Las labradoras de Murcia
Las labradoras de Murcia, Zarzuela Burlesca en dos actos se estrenó en el Teatro del Príncipe de
Madrid, el día 16 de Septiembre de 1769. Su libretista, Ramón de la Cruz. Música de Antonio Rodríguez de Hita.
La acción se desarrolla en una plantación de moreras en la huerta murciana.
Acto I
Los labradores cantan mientras trabajan en la recolección de la seda. Antolín comenta con su amigo Pencho que ya ha recogido bastante y se ofrece ayudar a Teresa con la carga, pero Pencho le dice que lleve la de Olaya que él llevará la de Teresa. Florentina les pide ayuda, pero Pencho dice que hay muchos otros que desean ayudarla, ya que Florentina presume de sus pretendientes. Pecho declara su amor su amor por Teresa en primer lugar, y después por Olaya, que se siente ofendida. Teresa pide que dejen la disputa y sigan con la labor y Florentina se alegra de que les de calabazas. Florentina pregunta a Olaya a cual de los dos quiere y ella dice que a ninguno y se va. Florentina se queda con ellos, que descubren su intención de jugar con ambos. Antolín incita a Pencho que vaya con Olaya pues no le conviene Teresa, pero Pencho dice que si es mala para él también lo es para Antolín. Llega un visitante, Narciso, preguntando por la dueña de la plantación, les sonsaca la información y ellos le cuentan que todos pretenden a Teresa, pero que ella no corresponde a ninguno. Narciso le da a Pencho una carta para Teresa, que debe entregarle a escondidas de su padre, Vicente, que es el administrador de la plantación. Teresa intenta evitar el cortejo de Leandro, el atolondrado hijo de Nicolasa, dueña de la plantación. El desplante de Teresa enfada a Leandro que se queja a Vicente de la mala educación de Teresa y además le pide dinero, lo que el administrador le niega acusándole de derrochar, y Leandro le responde con presunción, ya que pretende llegar a ser un importante abogado.
Vicente habla con su hija de lo difícil que es encontrar un buen marido. Teresa recuerda a su amor valenciano y su padre le reprende por pensar todavía en el hombre que tanto daño les ha hecho. Se va Teresa y llega Nicolasa, portando una carta, lamentándose de que sólo la pretenda un comerciante de Murcia. Se va Vicente y aparece Narciso, que no comprende la actitud zalamera de Nicolasa. Teresa al acercarse cree que Narciso le está siendo infiel, ya que se trata de su amor valenciano. Ambos son sorprendidos por Florentina y Olaya, que adulan a Narciso. La llegada de una tormenta provoca momentos de confusión ante el temor de que se pierda la cosecha, y cogen las guitarras y se ponen a cantar una jota para ahuyentar el miedo.
Acto II
Pencho, con su ingenuidad, fantasea con la idea de casarse con Teresa cuando entra Leandro, y le pide que la llame sin que se entere su padre. Nicolasa acusa a su hijo de cabeza hueca y de desatender los asuntos de la hacienda y manda a Pencho a buscar a Teresa a la que pregunta por Narciso. Cuando ella que no le ha visto, Nicolasa la manda a buscar a Vicente, si bien Teresa se resiste, pues no quiere que su padre descubra la presencia de Narciso. Llega Vicente, que ha tomado la decisión de marcharse con Teresa ante el acoso de Leandro. Nicolasa se extraña de que eso le moleste siendo el hijo de la dueña y Leandro se enfada al oír que Vicente le desprecia. Pero a pesar del desprecio, Nicolasa pide a Vicente que no se vaya a buscar al valenciano. Cuando llega Vicente comunica a Teresa que se van, ella piensa que ha descubierto la presencia de Narciso. Entonces llega Pencho con tres recados para Teresa que da delante de su padre: primero que Antolín se quiere casar con ella; segundo que Leandro desea hablarle a solas, y tercero, que el valenciano le trae una carta, lo que turba a Teresa. Vicente reprende a su hija por sus ligerezas amorosas que empañan su honor y se marchan.
Antolín y Leando se enfadan con Pencho al saber que ha dado sus recados a Teresa con Vicente delante y ambos le golpean dejándole tirado en el suelo, donde le encuentran Florentina y Olaya, que le ayudan, pero Pencho al ver a Narciso se asusta, lo que desconcierta a las labradoras. Narciso pregunta por Teresa y le cuentan que tiene muchos pretendientes pero que ella habla de un gran amor que dejó en Valencia. Las labradoras hablan con envidia de Teresa, y Florentina se declara a Narciso. Entra Teresa y Narciso le cuenta que el problema que hizo a su padre abandonar Valencia está solucionado y puede volver, y le explica el malentendido que le exculpa a él de los prejuicios causados a Vicente. Ante la posibilidad de que Vicente no le crea, propone a Teresa huir juntos, propuesta que escucha Nicolasa sintiéndose celosa.
Estando todos en la huerta, Nicolasa busca a Vicente ante la preocupación de Teresa por lo que pueda contarle. Cuando Vicente ve juntos a su hija y Narciso va a sacar la espada, pero se desvanece. Les dice que ya sabe que todo está solucionado en Valencia y preparan la fiesta para celebrar a los novios. Las labradoras Florentina y Olaya consiguen el amor de Antolín y Pencho.
La acción se desarrolla en una plantación de moreras en la huerta murciana.
Acto I
Los labradores cantan mientras trabajan en la recolección de la seda. Antolín comenta con su amigo Pencho que ya ha recogido bastante y se ofrece ayudar a Teresa con la carga, pero Pencho le dice que lleve la de Olaya que él llevará la de Teresa. Florentina les pide ayuda, pero Pencho dice que hay muchos otros que desean ayudarla, ya que Florentina presume de sus pretendientes. Pecho declara su amor su amor por Teresa en primer lugar, y después por Olaya, que se siente ofendida. Teresa pide que dejen la disputa y sigan con la labor y Florentina se alegra de que les de calabazas. Florentina pregunta a Olaya a cual de los dos quiere y ella dice que a ninguno y se va. Florentina se queda con ellos, que descubren su intención de jugar con ambos. Antolín incita a Pencho que vaya con Olaya pues no le conviene Teresa, pero Pencho dice que si es mala para él también lo es para Antolín. Llega un visitante, Narciso, preguntando por la dueña de la plantación, les sonsaca la información y ellos le cuentan que todos pretenden a Teresa, pero que ella no corresponde a ninguno. Narciso le da a Pencho una carta para Teresa, que debe entregarle a escondidas de su padre, Vicente, que es el administrador de la plantación. Teresa intenta evitar el cortejo de Leandro, el atolondrado hijo de Nicolasa, dueña de la plantación. El desplante de Teresa enfada a Leandro que se queja a Vicente de la mala educación de Teresa y además le pide dinero, lo que el administrador le niega acusándole de derrochar, y Leandro le responde con presunción, ya que pretende llegar a ser un importante abogado.
Vicente habla con su hija de lo difícil que es encontrar un buen marido. Teresa recuerda a su amor valenciano y su padre le reprende por pensar todavía en el hombre que tanto daño les ha hecho. Se va Teresa y llega Nicolasa, portando una carta, lamentándose de que sólo la pretenda un comerciante de Murcia. Se va Vicente y aparece Narciso, que no comprende la actitud zalamera de Nicolasa. Teresa al acercarse cree que Narciso le está siendo infiel, ya que se trata de su amor valenciano. Ambos son sorprendidos por Florentina y Olaya, que adulan a Narciso. La llegada de una tormenta provoca momentos de confusión ante el temor de que se pierda la cosecha, y cogen las guitarras y se ponen a cantar una jota para ahuyentar el miedo.
Acto II
Pencho, con su ingenuidad, fantasea con la idea de casarse con Teresa cuando entra Leandro, y le pide que la llame sin que se entere su padre. Nicolasa acusa a su hijo de cabeza hueca y de desatender los asuntos de la hacienda y manda a Pencho a buscar a Teresa a la que pregunta por Narciso. Cuando ella que no le ha visto, Nicolasa la manda a buscar a Vicente, si bien Teresa se resiste, pues no quiere que su padre descubra la presencia de Narciso. Llega Vicente, que ha tomado la decisión de marcharse con Teresa ante el acoso de Leandro. Nicolasa se extraña de que eso le moleste siendo el hijo de la dueña y Leandro se enfada al oír que Vicente le desprecia. Pero a pesar del desprecio, Nicolasa pide a Vicente que no se vaya a buscar al valenciano. Cuando llega Vicente comunica a Teresa que se van, ella piensa que ha descubierto la presencia de Narciso. Entonces llega Pencho con tres recados para Teresa que da delante de su padre: primero que Antolín se quiere casar con ella; segundo que Leandro desea hablarle a solas, y tercero, que el valenciano le trae una carta, lo que turba a Teresa. Vicente reprende a su hija por sus ligerezas amorosas que empañan su honor y se marchan.
Antolín y Leando se enfadan con Pencho al saber que ha dado sus recados a Teresa con Vicente delante y ambos le golpean dejándole tirado en el suelo, donde le encuentran Florentina y Olaya, que le ayudan, pero Pencho al ver a Narciso se asusta, lo que desconcierta a las labradoras. Narciso pregunta por Teresa y le cuentan que tiene muchos pretendientes pero que ella habla de un gran amor que dejó en Valencia. Las labradoras hablan con envidia de Teresa, y Florentina se declara a Narciso. Entra Teresa y Narciso le cuenta que el problema que hizo a su padre abandonar Valencia está solucionado y puede volver, y le explica el malentendido que le exculpa a él de los prejuicios causados a Vicente. Ante la posibilidad de que Vicente no le crea, propone a Teresa huir juntos, propuesta que escucha Nicolasa sintiéndose celosa.
Estando todos en la huerta, Nicolasa busca a Vicente ante la preocupación de Teresa por lo que pueda contarle. Cuando Vicente ve juntos a su hija y Narciso va a sacar la espada, pero se desvanece. Les dice que ya sabe que todo está solucionado en Valencia y preparan la fiesta para celebrar a los novios. Las labradoras Florentina y Olaya consiguen el amor de Antolín y Pencho.
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