LA VENTA DE DON QUIJOTE
Comedia
lírica en un acto, en prosa y verso.
Libreto
de Carlos Fernández Shaw.
Música
de Ruperto Chapí.
Estrenada
en el Teatro de Apolo de Madrid, la noche del 19 de Diciembre de 1902.
REPARTO (Estreno)
El
Señor Miguel – Miguel Soler.
Don
Alfonso – Bonifacio Pinedo.
Blas
– José L. Ontiveros.
El
Ventero – José Mesero.
Tomasa,
su hija – Felisa Torres.
Maritornes,
criada de la Venta – Carmen Calvó.
La
Sobrina de Don Alonso – Teresa Calvó.
Su
Ama de llaves – Aurora Rodríguez.
El
Arriero – Isidro Soler.
El
Cuadrillero – Antonio P. Soriano.
El
Barbero – Vicente Carrión.
El
Cura – Melchor Ramiro.
Un
Gañán – Gonzalo Maiquez.
Arrieros,
trajinantes, segadoras y segadores.
La
acción a fines del siglo XVI, en el mes de Junio 7 en una Venta de la Mancha.
Derecha
e izquierda, las del actor.
ACTO UNICO
Patio
de la venta. A derecha é izquierda puertas, en primero y tercer término, que
comunican con habitaciones de la posada, y en segundo otras mayores que dan
paso a otros cuerpos del edificio. En el fondo gran portalada. Forillo de
campo. Al empezar el acto es de día.
ESCENA PRIMERA
Maritornes,
Tomasa, un Arriero. Coro general. Segadores, segadoras, trajinantes, gente del
mesón, etc., etc.
Forman
las mujeres y hombres del Coro variados y pintorescos grupos. Acaban de comer,
sentados los unos a toscas mesas, en corro los otros sobre el suelo. Maritornes
y Tomasa van de un lado a otro. La animación es grande y grande la alegría. El Arriero,
como lo indica el cantable, entra al empezar el número.
(Música)
CORO
(Golpeando
los platos con las cucharas)
¡Pronto,
que es tarde!
¡Vamos,
Colas!
ARRIERO
(Entrando)
Aquí
está el vino.
TODOS
Venga
pa cá.
(Entra
el arriero con una gran bota de vino en cada mano, seguido por otros hombres
del campo que vienen todos con igual carga)
ARRIERO
Aquí
está el vino.
CORO
¡Gracias
a Dios!
ARRIERO
Vino
de sobra.
Vino
pa tóos.
(Gran
algazara)
Este
es el premio
con
que os osequian
ya
que acabasteis
al
fin la siega.
CORO
¡Suéltalas pronto!
¡Vengan
las botas!
ARRIERO
¿Por
dónde empiezo?
CORO
¡Vengan
y corran!
(Pasan
las botas de mano en mano y van empinándolas todos. Crecen el bullicio y el jolgorio)
TOMASA
Allá
va el vino;
vino
pa tóos.
CORO
Esta
es la misma
gracia
de Dios.
(Voces,
gritos, alegría)
ELLAS
¡Ay,
qué vinillo tan delicioso!
ELLOS
¡Esto
es un vino de lo mejor!
TODOS
Es
que parece que por las venas
va
repartiendo rayos de sol.
ARRIERO
¿Verdad?
CORO
Verdad.
Vinos
de veras
la
Mancha da.
ARRIERO
Manchega
de mi vida
dame
la mano,
ti
es que quieres conmigo
pasar
el charco.
Ven
a la iglesia,
para
hacerme el manchego
de
mi manchega.
(Maritornes
sonríe con satisfacción)
Te
comparo a las aspas
de
los molinos,
que
si no sopla viento
no
muelen trigo.
Tú
estás callada
mientras
yo no te muevo
con
mis palabras.
Canta
que canta
no
he de estarme yo a solas.
¡A
ver quién baila!
ELLOS
Vamos,
muchachas.
ELLAS
¡A
bailar seguidillas!
TODOS
¡Viva
la Mancha!
(Bailan
Tomasa y Maritornes con dos mujeres del Mesón, El Arriero toca la guitarra. Al
final del número bailan todos y acaba aquel en medio de gran bullicio y alegría)
ESCENA II
Dichos.
El Ventero.
(Hablado)
VENTERO
|Diantre!
¿Qué es esto? (Por la primera izquierda)
ARRIERO
¡El
Ventero!
MARITORNES
¡El
amo!
TOMASA
¡Mi
padre! (cesan las voces)
VENTERO
¡Miren
qué holgorio! ¿Se os ha figurado que esta es la Venta del Ruido?
TOMASA
¡Padre!
VENTERO
¡No
hay padre que valga!
TOMASA
Ya
sabéis que han arrematado la siega y que estaban celebrándolo. ¿No hemos comido
también los demás?
VENTERO
Celébrenlo
cuanto quieran los muy vagos. Pero, fuera, fuera de aquí; ahí, al campo abierto
donde tenéis el rancho.
UNO
Vuesa
merced se alivie, que ya nos vamos.
VENTERO
Bueno,
bueno, (Van saliendo por el foro los segadores y las mujeres. El Ventero habla
aparte con Tomasa. Maritornes con el Arriero)
ARRIERO
(¡Que
no me faltarás!)
MARITORNES
(¡Quita,
bestia!)
ARRIERO
(¡En
cuanto estén todos adormilados!)
MARITORNES
(Que
sí)
ARRIERO
(Te
digo que tienes un cuerpo que...)
MARITORNES
(Riéndose
desgarradamente, con. satisfacción) ¡Já, já, já!
VENTERO
Vaya,
vaya, a lo que haya que hacer. Pues señor...
ARRIERO
Ya
va, ya va. (Hace mutis socarronamente por el foro izquierda volviendo la cara
para mirar a Maritornes)
VENTERO
Y
hale tú, Maritornes, pingajosa.
MARITORNES
¡Pingajosa!
(Mutis por la segunda izquierda)
VENTERO
(¡La
muy!... ¡Vamos! Hembra más reñida con la honestidad no la hay) Y tú, hija, a
tus quehaceres, a dar el ejemplo.
TOMASA
Con
todo mi gusto.
VENTERO
¡Ah!
Y que no me perdáis de vista a ese desconocido sospechoso; al que vino ayer.
TOMASA
Ni
por pienso.
VENTERO
Adiós,
hija, adiós. Tú sí que eres buena. (La va acompañando, abrazándola, hasta que
ella hace mutis por la segunda izquierda) ¡Y miren que hace falta virtud para
no dejar de serlo en esta ajetreada vida!
ESCENA III
El
Ventero, La Sobrina, El Ama, El Cura y El Barbero.
Estos
entran apresuradamente por el foro derecha. Llegan como rendidos por el anhelo
y la fatiga
BARBERO
(Dentro)
¡Ah de la venta!
CURA
(Idem)
¡Ah de la venta!
VENTERO
¡Cómo!
(viéndolos llegar) Pasen vuesas mercedes.
CURA
¿Sois
el Ventero?
VENTERO
Para
servir a Dios y a vuestra reverencia.
AMA
Decidnos
entonces lo que sepáis de mi señor don Alonso.
VENTERO
¿De
vuestro señor?
AMA
¿Está
en la venta? ¿Le habéis visto pasar? ¡Tened piedad de la más infeliz de cuantas
amas de llaves han existido!
BARBERO
Callad,
hermana. Preguntad mejor si está en la posada, ó si ha estado en ella, el loco más
loco que Dios ha mandado al mundo.
CURA
¡No,
tanto, maese barbero! Cierto que mi señor don Alonso, está dejado de la mano de
Dios para cuanto se roza con sus desatinadas empresas, pero en no tocándole a
ese punto, no existe hidalgo más cabal, ni hombre de mejor juicio en toda la
Mancha.
VENTERO
¡En
Dios y en mi ánima, señores, que si no os explicáis más claramente, no será
fácil que os entienda!
SOBRINA
Yo
os lo diré. Venimos buscando a mi tío que se ha escapado de casa.
VENTERO
¿Pero
quién es vuestro tío?
SOBRINA
Don
Alonso de Pimentel, un hidalgo que vive en un lugar a seis leguas de aquí, buen
cristiano, temeroso de Dios, que ha dado en la más extraña manía en que puede
dar un nacido.
VENTERO
¿Y
qué manía es esa?
SOBRINA
La
de creer que han vuelto para el mundo los tiempos que pintan los malditos
libros de caballería de que tiene llena la cabeza.
VENTERO
¡Ah!
CURA
Hasta
ahora, se contentaba con ser caballero andante en el lugar, pero desde hace días...
AMA
Ese
condenado de BLAS tiene la culpa. Siempre le estaba empujando para que se
lanzase por esos mundos en busca de aventuras.
BARBERO
Es
natural. Habíalo nombrado su escudero por ser ti muy sandio el único que tomaba
en serio semejantes desvaríos...
SOBRINA
Y
como le decía a todas horas que los caballeros andantes solían ganar imperios é
ínsulas que cedían a veces a sus escuderos...
CURA
Entróle
al buen Blas el deseo de ceñir una corona...
AMA
Y
los dos se escaparon el martes por la noche del lugar.
BARBERO
Don
Alonso, caballero en un rocín que pasa de los veinte años.
CURA
Y BLAS
en un rucio que cumplió los quince.
SOBRINA
¡Sin
dineros!
AMA
¡Sin
vestidos cuasi!
CURA
En
busca de tuertos que enderezar.
BARBERO
Y
gigantes y moros que vencer.
VENTERO
¡Ah,
sí! ¡ya sé de quién habláis!
SOBRINA
¡Cómo!
¿Está en la venta?
VENTERO
No;
vuestro hidalgo no está en la venta, ni yo le conozco, pero debe de hallarse
por estos alrededores.
BARBERO
¿Cómo
sabéis?...
CURA
¿Quién
os ha dicho?...
VENTERO
Unos
arrieros que pasaron por aquí esta mañana, refirieron un lance que tiene algo que
ver con esa historia.
SOBRINA
¿Qué
contaron?
BARBERO
¿Qué
contaron?
VENTERO
Que
en el atajo, encontráronse con un hombre de mal parecer, largo y enjuto,
montado sobre un mal rocín y armado con un enorme lanzón, que hablándoles a
gritos, é insultándoles, díjoles que soltaran a la princesa que cautiva
llevaban. ¡Como si llevaran ellos princesas y no fardos! En vano fue que los pobres
se esforzaran por traerle a buenas. Sin atender a razones, irguióse sobre los
estribos el hombre de la lanza, y llamándoles malandrines, y aun cosas peores,
arremetió con tal furia contra mis huéspedes que a no hacerle dar con sus
huesos en tierra la lluvia de palos y piedras que sobre él lanzaron alguno no
hubiera contado la aventura.
CURA
Es
don Alonso, seguramente.
BARBERO
Esas
son sus manías: creer que las labradoras son princesas.
SOBRINA
Y
cuantos encuentra a su paso monstruos y encantadores.
AMA
Vamos
en su busca al momento.
BARBERO
¿Por
dónde decís que lo encontraron esos hombres?
VENTERO
Por
el atajo; a la izquierda según se sale.
BARBERO
Pues
corramos.
CURA
(Al
ventero) Tomad un escudo por vuestros informes.
VENTERO
Gracias.
Dios acompañe a vuesas mercedes.
(Vanse
la Sobrina, el Ama, el Cura y el Barbero por el foro izquierda, cruzándose al
salir con el Cuadrillero que llega, foro derecha)
ESCENA IV
El
Ventero y El Cuadrillero.
CUADRILLERO
¿Nuevos
huéspedes?
VENTERO
Y
de los que me agradan, señor Cuadrillero; de los que pagan el gasto que no
hacen.
CUADRILLERO
¿Cómo
es eso?
VENTERO
Ni
un jarro de agua han pedido, y ved qué escudo tan reluciente me han dejado.
CUADRILLERO
Váyase
por los que se os escapen sin pagar.
VENTERO
De
mi venta no se va nadie de ese modo.
CUADRILLERO
Pues
ojo al hidalguillo que llegó ayer.
VENTERO
¿El
manco?
CUADRILLERO
Por
mi nombre, que tiene traza de no haber visto en mucho tiempo un maravedí.
VENTERO
Tampoco
vale muchos el trato que aquí recibe. Anoche cenó las sobras de Maritornes y
durmió aquí mismo sobre un costal de paja. (Mostrando los que están hacia el
foro derecha)
CUADRILLERO
En
peor sitio dormía antes.
VENTERO
¿Eh?
CUADRILLERO
(Acercándose
a él y con misterio) Lo he visto hace una semana en la cárcel de Argamasilla.
VENTERO
¿Ha
estado preso?
CUADRILLERO
No
se me despinta su cara. Es el mismo.
VENTERO
¿De
suerte que ese hombre...?
CUADRILLERO
He
de averiguar quién es y a dónde va.
VENTERO
Vedle.
(Viendo aparecer al señor Miguel por la segunda izquierda) Ahí le tenéis.
ESCENA V
Dichos
y El Señor Miguel.
MIGUEL
Salud.
Dios guarde al Ventero.
CUADRILLERO
¿Sólo
al Ventero?
MIGUEL
Y
a vos; perdonad.
CUADRILLERO
¿Tiene
el hidalgo de la justicia temor?
MIGUEL
Al
contrario: siempre tuve
por
la justicia afición,
y
aun cuando nunca la encuentro,
nunca
la pierdo el amor.
CUADRILLERO
(Mirándole
fijamente)
Pues
se dice que con ella
tuvisteis
un tropezón.
MIGUEL
¿Cómo?
CUADRILLERO
Se
os parece mucho,
pero
mucho, ¡vive Dios!
un
hombre que hace unos días
estaba
en una prisión.
MIGUEL
¿Qué
decís?
CUADRILLERO
Que
el que ha sufrido
de
las leyes el rigor
debe
dar a todas horas
de
su vida explicación,
MIGUEL
No
hay tal; el que preso estuvo
y
de la cárcel salió.
saldó
sus cuentas... con eso
que
llamáis justicia vos.
CUADRILLERO
¡Razona
bien el hidalgo!
MIGUEL
Fui
siempre razonador.
CUADRILLERO
¿Y
hacia dónde se dirige?
MIGUEL
Al
azar, sin dirección.
VENTERO
¿En
qué os ocupáis?
MIGUEL
Estudio.
CUADRILLERO
¡No
es de viejos tal labor!
MIGUEL
¿Qué
queréis?
CUADRILLERO
Ver
vuestros libros.
MIGUEL
No
estudio en los libros yo.
CUADRILLERO
¿Pues
dónde?
MIGUEL
Aquí.
VENTERO
¡No
sabía
que
tuviese en el mesón
biblioteca!
MIGUEL
En
todas partes
la
encuentra el observador.
CUADRILLERO
Mostradme
en dónde leéis.
MIGUEL
En
este momento, en vos.
CUADRILLERO
¿Cómo
en mí?
MIGUEL
Porque
ahora os hablo.
Si
hablara con el señor,
leyera
en él.
VENTERO
¿Son
los hombres
libros
acaso?
MIGUEL
Lo
son.
Y
de corrido en sus ojos
leemos
en su interior
algunos.
Da mucha risa
llegar
hasta el corazón
de
los seres, ver sus vicios,
sus
flaquezas, su valor,
su
generosa hidalguía,
su
rabia torba y feroz;
de
éste la virtud austera,
de
aquel el falso pudor,
la
nobleza de los unos,
de
los más la imperfección.
Observar
cómo el tramposo
finge
ser buen pagador,
cómo
se ufana de rico
quien
nunca tuvo un doblón.
cómo
refiere sus duelos
el
que en su vida riñó,
y
cómo, en fin, alardean
de
callado el hablador,
de
veraz el embustero,
y
el necio de discreción.
Ese
es mi libro, ¡la vida!
¡el
más hermoso! ¡el mejor!
¡por
ser el libro de todos
y
estar escrito por Dios!
CUADRILLERO
¡Sois
muy sutil!
MIGUEL
Es
lisonja.
CUADRILLERO
¿Y
de qué vive el lector
de
ese libro?
VENTERO
¿Tiene
rentas?
MIGUEL
Escribe
lo que observó;
no
tiene más patrimonio.
CUADRILLERO
¡Ah,
vamos! sois escritor.
MIGUEL
Eso
dicen.
CUADRILLERO
¿Vuestro
nombre?
MIGUEL
Los
aires de la prisión
me
hicieron que lo olvidara.
CUADRILLERO
¿Quién
si está limpio su honor
calló
su nombre?
MIGUEL
(Con
viveza) Quien sabe
que
lo deslustra un baldón
y
no ha de decirlo, en tanto
que
no brille como el sol.
CUADRILLERO
¿Si
vos calíais, quién afirma
que
no seáis un malhechor?
MIGUEL
Este
brazo. (Por el izquierdo)
CUADRILLERO
¡Extraña
prueba!
MIGUEL
Pero
que nunca engañó.
Aquí
está mi ejecutoria.
CUADRILLERO
¿El
ser manco es un blasón?
MIGUEL
Tal
vez, si el brazo se pierde
en
donde este se perdió.
Mirad
bien lo que aquí dice
CUADRILLERO
Yo
no leo como vos.
MIGUEL
Pues
aquí dice: Lepanto,
y
el que en Lepanto luchó,
merece
solo por eso
respeto
y admiración.
VENTERO
¡Muy
joven fuisteis soldado!
MIGUEL
Pero
el serlo no impidió
que
derramara mi sangre
sobre
un viejo galeón.
Si
aun vivieran aquel Doria,
que
aunque en Italia nació
es
y será eternamente
gloria
del suelo español,
y
aquel don Juan valeroso
que
tanta fama añadió
á
la sangre recibida
del
invicto emperador,
algo
os contaran acaso
de
un mancebo que luchó
en
la galera Marquesa,
según
ellos, con valor.
Dura
fiebre le postraba,
cuando
el eco del cañón
del
memorable combate
los
comienzos anunció.
Dejó
el lecho, subió al puente
con
presteza y sin temor,
y
la sangre que en sus venas
la
calentura inflamó
pronto
halló fácil salida
por
cerca del corazón,
que
el plomo turco en su pecho
dos
anchas bocas abrió,
sin
contar otra, que a un brazo
quitó
por siempre el vigor.
Pero
fue la mano izquierda
la
herida ¡gracias a Dios!
La
diestra quedaba libre,
y
en ella un buen espadón.
Con
él, entró al abordaje
del
enemigo feroz
en
dos barcos, con él hizo ,
cosas
que públicas son...
y
la fiebre mitigada
por
la sangre que vertió, .
pudo
ver el desenlace
de
aquella escena de horror,
Rojo
el mar y rojo el cielo;
sobre
el agua, en confusión,
hombres
que aun en la agonía
se
atacaban con furor;
cadáveres,
jarcias, velas
naves
rotas en montón...
roncos
gritos de victoria,
tristes
ayes de dolor;
el
aire, cárdena nube,
el
mar, inmenso crisol;
más
de doscientas galeras
ardiendo
en vivo fulgor,
y
el de Austria, en la suya, alzando
de
España junto al pendón
el
del vencido agareno
que
con su mano apresó.
¡Era
el cuadro tan hermoso
que
para verlo mejor
el
sol con vivos destellos
la
humareda desgarró,
y
así tuvo la figura
del
glorioso vencedor,
por
espada, rayo ardiente,
por
corona, el mismo sol!
CUADRILLERO
Por
mi nombre que interesa
la
gallarda relación.
MIGUEL
Si
eso dice quien lo escucha,
¿qué
no dirá quien lo vio?
ESCENA VI
Dichos,
Tomasa, Maritornes. El Arriero. Coro General.
Entran
los nuevos personajes aprisa, y en su mayor parte asustados, por la segunda
izquierda.
TOMASA
¡Padre!
¡Padre!
VENTERO
¿Qué
pasa?
TOMASA
¡Que
el diablo ha entrado en la venta!
CUADRILLERO
¿El
diablo?
MIGUEL
¿Cómo
el diablo?
MARITORNES
Si
no lo es lo parece.
ARRIERO
Callad,
si es un infeliz...
TOMASA
Que
viene con un espadón desenvainado,
queriendo
matar a todo el mundo.
CUADRILLERO
¡A
ver, a ver! ¿Qué es eso?
MARITORNES
¡Jesús!
¡Ahí está! (viendo aparecer a don Alonso
espada
en mano por la segunda izquierda, persiguiendo
a
un tropel de aldeanos)
ESCENA VII
Dichos
y Don Alonso.
ALONSO
¡Teneos,
follones, malandrines! Ríndanse todos ante el filo de mi vencedora espada. (Cuadro)
VENTERO
¡Eh!
¿Qué es eso? ¿Quién sois?
ALONSO
Mejor
hiciera en responder el que interroga. ¿Quién sois vos?
VENTERO
¡Donosa
pregunta! El dueño de esta casa, el Ventero.
ALONSO
¡El
Ventero! ¿Esta es una venta acaso?
VENTERO
¿Pues
no lo estáis viendo?
ALONSO
(Con
extremada finura y envainando la espada) Lo que veo, alto y muy poderoso señor,
es el peregrino ingenio de vuestra grandeza. ¡Deliciosa burla! Llamar venta a
este vuestro hermoso castillo, el más hermoso que vieron ojos humanos, centro
del boato y refugio de la hospitalidad.
TODOS
¿Eh?
TOMASA
¿Qué
dice este hombre?
VENTERO
(¡Ay,
debe ser el que se encontraron los arrieros!)
MIGUEL
(¡Extraña
manía!)
ALONSO
Sí,
noble castellano; tenéis el honor de alojar en vuestra fortaleza al más
venturoso de los andantes caballeros, puesto que su buena fortuna le ha
conducido hasta ella. ¡Y en trance bien duro ¡vive Dios!, que una turba de
moros perversos no ha mucho, arrebatóme,
villanamente, a mi escudero, después de habernos agasajado con sendas tollinas!
¿Sabéis acaso cuál pueda ser el maleficio dé que esos truhanes usan, que llegue
a poder conmigo? (.Cambiando de tono) ¿Visteis, por ventura, acá, en el
castillo, siquiera maltrecho y acongojado, a mi galán escudero?
CUADRILLERO
Vaya,
vaya, basta de chanzas, buen hombre.
ALONSO
(Airado)
¿Quién es el atrevido que osa decir que me chanceo?
CUADRILLERO
Yo,
un Cuadrillero de la Santa Hermandad; un representante de la justicia.
ALONSO
(Con
gran satisfacción) ¡Venid a mis brazos, señor Condestable!
TODOS
¿Eh?
CUADRILLERO
¡Condestable!
ALONSO
No
temáis que yo falte a los respetos que se os deben como Justicia mayor de estos
reinos, por más que vuestra jurisdicción no alcance a los que, como yo, viven
dentro de la estrecha religión de la Caballería.
MIGUEL
(¡Vive
Dios, que no he visto jamás tan curioso desvarío!)
MARITORNES
(Desgarradamente)
¡Es muy gracioso! ¡Já, já, já!
ALONSO
(Volviéndose
rápidamente hacia Maritornes) ¿Os reís, hermosa princesa?
TODOS
¡Jesús!
TOMASA
¡Princesa
Maritornes!
ALONSO
(Acercándose
paso a paso a Maritornes) Hermosísima dama en quien la honestidad corre, sin
dudas, parejas con la hermosura; permitid a quien tiene por culto el
acatamiento a la belleza, posar los labios en vuestra mano alabastrina.
(Besándola en una mano)
ARRIERO
(Al
verlo) ¡Pues no la besa la mano! ¡Eh, alto ahí! ¡Cuidado conmigo!
ALONSO
¿Quién
sois?
ARRIERO
Quien
no consiente que toquéis a esa moza.
ALONSO
¿Seréis
quizás el gentil mancebo que suspira por sus gracias?
ARRIERO
Yo
no suspiro por nadie; lo que os digo es que os desharé el rostro de una puñada,
si Volvéis a acércalos a ella.
ALONSO
(Yendo
hacia él y con un grito estentóreo) ¡¡A mi!
TOMASA
(Separando
al Arriero) Déjalo, hombre. ¿Vas a tomarlo
en serio?
ALONSO'
(Fijándose
en Tomasa) ¡Oh, Qué aparición divina! ¿Sois estrella ó mujer, flor o astro,
emperatriz ó reina?
VENTERO
Es
mi hija, y no hay para qué decirla esas cosas.
ALONSO
¡Vuestra
hija! ¡La hija del poderoso castellano! ¡Oh! ¡Oh! (Volviéndose a Tomasa y declamando
entre el asombro general)
Filis
encantadora,
por
quien derrama lágrimas la aurora
sobre
los campos de amapolas rojos,
remedo
de las perlas de tus ojos.
Filis,
blanco lucero,
a
tus pies un andante caballero,
por
la cruz de su espada
jura
tenerte siempre por amada.
Desde
hoy serán tan sólo mis empresas
salvar
cautivas, rescatar princesas,
y
entre lauros triunfantes
matar
encantadores y gigantes.
No
comeré a manteles
sin
conquistar un reino a los infieles,
ni
dormiré en mi lecho
sin
rendir con mi amor tu blando pecho.
Contémplame
y no llores,
estrella
virginal, flor de las flores.
En
mi espada, ceñida de topacios,
hay
tronos y vergeles y palacios,
cetros,
imperios, porvenir de rosa...
y
todo es para tí. Filis hermosa.
Cuanto
quieras tendrás. Pídeme. Empieza.
¿Quieres
del Condestable la cabeza?
¡Pues
pronuncia tu fallo inexorable
y
rodará a tus pies el Condestable!
CUADRILLERO
(Dando
un salto) ¡Yo!
VENTERO
(Enojado)
Vaya, señor hidalgo, dejaos de tantas burlas. (Don Alonso sonríe con aire, de triunfo)
MIGUEL
(En
voz baja al Ventero) (No le contrariéis, dejádmelo. Yo me encargo de él) (A don
Alonso) Dos palabras, caballero.
ALONSO
(Rápidamente)
¿Qué queréis? ¿Sois víctima de alguna injusticia? Hablad: mi brazo es de los
débiles y perseguidos.
MIGUEL
Tengo
que deciros, oh compendio ilustre de los manchegos campeones, que no es bien que
un tan valeroso caballero como vos, enamore de esa suerte a la primera
castellana que encuentre en su camino. ¿Qué diría quien supiera que os habéis
echado al campo sin tener antes elegida vuestra dama?
ALONSO
(Vacilando)
¿Ha de ser antes?
MIGUEL
Naturalmente.
¿Vos no habéis amado nunca?
ALONSO
Nunca.
Es decir: siendo mozo, estuve para casarme con cierta joven corcovada y fea...
MIGUEL
¡Oh!
Pues esa, esa es vuestra dama. Corregidla con la imaginación, que hace
milagros. ¿Era labradora? Hacedla reina. ¿Se llamaba...?
ALONSO
Sinforosa.
MIGUEL
Pues
llamadla Tisbe. ¡La reina Tisbe! Esa es la dama de vuestros pensamientos. A
ella sola habéis de ser fiel en la vida.
ALONSO
¡Hombre
maravilloso! Tenéis razón. Me habéis convencido. Pero, entonces... (Acercándose
a Tomasa y volviendo al tono con que dijo la estrofa anterior)
¡Oh,
Filis, Filis bella,
víctima
del amor que te atropella!
Escúchame
sin miedo.
Corresponder
a tu pasión no puedo.
Filis
encantadora,
deja
de perseguirme desde ahora.
VENTERO
(Furioso)
¡Bueno! ¡Basta! ¡Basta! ¡Ya esto es demasiado!
MIGUEL
(¿Pero
no veis que no está en sus cabales? ¡Sigámosle el humor!)
TOMASA
(Dice
bien el señor hidalgo, padre)
BLAS
(Dentro,
a voces) ¡Amo mío! ¡Amo mío!
ALONSO
(Con
grande alegría) ,0h, por fin! ¡Es la voz de Blas! ¡Mi escudero! (Suben todos al
foro)
CUADRILLERO
(Mirando)
¡.Jamás ví escudero más rechoncho!
MARITORNES
Parece
un botijo. (Todos ríen)
TOMASA
(Llamándole)
¡Aquí, aquí tenéis a vuestro amo!
ESCENA VIII
Dichos
y Blas. Este, bajo y grueso, entra andando difícilmente, a compás de la música.
(Música)
(Grandes
carcajadas al verlo aparecer por el foro derecha. Empieza a anochecer)
BLAS
¡Ay,
don Alonso!
ALONSO
¡Mi
pobre Blas!
¡Ven
a mis brazos!
BLAS
¡No
puedo más!
ALONSO
¡Ay,
qué grande es mi gozo
al
volverte a encontrar!
BLAS
Yo
no sé, don Alonso,
si
reír ó llorar.
CORO
¡Qué
gentil escudero!
¡Qué
donoso galán!
MIGUEL
A
la vez siento impulsos
de
reír y llorar.
BLAS
Pensé
que nunca
volviera
a veros.
ALONSO
Moros
malditos
eran,
aquellos.
BLAS
¡Qué
gran somanta
la
que nos dieron!
ALONSO
¿Tú
has visto nunca
moros
más perros?
TODOS
¡Mirad
qué caras!
¡Mirad
qué gestos!
¡Mirad
qué trajes!
¡Mirad
qué cuerpos!
ALONSO
Veinte
fieras por lo corto
se
lanzaron contra mí,
entretanto
que las otras
se
lanzaban contra ti.
BLAS
Yo
os veía por los suelos
rebramando
sin cesar,
entretanto
que me daban
otra
tunda colosal.
ALONSO
¡Yo
tan bravo
caballero!
BLAS
¡Vos
vencido!
ALONSO
Calla,
Blas.
Dánme
ganas
de
reír.
BLAS
Siento
impulsos
de
llorar.
ALONSO
Ven
a mí.
BLAS
Voy
allá.
(Se
abrazan)
¡Jí,
jí, jí!
ALONSO
¡Já,
já, já!
CORO
Dale
al loco
por
reír,
y
al mastuerzo
por
llorar.
ALONSO
Tales
golpes me asestaron,
a
pesar de mi valor,
que
me han hecho de las carnes
un
purísimo dolor.
BLAS
Yo
no sé qué es lo que hicieron
los
muy brutos sobre mí.
Sólo
sé, que no me encuentro
de
los palos que sufrí.
ALONSO
¡Yo
tan noble!
¡Yo
tan fuerte!
BLAS
¡Vos
vencido!
ALONSO
Calla,
Blas.
Dánme
ganas
de
reír.
BLAS
Siento
impulsos
de
llorar.
ALONSO
Ven
a mí.
BLAS
Voy
allá,
etc.,
etc.
ALONSO
¡No
más suspires!
Recobra
el ánimo,
que
yo mis armas
recobraré,
porque
me esperan
nuevas
hazañas,
nuevas
conquistas,
nuevo
laurel.
Tú,
denodado,
me
seguirás.
¡Fuera
follones
y
malandrines!
Zís,
zas,
zis,
zas.
CORO
¡Ay,
qué pareja
tan
divertida!
¡Já,
já!
¡Já,
já!
ALONSO
Con
lanza firme,
fuerte
el es escudo,
gallardo
el cuerpo
sobre
el corcel,
saldré
de nuevo
por
esos campos,
y
a los gigantes
espantaré.
Tú,
denodado,
me
seguirás.
Fuera
follones,
etc.,
etc.
CORO
¡Ay,
qué pareja,
etc.,
etc.
(Hablado)
BLAS
¡Ay,
amo mío! ¡Cómo me duelen los huesos de las pedradas de aquellos arrieros
malditos!
ALONSO
Encantadores
y no arrieros, has de decir.
BLAS
¿Aún
sigue vuesa merced creyéndoles encantadores?
ALONSO
¿Pues
cómo me hubieran vencido sin el auxilio de un poder sobrenatural? ¡Ah! oye. (Llevándoselo
aparte, con misterio)
TOMASA
(Con
los otros, y mirando a don Alonso y Blas) ¿Pero no oís cómo hablan?
CUADRILLERO
El
escudero es más sandio que el amo.
MIGUEL
(Para
si) (¡Los dos, los dos son admirables!)
ALONSO
(A
Blas, en secreto) Sí, Blas; me hallo en un grave aprieto. Mi honestidad corre
peligro.
BLAS
¿Vuestra
honestidad?
ALONSO
La
hija del poderoso señor de este castillo se ha enamorado locamente de mí.
BLAS
¿Qué
castillo?
ALONSO
Este
en que estamos.
BLAS
(Abriendo
mucho los ojos) ¡Ah! bueno. ¿Pues tiene más que dejarse querer?
ALONSO
¡Eso
se dice fácilmente! ¿Y Tisbe?
BLAS
¿Quién
es Tisbe?
ALONSO
¿Acaso
lo ignoras? ¿Y acaso no sabes que la fidelidad es el más sagrado deber de los
andantes caballeros? Te digo que esta noche has de velar a mi lado. Todas las
precauciones son pocas cuando se trata de una mujer tan herida de amor como lo
ha sido esa castellana por mis atractivos.
BLAS
¿Pero
es posible? ¿Qué es lo que tanto la ha cautivado de vos?
ALONSO
Qué
sé yo. Los caballeros andantes solemos inspirar pasiones terribles.
VENTERO
(Que
hablaba en voz baja con el Cuadrillero) (De todas maneras, hay que cortar por
lo sano. Que duerman aquí y mañana proveeremos) (A don Alonso) Decid, buen
hombre.
ALONSO
¿Qué
ocurre?
VENTERO
¿Haréis
noche en la venta? Por que ya es hora de que busque su descanso cada cual. (En
este momento sale un mozo del mesón por segunda izquierda, y cuelga entre
primero y tercer término de la izquierda un candil encendido)
ALONSO
(A
Blas) (¿Eh?) Cierto es, cerró la noche y no aguardaba yo menos de vuestra
cortesía. Nos ofrecéis magnifico alojamiento; desde luego lo aceptamos. ¡Tan
molidos nos dejaron aquellos picaros que ansiamos el momento de acomodar las
carnes entre las finas holandas del mullido lecho!
VENTERO
Arriba
en el pajar hay dos camas dispuestas.
BLAS
¿En
el pajar?
ALONSO
Sigue
la chana.
TOMASA
Otras
dos hay aquí, padre, (señalando el cuarto del tercer término izquierda)
VENTERO
Pues
ahí entonces.
ALONSO
(A
Blas) (Esta es la castellana. ¿Oyes lo que dice? Quiere tenerme a mano)
BLAS
(¡Pero
señor!)
ALONSO
(¿Lo
estás viendo? Has de dormir sólo de un ojo)
VENTERO
¡Vamos,
vamos! (Al coro) Y vosotros también, a la cama. (Hace mutis parte del Coro por distintos
lados)
ARRIERO
(Aparte
a Maritornes) ¿Que no me faltarás?
MARITORNES
(¡Quita,
bestia!)
ARRIERO
(¡En
cuanto estén todos recogidos!)
MARITORNES
(¡Tocinote!)
VENTERO
Vamos,
vamos.
TOMASA
Adiós,
padre.
VENTERO
(Besándola
en la frente) ¡Dios te bendiga! (Vase Tomasa, primera izquierda)
ALONSO
¡Hermosa
castellana, sin duelo reposad y hasta mañana.
MARITORNES
¡Buenas
noches!
ARRIERO
Muy
buenas.
(Vanse
el Arriero, tercera derecha, y Maritornes, segunda izquierda)
ALONSO
(Dejando
pasar a Maritornes) Pasad, princesa altiva. Por vos debe seguir la comitiva.
UNO
Adiós,
huésped.
(Vanse
varios del Cero por la segunda izquierda)
VENTERO
¡Adiós,
hijos, adiós!
ALONSO
Seguid,
damas hermosas.
Vaya
el clavel envuelto entre las rosas.
(Hace
mutis el resto del Coro por la portalada, con machos comentarios, risas, etc.)
Vos,
al grupo adorable
seguid,
oh venturoso Condestable.
CUADRILLERO
(Al
Ventero)
Dios
nos la depare buena.
(Entra
en el cuarto primero de la derecha)
ALONSO
(Al
Ventero)
Los
últimos nosotros, hierro en mano;
el
huésped y el invicto castellano.
Ahora,
vengan al punto y con fiereza
enemigos
sobre esta fortaleza.
Yo
sólo los espero;
yo
sólo, con mi espada y mi escudero,
MIGUEL
(Que
ha asistido a toda la escena con grande y visible atención, nota que el Ventero
está a punto de perder los estribos, y acercándose a don Alonso, dícele
cariñosamente) ¡Bien! ¡bien! Todo eso está muy bien, oh, campeón insigne; pero
descansad, estáis rendido.
ALONSO
¡Ah!
¡hombre admirable, os había olvidado!
¡A
vos, que sois la bondad misma! Nada, nada; Blas, sígueme.
Dormid,
dormid en paz y sin recelo,
que
yo por todos velo.
Adiós!
(Entra
en el cuarto de la izquierda, tercer término)
MIGUEL
¡Adiós!
VENTERO
¡Adiós!
¡Uf, qué loco tan grande!
MIGUEL
¡Sí,
muy grande!
(E1
Ventero hace mutis por la puerta grande de la derecha. Queda solo el señor
Miguel)
ESCENA IX
El
Señor Miguel, un Gañán (dentro) y El Ventero.
(Música)
(Empieza
un nocturno en la orquesta El señor Miguel va recitando)
Recitado
MIGUEL
Dios
quiera que esta noche
pueda
vencerme el sueño;
el
sueño; que es a veces
el
único consuelo, (pausa)
¡Qué
caballero andante!
¡Qué
gentil escudero!
¡Oh,
sí; seguramente
voy
a soñar con ellos!
¡Ay!
Sobre el saco duro
¡qué
mal descansa el cuerpo!
(Se
recuesta en los sacos que hay hacia el foro)
¡Huyamos
de esta vida!
¡Ven
y no tardes, sueño!
(Va
durmiéndose el señor Miguel. Sigue el nocturno en la orquesta. Oyese dentro el
sonar de las esquilas de un rebaño que pasa por el campo, y la voz de un Gañán que
canta)
(Cantado)
GAÑAN
En
el cielo de Oriente
la
luna raya.
El
sol de nuestras noches.
La
luna blanca.
¡Arre,
borrega!
Vuelve
la luna llena
redonda
y blanca.
Parece
que es la luna
y
es una cara.
¡Arre,
borrega!
Una
mocita en cambio
conozco
yo,
que
la cara que tiene
parece
un sol.
¡Arre,
borrega!
(Sale
el Ventero por la puerta grande de la derecha, llega a la portalada y cierra;
luego aplica el oído a la puerta del cuarto de don Alonso)
VENTERO
Todo
ya en silencio duerme.
La
calma por fin volvió.
Al
loco no se le siente.
¡Buenas
noches nos de Dios!
(Coge
el candil y desaparece por la segunda izquierda. Queda la escena únicamente
iluminada por la luz de la luna que entra por la misma puerta de la izquierda, segundo
término. Sigue el nocturno; a su tiempo ábrese la puerta del cuarto de don
Alonso, y aparece éste sin espada ni sombrero)
ESCENA X
Don
Alonso. El Señor Miguel (dormido). Luego Maritornes.
ALONSO
Los
que pedís la ayuda
de
mi forzudo brazo
ya
me tenéis aquí.
Aunque
el dolor me postre,
para
ayudar al débil
yo
vuelvo pronto en mí.
En
el vivir a medias
de
mi incipiente sueño,
yo
he escuchado quejidos,
misteriosos
lamentos,
algo
así como voces
y
algo así como beso?.
¡Oh,
encantado castillo!
¿En
tus lóbregos senos
guardas
tú por ventura
misteriosos
secretos?
(Ha
ido corriéndose hacia la derecha)
Mas,
¿qué pasos escucho?
¿Qué
es, gran Dios, lo que veo?
¿Qué
fantástica sombra
se
adelanta a mi encuentro?
(Ha
aparecido Maritornes por la puerta grande de la izquierda, andando
cautelosamente, pero con torpeza, de modo que produce algún leve ruido)
Sin
duda es la hermosísima
castellana.
¡Oh, portento!
Y
es claro, en busca viene
de
mi, que soy su dueño.
¡Cuanto,
el amor la arrastra!
¡Cuanto
gustarla debo!
(Acércase
sin que lo vea ella, hasta que está a su lado)
¡Es
ella, sí!
MARITORNES
(¡Jesús!
¡El loco!)
ALONSO
¿Por
qué tal gusto'?
MARITORNES
(¡Muerta
estoy!)
ALONSO
Soy
un honrado caballero.
Pruebas
tendréis de que lo soy.
(Tomando
una de sus manos y oprimiendo su talle, mientras Maritornes está a punto de
morir de terror)
Castellana,
tan
gentil y bondadosa,
tu
belleza es soberana
y
tu aliento huele a rosa.
MARITORNES
¡Dios
me ayude!
ALONSO
Dejaras
que te salude,
mas
no tanto que te bese...
porque
luego no te pese.
Yo
agradezco tus favores,
y
que vengas a mi lado
requiriéndome
de amores.
¡Oh,
dechado
de
primores!
¡Oh,
mi hermosa
castellana,
más
preciosa
que
la luz de la mañana!
Mas
ya sabes que no puedo,
que
es mi Tisbe sola dueña
del
amor del alma mía,
que
con Tisbe siempre sueña
mi
lozana fantasía.
Si
con ella no lucharas,
por
designios del acaso,
¡no
sin gozo te escaparas
de
este paso!
Castellana...
Blanca
flor...
Brisa
leve...
Claro
sol...
Si
no fuera por mi Tisbe,
te
lo juro por mi honor,
¡cuan
holgada y complacida
te
quedaras de mi amor!
ESCENA XI
Dichos
(el Señor Miguel despierto). El Arriero, Blas, el Ventero, Tomasa, el Cuadrillero
y Coro General.
MARITORNES
¡De
poco me troncha!
¡Su
mano es un ascua!
ARRIERO
(Segunda
derecha)
No
viene la perra,
y
el tiempo se pasa.
(Viéndolos)
¡Jesús!
¡En sus brazos!
¡Ah,
perro, canalla!
ALONSO
¿Quién
osa?...
MARITORNES
¡Dios
mío!
ARRIERO
Le
parto la cara.
ALONSO
¡Gigantes
de nuevo!
(E1
Arriero descarga una puñada muy grande sobre el rostro de don Alonso)
MARITORNES
¡Favor,
que nos mata!
¡Verás
cuando sepas!...
ALONSO
ARRIERO
¡Mi
yelmo! ¡Mi espada!
¡Ah
perra maldita
y
ah perro canalla!
MIGUEL
(Incorporándose)
¿Qué
es esto?
VENTERO
(Entrando,
candil en mano, por segunda izquierda)
¿Qué
ha sido?
BLAS
(Por
la puerta de su cuarto)
¿Qué
ocurre, señor?
TOMASA
(Primera
derecha)
¡Ay!
¡Padre! ¿qué pasa?
CORO
(Por
diversos lados y con luces; un mozo del mesón abre la puerta del fondo y entra,
por ella también, parte del Coro)
¿Qué
ha sido? ¿Qué ha sido?
CUADRILLERO
(Con
un farol, y espada en mano)
¿Qué
ocurre, decidme?
VENTERO
¡Silencio!
TOMASA
¡Por
Dios!
(Han
aparecido todos a medio vestir)
(Hablado)
ALONSO
(Adelantándose)
Digo yo...
VENTERO
Basta,
(Con voz de trueno)
ALONSO
(¡Oh,
y qué irascible castellano! ¡Y qué puñada tan terrible la del gigante de
ahora!)
(Llevándose
la mano al rostro)
VENTERO
Yo
si que digo: que seáis lo que seáis vais a salir al punto de la venta.
ALONSO
¡Y
dale con la venta! Pues yo os he de revelar que vuestra hija, la hermosa castellana,
llegóse a mí en este patio de armas, con impetuoso requerimiento de amor.
TOMASA
¡Miente,
padre, miente!
VENTERO
¡Miente
el bellaco!
MIGUEL
¡Pero
qué bellaco ni qué hijo de Dios! ¿No sabéis?...
VENTERO
Callad
vos también.
ALONSO
Y
en aquel punto un espantoso gigante...
BLAS
(¡Ay,
amo mío, no doy tres maravedises por vuestra cara!)
ARRIERO
Lo
que era, era: que tenía a ésta en sus brazos.
MARITORNES
Porque
yo.
ARRIERO
Calla.
VENTERO
¡Oh,
eso sí que lo creo! ¡Mala hembra! ¡Deshonra de mi casa! (Yendo hacia Maritornes
furioso)
ALONSO
¡No
lo diréis dos veces, mal caballero! (Echando mano a la espada... que no lleva)
CUADRILLERO
Sujetadle.
ELLAS
¡Jesús!
BLAS
(Ahora
es cuando nos matan)
ALONSO
Basta
ya. (Gran confusión)
(Música)
¡Todos
están locos
aquí,
menos yo!
VENTERO
Salid
de la venta.
ALONSO
Os
digo que no.
BLAS
(¡La
cuarta paliza
nos
dan a los dos)
(Entra
en el cuarto y saca la espada y sombrero de don Alonso)
CUADRILLERO
Ya
basta de bromas.
ARRIERO
¡Maldito
bribón!
MARITORNES
¡Mal
rayo le parta!
TOMASA
¡Qué
angustia, gran Dios!
VENTERO
Salid
de la venta.
ALONSO
Ya
he dicho que no.
Las
potencias
del
infierno,
desatadas,
arremeten
contra
mí,
pero
soy
el
caballero
más
entero,
más
forzudo,
que
hay aquí,
y
en cogiendo
yo
mi escudo,
y
en blandiendo
yo
mi espada
bien
tajada,
yo
os prometo
que
no queda
en
el patio
del
castillo,
ni
un infame
desalmado
malandrín.
TOMASA
Está
loco
de
remate.
Más
que loco.
¡Qué
infeliz!
VENTERO
Yo
te juro
que
se marcha
y
no vuelve
por
aquí.
MARITORNES
Malos
mengues
me
destrocen
y
me pongan
a
morir.
ARRIERO
A
esa bestia
la
deslomo
en
marchándonos
de
aquí.
CUADRILLERO
Majadero
que
perdiera
más
tornillos
nunca
vi.
BLAS
No
nos dejan
estos
brutos
ni
las pieles ..
¡ay
de mí!
CORO
Caballero
más
famoso .
nunca
vino
por
aquí.
ALONSO
En
éste encantado castillo
gigantes
me vencen
con
artes maléficas,
con
rabia feroz.
En
esos libérrimos campos
abiertos
a todos
aguardólos
yo.
Yo.
¡Yo!
TODOS
¡Oh!
(Repiten
todos las estrofas Iguales que momentos antes cantaran, y don Alonso con
ellos:)
ALONSO
Yo
aseguro
que
no queda
ni
un infame
malandrín.
(Hablado)
CUADRILLERO
¡Se
terminó el escándalo! En nombre de la Santa Hermandad!...
MIGUEL
Alto
ahí.
ESCENA XII
Dichos.
El Ama, la Sobrina, el Cura, el Barbero, que entran apresuradamente por el foro
izquierda. Después de entrar estos personajes un Criado cierra la portalada.
SOBRINA
¡Señor!
AMA
¡Señor!
CURA
¡Señor
Ventero!
BARBERO
Señor
Ventero. Al volver hacia casa hemos oído las voces.
CURA
Y
sobre todo la suya.
VENTERO
Oportunos
sois, que ya iba a salir de mala manera.
SOBRINA
¡Tío!
AMA
¡Señor!
CURA
¡Señor
don Alonso!
ALONSO
¡También
aquí vosotros, peste del diablo!
VENTERO
No
quiere irse ni a tirones.
CURA
(Veréis)
No nos maldiga el ilustre y nunca bien ponderado caballero, sin que antes sepa cómo
y por qué le buscamos. Hanse presentado en vuestra solariega mansión y en busca
vuestra unos muy opulentos magnates que de luengas tierras vienen...
ALONSO
A
ver, a ver. (Interesado ya)
CURA
Y
que en nombre de la gran princesa de Etiopía, cautiva de un terrible monstruo, reclaman
la ayuda de vuestro poderoso brazo.
ALONSO
¡Oh!
¡Haberlo dicho! Eso ya es ponerse en razón. Blas, vamos.
BLAS
Señor...
CURA
(¡Ah,
imbécil!)
ALONSO
¿No
te decía que se acercaba la hora de las nuevas y felices empresas? Ya lo ves.
¿Qué importan las desdichas pasadas? Recuérdelas solo desde la altura de mi
olímpico desprecio. Gente soez y miserable...
LOS
DE LA VENTA
¡Eh!
(Movimiento de amenaza)
SOBRINA
(Deteniéndoles,
suplicante) Deteneos, señores.
MIGUEL
(A
los de la Venta) Por Caridad, (A don Alonso) Témplese vuestro animo augusto,
que los que aun dudaren de vos, acabarán por admiraros. Y en nombre de los que
ya os admiran, oíd mi voz que os dice: ¡Vaya con Dios la flor y nata de los
caballeros andantes; la fortuna le acompañará, y pasará su fama de siglo en
siglo entre aplausos y vítores!
ALONSO
Habéis
hablado bravamente. Y vive el cielo que por algo ya había reparado en vos.
¡Sobrina! ¡Ama! ¡Barbero escuálido! ¡Curilla estólido! En marcha, pues.
LOS
DE LA VENTA
¡Gracias
a Dios!
MIGUEL
(Oprimiéndose
la frente con la mano) No, no se va, que aquí se queda.
ARRIERO
(A
Maritornes) En cuanto te pille, te aso.
MARITORNES
(¡Ay,
te creo!)
(Música)
ALONSO
En
marcha. Vamos.
(Dirigiéndose
hacia la segunda izquierda)
UNOS
Adiós.
OTROS
Adiós.
VENTERO
¡Por
fin sosiego!
TOMASA
¡Gracias
a Dios!
ALONSO
¡Señor
del castillo!
¡Abrid
los portones!
¡Bajad
el rastrillo.
que
ya ni un instante
me
puedo aguardar!
LOS
DE LA VENTA
(En
son de burla)
¡Señor
del castillo!
¡Abrid
los portones!
¡Bajad
el rastrillo!
VENTERO
Marchaos
y nunca
volváis
por acá.
ALONSO
(Después
de medio mutis)
¡Ah!
.¡Esperad!
VENTERO
(Impacientándose)
¿Aun
hay más?
ALONSO
¡Esperad!
TODOS
Esperad,
(Sigue
la música)
(Hablado sobre la música)
ALONSO
Perdonad,
se me olvidó.
MIGUEL
¿Algo
importante?
ALONSO
Si
a fé.
Que
vuestro nombre no sé.
MIGUEL
Tampoco
sé el vuestro yo.
ALONSO
Y
era notable el olvido,
puesto
que, entre tanta gente,
pienso
que vos solamente
me
habéis acaso entendido.
Pimentel
en mi lugar
me
llaman, pero he pensado
por
otro más adecuado
mi
antiguo nombre cambiar.
Un
buen caballero andante,
si
quiere famoso ser,
debe
ante todo tener
nombre
sonoro y brillante,
¡Eso
parece que ensancha
su
gloria!
MIGUEL
¡Sois
un gran hombre!
ALONSO
(Llevándoselo
aparte y con misterio)
¿Cómo
os parece este nombre?
Don
Quijote de la Mancha.
MIGUEL
¡Soberbio!
En bronce y en piedra
se
ha de esculpir desde hoy.
ALONSO
¿Decís
verdad?
MIGUEL
Como
soy
Miguel
Cervantes Saavedra,
¡Ganad
laureles triunfantes!
ALONSO
¡Recordadme
siempre vos!
MIGUEL
¡Gran
don Quijote, id con Dios!
ALONSO
¡Quedad
con El, gran Cervantes!
(Estrechándose
las manos. Pausa. Van saliendo por la segunda izquierda don Alonso y los suyos,
el Coro, Maritornes y el Arriero. Los demás se retiran a sus cuartos, menos el
señor Miguel. Continúa la música. La escena vuelve a quedar alumbrada tan solo
por la luz de la luna)
ESCENA ULTIMA
El
Señor Miguel.
MIGUEL
¡Qué
extraña zozobra siento!
¡Dios
le trajo a la posada!
Ya
está mi idea encarnada.
Ya
vive en mi pensamiento.
(Con
ternura)
Adiós,
pobre loco, adiós.
Nuestro
encuentro bendigamos,
porque
tal vez le debamos
ser
inmortales los dos.
Y
ahora a dormir. Pobre y duro
es
el lecho. ¡Bah, qué importa!
Se
hará la noche muy corta
pensando
en él, de seguro.
(Va
a acostarse de nuevo y se detiene)
Hoy
copia la realidad
lo
que parece ficción.
Delirios
de mi invención
principian
a ser verdad.
Ya
comienzo a entretejer
lo
visto con lo pensado,
porque,
a veces, yo he soñado
con
lo que acabo de ver.
Y
al enlazar el recuerdo
con
la realidad presente,
dudo
quién es el demente
de
los dos, y quién el cuerdo.
¡Ah,
no, no! no es desvarío.
¡El
vive en su vida, sí,
pero
además vive en mí
con
algo que solo es mío!
Vamos,
pues, vamos los dos,
cada
cual con su locura,
de
aventura en aventura
por
esos mundos de Dios.
¡Allá
van! El siervo fiel
y
el buen caballero andante.
Don
Quijote en Rocinante.
Sancho
en su rucio tras él.
(Exaltándose
por momentos)
¡Qué
extraordinarias visiones
mi
delirio me presenta!
¡Ginés!
¡El yelmo! ¡La Venta!
¡Los
yangüeses! ¡Los leones!
¡Los
molinos! A lanzazos
les
entra con su bridón.
Piensa
que sus aspas son
de
cien gigantes los brazos.
Cayó
en tierra
(Bórrase
todo el fondo de la escena y vese de pronto, con luz del día, el campo manchego
donde se supone que ocurrió la famosa aventura de los molinos. Giran las aspas
de éstos rápidamente, movidas por el viento. A los pies de uno, en segundo
término del cuadro, y a un corto trecho el señor de la cabalgadura, aparecen en
tierra den Quijote y Rocinante. Más allá, Sancho espantado. Las figuras son ya
las de la propia novela)
Lloro
y río.
(Volviéndose
y viendo la aparición)
¡Jesús!
¡El! (Muerto dé risa)
¡Y
su escudero!
¡Salud,
noble caballero!
(Don
Quijote se incorpora y se fija en Cervantes)
¡Ven
a mí, que ya eres mío!
{Adelantase
don Quijote, hacia Cervantes. Este va a su encuentro con los brazos abiertos La
Criatura y el Creador se acercan.—Fuerte en la orquesta y telón rápido)
FIN
Información obtenida en:
http://archive.org/stream/laventadedonquij1753chap#page/n3/mode/2up
http://archive.org/stream/laventadedonquij1753chap#page/n3/mode/2up
No hay comentarios:
Publicar un comentario