LA LEYENDA DEL BESO
Zarzuela
en dos actos, el segundo dividido en dos cuadros, en prosa y verso.
Libreto de Enrique Reoyo, Antonio Paso Díaz y José Silva.
Música
de Reveriano Soutullo y Juan Vert.
Estrenada el 18 de enero de 1924 en el Teatro Apolo de Madrid.
REPARTO (Estreno)
Amapola
– María Caballé.
Simeona
– Eugenia Galindo.
Coral
– Cristina Pereda.
Iván
– Jaime Elías
Mario
– Francisco Latorre.
Gorón
– Vicente Mauri.
Gurko
– Manuel Gómez.
PRIMER ACTO
La
escena representa el parque de un señorial castillo en tierras castellanas. A
la izquierda, entrada a un pabellón, al foro, y semioculto entre boscaje, el
edificio del castillo, que tiene carácter y el aspecto de una edificación
medieval; en adecuado lugar de la escena, una especie de cenador, en el que hay
una mesa bien servida, oculta por una puerta de enramados.
(Antes de levantarse el telón escúchase dentro una canción zíngara, que
cantan Iván y el Coro general)
(Música)
IVAN
Cantando
amarguras
recorro el
sendero,
diciendo en mis
cantos
mis tristes
recuerdos;
y así voy
pasando,
y así voy
sufriendo,
y así voy
llorando
mi eterna
pasión.
Vivo enamorado
y es la amada
mía,
la única
alegría
que hay en mi
canción.
CORO
Vive enamorado
y en amor
confía
que ella es la
alegría
que hay en su
canción.
IVAN
Y así voy
pasando,
y así voy
sufriendo,
y así voy
cantando
mi ardiente
pasión.
Caminar sin fin
buscando en el
camino amor,
y al pasar
sentir dolor,
y de dolor
sufrir,
sangrando así
mi pobre
corazón,
y en su latir
de errante
caminar
dejó sentir
su eterno
sollozar,
que el amor no
ha de encontrar.
TODOS
Caminar sin
fin,
buscando en el
camino amor,
y al pasar
sentir dolor,
y de dolor
sufrir,
sangrando así
su pobre
corazón.
IVAN
Caminar sin
fin,
en busca del
amor.
CORO
Y al pasar
hallar,
espinas de
dolor…
IVAN
Canta, canta
sin cesar…
CORO
Nuestro eterno
caminar…
IVAN
Que el amor no
ha de encontrar. [¡Ah! ¡Amor!]
(Al levantarse el telón está la escena sola: dentro se escucha el toque
de unas trompas de caza, y el rumor de los cazadores, sonidos, unos y otros,
que se van acercando poco a toco hasta que hacen su entrada en escena Mario,
Ernesto, Alfonso, Charito, Margot, Ketty, Cazadores, Ojeadores, Monteros, etc. Todos
visten los típicos trajes de caza, componiendo un vistoso cuadro, rico de color
y alegría)
¡Que viva Mario!
Que viva el valiente
cazador
que supo mostrar arrojo y
valor!
Que viva Mario,
que viva el valiente
cazador.
De toda la partida
cazando es el mejor;
su suerte es en la caza
igual que en el amor.
A la caza todos marchamos
al amanecer, [al amanecer]
que en la caza todos
hallamos
un grato placer.
Correr, correr por el monte
mientras se oye sonar
la canción de las trompas
con su ronco vibrar;
la trompa sonar
yo quiero escuchar.
MARIO
¡Ah!
Tras de la jauría
que ladrando de alegría
correrá.
Bravos y ligeros
los monteros
marcharán.
Corre la jauría
que la caza cobrará,
si el amor es mi dicha,
mi placer es el cazar.
A la caza todos marchamos
al amanecer,
que en la caza todos
hallamos
un grato placer.
Correr, correr por el monte
mientras se oye sonar
la canción de las trompas
con su ronco vibrar;
la trompa sonar,
yo quiero escuchar.
TODOS
¡Que viva Mario,
que viva el valiente
cazador,
que supo mostrar
arrojo y valor!
Cazar yo quiero,
porque es gran placer
cazar y de la caza
quiero gozar.
Tras la dura jornada,
con la caza cobrada,
la partida cansada
ya de correr y cazar
va a reposar.
(Termina
el número con el brindis con el mutis de todos menos de Mario, Ernesto, Alfonso,
Charito, Margot y Ketty)
(Hablado)
CHARITO
¡Hurra por Mario! ¡Viva el
gran cazador!
TODOS
¡Hurra!
MARIO
Gracias, queridos amigos,
pero el lance no merece tantos plácemes.
ERNESTO
¡Dice que no!
CHARITO
La verdad es que los
jabalíes asustan a cualquiera.
MARGOT
A cualquiera… menos a éste,
que avanzó decidido a rematarlos con el cuchillo… Sí, pero no pude dar muerte
más que a la hembra: el macho se escapó: ¡qué lástima!
KETTY
¡Era un hermoso ejemplar!
ALFONSO
Oye, y que puede ser
peligroso para el que se lo encuentre, porque iba herido, y en ese estado estos
animales son feroces...
ERNESTO
Y, además habiéndole dejado
viudo. Si te alcanza…
MARIO
Puede que me esté
agradecidísimo, no creas.
ERNESTO
¿Y así habla el hombre que
va a casarse dentro de un mes?
MARIO
Cierto; pero es que yo...
no soy jabalí, soy un hombre a quien casa la familia, por no sé qué misteriosas
conveniencias sociales, y que antes de que le lean la consabida epístola, ha
querido despedirse de la agitada vida de soltero, rodeándose de amigos alegres como
vosotros y de mujeres también alegres, como vosotras.
CHARITO
¡Mírale qué gracioso!
MARGOT
¡Vaya un modo de señalar!
MARIO
¿Acaso la alegría es
patrimonio del género masculino? La alegría es femenina, como vosotras, y con vosotras
he venido a pasar estos días en pleno campo, en el histórico castillo de mis
mayores, que no pisaba hace diez años, y que ahora me ha parecido más serio y
más hosco que nunca, como si se escandalizase de ver entre sus muros a estas
muñecas frívolas y a estos calaveras empedernidos...Y a propósito de calaveras,
¿dónde está Gorón, el inconmensurable, el filósofo Gorón? ¿Es que no ha
regresado todavía?
ALFONSO
¡Ca, hombre! Es que tú,
entusiasmado con la caza, ni te has dado cuenta de su escapatoria!
MARIO
No; ¿dónde ha ido?
ERNESTO
No sé; pero al poco tiempo
de salir de aquí para la cacería me dijo: “este caballo es falso, voy a ver si
lo cambio”; y volvió grupas…
CHARITO
¡Ja, ja, ja! Este Gorón
siempre es el mismo!
MARGOT
Le falta una erre a su
apellido!
KETTY
¡Es una lapa!
MARIO
Pero muy simpático.
(Por
derecha aparece el citado Gorón. Es un tipo famoso de calaverón madrileño,
sinvergüenza, mujeriego y gracioso: entra con una caña de pescar, un sombrero
de paja grande y un cesto a la espalda)
GORON
¡Cómo me debéis estar
poniendo!
ALFONSO
¡Mentando al ruin de Roma!
GORON
¿Ruin? ¡Hombre! ¿No sabes
que hay ciertos refranes que me molestan?
TODOS
¡Ja... ja... ja!
GORON
¿De qué os reís?
CHARITO
De la facha que traes…
MARGOT
¿Quién te ha dado ese
sombrero?
GORON
Simeona, la hija del
guarda.
MARIO
Por lo visto, esa flor
silvestre te ha impresionado.
GORON
¿Cómo?… ¿Cómo flor
silvestre? Simeona es la rosa que nace espontánea en el campo sin que nadie la cultive,
es la tímida, violeta que crece entre zarzas y jaramagos, es la…
MARIO
Es la novia de Cristóbal el
guarda, que es muy bruto; de modo que no te descuides. Lo sé; ese zulú, desde
hace dos días, me echa unos ojos que si se los echase al Cid Campeador, se
sincopa.
KETTY
¿Estarás asustado?
GORON
No, porque conozco esa
mirada; es la misma de Gómez, mi sastre; de Regúlez, mi zapatero, y de López,
¡mi abuela! (Al ver salir por
izquierda detrás de la casa a Cristóbal, mozo de castillo, más bruto que
mandado hacer con cinco perros)
MARIO
¿López tu abuela?
GORON
Ha sido exclamación.
CRISTOBAL
Con permiso.
MARIO
¿Dónde vas con la jauría,
Cristóbal?
CRISTOBAL
Na, que he tenío que
separar a Otelo de Desdémona, porque el animal s’ ha puesto galante... ¡Y lo
que pasa!
MARIO
Lo que pasa es lo que no
nos importa.
GORON
No describas.
CRISTOBAL
(Acariciando
a un perro)
Este Mefistófeles es un
demonio pa la caza, más buen cazaor es, mejorando lo presente.
GORON
No mejores nada…
MARIO
Bueno, bueno, ¿dónde los
llevas?
CRISTOBAL
Ahí a la perrera, ande está
fa perra nueva que han traído ayer tarde…
MARIO
¡Ah, sí! “Thais”
CRISTOBAL
Justo, la “Thais”; ya la
hemos probao esta mañana.
GORON
¿Y qué tal es “Thais”?
CRISTOBAL
Nosotros, bien; mi padre es
el que anda con el reúma.
GORON
(Qué bruto!)
CRISTOBAL
Los tengo que encerrar,
porque como los animales se han picao al jabalí, y ahora hemos comprao un cerdo
mu hermoso... mejorando lo presente.
GORON
Ya te he dicho que no
mejores nada.
CRISTOBAL
Bueno; pus podía ocurrir
una hecatacombe. (Por lo bajo a Gorón), como otra que pue ocurrir si algún, señoritingo
me toca la novia…
GORON
(Acariciando a un perro)
¡Qué animal!
CRISTOBAL
¿Eh?
GORON
¡Qué animal tan bonito!
MARIO
Bueno; ve a encerrar los
perros y deja la conversación.
CRISTOBAL
Lo que usté mande; guas
tardes!
(Al
mutis por derecha)
¡Ganar dos reales pa verse
con cinco perros! ¡Qué vida esta! (Mutis)
GORON
¡Ja, ja, ja!
ALFONSO
Ten cuidado. Teodoro, que
ése tiene más fuerza que tú.
GORON
Fuerza física, pero no
pasional; de su zamarra gañanesca a mi capa donjuanesca hay que tomar el metro.
MARIO
Gorón, no te pongas tan
profundo, mira y paladea. Abrete sésamo. (A
la Puerta del cenador)
TODOS
¡Ole! ¡Bien! ¡Eso, eso!
MARIO
Era mi sorpresa. (Se abre la puerta y aparece la mesa, que
sirven dos criados)
GORON
¡Hermoso porvenir!
CHARITO
¡Espléndido lunch!
TODOS
¡A comer, a comer!
GORON
Y a beber, señores; ¡yo voy
a comenzar metiendo mano a la Viuda! (Cogiendo
una botella de champagne)
MARIO
¡Pero hombre, hasta con las
viudas!
ALFONSO
¡Es una fiera! (Todos ríen)
GORON
Es que ésta me ha sido
siempre muy simpática; ¡vaya el primer taponazo por vosotras!
(Descorcha
entre risas y hurras)
¡Brindo!…
CHARITO
¡Muy bien!
MARGOT
Vamos a ver.
ERNESTO
Silencio.
GORON
Brindo, señores, por el
vino, que es lo más internacional que existe.
MARIO
Bebe y no digas tonterías.
GORON
¿Tonterías? ¿Acaso en
alguna nación prefieren el propio vino? ¡No, señores! Los ingleses liban jerez,
los italianos liban cerveza; donde hay una botella de Burdeos allí hay una
española; donde hay una botella de Oporto, allí hay una francesa; donde hay una
botella de champagne, allí hay una turca.
MARGOT
No lo creas; donde hay una
botella de champagne, hay un “gorón”.
GORON
¡Eres viperina!
MARGOT
¡Bueno, chicas; si os
parece yo creo que ya es hora de que nos quitemos estos atavíos!
GORON
¡Si estáis preciosas!
KETTY
Sí; pero tú no sabes lo
molesto que resulta este traje pie a tierra.
CHARITO
Pues andando. ¡Hasta ahora
mismo! (Mutis alegre y animado a la
casa entre los piropos de ellos.
GORON
Son encantadoras estas
chicas. Si no fuera porque está por medio Simeona, las enamoraría con uno de cualquiera
de mis procedimientos.
MARIO
Oye, oye, ¿qué
procedimientos son esos?
GORON
Innumerables: el discreteo
versallesco, la elocuencia tenoriana, suspiros a lo Romeo, miradas a la broche y,
sobre todo... el soplo. ¡Oh! ¡De este método pienso sacar patente!
MARIO
¿El soplo?
GORON
Sí; como sois buenos
amigos, os lo revelaré en secreto. Escuchad: cuando la incauta está medio
atortolada por mi fraseo arrebatador, la suplico que me sople este ojo, para
que salga una pajita traidora que en él se introdujo… ella acerca el rostro,
alarga los labios y yo... ¡zas!, el primer ósculo de la serie.
ALFONSO
¡Y la primer bofetada de
tanda!
GORON
¡Se dan casos, no creas!
MARIO
Como se dan disgustos a los
pescadores que, sin pescar nada, se pasan dos horas todas las mañanas en la
Hondonada del Cura con la caña en la mano.
GORON
(¡Retrucha!) Es que allí
corre un fresco agradabilísimo.
ERNESTO
El fresco eres tú.
MARIO
Es que allí se baña
Simeona, la hija del guarda.
(Todos
ríen. Por derecha. Juan, viejo guarda del castillo)
JUAN
(Deteniéndose
a la entrada)
¿Hay licencia, señorito?
GORON
(¡Caray!) ¡El padre!
MARIO
Pasa, Juan. ¿Qué hay?
JUAN
Perdone el señorito que le
interrumpa; pero tengo que hablarle de una cosa que tie que quedar zanjá antes
que anochezca.
GORON
(¡Recarabina!)
(¿Se habrá enterao de mi
idilio con su hija?)
MARIO
Tú dirás de qué se trata.
JUAN
Cuando los señoritos
salieron esta mañana de caza llegó por la linde del río, por la parte abajo del
monte, una tribu de gitanos que acampó con sus carros en la hondoná de los
Chaparrales; yo, así de que me lo dijo Usebio el pastor, que fue el primero que
los vio de venir, fui allá y les dije que ya podían levantar el tablanque...
pero ellos.
MARIO
¿Se resistieron… te han
faltado?
(Música)
JUAN
(Recitado)
No, no, señor; muy
humildemente me dijeron que estaban fatigaos, que la jorná había sío larga y la
comía corta, que si el señorito les permitía pernotar allí… como hace veinte
años, cuando pasaron por este mismo sitio, se lo permitió el padre del
señorito.
MARIO
(Recitado)
¡Escucha! ¿Son ellos?
JUAN
Sí, señor; ellos son.
[IVAN
Cantando amarguras
recorro el sendero,
diciendo en mis cantos
mis tristes recuerdos,
y así voy pasando,
y así voy sufriendo,
y así voy llorando
mi eterna pasión.]
MARIO
¡Qué cantos tan bellos!
GORON
Yo que tú, seguiría la
costumbre paterna.
Después de todo, así
tendríamos una nota
de color exótico.
(Dentro
se escucha el canto de los zíngaros)
JUAN
Ellos mismos, que tras de
mí vinieron,
llegan hasta aquí para
suplicarle.
GORON
Hazlos pasar, Mario.
ERNESTO
Sí; que vengan, que venga.
MARIO
Pues ya lo oyes: que
entren.
JUAN
Como usté ordene.
(Llamando
por derecha) Acercarse.
GORON
(Bebiendo
nuevamente)
Esto merece otro tiento a
la afligida viuda.
IVAN
(Dentro)
Vivo enamorado,
y es la amada mía
la única alegría
que hay en mi canción.
CORO
Vive enamorado
y en amor confía,
que ella es la alegría
que hay en su canción.
IVAN
Y así voy pasando
y así voy sufriendo
y así voy cantando
mi ardiente pasión.
TODOS
(Haciendo
entrada en escena)
Caminar sin fin,
buscando en el camino amor
y al pasar sentir dolor,
y de dolor sufrir
sangrando así
mi pobre corazón,
IVAN
Caminar sin fin,
TODOS
Y al pasar, hallar espinas
de dolor,
IVAN
Canta, canta sin cesar…
TODOS
Nuestro eterno caminar.
(Se
adelanta Amapola con una pandereta)
AMAPOLA
Mi canción
quiere fingir una alegría
y añorar amores
de un lejano día,
cual mariposa que busca
amor,
yo voy libando de flor en
flor
y así soñando voy quimeras,
y así soñando voy con besos
que siempre se alejan
cual nubes de ensueño,
y así... llorando voy de
amor,
amor... que yo jamás he
hallado.
Pues sólo mi frente mimosa
ha besado la estrella que
lleva
consigo el dolor.
¡Ah! Qué importa que sea
mi estirpe gitana;
ELLAS
Qué importa que sea
su estirpe gitana;
camina, camina, camina…
ELLOS
Caminante, al caminar,
Canta y sufre, que es tu
sino,
Y oculta tu pesar.
Canta, canta,
canta al caminar…
AMAPOLA
qué importa que tengan
mis ojos fulgor;
qué importa que sean
mis labios de grana,
ELLAS
Sufrir es tu sino
y oculto el pesar,
Qué importa que sean
sus labios de grana,
Camina, camina, ¡ah!
AMAPOLA
mis brazos de nieve,
si no hallo el amor.
Camino en su busca,
y él, frío y esquivo,
se marcha y no advierte
mi triste penar, [¡ah!].
ELLAS
La patria lejana
Sus ecos oirá,
Camina en su busca,
Y él, frío y esquivo,
Se marcha y la deja,
Camina, gitana,
buscando el amor.
ELLOS
Que a la patria lejana
Tus ecos llegarán.
Tu cantar es llorar
Buscando el amor.
AMAPOLA
Y así, siendo libre,
mi pecho es cautivo
de un ansia encendida,
que es ansia de amar,
y pasa mi vida
y voy caminando,
y siempre cantando
mi eterno cantar .
¡Caminar sin fin
buscando en el camino amor,
y al pasar sentir dolor
y de dolor sufrir
sangrando así:
mi pobre corazón!
Y en su latir
De errante caminar,
Dejó sentir su eterno
sollozar,
¡que el amor no ha de
encontrar!
ELLAS
Que así, siendo libre,
Su pecho es cautivo
De un ansia encendida,
Que es ansia de amar.
ELLOS
Canta errante,
Canta al caminar,
¡ah!, ¡ah!, ¡ah!
CORO
Caminar sin fin
Buscando en el camino amor
,
y al pasar sentir dolor,
y de dolor sufrir,
sangrando así mi pobre
corazón
y al pasar hallar
espinas de dolor.
IVAN
Canta, canta sin cesar.
CORO
Nuestro eterno caminar.
AMAPOLA
Que el amor no ha de
encontrar.
¡Ah!
IVAN y AMAPOLA
¡Amor!
CORO
¡Ah!
(Música)
(Hablado)
GORON
Estas gitanas son de una
belleza salvaje que abisma, ¿verdad, Mario?
MARIO
Verdad, sobre todo, por lo
que se refiere aquella mujer, que por su hermosura parece la reina de la tribu.
GORON
¡Y que es una reina como
para sentirse monárquico!
MARIO
¡Me han conmovido vuestros
cantos llenos de poesía y de emoción!
ALESKO
Agradecemos vuestra
cariñosa acogida, señor Conde.
MARIO
¿Cómo ¿Me conoces? Yo no
recuerdo haberte visto nunca.
ALESKO
Sólo se recuerda lo que nos
interesó o lo que puede sernos útil.
GORON
(¡Este zíngaro será
melenudo, pero filosofa, filosofa!)
MARIO
¿Y tú quién eres?
IVAN
(Presentándole)
Alesko, señor, padre de
todos nosotros y jefe de la tribu nómada que hoy acampó en tus tierras; tu humilde
servidor es Iván, también de la errante caravana…
MARIO
¿A quién pedísteis permiso
para acampar en mis posesiones?
ALESKO
Señor; hace veinte años, al
cruzar por vez primera esta comarca, plantamos nuestras tiendas donde hoy lo
hicimos; vivía en este castillo vuestro padre, el señor Conde, y él nos
permitió hacer alto en ese lugar varias semanas, y tuvo para nosotros
atenciones inolvidables; cierto que desde entonces la nieve de los cielos
cubrió muchas veces los caminos… pero, ¿habrá podido enfriar tanta nieve el corazón
de los poderosos?
IVAN
En vuestras tierras murió
mi madre, señor, la que era entonces reina de la tribu; por eso ellas tienen algo
de sagrado para nosotros. ¡Permitidnos descansar unos días tan sólo, ningún
daño causaremos!
MARIO
Concedido; podéis descansar
los días que os plazca.
ALESKO
Gracias, señor; pero
nuestro reposo jamás fue largo; hemos de andar, andar siempre, el vivir es
corto y largo es el camino.
GORON
¡Hacéis mal en no
instalaros aquí, ni siquiera pagaríais el inquilinato!
MARIO
Pero voy a pediros algo a
cambio de mi hospitalidad.
GORON
¡Al fin, casero!
ERNESTO
¿Qué pretendes?
ALFONSO
¿Qué vas a pedirles?
MARIO
Algo que es muy fácil para
ellos: que mañana, cuando en unión de estos amigos, visite yo vuestro
campamento, nos esperéis ataviados con vuestras galas más vistosas y nos
alegréis con vuestro canto y vuestras danzas.
GORON
(Frotándose
las manos)
¡Una zambra!
ERNESTO
¡Magnífica idea!
ALESKO
¡Vuestros deseos son
órdenes, señor!
MARIO
Pasaremos un rato
admirable, porque vuestra tribu es pródiga en bellezas.
ULITA
Mujeres hay, hermosas como
las estrellas de la noche.
GORON
(¡Reflammarión! Me siento
astrónomo!)
MARIO
Y tú, ¿quién eres?
IVAN
Señor, es la madre Ulita,
la vieja hechicera de la tribu.
GORON
(¡Yo creo que de hechicera
no tiene nada!)
IVAN
La que con sus leyendas,
con sus historias y con sus consejas nos enseña y nos defiende…
MARIO
Y tú, hermosísima gitana,
¿cómo te llamas?
AMAPOLA
Amapola me dicen, señor.
ULITA
Amapola, sí, la flor, la
estrella, la gloria de nuestra tribu, la que es símbolo y muestra de esta raza;
que no por ser errante, es menos noble.
IVAN
Tiene el fuego del amor en
las pupilas, y el espíritu de la belleza en el alma.
AMAPOLA
Madre Ulita, Iván, callad,
por favor.
MARIO
¿Por qué, Amapola? No han
dicho más que la verdad. Eres la más linda mujer de la tribu, la más preciada joya
de la caravana.
AMAPOLA
Sois muy amable, señor.
MARIO
No tanto como tu hermosura.
ULITA
(¡Al Conde le ha impresionado
la belleza de Amapola!)
IVAN
(¡Ay de él, si intenta
robarme su cariño!)
ULITA
(Sé prudente, Iván!)
ALESKO
Señor, agradecidos a
vuestra bondad; nos retiramos, si dais licencia.
MARIO
Antes quiero obsequiaros:
Gorón, Ernesto, acompañadles a la casa que les den fiambres, vinos, lo que haya.
Juan, ve tú también con ellos.
ALESKO
¿Cómo agradeceros?
MARIO
Quiero que guardéis un
grato recuerdo de mí, como lo habéis guardado de mi padre.
ALESKO
Sois tan noble como él,
señor.
GORON
Por aquí, distinguidos
trashumantes; por aquí.
(Hacen mutis por izquierda,
al pabellón: Amapola, que va a entrar la última, es detenida por Mario,
quedando sola con él en escena)
MARIO
No, Amapola; tú quédate.
AMAPOLA
Señor Conde.
MARIO
Nada temas: si te retuve
unos segundos más, fue tan sólo para seguir admirando tu hermosura, la más rara
belleza que vieron jamás ojos humanos.
AMAPOLA
(Ruborosa)
Señor…
MARIO
Amapola te llaman, y bien
supo nombrarte quien así te llamó; como las amapolas del campo, linda y humilde;
eres un beso del sol, que floreció, junto al camino.
AMAPOLA
¡Señor!
(Retirándose)
MARIO
No te apartes. ¿Nadie te
dijo que eres hermosa?
AMAPOLA
Ignoro si lo soy; pero, por
mucho que lo fuera, aún es mayor mi desgracia.
MARIO
¿Por qué?
AMAPOLA
Porque ¿de qué ha de servir
la hermosura a la que, como yo, no tiene nombre ni hogar? Eterna caminante de
todos los caminos, en uno encontraré mi muerte, como encontré en otro mi vida.
La felicidad no existe para mí…
MARIO
Te engañas, Amapola; la
felicidad para ti, como para todos los humanos, está en los caminos del mundo, iguales
todos; no sabemos en el que se oculta; pero si acertamos a pasar por él, la
felicidad será con nosotros... y si tú eres eterna caminante de todos los caminos,
¿quién mejor que tú podrá encontrar la felicidad?...
(Ella
baja la cabeza, él se acerca mucho, hablándole en un tono íntimo)
Eres hermosa, hermosa como
ninguna mujer: ¿quién te dice a ti que tu felicidad no es un hombre a quien jamás
pensaste conocer y que quedó impresionado por tu belleza, como yo?
(Por
donde hizo mutis, aparece Iván, que al ver a Amapola en íntimo coloquio con
Mario, no puede reprimir una violenta exclamación)
IVAN
¡Amapola!
AMAPOLA
¡Iván! (Separándose de Mario)
MARIO
Nada temas. (A Amapola)
Queda con Dios, hermosísima
gitana... y no olvides lo que te he dicho.
AMAPOLA
No lo olvidaré.
MARIO
(Al
mutis)
¡Me ha seducido esa mujer!
Por un beso de su boca, sería yo capaz de la mayor locura.
(Mutis)
IVAN
¿Qué es lo que te ha dicho
ese hombre?
AMAPOLA
¿Y a ti qué te importa?
IVAN
Me importa, porque te amo y
has de ser mía.
AMAPOLA
Nunca he de decirte lo que
escuché de sus labios.
IVAN
¿Olvidas, Amapola, que
estás destinada a ser mi compañera?
AMAPOLA
¡Tu compañera, sí!, pero no
tu esclava. Esclava no lo es la mujer más que del hombre a quien adora, y tú…
IVAN
No he acertado a encender
en tu pecho la llama del amor. ¿verdad?
AMAPOLA
¿Y cómo has de hacerlo,
persiguiéndome y celándome? No, Iván; yo quiero ser libre, ¿lo oyes bien?; libre,
para disponer de mi corazón.
IVAN
¡Tú libre y yo esclavo!
Esclavo tuyo, porque te quiero con toda mi alma y con todos mis sentidos, porque
mi sangre se rebela al pensar que puedas querer a otro…
AMAPOLA
¿Y si ese otro me comprende
mejor que tú?
IVAN
¡No, calla! ¡No digas eso!
AMAPOLA
Sí; lo digo, lo digo ¡una y
cien veces!
IVAN
¡Amapola!
AMAPOLA
¡Iván!
IVAN
No olvides que del amor al
odio hay sólo un paso, y que si Iván, el desdeñado Iván, es ardiente para querer,
no lo es menos para odiar.
AMAPOLA
¿Qué quieres decirme?
IVAN
Lo que tu pensamiento
adivina.
AMAPOLA
Serías capaz…
IVAN
¡Por tu amor de todo!
(Música)
IVAN
Amor, mi raza sabe
conquistar,
mi raza es fuerte en el
dolor,
y cuando quiere sabe odiar,
porque en el odio existe
amor
Gitana, fuiste siempre mi
ensueño,
con ansia loca yo te adoré,
fuiste mi vida, fuiste mi
dueño,
¿por qué te apartas de mi
querer?
AMAPOLA
Porque tu boca me brinda
amores.
IVAN
¿Por qué me matas con tu
desdén?
AMAPOLA
No me atormentes, no puedo
amarte.
IVAN
Quiero ser dueño de tu querer.
AMAPOLA
Iván, no he de amarte.
IVAN
Sí me amarás.
AMAPOLA
No puedo ser tuya.
IVAN
Mía serás.
Es nuestro sino buscar amor
y en el camino hallar
dolor.
¡Ah! y en el camino hallar
dolor.
IVAN
Te juro que mía has de ser.
AMAPOLA
Aparta, Iván.
IVAN
Huyes de mí,
tus besos yo quiero, mujer.
AMAPOLA
Jamás, jamás.
IVAN
Mi amor te di.
¿Por qué tu amor, tan
hondo,
ha sido luz de mi vivir?
Por qué prendí en el alma?
¿Por qué me hiere así?
Ven, gitana, ven a mí, ¡ah!
¿No recuerdas ] aquellas
canciones
que hablaban de ilusiones
y de niños alegres,
nos dieron anhelos de
vivir?
Bendita tierra, te perdí,
más en tu suelo he de
morir;
[tierra de mi amor,
no te olvidaré,
y en mis tristes cantos,
te recordaré .
AMAPOLA
¡Ah! Recuerdo de aquellas
canciones
que hablaban de ilusiones
y de niños alegres,
forjaron anhelos de vivir.
LOS DOS
Bendita tierra, te perdí,
más en tu suelo he de
morir;
son tus recuerdos
una flor que en mi alma
no se marchitó.
IVAN
Allí junto al manso arroyo
cantaban los ruiseñores.
AMAPOLA
Allí bajo el cielo claro
se encienden de amor las
flores.
IVAN
Las flores de mis amores .
AMAPOLA
Las flores de intenso
aroma.
IVAN
Y amores nos dan flores.
Mi amor quiere tu amor.
AMAPOLA
Jamás, gitano,
Podré quererte.
IVAN
Es mi cariño como la
muerte.
AMAPOLA
¿La muerte dices?
IVAN
Porque te quiero.
AMAPOLA
¿Y amor es muerte?
IVAN
¡Muerte son celos!
AMAPOLA
(Casi hablado)
¡Nunca, nunca!
IVAN
(Idem)
¡Siempre, siempre!
(Forcejean)
LOS DOS
Serás, gitano/gitana mi
perdición,
por nuestra raza, te juro
aquí,
que he de negarte mi
corazón, ¡ah!,
antes que tuya/de otro
morir.
AMAPOLA
Morir.
IVAN
Yo te juro, Amapola,
que tú has de ser mía.
Yo te juro, gitana, que
me has de amar.
Yo te juro que nadie
robarme podría
tu cariño, que yo sé matar,
matar, matar y amar.
LOS DOS
¡Amor! ¡Amor!
¡Mi raza sabe conquistar,
y como es fuerte en el
dolor
también sabe odiar!
(Hablado)
(Por
donde hicieron mutis aparecen Alesko, Ulita, Gorón, Mario y zíngaros)
ALESKO
Agradecidísimos quedamos,
señor Conde, a vuestras atenciones.
ULITA
Y ahora, con vuestra
licencia…
MARIO
Partid, pero no olvidéis mi
petición.
ALESKO
Descuidad: mañana os
esperamos en nuestro campamento, para entreteneros con una de nuestras típicas fiestas.
MARIO
No faltes tú, Amapola.
Quiero volver a oírte cantar.
Hasta mañana.
AMAPOLA
Hasta mañana, señor Conde.
IVAN
(¡Me matan lo celos!)
GORON
(¡Estos han debido de tener
bronca!)
ALESKO
¿Vamos?
ULITA
Vamos.
(Bis
en la orquesta y mutis de Alesko, Ulila, Iván, Amapola y zíngaros)
GORON
Parece que esa trotamundos
te ha hecho tilín, ¿eh?
MARIO
¡Es la mujer más hermosa
que he conocido!
GORON
¡Chico, con qué fuego lo
dices!
MARIO
¡Acompáñame, voy, a mudarme
de ropa!
GORON
¿Caray, a que te nos has
enamorado?
(Mutis
a la casa. Hay una pausa. Por primer término derecha sale Simeona, una guapa e
inocentona moza; sale asustada y mirando atrás)
SIMEONA
¡Mare mía!
CRISTOBAL
(Por
último término derecha y como piándola)
¿Ande vas?
SIMEONA
¡Ay! ¡Me has asustao!
CRISTOBAL
El que algo teme, algo ha
hecho.
SIMEONA
¿Yo? Yo no he no na; es que
me dan mucho miedo los osos que han traído los gitanos.
CRISTOBAL
¿Sí, verdá?
SIMEONA
Y como yo tengo la
costumbre de bañarme en el río junto a la Hondoná del Cura, y allí hay
frutales, pues resulta que los he visto de ir allí a comerse la fruta caída.
CRISTOBAL
No son esos los osos que me
tien a mí con cuidao, no; yo, a los que temo, es a los de dos patas.
SIMEONA
(Ingenuamente)
¡Esas son monas!
CRISTOBAL
¡U monos!
SIMEONA
Lo mismo da.
CRISTOBAL
No da lo mismo, y cuenta
que como te vea hacer más arrumacos a ese señoritingo “gorrón”, te doy un guantazo
en las narices que van a creerse que ties erisipela.
SIMEONA
¡Qué bruto eres!
CRISTOBAL
Mu bruto, pero, también mu
hombre; de mo que ya lo sabes; como te vea de palique con ese lechugino, que no
le da más que por pescar, te salto un ojo.
SIMEONA
Pero si yo no tengo na que
ver con ese señorito.
CRISTOBAL
¡Por si acaso; el que avisa
no es traidor!
SIMEONA
Yo te juro que…
CRISTOBAL
No me jures na… mía que te
doy.
(La
amenaza, y ella huye de su alcance. En la escalinata aparece el señor Juan)
JUAN
¿Qué es eso?
(Baja
y sujeta a Cristóbal)
¡Amos, no seas podenco!
¿Quies dejar ya a la chica?
CRISTOBAL
Si es que…
SIMEONA
Diga usté que no, padre.
JUAN
Tendría gracia que me le
pegaras.
CRISTOBAL
Si se la pego es porque
ella me la pega.
SIMEONA
No haga usté caso, padre.
JUAN
Siempre andáis a la greña.
CRISTOBAL
Es que desde que han venido
los señoritos está encalabriná.
JUAN
¡Ericalabriná! Anda, ven
conmigo, que me ties que ayudar a desollar el jabalí.
CRISTOBAL
Lo que usté mande; pero
coste que como la vea…
JUAN
(Empujándole)
Anda, hombre, anda. (A ella) Ahí te quedas: ten cuidao
por si te necesitan los señores.
CRISTOBAL
(Con
ira)
¡Los señores!
JUAN
¡He dicho que andes!
(Se
lo lleva a empujones por último término izquierda. En la escalinata aparece
Gorón. Baja, se fija en Simeona y sonríe picarescamente)
GORON
¡Sola! ¡Esta es la ocasión!
(Acercándose
a ella por detrás)
¡Bella ondina!
SIMEONA
¡Ay! (Viéndole) ¡Ah!, ¿es usté?
GORON
¿Pues quién creías que era?
SIMEONA
Un oso.
GORON
¡Caramba! ¡La comparación
no es muy halagüeña!
SIMEONA
Si viera usté, desde que
han venido los gitanos con esos osos, tengo un miedo…
GORON
¿Miedo tú, madrigal
gutierrecetinesco?
SIMEONA
¡Je, je!, qué cosas tan
bonitas dice usté.
GORON
(¡Caray, está que ni
modelada!) ¿Oye, tú, te bañas muy a menudo?
SIMEONA
Sí, señor; en la Hondoná
del Cura.
GORON
¡Rebonote, qué suerte tiene
el clérigo! ¿Y no te has fijado nunca si tienes un lunar aquí, en la paletilla izquierda?
SIMEONA
(Con
ingenuidad)
No, señor.
GORON
Pues es negro mate, pero de
un mate ocharolado, una cosa así como una mosca picando en un queso de Burgos.
SIMEONA
¿Usté lo ha visto?
GORON
Yo, no no (¡Caray, por poco
me cuelo y pierdo el panorama!) Ni siquiera sé hacia dónde cae esa hondonada…
SIMEONA
Por aquí, a la izquierda.
GORON
Sí, junto a los
chaparrales…
SIMEONA
¿No decía usté que no lo
sabía?
GORON
Es que me lo figuro; porque
para bañarse, allí es donde hay más agua…
SIMEONA
Como que a mí me llega por
aquí. (Se señala el pecho)
GORON
¿Por dónde dices?
SIMEONA
Por aquí.
GORON
¿Por? (¡Me veo de anfibio!)
¿Y tú, nadas bien?
SIMEONA
¡Anda, ya lo creo!
GORON
Verdaderamente tú no
necesitas calabazas, porque tú te debes sostener admirablemente a flote con
esto... ¿No? (La toca las caderas)
SIMEONA
Sí, sí, señor.
GORON
Y luego con estos brazos (Tocándoselos) Cortarás el agua
deliciosamente…
(Cogiéndola
los brazos y aprovechándóse)
¿Cómo los pones?... ¿Así?… ¿O
así?
SIMEONA
Así.
GORON
¿Así? (Así está que
clorolormiza!) Pues mira, debes ponerlos así.
SIMEONA
¡Qué cosas tiene usté,
señorito Teodoro!
GORON
¡Y qué cosas tienes tú,
hija mía! Pero mira, llámame Doro nada más.
SIMEONA
¿Por qué?
GORON
Porque el final de los
nombres es mucho más cariñoso, ¿sabes? Por ejemplo: Rosalinda, le quitas la Rosa
y se, queda Linda. Felisa, le quitas la Fe y se queda Lisa, Gaspara, le quitas
el Gas y se queda Para.
SIMEONA
¿Para qué?
GORON
Para que la alumbren: más
práctico. ¿Tú te llamas?...
SIMEONA
¡Simeona!
GORON
¡Carape! pues a ti no es
posible quitarte el Si...
SIMEONA
¿No?
GORON
Sí, digo no. Oye, y mañana,
¿te bañas también?
SIMEONA
Si no están los osos, sí;
es que los tengo tanto miedo, que si veo un oso me desmayo…
GORON
¡Es una idea!
SIMEONA
¿Qué dice usté?
GORON
¡Que es una mala idea dejar
sueltos a esos animalitos
(¡Resalomón! ¡Qué
inspiración! ¡Este procedimiento es inédito, pero va a ser definitivo!) ¿De
modo que estás segura que te desmayas?
SIMEONA
Segurísima, ya lo creo. (Con mimo)
GORON
¡Ay, qué boca más dulce!
¡Ha llegado la hora!
(Fingiendo
que le ha entrado una paja en el ojo)
¡Ay, ay!
SIMEONA
¿Qué le pasa a usté?
GORON
¡Una pajita! ¡Que se me ha
metido una pajita en este ojo! ¿Quieres hacer el favor de soplarme en la
pupila?
SIMEONA
¡Ya lo creo!
GORON
¡Pues anda, ciclonéame!
(Música)
GORON
¡Ay, sóplame, sóplame,
sopla;
ay, sóplame el ojo sin
tardar!
¡Ay, qué ojo tan rojo!
SIMEONA
¡Ay, miro, le miro, le
miro;
ay, mírole el ojo pa
soplar!;
más no me atrevo a soplar
fuerte,
pues la niña se va a
irritar.
GORON
Con hembras así quisiera yo
ver
A San Sebastián y hasta
Santander .
SIMEONA
¡Qué pez!
GORON
¡Rediez!
SIMEONA
¡Ay, qué pesao!
GORON
¡Qué modelao!
Monina.
SIMEONA
Monín.
GORON
Tontina.
SIMEONA
Tontín.
LOS DOS
Cuando una paja se mete a
traición,
debes de buscar un amigo
soplón,
porque si la paja no evitis
una conjuntivitis
te hace el ojo carbón.
SIMEONA
Quieto, que si no yo me voy
a enfadar.
GORON
Deja, si es que estoy
más nervioso que un flan.
SIMEONA
¡Vaya unas manos las del
señor!
¡Quite y no sea usté tan
sobón!
LOS DOS
Señores, hay que ver qué
maldita,
qué molesta pajita,
Que no quiere salir.
GORON
Acércate bien, granito de
sal,
Si un beso le doy,
le haré un cardenal.
SIMEONA
¡Qué pez!
GORON
¡Rediez!
SIMEONA
¡Ay, qué pesao!
GORON
¡Qué modelao!
SIMEONA
¡Vaya frescura!
GORON
¡Vaya escultura!
SIMEONA
¡Déjeme ya!
GORON
¡Qué rica está! Monina.
SIMEONA
Monín.
GORON
Clavellina.
SIMEONA
Clavellín.
(Hablado)
GORON
Bueno, pero ¿me soplas o no
me soplas?
SIMEONA
Si no se está usté quieto…
GORON
No me estoy quieto por la
pajita. Tú no sabes lo que molesta.
SIMEONA
Bueno; pues cierre usté los
ojos.
GORON
¿Para qué?
SIMEONA
Si no, no le soplo.
GORON
Como quieras. (Aparte) En cuanto la sienta venir,
le doy un apechugón que la extraplanizo.
CRISTOBAL
(Saliendo)
¡Mi madre!
SIMEONA
¡Cristóbal!…
CRISTOBAL
¡Chist!…
GORON
Me soplas un ojo, o abro el
otro.
SIMEONA
Aguárdese un momento.
CRISTOBAL
(Por
señas le dice a Simeona que se vaya, ésta lo hace y entonces él, acercándose
muy despacio a Gorón, le da un soplido que le hace caer de la silla)
GORON
¡Caray! ¡El simoun!
CRISTOBAL
(Con
guasa)
¿Ha salido ya la pajita?
GORON
La pajita y la niña.
CRISTOBAL
La niña es la que tie usté
con cuidao, ¿verdá? ¡Pues abra usté el ojo!
GORON
¡Pero si me lo has cerrado
para un trimestre! Oye, ¿pero de verdad no traías fuelle?
CRISTOBAL
¡Lo que tengo es unos
pulmones!
GORON
Bueno, pues muchas gracias
por su atención…
CRISTOBAL
No hay que darlas, y otra
vez, cuando quiera usté que le soplen algo, me avisa usté a mí, que yo sé soplar
a los hombres. (Mutis derecha,
mirándole airadamente. Durante todo lo anterior ha oscurecido)
GORON
¡Bueno! Este bruto nació
para vendaval. Y que debe tener una fuerza a juzgar por los pulmones… Si es verdad
que la vida es un soplo, este bárbaro le deja en mantillas a Matusalén. (Por la escalinata, Mario, Alfonso y Ernesto)
MARIO
Pero ¿estás aquí?
ERNESTO
No andará lejos Simeona.
ALFONSO
Oye, ¿qué tienes en ese
ojo?
GORON
Que me ha dado un aire.
ERNESTO
Tú siempre el mismo.
ALFONSO
¿Y ésas?
GORON
Aún no han bajado; ya
sabéis lo que son las mujeres; tardan un siglo en arreglarse… (Se iluminan las ventanas del fondo)
ALFONSO
Mirad, han encendido.
¡Margot… Charito!
GORON
¡Hombre, no seas vulgar!
¿Vas a llamar a gritos como los gañanes? Mira, el momento es propicio; la noche
es tibia, la luna alumbra el bosque, y el castillo de nuestras infanzonas ha
iluminado sus ventanas…
ALFONSO
¿Estás loco?
ERNESTO
¿Qué dices?
GORON
Nosotros, trovadores
provenzales, llegamos bajo el alféizar, templamos la guzla, y cantamos una
galante serenata. Aquí está la guzla. (Coge
una botella y una cucharilla) Imitadme. (Los otros hacen lo propio)
ERNESTO
(Fijándose
en Mario, que desde el principio de la escena, está preocupado en una silla)
Mario, ¿qué te ocurre?
MARIO
Nada.
GORON
¡Ah! ¿Aún te dura la
emoción de la zíngara?
MARIO
¡Qué locura!
GORON
Pues no seas niño; coge
otro instrumento y acompáñanos a serenatear.
MARIO
¡Tienes razón; adelante!
GORON
¡A la una, a las dos, y a
las tres!
(Música)
GORON
¡A la una, a las dos, a las
tres!
¡Laralá, la, la!...
ERNESTO y ALFONSO
¡Laralá, la, la!...
GORON
¡Seguidme, troveros!,
que allí la princesa está,
y al punto despertará;
escucha mi chata,
esta dulce serenata.
ERNESTO y ALFONSO
¡La nata!
GORON
Asómate al aljumez,
Asómate de una vez;
Sal, mi castellana,
Sal a la ventana, mi sol.
ERNESTO y ALFONSO
Asómate por favor,
Que quiero cantarte amor.
GORON
Asómate, Leonor.
ERNESTO y ALFONSO
Que es el trovador.
MARIO
Trovadores, basta de
cantos,
Pues si os llegan a oír,
Con esa canción, no van a
salir;
Escuchad, que voy a cantar;
Aprended los cuatro a
trovar.
Oye, hermosa prisionera,
la más gentil hechicera,
la inspiradora
de mi quimera,
que en el misterio
de tu cautiverio
buscas el imperio
del amor.
Ante la reja escondida
de tu ventana florida,
Los dulces sones
de sus canciones
de amor herido,
y por amor vencido,
lanza tu rendido
trovador.
(Estribillo)
Sultana,
yo soy un peregrino de
amor.
Sultana,
escucha al trovador.
Sultana,
galana,
la ofrenda de mi amor
será roja flor
que trajo el trovador
cantor.
Oyeme, óyeme,
oye mi cantar,
Oye a tu juglar.
Sultana,
sultana galana,
Tu amor viene a implorar
el cantar del juglar.
(Segunda
letra)
Al pie de tu celosía,
el trovador cantaría
hasta que alegre
llegase el día,
su fe de amores,
perfumadas flores
que orla en mil colores
tu prisión.
De las flores la más bella,
flor delicada, mi estrella,
tú, mi tesoro
de perlas y oro,
por quien tu amado,
bajo el enrejado,
trova enamorado
su pasión.
(Al
estribillo)
Sultana,
yo soy un peregrino de
amor...
(Al
terminar el número, salen del pabellón Ketty, Margot y Charito)
(Hablado)
MARGOT
¡Admirable!
CHARITO
¡Muchas gracias!
KETTY
¡Sois amabilísimos!
GORON
¿Os ha gustado?... Pues ha
sido idea mía.
MARGOT
La idea puede que haya sido
tuya, pero lo que es la voz...
GORON
¡Ah! ¿Pero es que yo estoy
mal de canto?
CHARITO
Tú estás mal de canto y de
frente: no te hagas ilusiones.
GORON
Muchas gracias, pero tú no
eres mi tipo.
KETTY
La voz que ha entonado la
serenata era una voz dulce, melodiosa...
GORON
¡Claro! La voz de un hombre
que acaba de enamorarse como un burro
KETTY
¡Ah! ¿Pero es que Mario...?
GORON
Sí, hija, sí; se nos ha
enzingarado.
MARIO
¿Qué dices?
CHARITO
A ver, a ver, explícanos
eso.
MARIO
No le hagáis caso.
GORON
¿Cómo que no? ¿Vas a
negarme, Abelardo, que has encontrado a tu Eloísa, en esa zíngara inculta, pero
bella?
KETTY
¿Pero esas tenemos?
ERNESTO
Esas y otras, porque mañana
vamos a juerguearnos por todo lo alto.
MARIO
Es verdad, que no sabéis la
sorpresa que os preparo.
ELLAS
¿Cuál es?... ¿Cuál es?...
MARIO
Que, aprovechando la
llegada a estas cercanías de una tribu gitana, mañana visitaremos su campamento
y presenciaremos una de sus típicas fiestas.
ERNESTO
Habrá cante.
ALFONSO
Habrá baile.
GORON
Habrá gitanillas
hechiceras: en fin, una zambra en toda regla.
ELLAS
¡Ay, qué bien! ¡Cómo nos
vamos a divertir!
GORON
Nada, que de esta hecha,
aprendo a tocar el pandero, enseño a bailar a un oso y cojo una mona...
MARIO
Eso lo haces con mucha
frecuencia.
GORON
Cojo una mona y la enseño a
dar saltos mortales.
ERNESTO
Eso ya es más difícil.
GORON
Lo único cierto es que tú (por Mario) estás que sorbes los
huracanes por esa Amapola...
CHARITO
¿Amapola?
GORON
Sí; ése es el nombre de la
zíngara hechicera...
MARIO
Tú lo has dicho, Gorón:
hechicera, porque con su belleza me ha robado la tranquilidad, me ha seducido, me
ha hechizado, en una palabra.
ALFONSO
¡Pero Mario!
ERNESTO
El hombre, que como tú, ha
tenido a su disposición las mejores mujeres de Madrid, no tiene derecho a enamorarse
de una vagabunda...
MARIO
¿Qué queréis?... ¡Es tan
hermosa!
AMAPOLA
(Dentro,
gritando)
¡Socorro! ¡Auxilio!
MARIO
¿Qué es eso?... ¡Es su voz!
CHARITO
¿Qué dices?
MARIO
La voz de Amapola.
JUAN
(Saliendo)
El jabalí que ha herido
usté esta tarde...
MARIO
¿Qué...?
JUAN
Que me paece que ha atacao
a una de las gitanas...
MARIO
(¿Será ella?)
¡Corramos!
ERNESTO
¡Cada uno por un lado!
CHARITO
¡Qué miedo!
MARGOT
¡Una fiera suelta!
(Hacen
mutis por diferentes sitios de la casa)
GORON
¡Una fiera! ¡Si la ha visto
Simeona se ha desmayado! ¡Voy a ver! (Mutis.
Se queda la escena sola unos momentos y a poco, entra Mario con Amapola
desmayada en los brazos)
(Música)
MARIO
¡Gran Dios! Es la gitana.
No me engañó el corazón
al correr presuroso a
salvarla.
Su cara de nieve y rosa
es pálida azucena
que enciende el coral de su
boca.
¡Qué hermosa!
Ya vuelve a la vida;
su cara es una rosa
de rubor encendida.
(Hecha
a Amapola sobre el banco)
¡Qué bella está dormida!
¡Qué bella es su figura!
Su boca, fresca y pura,
nació para besar.
Belleza presentida
de frescos labios rojos ,
besar quiero de hinojos
tu boca de coral.
¡Amapola! ¡Mi reina!
¡Amapola! ¡Despierta!
AMAPOLA
(Volviendo
en sí)
Dónde estoy,
sueño ha sido.
¡Ah, qué miro!
¡Oh, señor,
en vuestros brazos!
MARIO
No temas,
que estos brazos
te salvaron.
AMAPOLA
Dejadme,
dejadme marchar.
MARIO
Jamás,
que el amor en mi pecho
has hecho despertar.
AMAPOLA
No, que en mi pecho, señor,
no nació para mí su amor.
MARIO
Te juro, Amapola,
por mi honor,
que esto es amor.
AMAPOLA
No es amor.
MARIO
Esto es amor.
AMAPOLA
Callad, señor.
MARIO
Oye, gitana,
la de los ojos negros,
la de la boca de grana
cual vivo coral,
en tus labios hay mieles
y hay rubor de claveles,
y en ellos quiero,
sultana mía,
un beso dejar, ¡ah!…
Por un beso de amores
de tu boca encendida,
diera toda una vida
y un amor,
que otra vida galana
me darían, gitana,
tus labios en flor.
AMAPOLA
No, señor conde,
os ruego no habléis de
amor;
yo soy la que se aleja,
una quimera, una ilusión.
Ave loca, he sentido
un dulce anhelo
de ardiente amor;
para el ave sin nido
son los amores dolor,
dolor.
MARIO
Ven a mis brazos.
AMAPOLA
No, señor conde.
MARIO
Tú has de ser mía.
AMAPOLA
Nunca, señor;
nunca mi boca de risa loca,
gustó el amor.
MARIO
Yo quiero besar tu boca,
tu boca de risa loca,
yo besaré.
No me niegues
un beso, mujer,
o en tus mismos labios,
yo lo robaré.
AMAPOLA
Me dais miedo;
yo besaros no puedo.
MARIO
Ese beso yo habré de
lograr,
que en tus mismos labios
sonríe encendida
la flor de la vida.
AMAPOLA
No, señor conde, no,
le suplico
que me deje,
no me atormente,
no me bese, por piedad.
(Sale
madre Ulita y dice recitado sobre la música, hasta el final)
ULITA
(Aparece
por el foro y da un grito)
¡No, conde, no la beses!
Sería tu
muerte. Escucha esta
leyenda zíngara.
(Comienza
a recitarla mientras avanza hacia el proscenio)
“La madre de Amapola fue de
tal hermosura,
que quizá bajo el cielo no
encontrase rival.
Los artistas más grandes
copiaron su figura,
y se rindió a sus plantas
una corona real.
Por tan altos amores renegó
de su raza,
dejó el vivir errante por
más noble vivir,
sin pensar que en el mundo
lo que el amor enlaza,
el tiempo y el hastío
suelen desunir.
Flor de amor, marchitose,
como todas las flores,
y al mirarse humillada por
aquel que adoró,
estrechando a Amapola,
fruto de sus amores,
enferma y vacilante, con
nosotros volvió.
Vino herida de muerte, y al
sentir que moría,
una noche a la tribu nos
hizo reunir;
acercose a Amapola, que
inocente dormía,
y con cálido acento la
oímos predecir:
“Hija, serás hermosa, como
hermosa yo he sido;
pero ya que te lego mi
belleza fatal,
no quiero que por ella
sufras como he sufrido;
la hermosura en las hembras
es la fuente del mal.
De su perverso encanto yo
quiero defenderte,
tú esquivarás las redes
donde yo me prendí,
que aunque va a separarnos
para siempre la muerte,
con mi postrer conjuro
velaré sobre ti…
Anhelarán las mieles de tu
boca encendida;
pero aquél que en tus
labios ponga un beso de amor,
morirá, que la muerte va en
ellos escondida
como víbora oculta en una
roja flor”.
Ahora besa, si quieres,
esos labios tan rojos,
que su oculta leyenda para
ti recité…
MARIO
¿Qué me importa la muerte
si me miran sus ojos?
¡Esos labios de grana yo
besaré!
(Mientras suela un fuerte
en la orquesta, la madre Ulita va llevándose poco a poco a Amapola, que vuelve
los ojos hacia Mario, en el momento de empezar a cantar éste se desprende de la
madre Ulita y se arroja en los brazos de su amor)
MARIO
Ven a mí,
ven sultana,
sin tus labios de grana,
sin tus encantos, mi flor
temprana,
me muero de amor.
AMAPOLA
Es la fuente del mal
mi belleza fatal.
MARIO
Tú has de ser mía.
AMAPOLA
Mis labios matan.
MARIO
Ven, vida mía,
sin temor.
La leyenda esa olvida,
que en mis brazos, mi vida,
te espera el amor.
(A
Dúo)
AMAPOLA
Ilusión de mi vida,
mi divina ilusión,
por ti muere
el corazón.
MARIO
Mi amor, que supo elevarte
En esta pasión, bien sabrá
cautivarte
el corazón.
(En
este momento se oye cantar dentro al coro de Zíngaros)
LOS DOS
Y al pasar sentir
desprecios y dolor…
(Amapola,
como comprendiendo la locura que iba a cometer, se desprende violentamente de
los brazos de Mario y huye con la madre Ulita, soltando una carcajada nerviosa)
MARIO
(Llamando)
¡Amapola! ¡Amapola!
¡Amapola!
(Se
vuelve a oír dentro la risa de ella)
¡Boca de risa loca
por la muerte defendida,
yo he de besar esa boca,
aunque me cueste la vida!
(Se
oye dentro y lejano el canto de los gitanos y cae el telón)
FIN DEL ACTO I
SEGUNDO ACTO
El
campamento de los gitanos: toscas tiendas levantada por ellos, etc.
(Al
levantarse el telón, los personajes están ocupados en diversas faenas que se
indicarán en el cantable)
(Música)
(Se
levanta el telón con música y aparecen en escena: Iván, afilando un cuchillo;
la Madre Ulita, peinando a una niña; varias zíngaras haciendo cestas y otras
pintándolas; zíngaros con martillos dándole a un yunque y otros forjando unos
calderos)
TODOS
Quien trabaja cantando
va el trabajo aliviando,
y por eso le quiero alegrar
ayudándole con mi cantar.
ELLAS
Los que mienten quereres
a las pobres mujeres
si algún día dan el corazón
su cariño pagan con
traición.
TODOS
Canta, canta,
que tu canto es alegría.
Canta, canta,
la tristeza que hay en el
vivir.
ELLAS
Canastitos, canastos
de mis amores
para la ropa blanca
como la nieve,
salpicado de aromas
de lindas flores
que la brisa del campo
risueña mueve.
GURKO
(Esquilando
a un burro)
Compañero, compañero
de la errante caravana
encontrado en un sendero
a la luz de la mañana,
pon el rostro placentero,
ten la planta más galana,
compañero, compañero
de la errante caravana,
compañero, compañero.
ULITA
(Recitado)
¡Vamos! Estate un poco
quieta, hija,
que pareces un rabo de
lagartija.
NIÑA
(A
la que está peinando la madre Ulita)
¡Vamos, agüela!
si es que en vez de
peinarme
usted me pela.
TODOS
(Cantando)
Quien trabaja cantando
va el trabajo aliviando,
y por eso le quiero alegrar
ayudándole con un cantar.
ELLAS
Los que mienten quereres
a las pobres mujeres,
si algún día dan el
corazón,
su cariño pagan con
traición.
TODOS
Canta, canta
que tu canto es alegría.
Canta, canta
la tristeza que hay en tu
vivir.
IVAN
(Afilando
el cuchillo)
Hecho de un rayo de luna
tu filo de acero defiende
mi amor,
tú eres mi sola fortuna,
mi fiel de amor y dolor.
Brilla, cuchillo afilado,
que quiero que busques
en su corazón
todo el amor que le ha dado
y a mí me ha robado
con fiera traición.
A solas con mi penar
tú sólo sabes mi
desventura,
tú sabes de la amargura,
de los tormentos
de un hondo amar.
Brilla, cuchillo de fino
acero,
brille tu filo como
centella,
tú has de vengarme fiel
compañero,
tú has de vengarme
traiciones de ella.
TODOS
Jura vengarse,
honda es su pena.
Su odio es terrible,
sufre y espera.
Arden sus ojos,
tiemblan sus manos,
su amor le mata
cruel desengaño.
IVAN
Tú has de vengarme,
fiel compañero,
tú has de vengarme
las traiciones de ella.
TODOS
Quien trabaja cantando
va el trabajo aliviando,
y por eso le quiero alegrar
ayudándole con un cantar.
¡Ah!
(Hablado)
ALESKO
Bueno, muchachos, dad de
mano a la labor, que hay que prepararse a recibir la visita de los señores,
para después comenzar a recoger el campamento.
GURKO
¿Marchamos esta tarde?
ALESKO
En cuanto anochezca: ahora,
en otoño, son mejores para caminar las estrellas que las lumbres del sol.
IVAN
Sí, padre Alesko; vámonos
pronto de esta tierra maldita.
CORAL
¡No digas eso, Iván, que
buena hospitalidad hemos encontrado en ella!
GURKO
¡Si así fuera siempre!
ULITA
A Iván le ha parecido
demasiado cariñosa la acogida, ¿verdad, Iván?
IVAN
No quiero tratar con los
que nos desprecian.
CORAL
¿Llamas desprecio a la
caridad?
ALESKO
De acero es tu cuerpo,
Iván; pero tu corazón es de niño; tus celos del señor Conde pudieran costarnos caro;
y como dentro de poco él ha de venir al campamento, debo advertirte…
IVAN
Nada, padre Alesko; yo no
he de estar aquí, no quiero verlos.
ULITA
Estarás para ofrecerles
pieles y gargantillas; es preciso agradarles…
CORAL
Yo les diré la
buenaventura.
ALESKO
No; será Amapola quien, se
la diga, que ella sabe leer en los astros y en las líneas de la mano.
IVAN
¡Ella, no!
ULITA
Iván… ¡Estás celoso!
IVAN
A nadie le importa.
ULITA
A todos: óyeme a mí, que
viví mucho y la vida fue la maestra que me enseñó la ciencia del bien y del
mal; no celes a Amapola, Iván; ella es la más hermosa de la tribu; su rostro
hechicero atrae las miradas de todos y no deja que se fijen en la pobreza de
nuestras tiendas... Si el señor Conde puso en ella sus ojos, no temas, que el
capricho es pasajero y nuestro vivir errante es eterno; y si ella le mira
agradecida y en la buenaventura le presagia dichas y amores, no temas tampoco,
que él la salvó la vida y es justo que antes de reanudar el camino pague el
favor con una sonrisa. Pero si ella faltase a tu amor, la madre Ulita sabría
defenderte con sus leyendas y con sus verdades... ¿Hablaste con Amapola?
IVAN
No, madre Ulita; me
esquiva, huye, se aleja de mí.
ALESKO
Andad a cuanto os dije, que
la tarde avanza.
ULITA
Vamos, hijo Iván; yo
defenderé tu amor.
IVAN
Yo también sabré
defenderlo.
(Mutis
todos izquierda)
GORON
(Dentro,
a la derecha)
¡So! Soo! (Saliendo)¡Caray, qué caballito!
¡Nada! ¡Está visto que tengo desgracia para los animales! Ayer, en la cacería,
me largaron uno más falso que el alma de Judas, no hacía más que encabritarse y
relinchar atrozmente... ¡y qué duro de boca el tal caballito!... Duro y falso,
me dije, ¡pues a cambiarlo! ¡Y hay que ver el trabajo que me costó!... Hoy me
dijo el encargado de las caballerizas: “se va usted a llevar el mejor caballo
de la cuadra”; y me largó éste, que, según él, ha ganado siete copas en las
carreras; cuidado que yo le dije: “mire usted que no quiero jugar con el
caballo de copas”; pero como si no; y, efectivamente, ha venido el camino
bailando la rumba... ¡Estoy molido! ¡Indudablemente, yo no nací para jockey!
CORAL
(Por
izquierda con un cantarillo en la cadera)
En seguida vuelvo.
GORON
(Al
verla)
¡Recíngaro! ¡Qué flor
silvestre! ...
...¡Es una monada!...
(Por
el mismo sitio que Coral hacen salida Estrella, Clavellina, Violeta y Rocío,
cuatro monísimas gitanas, con sus respectivos cantarillos)
ESTRELLA
No tardamos.
GORON
¡Mi acaudalada madre! ¡Qué
invasión de bellezas naturales!
(Llamándolas) ¡Chist chist!
CORAL
¿Deseaba algo el señor?
GORON
¿Hacia dónde vas, porcelana
talavereña?
CORAL
A la fuente, a llenar este
cantarillo.
GORON
¿Y éstas también van a la
fuente?
ESTRELLA
También.
GORON
¿Y también a llenar el
cantarillo?
ESTRELLA
Sí, señor.
GORON
(Suspirando)
¡Ay, quién fuera él!
CORAL
¿Por qué?
GORON
Porque van aposentado en un
sitio delicioso.
CORAL
¿Cuál?
GORON
(Tocándole
la cadera)
Este. (¡Regeometría! ¡Qué
curva más pronunciada!) Oye, ¿pero no te pones aquí ninguna almohadilla?
CORAL
No, señor; como sólo vamos
a la fuente esa de la plaza de los Alamos…
GORON
¡Caramba! Pues eso está
bastante lejos; si fuéseis aquí al lado, lo comprendería; pero, créeme, yendo a
la plaza, deberías llevar almohadilla.
CORAL
¿Por qué?
GORON
Porque el cántaro te debe
hacer un daño horrible.
CORAL
No lo crea usté.
GORON
(Tocando
a Estrella, para convencerse)
¿Y tú tampoco te pones nada
aquí?
ESTRELLA
Nada.
GORON
(¡Mi octogenaria abuela! Esta
sí que está amazacotada!)
Pues a mí me parece que
este lado está más hundido que éste. (Tocándole como es natural)
ESTRELLA
Ilusiones.
GORON
Puede, puede que sean
ilusiones; pero yo juraría que… Claro, como aquí llevas el cantarillo, resulta que
este lado… ¿Comprendes?… que éste… (Desvaneciéndose) ¡Ay!
CORAL
¿Qué le pasa?
GORON
Que me voy al éste, digo al
otro, es decir, a la otra…
(Tocando
a Clavellina) A ver si tienes menos
desnivel…
TODAS
¡Ja, ja, ja!
GORON
¡Ay, qué bocas, San
Timoteo! Y vosotras, ¿de dónde sois?
CORAL
De la isla de Chipre.
GORON
¿De la isla? ¡Pues en mi
vida he visto unas bocas más saladas! ¿Y todas sois de allí?
ESTRELLA
No, señor; yo soy de
Basilea.
CORAL
Y yo de Chipre.
GORON
Comprendido; tú eres
basilisa y ésta chipriana. ¿Y vosotras?
CLAVELLINA
Nosotras hemos nacido a
orillas del Danubio.
CORAL
Señor, no os extrañe que
cada una seamos de distinta tierra; fue tan errante el vivir de nuestros
padres, que Clavellina, Violeta y Rocío nacieron en Bohemia, mientras Estrella
lleva en sus ojos la luz de Suiza.
GORON
¡Qué lindos nombres! ¿Y tú,
cómo te llamas?
CORAL
Coral me llamo.
GORON
¿Coral? Por coger este
coral me hacía yo buzo. Y decidme; desde luego vosotras debéis ser unas
cantarinas y danzarinas consumadas.
CORAL
Cantamos y bailamos las
danzas de nuestra tribu, siempre tristes y evocadoras.
GORON
Pues es una lástima, porque
vosotras, con esos talles, tan estupendos, os cimbrearíais de una manera
inimitable en el fox-trot.
CORAL
¿Eso, qué es?
GORON
Un baile prodigioso, que
podría adaptarse muy bien a vuestro ambiente. (¡Ah, qué idea!)
ESTRELLA
¿Sí?
GORON
Sí, veréis; dejad los
cantarillos y aproximaos, que os voy a dar una lección de la última palabra de
la coreografía, el fox-trot gitano. (¡Aprovéchate, Gorón, que eres el amo...!)
(Música)
GORON
Se pone el cuerpo así,
con mucha distinción,
y se baila como en Francia,
con soltura y elegancia,
con espíritu y sanfasón.
Pom, pom, pom.
Qué vaivén tiene el fox,
mueves el cuerpo pero de
chipén
y penduleas como un reloj.
ZINGARAS
Qué vaivén tienes tú,
mueves el cuerpo pero de
chipén,
y te cimbreas como un
bambú.
Donde se halle el garrotín
que se quite ese fox-trot;
pues en gracia y en salero
este baile es el primero,
y lo bailan los gitanos
porque, así lo manda Dios.
GORON
No me gusta ese baile
gitano
ni en invierno ni en
verano,
porque el baile no tiene
elegancia
como no sea agarrao.
TODAS
Este baile es gracioso y
movido
y además no es aburrido,
ni tan soso como ese de
Francia
que tú nos has enseñao.
Ay, ay, ay, ay, ay, ay,
capullito de claveles
son mis pies al bailar.
GORON
Olé, olé, olé.
El fox-trot dernier
es un gran baile de gran
fama
que se baila en Yokohama.
TODAS
En París y en Nueva York.
GORON
El fox-trot dernier
es un baile muy sensato,
que lo baila ya hasta el
gato.
GORON
Soy un berbiquí.
ELLAS
Cómo se mueve.
GORON
Cuando bailo así.
ELLAS
Vaya un gachí.
¡Olé! ¡Gracia!
Baila, so cañí!
TODOS
¡Qué vaivén
tiene el fox;
mueves el cuerpo
pero de chipén,
y penduleas
como un reloj!
GORON
Soy el amo de la danza,
porque yo me muevo
mucho más que un ordenanza.
ELLAS
Bailas con salero,
y al mirarte yo me muero,
pues tu cuerpo sandunguero
tiene gracia y tiene sal.
GORON
Es que a salsa y a finura
no me gana nadie
mientras tenga esta figura.
TODOS
Bailas que mareas,
pues bailando te meneas
más que veinte chimeneas
cuando sopla un vendaval.
Gracia gitana.
GORON
Olé ya mi mamá
que me destetó con sal.
TODOS
Olé.
(Hablado)
CORAL
Es bonito.
ESTRELLA
Es precioso.
GORON
¡Ah! ¿Os ha gustado el
fox-trot? ¡Pues si me viérais la furlana, os volvíais locas!
TODAS
¡Ja... ja... ja...!
GORON
¡Qué labios! ¡Son dos
cerezas!... ¡Y con lo que a mí me gusta la fruta! (¡Yo beso a una!)
(Llevándose la mano a un
ojo, como en el acto primero)
¡Ay, ay, ay!
CORAL
¿Qué es eso?
ESTRELLA
¿Qué le pasa?
GORON
¡La pajita! Que se me ha
metido una pajita en este ojo. ¿Queréis hacer el favor de soplarme una de vosotras?
CORAL
¡Vaya!
GORON
Acércate: ten cuidado. ¿La
ves?
CORAL
No.
GORON
Acércate más.
(Ella
se acerca confiada, y Gorón, entonces, la da un beso)
CORAL
(Retirándose
asombrada, pero sin violencia)
¿Eh?
TODAS
¡Ja, ja, ja!
(Ante
la actitud que Gorón va tomando, las gitanillas recogen sus cantarillos y hacen
mutis por izquierda, riéndose)
GORON
(Relamiéndose)
¡Mermelada!... Bueno, si a
mí me dicen esta mañana que tenía que posar mis labios en un sorbete de fresa,
me congestiono de risa.
(Por
derecha, primer término, Charito, Ketty, Mario, Ernesto y Alfonso)
CHARITO
¡Es pintoresco este aduar!
MARIO
(A
Gorón)
¡Hola! Por fin te
encontramos!
ERNESTO
Te adelantaste en el
camino.
ALFONSO
¡Algún fin tendría este
adelanto!
MARIO
(Riéndose)
El de siempre.
GORON
El de siempre, pero esta
vez con superávit.
TODOS
¿Con superávit?
(Le
rodean con curiosidad)
GORON
Sí, he estado de palique
con unas gitanillas, que eran unos kirikis con pañolillo y falda, y mi clásico
procedimiento de la pajita en el ojo propio ha dado el resultado apetecido.
ERNESTO
¿Cómo?
GORON
He osculeado a una y me he
relamido.
CHARITO
¿Has besado a una gitana?
GORON
Sí.
MARIO
¿Y te has atrevido después
de conocer la narración de la vieja Ulita?
MARGOT
¡Acuérdate!… “Morirá el
primer hombre que la bese”... (Todos ríen)
GORON
(Palideciendo)
¡Demonio pues es verdad!
¡Ay, ay, ay!... Con razón notaba yo ciertos mareos. ¡Ay!... yo estoy muy grave...
(Todos ríen) No, no reírse....
¡que es verdad!... ¡que se me va la cabeza! ... ¡Ay!... (Siguen riendo) ¡Ay qué lástima, morir tan joven! (Por donde hizo mutis, entra Alesko)
ALESKO
Sed bien venidos a mi
humilde aduar…
MARIO
¡Hola! Aquí tenemos al rey
de los zíngaros.
ALESKO
El señor Conde nos tiene a
todos a sus órdenes, como ayer le ofrecí.
GORON
(A
los demás)
¡Ay! (Transición) ¡Es muy atento este
monarca zíngaro!
MARIO
Como te dije, estas amigas
y amigos míos querían conocer tu campamento, y al propio tiempo, presenciar una
de vuestras típicas fiestas…
ALESKO
Todo está preparado, pero
si el señor Conde lo desea, antes le podemos ofrecer varios de nuestros trabajos.
CHARITO
Eso, sí…
MARGOT
Y que nos digan la
buenaventura.
KETTY
Que nos adivinen algo.
GORON
Eso, eso ¡el horóscopo!
ALESKO
Nada más fácil. (Llamando) Amapola… Ulita, Gurko,
Iván.... ¡Venid!
ERNESTO
¡Ya veréis lo que nos
divertimos! (Entran los gitanos por
izquierda y algunas gitanas más)
AMAPOLA
¿Nos llamabas, padre
Alesko?
MARIO
¡Ella!
AMAPOLA
(¡El!)
IVAN
(¡El Conde!)
ALESKO
Sí, el señor Conde, que,
como nos había ofrecido, ha honrado, visitando con sus amigos el campamento: desea
conocer su sino…
MARIO
¿Quién de vosotras,
hermosísimas gitanas, se atreve a leer mi porvenir?
AMAPOLA
(Después
de un instante de silencio)
¡Yo!
IVAN
¡No!… ¡Tú, no!
MARIO
¿Por qué?
GORON
(¡Atiza, el Otello
zíngaro!)
IVAN
Porque no.
ULITA
(Aparte
a Iván)
¡Calla, Iván, calla!… No
nos pierdas… Recuerda que yo velo por tu amor… ¡Calla, y sufre!
MARIO
(Agresivo)
¿Vas tú a impedirlo?
IVAN
(Como
declarándose vencido, bien a pesar suyo)
No…
ALESKO
No le hagáis caso, señor
Conde. Iván es bueno, aunque algo impulsivo… perdonadle…
MARIO
No se hable más de ello…
ALESKO
Amapola, di la buenaventura
al señor conde…
(Música)
AMAPOLA
Lucero de Oriente,
Fulgor claro y puro,
atiende el conjuro
de mi invocación;
alumbre mi frente
tu luz adivina,
y el rumbo encamina
de la predicción…
Que los genios del Zodíaco
por el del mal y el del
bien,
su luz me den.
(Recitado)
El amor, rey del mundo,
ha de ser tu tirano,
¡bien claro me lo dicen
las rayas de tu mano!
El te dará ventura
y te dará tormento.
¡Dolor y amor son
astros del mismo
firmamento!
Sufrir será tu sino,
porque es amar tu lema,
como una mariposa
que en la llama se quema,
la lumbre de unos ojos
será tu embrujamiento.
¡Dolor y amor son
astros del mismo
firmamento!
Tu corazón vacío,
de pronto se ha colmado,
de ese anhelo infinito,
dulce y atormentado,
que unas veces es gorja
y otras veces lamento.
¡Dolor y amor son
astros del mismo
firmamento!
Esto dice tu estrella;
la gitana te advierte
que el amor, que es la
vida,
puede darte la muerte.
El embruja tu vida
como un encantamiento.
¡Dolor y amor son
astros del mismo
firmamento!
Clara estrella del Oriente,
que así mi frente inspiró
con su fulgor,
líbrale del dios Amor.
(Hablado)
CHARITO
¡Muy bien!
ERNESTO
Qué pintoresco!
ALFONSO
¡Tiene color!
MARIO
Y ha leído en mi vida como
en un libro abierto, eres tan discreta como hermosa, Amapola... (¡No podré nunca
olvidarla!)
GORON
(¡Como pueda acercarme a
aquella pelirrubia, me ciego!)
AMAPOLA
Sois muy amable… mi arte no
tiene nada de particular…
KETTY
Sigamos viendo el
campamento.
MARGOT
Sí, quisiéramos comprar
varias chucherías.
ALESKO
Marchemos hacia las tiendas
y ofreced allí a las señoras collares de aljófar y zarcillos de azabache…
TODOS
Sí, sí… vamos… (Mutis de
todos. Por la derecha, Cristóbal, procurando no ser visto, trae en la mano una
enorme cachiporra)
CRISTOBAL
¡Como la vea hablando con
el señorito Gorón, la doy un golpe que la perniquiebro la cabeza!… ¿Ande s’abrá
metío?… Ella suele venir por este lao a bañarse… (Mirando por primera derecha)
Sí, allí en la hondoná del cura…. ¡Dita sea!… Luego dicen que se pierden los
hombres, y yo creo que me he perdío… ¡Na, que me he perdío!…
MARIO
(Saliendo
por donde hizo mutis)
¿Qué haces aquí, Cristóbal?
CRISTOBAL
¡Que me he perdío!
MARIO
¿Tú…? No lo creo.
CRISTOBAL
Pues si no me he perdío, me
voy a perder. Pero, ¿qué dices?
CRISTOBAL
Lo que usté oye. Dende que
usté y sus amigos llegaron al castillo, hay quien anda detrás de mí pa bailarme
la moza.
MARIO
Figuraciones tuyas.
CRISTOBAL
¿Figuraciones? Pues que
anden con cuidao porque al que me baile la moza le doy un julepe que lo baldo.
MARIO
Basta; tú no debes olvidar
que son amigos míos.
CRISTOBAL
Si no lo olvido; ya sé que
usté es mi amo, y usté manda en mí, pero los demás, no; y yo soy mu noble, pero
mu bruto, y me puen tocar al bolsillo, me puen tocar a la honradez, pero que no
me toquen a la Simeona, porque ¡va a armarse la gorda!
MARIO
Bueno, bueno; tú procura
vigilarla y anda a tus quehaceres.
CRISTOBAL
Sí, señor; si ya la vigilo,
por eso digo que anden con cuidao... ¡Y na más!... Con su licencia, señor
Conde.
MARIO
Vete con Dios.
CRISTOBAL
(Haciendo
mutis)
(¡Este… ya se la ha tragao!
Y si cojo al otro (Escupiéndose la
mano y enarbolando la cachiporra), se la traga también)
(Mutis)
MARIO
¡Qué bruto! Como se
descuide Gorón lo enterramos en la finca; será cosa de avisarle; ése lo ha tomado
a broma y se está jugando la cabeza.
(Por
izquierda entra Amapola en busca de algo)
AMAPOLA
(Al
ver a Mario)
¿Cómo, señor Conde? ¿Estáis
aquí solo?...Yo os hacía con vuestros compañeros visitando el campamento.
MARIO
Nada mejor que la soledad
para quien sufre penas de amor.
AMAPOLA
¿Penas de amor?
MARIO
¿Y tú lo preguntas,
Amapola, siendo la culpable de que se haya roto la paz de mi alma.
AMAPOLA
No me habléis así, señor
Conde.
MARIO
Ni tú me nombres de ese
modo: para ti soy Mario nada más.
AMAPOLA
¿Insistís?
MARIO
¿Cómo no he de insistir?…
¿Crees tú que puede vivirse en calma después de haber visto la luz de esos ojos
y de haber anhelado la miel de esos labios?
AMAPOLA
De estos labios que matan,
no lo olvidéis.
MARIO
¿Qué importa que la muerte
espere en ellos al que los bese, si el no besarlos es también la muerte.
AMAPOLA
No, señor Conde; dejadme,
por favor. Iván puede acecharnos y...
MARIO
¿Le temes solamente o le
amas?
AMAPOLA
¡Le temo!... El amor no es
para los que caminamos; está a los lados del camino y no nos podemos detener a
conocerlo... Iván es el hombre a quien el padre Alesko me destinó, y he de
escuchar en silencio sus frases y he de sufrir callando sus celos... ¡Por eso
le temo!
MARIO
¡No, eso no!...Tú no debes
estar a merced de las brutalidades de un hombre tosco y zafio, a quien no amas.
Tú debes reposar entre sedas y perfumes, en vez de herir tus pies con los
guijarros del camino. Ven conmigo Amapola, yo tendré para ti...
AMAPOLA
Callad, callad... pueden
oírnos.
MARIO
Sea; en el parque de mi
castillo, cuando haya terminado de cerrar la noche, te esperaré...
AMAPOLA
Pero...
MARIO
No temas; estarás guardada
por mi honor...Te diré todo el amor que soy capaz de sentir por ti... toda la dicha
y la ventura que pueden esperarte... ¿Irás?... Contesta Amapola, ¿irás?
AMAPOLA
(Con
firmeza)
¡Iré!
MARIO
¡Bendita seas!
AMAPOLA
Ahora, separémonos; dejadme
marchar... si nos viesen juntos...
MARIO
¿Hasta luego?
AMAPOLA
¡Sí! (Mutis de Amapola por
la derecha y Mario por la izquierda. Por la derecha, último término, salen Simeona
y Cristóbal. Este persiguiendo a aquélla)
CRISTOBAL
¡Te he dicho que no te dejo
bañar y no te dejo bañar!
SIMEONA
Haré lo que me dé la gana,
porque para eso soy libre.
CRISTOBAL
¿Que tú eres libre? Dios te
libre.
SIMEONA
¿Cómo que no?
CRISTOBAL
Tú me perteneces a mí.
SIMEONA
¿A ti?
CRISTOBAL
A mí; ¿no me has dicho que
me querías?
SIMEONA
Fue en un momento de
arrebato.
CRISTOBAL
A rebato van a tocar como
yo te coja con ese espantapájaros.
SIMEONA
¿Pero tú quién eres para
prohibirme?
CRISTOBAL
Es que yo sé que ese
señorito anda detrás de ti para verte bañar, y como yo le vea que te vea…
SIMEONA
¡Si no sabe dónde me baño!
CRISTOBAL
Sí que lo sabe; ahora que
pa que no te vea nadie, hoy te voy a acompañar yo.
SIMEONA
En seguidita; como que tú
me vas a ver desnudar.
CRISTOBAL
¿Y qué más da ¿No voy a ser
tu marido?
SIMEONA
Sí; pero hasta que lo seas…
CRISTOBAL
¡Anda, qué gracia! ¿Es que
hasta que yo fui pastor no vi a ninguna cabra?
SIMEONA
¡Qué bruto eres!
CRISTOBAL
Más bruto que mi padre, que
dicen que era el más bruto del pueblo.
SIMEONA
Por lo visto, es de
herencia.
CRISTOBAL
Como que mi agüelo encendía
los pitillos dándose de cabezas con las piedras porque salían chispas.
SIMEONA
Por algo le llamaban el tío
Yesca.
CRISTOBAL
¡Y que lo digas!
SIMEONA
¡Pues yo no quiero tener un
marido tan animal!
CRISTOBAL
Y si nace uno así, ¿qué lo
va a hacer? Yo, pa el querer, soy un toro; pa el trabajo soy un burro, y pa el dormir,
soy un topo…
SIMEONA
Y para el descanso eres una
fiera.
CRISTOBAL
Tú lo has dicho; pero hoy
no descanso hasta lograr que no te bañes.
SIMEONA
Yo haré lo que quiera,
¡pues no faltaba más!
CRISTOBAL
¡Simeona, que no te bañas!
CRISTOBAL
Cristóbal, que no me sigas!
CRISTOBAL
¡Que no te bañas, Simeona!
SIMEONA
¡Que no me sigas,
Cristóbal!
CRISTOBAL
Güeno, no te sigo; pero
como yo vea que alguien te sigue, a ése sí que le sigo y ya pue ir haciendo
testamento.
SIMEONA
Pues hacer lo que quieras.
CRISTOBAL
¡Y tanto que lo haré!
SIMEONA
Tendría gracia que me
prohibieras a mí nada. Ahora mismo voy a por la sábana, que la tengo en esa
casa del monte. Además, que ya sabes lo que dice la copla: Báñate, niña, en el
río, que el río lleva agua clara, y verás del baño qué bonita ties la cara.
CRISTOBAL
¡Ah!, ¿sí? Pues escucha tú
esta otra: No te bañes en el río, cuando traiga el agua clara, que se te ve
todo el cuerpo como se te ve la cara.
SIMEON
¡Ja, ja, ja!
CRISTOBAL
¡Ríete, ríete! ¡pero yo
vigilaré! (Mutis última izquierda los dos)
GORON
(Que
sale sigilosamente por primera izquierda. Mirando por donde se fue Simeona)
¡A sumergirse!... ¡Esta es
la ocasión!
(Se
dirige hacia una de las tiendas que hay en escena y llama a alguien que se
supone en el interior) ¡Chist! ¡Chist!
¡Modesto zíngaro!
GURKO
(Saliendo
de la tienda)
¿Quería el señor algo de
mí?
GORON
Sí; desearía que me
vendieses ahora mismo una buena piel de oso, para los pies de mi cama, pero con
cabeza y todo, ¿eh?...Aunque es para los pies, no importa que tenga cabeza.
GURKO
Pasad y os daré la mejor
que tenga.
GORON
Gracias, simpático
errabundo.
(Entrando
con él en la tienda)
Lo que es ahora sí que no
me falla el plan!
(Mutis)
(Al
quedarse sola la escena comienza música muy piano. Después de un instante de
pausa sale Simeona con una sábana al brazo; mira a ver si alguien la sigue y
hace mutis sigilosamente por primera derecha. Gorón sale de la tienda con una
piel de oso, también al brazo, y dando a entender por los gestos que la va a
ver bañarse gracias a la piel. En esta forma, desaparece tras Simeona, y, por
último, también saliendo por donde hizo mutis, cruza la escena Cristóbal con
los perros de una mano y la cachiporra en la otra. Vuelve a quedarse la escena
sola, y por izquierda salen Mario, Alfonso, Ernesto, Margot, Ketty, Charito,
Alesko, Ulita, Iván, etc. Por la derecha, Amapola Coral, Estrella, Clavellina, Violeta
y Rocío. Gurko, de la tienda, y por diversos términos, zíngaras y zíngaros)
(Música)
CHARITO
¡Muy bonito!
MARGOT
¡Muy pintoresco !
MARIO
¿Y qué? ¿Os lleváis todo lo
que os gustó?
CHARITO
Sí; mira qué collar más
gracioso.
MARGOT
Y esta pulsera.
KETTY
Y los pendientes…
MARIO
Ea… pues ahora…
(Sacando
un billete de la cartera)
Cobraos todo, padre
Alesko...
ALESKO
(Rechazándolo)
¡Me hacéis una ofensa,
señor!
MARIO
¿Cómo?
ALESKO
Al dueño de estas tierras, al
que nos concede tan generosa hospitalidad, ¿queréis que le cobremos unas
baratijas?... ¡No conocéis nuestra raza, señor Conde! ¡Guardaos vuestro dinero,
que más pagados estamos con el agradecimiento que con el oro!
MARIO
Me habéis dado una lección,
yo os ruego que al menos aceptéis mi mano... ¿Tampoco?
ALESKO
Eso sí, señor Conde!
(Se
estrechan la mano, y hay un momento de silencio)
ERNESTO
Bueno; ¿pero y esa zambra?
ELLAS
¡Eso, eso la zambra
prometida!
MARIO
(A
Alesko)
Ya lo oyes. Empiece la
zambra, y sacad también unas botellas, que quiero alegría, y es el vino su
mejor aliado.
ALFONSO
¡Profundísimo!
TODOS
¡Bravo! ¡Bravo!
ALESKO
Comience la zambra.
(Música)
TODOS
(Cantado)
Tiene el son de mi cantar
el dolor del triste
recordar,
canta y ríe mi cantar.
Hace el son de mi canción,
revivir con ansia la
emoción
que guarda el corazón.
AMAPOLA
Cuando, bajo el cielo
suena mi cantar,
ríen las flores
mi canción al escuchar.
Bajo el sol español
que es más sol
que otro sol,
vive en mí el amor,
y el amor no conocí,
yo le aguardo
al muy traidor
y el traidor
no viene a mí.
Cuando en la zambra
suena mi cantar
la alegre danza
con su ritmo
hace vibrar.
El placer de vivir
y reír en el breve
descansar,
y una flor es mi cantar
que al brotar le
alegró la tristeza del
aduar,
y el eterno caminar
y el eterno caminar.
TODOS
Bailar, bailar,
y con placentero resuene
alegre mi pandero.
SEGUNDAS TIPLES
Baila alegre nuestra
zambra,
baila, gira tu cuerpo,
que al ritmo de la danza
alegra el corazón,
estrella, lucero.
Yo quiero morir a su dulce
son.
AMAPOLA
Niña que no tiene amores
ni sufre de penas de amor,
es como un campo sin flores
y es como un día sin sol.
SEGUNDAS TIPLES
Niña que no tiene amores
ni sufre de penas de amor,
es como un campo sin
flores,
y es como un día sin sol.
AMAPOLA
Amores tienen las flores,
yo no sentí el amor,
triste sino el mío
que no me igualó
la flor, que si fuera flor
hallaría amor,
aun con las espinas del
dolor.
AMAPOLA y SEGUNDA TIPLE
Mira si es grande mi pena,
y mira, chiquillo,
si es grande mi sufrir,
que si otra mira a tus
ojos,
de celos y rabia
me siento yo morir;
mira, chiquillo,
te quiero, te quiero
mirando tus ojos me muero.
Tú baila, que el ritmo
de la danza es
ritmo de esperanza,
la, la, la, la, la, la la.
ELLOS
Baila, ira tu cuerpo,
que el ritmo de la danza
es risa y esperanza,
tú baila. Tú baila, que el
ritmo
ritmo de esperanza,
la, la, la, la, la, la la.
TODOS
Cuando bajo el cielo
suena mi cantar,
ríen las flores
ni canción al escuchar.
Bajo el sol español,
que es más sol que otro sol,
vive en mí el amor
y el amor no conocí;
yo le aguardo al muy
traidor
y el traidor no viene a mí.
AMAPOLA
Cuando en la zambra suena
mi cantar,
la alegre danza con su
ritmo hace vibrar.
El placer de vivir y reír
en el breve descansar,
y una flor en mi cantar
que al brotar alegró
la tristeza del aduar.
Y el eterno caminar
y el eterno caminar.
SEGUNDAS TIPLES
A lo largo del camino amor
buscaba,
amor es peregrino,
que yo no encontré,
es golondrina que loca va,
enamorada siempre del más
allá...
MARIO
Hay en las notas de tu
canción,
como en tu ojos, luz y
pasión.
AMAPOLA
Sois muy amable, gracias,
señor.
MARIO
Traed el vino,
que aún falta en la fiesta
la ilusión y la alegría
que el vino nos presta.
IVAN
Madre Ulita,
los celos me matan,
desgarran mi alma
su zarpa cruel;
mi tesoro sabré defender.
ULITA
(Hablado)
No temas, Iván. Yo sabré
defender tu amor. Los celos no son para nosotros. Ellos son patrimonio de los grandes
señores.
(Sale
Coral con una bandeja y unas copas)
CORAL
¡Tomad, señor!
MARIO
Brindemos, amigos, por la
vida, por el amor y por unos ojos negros.
Brindis
MARIO
(Cantado)
¡Oh, licor!,
que das la vida,
rayo de luz,
sol estival
en copa de cristal.
¡Oh, licor!,
qué risa anida,
lleva escondida
tu espuma mi ilusión de
amor.
En ojos de mujer quiero yo
mirarme,
en labios de mujer quiero
yo embriagarme;
risa, risa, risa de mujer
suena,
suena, claro cascabel,
risa de cristal
que suena en triunfal
desgranar. ¡Ah!
¡Oh, mujer
de negros ojos!,
noche de luz de mi querer,
por ti yo brindaré,
mujer agarena,
de cara morena,
tu amor añoré,
y tu amor yo lograr sabré.
IVAN
Ruge dentro de mi pecho
algo que me quema el alma,
algo que me dice ¡hiere!,
algo que me grita, ¡mata!
MARIO
(Ofreciendo
la copa a Amapola)
Bebe en mi copa,
que tus secretos quiero
saber.
AMAPOLA
Nadie los supo ni lo sabrá.
(Va
a coger la copa)
IVAN
(Arrebata
la copa de Mario)
Mientras yo aliente
no ha de beber.
TODOS
Los celos de Iván
desgracia traerán
de fijo el señor a Iván
no perdonará.
AMAPOLA
(Hablado)
¡Iván!
ALESKO
¡Qué hiciste!
TODOS
Su temeridad no perdonará.
MARIO
(Hablado)
¡Soltadme!
AMAPOLA
(Hablado)
¡No!
ULITA
(Hablado)
Fueron los celos; perdón,
señor.
IVAN
(Cantado)
De aquel amor mi pecho
guardará fatal recuerdo,
que aquel amor que yo sentí
y yo soñaba para mí cual flor
que en mi alma brotara
y el tiempo no marchitara.
ALESKO
(Hablado)
Señor, es la juventud y es
la fiesta que enciende la sangre moza. Perdonadle. (A los demás) Nada pasó. ¡Seguid:, seguid con vuestra danza!
TODOS
(Cantado)
A lo largo del camino
amor buscaba,
amor es peregrino,
que yo no encontré,
es golondrina que loca va,
enamorada siempre
del más allá.
Gira el cuerpo encantador.
Bailad la zambra sin cesar,
y con su ritmo embriagador
y seductor, bailad.
TELON
FIN DEL CUADRO II
(Música)
Intermedio
CUADRO III
La
misma decoración del cuadro primero. La escena que aparece iluminada por la
luna está sola; las ventanas del pabellón están encendidas; en él se escuchan
las risas y algarabía de los ocupantes del castillo y un modernísimo fox-trot
ejecutado en un piano. A poco, por la escalinata, Mario, que se apoya pensativo
en una silla.
(Hablado)
MARIO
¿Vendrá? ¡Esa mujer, con
mirarme tan sólo, ha cambiado la marcha de mi vida! No sé si fue su hermosura bravía,
su acento extraño o la predicción fatal que pesa sobre ella... Sólo sé que la
necesidad para vivir, sin ella nada me importa el mundo entero... ¿Vendrá?
GORON
(Por
la escalinata, con Ernesto y Alfonso)
¡Pero... Mario!
ERNESTO
¡Que te estamos esperando!
ALFONSO
¿Vienes o no?
MARIO
Voy.
GORON
Eres un hombre inverosímil;
siempre lo fuiste...
MARIO
¿Por qué?
GORON
Porque hoy, en que todo es
regocijo y algazara, cuando queremos despedirnos dignamente del hombre que
abandona la luminosa vida de soltero, huyes de nosotros para hundirte en la melancólica
soledad del parque silente.
ERNESTO
¡Bravo!
ALFONSO
¡Muy bien!
GORON
¡Ah, señores, ved en su
cara el embrutecimiento amoroso y la languidez.
MARIO
Bueno, ¿me quieres dejar en
paz?
ERNESTO
Ven, hombre, ven.
ALFONSO
Es la última juerga.
GORON
Te advierto que Charito se
supera a sí misma y va a cantar el cuplé de moda.
ALFONSO
Y Ketty bailará la
auténtica danza del oso.
ERNESTO
La bailará con Gorón, ¿eh?
GORON
No recordadme la única nube
que empaña el azul de mi cielo amoriado.
ERNESTO
¡Bien, se vengó el novio!
ALFONSO
Pudo costarte caro.
GORON
Soltarme la jauría, ¡ay,
aún me duele aquí!
MARIO
¿Algún mordisco?
GORON
Ca, si los animalitos me
conocieron en seguida!... Lo peor del caso fue el oso.
ERNESTO
¿Qué oso?
GORON
Ya sabéis que yo compré una
piel a los gitanos con el maquiavélico objeto de aparecer cubierto con ella ante
Simeona, cuando estuviera más ligera de ropa…
ALFONSO
¿Y por qué de oso?
GORON
Porque ella me había dicho
que oso que veía, desmayo que la daba; y yo me dije: he aquí la manera de tenerla
en mis brazos durante unos minutos en ropas menores y descubriéndome más
secretos que Sherlok Holmes... ¡El plan era hindembúrgico!
ERNESTO
¡Ya lo creo!
GORON
Pero la fatalidad jugó
conmigo a la gallina ciega cuando estaba agazapado entre unos juncos, al lado del
río, y ella, cerca de mí, despójase del último cendal, noto un resoplido a mis
espaldas, me vuelvo y me encuentro con un oso…
ERNESTO
¿El novio disfrazado?
GORON
¡Ca! Un oso legítimo, un
oso auténtico, uno oso... de... bueno, de donde sean los osos, con una cara de senador
vitalicio que acongojaba.
ALFONSO
¿Y tú qué hiciste?
GORON
Yo me agazapé, me hice un
ovillo; pero el animalito me dio dos zarpaditas amorosas sobre los riñones, como
diciendo: Vente, que es tarde; me olió, me pasó la lengua a lo largo del lomo y
yo... alarmado, tuve que salir corriendo; pero el animal me siguió con
insistencia policíaca.
ERNESTO
¿Por qué?
GORON
¿No lo adivináis? Es que la
piel que yo llevaba no era de oso.
ALFONSO
¡Ah!, ¿no?
GORON
¡Era de osa! (Todos ríen)
CHARITO
(Por la escalinata)
¿Pero queréis venir, sí o
no?
GORON
Ahora mismo; vamos, allá;
anda, Mario.
MARIO
Id, que en seguida iré yo…
Estoy un poco mareado, y este aire de la noche me sienta muy bien.
GORON
¿Pero qué te sucede?
MARIO
No preocuparse, hombre, que
ahora iré.
GORON
¡Bueno! ¡Iremos
descorchando a la viuda!
(Mutis
por la escalinata Charito y Gorón, Alfonso y Ernesto)
(Comienza
la orquesta muy piano. Mario, inquieto, se levanta y pasea marcadamente
nervioso)
MARIO
Vendrá. ¡Sí, mi alma la
presiente!
(Música)
MARIO
¿Vendrás, mujer?
Mi corazón te aguarda,
que ya este amor
es todo mi vivir.
¿Vendrás, mujer?
Pensando que ella tarda,
siento un hondo sufrir
que el dolor del amar
es esperar.
De su encanto
están mis sueños llenos,
y despierto la forja mi
ilusión,
añorando sus ojos agarenos
en su fuego se quema el
corazón.
No pensé que el amor
encontraría.
Ya lo hallé, y es mi pena y
mi alegría.
Quiero tu amor que
presentía;
me muero de angustia y de
temor.
Quiero que vengas, vida
mía,
me quema tu amor,
que el más grande penar
es amar y esperar.
Ven y calma de mi pena
los anhelos y el dolor,
ven a mí, mujer morena,
ven, mi roja flor de amor,
ven, que te aguarda tu
amador.
(Por la derecha,
recatándose, entra Amapola)
MARIO
¡Amapola!
AMAPOLA
¡Señor Conde!
MARIO
No, mi Amapola,
¡Yo soy Mario para ti!
AMAPOLA
¡Por favor!
MARIO
Ven a mis brazos
¡Por fin puedo hablarte
así!
(Teniéndola abrazada y muy
amoroso)
Mujer agarena de trenza
morena,
de negras pupilas, de intenso
mirar,
¿por qué si de pena
tu vida está llena,
vacilas y sufres
sintiéndote amar?
AMAPOLA
Yo quiero quererte,
mas temo perderte,
que en mi amor
arde un fuego de maldición,
y esta boca encendida,
cual flor de vida,
entera escondida
la fatal predicción .
MARIO
Aunque la muerte
guarde tu boca,
sus rojos labios
quiero besar.
AMAPOLA
Mi pobre boca
de risa loca
sólo tus besos
sabe esperar,
y en mis labios
se esconde la muerte .
MARIO
¿Qué es la muerte,
después de quererte?
AMAPOLA
¡Su amor me quema!
MARIO
Mi sueño, te quiero .
AMAPOLA
Mi dueño, me muero .
MARIO
Ven, mujer, mi bien
Tesoro de ilusión,
Lo que tu mente imaginar
pudiera para ti guardé.
Ven, mujer,
que amor brotó
en mi corazón,
y en fuego de quereres
arderá si tú me quieres.
AMAPOLA
Palabras llenas de ternura,
que dolor y amargura
y penas hondas y tristeza
alejaron de mí, ¡Ah!
¡Bendito el día en que te
vi!
MARIO
Tu boca quiero yo besar.
AMAPOLA
Tú mi ser de amor
lograste despertar.
Nunca en amor
al largo del camino
yo logré pensar,
y al hallarte aquí
prendió en mi corazón
dulce pasión,
porque lo quiso
mi fatal destino.
MARIO
Mi bien, mi amor,
Tesoro de ilusión,
Ven Amapola,
Ven mi amor,
Mujer, que al fin brotó
Del corazón, ven,
Amapola mía.
LOS DOS
Ver quiero en tus ojos
la eterna dicha de amar,
y aunque la muerte
nos espere,
unir los labios
que ya muere
mi amor con ansia de besar.
(Mientras
la orquesta repite la frase anterior Mario mira entusiasmado a Amapola, que
reposa entre sus brazos, ebrios los dos de amor; al final de la frase musical
se confunden en un apretado beso. Coincidiendo con éste, aparece, por derecha, Iván,
que entra violentamente en escena)
IVAN
¡Maldición! ¡La ha besado!
AMAPOLA
¡Maldición!
MARIO
¡Maldición!
IVAN
(A
Mario)
Me has robado la dicha
al robarme su amor.
MARIO
Yo su amor no he robado,
que su amor supliqué.
IVAN
Pues su amor era mío
¡y su amor
con mis garras de tigre
bravío
de ti arrancaré.
MARIO
¡Pronto!
IVAN
(A
Amapola)
¡Vamos! ¡Quita!
AMAPOLA
¡No!
ULITA
(Apareciendo
e interponiéndose)
¡Quieto, Iván!
No es prudente que violento
pretenda el querer de
Amapola
tu valor conseguir;
si olvidó sus deberes,
triunfará la leyenda;
ve a juntarte a los
nuestros,
que es preciso partir.
IVAN
¡Madre Ulita! La adoro!
ULITA
Mas tu amor de gitano
no merece la ingrata
que a su fe traicionó.
IVAN
¡Es verdad! Obedezco
(Tira
el cuchillo y hace mutis)
(Dentro
se oye el canto de los zíngaros)
ULITA
(A
Amapola)
Oye el canto lejano,
TIPLES
(Dentro
cantando)
Cantando amarguras
recorro el sendero,
diciendo en mis cantos…
ULITA
ese canto que a todos,
cuando niños meció.
TIPLES
Mis tristes recuerdos,
y así voy pasando
y así voy sufriendo
y así voy cantando
mi ardiente pasión.
ULITA
Ese canto, Amapola,
que muy lejos te llama
es tu raza, que parte,
para nunca volver,
es la voz de los tuyos,
que tu nombre reclama,
es la voz de tu madre,
es la voz del deber.
IVAN
Caminar sin fin,
buscando en el camino amor,
y al pasar sentir dolor
y de dolor sufrir…
AMAPOLA
(Comprende
la locura de lo que iba a hacer. Recuerda el engaño de su madre y dice
resuelta)
Es verdad, madre Ulita;
caminar es mí sino, caminar bajo el peso de un eterno dolor,
IVAN
sangrando así mi pobre
corazón, y en su latir de errante caminar dejó sentir su eterno sollozar, que el
amor no ha de encontrar, ¡ah! ¡Amor!
AMAPOLA
… consumir nuestra vida en
un largo camino, que será ahora más triste, porque he visto el amor.
MARIO
¡Amapola! ¿Me dejas?
ULITA
La reclama su raza…
que es la raza en quien
nadie
tuvo nunca poder.
MARIO
¡Moriré!
ULITA
La leyenda con sus brazos
te enlaza.
¡Morirá el que besare a
esta hermosa mujer!
(Ulita
e Iván hacen mutis muy lento por derecha con Amapola, que mira a Mario. En la
orquesta, en contrapunto, se escucha el canto de los gitanos y la frase del dúo)
GITANOS
Caminar sin fin, buscando
en el camino amor, y al pasar sentir dolor y de dolor sufrir, sangrando así mi pobre
corazón, y al pasar hallar espinas de dolor, nuestro eterno caminar, ¡Ah!
(Por
la escalinata, Gorón, Ernesto, Alfonso, Charito, Margot, Ketty, que al ver vacilar
a Mario se dirigen a él, sosteniéndole)
GORON
¿Qué sucede?
MARIO
Que se lleva prisionera mi
suerte; he besado sus labios de cruel maldición y sus labios me han dado con el
beso la muerte, que han matado el secreto de mi eterna ilusión.
(Fuerte
en la orquesta y telón)
FIN DE LA ZARZUELA
Información obtenida en:
http://www.zarzuelaoviedo.es/programas/libreto-laleyendadelbeso.pdf
http://www.zarzuelaoviedo.es/programas/libreto-laleyendadelbeso.pdf
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