LAS BRIBONAS
Zarzuela
en un acto, dividido en cinco cuadros.
Libreto
de Antonio Martínez Viérgol.
Música
de Rafael Calleja.
Estrenada
en el Teatro de Apolo, la noche del 10 de junio de 1908. Madrid.
REPARTO (Estreno)
Trini la Jerezana – Rosario
Soler.
Mademoiselle Margherite –
María Palou.
Doña Desideria – Pilar
Vidal.
Doña Angustias – Luisa
Rodríguez.
Florita – Elisa Moreu.
Doña Milagros – Srta.
Espinosa.
Don Higinio – José Moncayo.
Liborio – Luis Manzano.
Negro Domingo – Vicente
Carrión.
Secretario
– Sr. Serazzi.
Alguacil
– Sr. Soriano.
Juez
municipal – Sr. Gordillo.
Médico
– Sr. Sánchez.
Boticario
– Sr. Moncayo.
Veterinario
– Sr. Medina.
ACTO UNICO
PRELUDIO
CUADRO PRIMERO
Despacho
de un alcalde de pueblo, pero de importancia. Casa blanca. Puerta en el foro,
que se supone que comunica con la antesala; otra, primera derecha, con un
letrero sobre ella que dice: «Salón de Sesiones». En la segunda, sobre el
testero, un retrato del Rey, y al pie, sillón y mesa de despacho antiguos, con
todo el servicio adecuado. A la izquierda, segundo término, otra mesa no tan buena,
con sillón y servicio; sobre ella, un montón de expedientes. Detrás, mesa con
armario lleno de legajos que se ven a través de los cristales; sobre este
armario, la urna para las elecciones. En el foro derecha, la talla para quintos
y en las paredes, mapas y edictos de todas clases. Varias sillas de madera
curvadas repartidas por la escena.
ESCENA I
Don
Higinio y Secretario. El primero en la mesa de la derecha y el Secretario en la
de la izquierda despachando asuntos.
SECRETARIO
(Con
un expediente en la mano)
¿Qué multa le ponemos al
tío Cascapiedras?
DON HIGINIO
¿Qué dice la denuncia?
SECRETARIO
(Leyendo)
«El burro del tío
Cascapiedras, se ha comido los ómnibus que acaban de plantarse en la Plazoleta
del hospitalillo.»
DON HIGINIO
A saber quién de los dos se
los habrá comido, si el burro o el amo. Póngale dos pesetas de multa a cada uno.
(El
Secretario escribe y coge otro expediente)
SECRETARIO
(Leyendo)
«El Niño Bonito, el sereno
de la Calle Real, que lleva cinco noches sin cantar las doce.»
DON HIGINIO
¿Y qué es, que se duerme?
SECRETARIO
Dice el Cabo, que le abre
el portillo la moza de doña Florita.
DON HIGINIO
¿Está seguro de que es la
moza?
SECRETARIO
El Niño Bonito dice que
como el marido está forastero, le llamaron porque oían ruido...
DON HIGINIO
Los oiría doña Florita,
porque la moza es sorda como una tapia.
SECRETARIO
Hacia el lado del establo.
DON HIGINIO
Cencerros, señor
Secretario; cencerros.
SECRETARIO
Eso digo yo, señor alcalde:
cencerros tapados.
ESCENA II
Dichos
y El Alguacil.
ALGUACIL
(Entrando
precipitadamente por el foro)
Señor alcalde, señor
alcalde.
DON HIGINIO
¿Qué hay, Cienhigos?
ALGUACIL
Las beatas, que salen de
misa y vienen en comisión a ver a usía.
DON HIGINIO
¿Las beatas y en
comisión?...Venga el bastón.
(Dándole
el bastón de autoridad que está sobre la mesa)
ALGUACIL
¡Y viene de Intendenta la
señora alcaldesa!
DON HIGINIO
¡Y cómo no; si por presidir
preside hasta la comida de los gañanes!
ALGUACIL
Para mí que se las traen
contra esas prójimas que han venido contratadas al Casino de la Unión.
DON HIGINIO
¿Contra la compañía de
Variétes?
ALGUACIL
Eso; contra las variétes,
prójimas que ha traído el Ciruqui.
(Se
oye rumor interior)
Ya están aquí.
ESCENA III
Dichos,
Doña Desideria, Doña Florita, Doña Angustias, Doña Milagros y Coro de Señoras.
Todas
con trajes oscuros o negros, mantillas, silla de tijera al brazo, libro de misa
y rosario. Salen muy precipitadas, rodeándole y asediándole para se las escuche.
El Secretario y El Alguacil se sientan junto a la mesa de la izquierda.
(Música)
Coro de Beatas
DOÑA FLORITA
Señor don Higinio,
la cosa es muy grave.
DOÑA ANGUSTIAS, DOÑA
MILAGROS y OTRAS
Así le rogamos
que usted dé la clave.
UNAS
Que usted nos ayude,
que usted nos atienda.
OTRAS
Que usted nos complazca,
que usted nos defienda.
DOÑA DESIDERIA
Que arrojes del pueblo
tantísima tuna,
que vienen tan sólo
por las peluconas,
de tres viejos verdes
que tienen fortuna.
DOÑA FLORITA, DOÑA
MILAGROS, DOÑA ANGUSTIAS y CORO
¡Bribonas!
TODAS
¡Bribonas!
DON HIGINIO
(Imponiéndose)
¡Hable sólo una!
DOÑA FLORITA
Cuatro desdichadas
hay
en el Casino…
DOÑA ANGUSTIAS
Que fuman cigarros,…
DOÑA MILAGROS
…se atracan de vino.
UNAS
Cantan indecencias,
bailan porquerías…
OTRAS
Eso usted lo sabe
hace un par de días.
DOÑA DESIDERIA
Y a la gente moza
sin trastienda alguna,
con sus ratimagos
y sus cucamonas
ponen en el trance
de cualquier tontuna.
DOÑA FLORITA, DOÑA
MILAGROS, DOÑA ANGUSTIAS y CORO
¡Bribonas! ¡Bribonas!
TODAS
¡Bribonas!
DON HIGINIO
¡Hable sólo una!
TODAS
Ya estamos hartas de
coupletistas
que no hacen desde el
tablado,
más que alentar el pecado
y fomentar lo inmoral.
Es necesario, señor
alcalde,
que usted las dé pasaporte,
y que las mande a la Corte
y que nos dejen en paz.
CORO
Oiga usted.
LAS CUATRO
Hablaré yo.
CORO
Oiga usted.
LAS CUATRO
Yo lo diré.
DON HIGINIO
Hablando a un tiempo,
no nos podremos nunca
entender.
CORO
(A
las otras)
Hable usted.
LAS CUATRO
Hablaré yo.
CORO
Hable usted.
LAS CUATRO
Yo lo diré.
DON HIGINIO
(Enarbolando
el bastón autoritariamente)
Silencio todas.
TODAS
(Persignándose
aterrorizadas)
¡Jesús, María y José!
(Sigue
la orquesta sola)
(Hablado)
DON HIGINIO
Bueno, que hable una sola.
Hable usted, señora alcaldesa, que es la que tiene más confianza con Don Higinio.
DOÑA DESIDERIA
Pues yo hablaré.
DON HIGINIO
¿Vas tú a hablar?
(Comprendiendo
que hay para rato y resignado, al resto de las señoras)
Bueno; siéntense ustedes.
(Todas
abren su silla de tijera y se sientan en se círculo; Doña Florita a la derecha
y Doña Milagros y Doña Angustias a la izquierda, delante del Coro, quedando en
el centro de pie, Doña Desideria a la derecha y Don Higinio a su izquierda. En
este momento, termina del todo la música. Sacando del libro de oraciones un
prospecto de color verde y dándoselo a Don Higinio)
¿Qué es esto?
DON HIGINIO
(Cogiéndolo
y calándose los lentes)
El programa... para la
función de esta noche en el Casino de la Unión.
DOÑA DESIDERIA
¡No tiene mala unión!
DOÑA FLORITA
¡Es un centro de
corrupción.
DOÑA MILAGROS
¡Una mansión del pecado!
¡Una sucursal del infierno!
SEÑORA
¡La perdición del pueblo!
(Movimiento
del resto de las señoras, asintiendo)
DOÑA DESIDERIA
¿Te parece decente?
DON HIGINIO
(Después
de recorrer con la vista el prospecto)
¡Mujer, yo no veo nada de
particular!
DOÑA DESIDERIA
Lee ahí.
(Señalándole
en el prospecto)
DON HIGINIO
(Leyendo)
Primera parte: Uno.
(Rectificando)
Una. Mujer, esto es un uno.
DOÑA DESIDERIA
Sigue: ya verás como es
una. «Trini la Jerezana: Tientos».
¡Más claro, agua!
DOÑA FLORITA
Tentaciones, don Higinio,
tentaciones.
DON HIGINIO
¡Pero, mujer, si los
tientos son...!
DOÑA DESIDERIA
(Interrumpiéndole)
¡Me vas a explicar a mí
ahora lo que son tientos!
Sigue.
DON HIGINIO
Dos: «Las Hermanas
Trotonda: Matchicha del Ruido».
DOÑA FLORITA
Digo; ¡y menudo ruido que
se traen esas niñas!
DON HIGINIO
Doña Florita, ¿no serán
ésas las que hacen el ruido que oye usted todas las noches?
DOÑA FLORITA
(Levantándose
confusa)
¡Don Higinio, si yo no oigo
ruidos!
DON HIGINIO
(Haciendo
una seña de inteligencia al Secretario)
¡Entonces miente el Niño
bonito!
DOÑA FLORITA
¡Ah, sí; una noche tuve que
llamarle, porque creí que andaban ladrones!
DON HIGINIO
¿No sería algún cortejo de
la moza?
DOÑA FLORITA
Esa en cuanto se acuesta se
queda como un leño.
DOÑA DESIDERIA
Sigue leyendo.
(Doña
Florita vuelve a sentarse)
DON HIGINIO
Tres: «Madmoasell Margarita
y su negro».
DOÑA DESIDERIA
¡Ya ves qué escándalo! Llevar
la desvergüenza hasta tener un amante negro, que llaman la atención más que los
blancos!
DOÑA ANGUSTIAS
Los
negros son hijos del diablo.
DOÑA MILAGROS
Son de la raza de Caín.
DOÑA FLORITA
Tienen el color del humazo
del Infierno.
DON HIGINIO
(Después
de guardarse el programa)
Pero ¿de dónde sacan
ustedes que es su amante?
DOÑA DESIDERIA
Nos ha dicho la posadera
que duermen en el mismo cuarto.
DON HIGINIO
¿Y no pueden ser
matrimonio?
DOÑA DESIDERIA
Si fuesen matrimonio
dormirían en cuartos distintos; como tú y como yo.
DOÑA ANGUSTIAS
Además, que un negro y una
rubia no casan.
DOÑA DESIDERIA
¡Qué han de ser matrimonio!
Ninguna de esas bribonas ha visto la iglesia.
DOÑA FLORITA
El casarse es un trabajo
más que tenemos las mujeres decentes.
DOÑA MILAGROS
¡Así vuelven locos a los
hombres! ¡Como que les ahorran todas las molestias!
DOÑA DESIDERIA
Es preciso que todas esas
bribonas salgan inmediatamente del pueblo.
DON HIGINIO
¡Pero, mujer!
DOÑA DESIDERIA
Yo no soy ahora tu mujer;
yo soy la Presidenta de los Talleres de San José.
DON HIGINIO
¿Y qué talleres son ésos?
DOÑA DESIDERIA
¡Herejote! Son unos
talleres para hacer ropas a los niños pobres.
DON HIGINIO
¡Pues, hija mía, debéis
estar en huelga hace tiempo, porque andan todos los muchachos en cueros!
DOÑA FLORITA
Yo se lo pido a usted en
nombre de la Cofradía de la Adoración Nocturna, de la que soy Hermana mayor.
(Levantándose;
movimiento que imitan todas, volviendo a colgarse los catrecillos del brazo)
DON HIGINIO
Ya, ya sabía yo que usted era
de las más significadas en la Adoración Nocturna.
DOÑA ANGUSTIAS
Don Higinio, yo traigo la
representación de las Hijas de María.
DON HIGINIO
¿De las mozas?
DOÑA ANGUSTIAS
Pero, ¿no sabe usted que
soy Tesorera perpetua de la Congregación?
DON HIGINIO
¡Sí, sí! (¡Como que no se
ha casado para no perder el cargo!)
DOÑA DESIDERIA
Conque ya sabes: esas
bribonas tienen que levantar inmediatamente el campo; que se vuelvan a Madrid, que
allí hay gente para todo.
DON HIGINIO
Pero, hijas mías, ¿cómo las
voy a echar si en dos días que llevan actuando no han dado el menor escándalo?
DOÑA DESIDERIA
¿Te parece poco escándalo
salir medio desnudas al público?... Así se lavotean, que dice la posadera que van
a acabar con el agua del pozo. ¡Qué poco nos lavamos nosotras!
DOÑA FLORITA
Además, cantan unas
canciones obscenas.
DON HIGINIO
¿Qué quería usted, doña
Florita, que cantasen las horas como..., los serenos?
DOÑA ANGUSTIAS
¡Y bailan unos bailes
indecentes!
DOÑA DESIDERIA
¡Así se está acabando el
baile del tamboril en los pueblos!
DON HIGINIO
¡Naturalmente! Como que se
han convencido los mozos y las mozas de que estaban perdiendo un tiempo
precioso.
DOÑA ANGUSTIAS
(Aterrorizada)
Don Higinio, parece mentira
que sea usted un alcalde conservador!
DOÑA DESIDERIA
¡Y nombrado de Real orden!
DOÑA FLORITA
Si fuese usted un alcalde
liberal ya nos había concedido lo que pedimos.
DON HIGINIO
Naturalmente; como tienen
más confianza con la libertad, hacen de ella lo que les da la gana.
DOÑA DESIDERIA
De modo que esas bribonas
son para ti más respetables que las honradas damas de Estropajosa.
DON HIGINIO
Desideria, no hagas frases
cursis.
DOÑA DESIDERIA
Pues bien, ya que tú nos
desatiendes, escribiremos al señor obispo para que se lo pida al gobernador y
te lo ordene de oficio.
(Aprobación
en las Señoras)
DON HIGINIO
(¡Estas son capaces de
hacer que me destituyan!)
DOÑA DESIDERIA
Y si es preciso te
promoveremos un conflicto de orden público.
(Como
antes)
DON HIGINIO
(¡Caracoles!) Bueno, basta;
estudiaré el asunto y procuraré complacer a las honradas Madres de Estropajosa.
DOÑA ANGUSTIAS
Gracias en nombre de las
mozas.
DOÑA DESIDERIA
Conste que esperamos la
contestación hasta las tres de la tarde en casa de doña Angustias.
(Hace
mutis seguida de un Grupo de Señoras. Al pasar por delante del Secretario y Alguacil,
éstos, puestos en pie, saludan con una inclinación de cabeza)
DON HIGINIO
Bueno.
DOÑA FLORITA
Gracias, don Higinio.
DON HIGINIO
Doña Florita, ¿no podía
usted oír esos ruidos de día?, porque el sereno tiene que vigilar la vereda.
(Doña
Florita, escandalizada, hace mutis persignándose seguida de otro grupo de
señoras)
DOÑA ANGUSTIAS
(Dándole
la mano)
El Señor le conceda una
buena muerte.
(Al
volverse para hacer mutis, Don Higinio, disimuladamente, la amenaza con el
bastón)
Gracias.
(Vase
seguida de otro grupo)
DOÑA MILAGROS
San Antonio bendito se lo
premie.
(El
resto del Coro se despiden, haciendo todas mutis en la misma forma, seguidas
por Don Higinio, que llega hasta la puerta despidiéndolas. Bis en la orquesta)
ESCENA IV
Don
Higinio, El Secretario y El Alguacil.
DON HIGINIO
(Desde
la misma puerta)
Adiós, adiós… lechuzas.
(Vuelve a su mesa y deja el
bastón de mando)
¿Qué les parece a ustedes?
SECRETARIO
Que doña Desideria es capaz
de armarnos un motín.
DON HIGINIO
¿Ven ustedes cómo me trata
en el Municipio como alcalde? ¡Pues figúrense ustedes cómo me tratará en casa
como marido!
ALGUACIL
Por supuesto que todo eso
lo ha tramado el señor cura.
DON HIGINIO
(Avanzando
todos al proscenio)
Ca, hombre; esto lo ha
tramado mi mujer, que desde que ha llegado la compañía está con la mosca a la oreja,
porque se ha empeñado en que me gusta la francesa del negro.
(Los
otros, sonríen maliciosamente)
No; y aquí, entre nosotros,
tiene razón.
SECRETARIO
¿La ha hablado usted?
DON HIGINIO
(Confidencialmente)
Hombre, la verdad, no me he
atrevido, porque como no sé francés...
SECRETARIO
¿Y qué importa? La dice uno
por señas lo que quiere.
DON HIGINIO
Ya lo he pensado, pero...
vamos, me ha parecido la seña muy fuerte.
SECRETARIO
Esas no se asustan por
nada.
DON HIGINIO
Es que el negro que trae me
ha parecido aun más fuerte que la seña.
(Haciendo
un movimiento de pegar)
SECRETARIO
¿Pero usted cree que el
negro?...
DON HIGINIO
Yo en cuestión de
cupletistas francesas lo creo todo.
ALGUACIL
¡La que es una mujer que
vale un dineral es la Jerezana!
DON HIGINIO
(Pasando
al centro)
A esa sí la he hablado.
ALGUACIL
¿Y qué?
DON HIGINIO
(Sonriente)
Lo que tú dices: ¡que vale
un dineral!
ALGUACIL
¡Como que dengún año ha
traído el Ciruqui un cuadro más completo!
SECRETARIO
¿Y usted qué piensa hacer,
señor alcalde?
DON HIGINIO
¿Yo?... todo lo que sea
posible para que mi mujer no se salga con la suya.
ALGUACIL
Muy bien dicho.
DON HIGINIO
(De
pronto y satisfecho)
Se me ha ocurrido una idea
luminosa.
ALGUACIL
(Enérgico)
Meter en la cárcel a doña
Desideria por desacato a la autoridad.
DON HIGINIO
Para meter a esa en la
cárcel hace falta reconcentrar toda la Guardia civil de la provincia.
SECRETARIO
Meter
en la cárcel al negro.
DON HIGINIO
Convocar a la Junta de
festejos.
SECRETARIO
(Después
de una pequeña pausa)
¡Pues no veo la idea!
ALGUACIL
¡Ni yo tampoco!
DON HIGINIO
¡Miopes!... ¿Quiénes la
forman?
ALGUACIL
Presidente, usted.
DON HIGINIO
Que es como si fuera yo.
(El
Alguacil asiente)
SECRETARIO
Secretario nato, yo.
DON HIGINIO
Que es también como si
fuese yo.
(Idem)
ALGUACIL
Vicepresidente, el Juez
municipal.
DON HIGINIO
Que es yerno de Ciruqui,
dueño del Casino.
ALGUACIL
El médico.
DON HIGINIO
Que no le va mal con estas
compañías.
ALGUACIL
El boticario.
DON HIGINIO
Que tampoco le conviene que
se vayan.
SECRETARIO
El veterinario.
DON HIGINIO
A ese le llamaremos como
veedor de carnes.
ALGUACIL
¿Y qué?
DON HIGINIO
Pues que a ninguno de esos
le tiene cuenta que se vaya la Compañía; que votarán porque se queden; y yo
digo a mi mujer, a la señoras y al Gobernador que la Junta de festejos me lo ha
impuesto, y la Compañía sigue y yo me lavo las manos.
SECRETARIO
¡Admirable!
ALGUACIL
¡De primera!
DON HIGINIO
Pues hala; tú.
(Al
Alguacil)
Ve a avisar a los
individuos de la Junta y que vengan inmediatamente.
ALGUACIL
Va de seguida.
(Mutis
foro derecha)
DON HIGINIO
Y usted, señor Secretario,
vaya a la posada...
SECRETARIO
¿Por el cuadro de la Compañía?
DON HIGINIO
Eso es; para que examine su
trabajo la Junta y dé el informe.
SECRETARIO
¿Traigo al negro?
DON HIGINIO
Sí; pero que venga por las
afueras, para que no se alboroten los chiquillos. (El Secretario coge su sombrero y hace mutis foro derecha. Don Higinio
vuelve a sentarse ante su mesa)
ESCENA V
Don Higinio.
DON HIGINIO
¡Soy un tío! ¡Bonito me
ponen los periódicos de Madrid si hago lo que me han pedido! ¡Ya me parece estar
leyendo los sueltos! «Una alcaldada. El monterilla del pueblo de Estropajosa es
digno subalterno del ministro», o este otro: «En Estropajosa disfrutan un
alcalde reaccionario que merece ser moro y de Frajana». ¿Y Gedeón?... ¡Las
cosas que me diría Gedeón!
(Se
pone a hojear expedientes y va poniendo firmas)
ESCENA VI
Don
Higinio y Liborio.
LIBORIO
(Desde
el foro)
¿Se puede?
DON HIGINIO
(Sin
levantar la vista)
Adelante.
LIBORIO
(Entrando)
¡Ave María Purísima!
DON HIGINIO
(Fijándose
en el recién llegado)
¿Es usted, señor Sacris?
¿También usted viene a remachar el clavito que han dejado a medio remachar las
beatas?
LIBORIO
No, señor alcalde; yo vengo
precisamente a desclavarlo.
(Se
acerca a la mesa)
DON HIGINIO
¿Usted?
LIBORIO
¿No ha oído usted decir que
un clavo saca otro clavo? Mire usted, don Higinio, aquí para inter nos: yo sé
que usted es alcalde conservador como yo sacristán.
DON HIGINIO
¡Naturalmente!
LIBORIO
(Confidencialmente)
Quiero decir que usted es
alcalde conservador porque le dieron un disgusto los liberales; y yo soy sacristán
porque me dieron un disgusto los toros; pero a usted le tira la libertad como a
mí me tira la tauromaquia.
DON HIGINIO
(Levantándose
satisfecho y alegre y avanzando con Liborio al proscenio, observando antes si
alguien les escucha)
Usted me ha conocido.
LIBORIO
¡Y bien, y bien!
DON HIGINIO
(Muy
reconcentrado y dándose un apretón de manos)
¡Viva Prim!
LIBORIO
¡Viva el Chico de la blusa!
(Se
separan para observar)
DON HIGINIO
Pero hombre, ¿cómo siendo
torero le dio por hacerse sacristán?
LIBORIO
Pues porque me encontré con
la cara afeitada. ¿Supongo que no habrá usted accedido a eso que le han pedido
las señoras?
DON HIGINIO
¡Qué he de acceder hombre!
Y menos siendo cosa de mi mujer.
LIBORIO
¡Bravo, señor alcalde!
Hubiera sido una arbitrariedad, ¡un atropello contra esas pobres muchachas!
DON HIGINIO
¿Es usted su secretario?
LIBORIO
Don Higinio, todo hay que
decirlo; es que como yo soy la única persona que sabe tocar el piano en el pueblo,
pues me gano cuatro pesetas acompañándolas todas las noches.
DON HIGINIO
(Socarronamente)
¿De modo que usted es el
que toca dentro? (Idem)
LIBORIO
Sí, señor; porque por mi
condición eclesiástica, no me atrevo a tocar a la vista del público.
DON HIGINIO
Toma, toma; ahora comprendo
yo por que en las misas mayores nos suelta usted cada machicha y cada tango que
canta el Credo.
LIBORIO
Es para que se distraigan
los mozos, porque si no, no entran.
DON HIGINIO
Bueno, pues a mí se me ha
ocurrido citar a las niñas y a la Junta de Festejos menos al cura para que ésta
examine su trabajo, dé su informe favorable y las funciones continúen y yo me
lavo las manos.
LIBORIO
¡Admirable, don Higinio!
DON HIGINIO
Pero ya verá usted cómo mi
mujer y las amigas nos dan el gran escándalo.
LIBORIO
Para eso estoy yo aquí;
para evitarlo. ¡No ve usted que las conozco muy a fondo!
DON HIGINIO
¡Pero no conoce usted a mi
mujer!
LIBORIO
¡Palmo a palmo!
DON HIGINIO
¡Eh!
(Mirándole
fijamente)
LIBORIO
Quiero decir que sé cómo se
las apacigua y se las convence.
DON HIGINIO
¿Va usted a saber cómo se
apacigua y se convence a Desideria, cuando yo no he podido saberlo en veinte años
de matrimonio?
LIBORIO
Mire usted; lo primero que
hay que hacer es dar una función a beneficio de los pobres y entregarles el dinero.
DON HIGINIO
¡No está mal discurrido!
LIBORIO
¡Digo! ¡No sabe usted lo
que las gusta que las den dinero para sus obras de caridad! ¡Como que si no hubiera
pobres habría que inventarlos!
DON HIGINIO
¿Y usted cree que tomarán
ese dinero?
LIBORIO
¿Por la procedencia? ¿Y
para qué se ha inventado la máxima de que la caridad lo purifica todo?...Ya ve usted
en las capitales: dinero de los toros, de los teatros, hasta de las casas de
juego; el fin justifica los medios.
DON HIGINIO
De modo que usted cree que
con la función benéfica se resuelve el conflicto.
LIBORIO
Por resuelto; y para acabar
de convencerlas tengo otro recurso maravilloso.
DON HIGINIO
¿Cuál?
LIBORIO
El negro.
DON HIGINIO
¡Qué dice usted, hombre!
LIBORIO
Lo del negro, las va a
volver locas.
DON HIGINIO
¡Pero qué va usted a hacer!
LIBORIO
Ponerle a su disposición.
DON HIGINIO
¡Para qué!
LIBORIO
Para que lo bauticen; ¡no
sabe usted lo que se pirran por convertir herejes!
DON HIGINIO
¿Pero el negro es hereje?
LIBORIO
No es hereje, señor
alcalde.
(Se
oye rumor hacia el foro)
Ya se lo explicaré usted,
que ahora viene gente y no quiero que me vean.
DON HIGINIO
Salga usted por ahí, por la
puerta del salón de sesiones.
LIBORIO
(Haciendo
mutis primera derecha)
Ya verá usted qué bien me
las toreo.
DON HIGINIO
Sacristán y torero: ¡Vaya
una mezcla!
ESCENA VII
Don
Higinio, Trini La Jerezana, Mademoiselle Margherite y el Negro Domingo.
(Música)
Cuarteto y Baile Inglés
TRINI LA JEREZANA
¡Muy buenos días!
MADEMOISELLE MARGHERITE
¡Bon yur mesié!
DON HIGINIO
(Colocando
dos sillas)
Pasen ustedes
y siéntense.
TRINI LA JEREZANA
¿Qué tal se encuentra?
(Entra
en escena Domingo)
DON HIGINIO
Yo bien.
TRINI LA JEREZANA
Me alegro.
DON HIGINIO
(Viéndolo
que entra y se queda en el foro)
(¡Esta ladrona
se trae al negro!)
NEGRO DOMINGO
(Riéndose)
¡Ja, ja, ja, ja!
DON HIGINIO
(¡Este negro es un guasón;
y ya empiezo a sospechar
que hay aquí gato encerrado
como dice el sacristán!)
NEGRO DOMINGO
¡Ja, ja, ja, ja!
DON HIGINIO
Las supongo ya enteradas
de por qué las he llamado.
TRINI LA JEREZANA
El que ha ido a recogernos
al venir nos ha enterado.
DON HIGINIO
No se asusten ni se apenen
porque nada pasará;
es un caso de carácter
puramente extraoficial.
NEGRO DOMINGO
¡Jua, jua, jua, jua!
DON HIGINIO
(¡Vaya una risa
más azarante!
¿Será el marido?
¿Será el amante?
¿Será un criado?
¿Será un matón?
¡De todos modos
es un guasón!)
TRINI LA JEREZANA
(Apoyándose
en el hombro derecho de Don Higinio con coquetería)
¡Ay, señor alcalde!
MADEMOISELLE MARGHERITE
(Idem
en el izquierdo)
¡Ah, mesié le mer!
TRINI LA JEREZANA
No cierre el teatro.
MADEMOISELLE MARGHERITE
Il é notre pen.
TRINI LA JEREZANA
(Acariciándolo)
Que yo le prometo…
MADEMOISELLE MARGHERITE
(Idem)
De una par osí,
TRINI LA JEREZANA
(Bailando
flamenco)
No abusar de acá.
MADEMOISELLE MARGHERITE
(Paso
de cancán)
No fer rian de isí.
Trini la Jerezana
(Bailando
flamenco)
De acá.
MADEMOISELLE MARGHERITE
(Idem
francés)
De
isí.
NEGRO DOMINGO
¡Oh, la, la!
DON HIGINIO
(Qué ocasión más oportuna
si no fuese este el Concejo
ni estuviera el negro
aquí!)
TRINI LA JEREZANA
Reparad.
(Baila
flamenco a la derecha de Don Higinio)
MADEMOISELLE MARGHERITE
Regardé.
(Subiendo
la falda y enseñando poco de la pierna, con coquetería)
TRINI LA JEREZANA
¡Cuánta honestidad!
MADEMOISELLE MARGHERITE
Qu’el moralité.
(Vuelve
a apoyarte cada una en un hombro, con mucha coquetería)
DON HIGINIO
(Saludando)
Si esto es solo a media
máquina, ¿qué será ir todo correr?
TRINI LA JEREZANA
¡Ay, señor alcalde!
(Como
antes)
MADEMOISELLE MARGHERITE
Ah, mesie le mer.
TRINI LA JEREZANA
(Suspirando)
¡Ay!
MADEMOISELLE MARGHERITE
(Suspirando)
¡Ay!
DON HIGINIO
(Suspirando)
¡Ay!
LOS TRES
(Suspirando)
¡Ay!
DOMINGO
(Interponiendo)
Y si ya ne parle rian.
(Empieza un baile inglés a gusto del actor que interprete el personaje;
en la última parte Trini La Jerezana empieza a bailar flamenco y Mademoiselle Margherite
can-can, quedando al fin del número formando cuadro. Don Higinio, los contemple
entusiasmado)
ESCENA VIII
Dichos
y El Secretario con Cinco Coupletistas.
(Hablado)
SECRETARIO
(Entrando
por el foro)
Señor alcalde, aquí esta
todo el elenco.
(Entran
las Coupletistas elegantísimas con traje de calle y con el resto de la compañía
forman un grupo en el foro derecha, alrededor de la mesa de Don Higinio)
DON HIGINIO
¿Y la Junta de festejos?
SECRETARIO
Por la escalera suben.
DON HIGINIO
(Aparte)
¡Ay, señor Secretario, me
parece que voy a acabar por hacer señas a la francesa!
SECRETARIO
Por ahí debía usted haber
empezado.
DON HIGINIO
Ca; voy a empezar por meter
en la cárcel al negro.
ESCENA IX
Dichos,
el Alguacil, el Juez Municipal, el Médico, el Boticario y el Veterinario.
ALGUACIL
(Desde
el foro, anunciando)
La Junta de festejos.
(Los
Señores que la componen entran, saludan y forman todos grupo a la izquierda con
el Secretario; Don Higinio, entre tanto, vuelve a coger el bastón)
DON HIGINIO
Bueno, supongo que estarán
ustedes al tanto de por qué les he llamado.
(Todos
afirman)
La Junta de señoras de
Estropajosa, con mi señora a la cabeza, me ha pedido en comisión, que expulse del
pueblo la compañía del Casino, por ataques a la moral y escándalo público.
JUEZ MUNICIPAL
De ningún modo.
MEDICO
¡Eso es una arbitrariedad!
BOTICARIO
¡Un atropello!
VETERINARIO
¿Una tupinada?
DON HIGINIO
Eso mismo he dicho yo,
adelantándome a los deseos de la Junta.
DOMINGO
¡Jua, Jua, jua!
DON HIGINIO
(Mirando
al negro airadamente)
¿Se acuerda por unanimidad
que no ha lugar a la petición?
JUEZ MUNICIPAL
Sí.
MEDICO
Acordado.
BOTICARIO
Acordado.
(Casi
a un tiempo)
VETERINARIO
Acordado.
DON HIGINIO
(Muy
ufano)
Señor Secretario,
comuníqueselo de oficio a las interesadas... (¡y que se fastidie mi mujer!)
DOMINGO
¡Jua, jua, jua!
DON HIGINIO
(A
los de la compañía)
Pues ya lo saben ustedes:
queda autorizado el espectáculo.
TRINI LA JEREZANA
¡Viva el alcalde!
TODAS
¡Viva!
TRINI LA JEREZANA
¡Viva la Junta de festejos!
(Casi
a un tiempo)
TODOS
¡Viva!
(Cada
Coupletista da la mano a uno de la Junta; Don Higinio va a abrazarse a
Mademoiselle Margherite interponiéndose Domingo. Cuadro animadísimo y telón de
cuadro Intermedio musical)
(Música)
Intermedio (instrumental)
Mutación
ESCENA X
Doña
Desideria, Doña Florita, Doña Angustias y Doña Milagros.
(Todas
vestidas como en el primer cuadro, pero sin mantillas ni velos, repartidas
entre el sofá y las sillas)
(Hablado)
DOÑA DESIDERIA
¿Qué
les parece a ustedes la comunicación de mi señor marido? (Levantándose indignada)
DOÑA ANGUSTIAS
Inaudita, doña Desideria,
inaudita.
DOÑA FLORITA
Pero, ¿quiénes son los
señores que componen la Junta?
DOÑA DESIDERIA
¡Quiénes han de ser! El
Juez municipal, el Médico, el Secretario, el Veterinario y el Boticario; todos
los de la cáscara amarga.
DOÑA MILAGROS
(Uniéndose
a Doña Desideria en el proscenio)
¡Doña Desideria, que
también forma parte de ella el señor cura!
DOÑA DESIDERIA
Dios me perdone, ¡pero este
párroco me parece que tiene la manga muy ancha!
DOÑA ANGUSTIAS
(Levantándose
y formando grupo con ellas)
Yo se lo he notado en el
confesionario; ¡pone las mentiras a Padre nuestro!
DOÑA FLORITA
(Engrosando
el grupo)
¡Ay, hija, será a usted; a
mi me las pone más caras!
DOÑA ANGUSTIAS
Porque serán más gordas.
DOÑA FLORITA
Ni más ni menos que el
difunto don Martín, que tenía la costumbre de preguntar en cada pecado: «¿cuántas
veces?»
DOÑA MILAGROS
¿Y qué hacemos ahora?
DOÑA DESIDERIA
Todo, menos consentir que
esas bribonas sigan en el pueblo dando mal ejemplo a las mozas, sorbiendo el seso
a los mozos y la fortuna a los viejos, ofendiendo a la moral con sus palabras y
con sus actos y pervirtiendo a todo el mundo.
DOÑA FLORITA
¡Calle usted por Dios! Si
esas mujeres producen en los pueblos donde caen más daño que el pedrisco y que
la sequía.
DOÑA ANGUSTIAS
¡Y que vienen todos los
años!
DOÑA FLORITA
¡Como que ya va a ser cosa
de hacer rogativas para que no vengan!
DOÑA ANGUSTIAS
Mire usted que las del año
pasado no pudieron traer más calamidades.
DOÑA FLORITA
El tío Lucas se encalabrinó
con aquella que la llamaban La Reina del Molinete y le costó toda la cosecha. ¡Gracias
a que fue un año muy malo!
DOÑA DESIDERIA
¿Y la puñalada que le
dieron al chico de la Marcelina, por aquella regordeta del pelo rizado y los
lazos, que parecía un borrego de rifa?
DOÑA MILAGROS
¡Pues no tenía la
desvergüenza de ir a misa todos los domingos!
DOÑA DESIDERIA
¡Como que el señor cura
tuvo que prohibírselo, porque relinchaban los mozos en cuanto la veían, sin reparar
que estaban en la iglesia!
DOÑA FLORITA
¿Y aquella gorda, que tenía
el descaro de salir a la calle con chaqueta corta, sombrero ancho y pantalón entallado?
DOÑA ANGUSTIAS
¡La Machaquito!
DOÑA MILAGROS
¡Qué modo de llevarse los
hombres detrás de ella!
DOÑA DESIDERIA
¡Naturalmente! Como me los
llevaría yo, si me pusiese ese traje!
DOÑA FLORITA
¡Y las mozas que se
escaparon a Madrid para hacerse coupletistas!
DOÑA MILAGROS
¿Y las deudas que dejaron
en todas partes, incluso en la buñolería?
DOÑA ANGUSTIAS
¿Y la de tarjetas postales
indecentes?
DOÑA DESIDERIA
¡Como que se ha pasado un
año el maestro, recogiéndoselas a los chicos!
DOÑA ANGUSTIAS
¡Cuántos males, doña
Desideria; cuántos males!
DOÑA DESIDERIA
¡Y los que no se ven, doña
Angustias!
DOÑA FLORITA
Hay que tomar una
resolución.
DOÑA DESIDERIA
¿Una? Por de pronto, mandar
un propio al señor obispo, con una exposición suscrita por todas, pidiendo que
interponga con el gobernador toda su influencia y que excomulgue a esas
bribonas y a todos los que asisten al espectáculo.
DOÑA FLORITA
Muy bien.
DOÑA DESIDERIA
Después, celebrar una
manifestación pública de mujeres en contra del alcalde.
DOÑA MILAGROS
¿De su marido?
DOÑA DESIDERIA
¿Y qué? Como marido, ya le
haré yo otras manifestaciones.
DOÑA FLORITA
Y yo al mío.
DOÑA ANGUSTIAS
Y yo le diré a las demás
muchachas, que prohíban a sus novios ir al Casino.
DOÑA DESIDERIA
Y si es preciso, no faltará
quien le ponga fuego.
DOÑA MILAGROS y DOÑA
ANGUSTIAS
Muy bien hecho.
DOÑA DESIDERIA
Veremos quién puede más, si
esas bribonas o la Junta de Damas de Estropajosa.
ESCENA XI
Dichas,
Liborio y Trini La Jerezana.
(Trini
La Jerezana durante la escena y en los momentos en que le toca hablar, se pone
en jarras; Liborio, disimuladamente, hace que se quite de la postura y siempre que
Trini La Jerezana saluda, es una mezcla entre chulesco y señorito, en una
palabra, queriendo echárselas de fina, pero resultando el saludo cómico
chulesco)
LIBORIO
(Hablando
desde dentro por la primera derecha)
¡Ave María Purísima!
DOÑA FLORITA
(Reparando)
¡Es el sacristán!
DOÑA ANGUSTIAS
Adelante.
LIBORIO
(Entra
seguido de Trini La Jerezana, que se queda en el dintel de la puerta tímidamente)
¡Santas y buenas tardes nos
dé Dios!
(Las
señoras al ver a Trini La Jerezana se repliegan precipitadamente hacia la
izquierda formando un grupo cómico)
DOÑA DESIDERIA
(A
las otras)
¡El
sacristán con una bribona! ¡Se necesita frescura!
DOÑA ANGUSTIAS
¿Qué hacemos, doña
Desideria?
DOÑA DESIDERIA
No se me ocurre nada.
LIBORIO
(A
TRINI LA JEREZANA)
(¡Hemos dado el golpe! ¡A
grandes males, grandes remedios!) (Avanzan
hacia el centro)
Les extrañará a ustedes que
venga… que vengamos.
DOÑA DESIDERIA
(Muy
turbadas y enojadas al mismo tiempo)
Sí.
DOÑA ANGUSTIAS
Sí. (Simultáneamente)
DOÑA FLORITA
Sí. (Simultáneamente)
DOÑA MILAGROS
Sí. (Simultáneamente)
LIBORIO
Bueno, pues a mí también me
extraña.
(A
Trini La Jerezana)
(¡Mucha zalema!)
(Adelantándose
y con entonación solemne)
¡Ah, doña Desideria; qué
felicidad para todos nosotros!
DOÑA DESIDERIA
(A
las demás)
Vendrá a anunciarnos que se
marcha la compañía.
LIBORIO
(Con
más solemnidad)
¡Quién había de pensar que
Estropajosa, el humilde pueblo de Estropajosa, iba a ser teatro de la
conversión de un hereje y que, ustedes, las virtuosas damas estropajosas, iban
a tener la inmensa suerte de ganar un alma para el cielo.
DOÑA DESIDERIA
Pero; ¿qué dice usted?
DOÑA ANGUSTIAS
Pero, ¿eso es verdad?
LIBORIO
Lo que ustedes oyen.
DOÑA FLORITA
¡Ah, qué felicidad!
DOÑA MILAGROS
¡Qué alegría!
DOÑA ANGUSTIAS
¡Bautizar un hereje!
DOÑA DESIDERIA
Yo seré la madrina.
DOÑA FLORITA
No, señora; lo seré yo.
DOÑA ANGUSTIAS
Lo seremos todas.
DOÑA DESIDERIA
Ahora sí que hay que
escribir al señor obispo. Y celebrar con toda solemnidad el bautizo.
LIBORIO
(A
Trini La Jerezana)
(¡Ya sabía yo que esto era
de un efecto seguro!)
DOÑA ANGUSTIAS
¡Nos vale una indulgencia
plenaria!
DOÑA FLORITA
¡Y una bendición
apostólica!
DOÑA DESIDERIA
¿Y dónde está el hereje?
LIBORIO
En la posada; es el negro
de la compañía.
DOÑA DESIDERIA
¡El negro!
DOÑA FLORITA
¡Qué lástima que no sea
blanco!
LIBORIO
(¡A
que voy a tener que servírselo sin pintar!)
DOÑA DESIDERIA
Doña Florita, déjese de
gollerías; siendo hereje, de cualquier color es bueno para ganar el cielo.
DOÑA ANGUSTIAS
¿Y cuándo le sacamos de
pila?
LIBORIO
Hay que prepararlo; le
estoy enseñando la doctrina. ¡Es muy listo!... Al paso que va, dentro de un mes
podrá recibir el bautismo. (¡Dentro de un mes, ya no está aquí la compañía!)
DOÑA DESIDERIA
Lástima que como usted sabe
andemos mal de fondos; si no, ese día haríamos un gran donativo a los pobres.
LIBORIO
A eso venimos precisamente;
mejor dicho, a eso viene esta señorita (Presentando
a Trini La Jerezana, que saluda en la forma indicada anteriormente) a ofrecerles
en nombre de toda la compañía, una función benéfica para los pobres;
cuatrocientas pesetas mal contadas.
DOÑA ANGUSTIAS
¡Ochenta duros!
(Todas
van cambiando, deponiendo la actitud con que los recibieron)
DOÑA DESIDERIA
(A
las demás)
¿Qué hacemos?
DOÑA FLORITA
Con esto no habíamos
contado.
DOÑA ANGUSTIAS
Yo creo que los duros digo,
los pobres, son los primeros.
DOÑA MILAGROS
Tiene razón doña Angustias.
DOÑA ANGUSTIAS
No podemos rechazar este
socorro que se les ofrece.
DOÑA DESIDERIA
Pero, ¿y la procedencia?
DOÑA ANGUSTIAS
¡La caridad lo purifica
todo, doña. Desideria!
DOÑA MILAGROS
¡El Señor ha iluminado el
alma de esos desgraciados!
DOÑA DESIDERIA
¡La verdad es que no se les
puede pedir más!
DOÑA FLORITA
¡Un hereje y cuatrocientas
pesetas!
DOÑA DESIDERIA
(Avanzando,
seguida de todas, ya convencidas)
La Junta de Damas de
Estropajosa, acepta el ofrecimiento y le da a usted las gracias en nombre de
los pobres desheredados.
LIBORIO
(Haciendo
pasar a Trini al centro)
(¡Anda tú ahora!)
TRINI LA JEREZANA
Miste, señora; un ñúo tenía
en la garganta mesmamente, de pensar que iban ustedes a despresiar nuestra finesa.
DOÑA FLORITA
¡Pobrecilla!
DOÑA ANGUSTIAS
¡Y es muy guapa! ¿Es usted
andaluza?
TRINI LA JEREZANA
De Jeré…
DOÑA DESIDERIA
(A
las otras remedándola)
De Jeré.
DOÑA FLORITA
¿Y hace mucho que baila?
TRINI LA JEREZANA
Ende
chiquetiya.
DOÑA ANGUSTIAS
¿Su señora mamá también
bailaba?
TRINI LA JEREZANA
No, señora; en casa quien
bailaba era mi padre.
DOÑA MILAGROS
¿Gastarán ustedes en
vestirse un dineral?
TRINI LA JEREZANA
¡No lo saben ustedes bien!
DOÑA DESIDERIA
¿Y les pagan a ustedes
mucho?
TRINI LA JEREZANA
Tres pesetas.
DOÑA DESIDERIA
¡Tres pesetas!
(Mira
a las demás intencionadamente)
LIBORIO
(¡Esta va a acabar por
meter la pata!)
DOÑA DESIDERIA
¿De modo que usted es esa
Jerezana que se anuncia con letras gordas en las esquinas?
TRINI LA JEREZANA
(Saludo)
Pa servir a ustés.
DOÑA FLORITA
¿La de los tientos?
TRINI LA JEREZANA
Tientos o lo que me pidan.
DOÑA DESIDERIA
Diga usted: ¿y esos bailes
no se pueden bailar así, más…?
DOÑA FLORITA
Menos…
TRINI LA JEREZANA
¡Ah, sí; ya comprendo! Como
poderse, se pué, pero el público va siendo cada día más desigente.
DOÑA DESIDERIA
Pues, ¿qué pide?
TRINI LA JEREZANA
Pues, pues…
(Mira
a Liborio como preguntándole con la mirada si puede hablar)
LIBORIO
(Interponiéndose)
Quiere decir, que pide cada
vez más gracia.
TRINI LA JEREZANA
Más jonjana.
DOÑA FLORITA
¿Qué será jonjana?
(A
Doña Angustias)
DOÑA ANGUSTIAS
Cualquier cosa fea.
DOÑA DESIDERIA
Bueno, pero el día de la
función de beneficio me van ustedes a hacer el favor de no bailar eso que le
llaman el molinete.
LIBORIO
¡Si esta es una compañía muy
fina! No vayan ustedes a creerse que es como las que han venido otros años.
Mira, (A Trini La Jerezana), vas a cantarte
y bailarte aquí unos tientos, para que se convenzan las señoras.
DOÑA DESIDERIA
No, que no se moleste.
DOÑA FLORITA
¡Ay, sí, que tengo mucha
curiosidad!
DOÑA ANGUSTIAS
¡Y yo!
DOÑA MILAGROS
¡No se habla de otros
tientos en todo el pueblo!
DOÑA ANGUSTIAS
Que los baile.
(Trini La Jerezana se quita el sombrero, que deja
en una silla del foro derecha y se dispone para el baile)
LIBORIO
Doña Angustias, ¿cómo esta
el piano?
DOÑA ANGUSTIAS
Desde que usted lo afinó no
se ha abierto.
LIBORIO
Ahora verán ustedes cómo
son unos tientos inocentes. (Quita los
sillas o butaca que estorben para el baile y se sienta al piano)
DOÑA ANGUSTIAS
(A
los demás)
Tendremos que confesar este
pecadillo.
DOÑA DESIDERIA
Afortunadamente, este
párroco tiene la manga muy ancha.
DOÑA FLORITA
¡Además, que todo esto lo
hacemos a beneficio de los pobres!
DOÑA MILAGROS
¡Y que vamos a sacar de
pila a un hereje!
(Toman
asiento en el sofá y butacas)
TRINI LA JEREZANA
(Aparte
a Liborio)
Maestro, ¿les pareserá muy
fuerte?
LIBORIO
A éstas ya todo les sabe a
gloria.
(Trini
La Jerezana se dispone en el centro a cantar y bailar)
DOÑA DESIDERIA
(Acercándose
a Trini La Jerezana)
Sin
molinete, ¿eh?
TRINI LA JEREZANA
Descuide usté.
(Doña
Desideria vuelve a sentarse)
DOÑA FLORITA
(Idem)
Para señoras solas.
(Vuelve
a sentarse)
(Música)
Tientos
TRINI LA JEREZANA
(Baila
durante el «ritornello»)
Ya ves tú si yo a ti te querré,
que vieron si me ablandaban
con un relojito
de esos de pulsera
y se lo tiré a la cara.
Repara, escucha y verás
esta caribita
tan chiquirriquitibita
que a ti te hasía
prevaricá.
Campana,
la de la Vela,
campana,
que toca a gloria,
campana,
porque te quiero,
campana,
porque me adoras.
(Baila)
LAS CUATRO
Campana,
la de la Vela, etc.
TRINI LA JEREZANA
Como los railitos del tren
son tu cariño y el mío,
porque el uno va
a la verita del otro
to seguío, to seguío.
Repara, escucha y verás
esta caribita
y tan chiquirriquitibita,
etc.
Campana,
la de la Vela,
campana,
que toca a muerto,
campana,
para que juntos,
campana,
nos enterremos.
(Baila)
LAS CUATRO
(Poco
a poco van levantándose y acercándose a Trini La Jerezana entusiasmadas,
acompañándolo haciendo palmas con las manos)
Campana,
la de la Vela,
campana,
que toca a muerto, etc.
(Siguen
entusiasmadas hacia el final, que se dan cuenta de lo que están haciendo,
persignándose horrorizadas)
TRINI LA JEREZANA
¡Olé!
LAS CUATRO
¡Jesús!
(Termina
el número de música)
(Hablado)
LIBORIO
(Levantándose
del piano y acercándose al grupo mientras Trini La Jerezana vuelve a ponerse el
sombrero)
¿Qué les ha parecido a
ustedes? ¿Verdad que no tiene nada de pecaminoso?
DOÑA DESIDERIA
Yo no lo he encontrado nada
de particular.
DOÑA FLORITA
Ni yo.
DOÑA ANGUSTIAS
Ni nosotras.
DOÑA DESIDERIA
¿Y es esto lo que les
vuelve a los hombres locos?
Trini la Jerezana
(Incorporándose
al grupo)
Perdíos.
DOÑA DESIDERIA
Nada, lo que yo le he dicho
a usted, doña Florita: ¡los hombres son unos infelices!
LIBORIO
Bueno; pues nos vamos, que
yo todavía tengo que ensayarles las Flores de Mayo a las muchachas.
DOÑA DESIDERIA
¿Y cuando es el beneficio?
LIBORIO
Mañana; ustedes tendrán
tribuna aparte y encárguense que vayan todo el mundo.
DOÑA FLORITA
Descuide usted.
TRINI LA JEREZANA
Adiós, señoras.
DOÑA DESIDERIA
(Extremada
de fina)
Adiós, doña Jerezana.
TRINI LA JEREZANA
(Ofreciendo
la casa)
Aquí, en la posá; y en
Madrí, Beatas, cuatro.
(Muy
recalcado)
DOÑA FLORITA
Ya sabe usted dónde nos
deja; y dé usted las gracias a la compañía en nuestro nombre y en el de los pobrecitos
pobres.
TRINI LA JEREZANA
Adiós.
(Hace
tres saludos en la forma antedicha procurando que el tercero le pille en la
misma puerta para desaparecer. Liborio inicia el mutis tras ella)
DOÑA DESIDERIA
Don Liborio, (Se detiene Liborio en el dintel), que
no descuide usted el negro.
(Liborio
hace un signo afirmativo y desaparece tras de Trini, primera derecha)
DOÑA ANGUSTIAS
(Reuniéndose
en el centro de la escena con sus amigas)
¿Estará bien o mal hecho lo
que acabamos de hacer?
DOÑA DESIDERIA
¡Ahora sale usted con ésas!
DOÑA FLORITA
Yo creo que está bien
hecho.
DOÑA MILAGROS
Y yo.
DOÑA DESIDERIA
La verdad es que tiene
gracia eso de (Imitando el baile de Trini
La Jerezana exageradamente)
Campana
la de la Vela, etc.
DOÑA ANGUSTIAS
(Horrorizada)
¡Pero doña Desideria!
(Jaleándola)
¡Olé! ¡Olé!
(Cuadro
animado y telón de cuadro. La orquesta Toca el baile del Negro del Primer
Cuadro, repitiendo lo necesario para la)
Mutación
ESCENA XII
Mademoiselle Margherite y Don Higinio.
(Al
levantarse el telón aparecen Mademoiselle Margherite en enaguas cortas, cubre
corsé y con botas imperiales, desabrochadas en parte, lo más elegante posible, saludando
en la misma puerta del foro a Don Higinio, que penetra en escena algo cortado y
tímido)
(Hablado)
MADEMOISELLE MARGHERITE
Pase usted, señor Alcalde;
pase usted.
(Habla
en español)
He recibido el regalito.
¡Precioso, precioso, precioso! Se lo agradezco mucho. Pero, ¿por qué se ha molestado
usted?
(Con mucha coquetería)
DON HIGINIO
(Embobado)
No merece la pena.
(Mademoiselle
Margherite va a cerrar por dentro la puerta del foro)
(Parece mentira que sea
francesa; ¡lo entiendo todo, todo, todo!)
MADEMOISELLE MARGHERITE
(Volviendo)
¡Vaya con don Higinio! Es
usted muy amable.
(Coquetería)
DON HIGINIO
¡Y usted muy hermosa!
MADEMOISELLE MARGHERITE
¡Y usted muy simpático!
DON HIGINIO
Créame usted que, si no he
cerrado el Casino, ha sido por usted.
MADEMOISELLE MARGHERITE
¡Por mí!
DON HIGINIO
Sí, señora; usted ha tenido
la culpa de que siga la compañía, porque siempre que la veo a usted… siempre
que la veo a usted...
MADEMOISELLE MARGHERITE
Pero, ¡si no ha ido usted
ninguna noche!
DON HIGINIO
De noche, no voy, porque no
me deja mi mujer; pero de día la veo a usted; y me figura cómo debe estar de
noche!
MADEMOISELLE MARGHERITE
¡Qué don Higinio este! (¡Es
el primer Alcalde tímido que he tropezado en mi vida artística!)
DON HIGINIO
Nada; que ahora que la
entiendo todo, preferiría hablarla por señas.
MADEMOISELLE MARGHERITE
Usted me permitirá que me
acabe de abrochar las botas.
DON HIGINIO
Yo se las abrocharé.
MADEMOISELLE MARGHERITE
¡No faltaba más sino que
usted se molestase!
DON HIGINIO
No es molestia; a mi mujer
se las abrocho también, «porque ya no puede».
(Deja
el sombrero sobre el sofá)
MADEMOISELLE MARGHERITE
¡Vaya, pues muchas gracias!
(Cogiéndolo
de sobre la mesa)
Tome usted el abrochador,
para que acabe antes.
(Pone
una silla para poner el pie)
DON HIGINIO
(Retira
la silla y deja sobre ella el abrochador)
No, si no tengo prisa, al
contrario.
(Se
pone rodilla en tierra y Margarita apoya el pie derecho)
MADEMOISELLE MARGHERITE
(Después
de una pequeñísima pausa)
Levantaré más el pie, si
usted quiere.
DON HIGINIO
No se vaya usted a caer.
MADEMOISELLE MARGHERITE
Si soy bailarina.
DON HIGINIO
(Después
de sacar los lentes y ponérselos, empieza a abrocharle las botas) (¡Imperiales!... ¡De las que a mí me gustan!)
MADEMOISELLE MARGHERITE
Espere usted; me estiraré
un poco la media, porque si queda alguna arruga, molesta mucho.
(Figura
que se arregla la media)
DON HIGINIO
(Estas bailarinas no
conceden importancia ninguna a las piernas. Disimularemos)
(Sigue
abrochando)
Ya sabrá usted que las
señoras van a presidir la función a beneficio de los pobres.
MADEMOISELLE MARGHERITE
¿Son ésas las que querían
echarnos?
DON HIGINIO
Mi mujer, la primera. ¡Mire
usted si viera que la estoy abrochando las botas!
MADEMOISELLE MARGHERITE
En todos los pueblos nos
ocurre lo mismo.
DON HIGINIO
¿Que las abrochan a ustedes
las botas?
MADEMOISELLE MARGHERITE
No; que quieren echarnos,
pero luego se arregla.
DON HIGINIO
Tendrán ustedes que dar
muchos beneficios.
ESCENA XIII
Dichos
y Negro Domingo, primera derecha.
DOMINGO
(Aparece
en pantalones y en mangas de camisa, con la cara blanca; al oír la voz, Mademoiselle
Margherite retira el pie y Don Higinio cae rodando por el suelo, quedando en
una postura cómica)
¿Dónde has puesto las
tenacillas de rizar la peluca?
(Reparando
en Don Higinio y saludándole muy cortés)
¡Caballero!
DON HIGINIO
(En
el suelo)
Servidor.
MADEMOISELLE MARGHERITE
Pero, ¿no le conoces?
NEGRO DOMINGO
Tengo una idea.
DON HIGINIO
(¡Será una mala idea)
MADEMOISELLE MARGHERITE
El señor Alcalde.
DON HIGINIO
La autoridad municipal que
anda por el suelo.
NEGRO DOMINGO
(Llega
a él, levantándole y dándole un fuerte apretón de manos) ¡Señor alcalde!... ¿qué tal?
DON HIGINIO
(Ya
en pie)
Se va pasando, se va
pasando (El susto)
NEGRO DOMINGO
¿No sabe usted quién soy
yo?
(Don
Higinio niega con la cabeza)
MADEMOISELLE MARGHERITE
El negro, señor Alcalde.
DON HIGINIO
¡Su negro! (¡Este me mata!)
MADEMOISELLE MARGHERITE
Sólo que no es negro.
DON HIGINIO
Ya lo veo. Es para la
reclám, ¿sabe usted? Yo salgo por las calles disfrazado de negro y me siguen
los chiquillos y se alborota el vecindario, y entran en ganas de ir a vernos
trabajar por la noche.
MADEMOISELLE MARGHERITE
Y como en ningún pueblo han
visto un negro, pues se creen que es de veras.
DON HIGINIO
¿De modo que usted es el
marido de la señora?
NEGRO DOMINGO
Sí, señor; vaya, con
permiso de usted, voy a ver si arreglo la peluca y el traje para la función de
esta noche.
(Inicia
el mutis)
ESCENA XIV
Dichos
y Doña Desideria.
DOÑA DESIDERIA
(Desde
detrás de la puerta del foro)
¡Ave María Purísima!
DON HIGINIO
¡Esta
si que es negra!
Mademoiselle Margherite
¿Qué pasa?
DON HIGINIO
¡Mi mujer!! Sálvenme
ustedes.
MADEMOISELLE MARGHERITE
¿Es celosa?
DON HIGINIO
Como un tigre.
(Doña
Desideria sigue golpeando con más furia)
MADEMOISELLE MARGHERITE
Alandé si vu pie.
(Se
pone precipitadamente la falda y chaqueta que está sobre el sofá)
DON HIGINIO
Sálvenme ustedes.
Negro Domingo
Venga usted conmigo.
(Lo
coge del brazo y lo conduce a la primera derecha, haciendo los dos mutis)
DON HIGINIO
(Al
tiempo de hacer mutis)
Le advierto a usted que es
capaz de registrarlo todo.
(Desaparecen)
DOÑA DESIDERIA
(Que
sigue golpeando)
Abre, ladrón.
MADEMOISELLE MARGHERITE
¡Vaya un genio!
(Cuando
está vestida, abre la puerta)
DOÑA DESIDERIA
(Entra
precipitadamente y mira a todas partes)
Buenas tardes.
MADEMOISELLE MARGHERITE
Bou yur, madám.
DOÑA DESIDERIA
¿Conque, madám? Ya verás
cómo nos entendemos.
MADEMOISELLE MARGHERITE
Compran pan.
DOÑA DESIDERIA
Ya está comprando pan, como
todos los franchutes.
¡Hilas, son las que vas a
tener que comprar, so golfa!
(Muy
descaradota) ¿Dónde está mi marido?
MADEMOISELLE MARGHERITE
(¡Como me vuelva a llamar
golfa, la voy a contestar en castellano neto!)
DOÑA DESIDERIA
Mi marido acaba de entrar
aquí.
Mademoiselle Margherite
¡Maguido! ¡Maguido!
DOÑA DESIDERIA
(Remedándola)
Sí, maguido.
MADEMOISELLE MARGHERITE
¿Qué cosa es maguido?
DOÑA DESIDERIA
¿Marido? Una calamidad más
que tenemos las mujeres decentes.
MADEMOISELLE MARGHERITE
No entendeg.
DOÑA DESIDERIA
Qué vas tú a entender de
maridos, so pécora.
MADEMOISELLE MARGHERITE
(Muy
desgarrado)
Señora, que tiene usted la
lengua muy larga.
DOÑA DESIDERIA
¡Hola!; ya parece que nos
vamos entendiendo.
MADEMOISELLE MARGHERITE
Ni yo conozco a su marido,
ni está aquí, ni me importa.
DOÑA DESIDERIA
Eso
es tan verdad, como que no hablaba usted cristiano.
MADEMOISELLE MARGHERITE
Pero, ¿quién le ha dicho a
usted que está aquí?
DOÑA DESIDERIA
La misma posadera.
MADEMOISELLE MARGHERITE
Pues miente.
DOÑA DESIDERIA
Si miente o no, ahora vamos
a verlo.
(Hace
ademán de dirigirse a la derecha)
MADEMOISELLE MARGHERITE
¿Qué va usted a hacer?
(Interponiéndose)
DOÑA DESIDERIA
(Avanzando)
Registrarlo todo.
MADEMOISELLE MARGHERITE
(Cortándola
el paso)
Será si yo la dejo.
ESCENA XV
Doña
Desideria, Mademoiselle Margherite y Negro Domingo.
NEGRO DOMINGO
(Apareciendo
con la americana puesta)
Pero, ¿qué voces son ésas? (Queda en el dintel)
MADEMOISELLE MARGHERITE
¡Esta señora que se ha
vuelto loca! Que dice que está aquí su marido.
DOÑA DESIDERIA
Me lo ha asegurado la
posadera.
NEGRO DOMINGO
Aquí no hay más marido que
yo.
DOÑA DESIDERIA
Pero el marido de esta
señora, ¿no es negro?
NEGRO DOMINGO
El negro es un esclavo que
trajimos de Cuba.
DOÑA DESIDERIA
Entonces, ¿cómo dice la
posadera, que la señora vive aquí sola con el negro?
MADEMOISELLE MARGHERITE
La posadera está loca.
DOÑA DESIDERIA
(Fijándose
en la toalla del palanganero)
Pues esa toalla está como
de haberse lavado el negro.
NEGRO DOMINGO
¿Y qué tiene de particular?
¿O es que usted cree que los negros no se lavan?
DOÑA DESIDERIA
¡Maldita la falta que les
hace!
MADEMOISELLE MARGHERITE
¿Se ha convencido usted,
señora, de que su marido no está aquí?
DOÑA DESIDERIA
(Aquí hay gato encerrado!
¡Me parece que a este infeliz se la pega el negro)
MADEMOISELLE MARGHERITE
¡Digo, a no ser que quiera
usted que éste sea su marido!
DOÑA DESIDERIA
Gracias; está muy bien
empleado.
MADEMOISELLE MARGHERITE
O el negro, que está ahí
dentro.
DOÑA DESIDERIA
Para indígenas, tengo
bastante con mi marido.
NEGRO DOMINGO
Pero, ¿quién es usted?
DOÑA DESIDERIA
La señora alcaldesa.
NEGRO DOMINGO
(Muy
serviciales, cambiando de actitud)
¡Ah, señora alcaldesa!...
¡Tanto bueno por aquí!... Siéntese usted.
(Margherite
coloca en el centro una silla en la que se sienta Doña Desideria y Domingo;
otra a la derecha, en la que toma asiento Margherite, quedando Domingo de pie a
la izquierda)
Una señora tan virtuosa…
tan caritativa...
MADEMOISELLE MARGHERITE
¡Tan buena cristiana!
NEGRO DOMINGO
¡Querida de todos los
vecinos!
MADEMOISELLE MARGHERITE
¡Modelo de madres!
DOÑA DESIDERIA
¡Eso no; no he tenido
hijos!
MADEMOISELLE MARGHERITE
¡Ah, pero si los hubiera
tenido, sería modelo!
DOÑA DESIDERIA
¡Quién sabe! Todavía es tiempo!
MADEMOISELLE MARGHERITE
¡Ya lo creo! ¡Aún es usted
joven!
NEGRO DOMINGO
¡Y está usted fresca!
DOÑA DESIDERIA
Gracias, gracias. (¡Pero
qué simpáticos son!)
NEGRO DOMINGO
¿Conque usted es la
Presidenta de la Junta de damas de Estropajosa?
DOÑA DESIDERIA
Sí, señor.
MADEMOISELLE MARGHERITE
¿La que va a sacar de pila
a nuestro negro?
DOÑA DESIDERIA
¡Ay, eso sí! No saben
ustedes la alegría tan inmensa que tengo; la satisfacción que tenemos todas.
¡Ha sido una gracia inesperada del cielo!
NEGRO DOMINGO
Sí, señora; ha sido una
gracia.
DOÑA DESIDERIA
¿Dicen ustedes que esta ahí
dentro?
NEGRO DOMINGO
¿Quién?
DOÑA DESIDERIA
El negro.
NEGRO DOMINGO
¡Ah, sí! Está muy ocupado
escribiendo a su familia.
DOÑA DESIDERIA
Pero, los negros tienen
familia?
NEGRO DOMINGO
Sí, señora; son en todo
iguales a los blancos.
DOÑA DESIDERIA
(Levantándose)
Vamos a verle. (Domingo vuelve a colocar las sillas en el
foro) Y de paso veré ese cuarto.
MADEMOISELLE MARGHERITE
Pero…
DOÑA DESIDERIA
Enséñenmelo ustedes, para que
conozca a su madrina.
NEGRO DOMINGO
El caso es que ya no debe
estar.
MADEMOISELLE MARGHERITE
Se debe haber ido.
NEGRO DOMINGO
A echar la carta.
DOÑA DESIDERIA
Pero, ¿por dónde ha salido?
MADEMOISELLE MARGHERITE
Por…
NEGRO DOMINGO
Por el balcón.
MADEMOISELLE MARGHERITE
¡Los negros saltan
muchísimo!
DOÑA DESIDERIA
Vamos a verlo.
(Adelantando)
NEGRO DOMINGO
Verá usté cómo no está.
(Se
dirige a la derecha)
Negro Domingo... Negro
Domingo...
(Volviendo
a Doña Desideria)
¿Ve usted cómo no esta?
ESCENA XVI
Dichos
y Don Higinio con el traje exacto al de Domingo en el Primer Cuadro y
caracterizado de negro.
DON HIGINIO
(Imitando
a Domingo)
¡Jua, jua, jua!
NEGRO DOMINGO
Pues sí que estaba.
MADEMOISELLE MARGHERITE
(¡Cualquiera le conoce!)
NEGRO DOMINGO
Saluda a esta señora, que
va a ser tu madrina de bautismo.
DON HIGINIO
¡Juá, juá, juá!
DOÑA DESIDERIA
¡Ay, qué gracioso!
MADEMOISELLE MARGHERITE
¡Graciosísimo! ¡Y muy
habilidoso!
DON HIGINIO
(¡Estaba por darla un
zambombazo aprovechándome de que soy negro!)
DOÑA DESIDERIA
¡Parece listo! ¿Y tú sabes
que te van a bautizar?
DON HIGINIO
(Hablando
en «guachindango»)
Sí, mi ama; a bautisar.
(¡Lo que tú harías sería romperme el bautismo si me conocieses!)
DOÑA DESIDERIA
(De
pronto)
Me lo llevo para enseñársele
a las señoras de la Junta.
DON HIGINIO
(¡Arrea! Ahora quiere
exhibirme por ahí, como si fuese un fenómeno!)
DOÑA DESIDERIA
Vámonos, Domingo.
DON HIGINIO
(Rápido
y aparte)
(¡No me dejen ustedes!)
MADEMOISELLE MARGHERITE
(A Doña Desideria)
El caso es que Domingo, precisamente nos hacía mucha falta.
DOÑA DESIDERIA
Se lo pide la Presidenta de
la función benéfica.
MADEMOISELLE MARGHERITE
(¡Nos ha tapado la boca!)
NEGRO DOMINGO
(A
Don Higinio)
(¡No tema usted, que no le
conocen!)
DOÑA DESIDERIA
Vamos, Dominguillo.
DON HIGINIO
(¡Y tan Dominguillo! Por
supuesto que en la primera
bocacalle, la doy esquinazo
y no paro hasta el fin del mundo!)
DOÑA DESIDERIA
Y
ustedes disimulen si se me alborotaron los nervios; es que tengo un marido muy
sinvergüenza.
DON HIGINIO
(¡Ahora me pone verde!)
DOÑA DESIDERIA
Pero en cuanto le eche la
vista encima.
DON HIGINIO
¡Que vas a tardar!
DOÑA DESIDERIA
Vámonos, Domingo.
(Hace
mutis por el foro)
DON HIGINIO
(En
el foro a Margherite y Domingo)
Si llego a saber que ocurre
esto, cierro el Casino.
(Mutis
y mientras ríen Margherite y Domingo se hace la)
(Música)
Intermedio (instrumental)
Mutación
ESCENA XVII
Doña
Desideria, Don Higinio, Mozos y Mozas del Pueblo.
(Música)
«Couplets» del Negrito
CORO
(Salen
precipitadamente interponiéndose entre Doña Desideria y Don Higinio)
Señora alcaldesa,
haga usté el favor
de dejar que el negro
cante una canción.
DOÑA DESIDERIA
No seáis pesados
y dejarle en paz.
CORO
Tiene que cantarse;
tiene que bailar.
DON HIGINIO
(Si no canto y si no bailo,
estos bestias son capaces
de hacer una atrocidad)
CORO
Tiene que cantarse
y bailar aquí.
DOÑA DESIDERIA
¡Qué escándalo es este!
no empujar así.
DON HIGINIO
(¡Y qué hago yo ahora!
¡Qué complicación!)
(¡Estos me espachurran!
¡Qué borricos son!)
DOÑA DESIDERIA
(A
la izquierda)
¡Voy en busca de los
guardias,
no sea que estos salvajes
me le den un coscorrón!)
(Vase)
CORO
Alza, negrito,
venga de ahí.
DON HIGINIO
(¡Qué hará ese diablo
del alguacil!)
CORO
Alza, negrito,
vamos allá.
¡Que baile, que baile, que
baile!
DON HIGINIO
(Disponiéndose
a cantar y bailar)
Pues voy a bailar.
(Bailando
e imitando el güiro)
Chiquichiqui, chiquichí.
Chichiqui, chiquichí.
DON HIGINIO
En la Habana cuando un nego
a
una nega hase el amó,
en la cortesa de un güiro
declara su pasión.
Si la neguita la rompe,
quie desile «no señó»,
y si la nega la guarda…
CORO
¡Vaya calor!
DON HIGINIO
Es que dise, «sí señó».
(Bailan)
La mujeres a los quince
son espuma de champán,
a los veinte son solera
y a los treinta son cognac;
a los treinta y cinco,
ajenjo
que nos hace desbarrar,
y en pasando de cuarenta….
CORO
¡Vaya calor!
DON HIGINIO
Son vinagre nada más.4
(Baila)
ESCENA XVIII
Dichos
y El Alguacil por la izquierda.
(Hablado)
UNO
¡Viva el negro Domingo!
ALGUACIL
(Autoritariamente
y echando a todos, que van haciendo ambos lados paulatinamente)
Basta de cantar y bailar; a
ver si cada cual se va a su ocupación.
UNO
No te alteres, Cienhigos.
ALGUACIL
Claro, hombre; luego dicen
que somos de pueblo. ¡Por cualquier cosa os quedáis con la boca abierta! Pues
mira las mozas, ¿qué se habrán figurado que es un negro?...
(A
los Hombres)
Y vosotros, más valía que
aprendierais a leer y escribir, que luego tengo yo que llenar el padrón por todos
vosotros. ¡Y vaya un padrón de ignominia.
(Han desaparecido todos)
Y tú.
(A
Don Higinio)
Vente conmigo, que te está
esperando la señora alcaldesa.
DON HIGINIO
¡Ay, Cienhigos!
(Le
abraza con efusión y le deja manchada la cara con el tizne de la suya)
ALGUACIL
(Mirándole
a la cara y restregándose la suya con el dorso de la mano, que queda tiznado)
¡Rediez, este negro se
destiñe!
DON HIGINIO
¿Pero no me conoces,
hombre?
ALGUACIL
(Fijándose
y quitándose la gorra)
¡Señor Alcalde!
DON HIGINIO
El alcalde de Estropajosa. a
mí me pusieron verde los liberales; me pone de oro y azul el pueblo; me han
puesto colorado muchas veces los concejales, ¡pero nunca supuse que me vería
negro!
ALGUACIL
¿Y le han hecho a usté
bailar?
DON HIGINIO
Eso es lo de menos; como
alcalde también me han dicho que baile muchas veces.
ALGUACIL
¿Pero quién le ha puesto a
usía así?
DON HIGINIO
¡El
amor!
ALGUACIL
Vamos, que ha desbancao
usté al negro.
DON HIGINIO
Acompáñame a la posada y te
lo contaré todo; no me vuelvan a coger esos bárbaros, o me coja mi mujer, que
es peor.
ESCENA XIX
Dichos
y Liborio por la izquierda.
LIBORIO
Negro Domingo.
DON HIGINIO
(Muy
incomodado)
Negro cuerno.
LIBORIO
¿Pero qué veo?
DON HIGINIO
(Abrazándole
como a El Alguacil y dejándole la cara tiznada)
¡Ay, amigo Sacris!
LIBORIO
¿Pero qué lío es este? La
alcaldesa me ha dicho que viniese aquí por el negro, que se lo iban a matar antes
de bautizarle.
DON HIGINIO
Vamos a la posada y se lo
contaré todo; (Cogiéndose del brazo de
cada uno) Pero que no se entere nadie. ¡Pero por qué no cerraría yo el
Casino!
(Vanse
por la derecha; bis en la Orquesta y…)
Mutación
ESCENA XX
Al
levantarse el telón, en medio del murmullo propio de los entreactos, aparecen
sentadas en el palco de la izquierda, Doña Desideria, Doña Florita, Doña
Angustias y Doña Milagros, en primera fila, y detrás varias mujeres del pueblo;
y en el de la derecha, el Secretario, el Alguacil, el Médico, el Juez Municipal,
el Boticario, el Veterinario y Varios Hombres del Pueblo, Unos de los Paletos y
Otros de Americana.
Empieza
la música, se abren las cortinas y salen del escenario figurado, al verdadero,
Mademoiselle Margherite, con ocho cajas de sombreros, cuatro en cada brazo,
seguida de Un Sportmen, Un Caporal, Un Viejo, Un Inglés, Un Turco, Un Modernista,
Un Albañil (Francés) y un Soldado (Francés).
Ella
entra delante, los otros la siguen formando semicírculo, y durante el
«ritornello», que ellos silban, reparte una caja a cada uno, quedando con el
último acorde en medio y frente al pueblo. a su tiempo, y por la derecha del
escenario figurado, sale Un Maqueró (chulo parisiense)
(Música)
«Couplet»
MADEMOISELLE MARGHERITE
Yo soy modista en París,
yo soy reina del trotuar,
todos los hombres,
en cuanto me ven,
me siguen sin descansar;
y se les ve tras de mí
como la cola de un tren,
hasta que todos,
a fuerza de andar,
pierden la cola y el tino
de tanto vaivén.
Alon, mesie,
que sale el tren.
(Bailando a pasitos con
mucha coquetería)
Yo soy la maquinista del
amor,
un tren que alegre va,
pidiendo vía libre sin ver
que
se puede a lo mejor
descarrilar.
(Ellos
evolucionan, volviendo a quedar en semicírculo, pero cambiados por grupos de a
cuatro)
Como este tren formo dos;
éste es el tren de midí
y otro de lujo al salir del
taller
que lleva hasta vagón lit;
llevo banqueros y apach,
sportmen, bulevardiérs
y sé su lío dar a cada cual
con elegancia y destreza y
el chic que aquí ven.
Alon,
mesie,
que sale el tren.
(Como
antes)
Yo soy la maquinista del
amor,
un tren que alegre va, etc.
(Vuelve
a evolucionar, quedando cambiados por grupos de a cuatro)
(Suena campana anunciando la salida del tren y Margherite se coloca en
el lado izquierdo si la cabeza de los ocho y grita imitando a los mozos de
estación: Mesie: au voatir s’il vu pie y emprenden vertiginosa carrera por
todo el escenario uno detrás de otro, pero con Margherite a la cabeza, formando
curvas y zis zas hasta que vienen a quedar en diagonal frente a la derecha del
escenario figurado, en donde adelantan y atrasan figurando que patinan las
ruedas, hasta que al golpe fuerte de orquesta aparece El Chulo Parisiense y
caen los ocho el suelo con cajas y todo)
MADEMOISELLE MARGHERITE
(Adelantando
con el otro)
Tamponé.
Hoy hemos chocado
con el tren Exprés.
(Se
cogen del brazo y adelantando un paso si cada compás, uno burlándose de los
otros con la mano sobre la nariz, y otro mirándose con cariño, hacen mutis por
la derecha, mientras los otros, doloridos y con caras cómicas por la situación
en que han quedado, hacen mutis por la izquierda, silbando el ritornello del
número. Termina el número y sale un criado de levita, quitando el letrero de la
derecha de la embocadura y poniendo en su lugar otro que dice: «Último número.
La Kumba. Hermanos Fu-Fu»)
ESCENA XXI
Dichos,
menos Mademoiselle Margherite y Acompañamiento. En su lugar Trini La Jerezana y
Negro Domingo.
(Hablado)
DOÑA DESIDERIA
(Mirando
hacia el público de verdad)
Mire usted doña Florita,
qué sombrero se trae la boticaria.
DOÑA FLORITA
¡Calle usted, por Dios! No
le falta más que la noria en medio y una mula dando vueltas por el ala.
SECRETARIO
(Al
Alguacil, que no hace más que echarse encima de él para ver mejor)
Tú, Cienhigos, ¿me has
tomao por un reclinatorio?
ALGUACIL
Señor Secretario, si es que
se me va la cabeza.
(Música)
Baile de Rumba y Final
Salen
Trini La Jerezana y Negro Domingo y bailan.
Este
baile es una especie de garrotín cómico burlesco.
Ella
sale vestida de capricho y él con traje de chaqueta a cuadros grandes, botines
y un sombrero de copa muy larga y flexible, en forma de manga.
(Terminado
el baile se retiran y caen las cortinas del escenario figurado)
ESCENA FINAL
Todos
los personajes. Todos los de los palcos salen a escena por ambos lados.
(Hablado)
(Saliendo
por entre cortinas, a Doña Desideria)
LIBORIO
Enhorabuena, señora Presidenta;
ha sido una función espléndida.
DOÑA MILAGROS
¡Colosal!
DOÑA DESIDERIA
Han venido hasta de los
pueblos inmediatos.
DOÑA FLORITA
Ha sido una función regia.
DOÑA ANGUSTIAS
(Al
Secretario)
¿Usted cree que se habrán
recaudado cuatrocientas pesetas?
SECRETARIO
¡Largas de talle!
DOÑA FLORITA
¡Falta les hacía a los
pobres!
DOÑA ANGUSTIAS
Había que dar una función
así todos los meses.
SECRETARIO
Doña Angustias, al cabo de
un año se habrían cambiado los papeles.
DON HIGINIO
(Saliendo
por entre cortinas con un talego repleto en la mano seguido de Trini La Jerezana,
Mademoiselle Margherite, Negro Domingo y Varios Artistas de la Compañía)
El llanto sobre el difunto.
Ahí tienes cuatrocientas cinco beatas.
DOÑA ANGUSTIAS
(Cogiendo
el dinero)
Yo me encargaré de ellas.
(Forman
grupos hacia el fondo)
DON HIGINIO
(Llevándose
aparte al proscenio a Doña Desideria)
Dí ahora que son unas
bribonas.
DOÑA DESIDERIA
Tienes razón; en medio de
todo son unas infelices.
(Cuadro
animado. Música en la orquesta y telón)
FIN DE LA ZARZUELA
«Couplets» para repetir
DON HIGINIO
Con la ley del Terrorismo
Maura nos quiso asustar,
y como le ocurre en todo,
se la tuvo que guardar.
Y aun hay tontos que
aseguran
que es un hombre de valor;
y de todo lo que dice...
¡Vaya calor!
No hace nada el buen señor.
Juan Herrero, el asesino
de la señora Meliá,
hace tiempo no parece
ni se sabe dónde esté.
El día menos pensado
cuando no se acuerden ya,
de seguro se presenta...
¡Vaya calor!
Se presenta concejal.
Ese grupo que se llama
de la Solidaridad,
viene a ser una ensalada
en la que no falta na.
Pues Cambó hace de lechuga
y Salvatella de sal,
el aceite es Soladrigues...
¡Vaya calor!
Y el vinagre Cadafalch.
Como el mundo cada día
va siendo mucho peor,
el Señor va a destruirlo
para hacer otro mejor.
Y como una de las plagas
de segura mortandad,
ha inventado el
automóvil...
¡Vaya calor!
Máquina de espachurrar.
Esos vestidos a cuadros
que ahora lleva la mujer,
ha debido ser La Cierva
el que los logró imponer.
Y el ministro está
orgulloso
porque dice, con razón,
que ha impuesto sus
pantalones...
¡Vaya calor!
Lo mismo que Gedeón.
Me han dicho que este
verano
van las aguas a beber,
Weyler a la Porqueriza
y a Villaharta Peñalver.
Nozaleda se irá a Alhama,
a Fortuna irá Pidal,
a Paracuellos Bombita...
¡Vaya calor!
Y La Cierva va al Molar.
Maura se ha quedado sólo
solito con Azorín,
pues hasta los solidarios
ya se le acaban de ir.
Y no cesa, según dicen,
don Antonio de exclamar,
atusándose la barba.
¡Vaya calor!
¡Qué espantosa soledad!
A La Cierva ya le ha
entrado
tal locura de cerrar
que lo mismo que un cerrojo
discurriendo el hombre
está.
Y la gente espera ansiosa
hallar en Gobernación,
un letrerito que diga
¡Vaya calor!
«Cerrado por defunción.»
Veo palcos y plateas
que mirados desde aquí,
parecen lampisterías
de gran lujo de Madrid.
Pues los sombreros de moda
que ahora lleva la mujer,
en lugar de ser
sombreros...
¡Vaya calor!
Son pantallas de quinqué.
La enfermedad de La Cierva,
de la que ya bueno está,
casi puede asegurarse
que ha sido providencial.
Pues para que sepa el
hombre
lo
terrible y desgraciao,
que es su afición a los
cierres...
¡Vaya calor!
Tuvo un cólico cerrao.
Según dicen los papeles
ha llegado de París,
el gachó que prometía
hacer brillantes así.
A mal sitio viene el
hombre;
pues no sabe fabricar,
más que diamantes en
bruto...
¡Vaya calor!
Y esos hay aquí la mar.
Sé que Rodríguez San Pedro
y el atleta japonés
a tener van en el Circo
una lucha de interés.
Y yo apuesto por San Pedro
dos pesetas contra cien,
pues si le suelta un discurso...
Vaya calor!
¡Se desmaya el japonés!
Desde que a los madrileños
nos obligan a acostar
a la misma hora casi
que las aves de corral,
dos sucesos muy extraños
ha notado Gedeón:
que las noches son muy
largas...
Vaya calor!
Y crece la población.
Esta tarde en Recoletos
me encontré a doña Asunción
con las dos niñas que
tiene,
que dos esperpentos son;
y como una gran noticia
me contaba la mamá
que las niñas se han
tirado...
¡Vaya calor!
Ayer
por el Tobogán.
Información obtenida en:
http://www.zarzuelaoviedo.es/programas/libreto_bribonaslarevoltosa.pdf
http://www.zarzuelaoviedo.es/programas/libreto_bribonaslarevoltosa.pdf
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