María la O
María la O, Sainete lírico en un acto se estrenó en el Teatro Payret de La Habana, el día 1 de Marzo de 1930. Sus libretistas, Gustavo Sánchez Galarraga y Guillermo Fernández-Shaw. Música de Ernesto Lecuona.
Acto I
La acción transcurre en Cuba, a comienzos del siglo XIX. La negra Caridad Almendares ofrece una fiesta en su casan a donde asisten no sólo los amigos de su misma condición social sino también parte de la aristocracia de la localidad, que va allí a divertirse. Comidilla de todos los círculos es la pretensión amorosa que Caridad siente hacia Santiago Mariño, rico zapatero español, que no le muestra interés debido a su predilección por la bella mulata María la O. Caridad, celosa, le previene a Santiago que María de quien está enamorada es del Niño Fernando, joven aristócrata que tiene una novia y se va a casar. Los comentarios son que Fernando tiene a María la O como entretenimiento y que José Inocente, un negro curro del manglar a quien no aceptó María la O, ha jurado que aunque esa mujer nunca sea suya, está dispuesto a castigar al canalla que pretenda burlarse de ella. Llegan Fernando y María la O a la fiesta, donde todos le dan el tratamiento de Reina del Manglar a la bella mulata. Caridad le pregunta a Fernando si él y María la O son novios, y él dice que aunque su categoría social es superior a la de ella, ha decidido unirse a María la O. Esta le dice que confía plenamente en él y que de haber dudado, ella se hubiera muerto o lo habría matado. Fernando le asegura que no tendrá que matarlo, pero aparece José Inocente y pone en duda lo expresado por el joven y le dice a María la O, delante de Fernando, que éste piensa casarse con otra y que se está burlando de ella. Fernando lo niega y María no lo cree, echándolo de la fiesta tras evitar que Fernando lo golpee. José Inocente se marcha no sin antes alertar a Fernando de que lo está vigilando. Fernando le pide a María la O que no crea lo que José Inocente le ha dicho y le manifiesta que está dispuesto a casarse con ella. María la O confía en él y sigue la fiesta. Al amanecer, María la O despide a Fernando y cuando éste se marcha, aparece José Ignacio exhortándola a que vaya a la casa de los Marqueses del Palmar, para que confirme lo que él le está diciendo. Ella se angustia, pues siente que si es verídica la noticia los celos y el dolor la llevarán de seguro al presidio. No obstante, necesita salir de dudas, y decide ir ese mismo día. Mientras tanto, Santiago Mariño confiesa a su calesero la fustración de su amor por María la O, y éste le cuenta lo del matrimonio de Don Fernando con la hija de los Marqueses del Palmar. La Niña Tula habla con su esclava y madre de crianza, comentándole que faltan siete días para su casamiento con Fernando, a quien ama mucho, y que lo celebrarán en el ingenio de su padre. A su vez el Marqués del Palmar y el Conde de las Vegas, abuelos respectivos de Tula y de Fernando, hablan sobre el amor de sus nietos y de que la posible boda debe ser lo antes posible. El Conde dice que ha escuchado algunos comentarios acerca de que su nieto anda en aventurillas con María la O, pero él considera que no es de tomar en cuenta el asunto, pues está convencido de que eso se acabará cuando Fernando se case. El Marqués planea hacerle una visita a María la O para definirle bien esa situación. Santiago Mariño, por su parte trae a Tula el encargo de los zapatos de la boda, confirmando con la propia joven la noticia acerca de su matrimonio con Fernando. Este llega a casa de los Marqueses del Palmar, donde Tula lo ha estado esperando y le dice a ella que se acostó muy tarde en la madrugada quemando papeles viejos. Ella le declara su inmenso amor. En eso llegan los abuelos y los invitan a ir a ver el Cabildo de Reyes que ya va a empezar. Salen todos, y María la O, que está acechando, comprueba el compromiso de su amor con la joven rica. Fernando, al descubrirla, la arrastra del brazo y le pregunta cómo es que se ha atrevido a ir hasta allí. Ella le da de plazo un día para que deje a Tula. El le dice que no tiene nada que temer, que ya ese amor se acabó, confesando María la O que quiere morir. Al enterarse Santiago de que la bella mulata estuvo en la Casa de los Marqueses, va a declararle su amor y a aconsejarle que se olvide de Fernando y que lo ame a él, quien podría darle una vida cómoda aunque no para casarse con ella. María la O lo echa de la casa y al insistir él, ella saca una navaja y le impone que se vaya, María la O asegura, además, que si Fernando no deja a Tula lo matará con esa navaja y cuando salga de prisión será de José Inocente que es el único que ha demostrado quererla de verdad. Santiago le dice que no, que él es el que va a castigar a Fernando, pero María la O no le cree y lo toma como palucherías del zapatero.
Fernando y Tula, felices de haber contraído matrimonio, se hallan junto a sus familiares y amigos en el muelle, a punto de embarcar hacia Europa. Muy cerca de allí María la O, sumida en un estado pasional de fuertes contradicciones, acecha desde un ángulo oculto del escenario, sabiendo que José Inocente, también allí y empuñando una navaja, amenaza con dar muerte a su amado. En el momento en que el curro se decide a ir a consumar su cometido, María la O se le interpone y le pide que no lo mate porque ella va atener un hijo suyo. Con el tema musical de la romanza, que repite María la O, termina la zarzuela.
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