EL CANTAR DEL ARRIERO
Zarzuela
en dos actos, en prosa y verso.
Libreto de
Serafín Adame Martínez y Adolfo Torrado.
Música
de Fernando Díaz Giles.
Se estrenó en el Teatro Victoria de Barcelona, el día 21 de
Noviembre de 1930.
REPARTO (Estreno)
Mariblanca
- Gloria Alcaraz.
Gloria
- María Téllez.
Moza
1ª - N. N.
Blas
- Juan Baraja.
Lorenzo
- Marcos Redondo.
Anselmo
- José Acuaviva.
Braulio
- Juan Arnó.
"Cigüeño"
- Angel de León.
Tomás
- Sr. Barreto.
Gabriel
- Sr. Becas.
Mozo
1º - N. N.
Arriero
1º - N. N.
Arriero
2º - N. N.
Arrieros,
rondadores, mozas, mozos, coro general y rondalla.
Por
tierras de Zamora, a fines del siglo XIX.
Términos
del actor.
ACTO PRIMERO
DECORACION
— Un trozo de la carretera de la Puebla de Sanabria, al pie de la escarpada sierra.,
en el norte de la provincia de Zamora. Ocupa todo el foro la fachada de un
típico mesón, con amplia puerta de dos hojas al centro y portillo en una de
ellas. A ambos lados de la fachada corren sendos bancos de piedra. Anochece al
empezar la acción, y en la entrada de los arrieros ya es noche cerrada, pero
con claridad de luna llena.
(Cuando
se alza el telón, en escena Mari Blanca, Gabriel y Mozos y Mozas. Todos beben
alegremente, servidos por la muchacha y por Gloria, criada de la venta)
(Música)
Número I
(El cantable, en la partitura)
(Hablado)
(Va
a hacer mutis con todos Gabriel, hombre de unos cincuenta años, cuando la guapa
moza le detiene)
MARIBLANCA
Gabriel...
¿por qué no ha venido?...
GABRIEL
Está
escribiendo la copla
que
ha de cantarte esta noche
cuando
venga con la ronda.
Es
noche sonada... ¡Digo!...
¡Es
el santo de su novia!
Y
quiere el mozo cantarte
con
voz tan firme y sonora
que
sepa todo Sanabria
que
pone el ramo a su moza.
MARIBLANCA
¿Está
contento?. . .
GABRIEL
Llorando
de
rabia lo dejé ahora...
MARIBLANCA
¿Por
qué?...
GABRIEL
Porque
no encontraba
palabras
que digan toda
la
pasión que por ti siente.
Anselmo
piensa en su moza,
en
su deseo cantarla
con
el alma a flor de boca,
y
los nervios no le dejan
tranquilo:
lucha, resopla,
rompe
papeles, se muerde
los
labios, que sangre brotan,
y
es la razón que le aflige,
desespera
y desazona
ver
que no encuentra palabras
que
digan cómo te adora.
MARIBLANCA
Pues
ve a buscarlo, Gabriel,
que
yo le espero anhelosa.
Que
no me falte esta noche
al
baile y deje la ronda,
que
rondar es de conquista
y
a mí me ganó de sobra.
GABRIEL
¿Privarle
de que te cante
su
amor y el ramo te ponga?...
¡Piensa
con cuánta ilusión
espera
Anselmo la hora
de
subir a tu ventana
ante
los mozos que rondan!...
MARIBLANCA
Tienes
razón... Yo le aguardo;
en
el fondo de mi alcoba,
sin
que una luz me delate,
a
oscuras, trémula y sola,
aguardaré
que su voz
lance
la primera copla
y
que su mano curtida
me
brinde el ramo de bodas,
para
que así el pueblo entero
sepa
que yo soy su novia.
Y
vete, que viene padre.
GABRIEL
Hasta
luego...
(Mutis
por la derecha)
BLAS
¿Qué...
la tropa
se
marchó?
(Es
el dueño de la venta; más del medio siglo, vigoroso, enérgico, varonil)
MARIBLANCA
Van
al sermón
del
párroco.
BLAS
Tú,
con GLORIA,
debieras
ir; y de fijo
lo
agradeciera esa sosa;
no
vi en ninguna venta
criada
más santurrona.
MARIBLANCA
Bien
quisiera... Mas no puedo.
He
de confitar las roscas
para
que luego, en el baile,
tomen
refresco las mozas.
Pero
Gloria, si tú quieres,
puede
ir... Y eso que, sola
y
con la tarde vencida,
a
lo mejor se atolondra,
pierde
el sendero asustada,
ve
algún anima en persona
y
se nos muere de miedo
en
el camino...
BLAS
¡Burlona!...
Así
me gusta, que estés
muy
alegre... Tú eres toda
mi
vida; muerta tu madre,
desde
esa fecha mi historia
ha
quedado reducida
a
mirarme en ti. No hay hora,
ni
minuto, ni segundo,
que
no presida tu sombra
en
mi pensamiento. Lucho
con
voluntad; me apasiona
ganar
dinero; a mi afán
es
la tierra entera poca.
Pero
no hay en mí avaricia;
no
siento la fiebre loca
de
acariciar las monedas:
las
gano para mi moza.
Hacía
tiempo, Mari Blanca,
que
no veía las rosas
de
la alegría en tu cara;
hoy
vi la risa en tu boca,
y
piensa cuánto en tu goce
mi
propio gozo se goza,
que
sólo para que dure
esa
sonrisa, en señora
de
la venta te convierto...
Es
tu santo... Di a las mozas
y
a los mozos, cuando vuelvan,
que
hasta mañana a la hora
de
ir al trabajo, en la venta
tu
voluntad se acomoda...
De
par en par el mesón
está
abierto; haz tú que corra
el
vino y que la despensa
muestre
que es la fama corta
al
hablar del parador,
y
que llegue hasta Zamora
noticia
de cómo sabe
Blas
festejar esta gloria
de
tener una hija guapa
con
la sonrisa en la boca.
(La
besa)
BRAULIO
(Veinticinco
años, criado del mesón; presume de ilustrado, de valiente... ¡de todo! Por la izquierda)
¡Bien parlado, mi amo!... ¡Qué bien maja está la Mariblanca, y con razón le relampaguea
el orgullo en los ojos al amo!... El mismo Cid Campeón no tuvo ninguna hija tan
guapa... ¡Y cuidado que la fama la tenían!
MARIBLANCA
No
ponderes, Braulio.
BRAULIO
¿Ponderar?
¡Ni
el mismo Cid Campeón, ni tan siquiera el Cardenal Cisneros, hombre!...
BLAS
¡Cómo
no habías tú de sacar a relucir la historia! Braulio, tú equivocaste el camino.
BRAULIO
No
se ría el amo... Es verdad que muerdo los vientos por saber cómo vivió el
mundo; pero el mundo de los valientes, ¿eh?... Con los otros no quiero nada...
Y ahora estoy muy contento, porque misté la que me regaló el maestro...
(Saca
un libro de la faja)
MARIBLANCA
¿Qué
es?
BRAULIO
¡Casi
nada!... La Historia Universal de todos los hechos ocurridos en la tierra del
universo. ¡Parece mentira que en un libro tan pequeño pueda haber tanta cosa
metida!...
BLAS
Pues
ahí encontrarás de todo: guerreros que ganan y guerreros que pierden.
BRAULIO
¡Bah!...
Eso ya lo tengo resuelto. En cuanto tropiezo con un guerrero que pierde, tronzo
la hoja .
BLAS
Pocas
quedarán enteras entonces.
BRAULIO
¡Pocas!...
Y estoy abriendo sitio en el libro para el que se gane a Mariblanca, que ése si
que tiene que guerrear duro para tomar esa plaza. ¡Quisiera yo ver a don
Carlos, el Magno, poniendo sitio a este mesón!... Se iba a ir con los doce
pares de calabazas más grandes que se han criado en Sanabria...
BLAS
¡Posiblemente!...
¿Qué dices tú a eso, Mariblanca?
MARIBLANCA
Que
dice bien Braulio... Esta plaza es difícil de ganar, porque ya tiene dueño.
BLAS
¡Bien
en secreto lo guardaste, mozuela!
MARIBLANCA
¡Padre!...
BLAS
Veamos,
veamos... ¿Quién es él?... ¡Habla!...
(Música)
Número II
(El cantable, en la partitura)
(Hablado)
BLAS
¡Bien
está... Que bien le quieres
se
nota. Pero callaste
cuando
hacías su retrato,
el
rasgo más importante...
¿No
tiene nombre el galán
que
así llegó a enamorarte?...
MARIBLANCA
Si
que lo tiene... Es Anselmo.
Le
conoces...
BLAS
¡Un
don Nadie!..,
¡Lindo
partido, a fe mía!...
BRAULIO
¡Pues
no es mal muchacho!...
BLAS
¡Baste
con
que yo diga una cosa
para
que ninguno hable!
Bajo
mi techo no puedo
tolerar
que pase nadie
que
te corteje sin ser
en
vísperas de casarte.
Si
Anselmo trabaja y lucha,
de
mi mano he de llevarte
hasta
él; pero si no...
MARIBLANCA
Tiene
mala suerte, padre...
Es
bueno, honrado, me quiere...
BLAS
¡Bien
está!... Pero que aguarde
a
que cambie su fortuna
si
contigo ha de casarse...
No
quiero verte con mozo
sin
un mal pan que ganarte.
Y
no se hable más de esto.
Piensa
que sola te quedas
en
el mesón hoy...
MARIBLANCA
¿Te
vas
por
fin esta tarde?...
BLAS
Fuerza
me
obliga... Cebada y trigo
encargué
y hoy es la fecha
en
que no llegan...
MARIBLANCA
¿Por
qué
hasta
mañana no esperas?...
BLAS
Bien
quisiera, Mariblanca;
pero
va el de Peña Negra
en
su coche y con él voy.
En
manos de Braulio quedas,
que
con más ojos que el puente
de
Zamora estará alerta.
Diviértete
con los mozos
y
mozas, que eres la dueña
de
la casa; pero mira
que
dejo una orden severa
como
siempre:
¡cuándo
pasen
arrieros,
cierra la puerta!...
BRAULIO
¡Con
siete llaves y siete
cerrojos
y, a más, cadena!
Descuide
el amo.
MARIBLANCA
¡Manía
más
grande! . . .
BLAS
¡Calla
mozuela!..
No
tenías aún diez años
cuando
me oíste la primera
vez
hacer a los criados
del
mesón esa advertencia
por
ti: Que nunca arrieros
te
miren, ni se detengan...
Cuando
pasen, beban vino,
páguenlo,
libren la mesa,
enganchen,
monten y aviven
a
la muía delantera.
MARIBLANCA
Jamás
me has dicho por qué...
Dímelo
hoy, que yo quisiera
saber
la causa del miedo
que
tienes a que se prenda
en
mi amor de arriero...
BLAS
¡Cállate,
hija! No vuelvas
a
decir eso... Antes quiero
verte
al pie de un carro muerta,
que
dando oído a las frases
de
la canalla arriera.
MARIBLANCA
(Besándole)
Vete
tranquilo...
BLAS
Si
acaso
espera
el de Peña Negra,
a
mañana, volveré
en
seguida…
MARIBLANCA
¡Dios
lo quiera!...
(Hace
mutis Blas por la derecha y Mariblanca por el mesón)
BRAULIO
Yo
de señor del mesón...
Las
llaves de la despensa
en
mis manos... ¡Hoy se acaba
de
moscatel la cosecha!...
(Cruza
de la puerta del viesen a la derecha Gloria)
¡Eh!...
¿Adonde vas tú?...
GLORIA
A
mi obligación... ¿Te importa mucho?...
BRAULIO
Tu
obligación es contestarme con modales, ¿estamos?...
GLORIA
¡Ni
que fueses el amo!...
BRAULIO
Casi,
casi... Que al cuidado de todo me dejó el señor Blas.
GLORIA
¡Ya
es suerte! . . .
BRAULIO
Me
estima bien... Y si tú no fueses tan arisca, también sería la suerte para ti,
moracha... (Se acerca)
GLORIA
(Retirándose) ¡No!... ¡No te acerques!... ¡Qué eres un peligro, qué eres una
tentación!...
BRAULIO
(Abrazándole)
Pero una tentación muy flojita, boba...
GLORIA
(Dejándose)
Que luego el señor párroco me riñe por mi debilidad y me dice que tengo muchas flaquezas...
BRAULIO
(Apechugándola)
¿Que tú tienes flaquezas?... ¡El párroco no te conoce, Gloria!
GLORIA
(Soltándose)
Y el otro día, porque le conté lo del pajar, j no sabes cómo se puso!
BRAULIO
¡Naturalmente!...
¡Mira que ir a contarle al párroco lo del pajar!...
GLORIA
Y
me dice que te reprenda; que lo que haces no es de buen cristiano.
BRAULIO
¡Vamos,
mira que no ser de buen cristiano pasarse la vida tocando a Gloria! (Intenta
abrazarla y ella le esquiva)
(Música)
Número III
(El cantable, en la partitura)
(Hablado)
BRAULIO
De
modo... ¿que no?...
GLORIA
No...
BRAULIO
Pues
peor para ti; porque esta noche todas las mozas del pueblo van a venir al mesón
y tú serías la envidia de todas al verte a mi lado.
GLORIA
Presumido...
Eso es pecado de soberbia...
BRAULIO
Y
comerías y beberías de lo mejor...
GLORIA
Pecado
de gula...
BRAULIO
Y
bien repanchingada en un sillón...
GLORIA
Pecado
de pereza...
BRAULIO
Pero,
oye tú, ¿es que todo lo bueno es pecado?...
GLORIA
Dice
el señor párroco que hay que castigar el cuerpo con escasa comida y duro lecho.
BRAULIO
¡Pues
buenas perdices se come él y siete colchones pone en la cama!...
GLORIA
¡Descreído!...
Eres un ateo...
BRAULIO
Mira,
Gloria: yo no creo más que en lo que veo, Y de eso, la mitad... Y no quiero que
tú seas para mí como fue para el señor Sansón la señorita Dalila...
GLORIA
¿Son
de Sanabria esos dos?...
BRAULIO
Son...
de la Antigüedad, pánfila. De un pueblo que estaba más allá de Palencia.
GLORIA
Y...
¿qué les pasó?
BRAULIO
Pues
que él era un mozo muy guapo y muy listo, y muy fuerte, y muy valiente... ¡Vamos,
como yo, aunque yo esté delante!... Y ella le engañó, le enamoró y le hizo
pelarse a lo manolo...
GLORIA.
Pero
esa leyenda, ¿qué tiene que ver con nosotros?
BRAULIO
Traducido,
quiere decir que a mí no me tomas tú el pelo. Con que ala para el mesón y
atranca la puerta, que vienen arrieros.
GLORIA
Braulio,
es que yo...
BRAULIO
¡Ala!...
Para el mesón te he dicho... (La empuja y entran ambos cerrando la puerta)
(Música)
Número IV
(Queda
la escena sola. Es de noche ya; brilla la luna. Suena, lejano, el cascabeleo de
unas colleras y se oye la voz de Lorenzo, que canta)
(El cantable, en la partitura)
Cesa
el ruido de los cascabeles que se fue acercando. Entran en escena, por la izquierda,
Lorenzo, el Cigüeño y Tomás, y coro de arrieros. Son todos hombres fuertes,
enérgicos, rostros atezados y curtidos por los vientos de todos los caminos. Lorenzo
tiene cerca de cincuenta años, pero es joven de alma y aspecto; varonil, recio,
casi sin arrugas la cara y sin canas el pelo. Tomás, unos treinta años. El
Cigüeño, socarrón y ladino, ronda los cuarenta)
(Hablado)
CIGÜEÑO
(Que
fue a inspeccionar la puerta de la posada)
Cerrada
está la posada
Y
no hay señales de vida.
LOREN
Pues
no cedo en la partida,
esté
abierta o cerrada.
TOMAS
¿Mantienes
tu pretensión?
LORENZO
¿Y
cabe otra cosa en mí?...
Hagamos
un alto aquí,
que
ya se abrirá el mesón.
CIGÜEÑO
¡Conozco
a Lorenzo bien!
Moza
que quiere, la apunta,
dispara
y forma en la yunta
de
las muías de su harén.
TOMAS
De
ésta, lo dudo...
LORENZO
¡Eso
quiero!...
Ha
de ser, según espero,
mi
última calaverada,
de
mi vida de arriero
despedida
bien sonada.
TOMAS
Hazme
caso y no te apures
en
apostar. Va perdida
para
ti la apuesta...
CIGÜEÑO
Albures,
puedes
correr la partida.
LORENZO
Medio
siglo de correr
los
caminos noche y día
que
en ruta de arriería
me
hizo mi suerte nacer;
medio
siglo de pasar
aguas,
fríos y calores
descansando
en los amores
que
me vienen a brindar;
sabiendo
en cuáles posadas
hay
mejor vino a beber,
y
en donde para el placer
hay
mozas más preparadas...
¡Medio
siglo así!... Y ahora
que
al fin la arriería dejo,
no
porque me sienta viejo,
sino
porque hay en Zamora
asunto
que me reclama,
¿dudas
de que he de encontrar
camino
para lograr
a
moza que tiene fama
de
burlar y despreciar
a
aquel que a su puerta llama?
Dicen
que en esta posada
ha
habido cambio de dueño;
que
hay una moza arriscada
que
al más hombre quita el sueño;
que
a Mariblanca le gusta
un
pulido rondador...
¡Lo
más difícil, se ajusta
a
mi voluntad mejor!...
Esta
ventera ha de ser
para
mí, como antes todas,
¡aunque
terminara en bodas
la
apuesta que hube de hacer!
Que
un rayo parta a mi carro
si
no cumplo lo que digo;
aquí,
nos darán abrigo,
buena
mesa y vino en jarro;
aquí
encontraré lugar
donde
abordarla a placer,
y
antes del amanecer
la
moza habré de lograr
o
muy poco he de poder.
CIGÜEÑO
Clara
tu suerte se alcanza
en
asuntos de quereres:
Un
buen arriero eres,
y
existe gran semejanza
entre
muías y mujeres.
TOMAS
¡Bien
hablado, «Cigüeño»!... Merece un jarro de regalo tu comparanza...
ARRIERO
1º
Un
jarro, por lo menos, nos lo tenemos merecido cada uno...
TOMAS
Y
que lo que se beba esta noche va de convidada. Lorenzo o yo, el que pierda,
paga.
CIGÜEÑO
Pues
prepara tu bolsa, Tomás... ¡Que sed, traemos!...
TOMAS
¡No
hay peligro!... Tan enteras, como vinieron han de irse bolsa y sed. Se apostó
lo de esta noche... ¡Y camino llevamos de no beber nada, pues el mesón sigue
cerrado a piedra y lodo!...
LORENZO
¿Cómo
quieres que abrieran si aún no llamó nadie?... Ve tú, «Cigüeño», y golpea de
recio el aldabón... (“Cigüeño” obedece; una pausa. La puerta permanece cerrada)
ARRIERO
1º
¡Pues
sí que hacen caso!...
ARRIERO
2º
¡Y
que no hay otra posada en ocho leguas al redondo!
TOMAS
Por
ver a Mariblanca, desviamos la ruta y acabaremos durmiendo recua y arriero al
calor de la luna de diciembre. (Risas en el grupo)
LORENZO
¡Callad
todos!... Por mi vida juro que han de abrirnos y pronto. [Va a la puerta y golpea
el aldabón tres o cuatro veces con gran violencia. Al ruido van asomando, por
la izquierda, las mozas, temerosas) ¡Hola!... ¡Abran la puerta!... ¡Abran la
venta digo o echo la puerta abajo!... (Vuelve a golpear) ¿Nadie me oye?... ¡Condenado
mesonero, abre, o por mi recua te juro que...
MARIBLANCA
(Abre
la puerta de par en par y aparece seguida de Gloria y Braulio) ¿A qué vienen
esas voces?...
ARRIERO
1º
¡La
Mariblanca!...
LORENZO
¡Brava
belleza!...
(Música)
Número V
(El cantable, en la partitura)
(Hablado)
MARIBLANCA
¡Braulio!...
¡Gloria!... Servid vino,
que
van con prisa...
(Los
aludidos obedecen)
LORENZO
(Meloso,
a Mariblanca)
Quisiera
saber,
aunque lo imagino,
quién
le prohibió a la ventera
tal
parroquia.
MARIBLANCA
¡No
acertáis!...
LORENZO
¿No
es el novio?...
MARIBLANCA
No.
El patrón,
mi
padre. Pero me habláis
de
un modo, que no hay razón
para
que mi padre pene
por
si me ve un arriero. . .
¡En
fin, mi padre es primero
que
nadie, y lo que conviene
a
su hija sabe...
(Siguen
hablando)
GLORIA
(Saliendo
del mesón con jarras para los arrieros, que reparten entre ellos)
¡Los
jarros!...
ARRIERO
1º
¿Y
el de Toro?...
GLORIA
¡Está
al llegar!...
(Viendo
a Braulio que sale con un pellejo pequeño de vino que deja sobre una mesa y del
que van llenando las jarras los arrieros)
Miradle...
BRAULIO
¡Peste
de carros! . . .
CIGÜEÑO
(A
sus compañeros, señalando a Braulio)
¡Aquí
está el de Toro!...
(Risas
maliciosas)
BRAULIO
(Amoscado)
Andar
con
un poco de cuidado
al
modo de señalar,
que
al fin puede resultar
quien
señala, señalado.
(Acción
de pegar)
TOMAS
Al
vino se refería...
BRAULIO
(Que
sirve ayudado por Gloria)
¡Por
si acaso!...
La
ventera
CIGÜEÑO
(A
sus compañeros)
se
ablanda.
TOMAS
¡Quién
pensaría
que
tal cosa sucediera!...
CIGÜEÑO
(Intentando
abrazar a Gloria)
¿No
te da envidia mirarla?...
GLORIA
¡Arriero,
las manos quedas!...
CIGÜEÑO
¡No
puedo!...
BRAULIO
¡Yo
haré que puedas!...
Que
a ésa no hay que cortejarla.
ARRIERO
1º
¿Es
tu novia?...
BRAULIO
¡O
cosa así!...
¡Y
la estimo más que al oro,
y
primero os advertí
que
yo no era el de Toro!...
(Siguen
hablando aparte)
LORENZO
¡Mal
hace la niña hermosa
en
no oír al arriero!...
MARIBLANCA
Es
mi padre lo primero
para
mí. . .
¡Y
no fuera cosa
de
faltar a su mandato
por
una vez en la vida,
sólo
por gozar un rato
de
vuestra charla pulida.
LORENZO
¡Lástima
que tu candor
lo
reserves para un necio
de
pueblo, que no haga aprecio
de
lo que vale tu amor!...
MARIBLANCA
(Digna)
¡Tenga
la lengua más corta!...
¿Quién
le manda hablar así?...
Mi
cortejo, es para mí;
cómo
es, a nadie le importa.
LORENZO
¡Perdone
la niña el aire
del
arriero atrevido!...
Ni
sé de tono pulido,
ni
de un decir más galante
ni
de presumir jamás,
ni
de un decir más galante
que
el que empleo en el pescante
con
veinte cubas atrás
y
diez muías por delante.
Es
de arrieros mi casta.
Canto
y grito al caminar;
mi
voz ternura no gasta:
las
muías me hacen gritar
porque
el látigo no basta
para
hacerlas galopar.
i
Medio siglo de arriería!...
Y
es la mayor dicha mía
despertar
siempre arriero:
jamás
vi morir el día
sin
verle nacer primero,
y
las horas del verano,
y
de invierno la crudeza,
curtiera
mi rostro sano,
dieron
nieve a mi cabeza
y
esta morena corteza
a
la palma de mi mano.
Ni
entiendo de esclavitud,
ni
de frontera, ni valla.
Brincando
en el aire estalla
mi
látigo; hay juventud
en
mis ojos para ver
y
en mi voz para cantar.
ardor
para bien beber
y
astucia para jugar
sin
el riesgo de perder...
¡Pues
todo hubiera de dar
por
la gloria de tener
la
gracia que es menester
cuando
se quiere ganar
la
boca de una mujer!...
MARIBLANCA
¡Basta
ya!... Pues que bebieron
y
la recua ha descansado,
al
camino en que vinieron
vuelvan...
LORENZO
¡Si
aún no se ha agotado
ni
una bota!... Mal agosto
vas
a hacer, niña, en la venta,
si
no ves que tiene cuenta
que
corra a chorros el mosto.
No
hay para un buen parador
clientela
cual la de arrieros;
y
sin son mis compañeros,
nadie
hará gasto mayor.
(Música)
Número VI
(Recitado)
MARIBLANCA
Puede
beber lo que quiera
cada
cuál... Pero sin mí,
que
en el vino no incluí
la
charla con la ventera.
(Marca
el mutis)
LORENZO
¿Te
vas?
MARIBLANCA
Se
acerca la ronda (Ya en la puerta)
hacia
aquí...
TOMAS
¡Espera!
. . .
MARIBLANCA
(Haciendo
mutis) ¡No puedo!...
LORENZO
(Sujetando
a Tomás, que pretende seguirla)
¡Déjala!...
Ya va redonda
la
jugada... Ahora, el enredo
con
el novio, porque vea
lo
bien puesto que yo quedo
ante
el guapo de la aldea.
(Por
la derecha, Anselmo y la ronda de mozos. El tiene veinticinco años, firme
planta y varonil postura)
ANSELMO
(A
los arrieros)
¡Dios
con todos! . . .
LORENZO
Venga
acá
la
rondalla. ¡Se convida
a
un trago!...
ANSELMO
¡Bebimos
ya!...
LORENZO
No
importa... ¡Ronda seguida,
pues
que rondando se va!...
(Le
ofrece un jarro, y los restantes arrieros hacen lo mismo con la ronda)
BRAULIO
(Aparte
a Gloria)
Por
si llega la ocasión
de
bronca, a ti me encomiendo,
pues,
como Napoleón,
soy
una fiera...
GLORIA
Corriendo
a
meterte en un rincón.
ANSELMO
(Devuelve
el jarro después de beber)
Gracias.
TOMAS
¿Festejando?
ANSELMO
El
santo
de
la moza mesonera.
Por
ella va. Nos espera
y
habrá de asomarse en cuanto
oiga
la copla primera.
LORENZO
¿Todos
rondándola vienen?...
ANSELMO
Es
costumbre del lugar
entre
los que novia tienen.
Juntos
hemos de cantar
si
una moza está de fiesta;
y
como hoy la moza es ésta,
me
vienen a acompañar.
LORENZO
¿Y
quién es su novio?
ANSELMO
Yo.
LORENZO
¿Hace
mucho tiempo?
ANSELMO
Sí.
LORENZO
¿La
quieres?...
ANSELMO
Como
ella a mí.
LORENZO
¿No
temes perderla?
ANSELMO
No.
LORENZO
¿Eres
valiente?...
ANSELMO
Lo
soy.
LORENZO
¿Precavido?...
ANSELMO
No
lo sé.
LORENZO
Pues
vigílala.
ANSELMO
¿Por
qué?
LORENZO
¡Y
estate alerta!...
ANSELMO
¡Ya
estoy!
Y
no me hace falta más,
porque
aquel que a esa mujer
quiera
lograr, ha de ser
de
la piel de Satanás,
o
a mis pies ha de caer.
LORENZO
¿Es
desafío?
ANSELMO
Advertencia.
LORENZO
Pues
te la he de recordar
pronto...
¡No todo es hablar
con
tono de impertinencia!...
ANSELMO
Recuérdelo...
si hay lugar
para
ello. Y, con su licencia,
voy
mis coplas a cantar.
(Cantado)
(El cantable, en la partitura)
(Hablado)
(Durante
la canción, la ventana de la posada se ha entreabierto y asomado el rostro de
Mariblanca, que contempla la escena con expresión temerosa)
CIGÜEÑO
(Señalando)
¡Mira bien, Lorenzo, que la mozuela se asomó a verte la cara!... (Los arrieros ríen;
Mariblanca cierra de golpe la ventana)
BRAULIO
(Aparte
a Gloria) ¡Aquí va a haber algo más que palabras!...
GLORIA
(Idem
a Braulio) ¿Quieres que le ponga una vela a San Expedito para impedir que se
peguen?...
BRAULIO
¿Una
vela a San Expedito?... ¡Un telegrama al cabo de la Guardia civil!
ANSELMO
(Cogiendo
del brazo a Lorenzo, con odio y rabia contenidos) Esa copla me gustaría oírsela
en otra parte... A solas los dos y a partirnos el corazón... ¡para ver quién
canta a Mariblanca por tercera vez!...
LORENZO
¡Para
las muías, galán, que resbalas y no van bien las galopadas cuesta abajo!...
Agradecido me debías de estar, que gracias a mí asoma tu moza.
ANSELMO
¿Gracias
a usted?... Menos ilusiones, arriero, y vuelva a sus muías, que ya le pasó el
tiempo de rondar, y le va bien lejos, (En la puerta del foro ha aparecido
Mariblanca)
LORENZO
Aquel
tiempo me pasó ya, y bien lejos, vaya. Pero aún estoy en el de ayudar a un
galán majo, haciéndole frente ante la ventana de su novia para echar con él un
pulso y que se pueda ufanar el joven venciendo al viejo... ¿Hace, galán?...
MARIBLANCA
(Interponiéndose,
se abraza a Anselmo) ¡No, Anselmo, no!... ¡Vete, vete pronto!... ¡Yo te lo
suplico!
ANSELMO
¡Déjame,
Mariblanca!
LORENZO
(Jaque,
retador, burlón) Calle la buena moza, que le va a quitar la voluntad a su
hombre... ¿Hace?...
ANSELMO
(Que
rompió el abrazo de su novia) ¡Hace!... ¡Y Dios nos ampare!
TOMAS
¡Pronto!...¡Aquí
una mesa! (Del interior de la venta dos arrieros traen una)
CIGÜEÑO
¡Y
el vino también!... (Mariblanca ha buscado refugio, asustada y llorosa, junto a
Gloria)
LORENZO
¡Echaros
atrás, que quiero ver cómo enseña los dientes esa hembra guapa al ver que me
gana su cortejo!
ANSELMO
(Que
nervioso e impaciente se ha desnudado el brazo hasta el codo) ¿Está?
LORENZO
No
te desboques... ¡Tiempo hay de todo!... (Brindándole una jarra) Enemigos
leales. Antes de empezar, un aviso al animo... (Anselmo se niega con el gesto)
¿No?... Pues yo sí, hijito, que esto es fortaleza. (Bebe) ¡Aja!
ANSELMO
Cuando
quiera empezamos.
LORENZO
No
te han vencido muchos, ¿verdad?
ANSELMO
Nadie.
Y no creo que sea ahora, delante de la mujer que quiero y a la que brindo mi
victoria.
LORENZO
¿Tu
victoria?... ¡Bravo! ¡Y yo la mía!
BRAULIO
(Aparte)
¡Mi santa madre, que tienen que ganar los dos!... (Alto) i Un momento!
LORENZO
¿Qué
ocurre?
BRAULIO
¡Afuera
los revólveres!
ANSELMO
No
llevo armas.
LORENZO
(Sacando
un revólver y una navaja de la faja)
Yo
sí. Pero esto es para ladrones cobardes, no para mozos valientes... ¡Ahí va!...
(Los entrega a Braulio)
BRAULIO
(Aparte)
¡Qué tío!... ¡Tiene más armas que los Reyes Católicos!
ANSELMO
¡Vamos!
LORENZO
¡Vamos!
(Mientras desnuda su brazo lentamente)
Tengo
en mi brazo curtido
la
fe que en mi madre tuve.
¡Mi
brazo!... El que decidido
con
el látigo extendido
sobre
mi cabeza sube.
El
que golpea al ganado
cruel,
insaciable y ciego;
el
brazo que va tatuado
con
negras letras a fuego.
(Cogiéndose
para forcejear)
¡No
es tu brazo como el mío!
El
brazo para guitarra
no
puede igualarse en brío
con
el que mulos amarra
y
contiene a su albedrío.
(Va
dominando)
De
viejo no es conquistar,
en
eso, el mozo, acertó:
De
viejos es enseñar,
como
ahora te enseño yo,
que
el que quiere bravear
debe
respetar primero
¡aunque
sea a un arriero
(Le
vence)
como
el que así te venció!
(Algazara
general entre los arrieros. Mariblanca llora, apoyada en Gloria. Braulio y la ronda,
mohinos y amenazadores)
ANSELMO
(Furioso,
ciego) ¡Pido el desquite!
LORENZO
(Tranquilo
y frío, sonriente) Y yo no le doy.
ANSELMO
(Cada
vez más loco) ¡Pues yo lo quiero!
LORENZO
(Señalando
a Mariblanca) Repara en tu novia... Mira, imbécil, cómo está llorando de ver
que soy más hombre que tú.
ANSELMO
(Pretende
lanzarse sobre su rival; pero los de la ronda le contienen) ¡Perro de muías!
LORENZO
(Preparado
a resistir la acometida si viniera el caso) Que donde muerde levanta buen
bocado.
ANSELMO
(Forcejeando
con los que le sujetan) ¡Soltadme!... ¿No me oís?... ¡Soltadme digo! (Sea porque
los que le agarraban le aflojaron o por el violento tirón que dio el mozo,
consigue verse libre y va hacia su rival, cuando Mariblanca se interpone con
los brazos en su cuello)
MARIBLANCA
¡Anselmo!...
¡Tú, aquí, conmigo!
ANSELMO
(Abrazándola,
a Lorenzo) Mírala. Es la Mariblanca del llano, la moza que nadie más que yo ha
rondado. En mis brazos está, ¡y no habrá nadie que la arranque de ellos!
LORENZO
(A
pique de perder la sangre fría que alardea)
¡Pues
guárdala esta noche y pon centinelas en su puerta, que un arriero juró ganarla!
ANSELMO
¡Miserable!
(Por la derecha aparece Blas, que se queda sorprendido ante la escena de que es
teatro su casa)
LORENZO
¡Dicho
queda, galán!... Y cuenta que nunca erré el golpe...
ANSELMO
¡Lo
veremos!
BLAS
(Avanzando,
severo, hosco, implacable) ¿Qué pasa aquí? ¿Quién se atreve a dar esas voces en
la puerta de mi casa?... (Han enmudecido todos, respetuosos o sorprendidos)
MARIBLANCA
(Buscando
refugio, asustadita y acongojada, en los brazos paternales) ¡Padre!...
BLAS
(Que
ha pasado la vista por todos al ver a Lorenzo y su gente se sorprende y dice en
tono entre irritado y despectivo) ¡Arrieros!
LORENZO
(Que
quedó pensativo desde la entrada de Blas, sin quitarle ojo. Aparte) ¿Dónde he
visto yo a este mesonero?
BLAS
¡Bendigo
a Dios, que impidió mi marcha esta noche!
MARIBLANCA
Quédate
conmigo; no me dejes sola; defiéndeme, padre... Anselmo y ese hombre se quieren
matar...
BLAS
¿Cuál
hombre?
LORENZO
(Avanzando
altivo y retador, como siempre)
Yo.
BLAS
(Como
si hubiera, visto a un fantasma, trémulo, indignado, anheloso, asustado)
¿Eh?...
¡Tú!...
¡Atrás! ¡Atrás!
LORENZO
Déjese
de aspavientos... Posada para todos nosotros pido y posada debo tener...
BLAS
(Como
antes) ¿Tú en mi casa?... ¡Antes quemara el mesón y muriera yo entre sus
cenizas que consentir que traspases el umbral de esa puerta, maldito de Dios!
LORENZO
¡Modérese
el viejo o no he de atender a sus años! Modérese y diga lo que vale la estancia
de una noche en la venta para mí y mi gente...
BLAS
¡Todo
el oro del mundo no sería bastante para lograr que durmieras bajo mi techo!
LORENZO
(Perdiendo
la paciencia) ¡Ea, se acabó!...
(Dirigiéndose
a la puerta; a los suyos) ¡Adentro, muchachos!
BLAS
(Súbitamente
sereno, le corta el paso; con voz firme, clara, rotunda, dice:)
¡Téngase
allá el arriero,
que
de esta puerta no pasa
mientras
gobierne mi casa
mi
voluntad y mi fuero!
Es
mesón y abrigo tiene
para
el que a su puerta llama;
pero
no para quien viene
con
negra y antigua fama.
En
una noche lejana
he
perdido contra tí;
hoy
que te tropiezo aquí,
no
eres tú, soy yo quien gana.
¿Te
acuerdas?... Otro mesón
y
otro tiempo; la hora, igual.
Atravesaste
el umbral
y
sentado ante fogón
contra
tu frío mortal
calor
mis brasas te dieron,
fortaleza
mis manjares,
y
en mis cuadras y pajares
tus
caballos extendieron
la
amplitud de sus ijares.
No
importaban lluvia y rayo
que
hendían la carretera...
¡Si
era Diciembre por fuera,
por
dentro todo era Mayo!
(Lorenzo
va reflejando en su rostro, a medida que Blas desenvuelve su relato, la
impresión que le produce lo que el ventero cuenta)
(Música)
Bis del
número VI
(Recitado)
BLAS
Pero
tus ojos fijaste
en
la reina de mi hogar;
tu
copa por ella alzaste...
¡y
el nuevo día al rayar
de
mi mesón te llevaste
lo
que más pude apreciar!...
La
casa entera corrí
buscando
a los dos, en vano,
porque
no cabía en mí
que
al que traté como hermano
me
correspondiera así.
Loco,
un caballo ensillé
y
me lancé a la montaña,
en
donde al cabo encontré
a
la mujer que adoré
arrojada
en la maraña
de
unos togales... Los ojos
muy
abiertos; la faz yerta;
los
labios, antes tan rojos,
blancos
cual los de una muerta,
y
el pelo, lleno de abrojos.
¡Caro
pagó su placer!...
¡La
hubiste de abandonar
al
momento de lograr
su
cuerpo!... Y yo, ¿qué iba a hacer
su
infortunio al contemplar?...
Podía
haberla matado.
Pero
estaba desmayada
y
un rufián la había burlado.
¡De
cuanto había pasado,
era
la menos culpada!
Sin
olvidar, perdoné
a
la hembra sin esperanza.
¡Pero
al hombre, no!... ¡Y a fe
que
a mí mismo me juré
propósitos
de venganza!...
(Pausa.
Transición)
Pasó
la vida... ¡Ha nevado
tanto
ya en mi corazón,
que
mi rencor he olvidado!
Ella
murió. La he jurado
no
matar por su traición.
Por
eso al hallarte aquí
te
muestro la dicha mía.
(Abrazando
a Mariblanca)
¡Ella
es todo para mí!
Por
aquélla no podría
matarte...
¡Por ésta, sí!
Por
eso está mi mesón
para
tu gente cerrado,
porque
aún en el corazón
conservo
el dardo clavado
con
que me hirió tu traición.
Por
eso dije primero:
mientras
gobiernen mi casa
mi
voluntad y mi fuero,
¡téngase
allá el arriero,
que
de esta puerta no pasa!
(Blas
conserva abrazada a Mariblanca, y cierra la entrada del mesón. Lorenzo ríe
sarcástico y provocador. Los rondadores contienen a Anselmo, que intenta lanzarse
contra el arriero. Los arrieros se mantienen prudentemente a la expectativa.
Gloria, atónita;, lo observa todo, y Braulio asoma la cabeza, resguardado,
prudente, detrás de ella. Cuadro)
Fuerte
en la orquesta.
Telón
rápido y
FIN DEL ACTO PRIMERO
ACTO SEGUNDO
DECORACION:
El interior de la venta. Amplio zaguán, con la puerta de entrada al foro, y en
ella el portillo. Ventanas a ambos lados, pero cuidando de que pared indique
claramente que corresponde a la fachada del acto primero. Una de las dos
ventanas ha de ser practicable, como las dos hojas de la puerta y el portillo.
Ocupa todo el lateral derecha la chimenea de campana, con sendos escaños de
piedra, y luce bajo ella gran fogareda. Bel vasar penden dos candiles
encendidos, que dan menor claridad que las rojas llamas. Preside la estancia una
tosca mesa, y a su lado hay dos sillones frailunos; sobre ella, un velón dorado
con sus cuatro mechas encendidas. Arco de acceso a las restantes piezas del
parador en el primer término de la izquierda. En el tercero del mismo lado,
puerta pequeña, que simula conducir al corral y otras dependencias; entre las
dos entradas, una alacena. Algunas sillas — las necesarias para el juego
escénico ya se mencionaron — completan el exorno de la pieza, conjuntamente con
platos y jarros de barro sobre el vasar de la cocina, algún saco, mediado de grano
en un rincón, aperos de labranza y algunas colleras y sillas vaqueras. Es de
noche, y momentos después de concluir el acto anterior, cuando el telón se
alza.
(Blas,
sentado en uno de los sillones cercanos a la mesa, apoya el codo en ésta y la
frente en la palma de la mano, pensativo y triste. Hay una pausa discrecional.
Por el tercer término izquierda entra Braulio, que anda quedo y temeroso)
BRAULIO
(Aparte)
¡Sin moverse!... Y así, cerca de una hora. Nos empujó a todos para adentro, cerró
la puerta, se sentó ahí mismo... ¡y como una estatua!... ¿Se habrá muerto?... (Blas
da un suspiro muy hondo) No, que los muertos no suspiran... Pues yo le hablo,
que tanto
tiempo
así de callado no puede ser bueno. (Alto) Mi amo... (Una pausa) ¡Eh, mi amo! (Otra
pausa) ¡Sopla!... ¿Se habrá quedado sordo del disgusto? (Más alto) ¡Mi amo!... ¡Eh!...
¡Oiga!
BLAS
(Sin
cambiar de postura) ¿Qué tanto mi amo?... ¡Di qué rayos quieres y acabemos de una
vez!
BRAULIO
La
verdad... Yo como querer rayos no quiero ninguno... Yo venía al tanto de que...
claro... pues lo que pasa...
BLAS
(Como
antes) ¿Qué es lo que pasa?
BRAULIO
(Cada
vez más alicortado) Lo que pasa es... que como antes no sabíamos lo que iba a
pasar luego, pues que quedamos en que para después vendrían los que se
marcharon, sin
contar
con que vendrían los otros, a los que nadie había dicho que vinieran... Y como
vendrán, hay que ver si se les dice que se vayan, porque no se han ido los
otros que vinieron, o que no vengan, aunque antes de irse se les dijo que
vinieran para no marcharse... porque los otros no habían venido.
BLAS
¡Habla
claro, Braulio; habla claro y no me descompongas!... ¡Que ya me estoy cansando
de
oírte con paciencia!
BRAULIO
¡Ah!
¿Pero me estaba usted oyendo con paciencia?
BLAS
¡Basta!...
¿A quiénes te refieres? ¿Cuáles son los otros y cuáles son los unos?
BRAULIO
Los
hunos eran unos bárbaros que mandaba Ataúlfo…
BLAS
¿Qué dices?
BRAULIO
Dispense,
que me iba a la Historia Universal.
BLAS
Pues
vuelve al pueblo y despacha pronto.
BRAULIO
Sí,
señor, sí... Quería decir que las mozas y mozos van a volver para celebrar el
santo de
la
Mariblanca, como se les dijo por la tarde; pero como han venido los arrieros y
ha pasado... ¡lo que ha pasado!, pues a mí me parece que se les debe decir que
no hay fiesta ninguna y que...
BLAS
¿Que
no hay fiesta? ¿Y por qué no ha de haberla? (Se levanta)
BRAULIO
Es
verdad, mi amo; ¿por qué no ha de haberla?
BLAS
No
vale ese miserable de Lorenzo la pena de interrumpir el jolgorio por el santo
de Mariblanca. (Pasea por la escena)
BRAULIO
No,
señor, no lo vale. (Le sigue)
BLAS
Y
si algunos de esos maldecidos arrieros quiere entrar... ¡que entre, y le juro
que bailará
mal
de su grado!
BRAULIO
¡Que
entre y bailará!... Ahora que me parece que no entrará ninguno.
BLAS
Será
señal de su prudencia.
BRAULIO
Señal
de su prudencia... y que hace rato sonaron las colleras de las mulas y no se ve
sombra de arriero por el contorno.
BLAS
(Parándose
en seco) ¡Idiota! ¿Por qué no me lo dijiste antes?
BRAULIO
Porque
no me dejó tiempo para decírselo... (Imitándole) ¿Por qué no ha de haber fiesta?...
Lorenzo no vale la pena de suspender el baile... ¡Danzará mal de su grado!...
(Voz natural) Y yo sin poder decirle nada.
BLAS
(Que
ha ido a una ventana del foro, la abrió y miró por ella) No se oye rumor de
pisadas ni campanillas... (Vuelve a cerrar)
BRAULIO
Ya
van camino de la Puebla...
BLAS
¿Y
Mariblanca?
BRAULIO
Se
encerró en su cuarto a poco de entrar.
BLAS
¡Pobre
criatura! . . . Voy a decirla que no tema nada, que esa turba canallesca
levantó el campo. (Marca el mutis primera izquierda, y se detiene a medio
camino) ¿Tú eres valiente?
BRAULIO
¡Como
el señor Hernán, el Cortés!
BLAS
Pues
oye; por si se trata de una añagaza de esos miserables, por si quieren que nos
confiemos para robarme más fácilmente mi tesoro... ¡toma! (Saca de la faja un
pistolón enorme de dos cañones) Vigila toda la casa, y al primer sospechoso que
veas...
BRAULIO
(Cogiendo
el arma con las dos manos) Le doy con esto en la cabeza y le parto el alma,
descuide. (Mutis Blas, por donde lo marcó) ¡Caray con la pistolita!... Es como
para ponerla de dije en la cadena del reloj... También el señor Blas tiene unas
cosas... Eso de que pueden estar engañándonos para sorprendernos y... ¡vamos,
que no!... ¿Pero ¿es que estoy temblando? ¿Con lo valiente que yo soy? . . . ¿Qué
diría Don Juan Prim si me viera así?... Bueno, a lo mejor se echaba a reír... ¿A
mí arrieritos?... Si hay alguno que sea valiente, que venga, hombre, que
venga... (Da una vuelta rápida en su torno) ¿Eh?... ¿A que no viene nadie?...
(Pasos en el tercero izquierda) ¡Caray, que viene alguien! (Se parapeta tras de
un sillón)
GLORIA
(Por
el tercero izquierda; trae una bandeja con rosquillas en las manos) Van a
quedar los invitados más que satisfechos. (Viendo a Braulio escondido en
cuclillas) ¿Qué haces tú ahí?... ¿Buscas grillos?
BRAULIO
(Levantándose)
¡Busco arrieros!... Oí tus pasos, creí que eras uno de ellos, preparé la
pistola y...
GLORIA
(Dejando
la bandeja en la mesa) Pues si llegas a dar la voz de «i Arriba las manos!»
dejas sin confites a medio pueblo! ¿Quieres probar una rosquilla?
BRAULIO
(Paseando
como un centinela con el pistolón al hombro y mirando por todas partes) Déjame;
ahora no estoy más que para la defensa. Vete con los amos, y si oís dos tiros
no os asustéis, que son los que tiene la pistola.
GLORIA
¿Y
si oímos tres?
BRAULIO
Venís
corriendo, que ha disparado el visitante.
GLORIA
(Con
admiración) ¡Cuidado que eres valiente!
BRAULIO
Como
que si vienen los arrieros y me lío a tirarles balas no hay bastantes sacos en
Zamora para hacer arpilleras con que tapar los cadáveres.
GLORIA
¡No
digas barbaridades!
BRAULIO
¿Barbaridades?...
Pero ¿tú te piensas que Guzmán el Bueno no era una cosa así, como yo, sino que
en grande?
GLORIA
¿Cuál
Guzmán?... ¿Aquél que me contaste que tiró una navaja para que le mataran a su
hijo?
BRAULIO
¡El
mismo!... Y, con todo y con eso, le llaman el Bueno. ¡Me cargo yo esta noche a
diez arrieros, y como no sea el Cariñoso, no encuentran adjetivos para mí!
GLORIA
¡Si
vieras que ahora es cuando me están entrando ganas de que nos casemos!
BRAULIO
Ganas
de eso las tienes hace dos años.
GLORIA
(Acariciándole
la barbilla) ¡Presumido!
BRAULIO
¡Mira
que si por sobarme la barba se cuela un arriero!
GLORIA
Oye,
si entrase alguno, ¿qué harías tú con la pistola?...
BRAULIO
(Descansando
el arma en un sillón o mesa) ¡Dársela, que ya iba listo!...
GLORIA
¿Y
cómo te ibas a defender de él?
BRAULIO
Con
estos puños, que son dos batanes. ¡Ninguno pasaba del primer golpe! (Suena el
aldabón de la puerta) ¡Mi madre!
GLORIA
(Temerosa)
Eso ha sido en la puerta.
BRAULIO
(Cogiendo
la pistola más muerto que vivo)
Cla...
cla... cla... cla... cla...
GLORIA
¡Pareces
unas castañuelas!
BRAULIO
Claaro
que ha sido en la puerta.
GLORIA
¿Abro?
BRAULIO
Coco...
corre... corre el cerrojo por si acaso.
GLORIA
(Que iba a la puerta y se detiene) Cualquiera diría que tienes miedo.
BRAULIO
¿Quién?...
¿Yo?... ¡Ca!... ¿Yo miedo?... Es el coco, el coco... el corazón que me late...
(Vuelve a sonar, ahora por dos veces, el aldabón) ¡Y que no se va!
GLORIA
Yo
creo que lo mejor es abrir yo, y tú preparas la pistola, por si acaso. ¿Te
parece?
BRAULIO
Me
parece poco una pistola tan pequeña...
GLORIA
(Despreciativa)
¡Pensar que te creía valiente!
BRAULIO
¡Es
que yo soy valiente... y quiero seguir siéndolo muchos años! (Suena el aldabón
cuatro veces)
GLORIA
(Decidida)
¡Ea, se acabó!... (Va al portillo del foro y le abre)
BRAULIO
(Escondido
tras la alacena) ¡Yo pecador me confieso a Dios!
CIGÜEÑO
(Apareciendo
en el vano disfrazado de fraile)
¡Deo
gratias!
GLORIA
(Más
tranquila) ¡Un fraile!
BRAULIO
(Saliendo
del escondite como el que va a comerse el mundo) ¡Si llega a ser un arriero,
no
lo cuenta!
(Música)
Número VII
(El cantable, en la partitura)
(Hablado)
CIGÜEÑO
¡Deo
gratias!...
BRAULIO
No
hay de qué darlas, padre...
GLORIA
De
modo que su reverencia quiere pasar la noche en la posada.
CIGÜEÑO
Noctis
posadam, pasata sea... (Aparte) ¡Estoy de latín que asusto!
BRAULIO
¿Cómo
dice?
CIGÜEÑO
Tranquilitas
et reposum corpus frailorum.
GLORIA
Amén.
BRAULIO
En
cristiano, padre, en cristiano, que aquí no entendemos el franchute.
CIGÜEÑO
Y
bien, hijos míos: ¿hay buena cena en el mesón?
BRAULIO
¡Ya,
ya habló claro!... ¡Miá como cuando le interesa...!
GLORIA
¡Calla!
(Al Cigüeño) Cenar, cenará de sobra; ahora que en lo tocante a eso del
descanso... Como hoy es el santo de la hija del amo...
CIGÜEÑO
¡Comprendo!...
Habrá mucha pecata mundi.
BRAULIO
Baile
y cante, y a más vino y dulcerías, sí, padre... Pero de eso de la petaca no oí
palabra.
CIGÜEÑO
¡Vade
retro!... ¡Dancis et corrupcionen, non meam!
BRAULIO
¡Amén!
GLORIA
Su
paternidad puede estar descuidada, que el mejor catre del mesón será para usted.
CIGÜEÑO
Gracias,
hija... (Aparte) Me gusta a mí la zafia ésta. ¡Cómo se me olvide que llevo
hábitos!...
GLORIA
Tenga
la paciencia de esperar un momento, que voy a hablar con el amo... (En voz baja)
Y luego he de hablarle a solas...
CIGÜEÑO
(Aparte)
¡Canastos!
GLORIA
Es
un caso de conciencia, padre... ¡Secreto de confesión!
CIGÜEÑO
Estoy
a tu disposición para todo...
BRAULIO
(Aparte)
¿Qué le dirá esta santurrona?
GLORIA
Gracias,
padre... (Medio mutis primera izquierda)
CIGÜEÑO
¡Eh,
eh, mozuela!... (Ella se vuelve) Que se te olvidó besarme la mano... (Gloria obedece y se va por donde lo marcó) ¡Así,
hija mía!... (Aparte) ¡La verdad es que
el hábito este no deja de tener sus ventajas!
BRAULIO
(Que
no deja de dar vueltas en torno al arriero, observándolo con marcada atención. (Aparte)
Yo conozco a este fraile, yo conozco a este fraile, yo conozco a este fraile...
CIGÜEÑO
(Dándose
cuenta del espionaje. Aparte también) Me parece que este animal tiene la mosca en
la oreja...
BRAULIO
(Aparte)
¡Vaya si conozco yo a este fraile!
CIGÜEÑO
(Aparte)
Pues como me achique, estoy perdido. (Se vuelve y da la cara al criado) ¿Qué
me
miras, hijo?
BRAULIO
Que
yo no he entrao nunca en un convento, y a usted le conozco bien... ¡Anda, si le
conozco!...
CIGÜEÑO
(Aparte)
¡Cuándo yo decía!... (Alto) ¿Estás seguro de lo que dices?...
BRAULIO
Del
todo no. Si lo estuviera, a estas horas andaba usted camino de Sanabria con un
ojo como una breva, padre...
CIGÜEÑO
¡Ay,
hijo!... (Aparte) ¡Rediéz, que bestia!... (Alto) ¡También tú!...
BRAULIO
¡Ah!...
¿Pero ya otra vez?... (Indica un ojo hinchado)
CIGÜEÑO
¡También
tú me confundes?... ¡Señor, que duras pruebas me haces pasar! ¡Pero Tú
mandas!... En efecto; mi cara te recordará la de un arriero atrevido y
desvergonzado que escandaliza los mesones de estos caminos, ¿verdad ?... Pues
sábelo: ¡ése es mi hermano!
BRAULIO
¡Qué
cosas!... ¡Cualquiera diría que sois uno mismo!
CIGÜEÑO
Pero,
¿qué te hizo ese loco?
BRAULIO
¡Casi
nada!... Después de cortejarme la moza, al pretender cobrarles lo bebido, me
mantearon entre él y cuatro de sus amigotes... Ahora que... ¡Va de
confidencias!... (Le enseña la pistola) Aquí hay dos balas, ¿sabe?... Pues una
de ellas está encasillada para el «Cigüeño». ¡Por éstas que se la reservo!
CIGÜEÑO
(Aparte)
¡Caray!... (Alto) ¿Y cómo anda el hermano de puntería?
BRAULIO
Apago
una cerilla a veinte metros.
CIGÜEÑO
¡Hacen
falta pulmones!... Pero vamos, yo creo que debe perdonar a ese infeliz... ¡Está
dejado de la mano de Dios!
BRAULIO
Pues
que vaya dándosela, que le trae cuenta...
CIGÜEÑO
Aquí
vuelve la moza...
GLORIA
(Por
el primero izquierda) Ya tiene aposento prevenido, padre.
BRAULIO
¿Sabes,
Gloria?... Ahora resulta que el «Cigüeño» y...
CIGÜEÑO
¡Calle,
hermano!
GLORIA
¿El
qué...
CIGÜEÑO
Nada,
hija... (En el mutis, bajo a la moza) Decías que ibas a consultarme en
secreto...
GLORIA
Luego,
cuando todos estén distraídos en la fiesta. (Mutis)
BRAULIO
(Siguiéndolos
con la pistola) ¿A que va a tener que ser cada bala para uno de los
hermanitos?... (Mutis tras ellos por primera izquierda)
(Música)
Número VIII
(Queda
sola la escena unos momentos. Suena el aldabón de la puerta)
(Hablado sobre la música)
GLORIA
(Dentro)
¡Ya va!...
(Cantado)
(El cantable, en la partitura)
(Vuelve
a resonar más insistente el aldabón de la puerta. Por el primero izquierda vuelve
Gloria, que se dirige a abrir la entrada mientras dice)
(Hablado sobre la música)
GLORIA
¡Que
ya va, os digo!... ¡No tendríais tantas prisas para la novena!... (Abrió.
Entran los mozos y las mozas; entonces cierra la puerta nuevamente)
MOZA
1ª
Es
que los cortejos se impacientan.
GLORIA
¡Ni
que fueseis los únicos novios de Sanabria! También yo tengo quien me ronde...
MOZA
1ª
¡Las
ganas!...
GLORIA
¡Las
narices!... Y bien majo que es. (Llamando) ¡Braulio!
MOZA
1ª
Pero,
¿es ése?...
GLORIA
¡El
mismo!... (Entra Braulio primero izquierda) ¡Vedle! (Ríen todos)
BRAULIO
¡Caray!...
¿De qué se ríen?... ¿Se me ve algo?...
GLORIA
No
les hagas caso, y ven a mi lado.
BRAULIO
Pero
es que...
GLORIA
¡Oyeme!...
(Cantado)
(El cantable, en la partitura)
(Hablado)
MOZA
1ª
Pero,
¿dónde está metida Mariblanca?...
MOZO
1º
¡Pues
no se hace esperar poco la señora de los días!...
TODOS
(Llamando)
¡Mariblanca!... ¡Mariblanca!... ¡Mariblanca!...
MARIBLANCA
(Por
el primero izquierda) ¿Qué me queréis?
BLAS
(Por
el mismo término) Aquí la tenéis ya, amigos. ¡No hay que impacientarse!...
UNO
¡Viva
la Mariblanca!...
TODOS
¡Viva!
. . .
MARIBLANCA
Gracias
a todos. Y pasad para la sala, que está prevenido todo para la fiesta.
MOZA
1ª
Pero,
¿hay fiesta?...
BLAS
¿Por
qué no va a haberla, mozuela?...
MOZO
1º
Es
que, al venir de camino, alguien nos dijo que...
BRAULIO
Si
os fiáis de unos y otros...
BLAS
Fiesta
habrá, y Mariblanca ha de cantar la primera copla.
MARIBLANCA
(Suplicante)
¡Padre!...
BLAS
¡Sin
miedo, Mariblanca!...
(Música)
Número IX
(El cantable, en la partitura)
(Hablado)
BLAS
Y,
ahora, pasad todos para dentro, que ya veis que todo son habladurías...
MOZA
1ª
¡Bien
que lo vemos!...
BLAS
Vino
de sobra hay para todos.
MOZO
1º
¿No
será eso, también, habladurías?... (Ríen los mozos)
BLAS
¡Con
verlo basta!...
MOZO
1º
¡Pues
adentro!...
(Música)
Bis del número VIII
(Hablado)
BLAS
(Cuando
han hecho mutis los invitados, se dirige a su hija que, pensativa, se dejó caer
en un sillón)
¿Qué
tienes?... ¿Por qué te has quedado
ahí
clavada?...
Mírame
de frente,
la
vista bien alta...
¡Así!...
¿Por qué tienen tus ojos
un
temblor que parecen de lágrimas?...
MARIBLANCA
(Llorosa)
Padre...
BLAS
¿Qué
te ocurre?...
¿No
sabes que nadie ni dada
tiene
fuerzas bastantes
para
hacer que se empañe, de pena, tu cara?...
¡Maldita
la hora
en
que el arriero pasó hacia Sanabria!...
¡Aleja
tristezas!...
¡Vuelve
a estar alegre, como antes, muchacha!
No
te acecha ningún nuevo riesgo.
Tu
padre te guarda,
y
para llegarte
tan
siquiera a rozar en la falda,
es
preciso arrancarme del pecho,
a
puñados, el alma.
Te
esperan los mozos;
tus
amigos, para festejarte, te aguardan;
hay
música, nena;
sonará
el tamboril y la gaita.
¡Es
el día tuyo!...
Ven,
mi Mariblanca:
que
se mueran las mozas de celos
y
a los hombres la sangre les arda
al
ver, que en diez leguas
de
contorno, eres tú la más guapa.
Pero
que no vean
que
han podido lograr las palabras
de
aquel arriero, ¡que el Cielo castigue!,
hacer
que se empañe, de pena, tu cara.
MARIBLANCA
Si
no es eso, padre...
BLAS
¿Entonces?...
MARIBLANCA
No
es nada...
Vaya
usted adentro;
que
uno de nosotros esté allá, en la sala.
Yo
descanso un momento
y
con ellos iré... ¡Se me pasa
pronto!...
Debe ser cansancio...
BLAS
Como
tú lo ordenes... Esta noche, mandas.
(Mutis
por el primer término de la izquierda. Una pausa. Mariblanca permanece en su
sillón pensativa; por el sitio que el posadero hizo mutis entra Gloria, que se
dirige a su ama)
MARIBLANCA
(Al
ver entrar a Gloria)
¿Ya?...
GLORIA
Con
todos queda
tu
padre arreglando convites y danzas.
Tiene
para tiempo;
bien
puedes hablar descuidada.
MARIBLANCA
No
sé... ¡Me da miedo!...
Si
a padre llegara
la
noticia de que falto a su orden...
GLORIA
Mira,
Mariblanca,
que
Anselmo te quiere,
y
que hoy necesita tener una plática
contigo,
pues hay un peligro
que
acecha tu honra y tu casa.
Afuera
me espera;
tú
dirás las palabras
que
debo llevarle: ¿le digo que entre
o
salgo a decir que se vaya?...
Que
venga un momento...
(Hace
mutis por el segundo izquierda Gloria. Reaparece en seguida con Anselmo)
GLORIA
(A
Anselmo)
Anda,
pasa...
ANSELMO
(A
Gloria)
¿Cómo
he de pagarte?...
GLORIA
No
hace falta pensar en la paga.
¡Lo
hago muy a gusto! . . . En cosas de amores
yo
tengo voluntad muy blanda...
(Mutis
primera izquierda)
ANSELMO
(Acercándose
a su novia, que, abstraída, no lo sintió entrar)
¡Mariblanca!...
MARIBLANCA
(Levantándose)
¡Anselmo!...
(Se
abrazan)
ANSELMO
Así,
entre mis brazos.
Más
mía que nunca, mi dulce tesoro.
¡Ya
estás a mi lado, venga quien viniera!...
¡No
ha de separarnos ni el infierno todo!...
Porque,
Mariblanca, fuerza es que esta noche
me
des una prueba mayor de cariño.
MARIBLANCA
¿Qué
quieres?
ANSELMO
Pues
quiero que esta noche misma,
dentro
de un momento, te marches conmigo.
MARIBLANCA
(Soltándose,
sorprendida)
¿Huir?...
¿Cómo puedes pedirme tal cosa?...
ANSELMO
Porque
necesito salvarte del riesgo
de
que—traicionero, con malos ardides—
cumpla
la palabra que dio el arriero.
(Acercándose,
cariñoso, convincente)
Ven,
mi bien querido... Ven, sin miedo alguno.
Mi
caballo espera, piafando de gozo,
al
pensar que pronto la moza que quiero
ha
de ir en sus ancas, igual que en un trono.
Ven
conmigo, nena, si es que no pretendes
que
muera de angustia sólo con pensar
que
corres peligro y que yo no puedo
con
dientes y puños el riesgo alejar.
(Música)
Número X
(El cantable, en la partitura)
(Hablado)
(Aparece
Blas en la puerta del primer término izquierda. Serio, en tono grave, sin moverse
del umbral, dice sus primeras frases)
BLAS
Bien,
mozo.
MARIBLANCA
(Sorprendida)
Eh?...
BLAS
Bien,
galán!...
(Mariblanca
va a hablar; le detiene con el gesto, mientras señala la puerta del primer
izquierda)
Déjanos
solos, tú, ahora...
MARIBLANCA
(Resistiéndose
a salir)
¿Le
escuchó usted?...
BLAS
(Avanzando)
Y
su afán
no
puede tener demora.
MARIBLANCA
¿Qué
quiere hacer?...
BLAS
(Suavizando
el tono)
Hija
mía,
cumple
lo que te ordené:
déjanos
solos.
MARIBLANCA
Lo
haré.
Pero
yo...
BLAS
(Empujándola
suave y benévolo)
Vete
y confía.
MARIBLANCA
(Esperanzada)
¿Sonríes?...
BLAS
Hoy
es tu día.
MARIBLANCA
(Casi
abrazándole)
¡Padre!
BLAS
¡Y
lo festejaré! . . .
(Con
el gozo saltando en su semblante, la guapa mesonera desaparece por donde le
indicaron)
Anselmo,
acércate acá.
(El
aludido obedece)
¡Eres
bravo y fuerte!...
ANSELMO
Sí.
BLAS
¿La
quieres?...
ANSELMO
Como
ella a mí.
BLAS
Mi
enfado...
ANSELMO
¡Nos
matará!...
BLAS
¡Bien
está!... Quién así habló
no
faltará a un juramento.
Pero
ahora, quisiera yo
decirte
mi pensamiento.
(Mostrándole
abierta la palma de su mano derecha en ademán noble y amistoso)
Voy
a brindarte esta mano,
y
apretar la tuya en ella,
porque
así es como se sella
la
palabra de un anciano.
Pero,
antes, Anselmo, quiero
que
mires bien lo que da,
cuando
a ti tendida va,
la
mano del mesonero.
Mírala
bien, y no dudo
que
en ella descubrirás
a
la moza que jamás
nadie
disputarte pudo.
Ella,
el ángel de mi casa,
mi
bien querido, va aquí;
en
esta mano, que abrasa
la
rabia que muerde en mí.
No
pensé nunca entregarla
a
nadie. Tan mía era
que
soñar en conquistarla
delito
me pareciera.
Fuí,
Anselmo, para esa moza
todo
unido en solo un ser,
que
celos llegué a tener
del
manto con que se emboza,
de
las flores que acaricia,
del
aire que la rodea,
del
pájaro que gorgea
el
canto que es su delicia,
y
hasta celos he sentido
de
ese rayo que, atrevido,
al
filo de madrugada,
besa
su rostro, dormido
sobre
el albor de la almohada.
¡Si,
por ella, soy tan loco,
que
si algún rey me viniera
a
pedirla, no la diera,
por
parecerme muy poco,
sin
que un altar la ofreciera!...
Ahora,
Anselmo, ya sabrás
lo
que Mariblanca vale,
lo
que, para mí, equivale,
lo
que tú a quitarme vas,
lo
que hoy te brinda un anciano,
dejando
su hogar vacío,
al
entregarte esta mano
y
apretar tu pecho sano
contra
este pecho ya frío.
(Le
abraza)
ANSELMO
(Con
emoción)
Señor
Blas… ¡Sé a que me obligo
con
la dicha que me dá! . . .
BLAS
¡Contra
los dos no podrá
el
arriero enemigo!...
Hace
falta un brazo fuerte
que
defienda a Mariblanca.
¡El
tuyo, lo es!... Advierte,
que
tienes la puerta franca.
Vete
al baile y no a la reja,
que
la moza del mesón
te
la di, de corazón,
y
es, desde hoy, tu pareja.
(Le
cogió del brazo y han ido haciendo mutis por el primero izquierda. Una pausa
brevísima. Por el segundo izquierda entra Gloria, que anda de puntillas y con
muchas precauciones; trae de la mano al Cigüeño, que conserva su disfraz y también
a paso de lobo)
GLORIA
(Con
un dedo sobre los labios)
¡Cuidado!...
¡Silencio!... ¡Chist!...
CIGÜEÑO
Bueno,
niña, ¿puede saberse por qué me sacas de mi cuarto a estas horas y me traes
aquí dando la vuelta por el corral?...
GLORIA
¿Es
que tiene miedo su reverencia?...
CIGÜEÑO
¿Miedo?...
Yo no soy gallina, hija mía; pero no me explico lo del corral.
GLORIA
Que
entre en su cuarto, a hora avanzada de la noche una muchacha joven y no mal
parecida, no está bien, padre.
CIGÜEÑO
Según,
hija, según...
GLORIA
¿Cómo?...
CIGÜEÑO
Según
las intenciones que la lleven.
GLORIA
Y
como lo que yo tengo que decirle es reservado... y largo..., y nadie tiene que
saberlo...
CIGÜEÑO
¿Es
un secreto?...
GLORIA
De
confesión, padre. ¡Necesito que usted me auxilie con su ciencia...
CIGÜEÑO
¿Que
yo? (Aparte) ¡Pues si que vas lista!...
GLORIA
Verá
su reverencia, padre. ¡Yo adoro a un hombre con toda el alma!...
CIGÜEÑO
¡Ah!
¿Pero era una romanza lo que tú...?
GLORIA
¿Es
pecado querer a un mozo?
CIGÜEÑO
Depende
de quien sea él. Veamos, veamos... ¿Se trata de...?
GLORIA
Braulio,
el mozo del mesón. ¿Qué le parece?...
CIGÜEÑO
Que
no es pecado; es mal gusto nada más.
GLORIA
Entonces
su paternidad...
CIGÜEÑO
Mi
paternidad no se explica tu preferencia...
(Aparece,
cauteloso, por el segundo izquierda, Braulio) Si se tratase de otro
cualquiera... ¡Pero Braulio!... Braulio es feo, zafio, sucio, ignorante,
presuntuoso, cobarde... ¡Vamos, si yo fuese mujer, me daría vergüenza estar
enamorada de ese desperdicio de hombre!...
BRAULIO
(Aparte)
¿Qué dice este clérigo?...
GLORIA
Sin
embargo, yo le encuentro...
CIGÜEÑO
¡Porque
en tus cortas luces, no te has parado a compararle con nadie! . . . Pero pónle
conmigo y verás.
GLORIA
Padre,
es que yo...
CIGÜEÑO
Tú
eres una tímida gacela, y yo lo comprendo, hijita. (La pellizca en la barbilla)
GLORIA
¿Qué
hace, padre?...
CIGÜEÑO
Una
caricia paternal, no te preocupes.
BRAULIO
(Aparte,
remangándose) ¡Le mato!...
CIGÜEÑO
¡Diferencia
va entre el imbecilucho de Braulio y yo!... Claro, tú, como me ves así. Pero
hazte cuenta de que no soy fraile; quítame estas ropas...
BRAULIO
(Aparte)
¡Ya escampa!...
GLORIA
¡Uy,
esas ropas! . . .
CIGÜEÑO
Con
la imaginación, hija. Esto del quitar, es un poner. Quítame el hábito, quítame
la capucha, quítame...
BRAULIO
(Avanzando,
dispuesto a todo) ¡La cabeza le voy yo a quitar por conquistador!...
GLORIA
¡Braulio!...
CIGÜEÑO
(Aparte)
¡Se me han escapao las mulas!... (Alto) Hijo mío...
BRAULIO
¡Nada
de hijo mío! ¡Usted no es mi padre!... ¡Usted es un tío!...
GLORIA
¡Yo
te explicaré!...
CIGÜEÑO
Claro,
hijo; ella te explicará...
BRAULIO
No
hace falta. ¡Lo he oído todo!...
CIGÜEÑO
¿Todo?...
BRAULIO
¡Todo!...
CIGÜEÑO
(Aparte)
Pues mañana hay una vacante de arriero en la recua.
GLORIA
¡Cálmate,
Braulio!... Y déjanos solos; estábamos empezando una confesión.
CIGÜEÑO
Eso,
hijo mío, eso. ¡Todo lo que digamos es secreto!...
BRAULIO
¿Y
lo de que yo soy o dejo de ser?...
GLORIA
¡También!...
CIGÜEÑO
Aunque
lo saben ya muchos, no te creas.
BRAULIO
¡Ea,
que no!... ¡Que no paso por eso!... Usted estaría principiando a confesar; pero
yo voy a empezar la confirmación... (Se prepara a pegarle)
CIGÜEÑO
¿Cómo?...
BRAULIO
¡Rompiéndole
el bautismo!...
GLORIA
(Sujetándole)
¡Que es un fraile!... ¡Que es un ministro de la Iglesia!... ¡Que es un ministro!
BRAULIO
(Queriendo soltarse) Pues si es un ministro, que
se haga cuenta de que ha llegado la crisis.
CIGÜEÑO
(Aparte)
Aquí hay que ganar a ese animal por la mano... (Alto a la moza) ¡Suéltale!...
GLORIA
Mire
que es muy bestia y le va a atizar...
CIGÜEÑO
¡Suéltale,
te digo!...
GLORIA
(Lo
hace) ¡Allá su reverencia!...
CIGÜEÑO
¡Así!...
BRAULIO
¡Se
juega usted la vida!...
CIGÜEÑO
(Avanzando
hacia él) No me importa... Aquí tienes la cara... (Presentándosela) ¡Pega!... El
Evangelio dice: “Si te dan en la mejilla derecha, pon la izquierda” ¡Pega!...
BRAULIO
(Sin
atreverse) Pero es que...
CIGÜEÑO
(Como
antes) ¡Pega!...
BRAULIO
Un
momento, padre. ¿No dice nada de las narices?...
CIGÜEÑO
En
absoluto.
BRAULIO
¡Pues
eso le ha valido, que si no!... (A Gloria) ¡Ala, adentro, tú!... ¡Que ya te
arreglaré las cuentas! ¡Sonsacando a este bendito!...
GLORIA
¿Que
yo le sonsaco?...
BRAULIO
¡A
este santo!... Porque no hay más que verle para comprender que es un santo. ¡Dar
la cara para que le den en ella!...
CIGÜEÑO
¡Al
fin me comprendes, hijo mío!...
BRAULIO
Pensar
que quería... (Le coge la cara y le da un beso) ¡Perdóneme, padre!... (A Gloria)
¡Y tú, aguarda a que te pille a solas!...
GLORIA
¡Braulio!...
BRAULIO
¡Todas
sois unas corraleras!... (Hace mutis primera izquierda empujando a ella)
CIGÜEÑO
(Cuando
les vio marchar) ¡De milagro!... ¡Me he salvado de milagro!... Porque no es lo
peor que me liase a golpes con ese idiota, sino que se descubriera mi
personalidad y Lorenzo me matase por descomponerle el plan... ¡Y que debe estar
suave Lorenzo!... (Abre la ventana y mira) Las once y media y quedé en que a
las diez... (Un silbido lejano) Ahí están ya... (Se retira y va a la puerta
cuyo postigo abre) Entrad pronto y en silencio... (Penetran en escena Lorenzo,
Tomás y Arrieros 1° y 2°)
LORENZO
(En
voz baja, malhumorado)
¡Ya
era hora!
CIGÜEÑO
(También
bajo)
No
he podido,
hasta
ahora, quedarme solo.
LORENZO
(Subiendo
el tono gradualmente a medida que se excita)
¡No
has podido!... Siempre dije,
“Cigüeño”,
que eres un bobo.
¿Es
tan difícil abrir
una
puerta?...
TOMAS
(Que
fue hacia el primero izquierda, reconviniendo bajo silencio)
¡Hablar
a modo!...
Si
nos oyen...
LORENZO
(Conteniéndose)
Dices
bien:
¡silencio!...
Ahora, vosotros,
a
esconderos.
TOMAS
Pero,
tú...
LORENZO
Yo,
sin encontrar estorbos,
debo
hablar con la mozuela:
¡para
vosotros el mozo!...
CIGÜEÑO
Si
grita...
TOMAS
No
gritará, descuida.
LORENZO
Después
de todo
le
voy a hacer un favor.
(Ríe
con una carcajada larga, nerviosa, que alarma a sus compañeros temerosos de ser
descubiertos)
¡Ja,
ja, ja, ja, ja!...
TOMAS
¿Estás
loco?...
CIGÜEÑO
(A
Tomás, señalando a Lorenzo)
¿Ha
bebido?...
LORENZO
¡Casi
nada!...
Pero
este vino de Toro
hace
honor al nombre: vuelve
la
sangre, pólvora. ¡Cómo
tengo
que arder en los brazos
de
Mariblanca, y qué ahogo
serán
sus manos de niña
sobre
mi cuello de oso!...
TOMAS
¡Si
llega el caso!...
LORENZO
¡No
dudes!...
Ha
de ser mía: ¡la adoro!...
TOMAS
(A
Cigüeño)
¿Por
dónde, tú?...
CIGÜEÑO
(Iniciando
el mutis por la segunda izquierda)
Por
aquí.
Hay
sitio detrás del pozo.
(Hacen
mutis por donde se indicó Cigüeño y Tomás)
(Música)
Número XI
(El cantable, en la partitura)
(Hablado)
(Por
el primero izquierda vuelve Braulio con una jarra para vino en la mano)
BRAULIO
(Como
si hablase con los de dentro) ¡A ver si bebéis menos, que parecéis esponjas!...
(Al ver al arriero) ¡Jesucristo! (Se le cae la jarra al suelo y pretende huir
rápido por donde entró)
LORENZO
¿Dónde
vas?...
BRAULIO
Es
que... yo te... te... tenía que hacer... ¡Con permiso!...
LORENZO
Quieto
aquí, galán.
BRAULIO
Sí...,
señor... Como usted disponga...
LORENZO
Y
no tiembles, que no hay motivo.
BRAULIO
Nooo,
señor... Si no tiemblo... ¡Uy, mira que decir que tiemblo!... (Todo esto sin
parar)
LORENZO
Pues
esos estremecimientos...
BRAULIO
Que
bailo de alegría..., de alegría de verle...
LORENZO
¡Eso
me complace!... Porque si tú no fueses de mi parte, lo ibas a pasar mal...
¿Ibas por vino?
BRAULIO
Ya
lo ve... Fui por vino y rompí el jarro en el camino...
LORENZO
¡Lástima!...
Hoy me pide a mí la boca vino...
BRAULIO
Yo
puedo darle...
LORENZO
¡Vino
y besos!... (Se sienta)
BRAULIO
Yo
pue... ¡Ay, eso no, porra!... (Medio mutis)
LORENZO
¿Otra
vez quieres huir?...
BRAULIO
Iba
por el vino...
LORENZO
No
hace falta... Si te marchas, darás el soplo de mi llegada y habré perdido para
siempre a esa mujer... ¡Mariblanca!... ¡Mi Mariblanca!
(Oculta
el rostro entre las manos)
BRAULIO
¿Está
llorando?... ¿O se habrá dormido?...
Pues
antes de que se dé cuenta yo le digo al Anselmo que tenemos visita, ¡y de
cumplido! (Andando de puntillas hace mutis por primera izquierda)
LORENZO
(Alzando
la cabeza) ¡Escucha, mozo!... ¿Eh?... (Se levanta) ¡El maldito se fue?... ¡Todo
está perdido!... (En la segunda izquierda) ¡Cigüeño!... ¡Tomás!...
ANSELMO
(Pálido,
desencajado, llega por la izquierda)
¿Vienes
en cuadrilla a robarme la novia?...
LORENZO
¡Tú!...
¡Mira, chiquillo, que no estoy para sufrir desplantes!... ¡Necesito el paso
libre hasta Mariblanca!... (Abre la navaja)
ANSELMO
Este
es el camino, i Pero yo te lo cierro!...
LORENZO
¡No
por mucho tiempo!... (Va a saltar sobre él)
MARIBLANCA
(Llega
por el primero izquierda y cubre con su figura la del novio) ¿Qué vas a
hacer?...
LORENZO
(A
Anselmo, que está con su novia cubriéndole)
¡Con
ella así, protegiendo
tu
cuerpo, el peligro alejas,
porque
ni sitio me dejas
donde
herir como pretendo!...
ANSELMO
(Violentamente
arroja a la muchacha lejos de sí) ¡Quita!
MARIBLANCA
(Desplomada
en el suelo) ¡Anselmo!...
ANSELMO
(Plantando
cara al rival, de espaldas al segundo término izquierda, donde aparecen cautelosos
Cigüeño, ya sin hábitos, Tomás y Arrieros 1° y 2°)
¿Y
ahora?... ,
LORENZO
Sí;
ahora
estás, estás puesto en razón.
¡Mas
no te vale!...
(Los
arrieros sujetan por la espalda a Anselmo, impidiéndole todo movimiento)
ANSELMO
(Al
sentirse cogido) ¡Traición!...
LORENZO
(Recogiendo
del suelo a la moza desmayada)
¡Y
ella en mis brazos!... ¡Así!...
ANSELMO
(Forcejeando
loco de coraje)
¡Di
que me suelten, arriero,
que
te va en ello la vida!...
MARIBLANCA
¡Socorro!...
LORENZO
¡Calla!...
Te quiero,
Mariblanca.
Así, prendida
en
mis brazos...
TOMAS
¡Viene
gente!...
(Por
el primero izquierda llegan, en efecto, Gloria, Blas, Braulio, Mozas y Mozos,
que se detienen sorprendidos)
BLAS
¿Qué
sucede?... ¡Ella en tus brazos!...
LORENZO
(Fanfarrón)
¡Porque soy el más valiente!...
ANSELMO
(Desesperado)
¡Juro que te haré pedazos!...
BLAS
¡Suéltala,
o me he de perder!...
LORENZO
Pero
antes quiero poner
sobre
sus labios un beso.
¡Así!...
(Aunque ella se resiste, la besa) Ya
está...
¿Ves?... Con eso,
ya
fue mía esa mujer.
(La
arroja violentamente de sus brazos; Mariblanca llora apoyada en Gloria)
ANSELMO
¡Canalla!...
(A
los mozos, que están prestos a saltar sobre los arrieros)
BRAULIO
¡Matadle!...
BLAS
(Conteniéndoles)
¡Quietos!...
(Una
pausa. Avanza hacia Lorenzo y dice tranquilo)
¿Concluyó
tu impertinencia?...
Pues
bien vale esa insolencia
y
esa falta de respetos
que
te dé contestación,
Lorenzo,
más que sobrada,
ya
que juzgas deshonrada
a
la moza del mesón.
¿Recuerdas?...
Antes te hablé
de
una aventura ocurrida
hace
años; en ella fue
tuya
toda la partida.
LORENZO
¡Igual
que ahora!...
BLAS
¡Lo
mismo!...
Logras
cuanto te propones,
porque
en la contienda pones
tu
gran fuerza: el egoísmo.
Pero
ahora mediste mal.
Has
triunfado en lo exterior,
que
es donde se ve el valor;
¡por
fuera, todo es igual!...
Y,
sin embargo, no ves
que
la boca de esa moza
en
que tu orgullo se goza
boca
de novia no es.
La
aventura de la venta
no
acabó cuando dejaste
a
la mujer que burlaste;
¡aun
quedó abierta la cuenta,
y
con ella habrás de apuntar
a
la hija que esa mujer
tuvo
de ti, y que al nacer
halló
refugio en mi hogar;
que
a mi lado vi crecer,
y
que he sabido guardar!...
Que
tu impaciencia no exija
más
claridad. ¿No has pensado
que
la moza que has besado,
Lorenzo,
es tu propia hija?...
LORENZO
¡Mientes!...
BLAS
No
miento; ¡es verdad!...
Caras
tus culpas pagaste,
pues
al besar mancillaste
tu
propia paternidad!...
(Música)
(Bis del num. XI)
(La
revelación del ventero produce en todos honda emoción. Lorenzo queda abrumado.
El expectante silencio es roto por su voz, que ordena)
LORENZO
¡Ella,
mi hija!... ¡El mesón
abrid,
y a los que están fuera
decid
que a la carretera
volvemos
sin dilación!...
(Los
arrieros abren de par en par la puerta del foro. En la carretera brilla la luna)
ANSELMO
¡Antes!...
LORENZO
Antes,
me despido
de
ti. Quédate en la venta,
y
que Mariblanca sienta
a
su lado un buen marido.
Anselmo,
tu brazo fuerte
a
la moza ha de guardar;
y
entre arrieros gran suerte
es
saber al caminar,
¡que
alguien nos puede llorar
a
la hora de la muerte!...
(Cantado)
(El cantable, en la partitura)
(Ha
desaparecido por el foro Lorenzo. Mariblanca, apoyada en Blas, le mira ir.
Anselmo queda junto a la puerta. Cuadro)
TELON LENTISIMO
FIN DE LA ZARZUELA
ADVERTENCIA IMPORTANTE
En
las Compañías donde el actor encargado del papel de Lorenzo no quiera fatigarse
diciendo las dos relaciones que tiene en el acto primero, pueden suprimirse,
quedando así la escena que sigue al número de salida de los arrieros, a partir
de la frase de
CIGÜEÑO
Albures
puede
correr la partida.
Dicen
que en esta posada
ha
habido cambio de dueño,
que
hay una moza arriscada,
que
al más hombre quita el sueño;
que
a Mariblanca le gusta
un
pulido rondador...
LORENZO
¡Lo
más difícil se ajusta
a
mi voluntad mejor!...
¡Que
un rayo parta a mi carro,
si
no cumplo lo que digo!...
CIGÜEÑO
Aquí
nos darán abrigo,
buena
mesa y vino en jarro;
aquí
encontrarás lugar
donde
abordarla a placer...
LORENZO
Y
antes del amanecer
la
moza habré de lograr,
o
muy poco he de poder.
Y
sigue ya la escena tal como está escrita.
También
se modificará la escena siguiente, a partir
de
la réplica de
LORENZO
¡Mal
hace la niña hermosa
en
no oír al arriero!...
MARIBLANCA
Es
mi padre lo primero
para
mí!... Y no fuera cosa
de
faltar a su mandato
por
una vez en la vida,
sólo
por gozar un rato
de
vuestra charla pulida!...
CIGÜEÑO
¡Lástima
que tu candor
lo
reserves para un necio
de
pueblo, que no haga aprecio
de
lo que vale tu amor!...
MARIBLANCA
¡Tenga
la lengua más corta!...
¿Quién
le manda hablar así?...
Mi
cortejo es para mí;
cómo
es, a nadie le importa.
LORENZO
Perdone
la niña el aire
del
arriero atrevido.
Si
pecó de entrometido,
fue
por lucir el donaire.
Mas
yo la vida he de dar
por
la gloria de tener
la
gracia que es menester
cuando
se quiere lograr
la
boca de una mujer.
El
resto de la escena prosigue como está en el original.
Información obtenida en:
https://archive.org/details/elcantardelarrie00da
https://archive.org/details/elcantardelarrie00da
NOTA.- Como se verá la
partitura no incluye los cantables. Para encontrar ésta ver
http://atodazarzuela.blogspot.com.es/2013/10/el-cantar-del-arriero-cantables.html
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