algo con mucho empeño)
CANDELAS
(A
Tiberio ¿Qué hace usté aquí?
TIBERIO
(Al
señor Candelas) ¿Qué hace usté aquí?
ATENEDORO
(A
Cándido)
¿Qué
busca usté?...
CANDELAS,
TIBERIO y ATENEDORO
(¡Ya
la metí!)
CANDIDO
(¡Me
espampané!)
CANDELAS
¡Como
estoy tan escamado
he
venido a vigilar,
porque
oí ciertos ruidos
que
me dieron qué pensar!
TIBERIO
Esta
angustia del estómago
ya
me tié fuera de sí.
ATENEDORO
Anda
y vente a la verbena.
¡Si
he venido yo por tí!
CANDIDO
¡Pues
me van a dar la noche!
CANDELAS
(A
Cándido)
Pero,
¿qué busca usté así?
CANDIDO
Una
aguja del catorce
que
he perdido por aquí.
CANDELAS,
TIBERIO y ATENEDORO
(A
Cándido) ¿Sí? ¿Si?
CANDIDO
¡Sí!
¡Sí!
(Distraído
con la conversación, deja consumir el fósforo)
¡Pu-ña-les!
¡Que me tuesto!
CANDELAS,
TIBERIO y ATENEDORO
¿Si?
¿Si?
CANDIDO
(Sacudiendo
la mano)
¡Sí!
¡Sí!
LOS
CUATRO
(Cada
uno para si)
Pero
estos pelmas, ¿cuándo
se
acabarán de ir?
TIBERIO
(¡Yo
voy a estallar!)
CANDELAS
(¡Yo
no sé qué hacer!)
ATENEDORO
(¡Las
diez van a dar!)
CANDIDO
(¡Pues
ya han dan las diez!)
(Creyendo
que alguno se va)
Pues,
abur...
CANDELAS
(Creyendo
que Cándido se despide)
¡Ya!
TIBERIO
y ATENEDORO
(Idem)
¡Ya!
CANDIDO
(Comprendiendo
su equivocación)
Pensé
que... (¡La erré!)
LOS
CUATRO
(Cada
uno para sí)
(¡Ná,
que no se van!)
(Volviéndose
cada uno ni que tenga más inmediato)
¿Qué
decía usté?
¡Jé,
jé!
CANDELAS
(Yo
me voy, a ver si así...)
CANDIDO
(Si
se fueran, y después...)
TIBERIO
(A
Atenedoro)
¡Pues,
alivia! ¡Vamos ya!
(Yendo
hacia la puerta de la calle)
(Y
en seguida…)
ATENEDORO
(Haciendo
mutis detrás de Tiberio)
(¡Vas
a ver!)
(Dejan
cerrada la puerta)
CANDELAS
y CANDIDO
(¡Ya
quedamos solos dos!)
(Reflexionan
un momento)
CANDELAS
(Porque
entonces...)
CANDIDO
(Dándose
una palmada en la frente)
(¡Ajajá!)
LOS
DOS
¡Vaya,
quede usted con Dios!
CANDELAS
(¡Ya
se marcha!)
CANDIDO
(¡Ya
se va!)
LOS
DOS
(Procurando
cada uno que el otro so marche antes para quedarse dueño del campo)
¡Vaya
usted con Dios!
¡Vaya
usted con Dios!
CANDELAS
(Repitiendo
el juego)
¡Adiós!
CANDIDO
(Idem)
¡Adiós!
LOS
DOS
¡Adiós!
¡Adiós!
(El
señor Candelas ha ido subiendo la escalera al irse convenciendo do la
inutilidad de su ardid y a tiempo que Cándido entra en su cuarto, penetra en su
habitación)
LOS
DOS
(Haciendo
mutis).
(¡Me
jorobó!)
ESCENA XXIV
Felipe.
FELIPE
(Saliendo
de fu cuarto)
¡Esto
no es vida! ¡Si he de quererla!
¿Sí
al fin y al cabo me ha de querer!
¡Voy
a buscarla, y a que acabemos
ya
de una vez!
Porque
me muero con las fatigas,
con
la amargura que siento aquí.
(Llevándose
una mano al corazón)
¡Porque
no puedo ya, Mari-Pepa,
vivir
sin tí!
(Sube
hacia el cuarto de Mari-Pepa lentamente)
ESCENA XXV
Felipe,
Cándido, Señor Candelas, Tiberio, Atenedoro.
TIBERIO
(Aparte
por la puerta de la calle, que abre y cierra rápidamente)
Lo
mejor será quedarnos
en
completa oscuridaz.
(Se
dirige hacia el farol y lo apaga)
FELIPE
(Ya
en el corredor, sorprendido)
¡Eh!
¿Qué es esto? ¿Quién apaga?
¡No
ve ni jota ya!
CANDIDO
(Apareciendo)
¡No
hay nadie! ¡Voy pues!
¡Silencio
por fin!
TIBERIO
¡Ya
se la diñé!
ATENEDORO
(Que
entra de la calle, escurriéndose entre las dos hojas de la puerta)
¡Cómo
se la di!
(Empiezan
a dirigirse los tres al cuarto de Mari-Pepa, extendiendo las manos hacia
adelante, andando de puntillas, deteniéndose a veces y siempre con mucha precaución.
El señor Candelas ha salido de su cuarto y también se dirige a tientas por el
corredor hacia el cuarto de Mari-Pepa. Los otros suben la escalera guardando
las distancias entre sí)
FELIPE
(Prestando
atención a los ruidos que llegan hasta él. Como se mueve a obscuras, pasa por
delante de la puerta del cuarto de Mari-Pepa, sin advertirlo y queda en la
parte izquierda del corredor, para que la otra esté libre y pueda avanzar el
señor Candelas)
¡Me
parece que oigo pasos
de
puntillas por ahí!
Y
entreabrieron una puerta
con
sigilo, por acá.
(Por
la del cuarto del señor Candelas)
¿Quién
será?
¿Será
que alguno de esos?...
¿Será
que acaso intentan?...
¡Pues
atención, Felipe!
(E1
señor Candelas llega a la puerta del cuarto de Mari-Pepa y dá en aquélla dos
golpes suaves con los nudillos)
¿Qué
es esto?
CANDELAS
(En
voz baja) ¡Mari -Pepa!
FELIPE
(Siguiendo
la dirección de la voz y arrojándose con ira sobre el señor Candelas)
¡Toma,
canalla!
CANDELAS
¡Rediez!
¡Socorro!
(Forcejea,
logra desasirse al llegar a la escalera y baja por ésta desolado y perseguido
por Felipe. Candido, Tiberio y Atenedoro, sorprendidos y asustados por las
voces, precipítanse también escalera abajo)
ATENEDORO
¡Virgen
de Atocha!
(Persiguiendo
al señor Candelas)
¡Ven
aquí, golfo!
CANDIDO
y TIBERIO
(Huyendo)
¡Tiran
con bala!
ATENEDORO
¡So...
co…!
CANDELAS
¡Socorro!
(Sale
gente por los lados del corredor; por abajo, como viniendo de la parte del
patio que no se ve y por la puerta de la calle Algunas mujeres traen palmatorias
con velas encendidas, otras velones y alguna un quinqué. Gran bullicio. El
señor Candelas, Tiberio, Cándido, Atenedoro y Felipe revueltos entre los grupos
de la gente. Mari- Pepa, a las voces, sale también de su cuarto y baja detrás
de Felipe. Gorgonia, Encarna, Soledad y Chupitos, salen con aire de triunfo del
cuarto de Soledad)
ESCENA XXVI
Mari-Pepa,
Gorgonia, Soledad, Encarna, Chupitos, Felipe, Cándido, Tiberio, Atenedoro y Coro
General.
MARI-PEPA
¡Ay,
Jesús!
¿Qué
será
que
no quién
contestar?
GORGONIA,
SOLEDAD, ENCARNA y CHUPITOS
¡Ah,
bribón,
ya
verás
lo
que tiés
que
purgar!
TIBERIO,
CANDIDO, CANDELAS y ATENEDORO
No
sé di-
simular
el
temblor
que
me da.
FELIPE
(Buscando
siempre al hombre a quien sorprendió)
¡Ven
aquí,
so
charrán,
si
la quiés
encontrar!
CORO
¡Qué
correr!
¡Qué
gritar!
¡Por
aquí!...¡
¡Por
allá!...
(Cuadro
con las actitudes correspondientes que marqué el director de escena)
(Hablado)
CANDELAS
Pero,
¿qué escándalo es este?
MARI-PEPA
(Con
mucha ansiedad)
¡Felipe,
por Dios! ¿qué pasa?
FELIPE
(Mientras
él habla, con gran agitación y mucha cólera, los demás le escuchan con vivo
interés)
Pasa...
que se me ha subido
la
bilis a la garganta. (Dirigiéndose a Mari-Pepa)
Que
tú eres una cualquiera…
que
has venido a ser la causa
de
mi perdición...
MARI-PEPA
(Con
ansiedad) ¡Felipe,
por
Dios!
FELIPE
¡Y
vas a lograrla!...
¡Que
no queda ni un adarme
de
vergüenza en esta casa!
(Mirando
a Candido, Tiberio y Atenedoro)
¡Que
algunos que paecen hombres
son
gallinas! y que... ¡vaya!
¡que
yo necesito un tío
con
enjundia y con agallas
pa
desocuparle el cuerpo
con
la punta de la faca!
¿No
hay ninguno?
CANDIDO
(A
Tiberio, que habrá quedado junto a él)
Tú,
vecino,
me
parece que te llaman.
TIBERIO
¡Sujetarme!
ATENEDORO
(Queriendo
escurrirse)
Yo
me ahueco.
SOLEDAD
(Deteniéndole)
¡Ven
aquí!
FELIPE
(En
actitud provocativa y sin haber dejado de mirar a los hombres)
¡Blancotes!
GORGONIA
(Interponiéndose)
¡Calma!
MARI-PEPA
(Que
no acaba de darse cuenta de lo que sucede, y dirigiéndose a Felipe)
Pero
di, tú...
GORGONIA
(Seriamente)
Mari-Pepa
no
tié la culpa de nada.
FELIPE
¿Que
no?
GORGONIA
No;
fuimos nosotras
las
que pusimos la trampa,
con
la idea de que ciertos
babosos
escarmentaran.
(Cada
una de las tres mujeres mira a su hombre)
FELIPE
¿Quiénes?..
CANDELAS
(Dirigiéndose
a Tiberio, Cándido y Atenedoro)
¿No
sus da vergüenza,
gorrinos?
GORGONIA
Usted
se calla,
vejestorio.
CANDIDO
(A
Tiberio) Y de la niña,
¿qué?
CANDELAS
¡Yo qué sé!...
FELIPE
(A
Mari Pepa, que le mira con visible ansiedad)
¿No
me engañan?...
¡Que
me lo digan tus ojos!
¡Dí!
MARI-PEPA
(Arrojándose
en brazos de él)
¡Felipe
de mi alma!
ENCARNA
(A
Tiberio)
¿Has
escarmentao, Tiberio?
TIBERIO
(Rechazándola)
¡Quita
de ahí!
SOLEDAD
(A
Atenedoro) ¡Ahora te casas
con
la Cibeles!
ATENEDORO
Pero
oye...
GORGONIA
(A
Cándido)
¡No
van a ser bofetadas
las
que te voy a soltar
ahí
adentro!
CANDIDO
¡Muchas
gracias!
CANDELAS
(¡Como
ha quedao el principio
de
autoridaz en la casa!)
FELIPE
Mari-Pepa,
dame el brazo.
(Mari-Pepa
da el brazo a Felipe)
MARI-PEPA
¡Celosillo!
FELIPE
¡Mala
entraña!
Y
oye tú. .Mañana mismo
ya
estás cogiendo las planchas
y
cambiando de vivienda,
que
esta atmósfera es malsana!
MARI-PEPA
No
tengas cuidao, Felipe,
que
la mujer que es honrada,
lo
que es si quiere guardarse,
en
todas partes se guarda.
SOLEDAD
¡Arsa
a la verbena! ¡Viva
Felipe!
CORO
¡Vamos!
FELIPE
¡En
marcha!
Y
aquí da fin el sainete.
MARI-PEPA
Perdonad
sus muchas faltas. (Música)
CAE EL TELON
Información obtenida en:
http://archive.org/stream/larevoltosasaine3141chap#page/n1/mode/2up
http://archive.org/stream/larevoltosasaine3141chap#page/n1/mode/2up
me podran pasar el guion porfavor
ResponderEliminarHola Jonathan, hay dos maneras de conseguirlo o bien seleccionando aquí todo el texto, luego control+C para copiarlo y por ejemplo en el Bloc de notas de Windows pegarlo con control+V.
EliminarLa otra manera es ir a la página original : http://archive.org/stream/larevoltosasaine3141chap#page/n1/mode/2up y allí lo puedes bajar en formato pdf.
Si tienes algún problema me lo comentas e intentaré ayudarte.
Saludos
Fernando
Gracias por poner al alcance de los amantes de la Zarzuela estos libretos,me gustaría poder descargarlo,no se cómo,un saludo.
ResponderEliminar