Chorizos y Polacos


Título Chorizos y Polacos (1984)
Grabación en directo de la representación en el Teatro de la Zarzuela
Música: Francisco Asenjo Barbieri
Letra: Luis Mariano de Larra
Director: Miguel Roa
Categoría: Zarzuela
País: España
Escenas: Acto I: 
01.- Preludio y Coro - 3' 39"
02.- Tío Tusa y Coro de Chorizos - 2' 49"
03.- Dúo del Conde y La Figueras - 6' 29"
04.- Canción de La Caramba y Coro - 4' 37"
05.- Coro y Alguaciles - 1' 22"
06.- Romanza de Don Preciso - 3' 46"
07.- Terceto de Don Preciso, Tío Tusa y Tío Espejo - 5' 08"
08.- Fin del Acto I - 3' 13"

Acto II:
09.- Preludio - 1' 28"
10.- Tío Espejo, Coro y Romanza de Tío Espejo - 7' 09”
11.- Interludio - 0' 21"
12.- Dúo de La Figueras y La Caramba - 6' 35"
13.- Interludio - 0' 24"
14.- Romanza del Tío Tusa y Coro - 2' 09"
15.- Tonadilla, Escena - 0' 39"
16.- Tonadilla, La Caramba - 1' 54"
17.- Tonadilla, Tío Espejo, La Caramba y Coro - 1' 46"
18.- Tonadilla, La Caramba, La Figueras y Tío Espejo - 0' 59"
19.- Final Acto II - 0' 40"

Acto III:
20.- Preludio del Acto III - 1' 10"
21.- Fandango, Don Preciso y Coro - 5' 21"
22.- Escena, Tío Espejo y Coro - 1' 58"
23.- Alguaciles e Intermedio - 2' 44"
24.- Cuplés de la Virulé, La Caramba y Coro - 3' 39"
25.- Dúo de La Carmaba y Conde - 3' 48"
26.- Final - 1' 49"
Reparto:
Tío Tusa – Tomás Alvarez
Alguaciles – José Luis Alcalde, Jesús Landín y Francisco Navarro Chorizos: Roque – Tito García, Caliche – Joaquín Molina, Tadeo – Carlos R. Rubio, Pipo – Rafael del Río
Conde del Puente – Javier Alaba
Criado del Conde – Manuel Fernández
La Figueras – Ascensión González
Criada de La Figueras – Esther Giménez
Tío Espejo – Enrique del Portal
La Caramba – Marujita Díaz
Criada de La Caramba – Concha Jiménez
Don Preciso – Jesús Castejón
Orquesta: Orquesta Sinfónica de Madrid
Coro: Coro del Teatro de la Zarzuela. Director José Perera
Sinopsis: La acción transcurre en Madrid en el último tercio del siglo XVIII. Tenemos dos compañías rivales: Los Chorizos (liderada por Espejo y con La Caramba como diva) y Los Polacos (capitaneada por el Tío Tusa y con La Figueras como estandarte). En el acto I, el Conde del Puente ha desertado de su admiración a La Figueras embelesándose ahora con La Caramba, por lo que pide al Tío Tusa organice un pataleo en la representación de Los Polacos. Mientras que Don Prudencio (autor de obras y enamorado de La Caramba) intenta mediar sin conseguirlo.
En el acto II el Corregidor pide a Espejo que actúen juntas las compañías para limar diferencias, lo que provoca roces entre las dos divas y nerviosismo en La Figueras que se equivoca cantando y se arma un gran escándalo.
En el acto III se formalizan, por despecho, los matrimonios de Espejo y La Figueras por un lado y de Don Preciso con La Caramba por otro, siendo objeto de burlas el Conde que quería acarrear con las dos divas. Al final se sabe que el Estado se queda con todos los teatros y desaparecerán las bandas rivales para siempre. 
Comentarios:
Estrenada el 24 de mayo de 1876 en el Teatro Príncipe Alfonso de Madrid.
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4 comentarios:

  1. Grabación en directo de la representación en el Teatro de la Zarzuela en 1984.

    Muchas gracias Javier por tu magnífico trabajo.

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  2. En la historia teatral española del siglo XVIII existieron dos bandos de aficionados, enemigos acérrimos entre sí, conocidos como “chorizos” y polacos”. Los chorizos eran los del Teatro del Príncipe y llevaban, como identificación, una cinta dorada en el sombrero. Su nombre nace en 1742 cuando el actor Francisco Rupert “Francho”, debía comerse en escena unos chorizos. El encargado de ponerlos se olvidó y Francho empezó a gesticular, a dar voces y a protestar con tanta gracia, que provocó carcajadas entre los espectadores y tuvo que repetir la escena en días sucesivos.

    Los polacos eran los del Teatro de la Cruz y llevaban una cinta azul. Su nombre proviene de un fraile trinitario, conocido como Padre Polaco, que controlaba las compañías y los repertorios de este teatro.

    Suele darse por válida la idea de que “chorizos” eran, como hemos dicho, los apasionados del teatro del Príncipe y “polacos” los de la Cruz. Sin Embargo Mariano José de Larra, en la “Advertencia importante”, publicada en el libreto de su zarzuela Chorizos y polacos (Madrid, 1876) discrepa de esta afirmación aludiendo a Leandro Fernández de Moratín:

    Lamento tener que disentir –escribe– de la opinión de un eminente escritor, gloria justísima de nuestra literatura contemporánea, pero la verdad de los hechos me obliga a ello, y el testimonio de los escritores de aquella época, entre los que sobresale D. Leandro Fernández de Moratín, autos de la inimitable Comedia nueva. Según este, en sus Obras póstumas (tomo primero, página 101 hasta la 160), “chorizos” eran los apasionados que sostenían a la compañía de que era autor (o empresario como hoy se dice), Manuel Martínez, y “polacos” los intransigentes defensores de la de Eusebio Rivera. Y como quiera que ambas compañías solían mudar con frecuencia de teatro, y los “Polacos y chorizos” no defendían el teatro, sino la compañía que en él actuaba, dicho se está que unas veces los “chorizos” eran los del Príncipe y otras los de la Cruz. Prueba de esto es que la comedia de Inarco Celeniom El viejo y la niña, se estrenó por la compañía de Rivera (esto es, por los Polaos) , el 22 de mayo de 1790 en el teatro del Príncipe, que según Colector citado, debía ser de los Chorizos; y que en El café, estrenado por la misma compañía de Rivera (esto es, por los Polacos), el 7 de febrero de 1792 en el mismo teatro del Príncipe, dice D. Serapio, refiriéndose a la compañía de la Cruz: “Hoy los Chorizos se mueren de frío y de miedo”. Queda pues probado, con el testimonio irrecusable de Moratín, que Chorizos y Polacos variaban de coliseo como las compañías, y que yo he debido ceñirme a lo que los autores de aquella época dan por seguro y cierto.

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  3. Para los que crean que he andado exagerado en la pintura de las costumbres teatrales del siglo XVIII, inserto a continuación la descripción que de ellas hace el mismo Moratín, a la cual he procurado sujetarme exactamente, sirviéndome de ella hata para fabricar la débil rama de esta zarzuela.

    Duraba todavía en el año de 1792 el nombre y la parcialidad de los “chorizos” y “polacos”. Los primeros, que mantenían a la compañía de Manuel Martínez, eran sin duda los más formidables, así por el número como por la calidad de su gente; tenían caudillo conocido, que dirigía en el patio sus ataques, calmaba sus ímpetus y los hacía gritar o callar, silbar o aplaudir, según le parecía oportuno. Era éste un maestro de herrero, hombre de humor, de acalorada fantasía, alto, tiznado como Estérope[1], intrépido, expresivo en sus gesticulaciones y movimientos, dotado de verbosa y fácil elocuencia, vecino honrado y de sanísimas intenciones; llamábase Tusa y era conocido y respetado con este nombre desde la Rivera de Curtidores hasta los yunques de las Maravillas. Él y su genta aplaudían y preconizaban cuantos disparates tenía a bien representar el tío Martínez (que este cariñoso nombre le daba el vulgo, y nada se hacía en la compañía de Eusebio Rivera que en su opinión fuese tolerable. Esta no carecía tampoco de frenéticos apasionados, capaces de oponerse al torrente amenazador, que muchas veces venía a turbar y a alborotar su patio; preciábanse de tener más inteligencia y delicado gusto que los “chorizos”, pero en verdad es que unos y otros tenían igual motivo para tan osada presunción.

    Unas veces el amoroso Vicente Merino, a quien llamaban “el abogado”, la gran Figueras, Gabriel López, gracioso inimitable, la Polonia y el aplaudido José Espejo, que hasta ahora no ha tenido en su género competidor, hacían prosperar su compañía y llenaban de insolente orgullo a sus jefes “polcaos”. Otras se humillaban y confundían al ver que el auditorio abandonaba su teatro para gozar en el otro los chistes populares de Miguel Garrido, los tonos lúbricos y expresión gitanesca de María Fernández (a) la Caramba; el decoro y compostura de acción de Antonio Robles, la enérgica y exagerada declamación de María del Rosario, conocida con el nombre de la Tirana, su gentil además, la hermosura de sus ojos elocuentes, la riqueza y pompa de su traje y adornos.

    Como estos partidos usurpaban frecuentemente los derechos del público, y lo que a ellos no era agradable caía sin remedio a fuerza de silbidos crueles, entre las oleadas del patio que hacían crujir y tal vez rompían el “degolladero” (Viga robusta que dividía a los mosqueteros de la luneta pacífica), los cómicos procuraban aumentar el número de sus parciales y tenerlos muy a su favor, a lo mismo para evitar su cólera, ya que no les mereciesen aplauso.”

    Luis Mariano de Larra.

    [1] Quizá se refiera a “Estéropes”; uno de los tres gigantes cíclopes de la mitología griega.
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    Comentario crítico tomado de: ZARZUELERÍAS
    Disponible en: http://zarzuelerias.blogspot.com/2016/01/chorizos-y-polacos.html

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    1. Muchas gracias Erik. Magnífico comentario.

      Un saludo

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