LA VILLANA
Zarzuela en tres actos, divididos en siete
cuadros.
Libreto de Federico Romero y Guillermo
Fernández Shaw basado en la tragicomedia de Lope de Vega "Peribáñez y el
Comendador de Ocaña".
Música de Amadeo Vives.
Estrenada el 1 de octubre de 1927 en el
Teatro de la Zarzuela de Madrid
REPARTO
(Estreno)
Casilda - Felisa Herrero.
Juana Antonia - Rosa Cadenas.
Peribáñez - Pablo Gorgé.
Don Fadrique - Mateo Guitart.
David / El Rey - Victoriano Redondo del
Castillo.
Olmedo - Antonio Palacios.
Miguel Angel - Enrique Gandía.
Chaparro -
El licenciado -
Quintanilla -
Labrador 1º -
Labrador 2º -
Pregonero -
Labradores y labradoras acomodados,
segadores, trilladores, espigadoras, caballeros y dama o de la corte de Enrique
III, heraldos, soldados del Rey, ballesteros, oficiantes de la procesión y
gente del pueblo de Toledo.
La acción del último cuadro en Toledo;
la de los anteriores, en Ocaña. Epoca: principios del siglo XV.
ACTO PRIMERO
Patio de carros de una quintería o casa
de labor, en las inmediaciones de Ocaña, cerrado al fondo por una tapia con
gran portada; a la izquierda, por la casa vivienda, y a la derecha por una tapia
con puerta en primer término y un lugar en segundo. Por la portada, que está
siempre abierta, se ve el camino que corre detrás de la tapia, y, en el fondo,
una pequeña ermita con puerta practicable. La casa vivienda tiene una hermosa
puerta de entrada, en primer término y, en el fondo una ventana. sobre la
puerta una hornacina con una imagen de la Virgen. Bajo la ventana un poyo de piedra,
que, formando ángulo recto, se prolonga junto a la tapia del fondo hasta la
gran portada. También en el lagar hay una puerta practicable. Comienza el acto
a punto de ponerse el sol.
Juana Antonia, mujer del campo, joven y
alegre, y Miguel Angel, su marido, cachicán de la hacienda de Peribáñez, reciben
a varios labradores y labradoras acomodados)
(Música)
JUANA ANTONIA
Mi amo Peribáñez
presto bajará.
MIGUEL ANGEL
A la ceremonia
tiene que ir galán.
JUANA ANTONIA
Calzan primorosas
luego va a estrenar.
MIGUEL ANGEL
Y mujer... que es prenda
de más calidad.
JUANA ANTONIA
Cállate, insolente.
MIGUEL ANGEL
Tente, lenguaraz.
LOS DOS
(Acercándose cómicamente y amenazándose en
sendos apartes)
Cuando estemos solos,
me las pagarás.
LABRADORAS
Dicen que la novia es
una villana cabal.
MIGUEL ANGEL
Y más rubia que la mies.
JUANA ANTONIA
¡Tú qué sabes animal!
LABRADORES
Peribáñez es la flor
de las personan de bien.
JUANA ANTONIA
Y el más rico labrador.
MIGUEL ANGEL
Y si no lo fuera, amén.
LABRADORAS
¡Qué pareja tan bizarra
de seguro formarán!
LABRADORES
Una hogaza blanca y tierna
y un racimo agraz.
TODOS
Si ella es, como dicen,
bella por demás,
¡cuánta pesadumbre
su marido habrá
por si se la quieren
enamoricar!
JUANA ANTONIA y MIGUEL ANGEL
(Confidencialmente, el uno al otro)
Tales conjeturas
no sé a que vendrán.
(Dentro, ya cercano, suena el coro de
segadores, espigadores y trilladoras)
SEGADORAS
(Muy lejos)
¡Trébole, ¡ay, Jesús, cómo huele!
Trébole, ¡ay, Jesús, qué olor!
SEGADORES
(Lejos también)
¡Trébole, ¡ay, Jesús, cómo huele!
Trébole, ¡ay, Jesús, qué olor!
(Los cuatro labradores y las cuatro
labradoras que se hallan en escena, al oír el canto lejano de los segadores,
forman con Juana Antonia y Miguel Angel, grupos pintorescos)
CORO INTERIOR
(Lejos aún)
Trébole de la soltera
que de amores tanto muda;
trébole de la viuda
que otra vez casarse espera.
(Juana Antonia y Miguel Angel bailan una
ceremoniosa danza a la manera antigua, reproduciendo en sus movimientos y
gestos, actitudes que recuerdan cosas relativas a los noviazgos y bodas, tales como
entrega, de sortijas y ramos de azahar)
Trébole de la soltera
que de amores tanto muda.
Trébole de la viuda,
que otra vez casarse espera.
Tocas negras por de fuera
y el faldellín de color.
Trébole, ¡ay, Jesús, cómo huele!
Trébole, ¡ay, Jesús, qué, olor!
(Bailan ahora la anterior ceremoniosa danza,
adonde de Juana Antonia y Miguel Angel, los ocho labradores, formando cinco
parejas)
(Entran en escena los del coro interno
alegremente)
"Trébole de la soltera
que de amores tanto muda",
Trébole, ¡ay, Trébole!
¡Ay! ¡Ay!
¡Ay, Jesús, qué olor!
(Gran animación en todos. Han entrado
los campesinos. Las mujeres traen tortas, bollos y confituras; los hombres,
gallinas, palomas y algún cabritillo; los chicos, ramos de espigas y amapolas)
JUANA ANTONIA
No vengáis a alborotar
porque un presente traéis.
MIGUEL ANGEL
Qua la bula de gritar
no se compra, ni con seis
JUANA ANTONIA
Callandico, en un rincón,
los agasajos reunid.
MIGUEL ANGEL
Y remojen la comida
con el zumo de la vid.
PERIBAÑEZ
(Sale de la casa en traje de fiesta.- Le
acompaña el Licenciado Seseña, cura de la parroquia de Ocaña)
Apercíbenos, Miguel,
vino, azúcar y limón.
TODOS
Que el Señor te guarde, y El
os bendiga en vuestra unión.
(Entra Miguel Angel en el lagar con algunos
hombres)
LICENCIADO
Tiene un vino moscatel
vivo como un cascabel,
bailarín y retozón.
PERIBAÑEZ
En tanto quo llega
Casilda la hermosa,
probad la sangría
que da mi bodega.
La gente labriega
no tiene otra cosa
que el vino que cría
y a nadie lo niega.
TODOS
El vino que nos das
en sangre del Señor.
Y yo lo aprecio más
que el bálsamo mejor.
(Sale Miguel Angel con los segadores;
todos sacan jarros de vino, que ofrecen a los labradores. Miguel Angel entrega
su jarra a Peribáñez)
PERIBAÑEZ
En él está mi orgullo
de labrador.
Tengo un majuelo de tres verdores
y ya recojo cosecha de él.
No hay por aquestos alrededores
tan finas uvas de moscatel;
huelen a flores
saben a miel;
y, si me huelgo de su sabor,
tengo en su olor
todo mi orgullo de labrador.
De aquestas vides corto el racimo
para la puesta del sol de agosto;
en mis lagares el fruto exprimo,
en mis tinajas encierro el mosto,
y, por la fiesta
de San Miguel,
aquella gloria de moscatel,
que huele a flores y sabe a miel,
es ambrosía olorosa
para el olfato más fino;
que, como al señor la rosa,
le huele al villano el vino.
CORO
¡El vino!
PERIBAÑEZ
El rojo vino que, en este jarro,
fecunda el seno que lo recibe,
es cono el alma que hace del barro
ser que despierta, se yergue y vive;
y, de sus pasos
es delator,
porque a cien varas alrededor
se le conoce por el olor.
(Hablado)
MIGUEL ANGEL
¡Bien está que alabe el vino
porque este es trago de rey;
pero, si se lo dejara
probar al pobre Miguel,
mejor la parecerían
el vino y el amo, ¡amén!,
JUANA ANTONIA
Que tú no lo habrás olido.
MIGUEL ANGEL
Permita el Señor que des
un mal paso, y que te encojes,
si en dos meses lo caté.
PERIBAÑEZ
Bebe, Pero bebe presto;
que ya van a dar las seis.
LICENCIADO
Ontígola está a dos leguas.
MIGUEL ANGEL
A otras dos está Aranjuez,
y en tres horas me las ando,
caballero en mis dos pies.
JUANA ANTONIA
¿No te han mandado quo bebas?
MIGUEL ANGEL
¿No me has visto obedecer?
¿O me lo dicen acaso
para que beba otra vez?
(Vuelve a beber)
PERIBAÑEZ
Vas a llegarte a las eras
de Antón Díaz...
MIGUEL ANGEL
Y ya sé
lo que tengo que decir
y lo que debo de hacer.
(Mutis, corriendo, por el foro derecha)
LABRADOR 1º
¡Buena servidumbre!
LABRADOR 2º
¡Buena!
LICENCIADO
Para tal amo, tal grey.
PERIBAÑEZ
¡Hola, acercaos, amigos!
¿Qué presentes le traéis?
(Se adelanta un grupo de mujeres al
frente de las cuales avanza Juana Antonia)
JUANA ANTONIA
Considera, seor amo,
que nuestra ofrenda no es
ni báculo de oro y plata
ni manto de brocatel,
es somos espigadoras
humildes, por tu merced,
que si hogaño recogemos
una gavilla de mies,
es porque a las hoces mandas
que se la dejen en pie.
De ni corral gallinero
toma la flor y la prez...
y toma de mis colmenas
este lebrillo de miel.
OLMEDO
¡Miel a quien está sediento
de amor, el más dulce bien,
y un gallo que anuncia el día,
para quien con pena ve
que non las noches tan cortas
en brazos de una mujer!
JUANA ANTONIA
¿Fue indiscreto mi presente?
PERIBAÑEZ
¡Vive Dios que no le fue!
(Se retiran las espigadoras)
¿Los regadores, qué dicen?
CHAPARRO
Que no te traemos miel,
ni un gallo, ni un atadijo,
sino unas coplas.
PERIBAÑEZ
¿De quién?
CHAPARRO
¿De quién van a ser? De Olmedo,
que es un bachiller.
(Música)
PERIBAÑEZ
Hable Olmedo.
CHAPARRO
Desembucha,
agora el cantar aquel.
OLMEDO
Y vosotros ayudadme.
CORO
Aquí estamos, y con fe.
OLMEDO
Segador:
Este anochecido vase a desposar
una labradora con un labrador.
El es el más rico mozo del lugar,
ella es la más guapa de este alrededor.
Hoy no hay que segar,
segador.
Huelga todo el día para festejar
estos desposorios, obra del amor;
nuestro seor amo va a tener hogar;
tú, cocina y poyo bien a tu saber.
Ya hay donde cenar,
segador.
Ahito reposa de tanto bregar,
que el ama y el amo son gente avizor
pues más que por nada, se suele velar
cuando hay que decirse palabras de amor
De nuestra labor
no hay que maldecir,
segador.
CORO
Hoy no hay que segar,
hoy no hay que salir,
ni hay que maldecir
de nuestra labor.
¡Ya hay donde cenar,
y hay donde dormir,
segador!
OLMEDO
Que llene en buen hora granero y pajar
el amo, por gracia de nuestro sudor,
si en sus alegrías nos cede lugar
y toma una parte de nuestro dolor.
Hoy no hay que segar,
segador.
CORO
¡Hoy no hay que segar,
segador!
(Hablado)
JUANA ANTONIA
¿Es tuya la letanía?
OLMEDO
El estribillo es de un sabio
de mi tierra, y no es agravio
decir que la letra es mía,
LICENCIADO
¿Pues, en qué Universidad
te licenciaste?
OLMEDO
En ninguna.
Miro de noche a la luna
y aprendo mucha verdad.
PERIBAÑEZ
Pero el verso, ¿te lo enseña
la luna?
OLMEDO
No; me lo apropio
cuando lo escucho, y lo copio
al agua dando en la peña,
al pájaro cuando canta,
a la mies cuando se mece,
a ese viento, que parece
que al par arrulla y espanta...
A cualquier cosa; pues Dios
sembró de versos el mundo,
y toda mi ciencia fundo
en saber elegir dos.
(Comienzan a sonar campanillas dentro,
aún lejana)
(Música)
CORO
Ya suenan los campanillos,
ya viene la comitiva,
gritad los trilladorcillos
que viva la novia... ¡Viva!
CHICOS
¡Viva, viva, viva!
(Se van hacia el fondo agrupándose en la
portada y pugnando por asomarse todos a la vez)
CORO
Miradla qué cara tiene,
miradla qué guapa está.
¡Con cuanta alegría viene!
¡Quitaos, que llega ya!
(Se apartan de la entrada los que están en
escena y aparece un grupo de mozas en traje
de fiesta)
MOZAS
De Ontígola, tierra hermosa
que un mar de agua dulce baña,
traemos amante esposa
para un labrador de Ocaña.
Claveles son sus mejillas,
corales sus labios son:
sus ojos, dos candelillas
del fuego del corazón.
(Por detrás de la tapia se ven los
bustos de Casilda, Blasa, Roque y dos mozas más, que luego aparecen ante la
portada, sobre un carro de labranza tirado por una yunta a usanza de Castilla la
Nueva, y adornado con amapolas, espigas y flores silvestres. Peribáñez se
acerca a la zaga del carro, para darle la mano a Casilda. Otros labradores ayudan
a los demás viajeros. El carro sigue luego a la derecha, dejando el paso libre:
felicitaciones, bienvenidas y abrazos. Gran animación)
CASILDA
(Ya en escena)
Jamás soñé
la dicha que logré.
¡Mi nuevo hogar!
(A Peribáñez)
En él contenta viviré
si deletrear
en tus ojos sé;
feliz
seré
si en tu mirar
tu pensamiento
logro adivinar.
(Peribáñez se dirige al grupo de hombres.
Casilda queda con las muchachas. El Licenciado, después de saludar a Casilda, se
va por e1 foro seguido de Juana Antonia)
PERIBAÑEZ
¡Miradla!
Miradla...
(Pausa)
Ni la parva de trigo blanco
en tan limpia cono su alma,
ni una aurora de primavera
es tan alegre como su cara.
CASILDA
¡Sabedlo!
Lo que me hace quererle tanto
no es lo honrado de su deseo,
ni su fama, ni su rudeza...
y un poquito de todo eso.
PERIBAÑEZ
¡Miradla!
Su voz es el suspiro
de una alondra mañanera.
CASILDA
Su mirada es la primera
que no ha visto suspirar.
Soy una labradora...
PERIBAÑEZ
Eres sol que pule y dora
mi rudeza de labrador.
CASILDA
...Que te ofrece un amor
corno el que ella te implora.
LOS DOS
¡Feliz amor,
el de una labradora
y un labrador!
¡Feliz!
CORO
(Como un eco)
¡Feliz!
LOS DOS
¡Amor!
CORO
(Lo mismo)
¡Amor!
LOS DOS
El de una labradora
y un labrador!
PERIBAÑEZ
¡Oh miel del amor!
CASILDA
¡Dulcísima miel!
PERIBAÑEZ
Abeja en tus labios
quisiera yo ser..
CASILDA
Yo quiero ser flor.
PERIBAÑEZ
¡Oh cáliz de miel!
CASILDA
Si te eres la abeja,
¡qué puedo yo ser!
CORO
(Suavemente)
Ni la parva de trigo blanco
es tan limpia como su alma...
PERIBAÑEZ
... Ni una aurora de primavera
es tan bella como su cara.
CASILDA
¡Sabedlo!
Yo le quiero porque es honrado,
cariñoso, cristiano y bueno.
¡Ay, Dios mío, si no lo fuera!
¿Cómo pudiera yo no quererle?
PERIBAÑEZ
¡Miradla!
(Toma amorosamente las manos de Casilda)
CORO
¡Miradlos!
LOS DOS
¡Así!
(Hablado)
JUANA ANTONIA
(Saliendo de la ermita)
En la ermita revestido,
les espera el licenciado.
BLASA
¡Ay, qué trance tan temido!
ROQUE
¡Ya ha llegado!
PERIBAÑEZ
Acudamos en seguida;
no le hagamos esperar.
CASILDA
Peribáñez; alma y vida
voyte a dar.
(Música)
(Abren todos paso a los novios y sus
tíos que van hacia la ermita, mientras cantan la letrilla del Trébole todos los
circunstantes, que a su vez hacen mutis por el fondo. Olmedo y Juana Antonia son
casualmente los últimos)
TODOS
Trébole de la casada
Que a su esposo quiere bien;
de la doncella también
entre paredes guardada,
que, fácilmente engañada,
sigue su primer amor...
Trébole, ¡ay, Jesús, cómo huele!
Trébole, ¡ay, Jesús, qué olor!
(Hablado)
JUANA ANTONIA
(Cogiendo una mano a Olmedo para
detenerlo)
Segador:
¿es verdad que los cantares
que dijiste al seor amo
tú mismo los inventaste?
OLMEDO
Es verdad.
JUANA ANTONIA
Pues dime alguno;
pero alguno en que me alabes.
OLMEDO
¿Eres casada?
JUANA ANTONIA
¡Casada!
¡Por vida de Miguel Angel!
Como hace vino y mistela
¿por qué no haría romances?
OLMEDO
(Insinuante)
Pues ni eres casada, escucha.
JUANA ANTONIA
(Reconviniéndole)
¡Eh, cuidado!
OLMEDO
(Retirándose)
Dios te guarde.
JUANA ANTONIA
No te vayas... lo decía...
Como al fin... somos mortales,
y si falto a mi marido
no hay pena de que me salve...
Claro que yo... soy casada
porque me casó mi madre.
OLMEDO
(Como antes)
Como eres casada
no te digo nada
que te huela a amor,
porque yo tengo olor
de enamoricado,
y al entendedor
va a darle el olor
a cuerno quemado.
JUANA ANTONIA
¡Segador!
Esa letrilla...
OLMEDO
Es de un fraile,
JUANA ANTONIA
Pues tiene su reverencia
salidas harto picantes...
(Entra, corriendo por el fondo derecha Miguel
Angel)
MIGUEL ANGEL
¡Hola, Olmedo, Juana Antonia!
¡Una soga!
JUANA ANTONIA
¿Para ahorcarte?
MIGUEL ANGEL
Para encintar un novillo,
¡malhaya su toro padre!
que si no lo hacemos presto
un lazo con qué amarrarle
no deja gañán vestido
ni mula con atalajes.
(Entra Juana Antonia en la casa)
OLMEDO
Iremos... aunque no se
en que pueda yo ayudarte,
No son hoces, sino lanzas,
y jinetes, que no infantes,
las armas y los monteros
que para esta caza valen.
MIGUEL ANGEL
El nuevo comendador,
señor de Ocaña, ya parte
sobre un bayo, lanza en ristre,
por dar al novillo alcance.
Y va flotando su capa,
como una nube en e1 aire,
y la pluma de su gorra
tiende el vuelo como un ave.
JUANA ANTONIA
(Saliendo con la soga)
¡La soga!
MIGUEL ANGEL
¡Vamos, Olmedo!
OLMEDO
¿Yo también?
JUANA ANTONIA
¿Serás cobarde?
OLMEDO
No lo fuera si estuviese
muerto el toro y con tomate.
(Vanse los dos hombres por el foro derecha)
JUANA ANTONIA
(Viéndoles marchar)
No os arriméis y dejad
que el comendador lo mate.
(Volviendo al patio)
Voy a encender un candil
y a ponérselo a la imagen
de la Madre del Señor.
¡Reina de los Cielo, sálvales!
(Mutis por la izquierda. Salen por la
iglesia Blasa y Roque)
ROQUE
¡Blasa!
BLASA
¡Roque!
ROQUE
¡Qué alegría!
BLASA
¡Ya casada!
ROQUE
¡Ya casada!
BLASA
¡Hasta verlo...!
ROQUE
¡Yo temía...!
BLASA
Pero... ¡nada!
ROQUE
¡Nada!
BLASA
¡Nada!
ROQUE
¡Es muy rico!
BLASA
Cuenta a ciegas
mil y pico...
ROQUE
De fanegas.
¡Colocar a una sobrina
con un hombre tan honrado!
BLASA
Un sobrino es una mina
para un tío malrotado.
ROQUE
¡Santo cielo, qué sobrina
nos has dado!
BLASA
Cuando mande en esta casa
hay que hacer que no se apoque
y que no nos ponga tasa.
ROQUE
¡Bueno, Blasa!
BLASA
¡Claro, Roque!
(Sale Juana Antonia de la casa)
JUANA ANTONIA
¿Se acabó la ceremonia?
BLASA
Todavía falta un poco,
¡ay, amiga Juana Antonia!,
pero yo en que me sofoco.
ROQUE
¿No es razón que se sofoque
si Casilda se nos casa?
(Aparte)
¡Llora, Blasa!
BLASA
(Lo mismo)
¡Vamos, Roque!
LOS DOS
(Soltando el llanto)
¡Ay, Dios mío!
JUANA ANTONIA
¿Qué les pasa?
BLASA
El vacío
que ha dejado en nuestra casa.
ROQUE
¡Ay, qué horrible sobresalto!
BLASA
Y decid: ¿no habría modo
de aliviarlo con el codo
puesto en alto?
JUANA ANTONIA
¡Pobrecillos! Me dan pena.
Voy a darles un sostén,
ROQUE
¡Y un poquito de la cena
si probáramos también!...
JIANA ANTONIA
¿Una buena
zanahoria,
asadita en una brasa?
ROQUE
¡Con un gallo en pepitoria
y algún que otro albaricoque!
BLASA
(Aparte)
¡Bravo, Roque!
ROQUE
¡Digo, Blasa!
JUANA AUTONIA
(Aparte, haciendo mutis)
¡Como yo no me equivoque
dan al traste con la casa
esta, Blasa y este Roque!
(Mutis a la casa)
OLMEDO
(Dentro)
¡Ea!
MIGUEL ANGEL
¡Paso!
OLMEDO
¡Paso!
MIGUEL ANGEL
¡Ea!
ROQUE
¿Qué sucede?
MIGUEL ANGEL
(Entrando)
¡Paso!
OLMEDO
(Idem)
¡Paso!
MIGUEL ANGEL
¡Juana Antonia!
OLMEDO
¡Qué desgracia!
BLASA
Miguel Angel: explicaos.
(Sale de la casa Juana Antonia)
OLMEDO
El novillo a don Fadrique
sin respeto ha derribado.
MIGUEL ANGEL
Y, sin vida, a nuestra casa
lo conducen sus lacayos.
JUANA ANTONIA
¡Avisad a Peribáñez!
BLASA
Y también al licenciado;
que, a lo menos, ni se muere,
salve el alma, ¡Roque, vamos!
(Cuando Roque va a salir por el fondo,
llegan don lacayos y dos labriegos que traen el cuerpo inerte de Don Fadrique. Síguelos
un pequeño grupo de hombres)
ROQUE
¡Aquí está!
OLMEDO
Sin vida viene.
JUANA ANTONIA
Sacaré donde acostarlo.
(Entra en la casa en compañía de Blasa
y, a poco, salen ambas con un sillón de cuero donde acomodarán al comendador)
(Música)
(Por
el fondo suena el alegre canto de boda)
CORO
Trébole de la casada,
que a su esposo quiere bien;
de la doncella también
entre paredes guardada
que, fácilmente engañada,
sigue su primer amor...
¡Trébole, ay, Jesús, cómo huele!
¡Trébole, ay, Jesús, qué olor!
(Durante el cántico - apenas lo oyó -
hace mutis Roque por el fondo y luego aparecen los primeros grupos que vuelven
de la boda. Ahora se abre paso entre ellos Peribáñez, a quien siguen Roque y
Casilda)
(Hablado)
PERIBAÑEZ
Dejadme pasar, amigos.
¡Cesen músicas y cantos!
¿Qué fue?
ROQUE
¿Pues no te lo digo?
PERIBAÑEZ
¡Señor!
CASILDA
¡Señor!
PERIBAÑEZ
!Mal presagio!
Pero ¡corred por doquiera!
¡Traed tisanas y bálsamos!
Yo, buscaré quien le salve,
tú,
(A Casilda)
mi esposa, de su lado
no te apartes, por si vuelve
del sopor, y sabe honrarlo
mientras torna tu marido,
que es su amigo y su vasallo.
¡Ea! ¡No puedo haber fiesta
de tornaboda! ¡Marchaos!
Una silla en que llevarle,
traed luego sus lacayos...
Y, si muere don Fadrique,
en día tan señalado
que lo soñé el más dichoso,
¡lo llamaré el más infausto!
(A la voz de mando de Peribáñez se han
ido marchando todos: el coro, por derecha e izquierda del fondo, así cono
Olmedo, Blasa y Roque; Juana Antonia, al interior de la casa; los lacayos, por
el fondo derecha; a lo último, Peribáñez se va por esto mismo lado con Miguel
Angel, quedando solos en escena Casilda y don Fadrique, este todavía desmayado)
(Música)
CASILSA
¡Caballero bien portado,
por tus hechos alabado!
¿Quién así te ha maltratado,
caballero?
¿Cómo agora en tierra dan
con tus alas de alcotán,
si no ha habido capitán
que triunfara de tu acero?
¿Es posible que tu vida
se doblegue a la embestida
de una fiera embravecida,
caballero?
(Ofreciéndole el azahar de novia para
que aspire su olor)
¿Estas flores de azahar,
no podrían despertar
en tus ojos el mirar,
aunque mire altanero?
¡Yo te haré resucitar,
caballero!
FADRIQUE
¡Ay... de mí!
CASILDA
¡Señor! ¡Señor!
FADRIQUE
¿Quién me habla?
CASILDA
Yo os hablé.
Perdonadme,
FADRIQUE
(Recobrándose)
Del dolor
en la gloria desperté.
CASILDA
Todavía deliráis.
FADRIQUE
¡Oh, qué hermosa aparición!
(Incorporándose)
CASILDA
Don Fadrique, ¿dónde vais?
FADRIQUE
A decirte mi opinión.
Estuve muerto en el suelo,
y, como ya lo creí,
cuando los ojos abrí
pensé que estaba en el cielo.
Desengañadme, ¡por Dios!
que es justo pensar que sea
el cielo donde se vea
que hay ángeles como vos.
CASILDA
Antes, por vuestras razones,
podría yo presumir
que estáis cerca de morir
y os dan alucinaciones.
Y advierta vuesaseñoría
que, si es agradecimiento
de hallarse en ni casa, es mía
apenas hace un momento.
FADRIQUE
¿Sois la novia?
CASILDA
Casada
y muy bien empleada.
FADRIQUE
Con algún labrador?
CASILDA
Labrador es mi hombre.
FADRIQUE
Dime cual es su nombre.
CASILDA
Peribáñez, señor.
FADRIQUE
¡Un villano!
CASILDA
Villano.
FADRIQUE
Mas de ti soberano
para siempre jamás.
CASILDA
¡Lo será hasta la muerte!
FADRIQUE
Pues si tienes esa suerte
¿para qué quiere más?
CASILDA
¡Ay de mí! ¡Señor! ¡Señor!
La fortuna no envidiéis
de un humilde labrador
a quien tanto conocéis.
FADRIQUE
Peribáñez tiene en mí
como un padre desde hoy.
CASILDA
Pues si yo mi fe le di
reparad en lo que soy!
Caballero bien portado,
por tus hechos alabado,
¿qué fortuna no has logrado
caballero?
FADRIQUE
Mis honores de señor
no se igualan al honor
de ser dueño de esa flor
que tú tienes y yo quiero.
CASILDA
Pues tomadla de mi mano.
FADRIQUE
¡Oh, perfume soberano!
CASILDA
¡El más puro y el más sano,
caballero!
Estas flores de azahar
significan que el hogar
donde se han de marchitar
es honrado y en austero.
¡No lo debes olvidar,
caballero!
FADRIQUE
¡No las dejes marchitar
que las quiero!
(Música)
(Entra por el foro el Licenciado con Blasa
y Roque)
LICENCIADO
¿A quién tengo que absolver?
BLASA
¿No era a ti, comendador?
FADRIQUE
Más ya no lo he menester,
pues, aunque soy pecador,
tiempo habrá de merecer
la indulgencia del Señor.
JUANA ANTONIA
(Saliendo con una taza de la casa)
Aquí tiene una tisana
que le hará mucho provecho.
FADRIQUE
(Aparte)
Sólo puede una villana
curarme el mal que me ha hecho.
JUANA ANTONIA
¿Ya sanó vuesaseñoría?
CASILDA
¿No lo ves?
(Malhumorada hace mutis a la casa. La
sigue el cura)
JUANA ANTONIA
Lo vi, mas creo
que no está bien todavía.
ROQUE
¿Qué sientes?
FADRIQUE
Un gran deseo
que cuando entré no tenía.
(Roque, por tomar algo, se bebe la
tisana. Entra Peribáñez seguido de Miguel Angel y dos lacayos con una silla de
manos)
PERIBAÑEZ
Señor, huélgome de ver
que luego te recobraste
en mi casa, y he de hacer
un voto, con mi mujer,
porque la vida libraste.
FADRIQUE
Mas del buen acogimiento
que me hiciste, juro a Dios
que habéis de tener los dos
pruebas de agradecimiento,
¿Qué quieres?
PERIBAÑEZ
Nada me halaga
como verte con salud.
No le hables de gratitud
a quien con ella te paga.
FADRIQUE
Para que me debas más
quiero que me pidas algo...
sobre el escudo de hidalgo
que en seguida lo tendrás.
PERIBAÑEZ
Señor...
BLASA
(A Roque)
¿Oyes?
ROQUE
Pues ni a mí
me ofreciera, pediría.
BLASA
Por eso su señoría
no se ha dirigido a ti.
PERIBAÑEZ
Señor, soy recién casado,
ya lo sabrás, y es mi oficio
desde esta hora el servicio
de la mujer que me han dado.
Me han pedido que la lleve
a la fiesta de Toledo,
y yo digo que no puedo
contrariarla, ¡ni se debe!
Mi carro de labrador
se ufanará de su carga;
mas entiendo, gran señor,
que no en una triste sarga
colgadura mejor.
Si te dignaras prestarme
una alfombra y repostero,
¡cuánto habrías de obligarme,
poderoso caballero!
Y perdona si he pecado
de atrevido y hablador,
pues ya habrás adivinado
que soy rudo labrador,
pero gran enamorado.
FADRIQUE
Tienes razón para amar
por ley divina a quien te ama...
Yo te quiero regalar
para que honres a tu dama,
y tu carro labrador
verás como se empavesa
con un tapiz, el mejor
que haya cubierto mi mesa,
y una alfombra mequinesa
de abigarrado color.
(Música)
PERIBAÑEZ
Señor, feliz me hiciste
en un momento.
La voz atiendo
de mi agradecimiento.
FADRIQUE
Yo quiero darte prueban
de ser tu amigo,
ya que tú fuiste
vasallo fiel conmigo.
PERIBAÑEZ
Gracias, señor;
el ser tu amigo es tu merced mejor.
FADRIQUE
Y mi amistad,
ya de continuo,
será la estrella
de tu camino...
PERIBAÑEZ
Sabré morir por ella.
FADRIQUE
¡Gentil querella!
¡Si Dios querría!
morir por ella
también sabría!
(Aparte)
¡Ay, por ella!
PERIBAÑEZ
Señor: en las palabras
que has pronunciado,
la dicha labras
de tu criado.
FADRIQUE
Si feliz no eres ya,
Casilda, tu dulce esposa,
feliz
te hará.
PERIBAÑEZ
(Simultáneamente con la frase anterior
del comendador)
Al oíros, señor,
bendigo a Dios porque El
me da un amigo fiel
después de un gran amor!
¡Dios me conserve
tan grande ventura!
FADRIQUE
Yo premiaré tu leal proceder con usura.
(Los
dos a la vez)
FADRIQUE
Lucha mi amor
con mi amistad
y envidio al labrador
en su felicidad.
Villana hermosa:
mi rango y mi poder,
que valen si ha de ver
que alcanza un labrador
la dicha que un señor
no puede merecer!
PERIBAÑEZ
Un buen amor
y una amistad
con una misma flor
de la felicidad.
Casilda hermosa:
tu amor es mi poder
porque eres la mujer
de un rudo labrador,
ventura que un señor
quisiera merecer.
FADRIQUE
¡Adiós y pronto
de mí tú sabrás,
En premio de tus desvelos,
¡hidalgo serás!
PERIBAÑEZ
¿Yo?
FADRIQUE
¡Tú!
PERIBAÑEZ
¿Yo?
FADRIQUE
¡Sí!
¡Lo quiero!
(Tendiéndole los brazos)
Abrázame y adiós.
PERIBAÑEZ
Señor, aquí quedamos
a tu servicio
con alma y vida.
FADRIQUE
Con alma y vida
adiós.
PERIBAÑEZ
Tu generosidad
contigo me obligó.
(El comendador ha llegado a la puerta
del foro y, desde ella, dice las últimas palabras mirando hacia el interior de
la casa. Peribáñez, inclinándose ante él, en actitud de respeto y
agradecimiento, no advierte esta última expansión de don Fadrique)
(Los
dos a la vez)
FADRIQUE
(Aparte)
¡Mujer!...
¡Adiós!
¡Oh, mujer!
PERIBAÑEZ
(A don Fadrique)
¡Señor...!
¡Adiós!
¡Gran señor!.
(Parte don Fadrique y con él sus
criados)
(Hablado
sobre la música)
JUANA ANTONIA
Y se nos aguó la fiesta.
ROQUE
Y le cena no la vemos.
PERIBAÑEZ
No se podía pensar
en holgorios y tojos,
desde que entró don Fadrique
en mi casa medio muerto.
MIGUEL ANGEL
Es el señor de esta villa.
JUANA ANTONIA
Y el más guapo caballero
de estos contornos.
MIGUEL ANGEL
¡Eh, tú!
Cuidado con los floreos;
que cuentan que don Fadrique
cuando ve unos ojos negros...
JUANA ANTONIA
Es tan enamoradizo...
¡que a mí me gusta por eso!
PERIBAÑEZ
(Al Licenciado, que sale con Casilda)
¡Hola! Albricias, señor cura,
que no habréis perdido el tiempo.
LICENCIADO
¡Con la novia... y descarnando
una pierna de cordero!
ROQUE
¡Malhaya las mis narices
que no acortaron a olerlo!
¡Anda, Blasa!
BLASA
¡Vamos, Roque!
(Atraviesan el patio para entrar en la
cara)
PERIBAÑEZ
¿A dónde vais?
ROQUE
Pues adentro.
PERIBAÑEZ
Tenéis cena y ropa limpia
en la otra casa.
BLASA
¡Laus Deo!
ROQUE
¿No nos quedamos aquí
con vosotros?
PERIBAÑEZ
No, por cierto,
porque éste es nido de amor,
no escondrijo de mochuelos.
CASILDA
¡Pedro!
PERIBAÑEZ
Fue broma, mujer.
BLASA
(Aparte a Roque)
¿Oyes?
ROQUE
Oigo.
BLASA
(A Casilda)
Dame un beso.
ROQUE
Hasta mañana, sobrina.
PERIBAÑEZ
Mas no muy temprano.
CASILDA
Vamos, que hasta la otra casa
hay media legua lo menos.
ROQUE
(Aparte a Blasa, haciendo mutis)
¡Un sobrino es una mina!
BLASA
(Aparto a Roque)
¡No lo dirás por el nuestro!
(Vanse por el lateral derecha con Miguel
Angel y el Licenciado. Juana Antonia, entra en la casa. A poco se advierte luz
en la abierta ventana de la izquierda)
PERIBAÑEZ
¡Cuánto tardaron en irse!
CASILDA
¿Por qué se fueron tan pronto?
PERIBAÑEZ
¿Te da miedo mi cariño?
CASILDA
¡Que me falte es lo que temo!
(Música)
PERIBAÑEZ
Ya estamos en casa...
¡La nuestra, mujer!
En ella no caben
traición ni doblez.
CASILDA
Si cabe en tu casa
mi felicidad,
un palacio
mayor no habrá.
(Casilda se dirige, de un modo natural,
a la casa; pero él antes de que ella llegue, la detiene con un ademán; cierra la
puerta guardándose la llave, y toma de la mano a Casilda)
PERIBAÑEZ
Ven, Casilda, conmigo,
porque quiero que veas
desde aquel altozano
como lucen mis tierras,
a la luz de la luna
que envidiosa se quiebra
cuando da en las espigas
tan doradas y esbeltas.
Ven a ver mi rebaño
de corderos merinos,
en el tibio refugio
maternal del aprisco.
Y la parva en la era,
y en la vid los racimos,
y en las trojes el grano
y en la loma el molino.
Ven conmigo, Casilda,
porque quiero que sepan
que de aquestos estados
y de mi ya eres reina.
CASILDA
Pedro: a la luz de la luna
quiero decirte otra vez
que no por rico te quise,
sino por hombre de bien;
por tu cabal pensamiento,
por tu sentir sin doblez;
¡porque te quiero y me quieres
como tú saben querer!
¡Ah! ¡Ah!
De tu mano leal
donde quieras iré.
PERIBAÑEZ
¡Mi bien!
CASILDA
Como un ciego amorcillo
tras de ti marcharé;
dame la mano
sé mi lazarillo.
PERIBAÑEZ
Ven de mi nano, Casilda,
ven de mi mano, mujer;
ya estamos en nuestra casa...
CASILDA
Ya estamos en nuestra casa...
PERIBAÑEZ
Su dueño y mío has de ser.
De mis hazas paniegas
serás amapola...
CASILDA
Pintada de rubor.
PERIBAÑEZ
...De mis hondos afanes
serás confidente.
CASILDA
Confías en mi amor.
PERIBAÑEZ
Ven conmigo, Casilda,
porque quiero que sepan
que de aquestos estados
y de mí ya eres reina,
CASILDA
Que te quiero y me quieres
presto van a saber.
PERIBAÑEZ
Porque presto lo sepan
dame un beso, mujer.
CASILDA
Tómalo.
(Casilda da, un beso a Peribáñez, que la
abraza)
¡Dulce bien!
PERIBAÑEZ
¡Flor de amor!
CASILDA
¡Cielo azul!
PERIBAÑEZ
¡Miel en flor!
CASILDA
¡Luz de hogar!
PERIBAÑEZ
¡Claro sol!
CASILDA
¡Deslumbrante luz!
PERIBAÑEZ
¡Mi amor!
(Ambos, abrazados, hacen mutis por la
derecha)
(Hablado
sobre la música)
(Hay una pequeña pausa. En seguida llega
Olmedo por el foro)
OLMEDO
Yo no sé lo que me pasa
desde hace don horas hoy.
Por muchas vueltas que doy
vengo a parar a esta casa.
Temo que aquella mujer
que me pidió que alabase
su hermosura en una frase
me va a dar mucho que hacer.
Mas... ¡se fueron! Ya la cena
se ha debido de acabar.
(Viendo aparecer a Don Fadrique por el
fondo)
Señor...
FADRIQUE
¡Calla!
OLMEDO
¿Vas a dar
al novio la enhorabuena?
FADRIQUE
No sé dónde voy, pues di
sin pensarlo en esta casa.
OLMEDO
Pues ya sé lo que te pasa,
don Fadrique: lo que a mí.
FADRIQUE
Venía a ver...
OLMEDO
Gran señor.
(Mirando a la ventana)
Pienso que tarde llegáis.
Esa luz que columbráis
está alumbrando al amor.
FADRIQUE
¡Mi amor!
OLMEDO
No me lo decid.
FADRIQUE
Amo a Casilda... la quiero
con amor de caballero...
y al mundo en honrada lid
se la hubiera disputado
para hacerla mi mujer.
Mas ¡ay! que tarde he llegado.
No mereció mi poder
lo que un plebeyo ha logrado.
OLMEDO
Vamos, señor... Este hogar
merece respeto agora.
Vámonos, porque es la hora
del amor...
(Medio mutis)
FADRIQUE
Y de soñar.
(Olmedo saluda al comendador con una reverencia
y se va por el foro)
(Música)
FADRIQUE
Tus ojos me miraron;
tus ojos color de alba clara.
¡Ay!
Sentí que me moría,
¡sentí que me robaste el alma!
!Ay! ¡Ay!
Sin alma vengo a que me miren,
¡Ay!
...tus ojos color de alba clara.
(Don Fadrique que está en el primer término
de la escena, queda un momento inmóvil Luego se repone y se dirige lentamente a
la puerta del foro. Cuando llega a esta, vuelve y viene nuevamente al centro de
la escena)
Yo sé que nunca han de mirarme
¡Ay!,
tus ojos color de alba clara.
¡Ay! ¡Ay!
¡Si así lo quieres tú
mejor sería no vivir
que la ilusión
de vivir sin alma!
(El telón ha ido cayendo lentamente)
FIN DEL PRIMER ACTO
ACTO SEGUNDO
CUADRO PRIMERO
"Gran cocina en la casa de labor de
Peribáñez. Al foro la puerta y la ventana que corresponden con el exterior del primer
acto. En el rincón a la derecha del actor, el hogar, bajo una gran campana. El
lateral izquierdo forma un ángulo doble; a ras de la ventana arranca un muro
perpendicular al foro en el que hay una alacena; forma luego un ángulo recto
hacia la izquierda, y en este lienzo de pared hay una ventana practicable a regular
altura, recayendo sobro una escalera también practicable, en cuyo final se abre
una puerta en segundo término del lateral izquierda; en primer término de este
mismo lateral, otra puerta, pequeña, a ras del suelo. La baranda de la escalera
es cortísima y revestida de yeso, y el pasamano, de madera tosca. A ambos lados
del hogar y debajo de la alacena, sendos poyos, sobre la puerta de la cuadra
hay una piquera de pajar, En la campana, de la chimenea, y en los dos muros inmediatos
a ella, vasares, con objetos de loza talaverana. Una pequeña mesita, colocada a
la izquierda. Varios taburetes. Un velón sobre otra mesita. Un candil, al lado del
hogar. Por la puerta de la cuadra entra el resplandor de una farola. Al abrirse
la puerta y la ventana del foro, se ve el patio, con la bodega al fondo. Es de
noche".
(Antes de levantarse el telón, hay un
preludio. Suena dentro, clara y distintamente, la voz del Pregonero que dice:)
PREGONERO
Villanos y lugareños
de Ocaña y de su encomienda:
sabed que el rey don Enrique
va en persona a hacer la guerra,
y manda que de labriegos
se haga voluntaria leva,
para batir a los moros
en Jerez y su frontera.
Fórmese una compañía
de ballesteros y sea
Peribáñez capitán
de esa mesnada realenga.
El comendador de Ocaña
publicarlo así lo ordena.
(El pregón se repite luego muy lejos, y
a poco suena dentro también y en la lejanía el canto del coro)
CORO
A la guerra va mi / tu amante,
pero tiene que volver
y traerte la celada
del rey moro de Jerez.
(Se levanta el telón. En el centro de la
cocina, en torno a una gran sartén de patas, colocada en el suelo, cenan Olmedo,
Chaparro y otros segadores. A la derecha, en segundo término, entre el hogar y
la puerta de la cuadra Juana Antonia y Miguel Angel cenan también en una sartenilla
de patas. Hay buen humor y alegría)
(Hablado)
MIGUEL ANGEL
(A Olmedo)
Y tu ¿desaíras al nueso
comendador?
OLMEDO
Y aunque fuera
al mismo rey de Castilla,
¿Desde cuándo fue la guerra
juego de gentes villanas
ni hubo mesnadas labriegas?
(Entran por el foro, Roque y Blasa)
ROQUE
¡Dios os guarde!
BLASA
¡Buenas noches!
JUANA ANTONIA
(Aparte)
¿A qué vendrá esta pareja?
ROQUE
¿Ya se marchó Peribáñez?
(Silencio en todos)
BLASA
¿No va a correr estas tierras
de alrededor reclutando
soldados, con los que piensa
formar una compañía
de Ocaña y de su encomienda?
ROQUE
Pues aquí nos quedaremos
nosotros hasta que vuelva.
BLASA
No venimos por codicia
de si se come o se cena
mejor o peor, quo entrambos
tenemos la mesa puesta.
OLMEDO
Ya sabemos que es el propio
comendador quien, por ciertas
medicinas que le dais
para curar su tristeza
os permite que en su casa
disfrutéis de su despensa.
BLASA
¡Gran señor es don Fadrique!
OLMEDO
¿Ya curó de su dolencia?
ROQUE
(Asintiendo)
La caída fue espantable.
OLMEDO
Cayó... como de una estrella.
PERIBAÑEZ
(Que sale por la puerta de la escalerilla)
¡Hola! ¿También vais de ronda?
BLASA
De despedida.
ROQUE
¿No cuentan
que el señor de Peribáñez
cambió la rústica esteva
por la espada? Pues nosotros
holgámonos de esa nueva.
PERIBAÑEZ
Don Fadrique lo ha dispuesto
y es mi norte la obediencia.
BLASA
(A Casilda, que sale también por la
segunda puerta de la izquierda, con e1 capote pardo de Peribáñez al brazo)
Casildilla, aquí nos tienes.
ROQUE
Si tu marido nos deja
que durmamos en su casa
mientras que él anda por fuera.
PERIBAÑEZ
¡Vosotros tenéis la culpa
de no vivir siempre con ella!
(Música)
PERIBAÑEZ
(A Miguel Angel)
¿Vamos, seor escudero?
MIGUEL ANGEL
¡Vamos, seor capitán!
CASILDA
(Que ha bajado la escalerilla)
Toma tu capa, buen mozo.
PERIBAÑEZ
(Poniéndosela)
Ella no torna galán.
CASILDA
La capa de paño pardo
no es prenda de caballero
guerrero.
No sabe doblar un dardo
de acero.
La capa de pago pardo
se viste en la tierra llana
y es prenda de paz y amor.
¡Qué airoso, con su tabardo
de lana!
va al campo mi labrador!
En sus vuelos quizás,
alguna vez,
una espiga clavó
la rubia mies,
¡Ah!
Signo de paz;
flecha de oro que no
hiere jamás.
A tu capa labriega
de tosca traza,
tengo envidia, y de celos me ciega
ver que te abraza.
Y con ella, mi bien
te marchan hoy.
¡Ah!
Yo, que por seguirte
diera vida y alma,
no me voy.
PERIBAÑEZ
¡Ay, cuando sienta
sus dulces abrazos!
Creeré que tus brazos
me abrazan también!
CASILDA
La capa de paño pardo
se teje con lana fina
merina,
y es áspera como el cardo
de espina.
La capa de paño pardo
no es túnica de doncella
ni manto de emperador...
Por eso va tan gallardo
con ella
mi esposo, que es labrador.
En mi arcón de nogal
te la guardé,
con un ramo oloroso
de laurel.
¡Ah!
Pienso feliz,
que ese aroma quizás
te hable de mí.
A tu capa confío
mi triste cuita,
para que ella, en mi nombre, bien mío,
te la repita.
Al salir del hogar,
piensa en volver.
¡Ah!
Mira que en tu casa
queda suspirando
tu mujer.
(Suenan en el portón tres golpes)
TODOS
¿Quién habrá llamado?
¿Quién será?
PERIBAÑEZ
Abre, Miguel Angel.
MIGUEL ANGEL
¡Eh! ¿Quién va?
DAVID
(Dentro)
¡Abrid, abrid,
por caridad!
PERIBAÑEZ
¡Abre ya!
(Abre Miguel Angel y aparece David, un
viejo marchante judío que avanza solemnemente apoyándose en un alto bordón)
DAVID
¿Quién es Peribáñez?
PERIBAÑEZ
¿Qué quieres de mi?
DAVID
Dormir en tu casa,
pagarte... y partir.
PERIBAÑEZ
Llegaste en mal hora.
Mi casa no es venta.
Si acaso consiento
que duermas en ella,
no puedo cobrarte
la hospitalidad.
DAVID
Escúchame y oye
con quien te las has.
Allá, en la judería toledana,
en una, calle lóbrega y oscura,
yo tengo un manantial de donde mana
maravillosa linfa de agua pura.
La taza de alabastro donde brota
refulge como un sol al recogerla,
y al declinar el día, cada gota
se pronto se convierte en una perla.
(Saca un envoltorio que llevaba oculto
bajo el ropón)
CORO
¡Prodigio milagroso
de Dios o de Luzbel!
DAVID
¡Hechizo prodigioso
de un hijo de Israel!
(Mostrando unan arracadas con dos
racimos de perlas)
Perla
de maravilloso Oriente;
gota
de la linfa de mi fuente;
chispa
transparente y luminosa
que del Sol te han escapado:
¡para adorno de una hermosa
te he forjado!
El hijo de Israel, porque es abuelo,
conoce de los hombres la flaqueza,
que por una mujer pierden el cielo
si se lo piden labios de cereza.
El juego del amor es ni aliado;
mis perlas son figura monetaria
con que se compra a veces el pecado,
y, a veces, la virtud imaginaria.
Mira
cómo lucen estas perlas;
quiero
sobre tus mejillas verlas;
toma
esta alhaja como pago
del favor que me haces hoy.
Nada valen; yo las hago,
¡yo las doy!
(Hablado)
PERIBAÑEZ
Yo no te puedo comprar
joya de tan alto precio,
porque en un villano es necio
salirse de su lugar.
DAVID
Si el candeal y la paja
de tus trojes malvendieras
para comprar una alhaja
a tu mujer, necio fueras...
Más, si al tirar la simiente
ves en el surco una perla,
¿qué harías sino recogerla,
aunque seas muy prudente?
PERIBAÑEZ
Tú me la das...
DAVID
No; te pido
un albergue acogedor,
y luego pago el favor,
porque soy agradecido.
PERIBAÑEZ
(A Casilda)
Vuelve esas perlas, mujer.
CASILDA
(Sin tomar las alhajas)
Tú lo mandas.
DAVID
Tú obedeces
y el sacrificio le ofreces
de tu gusto.
PERIBAÑEZ
(A ella)
¿Puede ser?
¿Tú las quieres, dueña mía?
CASILDA
Son lindas; mas yo no quiero
sino lo que tú.
PERIBAÑEZ
Judío:
te las compro... ¡por dinero!
¿Cuánto valen?
DAVID
Ya lo dije:
una noche de posada
en una morada honrada.
¿Por qué dudas? ¿Qué te aflige?
PERIBAÑEZ
Que he de salir y no puedo
quedarme la noche en vela
haciéndote centinela.
CHAPARRO
¡Yo me quedo!
ROQUE
Y nosotros.
OLMEDO
Claro está.
BLASA
Ve tranquilo.
JUANA ANTONIA
No haya miedo,
quo no se la robará.
PERIBAÑEZ
(A David)
¡Quédate!
OLMEDO
(Aparte)
Ya espigará
esta sementera, Olmedo.
PERIBAÑEZ
Y todos mirad que salgo
de mi casa, y os confío
un huésped, que, aunque judío,
le haréis honores de hidalgo,
y mi mujer, que es la prenda
que más vale de mi hogar.
OLMEDO
¡Sin miedo puedes marchar,
que no habrá quien les ofenda!
(Música)
CASILDA
(Con emoción profunda, pero contenida, queriendo
consolar a Peribáñez)
Me guarda la sombra
que dejas aquí,
y aunque es tu primera salida de casa
después de la boda, no temas por mí.
Los días son cortos.
Tres días, ¿qué son?
¡Verdad que tres días sin verte a mi lado
serán en mi alma tres días sin sol!
PERIBAÑEZ
Tu propio albedrío
será tu guardián.
¡Los días son cortos! Los días felices
apenas, Casilda, se sienten pasar.
¡Qué, tristes, empero,
los días sin luz!
Y aquesta salida será noche larga
si pienso, alma mía, que no vienes tú.
CASILDA
¡Adiós, dulce bien!
PERIBAÑEZ
Me voy, y al salir
ya pienso en volver.
CASILDA
¡Saberlo, será
sostén
de mi voluntad!
¡Ah!
¡Tu vuelta fio en Dios
¡Dulce bien, adiós!
(Abrazados los dos hacen mutis lentamente.
Los demás personajes a excepción de David, Roque y Blasa, se detienen un poco y
cantan suavemente)
TODOS
La ausencia ha nublado
su luna de miel.
Si apenas dos noches la luna fue clara,
¿Por qué tan a prisa menguada se ve?
No sé que presagios
me dan que temer,
No acierto a explicarme con buenas
razones,
por qué se ha nublado su luna de miel.
(Los anteriores personajes, algunos formando
parejas, hacen mutis, también con lentitud, por la puerta del foro, y sus voces
se pierden a lo lejos. Han quedado solos en escena David, Blasa y Roque; el
primero, sentado en un poyo, debajo de la alacena)
(Hablado)
BLASA
Estamos sorprendidos de tu ciencia.
ROQUE
(Imitando a su mujer)
Bien lo hiciste... Samuel.
DAVID
David me llamo.
ROQUE
¡David!
BLASA
(A Roque)
¡David, señor! En mi presencia
te lo dijo nostramo.
(A David)
Puede el comendador quedar tranquilo.
ROQUE
¡No cabe hacerlo con mayor sigilo!
BLASA
Nadie acertó que fuiste mensajero
de tan gran caballero.
DAVID
¡Callad!
BLASA
Y sabe, agora que hay espacio,
que don Fadrique nos mandó.
ROQUE
Que quiso
que alguien te vigilara.
BLASA
Y que a palacio
nos volvemos los dos a darle aviso
de que has cumplido bien el compromiso.
DAVID
¡Desconfía de mí!
BLASA
(Aparte a Roque)
Cayó en la red.
ROQUE
Toda mi confianza puso en ti.
DAVID
Pues decidle, y sabed
que si bien me pagó, bien le serví.
ROQUE
Se lo diremos.
DAVID
(Haciendo mutis por la derecha)
¡Sepa don Fadrique
que el rabino David no prevarica!
BLASA
¿Lo ves, Roque? Parece que le pica.
ROQUE
Déjalo; si le pica, que le pique.
BLASA
Tras el regalo, vendrá quien regala.
ROQUE
Si don Fadrique intentara venir...
BLASA
¿Qué harías, Roque?
ROQUE
Tal vez darle paso.
BLASA
¿Y si no viene?
ROQUE
Le iría a buscar.
BLASA
No te conozco. ¡Las cazas al vuelo!
ROQUE
Entre, que haciéndolo, sirvo al doncel
y a Peribáñez le pago en moneda
muy semejante a la que él empleó...
¡siento un deseo de entrar esta noche
con don Fadrique por ese zaguán!...
BLASA
Roque, no dudes. Yo aquí permanezco
para poner a Casilda en sazón.
Sal en su busca, y así que reposen,
tráete al galán y penetras con él.
ROQUE
Vuelo, ¡mi vida!
BLASA
¡Mi aliento!
ROQUE
¡Mi encanto!
BLASA
No te me vayas, truhán, por ahí.
(Mutis de Roque por el foro y de Blasa
por el primer término de la izquierda)
DAVID
(Que sale por la derecha)
Creo que nadie me ha visto
dónde escondía el tesoro.
(Entran Olmedo y Chaparro con los demás
segadores)
OLMEDO
Estos viejos habladores
han dejado al huésped solo.
(A David).
Tendréis que dormir, amigo,
en uno de aquestos poyos.
DAVID
Donde queráis...
CHAPARRO
En la cuadra
hace un calor del demonio.
DAVID
Para un viejo de mis años
no hace calor ni en agosto.
OLMEDO
Pues, a dormir, que también
vamos a hacerlo nosotros.
DAVID
Buenas noches.
(Mutis por la derecha)
CHAPARRO
Tengo un sueño
que, de aquí a un instante, ronco.
OLMEDO
¡Ay, qué vida, segador!
¿Por qué no serás canónigo?
(Se han acomodado en los poyos los que
caben y los demás en el suelo)
CASILDA
(Entrando con Juana Antonia)
Yo cerraré, Juana Antonia.
(Cerrando las hojas del portón)
Ya echareis vos el cerrojo.
BLASA
(Sale por la izquierda)
¡Hace un calor en la sala..!
CASILDA
¿Cómo fuese el tío?
BLASA
¿Cómo?
Y ¿te extraña que se marche
cuando él es tan puntilloso?
Eso de habernos llevado
a otra casa, donde el lomo
está encerrado con llave,
a cualquiera le da enojo.
Gracias a que don Fadrique
- ¡ese sí que es un buen mozo! -
cuando se enteró...
(A Juana Antonia que vuelve, pronta a
terciar)
¿No vas
a acostarte?
JUANA ANTONIA
Sí; que estorbo.
(Mutis por la izquierda)
BLASA
Tú no puedes ser feliz
con un marido tan hosco.
CASILDA
Júrote que no podría
soñarlo más cariñoso.
BLASA
Se pasa el día en sus trigos...
CASILDA
De sol a sol.
BLASA
¡Qué abandono!
CASILDA
No haciéndolo desear,
¿qué valdría su retorno?
BLASA
(Tomando el velón)
¡Cada cual con su fortuna!
CASILDA
Dame el velón.
BLASA
(Dándoselo)
Ya lo hago.
¿Por cuantas puntas lo apago?
CASILDA
No lo apagues, por ninguna.
Velaré.
BLASA
¡Brava querella!
CASILDA
¡Brava precaución, tía Blasa!
Hay un huésped en la casa
y el amo no duerme en ella.
BLASA
(Observando a Casilda que sube por la escalera)
¡Luces buenas arracadas!
CASILDA
¡Ya estoy de ellas pesarosa!
BLASA
¿Te parecen extremadas
para una villana hermosa?
CASILDA
Desque las llevo colgadas
siento en el pecho punzadas
¡y duélenme como espadas
de la Virgen dolorosa!
(Hacen mutis ambas; Casilda por el segundo
término y Blasa por el primero de la derecha. Después de una breve pausa, se
abre el postigo de la puerta del fondo y aparece Don Fadrique seguido de Roque.
El comendador se envuelve en amplia capa y lleva sombrero de labriego)
FADRIQUE
Pasa, villano.
ROQUE
(Entrando)
Señor,
pienso que fuese mejor
que yo me quedara al raso.
FADRIQUE
Piensa que eres el autor
de que yo de este mal paso.
(Olmedo y Chaparro que han escuchado y
escuchan discretamente el diálogo, prestan cada vez más atención a la maniobra
de los intrusos)
OLMEDO
¿Oyes?
(A media voz)
ROQUE
Señor, adelante.
La fortuna es del audaz.
FADRIQUE
Quédate aquí vigilante.
ROQUE
Subid.
(Don Fadrique gana la escalera y en vano
intenta abrir la puertecilla)
CHAPARRO
¿Le viste el semblante?
OLMEDO
Es inútil su disfraz.
¿No oíste decir señor
y no ves su atrevimiento?
Pues sólo el comendador
tiene aquí ese tratamiento
y audacias de burlador.
FADRIQUE
¡Maldita puerta! ¡No cede!
ROQUE
(Retirándose medroso al lado del
postigo)
Ya me entran a mi sudores.
FADRIQUE
(Bajando la escalera)
¡Se encerró en su cuarto adrede!
CHAPARRO
(Haciendo ademán de levantarse)
¡Lo mato!
OLMEDO
(Conteniéndole)
¡No! no puede
hacer justicia a señores.
(Se abre la ventana y aparece en ella Casilda.
Un rayo luminoso del velón de su alcoba sale al exterior)
CASILDA
¿En hora de madrugar,
amigos?
FADRIQUE
Señora mía,
ya se va acercando el día
y es tiempo de ir a segar.
Demás que, saliendo vos,
sale el sol, y es tarde ya.
¡Lástima a todos nos da
de veros sola, por Dios!
No os quiere bien vuestro esposo,
pues sin cuidado se fue
y os deja una noche. A fe
que si fuese tan dichoso
el comendador de Ocaña,
- que se yo que os quiere bien,
aunque le mostréis desdén
y sois con él tan extraña -
no os dejaría aunque el rey
por sus cartas le llamara,
que dejar sola era cara
nunca fue de amantes ley.
CASILDA
Labrador de lejanas tierras
que has venido a nuestra villa
convidado del agosto,
¿quién te dio tanta malicia?
Más quiero yo a Peribáñez
con su capa la pardilla
que a1 comendador de Ocaña
con la suya guarnecida;
más precio verle venir
con su yegua la tordilla,
- la barba llena de escarcha
y de polvo la camisa -
que ver al comendador
con gorra de seda rica
y cubiertos de diamantes
los brahones y capilla.
El comendador de Ocaña
servirá dama de estima,
no con sayuelo de grana
ni con saya de palmilla.
Copete traerá rizado,
gorguera de holanda fina,
no cofia de Pinos basta
y toca de argentería.
Dirále en cartas discretas
requiebros a maravilla;
no labradores desdenes,
envueltos en señorías.
Olerále a guantes de ámbar,
a perfumes y pastillas,
no a tonillo ni cantueso,
poleo y zarzas floridas.
Y, cuando el comendador
me amase como a su vida
y se diesen virtud y honra
por amorosas mentiras,
¡más quiero yo a Peribáñez
con su capa la pardilla
que al comendador de Ocaña
con la suya guarnecida!
FADRIQUE
Quedo, señora... Señora!
Casilda, hermosa Casilda.
Yo soy el comendador;
abridme por vuestra vida.
Mirad que tengo que daros
dos sartas de perlas finas
y una cadena esmaltada
de más peso que la mía.
CASILDA
(Alzando la voz)
Segadores de mi casa,
no durmáis, que con su risa
os viene a alumbrar la aurora
y os está llamando el día;
que, al que a la tarde viniere
con más manadas cogidas,
¡le mando el sombrero grande
con que va Pedro a la viñas!
(Se retira de la ventana)
CHAPARRO
Olmedo, nuestra ama llama.
ROQUE
¡Huye, señor, huye a prisa,
que te va a ver esta gente!
FADRIQUE
¡Eres villana y altiva!
Pues aunque gaste mi hacienda,
mi honor, mi sangre y mi vida,
¡he de rendir los desdenes
con que me matas, Casilda!
(Vase por el foro con Roque. Olmedo y
Chaparro que han seguido la anterior escena con creciente interés, se levantan
rápidamente en cuanto el comendador desaparece)
CHAPARRO
(A Olmedo)
¡Qué gallardamente el ama
se ha sabido defender!
OLMEDO
Un cantar tengo que hacer,
¡para que sepa la fama
que tiene orgullo de dama...
y lealtad de mujer!
TELON Y MUTACION
CUADRO SEGUNDO
Exterior de una venta, en el camino de
Ocaña a Toledo. Tiene una puerta practicable, que aparece en el lado derecho.
Sentados en un banco tosco que habrá a la izquierda, Miguel Angel, y algunos jóvenes
Labradores beben con alegría en jarras, de las que están dando fin. A sus voces
acudirá el ventero Quintanilla, saliendo de su venta.
(Hablado)
MIGUEL ANGEL
¡Otro tiento!
LABRADOR 2º
Es buen tintillo.
LABRADOR 1º
Se sube un poco a las barbas,
MIGUEL ANGEL
Mas lo bebes y te engarbas
como en el olmo el cuclillo.
LABRADOR 1º
¡Otra jarra por mi cuenta!
MIGUEL ANGEL
¿Para cada cual?
LABRADOR 1º
Sin tasa.
MIGUEL ANGEL
¡Quintanilla! ¡Ah, de la casa!
LABRADOR 2º
¿De la casa?
MIGUEL ANGEL
O de la venta.
QUINTANILLA
(Con una jarra en la mano)
Vuestro jefe mucho tarda.
MIGUEL ANGEL
La recluta no es negocio
tan sencillo cuando el ocio
prefiere el asno a la albarda;
mas en esta venta tuya
nos habernos de encontrar
así que en aquel lugar
la leva el amo concluya.
LABRADOR 1º
(Levantándose con trabajo y avanzando
hacia Quintanilla con leve tambaleo)
¡Bebe, Quintanilla!
QUINTANILLA
¡No!
LABRADOR 1º
¡Qué bebas o te bautizo!
(Quintanilla se aparta hacia la derecha)
MIGUEL ANGEL
(Al Labrador 1º, y sujetándole)
¡Calla, bestia!
(A Quintanilla)
Es un tontizo
y el trago le alborotó,
(Sale por la derecha David. Mientras los
labradores soportan la pesada obsequiosidad de su compañero)
DAVID
Buenos días.
QUINTANILLA
Dios te guarde.
DAVID
¿El ventero?
QUINTANILLA
En tu presencia.
DAVID
(Aparte a Quintanilla)
Y ¿esa chusma?
QUINTANILLA
Ten prudencia,
porque no es gente cobarde.
DAVID
¿Arrieros?
QUINTANILLA
No, Labradores,
que presto serán soldados,
en estos alrededores,
por su jefe, reclutados,
DAVID
Y, ¿quién es su jefe?
QUINTANILLA
¿Quién?
(Con énfasis)
¡Un labrador!
DAVID
Y... ¿se llama?
QUINTANILLA
¡Peribáñez!
DAVID
¡Ah!
QUINTANILLA
¿También
lo conoces?
DAVID
¡Por su fama!
(Sentándose a la derecha en una piedra o
poyete que hay junto al muro de la venta)
QUINTATILLA
Dame un jarro de agua fresca.
(Yendo hacia su venta)
¿No vienes?
DAVID
No; me encocora
contender con soldadesca...
¡aunque sea labradora!
(Entra Quintanilla en la casa; y los
compañeros de Miguel Angel que no han podido reducir al borracho comprometedor,
reparan en el viejo David)
MIGUEL ANGEL
Puesto, amigo, a convidar,
bríndale la convidada
al que acaba de llegar,
como hace la gente honrada.
LABRADOR 1º
(A David, repitiendo el juego que hizo
con Quintanilla, pero aun más borracho que antes)
¡Bebe, abuelo!
DAVID
¡Mala peste!...
LABRADOR 1º
(Tomándole la barba)
Que bebas... ¡o te bautizo!
DAVID
(Irritado)
¿Qué?
MIGUEL ANGEL
Si bautizas a éste
harás lo que nadie hizo.
LABRADOR 2º
¿Es judío, ese buen hombre?
MIGUEL ANGEL
¡Más que el profeta Daniel!
(Hace a David agachar la cabeza con una
mano, mientras con la otra le echa el vino en la coronilla)
Pues... yo lo bautizo en nombre
del Padre, del Hijo y del...
(Se ríen los labradores)
DAVID
(Dándole un empujón al oficiante y apartándose
de él)
¡Basta! ¡Perro!
LABRADOR 1º
(Tambaleándose)
¿Cómo basta?
¡Falta el Espíritu Santo!
(Intenta volverme sobre el judío, Miguel
Angel lo sujeta y los demás ríen de buena gana)
DAVID
¡Perros de la misma casta!
MIGUEL ANGEL
¿Eso dices?
DAVID
¡Y otro tanto!
MIGUEL ANGEL
Somos muchos para ti.
DAVID
Yo soy uno y desafío.
LABRADOR 2º
(Sacando una daga y, con ella,
llevándose la mano a la espada)
¡Llegad aquí!
(Sale por la derecha Peribáñez con
algunos mozos)
MIGUEL ANGEL
(Conteniendo a sus compañeros, que iban sobre
David)
¡El amo!
PPERIBAÑEZ
(Que ha alcanzado al viejo, quitándole
el arma)
¡Suelta, judío!
Así pagas la acogida
que te di?
DAVID
¿Débote paga?
PERIBAÑEZ
¿Y es de gente bien nacida
reñir con innoble daga?
(Tira el arma lejos de sí. El judío hace
ademán de recogerla y Peribáñez le contiene con violencia, que exaspera más al
viejo)
DAVID
Profanaron mi cabeza.
PERIBAÑEZ
Aunque te ofendieran doble
se ha de luchar con nobleza.
DAVID
(Sarcástico)
¡Que como tú eres tan noble!...
PERIBAÑEZ
Si no noble, bien nacido.
DAVID
De lo más noble de España
porque ayer te ha ennoblecido
el comendador de Ocaña,
(Separándose hacia la izquierda)
PERIBAÑEZ
Por su bondad soy soldado.
DAVID
Y algo más habrás de ser;
que de perlas ha colgado
un blasón, a cada lado
del rostro de tu mujer.
(Música)
PERIBAÑEZ
(Adelantándose, frenético, a David, de
quien le separan Miguel Angel y algunos más)
¡Malvado!
DAVID
¡Calma tus iras!
¡Yo no mentí!
PERIBAÑEZ
Mientes, deliras,
sueñas mentiras...
¡Mentiras, sí!
DAVID
Repórtate, villano;
no olvides que tu señor
es soberano.
PERIBAÑEZ
¡Es el tirano!
DAVID
Refrena tu furor.
PERIBAÑEZ
Lo matará mi mano
si mancilló mi honor.
DAVID
Repórtate, villano.
Tú, no ciñes espada,
ni en tu plebeya casa de labor
hay: puerta blasonada.
¡Tú no tienes honor!
CORO
(Amenazando)
¡Malhaya el judío!
¡Malhaya!
DAVID
¡Favor!
PERIBAÑEZ
¡Dejadle, que es mío!
CORO
¡Bellaco, traidor!
PERIBAÑEZ
Marchad, por favor.
CORO
(Aparte y haciendo mutis)
El que casa con hermosa
esto tiene que temer.
Cree el señor que es una rosa
y en su mano caprichosa
la querría deshacer.
PERIBAÑEZ
(Ya a solas con David)
¡Ah!
¿Por qué, lenguaraz,
profanas mi honor?
DAVID
Hablemos en paz,
que yo no soy el burlador
de tu mujer.
PERIBAÑEZ
¡Te he de matar!
DAVID
¿Por qué me culpas
sin querer
escuchar?
PERIBAÑEZ
Como un sayón
de Lucifer,
en casa entraste con argucias estudiadas.
El corazón
de mi mujer
estremeciste con aquellas arracadas.
De aquel hogar,
que era apacible y venturoso como un nido...
DAVID
- Mi acción yo sabré
justificar -
PERIBAÑEZ
... ¿Por qué te atreves,
¡oh alimaña ponzoñosa,
con tus artes de raposa
su ventura a profanar?
DAVID
Era el señor
de tu vida y de tu hacienda
quien, por amor,
me encargó de aquella ofrenda.
Como yo, la obediencia
le debes también.
No comprendo la demencia
de hacer frente a tu señor,
¡Si es suyo tú honor!
PERIBAÑEZ
¡Ah, maldito,
sucio reptil!
No escupas tu baba
de venenosa
víbora vil.
¡Ah, malvado,
ruin mercader,
qué precio le pones
hasta al cariño de una mujer!
¡Ah!
¡Ah, vil Judas,
que vendes el alma
como intentaste
vender mi honor!
Merecerías
que te arrancara
la lengua cobarde
que se ensaña
con mi dolor.
DAVID
(Suplicante)
¡Oyeme!
PERIBAÑEZ
¡Nunca, no!
DAVID
Te lo diré.
PERIBAÑEZ
¡Jamás!
DAVID
Tú debes oír mi voz.
PERIBAÑEZ
¡Atrás!
DAVID
Amigos hemos de ser.
PERIBAÑEZ
¡Vete ya!
DAVID
¡Oyeme!
PERIBAÑEZ
¿Qué me puedes explicar?
DAVID
Algo que tú deben pensar.
Si acaso al entrar
de nuevo en tu casa,
tuvieras que ver
que tu mujer
llegó a pecar...
PERIBAÑEZ
¡No puede ser!
DAVID
¡Hay que dudar!
... Si a tu señor
dióle su amor
¿qué vas a hacer?
PERIBAÑEZ
Si mi mujer
le obedeció,
si su deber
sacrificó
por la riqueza,
entonces yo,
que la adoré
con una fe
que no dudó
de su pureza,
¡la mataré!
sin vacilar...
aunque sin ella he de morirme
de tristeza!
Mas algo tú
no has de olvidar:
¡ay, del infame
que me labra esta amargura,
porque igual que a la perjura,
al traidor he de matar!
¡Ah!
¡Matar!
(Desesperado vase hacia la derecha.
David, taimadamente, se dirige n la izquierda y cae el telón)
CUADRO TERCERO
La era de Peribáñez en Ocaña, cuyo pardo
caserío se ve a la derecha del telón de foro. A la izquierda la zaga de una
galera de acarrear, que cierra el segundo término. En el mismo término de la
derecha, el chozo de refugio de los gañanes, hecho de palos y cañizos. De la
pared exterior del mismo cuelga un zaque
que de agua. En el fondo, la parva, medio trillada. Sobro ella, un trillo abandonado.
En último término de la izquierda, una alta pirámide de paja. Al fondo
izquierda, campos de rubios trigos. A pleno sol.
(Nadie en escena. Dentro la voz de Olmedo)
(Música)
OLMEDO
A la fuente de la Zarza,
a beber van las mujeres,
porque dicen que se curan
con el agua de la fuente.
Unas van por lo que sufren,
otras van por lo que temen;
unas dicen que está fría,
otras cuentan que caliente.
Ayer te vi, Juana Antonia,
caminito de la fuente,
y ya estoy en el secreto
de la enfermedad que tienes.
(Sale Peribáñez, por la izquierda, preocupado,
triste)
(Hablado
sobre la música)
PERIBAÑEZ
Con que diversa alegría,
¡oh, campos!, pensé miraros
cuando contento vivía,
porque viniendo a sembraros,
otra esperanza tenía.
Tanta es la afrenta que siento,
que no quisiera volver
a mi casa. ¡Ay, pensamiento!
¿por qué temes el momento
de encontrar a mi mujer?
(Cantado)
OLMEDO
(Dentro)
La mujer de Peribáñez
hermosa es una maravilla.
El comendador de Ocaña
de amores la requería.
(Peribáñez va a marchar y se detiene al
oír de nuevo la voz)
La mujer es virtuosa
cuanto hermosa y cuanto linda.
Mientras Pedro estaba fuera
de esta suerte respondía:
"Más quiero yo a Peribáñez,
con su capa la pardilla,
que no a vos, comendador,
con la vuesa guarnecida".
PERIBAÑEZ
¡Ah!
Sosiégate, corazón,
aunque en canciones
ande mi honor.
CASILDA
(Dentro llamándole)
Esposo! ¡Esposo!
(Entra en escena)
PERIBAÑEZ
¡Casilda!
CASILDA
¡Luz de mi alma!
PERIBAÑEZ
¿Estás buena?
CASILDA
Estoy sin ti.
Y al ver que tu compañía
sin su capitán volvía,
a buscarte vine aquí.
¡Tardaste!...
PERIBAÑEZ
¡Luz de mi alma!
CASILDA
¿Por qué me abandonas?
PERIBAÑEZ
Porque es mi deber...
Aunque me llama la tierra,
está en la guerra
y tengo que obedecer.
Partir es mi deber,
CASILDA
¿Quién nos puede separar?
PERIBAÑEZ
Partir es merecer
la alegría de volver.
CASILDA
¡Quien te viera retornar!
PERIBAÑEZ
¡Volver a nuestro hogar!
CASILDA
¡Ay, qué largo padecer!
PERIBAÑEZ
¡Volver a concertar
tu reír con mi cantar!
CASILDA
¡Quiera Dios que pueda ser!
PERIBAÑEZ
¡Te juro que ha de ser!
CASILDA
¡Quiera Dios que sea así!
PERIBAÑEZ
No hay fuerza ni poder
para estorbar que vuelva a ti,
miel deliciosa de mi vida.
¡Oh! ¡Yo volveré!
para quererte con más fe!
CASILDA
(Ebria de amor y de entusiasmo)
¡Dulce amor!
PERIBAÑEZ
¡Dulce bien!
CASILDA
¡Dulce bien!
PERIBAÑEZ
Al partir, yo también...
CASILDA
Tú también...
PERIBAÑEZ
...curaré del dolor de marchar,
pensando en la gloria
de volverte a besar.
CASILDA
No tardes, luz de mi hogar.
¡Bésame!
¡Bésame con tus miradas!
PERIBAÑEZ
Pero di:
¿dónde están las arracadas
que te fueron regaladas
la noche que yo partí?
¿Te turbas?
CASILDA
Sí.
PERIBAÑEZ
¿Cuándo vengo
de tus caricias celoso?
¿Por qué?
CASILDA
Porque no las tengo.
PERIBAÑEZ
¡Mujer...!
CASILDA
Escúchame esposo.
Nací labradora y villana,
casé con villano también,
me precio de buena cristiana
y tú eres un hombre de bien.
Si llevo arracadas de perlas
viviendo en tu hogar labrador,
que son, me dirían al verlas,
preseas más bien de señor.
PERIBAÑEZ
Sí, mi Casilda, tienes razón;
y tu cara, que es ramo de flores,
se engalana con rayos de sol.
CASILDA
Señor, eres tú, dueño mío;
señor de tu casa y den mí.
Las armas de tu señorío
las veo, señor, desde aquí:
Campos floridos, parvas de mies...
Y amapolas y espigas doradas
son las galas que yo ostentaré.
PERIBAÑEZ
¡Creo en ti!
CASILDA
¡Bésame!
PERIBAÑEZ
¡Ven a mí!
(Se besan apasionadamente)
(Los
dos a la vez)
CASILDA
¡Ah, coy feliz al saber
que es mi amor
tu sostén!
¡Alma mía!
con ansia te empero aquí
fía en mi.
PERIBAÑEZ
¡Ah, soy feliz al pensar
que me espera mi mujer
con ansiedad!
¡Ah!
Casilda,
mi pensamiento vive en paz.
CASILDA
La hora ya llegó.
PERIBAÑEZ
¡Qué pronto llegó la hora!
CASILDA
Partir es menester.
PERIBAÑEZ
¡Partir muy lejos, esposa!
(Suenan tambores lejanos que van acercándose)
¡Malhayan los tambores,
que me llaman estando en tus brazos
y oyendo tu voz!
CASILDA
¡Adiós, mi bien, adiós!
(Entran los labradores con Miguel Angel,
las mujeres con Juana Antonia, Blasa y Roque. Luego Don Fadrique)
CORO
¡Qué bizarra compañía!
Nadie puede suponer
que son mozos de labranza
los soldados de esta grey.
HOMBRES
A la guerra va tu amante;
pero tiene que volver
y traerte la celada
del rey moro de Jerez.
MUJERES
Si no vuelves tú,
¡qué va a ser de mí!
HOMBRES
Tengo que volver
y serás feliz.
FADRIQUE
(Sale y abraza a Peribáñez)
Ven, labriego, a mis brazos.
Caballero será.
Por tus nobles acciones
mereciste honra tal.
PERIBAÑEZ
Si me hacéis caballero,
lo seré de verdad,
y no habrá quien se burle
del honor que me das.
JUANA ANTONIA
Miguel Angel, yo tiemblo.
MIGUEL ANGEL
¿Y por qué tal temblor.
si el que va a pelearse
con los moros soy yo?
PERIBAÑEZ
Señor, pediros querría
una cosa desusada.
FADRIQUE
Decid a ver.
PERIBAÑEZ
Que la espada
me ciña su señoría.
CASILDA
¿Para qué tal ceremonia?
FADRIQUE
Tiene razón, a fe mía,
y con ello testimonia
saber de caballería.
(Don Fadrique se desciñe su propia espada)
CASILDA
Esposo: ¿no te basta
el hierro de tu arado
y, aunque de humilde casta,
haber vivido honrado?
PERIBAÑEZ
Esposa: el ser honrado
de nada me ha valido,
porque es el honor dado
mejor que el merecido.
CASILDA
(Aparte)
No sé qué pesadumbre
se advierte en su mirada.
Sus ojos echan lumbre,
su voz está velada.
CORO
Honrado Peribáñez:
agora vas a ser
soldado y caballero
del rey.
PERIBAÑEZ
Hincaos de rodillas,
igual que lo hago yo,
y oíd de don Fadrique
la voz.
(Todos, menos don Fadrique y las mujeres,
se arrodillan con una sola pierna)
FADRIQUE
Eres por ni mano
caballero desde hoy,
y mi propia espada
para serlo te doy.
(Entregándosela)
Mira bien,
que no fue rendida jamás,
que honrada
por ni mano te la entrego.
Con tu honor agora guardarás
mi propio honor.
PERIBAÑEZ
Señor:
he sido labrador;
jamás turbó mi pecho
la sombra de un mal hecho
ni el grito de un rencor;
al ser
hidalgo, es menester
que siendo honrado siga
y nada el mundo diga
de mí y de mi mujer.
(Van levantándose todos poco a poco)
CONCERTANTE
CASILDA
(Aparte)
Por el tono de su voz,
no me cabe duda ya
de que teme por su honor.
JUANA ANTONIA
(Aparte)
Alguien hubo de decir
todo aquello quo pasó.
BLASA
(Aparte)
Yo no sé por qué
metió en el lance a su mujer.
FADRIQUE
(A Roque)
Me pareció
que Peribáñez
con los ojos
me acusó.
MIGUEL ANGEL
(Aparte)
Si recela e1 amo,
¿qué nos va a pasar?
¡No quiero pensar!
ROQUE
(A Don Fadrique)
Alguien le ha contado
lo que sucedió;
pero juro
que no fui yo.
CHAPARRO
(Aparte)
O se lo contaron
o lo adivinó.
¿Quién le ha dicho
lo que pasó?
OLMEDO
(Aparte)
Desde aquí mi copla
tuvo que escuchar,
¡Malhaya el cantar!
PERIBAÑEZ
(Aparte)
Ya comprendió
que su maldad
conozco yo.
CORO
Veo en su mirada
fuego de pasión.
Veo en su mirada
que conoce la traición.
FADRIQUE
(Aparte)
¡Ay, de mi amor!
PERIBAÑEZ
(Aparte)
;Amor de mi vida!
CASILDA
(Aparte)
¡Por qué la llama fui
de su pasión!
FADRIQUE
(Aparte)
¡Por qué sin vida está
mi corazón!
JUANA ANTONIA
(Aparte)
¡Qué desazón!
BLASA
(Aparte)
¡Qué sinrazón!
CORO
(Unos a otros)
¡Malhaya el señor!
CASILDA
(Aparte)
¡Maldita hermosura
que vio en la villana!
¿Por qué nacería
graciosa de cara?
¡Ay, si cegara!
¡Ay!
¡Cómo pensar que una labriega
deslumbrara al señor!
¡Ay, la fiebre ciega
de los sueños de amor!
JUANA ANTONIA
(Aparte)
El ama es tan bella
que no es maravilla
que amor insensato
despierte en un día.
¡Ay, madre mía!
¡Ay!
¡Líbreme Dios Omnipotente
de gustar al señor!
Nadie estamos libres
de un capricho de amor.
BLASA
(Aparte)
Si hablara yo a solas
con esta sobrina,
¡qué bien para todos
la aconsejaría!
¡Ay, madre mía!
¡Ay!
Cuando se vaya su marido
ya diré yo al señor
que es empresa fácil
ser feliz en amor.
FADRIQUE
(Aparte)
¡Ay de mi,
si su amor
no encendí
y avivo su rencor!
¡Cómo pensar que una labriega
desdeñara a un señor!
¡Ay, la fiebre ciega
de los sueños de amor!
OLMEDO, MIGUEL ANGEL y CHAPARRO
Como turbión
de tempestad,
una pasión
lo arrolla todo sin piedad.
¡Cómo pensar que una labriega
deslumbrara al señor!
;Ay, la fiebre ciega
de los sueños de amor!
ROQUE
(Aparte)
Tengo que hablar
con mi mujer
y concertar
lo que debemos luego hacer.
Cuando se vara Peribáñez
ha de ver el señor
que es empresa fácil
ser feliz en amor.
PERIBAÑEZ
(Aparte)
¡Oh, juventud
de labrador,
sin conocer
el amargor
del amor!
¡Oh, juventud!
¡Oh, tiempo aquel en que vivía
con la salud
y alegría
que me ha robado esta inquietud!
MUJERES
¡Ay, Señor,
qué ansiedad!
Como turbión
de tempestad
una pasión
lo arrolla todo.
HOMBRES y MUJERES
¡Ay!
¡Cómo pensar que una labriega
deslumbrara al señor!
¡Ay, la fiebre ciega
los sueños de amor!
FADRIQUE
(A los Ballesteros)
Capitán
tiene desde agora esta grey;
su espada
desde agora os vuestra guía.
Por la voluntad del propio Rey
es capitán
CASILDA.
(Dirigiéndose a Peribáñez)
¡Capitán es mi esposo, del rey!
¡Qué pesadumbre
me causa ese honor!
Dura ley
que obliga a vivir sin amor.
Piensa en mí
con afán.
¡Y adiós, capitán!
JUANA ANTONIA
(A su marido)
¡Ay, Miguel Angel!
Llegó la temida separación.
¡Ay, del que agora
me obliga a vivir sin amor!
Es cruel
por demás.
¡Sin mí no te vas!
BLASA
(A Roque)
¡Ay, qué alegría!
Llegó la esperada separaci6n.
Ya el campo libre
le queda por fin al señor.
¡No es igual
un señor
que un vil labrador!
FADRIQUE
(Aparte)
Por el amor
cualquier pecado
se puede absolver.
El honor
de nadie quisiera ofender.
Y si fui
pecador,
pequé por amor.
MIGUEL ANGEL
(A Juana Antonia)
¡Calla, mujer!
¡Qué le vas a hacer!
Se vive muy bien sin amor,
y al volver
paro acá
mejor te sabrá.
ROQUE
(A Blasa)
¡Calla, mujer,
que te van a oír
y puedes echarlo a perder!
(Dando rápidamente la espalda a su mujer
y dirigiéndose a Peribáñez)
¡Qué dolor!
¡Ya se van!
¡Adiós, capitán!
OLMEDO y CHAPARRO
(El uno al otro)
¡Válgame Dios!
¡Lo que el mundo es!
!Sí alguno pudiera hablar!
Es, al fin
el señor...
Mejor es callar.
PERIBAÑEZ
¡Ay, Casilda, no sé
lo que pasa por mí!
¡Es la voz del deber militar!
Tengo sed
de luchar:
¡morir o matar!
CORO MUJERES
(A ellos)
¡Qué gran pesar!
¡Qué gran dolor!
Tu larga ausencia
me obliga a vivir sin amor.
CORO HOMBRES
(A ellas)
¡Qué gran placer!
¡Qué gran honor!
Ya verás, mujer
que vives muy bien sin amor.
Y al volver
para acá,
mejor te sabrá.
FABRIQUE
Ya podéis partir;
a Toledo marchad,
y ante el trono del Rey
las frentes inclinad.
PERIBAÑEZ
(Avanzando solemnemente ante don Fadrique)
Oíd, señor
Me hiciste caballero
y, a fuer de hidalgo,
quiéroos decir,
con ruda claridad,
mi anhelo y mi sentir.
FADRIQUE
¡Ya tardan en hablar!
(Le invita, en efecto, a hablar con un
gesto. Hay un movimiento de expectaci6n en todos)
PERIBAÑEZ
Yo dejo por vos
ni casa y mujer,
recién desposado.
Remito las dos
a vuestro cuidado.
Y espero, señor,
que vos me guardéis
la prenda que quiero.
Lo que es el honor
de sobra sabéis
pues sois caballero.
(Cogiendo a Casilda por una mano y
acercándosela al comendador)
Esta es, señor, la joya de mi joyero que
en lealtad, con la mía, no más compite. Si tú el honor me has dado de caballero
ya sabes lo que roba quien me la quite.
CASILDA
Mi lealtad de esposa
yo te la fio.
FADRIQUE
Soy de tu honor escudo
como del mío.
TODOS
(Menos Casilda, Fadrique y Peribáñez.-
Aparte)
Su acento al escucharle,
me daba frío.
CASILDA
Siento que, por instantes,
me daba el brío.
FADRIQUE
(Aparte)
¡Su idea bien comprendí!
PERIBAÑEZ
(A don Fadrique)
En esta leal promesa
que aquí me hacéis, confío.
En honor me aleccionáis
y me hacéis igual a vos.
Ved, pues, como la guardáis,
¡que he de volver, vive Dios!
FADRIQUE
¡Ay, del que atente, a tu honor,
que desde agora en el mío!
PERIBAÑEZ
Voyme tranquilo, señor,
y en tu palabra confío.
CASILDA
Te ha de bastar con la mía,
que no dará nunca en tierra.
PERIBAÑEZ
¡Basta, mujer!
(A los labradores)
Compañía:
saldremos para la guerra
apenas decline el día.
FADRIQUE
(Tomando la bandera de la encomienda de
Ocaña, que ha traído uno de los futuros soldados)
¡A la guerra, ballesteros,
por Castilla y por el Rey!
CORO HOMBRES
En la guerra triunfaremos!
En la guerra
bravamente lucharemos
por Castilla y por el Rey.
¡Adiós!
A la guerra voy
con ardiente fe
y, si quiere Dios,
pronto volveré.
CORO DE MUJERES, JUANA ANTONIA y BLASA
En la guerra
luchareis los ballesteros
por Castilla y por el Rey.
A 1a guerra tú
qué contento vas;
pero sabe Dios
si no volverás.
OLMEDO y ROQUE
En la guerra
luchareis los ballesteros
por Castilla y por el Rey.
¡Adiós!
a la guerra tú
que contento vas;
pero sabe Dios
si no volverás.
CASILDA
(Aparte)
¡Favor!
¡Sálvame, Señor!
¡Qué será de mí
si se va mi amor!
¡Ah!
PERIBAÑEZ
(Aparte)
No puede ya dudar
de mi intención.
¡No! ¡No!
Tengo que volver
por guardar mi honor!
¡Ah!
FADRIQUE
(Aparte)
Pues, a pesar
de las barreras de tu amor,
mujer,
¡mía habrás de ser
y me harás feliz
porque muerto estoy
desde que te vi!
TELON
FIN DEL ACTO SEGUNDO
ACTO TERCERO
El mismo decorado del acto primero. Noche
de luna llena. Ante la hornacina de la Virgen, luce una lamparita de aceite.
(Por el foro llega, después de breve
pausa, Casilda)
(Hablado)
CASILDA
¡Y pensar que era esta noche,
ya concluida la siega.
la que hubiéramos andado,
juntos, por esas veredas,
caminito de Toledo,
pues que mañana es su fiesta
(Música)
(Suenan muy lejos los tambores de los soldados
y los acentos del rataplán. Casilda se siente
desfallecer y llora. Después cae de rodillas ante la Virgen y canta)
CASILDA
Virgen santa, bendita;
dulce amparo del triste;
sé luz en mis ojos,
como siempre lo fuiste.
Por la fe que me alienta
y el amor que me guía,
¡escucha el lamento
de mi voz, Virgen mía!
En mi senda de zarzas
pon camino de flores,
¡Dame temple de acero
contra vanos temores!
Ve que a solas, ¡oh, Virgen!
mi plegaria te envío.
Tú no me abandones
¡porque a ti me confío!
A un alma que implora
no lo niegues,
¡oh, Señora!
tu amor
protector.
(Durante la anterior plegaria, cuando
Casilda dice: "Dame temple de acero contra vanos temores", aparece
por el foro Don Fadrique, que avanza sin ser visto ni oído por ella y la
contempla embebecido. Cuando Casilda termina y se levanta, Don Fadrique avanza
hacia ella y dice amorosamente)
FADRIQUE
¡Casilda!
CASILDA
(Retrocediendo asustada y en un grito)
¡Señor!
FADRIQUE
(Más fuerte, pero con dulzura)
¡Señora!
CASILDA
(Humilde y pianísimo)
¡Señor!...
FADRIQUE
¿Por qué os asusta mi presencia?
(Acercándose a ella)
Quisiera que en mi pecho
vieses toda mi pasión;
que oyeses los latidos
de mi pobre corazón:
latidos de mi alma
que tiembla, conmovida
por verse junto a ti.
¡Ay, del amor mío!
¡Por qué no ha de hacerme feliz!
CASILDA
(Después de decir él: "...vieses
toda mi pasión", exclama)
¡Virgen, socórreme!
¡Virgen, ampárame!
(Y después de cantar él: "... de mi
pobre corazón", dice)
¡Virgen, auxíliame!
¡Oh, Virgen, sálvame!
(Y al terminar Don Fadrique su frase,
pregunta, asuntada)
¡Ah!.. ¿No teméis
que Dios maldiga vuestro nombre?
FADRIQUE
Nada temo.
CASILDA
¿Qué pretendéis
con acción tan torpe?
FADRIQUE
Respirar.
tu mismo aliento.
CASILDA
No busquéis, señor,
lo que no puede ser vuestro.
FADRIQUE
(Apasionadamente)
¡Ten piedad del amor mío!
CASILDA
¡No sigáis, que yo no he de oíros!
FADRIQUE
¡Oh, cruel villana, mírate en mí!
CASILDA
¡Jamás sospeché
que los caballeros cegaran así!
FADRIQUE
(Insinuante y sombrío)
Más, ¿cómo domar
la fiebre de amor
que abrasa mi vida?
Me hirieron tus ojos
y aun llevo en el pecho
sangrando la herida.
Sí tú la restañas,
¡amor y riquezas
para ti serán!
CASILDA
(Con acento desesperado)
¡Señor! ¡Callad! ¡Callad!
Si, en nobleza, tuvieseis
la del rey de Cartilla,
y diademas reales
me ofrecieseis por mías,
la nobleza y las joyas
fueran dádivas vanas
¡y el amor de mi pecho
yo os negara!
FADRIQUE
(Perdiendo la paciencia)
No quieras perderte,
¡porque mi amor es tan inmenso
que irá contigo hasta la muerte!
CASILDA
(Desesperada)
¡Callad, señor, por caridad!
Si me ataran las manos
a una fuerte columna
y sintiera mi frente
coronada de espinas,
si azotaran mi cuerpo
y en la cruz me clavasen,
¡con cariño mis ojos
no os mirarán!
FADRIQUE
(Cambiando de actitud y arrodillándose ante
ella)
¡Sálvame!
Que mi razón delira.
¡Tiéndeme
tu mano generosa!
(Se levanta y deja, sin advertirlo, en
el suelo la capa que trae al brazo)
Ve que ante mí
abismo fatal no se abrió;
¡y en tu mano está,
Casilda, mi salvación.
CASILDA
(Asustada al ver que Don Fadrique vuelve
a avanzar hacia ella)
¡Oh, señor, jamás!
¡Por Dios, no deis un paso más!
FADRIQUE
(Sin hacerle caso)
Por última vez
escucha el ruego de mi amor.
CASILDA
(Enérgicamente)
¡Oh, jamás, señor!
¡Atrás!
¡Sois enviado de Satanás!
FADRIQUE
Si la gloria me das
me arrancarás
a Lucifer,
y así me redimirás.
CASILDA
(Señalando el portalón)
¡Presto salir de la casa
que profanáis!
FADRIQUE
(Airado y altivo)
Si no te ablandaron
mis quejas y ruegos,
¡tendrás que ser prenda
del comendador!
CASILDA
Ni viva ni muerta
daré e1 alma mía,
;que es sólo del dueño
de mi corazón!
(Don Fadrique ha quedado un poco lejos
de Casilda. Y esta aprovecha la circunstancia para correr hacia su casa, entrarse
en ella y cerrar la puerta. Don Fadrique, al darse cuenta, corre tras ella; pero
ya en tarde)
FADRIQUE
¡Ah, villana orgullosa,
que me cierras la puerta!
¡Algún día mi amor
bendecirás!
Tu ventana me deja
libre el paso,
para que acaso
me quieras más.
(Se dirige a la ventana; pero se detiene
un momento indeciso antes de entrar en la casa y canta lo siguiente:)
¡Oh, mujer!
Tu misma lo has querido.
La altivez
tu perdición ha sido.
Aspirarás
las flores de mi pasión.
Y por fin, mujer,
mi corazón
podrás conocer.
(Mutis don Fadrique por la ventana.
Pausa. Peribáñez aparece por el fondo)
PERIBAÑEZ
¡De nuevo mis pasos
me vuelven aquí!
La duda y los celos
claváronse en mí.
Silencio... Quietud...
(Al ver la capa que don Fadrique dejó en
el suelo)
¿Qué es esto, gran Dios?
¡Su capa! ¡La capa
del comendador!
¡Y aquella ventana...!
¡Sin luz ¡Maldición!
(Intenta forzar la puerta)
¡Casilda me vende!
CASILDA
(Dentro)
¡Socorro! ¡Favor!
PERIBAÑEZ
¡Casilda! ¡Amor mío!
(Coge del rincón del fondo la reja de un
arado y, a golpes, salta la puerta)
¡Casilda! ¡Soy yo!
¡Soy yo! ¡Soy yo!
(Desenvaina la espada y entra en la casa
arrollador)
TELON Y MUTACION
INTERMEDIO MUSICAL
En primer término aparece un telón que
reproduce el Puente de Alcántara, de Toledo, visto desde el río.
CUADRO SEGUNDO
Plazuela de Toledo. A la izquierda del
actor, fachada principal de la Catedral, lisa y llana (anterior a su construcción
en la forma actual), trazada oblicuamente desde el primer término de la
izquierda al centro del foro, donde se yergue la torre, junto a un estrecho
callejón sobre el que vuela un arco. En los últimos términos de la derecha, un
noble edificio unido a la torre por el mencionado arco. Los primeros términos
de dicho lado, libres, prolongando la plazuela, hoy llamada del Ayuntamiento.
Es por la tarde.
(Grupos de Caballeros, Damas y Gente del
pueblo. Suena por la izquierda un vibrante toque de clarines)
(Música)
CORO
¡El Rey!
(Sale por la derecha el cortejo real, formado
de la siguiente manera: Un Heraldo con el pendón real, cuatro clarines, cuatro
tambores, El Rey, dos Caballeros y ocho Guardias. Primero aparecen los clarines
y tambores que se detienen y dan un segundo toque. Los grupos que estaban en
escena se disuelven para formar dos apiñadas filas. Se abre la puerta de la
catedral y cuatro caballeros conduciendo un palio salen al atrio. Siguen la
marcha los clarines y tambores, hasta colocarse a ambos lados del palio.
Aparece el rey seguido de dos caballeros y los guardias. El rey entra en el
templo bajo el palio; le siguen caballeros, guardias, clarines y tambores, y se
cierra la puerta)
CORO
(Deshaciendo las filas)
Ya he tenido la fortuna
de ver a nuestro señor.
¡Qué majestad en su rostro!
¡Qué dulces sus ojos son!
¡A cien pasos se adivinan
su virtud y su valor!
(Se abre el postigo de la Catedral, salen
un clarín, un tambor y un heraldo. Los dos primeros dan un toque de atención y se
produce un gran movimiento de curiosidad)
TODOS
¡Un pregonero!
(Recitado)
PREGONERO
¡¡Orden del rey!!
"El más noble caballero
que pudo unir a sus armas
la roja cruz de Santiago,
el comendador de Ocaña,
según agora el concejo
me hace saber por sus cartas,
anoche en su misma villa
ha muerto a manos villanas.
Y es mi voluntad que a aquel
que diere preso al que haya
culpa o parto en este crimen
se le paguen de mis arcas,
con mil escudos de renta,
servicio a tan justa causa".
(Abrese la gran puerta del templo. Empieza
a salir la procesión. La encabezan los heraldos, soldados, damas y caballeros de
la Corte. Aparece luego El Rey. Inmediatamente después viene la imagen de la
Virgen sobre andas, que no llegará a salir a la plaza, porque por la derecha entran
en ella Peribáñez y Casilda. El se descubre ante el Rey. Ella se prosterna de
hinojos. Tras ellos salen Juana Antonia, Miguel Angel y un grupo de
ballesteros.
(Cantado)
PERIBAÑEZ
¡Señor!
CORO
¡Quién osa acercarse
con bríos al Rey!
CASILDA
¡Piedad!
EL REY
¿Quién sois?
PERIBAÑEZ
Dos villanos
que te han menester.
CORO
Pararon el curso
de la procesión.
PERIBAÑEZ
¡Lo mismo parara
la marcha del sol!
¡Yo fui el asesino
del comendador!
EL REY
¡Prendedle!
CORO
(Pretendiendo arrojarse sobre él)
¡Qué muera!
CASILDA
¡Piedad!
BALLESTEROS
¡Compasión!
EL REY
¡Prendedles!
CORO
¡Matadlos!
BALLESTEROS
¡Oídle, señor!
EL REY
¿Por qué mis soldados
desoyen mi voz?
PERIBAÑEZ
¡Señor, porque todos
me dan su perdón!
BALLESTEROS
Porque es Peribáñez.
¡Oídle, señor!
(El Rey con un ademán le da la venia)
PERIBAÑEZ
Señor, aunque villano,
tengo sangre cristiana
y aunque humilde y labriego
llevé una vida honrada,
y casé con mujer honrada y buena
aunque también villana.
Don Fadrique era mozo
y al verla dio en amarla;
por manos de tercero
regalos le enviaba
y, ausente yo, buscando a mi Casilda
de noche entró en mi casa.
Como ella es virtuosa,
no prosperó su traza,
Me quiso hacer soldado
y me ciñó esta espada,
para que con aquestos ballesteros
saliera yo de Ocaña.
Salí, pero pensando
que la ocasión buscaba
para pisar mi honra,
volví de noche a casa.
Allí encontré a mi pobre
mujer acorralada,
como cordera simple
del lobo entre las garras.
Llegué, la vi, ¡mis ojos
le vieron y esta espada
que él me diera, señor, para servirte
se la hundí en las entrañas.
(Entrega al rey la espada)
¡Ah, cómo dejó entonces
a la cordera blanca!
señor, si mi cabeza
ha sido pregonada
para que la justicia
se pueda hacer, tomadla.
Y dad los mil escudos
a esta pobre villana...
Es mi mujer... La quise,
señor, con vida y alma.
Hacedle la merced, cuando yo muera,
de vuestra protección.
¡Para mí la justicia
y para ella el perdón!
(Se arrodillan ante el rey Peribáñez y
Casilda)
CASILDA
¡Piedad! ¡Piedad!
TODOS
¡Perdón!
BALLESTEROS
Te dice la verdad.
es un hombre de bien.
TODOS
¡Piedad, señor, piedad!
EL REY
¡También los villanos
entienden de honor!
TODOS
¡También los humildes
defienden su amor!
EL REY
¡Villano: te perdono!
TODOS
¡Viva el rey!
EL REY
La gracia que me pides
justicia ha sido en ley.
(Devolviéndole la espada)
Y quiero que ese acero
que, yo otra vez te doy,
en defender tu honor y el de mis armas
lo emplees desde hoy.
TODOS
Enrique el justiciero
le otorga su perdón.
PERIBAÑEZ
(Levantándose)
¡Señor!
CASILDA
(Lo mismo)
¡Señor!
EL REY
Ya puede
seguir la procesión.
(Se reanuda la marcha de la procesión y
va cayendo el telón lentamente. Peribáñez se aparta a la izquierda, amparando a
Casilda. Al aparecer la imagen de la Virgen, los hombres se arrodillan y las mujeres
le arrojan flores)
FIN
Información obtenida en:
Legado
Guillermo Fernández Shaw. Biblioteca. FJM
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