Francesca o el infierno de los enamorados

Título Francesca o el infierno de los enamorados (1989)
Grabación en directo de la representación en la Sala Olimpia de Madrid
Música: Alfredo Aracil
Letra: Luis Martínez de Merlo
Director: José Ramón Encinar
Categoría: Opera
País: España
Escenas: Prólogo:
01.- La Sombra - 9' 09"

Acto I:
02.- Escena 1 - 8' 01"
03.- Escena 2 - 3' 41"
04.- Escena 3 - 3' 49"
05.- Escena 4 - 10' 42"
06.- Escena 5 - 3' 33"
07.- Escena 6 - 4' 53"

Acto II:
08.- Cuadro 1, Escena 1: Canción de Francesca - 2' 13"
09.- Escena 2 - 6' 10"
10.- Escena 3 - 6' 10"
11.- Intermedio - 5' 07"
12.- Cuadro 2, Escena 1 - 11' 51"
13.- Escena 2 - 6' 59"

Epílogo:
14.- Escena 1 - 5' 46"
15.- Escena 2 - 4' 50"
Reparto: Francesca – Paloma Pérez Iñigo
Sombra – Anna Ricci
Dante / Paolo – Manuel Cid
Virgilio – Iñaki Fresán
Orquesta: Orquesta Sinfónica de Madrid
Sinopsis: Prólogo:
En el torbellino que arrastra a los condenados en el segundo círculo del Infierno (donde se castiga la lujuria), una Sombra se lamenta de la crueldad de su suplicio y recuerda confusas imágenes de su vida terrena.

Acto I:
Llegan al círculo un peregrino (Dante) y su guía (Virgilio). El terror paraliza el ánimo de Dante. Virgilio intenta infundirle valor y ambos vuelven a emprender la marcha. Surge el torbellino que arrastra a los condenados. Virgilio muestra a Dante las almas allí arrebatadas. Tras algunas que dieron fama imperecedera, aparecen la Sombra que habíamos visto en el Prólogo y las de dos jóvenes (Paolo y Francesca) estrechamente abrazados. Francesca narra a Dante el origen de su desdicha: su matrimonio con Gianciotto y sus amores con Paolo, hermano de su marido. Entre tanto, la Sombra trata en vano de hacer oír sus recuerdos. Escuchando a Francesca, Dante siente renacer en su interior sus propios deseos. Virgilio intenta sacarle de su arrobo, pero el hechizo del relato ha hecho que Dante asuma como propia la identidad de Paolo. El espacio infernal es ahora el espacio de la memoria de Francesca y del deseo de Dante.

Acto II:
Cuadro Primero: Francesca se imagina en Rímini, y consuela su soledad con una vieja canción de su infancia. Le sobresalta la presencia de Paolo, encarnado ahora por Dante. Este le recuerda el libro que habían empezado a leer juntos, y confiesa la desazón que esa historia de los amores adúlteros de la reina Ginebra y el caballero Lanzarote le han provocado. La Sombra y Virgilio contemplan la escena. La lectura va envolviendo a los dos jóvenes en un clima en el que parecen reconocer, aún sin quererlo, sus propios sentimientos. Llegados al momento en que Lanzarote y Ginebra están a punto de besarse, el miedo a sus propios deseos les hace interrumpir la lectura. La Sombra les insta a cumplir con su destino ineludible; Virgilio, en cambio les advierte del abismo que les aguarda. Los jóvenes, finalmente, se funden en un beso.
Cuadro Segundo: Los sonidos de una cacería provocan en el alma del joven confusos sentimientos de compasión y de miedo: se siente acosado igual que el ciervo al que persiguen los cazadores. Francesca intenta consolarle, ocultando su propia angustia. Los enamorados viven ahora su propio infierno y se preguntan si el precio que están pagando no es demasiado alto, pero los dos se afirman en lo inexorable de su amor, que les arrastra igual que un huracán. El torbellino infernal, que sopla nuevamente, desmantela todo ese mundo revivido por Dante y Francesca. Antes de perderse para siempre en el abismo, Francesca lamenta de nuevo la eternidad de su castigo, mientras la Sombra, anónima y condenada a una eterna soledad, envidia el destino compartido por los jóvenes amantes. El vendaval se aleja con los condenados. Dante cae desvanecido.

Epílogo:
Dante parece como despertar de un sueño pero aún cree sentir el calor de unos labios y el eco de una voz. Lleno de dolor, impreca a una divinidad inclemente que condena a sus criaturas a caer en las trampas que ella misma les dispone, y reprocha a Virgilio su conformidad con semejantes leyes. Dante confunde la sabiduría de Virgilio con insensibilidad, pero éste, lleno de melancolía, revela a Dante que también él conoce la pasión y el deseo, y que esta verdad late en lo más profundo de sí mismo. Ambos se disponen a reemprender el camino.
Comentarios: Estrenada el 29 de Marzo de 1989 en la Sala Olimpia de Madrid.
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